tag:blogger.com,1999:blog-29436993046979717582024-03-14T02:13:32.782-07:00Ingeniería Económica U N I - Lima - PerúPrimera (1968) y segunda (1969) Promoción de Ingeniería Económica de la Universidad Nacional de Ingeniería, 1968: "LUIS FELIPE DE LAS CASAS GRIEVE"Unknownnoreply@blogger.comBlogger696125tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-53022098782540933692023-05-29T10:27:00.003-07:002023-05-29T10:28:48.131-07:00FRAGMENTO DE ENTREVISTA CON AMARTYA SEN<p> </p><h3 class="post-title entry-title" itemprop="name" style="background-color: #141414; color: #fce8b2; font-family: Chewy; font-size: 24px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0px; position: relative;"><a href="https://investigacioningenieriaeconomica.blogspot.com/2023/05/fragmento-de-entrevista-con-amartya-sen.html" style="color: #fce8b2; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; text-decoration-line: none;">FRAGMENTO DE ENTREVISTA CON AMARTYA SEN</a></h3><div class="post-header" style="background-color: #141414; color: #fce8b2; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 1.6; margin: 0px 0px 1em;"><div class="post-header-line-1"></div></div><div class="post-body entry-content" id="post-body-6294868445570623206" itemprop="description articleBody" style="background-color: #141414; color: #fce8b2; font-family: Arial, Tahoma, Helvetica, FreeSans, sans-serif; font-size: 13px; line-height: 1.4; position: relative; width: 621.4px;"><p style="text-align: center;"><span style="color: #2b00fe;"> </span><b style="font-size: xx-large;"><i><span style="color: #d5a6bd;">CUESTIONES PARA REFLEXIONAR FRAGMENTO DE ENTREVISTA CON AMARTYA SEN4 /</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white; font-size: medium;"><b><i> Realizada por Nermeen Shaikh para Asia Source (www.asiasource.org) el 6 diciembre de 2004. Versión traducida para la revista www.sinpermiso.info por David Casassas </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white; font-size: medium;"><b><i>Ciertos analistas han sugerido que el desarrollo, visto el modo en que ha sido perseguido durante los últimos cincuenta años, ha sido concebido de manera insatisfactoria y definido restrictivamente. ¿Cuáles son los déficit en la agenda de las políticas de desarrollo que ha tratado usted de señalar? ¿Por qué esos? </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white; font-size: medium;"><b><i>La idea de desarrollo es una idea compleja: no es sorprendente, pues, que la gente piense que la forma en que el desarrollo se define deba ser mejorada. Cuando dicha cuestión entró en escena durante la década de 1940, lo hizo primeramente de la mano de los progresos de la teoría del crecimiento económico, que habían tenido lugar con anterioridad, esto es, durante la década de 1930 y también durante la de 1940. La reflexión sobre el desarrollo se hallaba limitada a la concepción elemental de que los países pobres no son más que países con niveles de renta bajos, con lo que el objetivo era, simplemente, superar los problemas del subdesarrollo a través del crecimiento económico, aumentando el PNB. Pero resultó que ésta no era una vía adecuada para pensar la cuestión del desarrollo, que se ha de vincular con el avance del bienestar de las personas y de su libertad. La renta es uno de los factores que contribuyen al bienestar y a la libertad, pero no es el único. El proceso de crecimiento económico, pues, constituye un punto de partida insuficiente para evaluar el progreso de un país; por supuesto, no es irrelevante, pero se trata sólo de un factor más entre varios. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white;"><b><i><span style="font-size: large;"> 4 /</span><span style="font-size: x-small;"> </span>Docente e investigador en las universidades de Oxford y Harvard, fue galardonado con el Premio Nobel de economía en 1998.</i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white; font-size: medium;"><b><i>Resulta interesante recordar que, si echamos la vista atrás, la cuestión del desarrollo, desde los inicios -en Adam Smith, en John Stuart Mill, en Karl Marx y en tantos otros-, tuvo que ver con una determinada concepción de la vida humana buena. Y esto es algo que ha de recuperarse en la investigación contemporánea sobre el desarrollo. Se trata de una cuestión por la que me he interesado mucho. He de decir, sin embargo, que mis preocupaciones fundamentales no se sitúan en el campo de la economía del</i></b> <b><i>desarrollo. De hecho, ¡pretendo que no sea así! Pese a que me siento halagado cuando leo que obtuve el premio Nobel por mis contribuciones a la economía del desarrollo, me lo concedieron por mi trabajo sobre “economía del bienestar” y sobre “teoría de la elección social”. Pero en la medida en que me he dedicado a la cuestión del desarrollo, me he preocupado bastante por la naturaleza del desarrollo y por los mecanismos causales que contribuyen al mismo.</i></b> </span></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">INTRODUCCIÓN </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Los problemas del desarrollo han estado relacionados con el progreso económico y social y con el atraso. Los índices de pobreza, la desigualdad, las distancias entre los ritmos de crecimiento del producto interno bruto de los países industrializados frente al de los países no industrializados, suscitaron una serie de aproximaciones teóricas orientadas a explicar por qué unos países han obtenido ventajas económicas y sociales traducidas en mejores niveles de bienestar de sus ciudadanos, mientras otros países se han sumido cada vez más en el atraso. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Esta unidad registra información básica para ilustrar sobre los problemas más relevantes del desarrollo y, a partir de ellos, las discusiones que se dieron a través de distintas corrientes de pensamiento frente a los conceptos de crecimiento y desarrollo, superados de alguna manera con los aportes teóricos de Amartya Sen, que propuso una nueva forma de ver el desarrollo, en el espectro de las capacidades y los derechos de la gente y no necesariamente a partir del producto interno bruto anual de los países. En la parte final de la unidad se presenta los aportes de Adelman, quien hace una revisión crítica de las teorías del desarrollo con base en la identificación de 4 falacias del desarrollo. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white;"><b><i><span style="font-size: medium;">Los estudiantes tendrá en los contenidos de esta unidad, los elementos esenciales de análisis para abordar los contenidos de las distintas corrientes de pensamiento sobre el desarrollo desde la economía clásica, hasta los postulados de Sen acogidos por el Programa de las Naciones Unidas desde hace dos décadas.</span></i></b> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white;"><br /></span></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">OBJETIVOS OBJETIVO GENERAL </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Analizar los problemas del desarrollo, como referentes para abordar la discusión que se planteó durante la segunda mitad del siglo XX en torno a los temas de crecimiento y desarrollo. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">OBJETIVOS ESPECÍFICOS </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Exponer los problemas que han enfrentado las sociedades, sobre los cuales se construyen las teorías acerca del crecimiento económico y los diversos enfoques del desarrollo. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Establecer distinciones entre las categorías desarrollo y crecimiento. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Analizar, mediante el uso de indicadores, la naturaleza de los problemas del desarrollo. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Facilitar el desarrollo de competencias cognitivas básicas (capacidad analítica, crítica y reflexiva) en la elaboración de mapas conceptuales para la comprensión del Desarrollo. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">IDEAS CLAVES </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">• Dos problemas dieron lugar a los desarrollos teóricos de la economía del desarrollo: la desocupación rural y la industrialización tardía5 /. El primero, llevó a plantear interrogantes y alternativas sobre el uso de la fuerza de trabajo desocupada y las formas de acelerar la acumulación de capital. El segundo, planteó la necesidad de la intervención del Estado y del empleo de la planeación como mecanismo para orientar las acciones orientadas a superar los problemas del atraso económico y del desarrollo. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white;"><b><i><span style="font-size: medium;">• Los términos crecimiento y desarrollo han sido objeto de controversias a la luz de los resultados observados en el progreso de los países y el bienestar de sus habitantes. Entre los años cincuenta y setenta del siglo XX, no hubo una distinción plena entre crecimiento y desarrollo: éste último se asociaba al nivel de incremento anual del producto interno bruto -PIB- y al ingreso nacional per cápita por encima de las tasas de crecimiento de la población.</span></i></b> </span></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white;">5 / Hirschman Albert, 1981. Essays in Trespassing: Economics to Politics and Beyond. Cambridge University Press.</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white;"><b><i><span style="font-size: medium;">CUESTIONES PARA REFLEXIONAR FRAGMENTO DE ENTREVISTA CON AMARTYA SEN</span></i></b><b><i><span style="font-size: medium;">6 / Realizada por Nermeen Shaikh para Asia Source (www.asiasource.org) el 6 diciembre de 2004. Versión traducida para la revista www.sinpermiso.info por David Casassas </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Democracia y hambrunas </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Ha subrayado usted cómo la India no ha sufrido hambrunas desde la descolonización gracias a su efervescente democracia y a la prensa libre, pero no ha dejado de señalar que, por otro lado, no ha sido capaz de hacer frente al hambre endémica, a la malnutrición generalizada y a los elevados niveles de analfabetismo. ¿Cómo explica tales fenómenos? ¿Cree usted que perviven impedimentos estructurales para las reformas, nazcan éstas de instancias nacionales o provengan de instituciones globales? ¿Es la forma existente de democracia liberal un mecanismo suficiente para garantizar los cambios que se precisan? </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white;"> 6 / Docente e investigador en las universidades de Oxford y Harvard, fue galardonado con el Premio Nobel de economía en 1998</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: white;"><b><i><span style="font-size: medium;">Una excelente pregunta, otra vez. No hay institución alguna que sea válida por sí misma: todo depende del uso que hagamos de ella. Nada puede sustituir al compromiso político y social. El éxito de la India en la prevención de hambrunas es un éxito fácil, dado que las hambrunas son extremadamente fáciles de introducir en la agenda política: no hay que hacer más que imprimir una foto de una madre consumida y de un niño moribundo en la portada de un periódico, para que ésta se convierta, por sí sola, en una penetrante editorial. No se requiere, pues, demasiada reflexión. Si embargo, llamar la atención acerca del hambre estructural, de los debilitantes efectos de la falta de escolarización y del analfabetismo o de las privaciones a largo plazo que ocasiona la ausencia de una auténtica reforma agraria es algo para lo que se precisa otro tipo de compromiso y, sobre todo, utilizar la imaginación. En la India, el ejercicio de la democracia en esta dirección ha sido relativamente modesto. Pero aquí diría otra vez que las cosas están cambiando. Por ejemplo, cuestiones relativas a las desigualdades de género recibían una atención prácticamente nula en los medios y en el debate político hasta hace bien poco tiempo. Y esto ya no es así. Hubiese sido casi imposible pensar, incluso veinte o treinta años atrás, que una de las preocupaciones fundamentales del Parlamento indio sería la introducción de medidas para garantizar que por lo menos un tercio de los miembros </span></i></b><b><i><span style="font-size: medium;">de la cámara sean mujeres. Se trata de una cuestión que antes para nada se había considerado. Cosas como ésta son las que me llevan a pensar que la clave está en el uso que hagamos de las instituciones democráticas. Cuando el ejercicio de la democracia exige una mayor profundización en ella, decir que ésta no funciona correctamente y permitir que retroceda equivale a dar un paso exactamente en la dirección equivocada. </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Hay un artículo mío sobre la India y China que apareció recientemente en The New York Review of Books (“Passage to China”, del 2 de diciembre de 2004). En este texto discuto esta cuestión. También explico por qué creo que el hecho de no introducir un sistema democrático con pluralidad de partidos políticos está suponiendo un perjuicio para dicho país. Los chinos vivieron, hace tiempo, una época de importantes progresos gracias al visionario liderazgo político que sucedió a la Revolución. En términos de cambio social y de progresos en materia de educación y de sanidad, lo hicieron mucho mejor que los indios, aun sufriendo una hambruna de grandes proporciones -de hecho, los chinos siguieron permitiendo calamidades de este tipo, lo que supone un craso error. En cualquier caso, el compromiso básico con respecto a una escolarización y a una atención sanitaria universales, así como al acceso de las mujeres al empleo, supusieron un activo de la mayor importancia para el país; mucho más importante, de hecho, que el vacilante proceso hacia la democracia que la India emprendió. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Sin embargo, si se analizan los resultados disponibles en la actualidad, pese al hecho de que, a partir de las reformas de 1979, el crecimiento económico de China ha sido mayor que el de la India, la esperanza de vida ha subido en la India a una velocidad tres veces mayor que en China. En buena medida, este hecho responde a la presencia de canales para la confrontación pública de opiniones y para la crítica que un sistema democrático confiere. Sabemos que los servicios sanitarios indios son terribles, sí; pero el hecho de que lo sepamos y de que los periódicos hagan un seguimiento continuado de esta realidad impide que ésta se mantenga tal y como lo haría en un sistema que no promoviera la extensión de una opinión pública crítica. En 1979, la esperanza de vida en China era 14 años más larga que en la India. Hoy, las distancias se han reducido a siete años. Algunas regiones del país, como Kerala, se han situado cuatro años por delante de China en términos de esperanza de vida. Otra comparación que vale la pena realizar es la siguiente. En 1979, China y Kerala tenían exactamente las mismas tasas de mortalidad infantil: 37 por mil. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">En la actualidad, mientras que en China se ha reducido el índice de 37 a 30, en Kerala la tasa de mortalidad infantil se ha reducido de un 37 a un 10 por mil -un tercio de la tasa de mortalidad infantil de China-. Kerala ha sabido sacar provecho de la combinación de, por un lado, el tipo de radicalismo que ayudó a China a realizar importantes progresos durante los primeros años que siguieron a su revolución; y, por el otro, los beneficios de un sistema democrático con pluralismo de partidos. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">El punto esencial, pues, radica en el hecho de que lo que hagamos de la democracia depende, en gran medida, de cuán dispuestos estemos a trabajar en su favor. Según (21) mi punto de vista, uno de los problemas más importantes en la India es que los intelectuales que podrían jugar un papel destacado en el sistema político democrático tienden, por lo general, a no participar en política, en la que ven un terreno turbio. Hasta cierto punto esto está cambiando, pero se precisan transformaciones todavía mucho más radicales y niveles de participación muy superiores para que la democracia resulte en la India plenamente exitosa. También es necesario un trabajo político realizado desde la perspectiva de los más desvalidos, situados en las regiones más pobres y en las castas más bajas, para lograr eliminar viejas divisiones y desigualdades que, todavía hoy, perviven. Esta es una de las tareas, entre otras, a las que la práctica política en el marco de un sistema democrático tiene que hacer frente. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Desigualdades, globalización y mercado </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">En un artículo aparecido en The Guardian (Reino Unido) titulado “Freedom’s Market” sugería usted que “el debate real con respecto a la globalización, finalmente, ni tiene que ver con la eficiencia de los mercados, ni con la importancia de la tecnología moderna; la cuestión sometida a debate es, más bien, la existencia de desigualdades de poder”. ¿Cree usted que estas espectaculares desigualdades de poder dentro y entre los estados pueden verse corregidas sin un cambio estructural igualmente espectacular? </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Esta es una cuestión difícil. Déjeme decir tres cosas al respecto. La primera es que las desigualdades, en el mundo de hoy en día, son monumentales tanto en lo que respecta a la prosperidad económica como en lo que concierne al poder político. Cualquier tipo de análisis de la globalización tiene que partir de la consciencia de este hecho. Ahora bien, creo que mayores grados de interacción a escala global se han mostrado, no sólo en la actualidad sino desde hace miles de años, como un fenómeno positivo. La historia de la interacción a escala global es algo a menudo subestimado por el hecho de concebir dicha interacción como un fenómeno fundamentalmente reciente, por un lado, y, por el otro, por entender que las influencias se han dado únicamente desde el Oeste al Este, o desde el Norte al Sur. Históricamente, sin embargo, el proceso de influencia no ha sido unidireccional. Piense, por ejemplo, en el mundo del año 1000 de nuestra era, al inicio del milenio que acabó hace pocos años. En el campo de la ciencia y de la tecnología, había una gran cantidad de cosas de las que en Europa no se tenía noticia pero que en China ya se conocían. De un modo similar, los matemáticos indios, árabes e iranianos conocían desarrollos de las matemáticas, desde el sistema decimal hasta un buen número de adelantos en trigonometría, entre otras cuestiones, de los que los europeos no tenían ni la más remota idea. Estos hechos propiciaron un proceso de globalización del Este al Oeste, del mismo modo que, en la actualidad, la ciencia y la tecnología tienden a viajar del Oeste al Este. Europa hubiese sido tan estúpida de rechazar la sabiduría que venía del Este como lo sería hoy el Este si rechazara la sabiduría que procede del Oeste. El primer punto que quiero sugerir, pues, es que, pese a las desigualdades de poder, es (22) preciso analizar los efectos positivos que un movimiento global de ideas -de conocimiento y de entendimiento- puede acarrear. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">El segundo punto es que la globalización económica, per se, podría constituir una fuente de importantes adelantos en lo que respecta a las condiciones de vida, y que a veces lo es. La dificultad fundamental radica en el hecho de que las circunstancias en las que la globalización podría comportar mayores beneficios para los más pobres no se dan en la actualidad. Sin embargo, éste no es un argumento válido para oponerse a la interacción económica a escala global, sino un argumento para trabajar en pos de una mejor división de los beneficios derivados de la interacción económica a escala global. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">No se trata, por lo general, de que, como resultado de la globalización, los pobres se estén empobreciendo todavía más y los ricos estén ensanchando sus niveles de riqueza, tal y como se desprende de la retórica, que creo errónea, a la que se recurre a menudo. La cuestión es la siguiente: ¿podrían los ricos haberse enriquecido a través del mismo proceso de globalización si las circunstancias que lo gobiernan fuesen distintas? Y la respuesta es “sí”. Ello requiere plantear la necesidad de introducir políticas tanto estatales como locales orientadas a promover programas educativos, sobre todo escolares, a promover la asistencia médica básica, a promover la igualdad de género, a emprender reformas agrarias. Tales políticas podrían verse acompañadas por un contexto más favorable en lo que respecta al comercio global - se precisan acuerdos económicos más equitativos-, para lo que sería imprescindible un mejor acceso de los bienes procedentes de los países pobres a los mercados de los países más ricos, lo que ayudaría a los primeros a sacar mayor provecho de los intercambios económicos a escala global. Todo ello exige una reconsideración de las leyes de patentes, nuevos acuerdos por los cuales los países más ricos abran las puertas a los artículos procedentes de los países más pobres, y un largo etcétera. Con tales cambios, la globalización puede convertirse en un fenómeno más equitativo y efectivo. Así pues, la cuestión no es si la globalización económica está arruinando o no a la gente. Puede no hacerlo, e incluso ser mucho más beneficiosa para la gente de lo que lo es ahora. Esta es la cuestión central. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">El tercer punto es que el mercado es sólo una institución más entre un buen número de instituciones. A pesar de la inexistencia, en la actualidad, de algún tipo de democracia global, todavía podemos tratar de influir en estas realidades expresando nuestra opinión y haciendo oír nuestra voz: la práctica de cualquier tipo de democracia tiene que ver, fundamentalmente, con el hecho de razonar públicamente. Si, por ejemplo, el BM y el FMI han cambiado, lo han hecho, en parte, como respuesta a la riada de críticas que han llegado de distintas partes del mundo. Es preciso, pues, que pensemos en la democracia global como algo que va más allá de las instituciones de gobierno globales. Se trata, también, de promover el razonamiento público, el razonamiento público crítico. Afortunadamente, la ONU, bajo el liderazgo de Kofi Annan, ha sido capaz a menudo de actuar como vehículo para la expresión de cierto tipo de opiniones críticas que, de otro modo, no hubiesen sido atendidas. Los periódicos -la prensa en general- juegan también un papel importante en este sentido. (23) </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">La expansión de las tecnologías de la información -Internet, muy especialmente-, así como la disponibilidad de noticias en todos los rincones del mundo –las de la CNN, las de la BBC o las de cualquier otro medio-, contribuyen de forma notable a lo que llamaría “discurso global” y, de este modo, ayudan a avanzar hacia la consecución de la democracia global. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: white; font-size: medium;">Hay algo que todos podemos hacer con tal de lograr una división más favorable de los beneficios de la globalización: atender a estas cuestiones, hablar de ello, pedirlo a gritos si hace falta. Se trata de algo muy importante que es preciso hacer en estos momentos. El silencio es un poderoso enemigo de la justicia social.</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b><a href="https://www.esap.edu.co/portal/wp-content/uploads/2017/10/5-Teorias-y-Enfoques-del-Desarrollo.pdf" style="color: #fce8b2; text-decoration-line: none;">VER MÁS AQUÍ</a></b></span></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-52757362052276239692023-05-12T10:20:00.004-07:002023-05-12T10:20:42.109-07:00Dos concepciones liberales del Estado: Adam Smith y Friedrich Hayek<p> <span style="color: #777777; font-family: OpenSans-Regular; font-size: 12pt; text-align: justify;">Dos concepciones liberales del Estado: Adam Smith y Friedrich Hayek</span></p><div id="articulo" style="color: #777777; font-family: OpenSans-Regular; left: 150px; position: relative; width: 700px;"><div id="front"><div id="articulo-acerca" style="float: left; text-align: justify;"><div id="ficha-general" style="border-color: rgb(127, 129, 128); border-image: initial; border-style: solid; border-width: 0.876pt 0px; font-size: 12pt; padding: 10px 0px;"><div class="ficha" style="line-height: 5px; padding-bottom: 1pt;"><p class="numero"><span class="journal">Praxis Filosófica</span><span class="issue"><span class="volume"></span>, núm. 46</span>, pp. 61-87<span class="year">, 2018</span></p><p class="publisher" style="line-height: 23px;">Universidad del Valle;;</p></div><div id="articulo-product"></div><div class="fechas-h" style="line-height: 5px; padding-top: 7pt;"><p class="recepcion"><span class="word-black" style="font-weight: bold;">Recepción: </span>04 Enero 2017</p><p class="aprobacion"><span class="word-black" style="font-weight: bold;">Aprobación: </span>15 Septiembre 2017</p></div><div class="url-r" style="line-height: 5px; padding-bottom: 1pt;"><p><span class="doi" style="font-weight: bold;">DOI: </span><a class="doi-value" href="http://doi.org/" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;" target="_blank">10.25100/pfilosofica.v0i46.6149</a></p></div><div class="financiamientos-r" style="line-height: 5px;"></div></div><p class="articulo-resumen" style="overflow-wrap: break-word;"><span class="resumen negrita" style="color: #e4801e; display: block; font-size: 12pt; font-weight: bold;">Resumen:</span><span class="capital" style="font-size: 11pt;">Con el objetivo de cuestionar aquellas interpretaciones que identifican la comprensión liberal del Estado con una estructura organizativa reducida a su mínima expresión cuyo desempeño debe quedar supeditado a las dinámicas económico-productivas, el presente artículo se propone revisar críticamente las propuestas de dos figuras destacadas dentro de la tradición del liberalismo: Adam Smith y Friedrich Hayek. Para ello se compara el modo en el que estos autores articulan el concepto de Estado sobre un plano operativo, en particular, en lo referido al principio de “gobierno limitado”. Se identifican las funciones adjudicadas a las instituciones públicas y se caracteriza el modo en el que se presentan las relaciones entre la órbita estatal y la órbita social. Por último, se destacan continuidades y diferencias entre ambas posturas. Sobre esa base, se proponen algunas reflexiones en torno a la eventual distinción entre un liberalismo ético-político y un liberalismo económico.</span></p><p class="articulo-palabras"><span class="resumen negrita" style="color: #e4801e; display: block; font-size: 12pt; font-weight: bold;">Palabras clave:</span>liberalismo, Estado, sociedad, gobierno limitado, competencia.</p><p class="articulo-resumen-traduccion" style="overflow-wrap: break-word;"><span class="resumen negrita" style="color: #e4801e; display: block; font-size: 12pt; font-weight: bold;">Abstract:</span><span class="capital" style="font-size: 11pt;">In order to question those interpretations that identify the liberal understanding of the State with an organizational structure reduced to its minimum expression whose performance must be subordinated to economic-productive dynamics, this article critically reviews the proposals of two prominent figures within the liberal tradition: Adam Smith and Friedrich Hayek. A comparison that pays special attention to the way in which these authors articulate the concept of State on an operating plane is established, in particular with regard to the principle of “limited government”. The article also identifies the functions adjudicated to public institutions and the way in which relations between the state and the social orbit are characterized. Finally, some continuities and differences between the two positions are indicated. Based on that, the article proposes some reflections about the possible distinction between an ethical-political liberalism and an economic one.</span></p><p class="articulo-palabras-traduccion"><span class="resumen negrita" style="color: #e4801e; display: block; font-size: 12pt; font-weight: bold;">Keywords:</span>Liberalism, State, society, limited government, competence.</p></div></div><div id="articulo-body" style="float: left; overflow-wrap: break-word; text-align: justify; width: 700px;"><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">Introducción: disputas en torno a la definición del liberalismo</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La caracterización del pensamiento liberal supone un problema de complejo abordaje pues bajo el término “liberalismo” suele incluirse una serie de teorías políticas, sociales y económicas cuyo núcleo de coincidencias resulta muy difícil de establecer. No son pocos los autores que se reivindican como “liberales” y que proponen una particular acepción del liberalismo a partir de la cual buscan legitimar sus posiciones, tanto en un sentido teórico como en un sentido político (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B34" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Mises, 1962</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B27" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1978</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B11" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Dworkin, 1985</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B41" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rawls, 1993</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B46" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rothbard, 2006</a>). De un modo equivalente, los críticos del liberalismo cargan al mote “liberal” con connotaciones fuertemente negativas y no vacilan en utilizarlo a modo de acusación (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B10" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Dussel, 1998</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B21" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Harvey, 1998</a> y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B22" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">2007</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B17" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Grüner, 2002</a>). Esto genera una “superabundancia de liberalismos” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B8" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Cubeddu, 1997</a>: 138), fenómeno denunciado como una suerte de “robo semántico” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B16" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Gottfried, 1999</a>: 29) que aproxima la utilización del término a un vaciamiento de sentido.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">El conjunto de los autores contemporáneos que sostienen una valoración positiva de la impronta liberal puede dividirse esquemáticamente en dos grandes grupos. Un primer grupo de perspectivas identifican al liberalismo con una particular afirmación de la libertad humana, entendiendo a esta última como la ausencia de restricciones ejercidas por el poder policial, la ley o cualquier tipo de dogma u ortodoxia (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B5" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Chadwick, 1975</a>). Esta actitud suele ser comprendida como la expresión de un impulso emancipador que se habría manifestado originalmente entre los siglos XVII y XVIII en el continente europeo como una forma de oposición a las monarquías absolutas. Desde esta perspectiva, el liberalismo aparece como una afirmación de la autonomía de la sociedad civil, un movimiento teórico y político que busca ampliar los espacios de acción y de pensamiento poniendo en discusión los límites convencionalmente establecidos y asumiendo los riesgos que dichos cuestionamientos pudieran conllevar (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B9" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Dunn, 1979</a>).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Desde esta acepción, el liberalismo enmarcaría en la actualidad un conjunto de reflexiones ético-políticas que, retomando los esquemas de la tradición contractualista -preocupada por fundamentar las obligaciones políticas sobre el consentimiento individual de todos los ciudadanos- reflexionan sobre las posibilidades de armonizar las libertades personales con las diversas formas de igualdad social. Se inscriben en este grupo los desarrollos que buscan conciliar los principios de libertad e igualdad apostando por la implementación de una serie de ideales éticos relacionados con la distribución de los recursos, la protección los derechos cívicos, la centralización de la autoridad y el funcionamiento del sistema judicial (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B42" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rawls, 1979</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B38" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Nozick, 1974</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B12" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Dworkin, 1977</a> y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B11" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1985</a>). También se inscriben en este grupo otros desarrollos que especulan en torno a las posibilidades de universalización de las normas de convivencia, el despliegue de las racionalidades comunicativas y la conformación de identidades comunitarias (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B1" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Aple, 1986 </a>y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B2" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1991</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B19" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Habermas, 1987</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B53" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Taylor, 1996</a>). Ambas líneas debaten entre ellas en torno a los fundamentos de la asociación política y a las diversas concepciones de la justicia que puedan validarse dentro de sociedades actuales en las que ya no es sostenible una definición unívoca del bien (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B20" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Habermas y Rawls, 1998</a>).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Un segundo grupo de perspectivas contemporáneas que sostienen una valoración positiva de la impronta liberal toma distancia de las reflexiones referidas en el párrafo anterior pues entiende que, aun cuando aquéllas alcancen a expresar ciertas antinomias fundantes que la filosofía y la teoría social europeas supieron vehiculizar desde el advenimiento de la modernidad, en última instancia no alcanzan a dar cuenta del liberalismo en un sentido histórico, concreto y preciso (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B32" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Machlup, 1969</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B14" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Friedman, 1982</a>). Para estas miradas, el núcleo del pensamiento liberal no debería identificarse con un posicionamiento cultural, así como tampoco con una actitud psicológica o con una selección de principios éticos; antes bien, el liberalismo debería comprenderse como el despliegue de un conjunto acotado de ideas que remiten al funcionamiento de las sociedades en sus aspectos organizativos más concretos. En ese sentido, el slogan “<span class="italica" style="font-style: italic;">laissez faire, laissez passer</span>”, y “<span class="italica" style="font-style: italic;">le monde va de lui-même</span>” expresarían la impronta liberal de la manera más acabada (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B40" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Raico, 1992</a>a).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Para este segundo grupo de miradas, la expansión de los márgenes de libertad productiva y económica de la sociedad civil, el funcionamiento de las estructuras públicas y la restricción a las potestades del Estado aparecen como una preocupación central. En líneas generales, el Estado suele ser comprendido por estas perspectivas como una estructura organizativa de funciones reducidas que debe encargarse de ciertos aspectos básicos; un conjunto de instituciones que deben funcionar cuidándose de no interponer ningún obstáculo a la libertad de los individuos que componen la sociedad, o bien de hacerlo -cuando no hubiera más remedio- en la menor medida posible (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B15" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Gaus (2015</a>), Courtland, S. y Schmidtz, D.).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">El presente artículo se plantea como objetivo poner en discusión la noción del Estado difundida por esta corriente liberal de corte economicista que reduce el principio del “gobierno limitado” a los criterios de no-intervención y de protección de los derechos individuales (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B39" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Raico, 1992</a>b). Se buscará mostrar que esta definición que parece contar con un amplio grado de difusión fuera del ámbito académico -difusión que alcanza a plasmarse en discursos proselitistas e incluso en resultados electorales- supone una interpretación restringida de los postulados liberales basada en una comprensión simplista de las relaciones entre aquello que el liberalismo clásico denomina “sociedad civil” y las instituciones estatales.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Para lograr este objetivo se revisarán las nociones de Estado que aparecen en dos autores muy caros a la tradición liberal: Adam Smith y Friedrich Hayek. El primero de ellos es considerado uno de los padres fundadores del liberalismo moderno y su obra funciona como una referencia ineludible en cualquier reconstrucción del surgimiento histórico del pensamiento liberal (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B18" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Haakonssen y Winch, 2006</a>). El segundo es una de las figuras centrales dentro del liberalismo neoclásico (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B48" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Schwartz, 1999</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B7" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Cortés Rodas, 2004</a>), corriente que influyó profundamente en muchos de los procesos de reforma política que marcaron las últimas décadas del siglo XX (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B35" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Morresi, 2011</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B36" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Murillo y Seoane, 2012</a>). Se buscará señalar las semejanzas y continuidades, así como también las diferencias y desplazamientos que pueden registrarse entre ambas propuestas teóricas.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La validez de esta comparación se completa con una suerte de apuesta: a lo largo de este escrito se aspirará a que, en un ejercicio de anacronismo explícito, nuestra actualidad quede comprendida en el pliegue comparativo que enfrenta a Smith con Hayek. Si afirmamos que las condiciones de nuestro tiempo hunden sus raíces en problemáticas de larga data, el trabajo con la historia de las ideas habrá de implicarnos indefectiblemente. En ese sentido, la aproximación que aquí se propone buscará pensar críticamente cuánto de lo histórico persiste en lo actual y cuán actual puede resultar la indagación de ciertos pasados históricos.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><span class="negrita" style="font-weight: bold;">La concepción del Estado en el pensamiento de Adam Smith</span></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#fn1" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;"><sup>1</sup></a></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Señalar a Adam Smith como un cerrado defensor del Estado limitado, de las virtudes del decisionismo privado y del <span class="italica" style="font-style: italic;">laissez faire</span> mercantilista compone un cliché que se reproduce en manuales y textos de difusión del pensamiento económico (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B45" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rosen, 1999</a>: 5-6; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B29" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hillman, 2003</a>: 3). La validez de estas interpretaciones que entienden a Smith como el fundador del s<span class="italica" style="font-style: italic;">elf-interest</span> y lo convierten en un ejemplo paradigmático de la tradición utilitarista (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B42" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rawls, 1979</a> y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B41" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1993</a>) debe ser enfáticamente puesta en cuestión. Éstas se basan en una perspectiva sesgada que no considera el lugar que las reflexiones en torno a la relación entre la moral, la política y la economía ocupan dentro de la obra del autor escocés (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B56" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Viner, 1927</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B58" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Yay, 2010</a>), falencia que se vuelve notoria al considerar el problema que supone la compatibilidad o incompatibilidad entre los postulados presentados en <span class="italica" style="font-style: italic;">The Theory of Moral Sentiments</span> (1759) -en adelante <span class="italica" style="font-style: italic;">TMS</span>- y <span class="italica" style="font-style: italic;">An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations</span> (1776) -en adelante <span class="italica" style="font-style: italic;">TWN</span>-. En el primero de estos textos, Smith postula a la benevolencia, la solidaridad, la gratitud y la compasión como virtudes morales cuya difusión resulta indispensable para lograr una mayor armonía social. En el segundo, el autor detalla el modo en el que el amor propio o el interés personal expresados en los intercambios mercantiles funcionan como uno de los principales motores de la producción de riqueza. Desde comienzos del siglo XIX, los exégetas de la obra de Smith han discutido si ambos textos deben comprenderse de manera correlativa o si, por el contrario, el segundo supone un cambio de perspectiva respecto del primero. No será menester aquí tomar partido dentro de esa extensa polémica que entre los autores alemanes de la segunda mitad del siglo XIX fue conocida como <span class="italica" style="font-style: italic;">Das Adam Smith Problem</span> (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B54" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Teichgraeber, 1981</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B55" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Tribe, 2008</a>). Pero su referencia permitirá señalar la distancia existente entre aquellas simplificaciones que ubican a Smith en el lugar de un ingenuo partidario del libre comercio y la complejidad de su sistema teórico en el que el funcionamiento económico-social aparece íntimamente relacionado con las nociones antropológicas y morales, componiendo una intrincada teoría de la acción humana.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La interpretación reduccionista del pensamiento de Smith tampoco considera la inserción del autor escocés en la corriente de la Economía Política británica del siglo XVIII, cuyos aportes cumplieron un rol fundamental en el surgimiento y configuración de la tradición liberal (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B13" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Foucault, 2004</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B47" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rothschild y Sen, 2006</a>). Para ponderar el grado de novedad que supusieron estas primeras expresiones liberales se vuelve necesario considerar el modo en el que autores como Smith recogieron y adaptaron la influencia de las teorías desplegadas dentro del marco de las monarquías absolutas que se encontraban vigentes en la Europa continental.</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">Influencias del Cameralismo prusiano: entre el Estado policial y la multiplicación de los intercambios mercantiles</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">A partir de la traducción al inglés de autores como Jakob Friedrich von Bielefeld (1717-1770) o Johannes Heinrich Gottlob von Justi (1717-1771), las ideas del Cameralismo prusiano contaron con un importante grado de difusión dentro de las islas británicas (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B44" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rosen, 1985</a>). Como presupuesto político, el Cameralismo entendía que el Estado surge de un contrato en el cual los hombres renuncian a su libertad a cambio de garantizar su autoconservación. Estas ideas propugnaron un modo de organización socio-política en la que las facultades del gobierno se incrementaron sustancialmente. Dicho incremento dio lugar a una estructura gubernamental de tipo piramidal cuyo vértice superior quedaba reservado al <span class="italica" style="font-style: italic;">Juspolitiae</span> o Príncipe. Desde su lugar de máxima autoridad, el Príncipe mantenía el derecho de ejercer el poder sin estar obligado a conceder más prerrogativas que aquellas que surgían de su propia voluntad. Este monopolio del poder era definido como la contrapartida de una función que el soberano estaba obligado a cumplir: a cambio de la obediencia, quien ejercía el gobierno debía hacerse cargo de dos obligaciones fundamentales: garantizar el orden público y procurar el bienestar general (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B33" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Mayer, 1949</a>: 27); en pos de esos objetivos, debía apropiarse de la mayor porción de recursos, para lo cual se volvía indefectible entrar en competencia con otros Estados. La necesidad de aumentar el acceso a la riqueza, comprendida como una magnitud natural y constante, convertía al comercio en una actividad fundamental que debía ser estudiada con todo detenimiento y que debía mantenerse bajo estricto control estatal.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Estos supuestos configuraron la naciente disciplina de la <span class="italica" style="font-style: italic;">Polizeiwissenshaft</span> (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B57" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">von Justi, 1756</a>), cuyos tratados más eminentes destacaban la importancia de estimular el trabajo, crear escuelas y universidades, preservar la salud del pueblo, asistir a los pobres, promover la seguridad y resguardar los recursos del país. Estos textos también resaltaban la necesidad de crear un cuerpo de funcionarios capacitados para lidiar con los múltiples problemas que la ejecución de las intervenciones estatales pudiera llegar a originar (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B30" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Lindenfeld, 1997</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B31" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Lluch, 1998</a>).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La influencia del Cameralismo en el pensamiento de Smith aparece con claridad en un texto temprano titulado <span class="italica" style="font-style: italic;">Lectures on Justice, Police, Revenue and Arms</span> (1896) -en adelante <span class="italica" style="font-style: italic;">LJPRA</span>-, publicación que recoge las lecciones que el autor escocés dictara en la Universidad de Glasgow entre 1763 y 1764. En este tratado, Smith establece que el objetivo del gobernante debe ser proveer al pueblo de abundantes medios de subsistencia y suministrar al Estado suficientes rentas. Para conseguir esto, el poder de policía desempeña una función fundamental en tanto que debe garantizar la baratura y la abundancia en pos del mayor bienestar y la mayor satisfacción de las necesidades naturales de los humanos. La policía debe encargarse de organizar la división del trabajo, fomentar la extensión del comercio y regular la circulación del dinero como medida de valor y medio de intercambio. Asimismo, la policía debe atender a las diferencias que se dan entre el precio natural y el precio de mercado -cuestión a la que Smith dedicará especial atención en <span class="italica" style="font-style: italic;">TWN</span>-. La regulación de estos factores permitirá el despliegue de la civilización, la multiplicación de los productos y el acrecentamiento de la opulencia. Además, a partir del fomento del comercio y de los oficios, la policía funcionará como una forma de prevención de delitos y crímenes, cumpliendo indirectamente una función moral (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B49" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1896</a>: 155).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Pero ya en ese texto temprano, Smith advierte sobre un peligro que encierra el sobredimensionamiento del control al comercio y puntualiza los problemas que conlleva el crecimiento desmedido de las estructuras burocráticas, especialmente en todo lo respectivo a los intercambios entre diferentes naciones. Este crecimiento es consecuencia de las decisiones tomadas por los funcionarios estatales, quienes muchas veces se abocan a obstaculizar el comercio para ocultar el hecho de que su rol podría ser prescindible (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B49" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1896</a>: 254). Para evitar estas situaciones indeseables, Smith aboga en favor de multiplicar tanto las formas de los intercambios como los sujetos encargados de llevarlos a cabo, reduciendo de este modo la posibilidad de un exceso de control (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B49" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1896</a>: 255).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Estas consideraciones muestran cómo ya en sus escritos tempranos, el pensamiento de Smith comienza a diferenciarse de la tendencia del Cameralismo postulando a la preservación y protección de la libertad de los intercambios económicos como la fuente efectiva de la prosperidad del <span class="italica" style="font-style: italic;">Commonwealth</span>. Al mismo tiempo, comienza a perfilar la necesidad de desconfiar del sobredimensionamiento de las estructuras estatales por considerar que el mismo entorpece el desenvolvimiento de las actividades comerciales atentando contra el normal desarrollo de la dinámica social.</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">¿Qué tipo de Estado necesita una sociedad de individuos libres?</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Con la publicación de <span class="italica" style="font-style: italic;">TWN</span> en 1776, Smith explicita su distanciamiento de las teorías camerales. Si el objetivo de <span class="italica" style="font-style: italic;">LJPRA</span> era abogar a favor de que los diferentes ámbitos de la estructura estatal se sometieran al control policial, la propuesta de <span class="italica" style="font-style: italic;">TWN</span> apunta a describir las condiciones que debe cumplir una organización socio-política para asegurar el respeto por el orden natural de la convivencia, que no es otro que aquel que establecen las acciones espontáneas de los hombres. Por lo tanto, sostiene Smith, las reglas legales no deben trabar la libre expresión de aquellas características de la personalidad individual que conducen al mejoramiento social, es decir, no deben entorpecer la predisposición natural al establecimiento de relaciones de asociación, cooperación y solidaridad. La organización socio-política debe basarse en la consideración del libre ejercicio del interés individual (<span class="italica" style="font-style: italic;">self-love</span>) mediante la libre empresa, la libre competencia y el libre comercio, condiciones que redundarán en la solución de los problemas sociales y en la satisfacción de las necesidades colectivas.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Siguiendo esta línea, Smith denuncia a la política europea por obstaculizar las posibilidades generales del progreso con sus medidas negativas que restringen la competencia entre algunas ocupaciones -otorgando beneficios exclusivos a ciertas corporaciones y ciertos gremios- o bien la sobre estimulan -generando una distorsión en lo relativo a las ventajas y desventajas intrínsecas al desarrollo de los diferentes empleos-. Asimismo, la política también es señalada como la responsable de la proliferación de leyes que buscan regular los oficios, el domicilio, la atención a la pobreza, etc., reglamentaciones que sólo consiguen restringir la libre circulación de los trabajadores.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La crítica a los sistemas administrativo-policiales que habían sido impulsados por la teoría de la <span class="italica" style="font-style: italic;">Polizeiwissenschaft</span> encuentra en <span class="italica" style="font-style: italic;">TWN</span> una base epistémica: Smith afirma que resulta inviable la intención de regular cada detalle del universo social, de mantener bajo su control cada parte de una totalidad que, como tal, tiene por principal característica la de ser incognoscible -aspecto fundamental que ya había sido definido por el autor escocés en <span class="italica" style="font-style: italic;">TMS</span> (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B50" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1976</a>: 237)-. En aquel texto, Smith había denunciado a aquellos mandatarios que, desplegando “un nefasto ejercicio de soberbia”, se aferran a su plan de gobierno sin considerar la posibilidad de reajustar ninguna de sus partes; éstos creen poder manejar a los miembros de la sociedad como piezas de su propio juego, pero olvidan que cada pieza tiene una lógica de movimiento que le es intrínseca y que generalmente difiere de aquella que quiere imponérsele. Este desfasaje entre los movimientos “naturales” de los individuos y el direccionamiento “artificial” que ciertos gobernantes pretenden instaurar era señalado en <span class="italica" style="font-style: italic;">TMS</span> como la causa que conduce a las sociedades hacia un destino de desorden y miseria (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B50" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1976</a>: 233-234).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Estas consideraciones son replicadas y ampliadas en <span class="italica" style="font-style: italic;">TWN</span>, extendiéndose desde los soberanos y los príncipes a todos los hombres de Estado y funcionarios en general, a quienes Smith describe como personas propicias a la vanidad, frívolas, improductivas, descuidadas, ineficaces y parasitarias. Smith denuncia que los proyectos mercantiles emprendidos por los políticos fracasan habitualmente y que su mantenimiento resulta costoso para la sociedad pues suelen disponer de los fondos públicos con absoluto descuido persiguiendo muchas veces sólo su propio beneficio (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 572).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Para solucionar los problemas que conllevan este tipo de abusos y descuidos será necesario establecer una forma de gobierno que permita dividir la autoridad entre varios miembros, los que a su vez deberán quedar sujetos a leyes generales previamente conocidas tanto por los gobernantes como por los gobernados. Sólo así se podrá asegurar las condiciones de la libertad comprendida como el objetivo de la sociedad civil.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">De este modo se perfila una nueva forma de igualdad de la que el gobierno, comprendido ahora como un conjunto de instituciones agregadas a la dinámica social, no estará exento. Como cualquier otro miembro de la sociedad, el soberano deberá procurarse su sustento y cuidar del modo en el que dispone de sus recursos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 571).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Para reforzar este conjunto de ideas, Smith dedica el Libro V de <span class="italica" style="font-style: italic;">TWN</span> a detallar las funciones del Estado desde el análisis de los gastos que el cumplimiento de esas funciones suele comportar. En esos pasajes, la actividad estatal aparece reducida a tres deberes puntuales: la defensa de la sociedad de toda violencia interior o exterior, la reparación de las injusticias y la prevención de la opresión que pudieran sufrir cualquiera de sus miembros, y la provisión de la infraestructura material e institucional que los privados no quieran o no puedan financiar por sí mismos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 485). Aclarados estos objetivos, la principal preocupación de Smith ya no es definir cómo deben articularse las instituciones estatales sino estipular cómo deben financiarse los gastos que implica el mantenimiento de ellas. Por eso el autor escocés revisa con mucho detalle las distintas formas de recaudación de fondos y las causas del endeudamiento estatal.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Este tipo de consideraciones reafirma la conceptualización de la relación entre el Estado y sus habitantes anteriormente definida por el Cameralismo: las obligaciones estatales no deben limitarse a defender la sociedad de los enemigos externos y de los peligros internos; el Estado debe procurar además el acrecentamiento del bienestar general de la sociedad. En otras palabras, el deber estatal va más allá del establecimiento de la ley y de la vigilancia de su cumplimiento. El soberano debe además generar las condiciones para el incremento del bienestar general comprendido bajo la forma de la riqueza.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Pero Smith establece una diferencia sustancial respecto de la perspectiva prusiana: para lograr este objetivo, el Estado no debe funcionar en un sentido providencial. Antes bien, debe garantizar las condiciones para que la población pueda hacerse de los medios para su propia subsistencia. Y debe hacerlo asegurándose de no interferir en el grado de libertad con el que cada individuo toma sus decisiones. En este sentido, el Estado no sólo debe evitar infringir la “libertad natural” sino que también debe buscar asegurarla empleando todos sus recursos. Ya no se trata solamente de permitir que cada individuo pueda perseguir su interés particular. Será indispensable además que el Estado garantice la disponibilidad de los medios que resulten necesarios para que dicha búsqueda pueda ser llevada a cabo (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 444).</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">Un gobierno con roles bien definidos como condición de la prosperidad</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Si en <span class="italica" style="font-style: italic;">LJPRA</span> Smith subordinaba las nociones económicas a las funciones del control policial, en <span class="italica" style="font-style: italic;">TWN</span> este esquema se invierte y las funciones del control administrativo son puestas al servicio del horizonte general de la producción económica de riquezas. Sólo permanecen bajo la órbita estatal la defensa de enemigos externos y de peligros internos, la administración de justicia y la construcción y mantenimiento de caminos y canales comprendidos como circuitos que facilitan y promueven el intercambio comercial.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En esta nueva argumentación, la sociedad aparece como una existencia independiente, como el producto de relaciones sociales-comerciales que expresan operativamente el “orden natural”, el carácter espontáneo y auto engendrado que la sociedad adquiere cuando los individuos cuentan con los márgenes necesarios como para decidir libremente sobre sus acciones mercantiles y económicas. Sobre la base de esa afirmación, Smith estableció una vinculación directa entre las restricciones que se le iban imponiendo a la autoridad estatal -originadas en la desconfianza hacia todo ejercicio arbitrario del poder- y la prosperidad económica.</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">El derecho consuetudinario como garantía de la justicia impersonal</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Smith defiende un “sistema de libertad natural” al que comprende como el resultado del libre ejercicio del interés individual que se expresa básicamente en la libertad de emprendimiento, la libertad de competencia y la libertad de comercio. Desde estos supuestos, Smith afirma que dicho ejercicio funciona como el principal impulsor del desarrollo del <span class="italica" style="font-style: italic;">Commonwealth</span>. Esta defensa manifiesta una reacción frente a las tendencias tardomedievales que pretendían mantener los sistemas de sanción de leyes sometidos a la voluntad del soberano. La chance de que un gobernante tome decisiones legislativas sin mayor justificación que el mero ejercicio de su voluntad arbitraria es señalada por Smith como la principal enemiga de la libertad y, por lo tanto, de las posibilidades del progreso colectivo. Esta situación manifiesta la peor de sus versiones cuando el gobierno se arroga el derecho de decidir sobre condiciones que afectan los intercambios mercantiles (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 263).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Pero es necesario destacar que esto no implica que cualquier ley sea por sí misma opuesta a los principios liberales. Smith afirma que la concreción histórica del modo de libertad por él reivindicado sólo fue posible luego de una profunda evolución del sistema legislativo. Dicha evolución que, según el autor escocés, tuvo lugar en Inglaterra durante los 150 años que antecedieron a la publicación de <span class="italica" style="font-style: italic;">TWN</span>, consiguió anular los márgenes de arbitrariedad con los que se manejaban los soberanos tras supeditar los mecanismos de establecimiento de las normas a un conjunto de postulados cuya existencia es independiente de cualquier poder soberano: el derecho común o derecho consuetudinario (<span class="italica" style="font-style: italic;">commonlaw</span>) que se basa en los precedentes fijados por la tradición y en las expectativas generales. En ese sentido, el derecho común se diferencia del derecho legislado (<span class="italica" style="font-style: italic;">statutelaw</span>), es decir, de aquél que se justifica únicamente en la autoridad de la persona que lo establece (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B4" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Cairns, 1994</a>).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La afirmación del derecho común como principio jurídico básico cancela la posibilidad de que las normas funcionen como meras expresiones de la voluntad del soberano. A la vez, encamina el desarrollo legislativo hacia el establecimiento de un sistema de justicia que, por funcionar desde una lógica eminentemente impersonal, debe ser aceptado por todos los miembros de la sociedad sin importar la condición social o el grupo de pertenencia. Este nuevo marco institucional tiende al establecimiento de un conjunto acotado de reglas generales que reprimen las inclinaciones menos estimables de los seres humanos permitiendo al mismo tiempo la exteriorización espontánea de aquellas acciones que contribuyen el bienestar general.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La libertad aparece, entonces, ya no como la simple ausencia de impedimentos que obstaculicen el ejercicio del interés propio sino como el resultado de la aplicación efectiva de restricciones justas a todos los miembros de un Estado, sin distinción de jerarquías.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">De este modo, puede verse que el énfasis dedicado por Smith a limitar el ámbito de injerencia jurídica no implica de ninguna manera que las leyes resulten prescindibles. Dicho de otra forma: cuando las reglas son arbitrarias y favorecen a grupos reducidos, el progreso de la sociedad se vuelve improbable, pero dicho progreso no sería menos improbable en una sociedad que no estuviera organizada sobre la base de ciertas restricciones. La justicia impersonal por la que Smith aboga no debe confundirse con un confinamiento del control estatal a su mínima expresión. Sin ir más lejos, el autor detalla varias situaciones en las que la reglamentación de ciertas actividades particularmente sensibles, como por ejemplo los préstamos bancarios o la emisión monetaria, resulta no sólo beneficiosa sino incluso indispensable. Para esos casos puntuales en los que puede verse involucrada la seguridad del conjunto social, Smith no sólo admite la posibilidad, sino que afirma la necesidad de restringir el ejercicio de la libertad natural (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 249).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Estos señalamientos ayudan a sopesar mejor las implicancias de nociones como la de “gobierno limitado”, principio rector del nacimiento y posterior desarrollo del liberalismo clásico -como se verá en la segunda parte del presente escrito- cuya autoría suele adjudicársele a Smith (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B56" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Viner, 1927</a>). Dentro del pensamiento de autor escocés, este principio sustenta la consolidación de un orden particular que sólo alcanza a configurarse cuando los individuos son al mismo tiempo liberados para usufructuar sus talentos, pero también controlados por un conjunto de normas básicas y estrictas.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Según Smith, fue este principio surgido a partir de la desconfianza hacia el carácter arbitrario que detentaba el poder del monarca lo que permitió la erección de un sistema legal capaz tanto de proteger la propiedad y como de regular ciertas pautas básicas sin coartar las posibilidades de las fuerzas productivas, encabezando así un proceso que supo combinar las bondades de la libertad con las ventajas del control para constituirse en la causa principal de la prosperidad británica (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 263).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Desde esta caracterización, distinguir entre un liberalismo económico y un liberalismo político al interior del liberalismo clásico en su versión británica resulta una operación por lo menos cuestionable. Para esta tradición, sólo aquella libertad que se despliega dentro de un marco legal regulatorio que impida el control discrecional de la actividad económica redundará en crecimiento del bienestar general. De allí que la libertad de acción resulte tan importante como la libertad de pensamiento, pues el desarrollo intelectual de una determinada población dependerá de la disponibilidad de los medios materiales.</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">Consideraciones parciales: la reformulación liberal de las funciones administrativas del Estado</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Puede apreciarse así que la versión del liberalismo clásico británico que se deslinda de la obra de Adam Smith no demanda una abolición de las dinámicas de la administración pública, así como tampoco una reducción de la intervención del Estado a su mínima expresión posible. Antes bien, propone el establecimiento de un conjunto de tareas estatales que podría parecer acotado pero que, en relación con el la totalidad de las actividades sociales, resulta indispensable.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Podría creerse que la novedad del liberalismo de Smith consiste en adjudicarle al Estado una función eminentemente administrativa, pero esto no sería del todo correcto pues, como se señaló antes, la autoría de esa innovación le corresponde al pensamiento cameral. También podría sostenerse que el carácter innovador de la propuesta del autor escocés se manifiesta en una suerte de inversión de la tendencia absolutista que adopta la forma de una reducción de las funciones administrativas estatales. Pero esta descripción que permanece en un plano meramente técnico -y no considera implicancias políticas- resulta todavía insuficiente.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Lo que el liberalismo de Smith busca modificar no son las funciones administrativas concretas, pues aun cuando su discurso parezca otorgarle sólo un lugar marginal, el Estado sigue desempeñando una serie de acciones que resultan fundamentales para el correcto funcionamiento de las dinámicas sociales -la administración de justicia, la construcción de caminos y el mantenimiento de aquellas instituciones básicas por las que la actividad privada no llega a interesarse-. Antes bien, en lo que respecta a la administración estatal, la novedad de la propuesta smithiana se expresa en una reformulación particular a partir de la cual la función administrativa del Estado queda supeditada al funcionamiento general de la producción social.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En última instancia, lo que se invierte es la ecuación que sustentaba las prerrogativas del poder soberano: en la concepción liberal, es la sociedad la que, afirmando su condición de autónoma e independiente, cede sólo algunos de sus derechos a un Estado que debe tener mucho cuidado de no parasitar las fuerzas productivas sociales. De este modo, la <span class="italica" style="font-style: italic;">Polizeiwissenshaft</span> cameral no desaparece ni se extingue, sino que se transforma en Administración Pública. Esta disciplina deberá desarrollar tecnologías capaces de superar las restricciones reglamentaristas para fomentar que cada individuo, renunciando a la tutela estatal, se convierta en responsable de su propio bienestar. En ese sentido, las nuevas-viejas tecnologías administrativas deberán cumplir la función de garantizar que las instancias totalizadoras no sólo no interfieran con el despliegue de las perspectivas particulares, sino que además aseguren sus condiciones de posibilidad.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Teniendo presentes estas consideraciones, es necesario destacar que el carácter aparentemente reducido que reviste la administración estatal dentro de los desarrollos de Smith no debe confundirse con un relegamiento de dicha función a una posición de menor importancia. Ante la preocupación por garantizar el flujo de los intercambios comerciales, la liberalización de la oferta y la demanda resulta tan significativa como la administración de justicia, el mantenimiento de puertos y caminos, y el sostenimiento de ciertas instituciones que hacen al orden público. Estas tres funciones que Smith le adjudica al Estado resultan fundamentales para que la postulada “naturalidad del mercado” logre instalarse y mantenerse.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La administración de justicia debe funcionar como una forma de protección del fundamental derecho de la propiedad. También debe encargarse de que no se produzcan disputas sobre los derechos propietarios que puedan afectar las relaciones económicas. La construcción y mantenimiento de puentes, canales navegables, puertos y caminos, así como también las mejoras que puedan llevarse a cabo en el servicio de correo y en otros medios de comunicación resultan fundamentales para acompañar y apuntalar el crecimiento de la producción y del empleo en tanto que posibilitan el abaratamiento de los bienes que se consumen en el mercado interno y fomentan los intercambios comerciales entre naciones. Por último, el sostenimiento de ciertas instituciones de las que no puede esperarse que se haga cargo el interés privado, como por ejemplo las escuelas parroquiales, también resulta fundamental para la conservación del orden social: la educación pública debe procurar emular las condiciones de “competencia natural” del mercado en pos de preparar a sus estudiantes para desempeñarse en dentro de esas dinámicas; de allí que el sistema educativo estatal deba proveer a las personas que se encuentran en una situación desventajosa de los medios que necesitan para desarrollar su capacidad de desenvolverse adecuadamente dentro de la vida social y ganar para sí un sustento digno, condición necesaria para que la sociedad en su conjunto no se corrompa o, en otras palabras, para que las clases desfavorecidas incorporen criterios de comportamiento que alienten en desarrollo mercantil de la sociedad, criterios equivalentes y correlativos a los de las clases acomodadas (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 534; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B43" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rengifo, 2009</a>).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En resumen, el pensamiento de Adam Smith respecto del Estado muestra al menos dos facetas, una escéptica y otra afirmativa. La faceta escéptica expresa la desconfianza que despiertan en Smith los funcionarios estatales y políticos en general, particularmente aquellos que, aplicando planes de gobierno generalmente centralistas, creen perseguir el interés público cuando en realidad están haciendo todo lo contrario: al desoír, negar e incluso obstaculizan el despliegue articulado de los intereses individuales, no hacen sino atentar contra el desarrollo del <span class="italica" style="font-style: italic;">Commonwealth</span>. Pero, como se mostró en los apartados anteriores, reducir las posturas del autor escocés sobre el Estado a estas formas de rechazo comporta un error interpretativo. Para Smith, las instituciones estatales deben cumplir una serie de funciones muy precisamente delimitadas, funciones que terminan constituyéndose en condiciones de posibilidad sin las cuales los postulados del “sistema de la libertad natural” no podrán concretarse.</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">La concepción del Estado en el pensamiento de Friedrich Hayek</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Friedrich August von Hayek (1899-1992) fue una de las voces más eminentes de la Escuela Austríaca de Pensamiento Económico, comúnmente identificada como la matriz desde la que surgieron las tendencias políticas, sociales y económicas que suelen agruparse bajo el título de “neoliberalismo” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B3" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Backhouse, 2000</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B35" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Morresi, 2011</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B36" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Murillo y Seoane, 2012</a>).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En el momento en el que comenzaba a perfilarse la situación de bipolaridad geopolítica que el mundo viviría desde el final de la Segunda Guerra hasta el colapso de la Unión Soviética, voces como la de Hayek refirieron a las experiencias del nazismo alemán y del estalinismo soviético para argumentar en contra de toda organización social en la que el Estado se adjudique la prerrogativa de planificar el desarrollo de la vida económica de la sociedad. En ese sentido, gran parte de la obra de este autor puede interpretarse como una reacción frente a las dinámicas del <span class="italica" style="font-style: italic;">Welfare</span>.</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">El modelo estatal del Welfare desde la perspectiva hayekiana: optar entre la libertad o la servidumbre</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Hayek caracteriza al <span class="italica" style="font-style: italic;">Welfare</span> como un modelo social que intenta corregir los potenciales déficits del mercado a partir de un ejercicio de carácter eminentemente intervencionista. En dicho ejercicio, el Estado deja de funcionar como una entidad neutral e imparcial encargada de administrar la justicia y de vigilar que nada interfiera los intercambios mercantiles. En lugar de eso, utiliza su poder y su autoridad para subsumir la órbita privada a la órbita pública modificando las dinámicas de desarrollo social en beneficio de un grupo particular: las masas de asalariados.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En numerosas conferencias y publicaciones, el autor austríaco acusa a la estructura estatal burocrático-keynesiana de funcionar como un obstáculo para el ejercicio de la libertad individual (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>, <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1948</a> y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B25" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1960</a>). Según estos discursos, la implementación de las políticas de subsidio y protección a ciertos sectores de la población tenía por costo la libertad que cada individuo resignaba para hacer frente a las cargas impositivas que el Estado debía establecer para sostener dicho sistema de protección social. De allí que los principios de funcionamiento del <span class="italica" style="font-style: italic;">Welfare</span> fueran para Hayek contrarios a los principios de la equidad y también a los criterios de la eficiencia productiva, pues el reaseguro de los servicios proveídos por el Estado redundaba en una falta de incentivos para la búsqueda del progreso económico por parte de cada miembro de la sociedad. Un sistema que no fomentaba el aumento de la productividad resignaba la posibilidad de acrecentar las tasas de ganancia a nivel macroeconómico, lo que repercutía negativamente en el crecimiento del Producto Bruto Interno comportando enormes perjuicios para el conjunto de todos los involucrados (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944 </a>y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1948</a>).</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">El principio de la competencia como garantía de la libertad</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Hayek apunta su crítica hacia el planeamiento centralizado del desarrollo de la economía y de la sociedad. Las formas, los criterios y sobre todo la potestad que habilitan la toma de decisiones por parte del Estado configuran su principal preocupación. Tomando distancia de aquellas consideraciones según las cuales cualquier tipo de planificación redunda en una forma de totalitarismo (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B34" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Mises, 1962</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B52" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Stalebrink, 2004</a>), Hayek afirma que la previsibilidad es una condición universalmente deseada, por lo que la necesidad de alguna forma de planificación resulta indiscutible (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>). Lo que debe someterse a debate es quién debe hacerse cargo de esa responsabilidad. Desde esta perspectiva, estipula dos modelos que entran en disputa: aquel en el que las actividades económicas son dirigidas y organizadas por un proyecto central diseñado de acuerdo con las opiniones particulares de un cierto grupo dirigencial y aquel en el que las decisiones económicas individuales quedan libradas a los criterios que cada miembro de la sociedad pudiera desarrollar sobre la base del conocimiento del que cada uno de ellos dispone.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">El peligro que encierra el primero de estos modelos se relaciona con cuestiones ético-políticas. Hayek denuncia como falaz al argumento utilizado por los socialistas según el cual sería necesario privar a los particulares del poder de decisión para anular la posibilidad de que dicho poder termine operando en contra de los intereses de la sociedad. Según el autor austríaco, el poder ejercido por una junta de planificación central no sería mayor que el poder ejercido colectivamente por las juntas privadas. La concentración del poder de decisión en pocas manos de modo que pueda ser utilizado a favor de un solo grupo social no puede plantearse como una diferencia solamente cuantitativa. La centralización del poder administrativo posee un alcance potencialmente mayor que el de cualquier otro poder social. Además -en consonancia con algunas de las consideraciones de Adam Smith recuperadas en los apartados anteriores-, Hayek señala que cualquiera que se arrogue el derecho de decidir centralizadamente sobre los destinos de la economía social debería disponer de conocimientos detallados sobre cada situación particular. Pero en sociedades de creciente complejidad, nadie puede concentrar la totalidad de esos datos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1948</a>: 519).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Una planificación centralizada sólo puede establecer disposiciones de tanto en tanto y no cotidianamente. Pero mantener los niveles de competitividad de cualquier empresa, es decir, mantener los costos por debajo del margen de ganancia, requiere de un esfuerzo constante. Para evitar que los peligros de la tiranía a la que inevitablemente conduce el control del Estado sobre las decisiones económicas, Hayek afirma la necesidad prioritaria de reducir la concentración del poder gubernamental a partir de la protección de la propiedad privada: los individuos podrán decidir qué hacer con sus vidas sólo si el control de los medios de producción se divide entre muchas voluntades independientes (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 33 y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1948</a>: 525).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Pero sumando un planteo novedoso respecto de las argumentaciones del liberalismo clásico, Hayek agrega que, por sí sola, esa condición no resultará suficiente. Será necesario además liberalizar la competencia cuyos horizontes se ven reducidos por las diversas formas de seguridad ofrecidas por el proteccionismo estatal. Estas seguridades pueden agruparse en dos conjuntos. El primero de ellos se relaciona con la protección de un mínimo estándar de vida: alimentación, vivienda, salud y vestimenta. Hayek no encuentra razón por la cual el Estado no debiera abocarse a proteger a quienes carecen de estos bienes básicos. Tampoco cree que la organización de un sistema de seguridad social atente necesariamente contra las libertades del mercado (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 59).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">El otro tipo de seguridad, empero, reviste un carácter mucho más problemático. Se trata de la seguridad dispuesta por una planificación central en pos de proteger a ciertos individuos o grupos de individuos de una eventual disminución en sus ingresos. Para Hayek, esta forma de seguridad es engañosa y, en líneas generales, injusta. Mientras que el Estado otorgue privilegios especiales a ciertos segmentos comerciales fijando los precios de las mercancías, indefectiblemente habrá explotación de unos sobre otros: si se establece que a cierto grupo de individuos le corresponde una porción fija de un total que es fluctuante, el resto de los participantes se verán afectados cuando esa fluctuación mantenga una tendencia a la baja. En este sentido, la forma de seguridad característica del modelo del <span class="italica" style="font-style: italic;">Welfare</span> pone en peligro el valor de la libertad (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 60). De allí que sólo la eliminación de las restricciones de la competencia -comprendida como “la fuerza motriz de la vida económica” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1948</a>: 93)- podrá minimizar el poder que algunos individuos (las mayorías) ejercen sobre otros individuos (las minorías). Al mismo tiempo, la competencia será el mejor método para fomentar el progreso social, pues en tanto que no requiere la intervención coercitiva o arbitraria de la autoridad para asignar los recursos, garantiza la eficiencia: en una sociedad competitiva, todos sus miembros sabrán que deben sacrificar una cosa para conseguir otra. Así se prescindirá de la necesidad de un control social centralizado y se dará a los individuos la oportunidad de decidir si las perspectivas de una ocupación en particular son suficientes para compensar las desventajas que dicha ocupación traiga aparejadas.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Hayek afirma que el principio de la competencia debe defenderse a toda costa. Pero este principio no se corresponde exactamente con el <span class="italica" style="font-style: italic;">laissez faire</span> del liberalismo clásico: ya no se trata simplemente de dejar que todo aquel que lo desee pueda participar del libre juego de la oferta y la demanda; será necesario además incentivar a los individuos para que se atrevan a abandonar la seguridad y a asumir riesgos. Y además, los líderes del movimiento contra el control estatal deben ser capaces de aceptar aquello que pretenden imponer a las masas: la disciplina de un mercado competitivo (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1948</a>: 107). En ese sentido, el correcto funcionamiento del principio de la competencia requerirá de la generación de un marco particular: al eliminar la protección de la seguridad, los individuos se verán obligados a sacrificarse para alcanzar sus metas, a esforzarse al máximo de sus posibilidades en pos de su progreso. Por eso el principio de la competencia será el mejor medio de orientación y coordinación de los esfuerzos humanos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 61).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En pos de lograr este resultado, será necesario elaborar un marco legal cuidadosamente estudiado. La libertad económica sólo puede ser garantizada si la planificación central es reemplazada por el imperio de la ley (<span class="italica" style="font-style: italic;">rule of law</span>). Esto significa que más allá de cualquier tecnicismo, cualquier acción gubernamental debe quedar encuadrada dentro de reglas fijas anunciadas previamente.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En una sociedad orientada por estos principios, el Estado deberá crear condiciones que fomenten la competencia, así como también desarticular los monopolios y prevenir el fraude y los engaños. Pero reconocerle este campo de acción al Estado -junto con el de la seguridad social mínima- no significa abogar a favor de un sistema mixto. Hayek destaca que, para que la competencia resulte efectiva, esta no puede convivir con ningún tipo de planificación externa que pretenda orientar la producción. Para construir un mundo mejor será necesario tener el coraje de aspirar a un nuevo comienzo, será necesario deshacerse de los obstáculos que ha vallado el camino de la humanidad y liberar la energía creativa de los individuos. Sólo de este modo quedará garantizada la libertad económica, lo que constituye la condición necesaria para que pueda existir la libertad política y cualquier otro tipo de libertad: para Hayek, ejercer libremente el derecho de elección sólo es posible si conlleva también el riesgo y la responsabilidad por su ejercicio (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 61).</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">Reformulando el principio del gobierno limitado: contra el monopolio estatal.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La orientación general de las críticas al <span class="italica" style="font-style: italic;">Welfare</span> que Hayek apuntó desde comienzos de la década de 1940 subyacen en la que es considerada su obra capital, <span class="italica" style="font-style: italic;">Law, Legislation and Liberty</span>, cuyo primer volumen -<span class="italica" style="font-style: italic;">Rules and Order</span>- fue publicado en 1973, año en el que el modelo social del Bienestar terminó de ingresar decididamente en un proceso de crisis.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En el tercer tomo de dicha obra -<span class="italica" style="font-style: italic;">The Political Order of a Free People</span>, publicado en 1979-, Hayek dedica especial atención a la relación entre el sector público y el sector privado. Allí, lejos de abogar en favor de un Estado mínimo, el autor austríaco afirma que toda sociedad avanzada necesita de un poder estatal capaz de recaudar fondos mediante el cobro de impuestos con el fin de proveer de un número de servicios que, por varias razones, no pueden ser adecuadamente provistos por el mercado (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 41). En tanto administrador de los recursos comunes, el Estado puede encargarse legítimamente de una amplia gama de actividades, y para ello es indispensable que ejerza su poder coercitivo con el fin de recaudar los fondos necesarios.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Sin embargo, Hayek destaca que, si bien la organización estatal es la forma más expeditiva de proveer a la sociedad de ciertos bienes, esto no implica que el Estado deba atribuirse una autoridad especial ni tampoco que sea el propio Estado quien necesariamente deba organizar estas prestaciones. El poder coercitivo no implica el monopolio estatal de los servicios básicos. Las instituciones del Estado deben permitir que las agencias privadas busquen métodos para proveer a la población de los servicios elementales sin la necesidad de involucrar el uso de poderes coercitivos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 47).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">La autoridad que se le confiere al Estado para que este pueda cumplir sus funciones en todo lo referido a la aplicación de la ley y a la defensa de amenazas externas e internas no tiene por qué extenderse a la provisión de prestaciones. Hayek afirma que las agencias estatales deben funcionar con las mismas lógicas y prerrogativas que cualquier otro servicio utilitario, e incluso bajo una vigilancia mayor debido a los poderes de coacción que desde ellas pudieran llegar a ejercerse. Por lo tanto, se vuelve necesario distinguir entre las leyes que aspiran a funcionar como normas universales de conducta y las leyes que regulan la disposición y utilización de los bienes públicos tales como los caminos o los puertos. Para este último grupo, las normas requeridas deben considerar el logro de resultados concretos -tal como ocurre en el ámbito privado-, es decir, deben tener en cuenta el objetivo de la eficiencia y el de la oportunidad, dejando de lado el ideal de justicia en cualquiera de sus acepciones. En ese sentido, los procedimientos de decisión involucrados en la prestación de servicios deben conducir a una limitación racional del volumen del gasto público. Además, los ciudadanos deben ser informados previamente sobre aquellos casos en los que se les requerirá que asuman un gasto particular para que ellos puedan determinar de antemano con sus votaciones el punto en el que deben equilibrarse las ventajas de las prestaciones estatales frente a los costos que estas suponen (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 48-49).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En última instancia, de lo que se trata es de comprender que el sector público no debe interpretarse como un conjunto de funciones o servicios reservados exclusivamente al Estado, sino como una cierta cantidad de medios materiales puestos a disposición del gobierno para la prestación de los servicios que se le han solicitado. Para ello el Estado no necesita ningún otro poder más allá de su capacidad de recaudación; la administración de estos recursos no debe contar con ningún privilegio especial y debe estar, como cualquier otra organización social, sujeta a las reglas generales de la competencia (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 47).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Uno de los mayores problemas de las democracias modernas, concluye Hayek, es que a menudo no logran mostrar que el respeto que se le debe a ley no debe traducirse en un ensalzamiento indebido del papel del Estado en tanto prestador de servicios, ni menos aún en una extensión de las prerrogativas del Estado más allá de su rol de controlador del orden (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 43).</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">Consideraciones parciales: problema de la democracia</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En los apartados anteriores se ha mostrado cómo -en tanto representante del liberalismo neoclásico surgido antes del fin de la Segunda Guerra- Hayek equipara a la política con el ejercicio del poder y a la democracia con un mero sistema de elección de representantes. La creencia generalizada de que el procedimiento democrático garantiza que el poder estatal no se ejerza arbitrariamente resulta para el autor austríaco absolutamente infundada. Un sistema que habilite la elección de los representantes por parte de los representados sin preocuparse por anular la posibilidad de que la economía sea planificada por un poder central puede terminar funcionando como la peor de las autocracias. Por ello la democracia es caracterizada por Hayek como un obstáculo potencial para la marcha de un sistema económico cuyo funcionamiento debería reivindicar su independencia respecto de elementos externos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 41-50, <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1948</a>: 122, <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B27" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1978</a>: 142 y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1979</a>: 77).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">El autor austríaco destaca asimismo que la coincidencia entre el liberalismo y los movimientos democráticos es sólo aparente, pues en realidad una y otra tendencia apuntan a objetivos diferentes: los defensores de la democracia se concentran en la cuestión de quién debe dirigir el gobierno; por su parte, los liberales se preocupan por definir cuáles deben ser las funciones del gobierno. Mientras que la democracia suele considerar que la opinión mayoritaria es el único criterio de legitimidad, el liberalismo exige que todo tipo de poder social -inclusive el de las mayorías- se desarrolle bajo ciertas restricciones (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B27" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1978</a>: 143).</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">El liberalismo es, por lo tanto, incompatible con la democracia ilimitada en la misma medida en que lo es con todas las otras formas de gobierno ilimitado. Inversamente, la democracia será compatible con el liberalismo sólo en tanto y en cuanto las mayorías eviten usar sus poderes para otorgar a ciertos grupos ventajas especiales a las que no pueda acceder el resto de la ciudadanía. Por eso para Hayek no sería exagerado suponer que, en el largo plazo, la democracia podría llegar a ponerse en riesgo a sí misma si abandona por completo los principios liberales, pues es de esperar que un Estado al que se le exigen tareas demasiado amplias y complejas termine adoptando metodologías centralistas y autoritarias (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B27" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1978</a>: 143 y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1979</a>: 77).</p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">Consideraciones finales: el Estado liberal como condición del “orden espontáneo”</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Reconstruir críticamente ciertas nociones centrales presentes en la obra de Adam Smith y de Friedrich Hayek permite afirmar que la concepción liberal del Estado supone complejidades que van mucho más allá del rudimentario principio del <span class="italica" style="font-style: italic;">laissez faire</span>. Dicha reconstrucción muestra que la caracterización liberal de la órbita pública es más compleja e incluye más supuestos que aquellos que pudieran quedar comprendidos desde aserciones como la de “Estado mínimo” y otras afines. En esta línea, resulta pertinente preguntar si ciertas posturas antiestatistas radicalizadas (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B37" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Nock, 1935</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B6" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Chodorov, 1959</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B46" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rothbard, 2006</a>) alcanzan a inscribirse efectivamente dentro el abanico de teorías liberales -tal como ellas pretenden- o si en realidad se trata de propuestas cuyas consecuencias terminan desmarcándose de la impronta liberal. Este interrogante reconduce el foco de atención hacia la ya mencionada “superabundancia de liberalismos” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B8" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Cubeddu, 1997</a>: 138), problema que ninguna aproximación crítica a los desarrollos liberales debería pasar por alto.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Las referencias recuperadas en el presente artículo también permiten establecer semejanzas y continuidades entre las propuestas de Smith y de Hayek. En ambas perspectivas, el Estado debe defender a la ciudadanía de los enemigos externos, custodiar el cumplimiento de las normativas internas y asegurar la provisión de ciertos bienes básicos. El cumplimiento de estas funciones resulta imprescindible y fundamental para garantizar el correcto funcionamiento de las dinámicas sociales y ninguna organización puede desarrollarse sin este marco de condiciones elementales. Al mismo tiempo, ambos autores coinciden en el diagnóstico según el cual la complejidad del funcionamiento de las sociedades vuelve contraproducente la intensión de establecer una planificación centralizada de la producción social. Además, puede apreciarse cómo en ambas perspectivas la noción de igualdad es problematizada exclusivamente dentro del ámbito jurídico-formal (igualdad de derechos ante la ley) dejando de lado otros sentidos igualitaristas, como aquellos relacionados con las posibilidades de acceso a los recursos o con las tensiones producidas por las diversas formas de acumulación de riqueza.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Pero también pueden señalarse importantes diferencias y desplazamientos conceptuales entre ambos autores. En Smith, el Estado aparece como una otredad respecto de las dinámicas sociales, una instancia que, si bien debe mantenerse bajo una estricta vigilancia por parte de la sociedad, se presenta bajo una cualidad diferente: si bien el Estado debe procurarse sus fuentes de financiamiento como cualquier otro actor social, su funcionamiento interno y sus objetivos dependen de reglas distintas de las del mercado; y es justamente esa condición la que valida, legitima y vuelve necesaria su existencia. Hayek, por su parte, afirma que la competencia mercantil no sólo debe liberalizarse, sino que además debe ser fomentada por las propias lógicas de funcionamiento estatal, tanto al interior de las estructuras burocráticas como en lo que respecta a la interrelación entre el Estado y la sociedad. Por eso la garantía de igualdad ante la ley no debe incluir las eventuales formas de desigualdad económica que resulten de la aplicación del principio de la competencia. Esto obligará a los individuos a redoblar sus esfuerzos y a aumentar su productividad. La creación de un nuevo ambiente de inseguridad generalizada en favor del cual Hayek se expresa fomentará la difusión de la lógica de la empresa privada, lo que permitirá un mejor aprovechamiento de los recursos colectivos y de las capacidades individuales. De este modo se impulsará la creatividad y el emprendimiento, se mejorará la gestión de los diversos tipos de investigación y desarrollo, y se asegurará que los recursos sean utilizados desde el criterio de la eficacia y la eficiencia. Sólo cuando esas condiciones particulares estén aseguradas, el mercado alcanzará a constituirse como la forma de organización social más directa y más ágil, y podrá funcionar como el más equitativo asignador de recursos y distribuidor de resultados.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">De este modo, la noción de progreso basada en la cooperación mercantil acuñada por Smith según la cual el desarrollo de lo social se lograría a partir de la liberalización de las actividades económicas se desplaza en Hayek hacia una novedosa perspectiva desde la cual las pautas de la vida colectiva deben ser empujadas hacia la lógica de la competencia ilimitada. Para ello se vuelve necesario difuminar los límites que antes diferenciaban la órbita estatal de la órbita económico-social. Hayek afirma que para lograr ese objetivo será necesario transformar los aspectos no económicos de la sociedad, será necesario alterar aquellas instancias cuyo funcionamiento no respondía originariamente a una lógica mercantil. De este modo, el mercado se configura no sólo como una instancia que nunca debe interferirse sino además como la razón que justifica la intervención del Estado en las dinámicas sociales. Este tipo de consideraciones resaltan que la crítica al modelo del <span class="italica" style="font-style: italic;">Welfare</span> no busca una desregulación absoluta del mercado, pues dicha situación conduciría a una suerte de anarquismo económico, social y moral. Antes bien, el gobierno descentralizado que propone Hayek debe funcionar como una suerte de membrana que permita la “interacción” entre el mercado y el Estado con el fin de garantizar que las reglas de juego recarguen la responsabilidad en los individuos involucrados.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Mientras que, en Smith, el Estado debe hacerse cargo de ciertas funciones necesarias pues el mercado no alcanza a interesarse por ellas, Hayek procura mostrar que con la generalización del principio de la competencia y la abolición del monopolio estatal sobre la prestación de los servicios básicos pueden generarse intereses mercantiles allí donde antes no existían. Desde esta última perspectiva, el Estado será un mero administrador que quedará supeditado a la lógica del mercado como cualquier otro actor social, pero que al mismo tiempo deberá ser responsable por el fomento y la difusión de dicha lógica. Se invierte así la relación establecida por el liberalismo clásico entre mercado y gobierno: el mercado ya no se presentará como el límite del poder estatal sino como una instancia primordial que demanda acciones gubernamentales en su favor.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">Teniendo en cuenta estas continuidades y estos desplazamientos, cabe destacar que, en la propuesta de los autores aquí revisados, el liberalismo aparece como un horizonte al que debe aspirarse antes que como una condición natural que debe ser protegida y custodiada. La atención que tanto Smith como Hayek dedican a las nociones asociadas a la estatalidad deriva en la enumeración de una serie de criterios que deben realizarse para que el liberalismo sea posible, una serie de condiciones indefectibles. La construcción de la “Gran Sociedad Libre” por la que ambos abogan se presenta como un resultado sólo asequible a partir de que el Estado garantice una muy concreta y muy precisa forma de intervención en la esfera de lo social. De este modo, la erección de un Estado liberal no configura una consecuencia sino un requisito, una condición de posibilidad del “orden espontáneo”. Paradójico resultado arroja entonces esta caracterización.</p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;">En este sentido más que un ningún otro, la comprensión reducida de los principios del <span class="italica" style="font-style: italic;">laissez faire</span> y del “gobierno limitado” con el que algunas voces buscan equiparar las concepciones centrales del liberalismo supone en el mejor de los casos una falacia, cuando no una forma abiertamente engañosa de dar cuenta de la implementación de la impronta liberal.</p></div><div id="back" style="float: left; overflow-wrap: break-word; text-align: justify;"><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">Referencias bibliográficas</p><p class="bibliografia" id="B1" style="font-size: 12pt; margin-left: 35px; text-indent: -15px;">Apel, K.-O. 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A los fines expositivos, se preferirá en la mayoría de los casos utilizar el término “Estado” para reseñar las propuestas de los autores.</div><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e; font-weight: bold;">Notas de autor</p><p class="nota-autor" id="c1" style="font-size: 12pt; margin-left: 20px;"><sup><span class="negrita" style="font-weight: bold;">*</span></sup><span class="negrita" style="font-weight: bold;">Sebastián Botticelli:</span> Profesor en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Es Profesor Adjunto de la Cátedra de Filosofía Social de esta última misma Facultad. Sus principales áreas de trabajo son la Filosofía Social, el pensamiento foucaultiano y los debates en torno a la caracterización del liberalismo y de neoliberalismo en su articulación con las actuales dinámicas del funcionamiento estatal. Ha publicado artículos académicos entre los que vale mencionar “Prácticas discursivas. El abordaje del discurso en el Pensamiento de Michel Foucault”, en <span class="italica" style="font-style: italic;">Revista Instantes y Azares. Escrituras Nietzscheanas</span>, Año XI, Nro. 9, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 2011, pp. 111-126; y “Sobre las posibilidades de la crítica: Foucault y la flecha apuntada hacia el corazón de la actualidad”, en <span class="italica" style="font-style: italic;">Revista de Filosofía UIS</span>. Volumen 13, Número 1, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2014, pp. 97-120. E-mail<span class="negrita" style="font-weight: bold;">:</span>sebastianbotticelli@gmail.com</p><p class="nota-autor" id="c1" style="font-size: 12pt; margin-left: 20px;"><br /></p><p class="nota-autor" id="c1" style="margin-left: 20px;"><span style="font-size: x-large;"><b><i><a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html">VER MÁS AQUÍ</a></i></b></span></p></div></div><div id="creditos" style="align-items: center; background-color: #8f1b33; bottom: 0px; color: #efeded; display: flex; font-family: OpenSans-Regular; font-size: 11px; height: 40px; justify-content: center; left: 0px; text-align: center; width: 1000px;"></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-61166717596835456252023-03-20T13:57:00.008-07:002023-03-20T14:42:49.416-07:00Aplicaciones de la teoría de las capacidades de Amartya Sen <p style="text-align: justify;"><b><i> </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><br /></i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">Aplicaciones de la teoría de las
capacidades de Amartya Sen </span></i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">a la educación </span></i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">por Rafael CEJUDO CÓRDOBA </span></i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">Universidad de Córdoba
Introducción </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Este artículo ofrece un examen crítico
de la concepción de la educación implícita en la teoría de las capacidades de
Amartya Kumar Sen, así como de su relevancia pedagógica más allá del ámbito
socio-económico para el que fue inicialmente concebida, el de los países empobrecidos. Sen, ganador del Premio Nobel
de economía en 1998, ha realizado contribuciones sobresalientes en campos diversos que van desde la economía del
desarrollo y la pobreza a la elección social o la teoría ética. En el corazón de su
perspectiva interdisciplinar se halla una
noción de capacidad, el enfoque de las
capacidades (capabilities approach), que
vincula la calidad de vida y el bienestar
con la libertad. Con ayuda de esta concepción se ha ido formulando un concepto de desarrollo humano consistente en
el proceso de aumentar las oportunidades de las personas. Según S. FukudaParr, ex-directora de los Informes sobre
el Desarrollo Humano del Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo
(P.N.U.D.), el enfoque de las capacidades
ha proporcionado el «fundamento conceptual más sólido» de este nuevo paradigma (Fukuda-Parr, 2003, 302). Dicha
expresión, «desarrollo humano», se utiliza pues en un sentido distinto del habitual en pedagogía, aunque como se verá
a lo largo del artículo, ambas acepciones
comparten una analogía de fondo. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>A diferencia de lo que ocurre en otras
concepciones del desarrollo socio-económico, en el desarrollo humano la educación tiene importancia por sí misma.
Puesto que los Índices elaborados bajo
esta óptica son un instrumento importante para gestionar la ayuda al desarrollo, con gran trascendencia en los medios
económicos e informativos internacionales, Sen ha contribuido a poner de manifiesto la importancia de la educación en
un mundo globalizado, y a estimular las </i></b><b><i>inversiones en este campo de los Estados
y los organismos internacionales. Sin
duda ésta es la mayor aportación de Sen
a la educación. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Pero aunque Sen no sea pedagogo sino
economista y filósofo, de modo que sus
escritos siempre vinculan la educación al
desarrollo socio-económico, el enfoque de
las capacidades también merece ser explorado desde su aplicación a los problemas educativos de las sociedades
avanzadas. A este asunto se dedica la
última parte del artículo en la que propongo, por un lado, pensar mediante las
capacidades la dimensión emancipatoria
de la educación y, por otro, juzgar con
ellas la calidad o éxito educativo teniendo en cuenta la diversidad cultural y socio-económica del alumnado. Para ello,
en la primera parte del artículo explico
el enfoque de las capacidades a través de
sus principales elementos: capacidades,
funcionamientos y circunstancias de la
conversión de recursos en funcionamientos. En su segunda parte se aborda la
concepción de la educación implícita en
el desarrollo humano, y comparo la misma con otra teoría del desarrollo, la del
capital humano, que también ha concedido a la educación un papel relevante.
La crítica de la función instrumental asignada a la educación por esta última permite contextualizar la vinculación entre
capacidad, libertad y educación que constituye el núcleo de la parte final. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: x-large;">Capacidades y desarrollo humano </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El P.N.U.D. define el desarrollo humano como «el proceso de expandir las
opciones de las personas» (P.N.U.D.,
1990, 2), y con este criterio general elabora desde 1990 los bien conocidos Índices de Desarrollo Humano (en adelante
IDH). Aunque la idea de elaborar esta
clase de medidas se debe al economista
paquistaní Mahbub ul Haq, Sen colaboró
con él en la creación de los índices a principios de los años noventa como asesor
de la Organización de las Naciones Unidas, y desde entonces su influencia en
los Informes ha sido permanente
(Pressman y Summerfield, 2000). A Sen
se debe la idea general de que el bienestar de las personas, y por tanto el desarrollo de las sociedades, consisten en la
capacidad de llevar una vida rica y fructífera. Según dice el Informe de 2004, </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>«la verdadera riqueza de una nación está en su gente. Sin lugar a dudas, el objetivo básico del desarrollo
es aumentar las libertades humanas
en un proceso que puede expandir las
capacidades personales toda vez que
amplía las alternativas disponibles
para que la gente viva una vida plena
y creativa» (P.N.U.D., 2004, 127). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El IDH mide los niveles relativos de
desarrollo humano de todos los países del
mundo fijándose en los fines del desarrollo, en lugar de en los medios para conseguirlo (la producción nacional por
ejemplo). Tales fines están ligados «al fortalecimiento de determinadas capacidades relacionadas con toda la gama de
cosas que una persona puede ser y hacer
en su vida» (P.N.U.D., 2000, 19). Si bien
los Índices se han ido perfeccionando a lo
largo de los años, siguen basándose en
tres capacidades básicas: la capacidad de
vivir una vida larga y saludable, la de </i></b><b><i>estar bien informado y la de disfrutar de
un nivel de vida digno. Para ello se utiliza información sobre la esperanza de vida
al nacer, el producto nacional bruto per
cápita, y los niveles de analfabetismo y
escolarización, entre otros indicadores
(Todaro, 1999). De esta manera el IDH
ofrece información sobre dónde las personas tienen más capacidad para elegir
la clase de vida que ellos mismos juzgarían valiosa, y en general sobre dónde
tienen más libertad puesto que, como Sen
dice, «el desarrollo puede verse como un
proceso de expansión de las libertades
reales de las personas» (Sen, 1999, 3). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Vivir muchos años, estar bien informado, o disfrutar de un bienestar suficiente son algunas de las cosas de las
que se puede o no ser capaz. Este conjunto de actividades y estados valiosos
que son el objeto de las capacidades se denominan funcionamientos (functionings).
En las capacidades del IDH se utilizan
sólo los más elementales, los relacionados con necesidades básicas, pero el propósito de Sen no se limita a la confección
del IDH, ni a la evaluación del desarrollo, por lo que el catálogo de funcionamientos es bastante más amplio. En
realidad, su teoría pretende ser un marco conceptual desde el que juzgar no sólo
el nivel de vida en un sentido material,
sino en general el bienestar entendido
como libertad para llevar una vida valiosa. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El ámbito de los funcionamientos constituye un nivel de análisis relacionado
pero diferente al de la capacidad. Sen define los funcionamientos como las cosas
que el sujeto hace o la situación en que
se encuentra gracias a sus recursos y al
uso que puede hacer de ellos. Como es
obvio, los recursos disponibles (dinero, alimentos, vivienda, servicios públicos, etc.)
son necesarios para evaluar la calidad
de vida, pero también hay que considerar las circunstancias personales y sociales (como la edad, el estado de salud, o el
nivel educativo) que influyen en lo que
Sen llama tasa de conversión de los recursos en funcionamientos, o en cómo un
individuo concreto puede usar esos recursos de que dispone. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Al ser actividades y estados personales, los funcionamientos ofrecen un panorama de cómo es la vida del sujeto, lo
cual es necesario, si no para la valoración de su libertad, con seguridad para
juzgar su bienestar material. Son una noción primaria en el enfoque de las capacidades, ya que éstas se formulan
mediante los funcionamientos, son ellos
el tipo de información más elemental que
se maneja en la teoría, y son los funcionamientos, no las capacidades, lo que
puede constatarse directamente (el sujeto está o no está nutrido, es o no socialmente respetado, está o no está alfabetizado, tiene o no vida cultural, etc.). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Para explicar los funcionamientos podemos tomar, al igual que hace Sen, el
ejemplo cotidiano de montar en bicicleta
(Sen, 1985b, 10). Lo importante para el
bienestar personal no es la bicicleta como
tal (un recurso), sino la actividad que la
bicicleta permite, esto es, montar en ella
(funcionamiento). Es preciso determinar
qué consigue hacer el sujeto con los recursos que están bajo su control. Y esto,
que es el funcionamiento, variará según </i></b><b><i>nos fijemos en un niño, en un deportista
olímpico o en una mujer embarazada. El
funcionamiento montar en bicicleta designa una determinada actividad, más o
menos útil, que requiere ciertos recursos, y que depende de circunstancias personales y sociales. El bienestar aportado
por ella depende del éxito en dicha actividad al igual que, en general, el bienestar aportado por un recurso (ya sea
dinero, alimentos o una escuela), depende de lo que el sujeto pueda ser o de
cómo pueda estar gracias al mismo. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La evaluación del desarrollo y del
bienestar consiste en determinar hasta
qué punto la persona es capaz de funcionar adecuadamente. Determinar sólo el
nivel de funcionamiento no es suficiente,
porque de esa forma desconoceríamos todavía la libertad de que la persona goza
para funcionar así o de otra manera. Por
ejemplo, una persona en huelga de hambre puede padecer la misma desnutrición
que quien no tiene comida, pero obviamente sería erróneo juzgar por igual su
situación (Sen, 1985a, 201). Por eso para
captar adecuadamente su calidad de vida
hay que atender a la libertad de ambos
mediante sus funcionamientos alternativos respectivos, considerando así de qué
otras cosas son capaces. Según dice Sen: </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>«el funcionamiento es algo que se
logra, mientras que la capacidad es la
facultad de lograr. Los funcionamientos están, de alguna manera, más directamente relacionados con las
condiciones de vida, puesto que son
diferentes aspectos de las mismas. Las
capacidades, por el contrario, son una
noción referente a la libertad en un
sentido positivo: qué oportunidades
reales se tienen en relación con la
vida que uno podría llevar» (Sen,
1987, 36). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>A pesar de la importancia de la noción de capacidad, la exposición de Sen
no es especialmente clara, y por eso propongo distinguir tres niveles en su análisis: en primer lugar, la capacidad es poder
lograr algo realmente, y no sólo tener permiso para ello; concretando algo más, es
la capacidad de funcionar, y por ello hay
tantas capacidades como funcionamientos, esto es, tantas como sean necesarias
para evaluar el bienestar y el desarrollo
humanos; finalmente, para explicar la libertad del sujeto para poder vivir de una
u otra forma, hay que considerar todo el
repertorio de funcionamientos a su alcance. Ésa es la misión del conjunto capacidad, formado por todos los conjuntos
alternativos de funcionamientos de los
que la persona es capaz. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Como puede observarse en la siguiente lista de las principales capacidades señaladas por Sen (Sen 1984a; 1984b;
1985a; 1985b; 1987; 1999), éstas no tienen por qué limitarse a las tres capacidades básicas usadas en el IDH. El
catálogo de capacidades no puede cerrarse de antemano porque los funcionamientos relevantes y su importancia relativa
dependen del ámbito del bienestar humano que deseemos evaluar, y que puede ir desde la desnutrición o el subdesarrollo, hasta la desigualdad de género o la educación. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>PRINCIPALES CAPACIDADES </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>(en cursiva: capacidades educativas) </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— estar sana </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— vivir largo tiempo </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— ver </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— satisfacer sus necesidades nutritivas </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— tener una vivienda </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— tener ropa </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— ser respetada por los demás </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— participar en la vida social de la
comunidad </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— tener vacaciones </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— estar junto a sus seres queridos </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— elegir con conocimiento de causa </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— estar equilibrada </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— sentirse feliz </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— estar satisfecha </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— tener una educación </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— leer y escribir </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— realizar operaciones aritméticas básicas </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— estar escolarizada </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— usar los conocimientos y destrezas
escolares </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— comunicarse </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— argumentar </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— tomar parte en los adelantos científicos y humanísticos </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— crear cosas </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— estar bien informada </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>— encontrar un buen empleo </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">Educación y desarrollo humano </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En el enfoque de las capacidades, y
por extensión en el modelo del desarrollo
humano, la misión asignada a la educación es distinta y más importante que en
otras teorías del desarrollo. En muchas
de ellas el desarrollo se evalúa en términos del crecimiento del producto nacional, de la industrialización, del avance
tecnológico, o de la modernización social.
En estos casos el interés por la educación está subordinado a su contribución
a esos otros objetivos del desarrollo. No
obstante, a partir de la década de los sesenta, la educación ha ido ganando importancia al reconocerse la contribución
del capital humano al desarrollo económico (Solow, 1956; Schultz, 1963; Becker,
1973). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La función del capital humano en el
desarrollo de los pueblos subraya la importancia universal de la educación, pero
sin reconocerle un valor sustantivo, sino
solamente el derivado de su contribución
al crecimiento económico. Bajo esta perspectiva, los individuos se tratan como un
activo más, como lo son las edificaciones
o la maquinaria, y como tal son el resultado de una inversión monetaria, a la vez
que generadores de más renta con la que
poder hacer nuevas inversiones. Dicho de
otra manera, los seres humanos son considerados como factores productivos (como
un elemento más del mecanismo de la
producción), y por consiguiente con un
valor meramente instrumental. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La teoría del desarrollo de Sen aborda la educación desde una óptica distinta al no concebir el desarrollo como un
medio para el crecimiento económico, la
industrialización, o algún otro objetivo,
sino como un fin en sí mismo definido
como expansión de la libertad humana
mediante la capacidad para llevar la vida
que cada uno tenga razones de elegir
(Sen, 1999, 3). Según la perspectiva del
capital humano, la educación aumenta las </i></b><b><i>capacidades productivas de la persona;
según la libertad como capacidad, la educación sirve para aumentar las capacidades de vivir una vida valiosa. Tanto uno
como otro enfoque coinciden en la importancia del ser humano como factor
desencadenante del desarrollo socio-económico, pero se dirigen a logros distintos: el capital humano subraya la función
de la educación en las posibilidades de
contratación y en el aumento de la productividad; la teoría de Sen se interesa
por cómo la educación contribuye a conseguir funcionamientos y capacidades.
Esto no quita que algunos de los funcionamientos puedan valorarse, además de
por su función en una vida satisfactoria,
por su influencia en el crecimiento económico, o en la productividad de la mano
de obra (así ocurre, por ejemplo, con los
funcionamientos estar alfabetizado o estar bien informado). Por eso Sen considera que el enfoque de las capacidades no
es opuesto al del capital humano sino más
amplio que él, dando cuenta de las mismas funciones de la educación que éste
último, pero también de otras no económicas (Sen, 2002, 293-4). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Frente a tales semejanzas, también
hay diferencias importantes. El enfoque
del capital social tiene una visión instrumental de la educación. En realidad, en
ningún momento se cuestiona cuáles pueden ser los fines de la misma, ni tampoco
los fines del desarrollo. En cambio, las
preguntas de para qué este último, o de
por qué debe buscarse la producción económica en primer lugar, son centrales en
el planteamiento de Sen. En su propuesta el interés se desplaza de la producción
a la libertad de llevar una vida buena, lo
que permite reconocer el valor intrínseco
de la educación. Por otra parte, las capacidades tienen varios cometidos en el desarrollo humano: ser el objetivo mismo
de tal desarrollo, promover el progreso
social que conduce a él y, finalmente, influir indirectamente en el aumento de la
producción económica. El capital humano se refiere sólo a ésta última función.
Debido a ello, desde esa perspectiva no
se repara en las consecuencias de las políticas educativas para la justicia social:
se atiende a cuánto mejora la economía
nacional, pero no a quién se beneficia de
la educación, ni a cuánto lo hace, ni a
cómo la educación contribuye a la igualdad social y al respeto de las libertades
(Sen, 1999, 295 y ss.). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Como ya he dicho, en el enfoque de
las capacidades la educación no sólo tiene valor instrumental, sino también importancia intrínseca por su relación
causal con la libertad y la capacidad. La
educación, al margen de su efecto positivo en la economía, redunda sobre la libertad porque también tiene estos otros
beneficios: </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>a) Contribuye a vivir en un mundo
más seguro. El analfabetismo es en sí
mismo una fuente de inseguridad, puesto que expone a quienes lo padecen a multitud de riesgos cuya naturaleza no
pueden prever de antemano, y les impide tener capacidad suficiente para influir
en sus vidas. Eliminar esta terrible privación es la primera y más fundamental
tarea de la educación escolar según la
Declaración del Milenio (O.N.U., 2000).</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>b) La educación básica permite a la
gente conocer y reclamar los derechos establecidos en las leyes. En un mundo tan
complejo como el actual, el analfabetismo funcional y la educación insuficiente
impiden reclamar lo que se habría elegido en muchos ámbitos en los que resulta
imposible controlar todos los procesos que
nos afectan (así sucede en los hospitales,
las grandes empresas suministradoras de
servicios, o en las instituciones políticas).
Especialmente las personas con menos
ingresos y las minorías marginadas, quienes seguramente tendrían más necesidad
de invocar sus derechos, son las que menos pueden hacerlo por falta de conocimientos. En este sentido la educación
contribuye a lograr funcionamientos como
estar activamente integrado o ser respetado por los demás. Asimismo, un nivel
educativo suficiente es condición necesaria de la participación democrática, sin
la cual difícilmente pueden conseguirse
muchas capacidades. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>c) Las mujeres son un grupo especialmente golpeado por el analfabetismo
y la escolarización insuficiente, lo que
unido a la discriminación sexual de casi
todas las sociedades, dificulta aún más
la consecución de los funcionamientos indicados en el apartado anterior. La educación mejora la autoestima de las
mujeres, los niveles de bienestar que alcanzan dentro de sus propias familias, y
la capacidad de influir en las decisiones
familiares. Por lo tanto, no sólo contribuye a que las mujeres logren más bienestar, sino que también favorece su
capacidad para influir en el mundo que
les rodea (lo que Sen denomina agencia).
Por ejemplo, existen evidencias empíricas de que en países en vías de desarrollo con altas tasas de natalidad, la mejora del nivel educativo de las mujeres es
más útil que las políticas de planificación familiar impuestas por el Estado. El
control de la natalidad mejora conforme
las madres adquieren conocimientos para
planificar más sus vidas y las de sus familias liberándose, al menos en cierta
medida, de la «tutela» que el marido ejerce en estas cuestiones (Murthi, Guio y
Drèze, 1995; Sen, 1996; Bledsoe,
Casterline, Johnson-Kuhn y Haaga, 1999;
Patel, 2003). Asimismo, se han constatado reducciones en las tasas de mortalidad infantil cuando las mujeres son más
conscientes de su propio bienestar y del
de sus hijos, y cuando pueden reclamar
sus derechos ante sus cónyuges y las autoridades. En lugares como China o India, donde la mortalidad infantil de niñas
es mucho mayor que la de niños, la educación de las madres es determinante
(Sen, 1992; 1999, 189-204). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>d) La educación sanitaria desempaña
una función muy importante en la mejora de la libertad y el bienestar. No se
trata sólo de la formación superior (el
aumento de los médicos y demás profesionales sanitarios), sino que la educación básica en cuestiones de salud e
higiene permite a la gente modificar su
percepción de hábitos poco saludables, y
apreciar más los riesgos de ciertas conductas, mejorando la eficacia de las políticas epidemiológicas. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>e) Por último, la educación contribuye a la igualdad entre los distintos grupos étnicos de una sociedad porque,
análogamente al caso de las mujeres, </i></b><b><i>mejora no sólo la libertad de estos grupos para vivir mejor sino también su
agencia, pues hace más probable que las
minorías desfavorecidas participen en los
procesos de toma de decisiones o que, al
menos, cuenten con más medios para la
reivindicación y la denuncia. Asimismo,
Sen también ha advertido la importancia de evitar que las escuelas caigan en
manos del fundamentalismo y, en general, el valor que tiene la educación para
la paz para defender la libertad cultural
que, según Sen, «constituye una parte
fundamental del desarrollo humano puesto que, para vivir una vida plena, es importante poder elegir la identidad
propia —lo que uno es— sin perder el
respeto por los demás o verse excluido
de otras alternativas» (IDH, 2004, 1;
Sen, 2003). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">La libertad como capacidad en la
práctica educativa </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Hasta ahora he planteado la relación
entre capacidades y educación en el ámbito del desarrollo socio-económico, que
es donde el enfoque de las capacidades
tiene su origen. Sin embargo la concepción de la libertad como capacidad propuesta mediante él tiene aplicaciones
pedagógicas más amplias no exploradas
por Sen [1]. En este artículo me limitaré
al interés pedagógico de la libertad como
capacidad en dos asuntos: en primer lugar, resulta útil entender mediante ella
la vinculación conceptual entre educación
y emancipación; en segundo lugar, y como
consecuencia, las capacidades senianas
permiten evaluar la calidad de la educación por su contribución a lo que el sujeto realmente logra. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Como acabamos de ver, el enfoque de
las capacidades aporta una visión de la
educación, en el campo del desarrollo, alternativa a las teorías del capital humano. De manera un tanto parecida a lo
que ocurre en la economía del desarrollo,
en la reflexión habitual sobre la educación en las sociedades avanzadas se repite la idea de que la institución escolar
corre el riesgo de perder su función educadora ante las exigencias del mercado.
Parece que también aquí la formación de
capital humano es el objetivo más importante de los currículos, si no sobre el papel, sí en la práctica y en las demandas
de buena parte de la sociedad. Acosada
por la lógica del mercado, la institución
escolar se ve forzada a que los currículos
respondan a las demandas de profesionalidad y eficiencia tecnológica de un
sistema económico competitivo y globalizado. Con ello la función educativa de
la escuela se resiente perdiendo peso a
favor de su función instructiva o
profesionalizadora. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Como denuncia A. Pérez Gómez, actualmente «el criterio para medir la calidad de la educación es la eficacia de la
institución escolar como subsistema social para producir y reproducir el conocimiento experto que el sistema económico
y social necesita para su mantenimiento
y expansión». Ante esto no parece haber
ninguna dinámica compensadora, si no
es que «el concepto de educación se disuelve en el omnipotente proceso de socialización» (Pérez Gómez, 1988, 137).
Para J. F. Lyotard una característica de
nuestra época es la pérdida de todas las
demás fuentes de legitimación salvo la
optimización de los resultados. La lógica </i></b><b><i>propia del subsistema económico se ha
adueñado de los demás órdenes sociales,
incluido el de la cultura. Según este autor, </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>«la pregunta, explícita o no, planteada por el estudiante profesionalista, por el Estado o, por la institución
de enseñanza superior, ya no es: ¿eso
es verdad? sino ¿para qué sirve? En
el contexto de la mercantilización del
saber, esta última pregunta, las más
de las veces, significa: ¿se puede vender? Y en el contexto de argumentación del poder: ¿es eficaz?» (Lyotard,
1987, 94-95). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Desde los comienzos de la reflexión
sobre el currículo, nos dice Da Silva, se
planteó la alternativa de si se debía educar para formar trabajadores especializados o para formar ciudadanos (Da
Silva, 2001). Quien esté a favor de una
educación humanista no debería renunciar a que el enriquecimiento personal
sea el objetivo último de la escuela, y
precisamente esta idea de enriquecimiento personal es lo que aporta la libertad
como capacidad, pero sin el inconveniente de caer en un modelo único de excelencia personal inaceptable en una
sociedad plural como la nuestra. El enfoque de las capacidades expresa la convicción de que una vida libre es aquella en
la que podemos ser y hacer de muchas
maneras valiosas; análogamente, la educación no se limita a aumentar los conocimientos, sino que también apunta a lo
que podemos ser capaces. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En este sentido la finalidad de la educación puede interpretarse como el aumento del conjunto capacidad de las personas a través de la adquisición de capacidades para funcionar. Si la propuesta
fuera expandir determinados funcionamientos en lugar de capacidades, se podría pensar que los educadores han de
tratar de que el alumno actúe y sea de
las maneras que ellos establecen. Sin embargo, la vinculación entre emancipación
y educación no paga aquí el peaje del
adoctrinamiento porque «la exacta utilización de los aprendizajes [...] es un asunto que queda al arbitrio de la propia
persona» (Sen, 1999, 288). Aunque el
alumno quizá no valore actualmente todas las oportunidades proporcionadas por
la educación, el hecho de que formen parte de su conjunto capacidad refuerza su
autonomía para afrontar situaciones futuras (Saito, 2003, 27). El objetivo de la
educación, como piensa otra teórica del
enfoque de las capacidades, Martha
Nussbaum, es cultivar la humanidad, y
eso implica dotar al ciudadano de los instrumentos que le permitan una elección
autónoma de su modo de vida
(Nussbaum, 1997). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Si volvemos a la lista de las capacidades mencionadas por Sen, advertiremos
que las señaladas en cursiva están directamente relacionadas con la educación.
Entre estas capacidades, que he denominado educativas, se cuentan las de estar
alfabetizado, comunicarse, participar de
los avances humanísticos y científicos, tener vida cultural e intelectual, o en general, tener una educación (education, o
también the ability to benefit from
sustained schooling). En general, muchas
de las demás capacidades también
involucran conocimientos y destrezas que, </i></b><b><i>en mayor o menor medida, se deben a
ese proceso complejo denominado «educación». Por ejemplo, en todas partes satisfacer las convenciones sociales,
participar en la vida social de la comunidad o la capacidad general de llevar una
vida normal, requieren educación. Además en muchas culturas, y desde luego
en la nuestra, esa educación se habrá realizado, en alguna medida, en instituciones educativas como la escuela. Por este
motivo, considero que la libertad como
capacidad coincide parcialmente con la
educación. La idea de fondo es que ciertas capacidades no son posibles sin ella,
y que la educación «libera» ciertas aptitudes convirtiéndolas en capacidades
para funcionar. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Las capacidades educativas promueven otras capacidades, siendo así la educación una de las causas de la expansión
de la libertad como capacidad. No es sólo
que una persona más educada pueda
aprovechar más sus recursos, sea cual sea
el nivel de los mismos, sino que dependiendo de la educación recibida, una persona puede tener más capacidades que
otra con el mismo o incluso menor nivel
de recursos. Por ejemplo, la capacidad de
comunicarse mejora la de trasladarse sin
peligro o la de estar activamente integrado en la comunidad. Las capacidades
educativas más básicas son la lecto-escritura y la operatoria básica, y las destrezas que permiten son el objetivo de
las evaluaciones internacionales del desarrollo. Incluso estas destrezas tan simples tienen un gran poder emancipador,
porque mediante su relación con otras capacidades influyen en el cambio social.
Por ejemplo, poder leer y escribir facilita
adquirir la capacidad de estar bien informado, y a su vez esta capacidad mejora
la de participar activamente en la vida
de la comunidad. O también, la lecto-escritura simplifica la comunicación con los
servicios sanitarios, lo que promueve la
capacidad de estar sano y de evitar enfermedades. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Puesto que querer elegir no siempre
equivale a poder hacerlo, la libertad a la
que se refiere esta noción de capacidad
no es la libertad de la injerencia o la prohibición (libertad negativa), sino la libertad para conseguir resultados (libertad
positiva) [2]. Entiendo que esta distinción puede ser útil para evaluar el éxito
educativo ya que la atención a la diversidad en un contexto complejo no es la
igualdad de tratamientos, sino más bien
cierta igualdad de resultados. Las sociedades democráticas coinciden en que la
escuela universal, obligatoria, gratuita,
y con un currículo comprehensivo es un
medio imprescindible, y quizás el fundamental, para garantizar la igualdad de
oportunidades. Siendo esto cierto, concepciones muy distintas se siguen de cómo
interpretemos esa igualdad. En el liberalismo estándar, las oportunidades son posibilidades de actuación garantizadas por
las libertades negativas. Por el contrario, en la libertad como capacidad las
oportunidades son capacidades para conseguir funcionamientos. Por lo tanto, la
igualdad de oportunidades que proporciona la educación es igualdad de tratamiento en el primer modelo, e igualdad
de resultados educativos en el segundo.
Con este criterio no se persigue sólo una
educación igual para todos, sino que las
instituciones educativas a todos aprove</i></b><b><i>chen por igual, con independencia de la
adscripción sexual, socio-económica, y
étnica [3]. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Según R. Román, «cuando el desorden avanza en el seno de las democracias, se intenta obviar el problema
haciéndolo invisible, en este caso metiéndolo en la escuela» (Román Alcalá, 2002,
104). La evaluación de la calidad de las
instituciones y prácticas educativas debe
desenmascarar esta impostura que hoy
aceptamos con tranquilidad. La libertad
como capacidad proporciona criterios para
contestar la siguiente pregunta: ¿cómo
pueden los educadores valorar la libertad humana, el bienestar, y la calidad de
vida de las personas educadas, en relación con la formación académica que han
recibido? La respuesta es a través de las
capacidades obtenidas mediante la educación. Es necesario determinar los resultados de la intervención educativa más
allá de la escuela, dado que los objetivos
establecidos en las leyes y en los proyectos curriculares se refieren a destrezas
escolares, a capacidades académicas, cuya
contribución a la libertad real no podemos presuponer. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Desde luego, en la tarea hay dificultades muy importantes que Sen no ha
resuelto. En primer lugar, no disponemos de un catálogo de las capacidades
educativas, ya que Sen sólo ha establecido algunas en el nivel de la educación
básica a pesar de que su aplicación pueda extenderse a la educación universitaria y profesional (Flores Crespo, 2002;
Walker, 2005). En segundo lugar, las capacidades de las que habla Sen no son
sólo aprendizajes. Mientras que en el lenguaje pedagógico «capacidad» se refiere a
las aptitudes internas que la enseñanza
contribuye a desarrollar, aquí las capacidades se refieren a los funcionamientos,
que no siempre son resultados escolares.
Por ejemplo, ver o estar psicológicamente equilibrado no son capacidades educativas (aunque, como se ha dicho, puedan
resultar influidas por ellas). La evaluación de las capacidades para funcionar
se asemeja por eso a la de las competencias básicas y profesionales sobre las que
diversos organismos internacionales han
comenzado a trabajar (Eurydice, 2002;
Rychen y Salganik, 2001). En ambos casos se trata de constatar la posibilidad
que el alumno tiene de lograr objetivos
más allá de la escuela. La diferencia estriba, por un lado, en que los funcionamientos no son facultades del sujeto sino
actividades y estados de su vida, y por
otro, en que no se refieren a ningún tipo
de know-how, sino a la autonomía para
llevar una vida que merezca la pena. Una
última dificultad reside en que la educación es un proceso complejo, cuyos efectos no son inmediatos, y en el que existen
distintos agentes además de la escuela
(cuya importancia, por otra parte, cada
vez parece ser menor). Por eso la selección de los indicadores adecuados es un
problema irresuelto, especialmente en el
caso de las capacidades que no se refieren a la calidad de vida en los países en
vías de desarrollo, sino a aspectos más
amplios del bienestar y la agencia (Carmen, 2000; Robeyns, 2000; Fukuda-Parr,
2003). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>A pesar estas dificultades, el enfoque
de las capacidades puede ser útil, especialmente, en contextos de desigualdad </i></b><b><i>socio-económica y/o de pluralismo cultural. Análogamente a cómo el individuo,
sujeto a sus circunstancias personales y
sociales, transforma sus recursos en capacidades, los alumnos, también según
sus circunstancias, transforman el currículo en capacidades educativas. Este proceso es tan complejo o más que el
anterior, pero precisamente la libertad
como capacidad no elude que los alumnos son personas concretas con necesidades y posibilidades dependientes de
diferencias físicas, socio-económicas y culturales (Terzi, 2005). Partimos así de que
para obtener las mismas capacidades pueden ser necesarios recursos y prácticas
educativas distintas, e incluso que una
misma capacidad puede lograrse a través de contenidos curriculares diferentes. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En el ámbito de las desigualdades socio-culturales el enfoque de las capacidades permite advertir dos obstáculos para
compatibilizar la atención a la diversidad y la calidad educativa: uno es la influencia de la subcultura de la pobreza
en la conversión de los currículos y demás recursos pedagógicos en capacidades
educativas, y otro es la influencia que en
la misma cuestión tiene el hecho de que
tales recursos educativos sean bienes
posicionales. La subcultura de la pobreza implica que las personas interioricen
una visión del mundo acorde con el entorno social empobrecido en el que viven,
de modo que esta visión se reproduce en
un estilo peculiar de vida caracterizado
por el conformismo y la disminución de
las expectativas (Lewis, 1966). Lo que en
pedagogía se conoce como efecto Pigmalión (Rosenthal y Jacobson, 1968) puede
ser una de sus consecuencias: en circunstancias de pobreza relativa, los escolares asumen con facilidad que el éxito
es una cuestión fortuita, o algo para cuya
consecución es irrelevante el fracaso escolar y la cultura académica. Asimismo,
estos alumnos emulan las figuras de prestigio que tienen a su alrededor, aunque
se trate de modelos de triunfo personal
muy limitados, para cuya imitación la escuela es inútil. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En una situación de ese tipo, el esfuerzo que tendrá que realizar, por ejemplo, una madre concienciada de que la
educación puede mejorar la libertad futura de sus hijos será mayor que el de
una madre en una situación más favorable, aun disponiendo las dos de los mismos recursos educativos. En el primer
caso, la madre tendrá que luchar contra
las influencias del entorno en el que sus
hijos se han criado, y que constituye la
primera instancia de su socialización. Supongamos que lo habitual en ese entorno
es que los adolescentes no consigan títulos de grado medio ni superior, que entren muy jóvenes y poco cualificados en
el mercado de trabajo, y que tengan hijos
pronto. La madre tendrá que luchar contra todas estas prácticas (convertidas en
normas en el grupo social al que pertenece), contra las inclinaciones de sus hijos, y quizá también contra las de su
marido y otros familiares, que verán inútil el esfuerzo que emplea. Para conseguir que sus hijos obtengan las mismas
capacidades educativas, ella y sus hijos
habrán pagado un coste mayor que otras
familias con hijos igualmente dotados,
pero con otros valores. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Por otro lado, hay un desfase entre el
éxito escolar y la consecución de capaci</i></b><b><i>dades educativas debido al carácter
posicional que tienen los servicios educativos en los países desarrollados. En economía se dice que un bien es posicional
cuando parte de su valor reside en el
estatus que conlleva, y éste se debe precisamente a que sólo una minoría tiene
acceso a él (Hirsch, 1976). Por ejemplo,
son bienes posicionales determinados cargos de gran prestigio, lugares de ocio considerados «exclusivos», o los centros
educativos de élite. En estos casos, obviamente, si dichos bienes se distribuyeran igualitariamente dejarían de ser
símbolos de estatus y depósitos de capital social. Perderían así buena parte de
su valor, y la minoría más pudiente buscaría otros bienes sustitutivos. Pensemos
entonces en dos alumnos igualmente dotados que han obtenido las mismas calificaciones y títulos con un mismo
currículo, y cuya única diferencia es que
uno ha asistido a un centro escolar con
prestigio social y el otro no, aunque también vamos a suponer que la enseñanza
en ambos centros tiene la misma calidad. Lo que consigue uno y otro alumno
de su paso por el sistema educativo, al
margen de los resultados académicos, es
distinto, por más que hayan obtenido las
mismas calificaciones, e incluso los mismos conocimientos. En los países desarrollados en los que la educación gratuita
está garantizada, determinados centros
educativos se convierten en bienes
posicionales, contribuyendo más a que sus
alumnos sean capaces de ser socialmente respetados y de estar activamente integrados, debido al prestigio y el capital
social que proporcionan. Éste es otro de
los aspectos de la calidad educativa, o al
menos de la calidad de los servicios escolares, y como es distinto de la calidad de
la enseñanza, queda oculto si sólo se
atiende al fracaso escolar, aunque no escapa en una evaluación de las capacidades. La equidad de las políticas educativas no puede dejarlo al margen. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">Conclusiones </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Amartya Sen sólo ha aplicado su teoría a la educación en el marco del desarrollo socio-económico, y lo mismo sucede
con casi toda la literatura crítica publicada hasta el momento. A pesar de ello,
el papel de la educación en su concepción
del desarrollo y su función en el IDH
constituyen ya aportaciones importantes.
La aplicación de las capacidades a la educación pone claramente de manifiesto la
dimensión ética de todo su planteamiento: la función asignada a la misma es
distinta y más importante que en otras
teorías del desarrollo (incluso que en la
teoría del capital humano), pues no está
supeditada a objetivos económicos sino a
la promoción de la libertad. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El enfoque de las capacidades permite comprender la relación entre educación y libertad en contextos sociales con
desigualdades económicas, culturales y de
género. Asimismo, permite evaluar la calidad educativa por su contribución a lo
que el sujeto realmente logra en términos de una vida buena: respecto de esto
último, la libertad entendida como capacidad aporta una idea de enriquecimiento personal no dependiente de un modelo
prefijado de excelencia personal; respecto de los logros, la aplicación de las capacidades no promueve la igualdad de
tratamientos, sino la igualdad de resul</i></b><b><i>tados, lo cual es indispensable en una
sociedad pluricultural. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>No obstante, la virtualidad pedagógica del enfoque de las capacidades queda
frenada hasta que no podamos seleccionar con rigor un catálogo de capacidades
educativas aplicable en las sociedades desarrolladas, y hasta que no dispongamos
de los indicadores adecuados. Estos problemas caen fuera de los objetivos perseguidos por una teoría del desarrollo como
la de Sen, y por eso su solución es estrictamente pedagógica. Asimismo, la aplicación del enfoque de las capacidades a
la pedagogía desvela que, contra la presuposición de Sen de que las capacidades
son mutuamente independientes, entre
ellas existen interconexiones que no pueden explicarse con diferencias en los ingresos sino en los niveles educativos. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Si el recorrido por estas posibilidades
y límites sirve para que otros pedagogos
aprecien el interés educativo de la teoría
seniana de las capacidades, el rendimiento de estas líneas habrá sido más que
satisfactorio [4]. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Dirección del autor: Rafael Cejudo Córdoba, Departamento de Ciencias Sociales y Humanidades. Facultad
de Filosofía y Letras, Universidad de Córdoba. Plaza
del Cardenal Salazar, 3. Córdoba, 14003. E-mail:
fs1cecrr@uco.es </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Fecha de recepción de la versión definitiva de este artículo: 20.IV.2006 </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">Notas </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>[1] La literatura crítica sobre el tema todavía no es muy
amplia. El estado de la cuestión ha sido abordado
recientemente en el congreso internacional celebrado
en París, del 11 al 14 de septiembre de 2005, bajo
el título 5th International Conference on the Capability
Approach «Knowledge and Public Action: Education,
Responsibility, Collective Agency, Equity». Una bibliografía actualizada sobre capacidades senianas y educación puede consultarse en http://fas.harvard.edu/
~freedoms/files/Capability-and-Education.pdf. Nótese
que la mayoría de los trabajos versan sobre educación y desarrollo, y que hay menos autores que títulos. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>[2] Formulo esta contraposición a partir de la distinción
de Isaiah Berlin, hoy ya clásica, entre libertades negativas y positivas. En la formulación de Berlin, una
persona es libre en sentido negativo cuando sus elecciones no están obstaculizadas por la sociedad o el
Estado, y es libre en sentido positivo cuando puede
participar en los asuntos públicos influyendo en la
marcha de su sociedad (Berlin, 1969). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>[3] La calidad educativa puede analizarse desde sus causas o, como aquí propongo, desde sus efectos
(Sarramona, 2004, 67). Puesto que se trata de un
concepto complejo y multívoco, lo más adecuado es
una evaluación multifactorial de la calidad que ponga
en función de unas variables o indicadores ciertos
logros educativos (Fuenmayor y Granell, 2000). Propongo que los logros en cuestión sean capacidades
de funcionar. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>[4] Quiero expresar mi reconocimiento a los profesores
Pablo Sánchez y José Taberner por los comentarios
y críticas vertidos durante la redacción de este artículo. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">Bibliografía </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>BECKER, G. S. (1973) Human Capital (Nueva York, National
Bureau of Economic Research). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>BERLIN, I. (1969) Four Essays on Liberty (Oxford, Oxford
University Press). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>BLEDSOE, C. H.; CASTERLINE, J. B.; JOHNSON-KUHN, J. y
HAAGA, J. G. (eds.) (1999) Critical Perspectives on
Schooling and Fertility in the Developing World (Washington, D. F., National Academy Press). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>CARMEN, R. (2000) ‘Prima mangiare, poi filosofare’, Journal
of International Development, 12. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>DA SILVA, T. (2001) Espacios de identidad. Nuevas visiones sobre el currículo (Barcelona, Octaedro). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>EURYDICE. RED EUROPEA DE INFORMACIÓN EN EDUCACIÓN (2002) Key Competencies: a developing concept
in general compulsory education (www.eurydice.org).</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>FLORES CRESPO, P. (2002) En busca de nuevas explicaciones sobre la educación y la desigualdad. El caso
de la Universidad Tecnológica de Nezahualcóyotl, Revista Mexicana de Investigación Educativa, 7: 17. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>FUENMAYOR, A. y GRANELL, R. (2000) La calidad de la
educación: una aproximación conceptual, Revista de
educación, 323. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>FUKUDA-PARR, S. (2003) The Human Development
Paradigm: Operationalizing Sen’s Ideas on Capabilities,
Feminist Economics, 9: 2-3. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>HIRSCH, F. (1976) Social Limits to Growth (Cambridge,
Mass., Harvard University Press). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>LEWIS, O. (1966) La Vida: A Puerto Rican Family in the
Culture of Poverty-San Juan and New York (Nueva
York, Random House). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>LYOTARD, J. F. (1987) La condición posmoderna. Informe
sobre el saber (Madrid, Cátedra). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>MURTHI, M.; GUIO, A. C. y DRÈZE, J. (1995) Mortality,
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XXXVI.</i></b></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-15678452307575216032023-03-14T11:35:00.004-07:002023-03-14T12:57:08.442-07:00"El Estado del Bienestar. Prespuestos éticos y políticos"<p> </p><p class="MsoNormal"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">"El Estado del
Bienestar. Prespuestos éticos y políticos"<o:p></o:p></i></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><o:p> </o:p></i></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">UNIVERSITAT DE BARCELONA FACULTAT DE FILOSOFIA DEPARTAMENT DE FILOSOFIA
TEORÈTICA I PRÀCTICA <o:p></o:p></i></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tesi doctoral presentada per En/Na Mª Esther GÓMEZ DE PEDRO<o:p></o:p></i></b></p>
<p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">INTRODUCCIÓN<o:p></o:p></i></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-spacerun: yes;"> </span>En el momento presente en el
escenario público se plantean cuestiones del tipo de si el Estado es capaz de
asegurar las pensiones del futuro, del dilema entre enseñanza pública y
enseñanza privada, de hasta dónde está obligada a indemnizar o a cubrir a los
ciudadanos la Seguridad Social o dónde radica el límite entre responsabilidad
pública e iniciativa privada. Todas ellas podrían reconducirse a esta triple
cuestión: ¿Qué hace, qué se le exige y qué puede realmente abarcar el Estado
del Bienestar? Nos situamos de esta manera en el punto central de la
circunferencia, alrededor del cual giran planteamientos, temas y aspectos
estrechamente relacionados con él. Sin embargo, desde hace un tiempo ese centro
parece no ser estable ni ofrecer la misma seguridad. El Estado del Bienestar es
ese centro movedizo que ha generado tanta bibliografía, especialmente en los
últimos treinta años, no sólo a causa de su centralidad en la política sino
sobre todo por la crisis en que está inmerso. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La mayoría de las políticas que
se llevan a cabo en la actualidad, tanto sociales como económicas, recubren la
intención que las anima de superar la crisis bajo un ropaje de crecimiento
económico, de progreso, de avances democráticos, de lograr una mayor calidad de
vida e, incluso, de preocupación por la deuda internacional y la globalización
económica mundial. Este centro de la circunferencia –por seguir con la
metáfora- que se intenta mantener en la política actual es el tema de nuestro
estudio. Precisamente fue la lectura, en el último año de carrera, de
Contradicciones en el Estado del Bienestar –de Claus Offe- lo que me abrió la
puerta de esta circunferencia y suscitó el interés suficiente para catalogarlo
como el tema de la tesis doctoral. La concesión de una Beca de Investigación
por parte del Ministerio de Educación y Cultura fue un aval importante para la
materialización fáctica del interés inicial que me introdujo en este tema y me
movió a descifrar sus claves. Esta Beca, además, me permitió la posibilidad de
consultar in situ diversos autores y de completar la bibliografía. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nuestro
planteamiento es principalmente filosófico, lo que ya, desde el inicio, nos
permite diferenciar esta investigación de otros estudios sobre el Estado del
Bienestar llevados a cabo desde la economía, la sociología, el derecho o la
praxis política. No será, pues, un estudio de la economía ni de la sociología
del bienestar; aunque reconocemos su importancia no es esa nuestra óptica. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Es
mucha la bibliografía que, desde estas disciplinas, trata aspectos del Estado
del Bienestar, pero es escasa, sin embargo, la que los analiza desde su
Filosofía. Por esta razón el presente estudio será una aportación al tema. A la
fuerza ha de contar con los planteamientos ya mencionados, y, a la vez, espera
aportarles algo, pero pretende ir más allá y profundizar en sus causas, o, como
dice el El Estado del Bienestar. Presupuestos éticos y políticos 2 título, en
los principios –presupuestos- éticos y políticos. Porque el objetivo de esta
tesis es la defensa, en primer lugar, de que los hay y, en segundo lugar, de
que -como complemento de otros presupuestos más comunes- son necesarios para
comprender el Estado del Bienestar de forma unitaria. Queremos ir al fondo de
la situación para discernir mejor lo que se debate y lo que hay en juego, para
intentar abordar las cuestiones con que abríamos estas líneas introductorias y
para saber situar nuestro sistema político actual en el punto que le
corresponde en el tiempo; punto que viene precedido por una larga prehistoria y
una más corta historia que le hacen más inteligible a los ojos contemporáneos. </i></b><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Al abordar esta tarea es inevitable acotar el estudio de tales principios. Aquí
ponemos de relieve algunos de ellos, en especial los que hunden sus raíces en
los precedentes teóricos y encuentran su máximo exponente en los documentos y
en las teorías programáticas del Estado del Bienestar, pero no pretendemos
agotarlos todos. A medida que uno se adentra en esta investigación ve ampliarse
los temas y las cuestiones a estudiar y se impone la necesidad de limitar el
objeto de su trabajo. De esta manera es cómo hemos querido asomarnos a la
vertiente teórica de la Filosofía política, a lo que subyace al Estado del
Bienestar y a la sociedad que nos ha tocado vivir en este inicio de milenio,
para poder entender la vertiente práctica. Con este fin proponemos un doble
punto de partida, un recorrido por su prehistoria, historia, auge y situación
actual del Estado del Bienestar. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Al abordar nuestro estudio partíamos de la
intuición básica de que debía haber, al menos, dos puntos de partida que
estructuraran todo su contenido: el bienestar y el Estado. Es decir, las
concepciones que subyacían en la configuración del Estado del Bienestar. Esta primera
intuición se vio enseguida acompañada de otra, muy importante para esta tesis,
y es que detrás de una concepción del bienestar o del Estado había una idea
determinada del hombre, una antropología que marcaba las pautas a seguir en el
despliegue de cada teoría. Pues bien, tal antropología podía ser rastreada a lo
largo de toda la configuración de los Estados del Bienestar y también
–especialmente- en sus momentos de esplendor y en la crisis que sufría en la
actualidad. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tal intuición vino a ser confirmada con la lectura de una obra
relativamente reciente sobre el Estado del Bienestar. Su autor, el sociólogo
francés Pierre Rosanvallon, recogía una visión muy cercana a la nuestra en
relación con el Estado del Bienestar en su libro La crisis del Estado Providencia.
En esta obra se defiende que el estudio de las raíces del Estado Providencia
–otro de los nombres que recibe el Estado del Bienestar- debe ampliar su mirada
e ir más allá de sus precedentes más inmediatos, como pueden ser Bismarck o
Beveridge, o el Socialismo y el Liberalismo, para descubrir los orígenes reales
en los que se sustenta. Esta mirada retrospectiva nos remonta hasta el siglo
XVII, a los inicios del Estado moderno. El nuevo Estado que empieza a emerger
es un Estado protector y asegurador, muy diferente del vigente hasta entonces.
Pero no sólo el Estado era el que cambiaba en su concepción, también estaba
cambiando la noción del hombre, su esencia y su explicación. La tesis de
Rosanvallon, pues, nos ha servido para ahondar y extraer otras consecuencias. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Desde esta intuición básica hemos acometido un doble estudio en torno a los
polos que componen esta realidad: el bienestar y el Estado que se compromete a
asegurarlo. Parte importante del método seguido es el recurso a
aquellos autores más relevantes en la elaboración de tales conceptos y en la
explicación de los cambios y de los elementos que perduran en los modernos
Estados del Bienestar. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">En cada época de la historia se produce un fenómeno
significativo: el uso reiterado de ciertas palabras ‘talismán’ que suelen
caracterizar las ideas que en ella circulan. Designan realidades que han
existido desde siempre pero a las que se les da más protagonismo en un momento
determinado. La razón, por ejemplo, fue el concepto clave para entender la
Ilustración, al igual que el de libertad ha sido usado como bandera en muchas
revoluciones de los siglos XIX y XX. Pues bien, el concepto que nos ocupa está
jugando en esta segunda mitad del siglo XX un papel relevante junto a otros
como tolerancia, igualdad o derechos humanos. Señal de la importancia del tema
del bienestar es la gran cantidad de bibliografía existente sobre el mismo.
Encontramos títulos muy variados en los que el bienestar aparece él solo como
substantivo o acompañando a otros conceptos: bienestar, bienestar colectivo e
individual, economía del bienestar, Estado del Bienestar, sociedad del
bienestar, instituciones del bienestar, crisis del Estado del Bienestar, etc.
Aparece también en toda clase de leyes, desde las Constituciones nacionales
hasta la Declaración Mundial de los Derechos Humanos. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nuestro primer cometido
será analizar qué se entiende por bienestar. Fácilmente se entrevé la
dificultad que entraña tal tarea ya que encontramos muchas definiciones
diferentes del bienestar y cierta ambigüedad de fondo, no sólo en la actualidad
sino a lo largo de la trayectoria filosófica de la humanidad. Precisamente por
esta complejidad se justifica que acometamos, en el primer capítulo, un estudio
histórico que muestre las visiones más significativas que se han dado acerca
del bienestar. Con el deseo también de sistematizarlas nos centraremos en dos
concepciones que engloban a otras y que han sido lo suficientemente importantes
e influyentes. Cada una de ellas tiene un trasfondo antropológico concreto al
que también prestaremos atención. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">No puede tratarse del bienestar sin atender a
conceptos tan afines como los de felicidad, bien, interés, virtud, satisfacción
o placer. En Filosofía hay dos grandes líneas que ordenan estos elementos dentro
de la jerarquía moral del ser humano de forma claramente excluyente. La
aristotélica y la utilitarista-hedonista. Ambas comparten la misma meta: llegar
a la felicidad, pero difieren en su concepción de la misma y en los medios
empleados para obtenerla. En la primera el bienestar es concebido como el
conjunto de condiciones materiales que permiten a cada persona llevar una vida
desahogada, y desempeña el papel de medio para alcanzar la felicidad, que se
identifica con la vida contemplativa -la más elevada actividad que el hombre
puede desarrollar. En la segunda, en cambio, el bienestar se identifica con el
placer y con la felicidad, con lo que pasa a ocupar el lugar del fin y deja de
ser considerado un medio. Pero esto sólo se consigue a cambio de una reducción
y de una gran ambigüedad terminológica acerca del bienestar y de la felicidad.
A pesar de ello, la concepción ética utilitarista y hedonista es la
predominante en nuestras sociedades y podemos decir, sin temor a equivocarnos,
que es la verdadera Filosofía del Estado del Bienestar. Quedan también El
Estado del Bienestar. Presupuestos éticos y políticos 4 perfiladas la
antropología de las dos concepciones, las consecuencias de cada una de ellas y
varias de las conclusiones que se irán repitiendo a lo largo de la obra. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Después de abordar en el primer capítulo la noción de bienestar y de confrontar
las principales visiones del mismo, se aborda a continuación el análisis
teórico del Estado, estudio que nos proporcionará las claves para comprender la
relación establecida en la actualidad con el bienestar. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tanto el discurso sobre
el Estado como la praxis política desarrollada en su interior han experimentado
sucesivos cambios a lo largo de los siglos, igual que sus funciones o su
justificación teórica, hasta llegar al Estado occidental actual. Tales cambios,
por otra parte, no eran independientes de las consideraciones sobre la
felicidad. Pues bien, defendemos que tales nociones típicamente ‘modernas’ –en
el sentido histórico del término- constituyen la base filosófica del Estado del
Bienestar actual. En palabras de Rosanvallon: “El Estado Providencia es una
profundización y una extensión del Estado protector moderno”. Si esto es así,
nos interesa estudiar cómo era ese Estado, qué autores lo configuraron y en qué
medida sus doctrinas han tenido un eco en la Filosofía política posterior. Esta
es la razón por la que abordamos las teorías de Hobbes, Spinoza, Locke,
Mandeville, Helvecio, Rousseau, A. Smith y Bentham siguiendo un riguroso
criterio temporal. Cada uno en diferente grado e intensidad, han contribuido
todos ellos a crear un tipo de hombre y un tipo de Estado. El hombre es
individualista, y la mayor parte de las veces hedonista. El Estado responde al
perfil de este hombre y se presenta como el salvador de su pobreza y egoísmo e,
incluso, como la garantía de una vida placentera. Mientras se va ahondando en
las bases individualistas, el Estado despliega una mayor actividad que, muy
pronto, querrá sustituir al recurso a la naturaleza o, incluso, a Dios. Se
afirma de él que es el asegurador de la paz, de la propiedad y hasta de la vida
humana, que debe velar por el bienestar de sus ciudadanos, que es el artífice
de la conjunción pacífica de intereses particulares entre sí y con el interés
público, y que, por supuesto, es el único capaz de asegurar el ejercicio de la
caridad hacia los necesitados, porque la caridad individual es incierta –tal
como afirma Hegel. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La fuerte carga filosófica de esta parte constituye la base
del resto de la tesis. Por esta razón es necesario no perder de vista la
configuración del Estado moderno a medida que avancemos en nuestro estudio. De
hecho, las últimas partes quieren presentarse como una confirmación de nuestra
tesis: tanto en la vertebración histórica del Estado del Bienestar, como en su
despliegue, asentamiento y posterior crisis, actúan los principios filosóficos
del individualismo y del Estado moderno. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">En el capítulo 3 podremos rastrearlos
y encontrarlos formulados en Documentos concretos y plasmados en los primeros
proyectos políticos y sociales. Dentro de la prehistoria inmediata a la
aparición del Estado del Bienestar, seguiremos una serie de hitos que jalonaron
su camino de formación. Desde la Europa de finales del siglo XIX hasta mediados
del siglo XX hemos querido recorrer este proceso. En primer lugar nos
encontramos con un político tan cualificado como Bismarck y con unos
economistas socialistas que redactaron el Manifiesto de Eisenach. Este primer
hito está constituido por una defensa de la necesidad de la intervención del Estado
en la cuestión social realizada por los socialistas y las
primeras leyes sociales promulgadas por Bismarck. Este fue el cimiento real del
Estado del Bienestar, animado por una gran confianza en las posibilidades del
Estado. A continuación emergen las figuras de un economista liberal y un
politólogo socialista que desarrollaron, respectivamente, la economía y el
derecho del Estado del Bienestar: Keynes y Heller. Sus doctrinas gozaron de una
influencia considerable en la política de su momento y prepararon el terreno al
segundo hito de este singular camino: la aparición de los Informes Beveridge en
Gran Bretaña durante la segunda Guerra Mundial. Estos estudios sistematizaron
los principios sustentadores del Estado del Bienestar y dieron pie a la casi
inmediata plasmación de medidas sociales de corte universal y sólo en parte
contributivo. Beveridge encarna a la perfección el ideal de esta política cuyo
objetivo más significativo es acabar con la necesidad y la incertidumbre, y que
más adelante tomará diversas formas. También en los Estados Unidos se produce
la revolución bienestarista, que constituye el tercer hito. El New Deal
promovido por Roosevelt promovió la aparición de una Seguridad Social de tipo
federal –aunque a la ‘americana’- con el objetivo de liberar al hombre de la
necesidad. A nuestro juicio, la carga teórica del Estado del Bienestar está
concentrada en este conjunto de doctrinas, documentos y políticas, lo cual no
impide reconocer otras referencias que confluyeron en la plasmación histórica
del Estado del Bienestar. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">No obstante su importancia, no se entenderían bien
estos hitos sin atender al papel decisivo que jugaron las revoluciones y las
Guerras en su historia particular. Igual que el Estado moderno fue impulsado
por una serie de hechos revolucionarios, también el Estado del Bienestar
recibió un claro empuje de la situación social creada, más a largo plazo, por
la revolución industrial y por las dos Guerras Mundiales. En esos momentos se
juzgó que una mayor cohesión social era vital, y para ello era imprescindible
la intervención del Estado en muchos aspectos de la vida. De la misma manera la
situación de penuria y dificultad generó un sentimiento de comunidad y la
práctica de la solidaridad entre todos los miembros de los países afectados por
las guerras. Así es como se llegó a la instauración del Estado del Bienestar
después de la segunda Guerra Mundial. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Sin embargo, comenzábamos estas páginas
aludiendo a las dificultades a las que debe enfrentarse el Estado del Bienestar
en la actualidad. Rastrearemos, por esta razón, la evolución que ha sufrido
desde sus momentos de auge hasta los de mayor inestabilidad e intentaremos
entender las causas de la misma. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Es en el capítulo IV donde analizamos más en
detalle la naturaleza y las funciones del Estado Providencia, sus
justificaciones teóricas –que se hacen más inteligibles a la luz de los
principios expuestos en el segundo capítulo- y donde asumimos una definición
del Estado del Bienestar. Desde la óptica de los denominados derechos al
bienestar -cuyas manifestaciones principales son la demanda de una mayor
igualdad social, y una defensa de las medidas de bienestar sociales-, encuentra
todo su sentido el tratamiento de los problemas que acomete el Estado del
Bienestar. De la misma manera que su estabilización y extensión sólo se
entienden desde unas determinadas condiciones históricas que las hicieron
posibles. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">En el
capítulo V, el último, abordamos la crisis del Estado del Bienestar. En función
de las manifestaciones de esta crisis, examinamos algunas causas y sus razones,
unas de carácter más económico y otras de tipo ideológico o social,
deteniéndonos más en las segundas. A nuestro parecer es especialmente
importante la que pone de manifiesto que el tejido social ha sido dañado en su
misma raíz por la dinámica interna de compensación y de desarraigo personal
llevado a cabo por este Estado. En general, hemos observado que el binomio
individuo y Estado juega un papel básico en toda la configuración de esta
política y que es un elemento clave para entender la crisis. Otros problemas
del Estado del Bienestar han sido fruto de la mentalidad utilitarista y
hedonista propiciada desde las altas instancias gubernamentales: el envejecimiento
de la población –con los problemas que esto conlleva para el relevo
generacional, el rendimiento laboral y los subsidios de ancianidad- o la
búsqueda del propio interés y placer incompatible con la solidaridad que
debería estar en la base de estos Estados. Es asimismo significativa la visión
de que esta crisis es un fenómeno irreversible, a la vez necesario y dañoso
para el sistema capitalista. Este tratamiento es el más cercano al actual
discurso sobre la sostenibilidad del Estado del Bienestar. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">A pesar de la
disparidad en las críticas y en las causas detectadas, creemos descubrir una
fuente común de la crisis en la antropología y la Filosofía política que lo
sustenta. Y son las afirmaciones modernas llevadas a sus últimas consecuencias
las que han generado esta situación. En un último apartado del capítulo
aventuramos las posibilidades de salida que se ofrecen al Estado del Bienestar
o sus alternativas dentro del amplio abanico político y filosófico. También
aquí se descubren unas líneas comunes que apuntan a nuestra misma tesis, pero
no todas estas alternativas son igualmente válidas. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Estos dos últimos capítulos
son más técnicos y tratan cuestiones más cercanas a un planteamiento
sociológico. Sin embargo, creemos que son un buen complemento a una tesis
estrictamente filosófica sobre los presupuestos éticos y políticos del Estado
del Bienestar. En realidad, a lo largo de la tesis iremos viendo cómo las ideas
influyen en los hechos y en la práctica y también la realidad cotidiana tiene
su influencia en la respectiva reflexión filosófica o política. Un claro
ejemplo de esto es que a la luz de los principios filosóficos se entiende mejor
cómo en varias constituciones se contempla el derecho al bienestar y que esto
sea plenamente aceptado en la sociedad en general. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las conclusiones finales,
además de recopilar las tesis más importantes, quieren ser una toma de postura.
De esta manera extraemos los presupuestos éticos y políticos del Estado del
Bienestar que habremos ido esclareciendo capítulo tras capítulo. Presupuestos
que, una vez puestos en claro, aportan una gran luz sobre la génesis de la
crisis y sus causas, y más si tenemos en cuenta su alto grado de arraigo
social. Es más, una de nuestras afirmaciones declara la influencia directa de
tales principios en la generación de la crisis. Los presupuestos aquí señalados
no explican toda la Filosofía del Estado del Bienestar. Nuestro enfoque ha
iluminado estos, mientras que otros enfoques iluminarán otros presupuestos. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Respecto a la metodología empleada, ya hemos anunciado que
principalmente se basa en el recurso a autores relevantes y en la consulta y
confrontación de sus textos más significativos para los temas a tratar.
Ciertamente, la diversidad de autores citados da razón por sí misma de la variedad
de procedencia, de profundidad filosófica, etc apreciable entre los textos que
jalonan estas páginas. El criterio de selección y de búsqueda ha sido el del
influjo ejercido por estos autores en la formación de la base del Estado del
Bienestar o en su desarrollo posterior. El recurso a numerosos autores se
justifica aún más en el último capítulo en que se analizan algunas de las
diferentes explicaciones de la crisis y las diversas propuestas de futuro,
entre las que incluimos no sólo las estrictamente políticas sino alguna otra de
corte más antropológico, como es el caso de la reflexión acerca de la dignidad
de la persona humana y el bien común que realiza la Iglesia católica. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La
heterogeneidad y cantidad de autores consultados ha hecho imposible hacer un
seguimiento de cada uno en su propio idioma. Razón que me ha llevado a manejar
las ediciones traducidas al castellano, cuando las había, -aunque completadas
con consultas puntuales a ediciones originales- y cuando no, he optado por
traducirlas yo misma para no romper la continuidad del idioma presente desde
las primeras páginas. Este criterio ha sido aplicado no sólo a la bibliografía
principal sino también a la secundaria. Cuando el texto traducido lo encontraba
en una edición castellana he procurado dejar constancia de la referencia,
mientras que cuando el texto manejado estaba en otro idioma –principalmente
inglés o alemán- la traducción es mía y dejo constancia de ello con las
iniciales de Traducción del Autor (T.A). </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Por último, debo aclarar que la
bibliografía actual sobre el Estado del Bienestar es tan amplia que a la fuerza
he tenido que hacer una selección, para la que me he servido de pautas que
atendían a la diversidad de contenido o de perspectiva desde la que se trataba
el tema, a la accesibilidad de las obras o al prestigio de los autores. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">CAPÍTULO I </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">BIENESTAR Y FELICIDAD</i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cuando hablamos del bienestar todos pensamos
en algo relacionado con la felicidad o el placer, en estrecha relación con las
aspiraciones de cada persona, es decir, con sus intereses, y con un contenido
de carácter material o bien de tipo espiritual o cultural, más o menos
objetivable, que es un bien para el que lo busca. Precisamente por la ligazón
entre el bienestar y todos los demás términos resulta a veces difícil diferenciarlos
y nos encontramos muchas ocasiones en que se confunden. Cuando se dirige la
mirada hacia el Estado del Bienestar, se observa la misma ambigüedad a la hora
de definir el bienestar: trabajo, salud, felicidad, seguros, un sueldo mínimo o
máximo, etc. Entran en juego muchos otros conceptos que son ofrecidos por el
Estado. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nuestra labor es poner de manifiesto esta ambigüedad y tratar de captar
lo que se entiende o puede ser entendido por bienestar. Para una primera
aproximación nos serviremos del Diccionario de la Lengua Española de la Real
Academia. El concepto ‘bienestar’ tiene estas tres entradas: </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">1. Conjunto de las
cosas necesarias para vivir bien. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">2. Vida holgada o abastecida de cuanto
conduce a pasarlo bien y con tranquilidad. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">3. Estado de la persona humana, en
el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y
psíquica. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Las tres hacen referencia a algo valorado positivamente, sin embargo,
observamos que se soslaya la utilización de la palabra felicidad. Mientras las
primera identifica el bienestar con cosas materiales que hacen posible el vivir
bien, la segunda alude a la vida misma, caracterizada por una holgura o
abastecimiento de lo mencionado en la primera definición más un tinte de
tranquilidad, y la tercera a un estado sensible de la persona, es decir, a una
manera de estar (bien estar) en la que todo marcha bien, tanto el plano físico
como el psíquico. Son tres interpretaciones distintas que reflejan ya la
diversidad de concepciones que se han dado. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Cosas necesarias, vivir bien, vida
holgada, tranquilidad, estado sensible, buen funcionamiento físico y psíquico,
interés individual, etc, todas estas nociones estarán también El Estado del
Bienestar. Presupuestos éticos y políticos 10 presentes, de una u otra manera,
en el estudio que acometeremos a continuación. Detrás de todos ellos, a modo de
leit motiv, se deja entrever otra más fundamental que les da razón de ser, la
de felicidad. Bienestar y felicidad aparecen unidos, aunque por relaciones
diferentes en función de la teoría que los explique. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">El orden que seguiremos
será estudiar, en primer lugar, el concepto aristotélico de bienestar,
englobado en su teoría eudaimonista teleológica; el concepto subyacente al
Utilitarismo y al hedonismo, en segundo lugar, y, por último, las propuestas de
ampliar el bienestar material, que defiende un autor contemporáneo, A.Sen,
premio Nobel de economía, y la de recuperar los bienes de carácter social, a
cargo del canadiense C.Taylor. Los primeros representan dos enfoques distintos
y hasta opuestos de la felicidad que aglutina a su alrededor, como en torno a
los dos polos de un debate, la mayoría de los discursos acerca de este tema.
Por esta razón ofrecemos un estudio un tanto incisivo sobre sus doctrinas. Tal
bipolaridad queda de manifiesto en la aportación al debate actual de Sen y
Taylor. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: medium;">1. ARISTÓTELES, FELICIDAD Y VIDA BUENA. </span></i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: center;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: medium;">1.1. Bien y felicidad. </span></i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">En la
historia de la Ética la teoría aristotélica sobre la felicidad es punto de
partida para multitud de corrientes y de posturas filosóficas y morales. Por
esta razón, y porque aún hoy en día es aceptada por muchas personas, hemos
decidido empezar a estudiar el bienestar por este autor. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Antes de abordar la
visión aristotélica conviene advertir que el estagirita no usa una palabra
griega que sea totalmente equivalente a la de bienestar. Sin embargo nos ha
llamado la atención el hecho de que en algunas de las traducciones castellanas,
tanto de la Política como de la Ética a Nicómaco1 apareciera esta palabra. </i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: x-small;">1ARISTÓTELES, Ética Nicomáquea;
Tr. J. Pallí Bonet, Madrid, Gredos, 1995 3ªreim. ——, Política; Tr. M. García
Valdés, Madrid, Gredos, 1994 1ªreim.</span><o:p></o:p></i></b></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Es interesante averiguar qué entendía Aristóteles</i></b></p><p class="MsoNormal"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-size: x-large;"><a href="https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/1751/TESISGPEDRO.pdf?sequence=">VER MÁS AQUÍ</a></span></i></b></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-48445901802762182092023-03-14T11:34:00.003-07:002023-03-14T13:10:36.747-07:00Los Sistemas de Pensiones en el Perú<p> </p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">Informe Trimestral: Los Sistemas de Pensiones en el Perú
Dirección General de Asuntos Económicos y Sociales- </span></i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">MEF
Mayo de 2004 </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>1
INTRODUCCIÓN </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El sistema previsional peruano está constituido por tres regímenes principales1
: el del Decreto
Ley No. 19990 (denominado Sistema Nacional de Pensiones - SNP), el del Decreto Ley No.
20530 (denominado Cédula Viva) y el Sistema Privado de Pensiones (SPP). Los dos primeros
son administrados por el Estado y forman parte del Sistema Público de Pensiones; mientras
que el tercero es administrado por entidades privadas denominadas Administradoras Privadas
de Fondos de Pensiones (AFP). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El objetivo del presente documento es presentar una descripción de la situación actual de
dichos regímenes pensionarios, un análisis de los principales aspectos de su problemática y una
revisión de las últimas medidas emprendidas por el Ejecutivo para subsanar dicha
problemática. En tal sentido, el documento está organizado en dos grandes secciones. En la
primera parte se elabora el diagnóstico del Sistema Público de Pensiones, mientras que en la
segunda se analiza el SPP. Al interior de cada una de estas secciones, se describen aspectos de
normatividad, requisitos para la obtención de prestaciones, tipos de riesgos coberturados, años
de aportación, edad de jubilación, fórmula de cálculo de la prestación y tasa de aportación,
entre otros aspectos. Adicionalmente, se discute la situación financiera y económica por la que
atraviesan estos sistemas previsionales, así como su problemática de corto y mediano plazo.
Hacia el final de cada sección, se detallan las medidas adoptadas por el Ejecutivo y las
propuestas en discusión para mitigar los problemas existentes. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>I. EL SISTEMA PÚBLICO DE PENSIONES </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>1. Breve Descripción del Sistema </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>1.1. El Régimen del Decreto Ley No. 19990 o SNP </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Este sistema beneficia a los trabajadores sujetos al régimen de la actividad privada
(Ley No. 4916 – Decreto Leg. No. 728), a los obreros (Ley No. 8433) y a los
funcionarios y servidores públicos bajo el régimen de la actividad pública (Ley No.
11377/ Decreto Leg. No. 276) no incorporados al Régimen del Decreto Ley No.
20530. Es un sistema de reparto, el cual tiene como característica principal el
otorgamiento de prestaciones fijas - sobre contribuciones no definidas - en valor
suficiente para que la aportación colectiva de los trabajadores financie las pensiones. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En la actualidad, este sistema es administrado por la Oficina de Normalización
Previsional (ONP). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Las prestaciones que otorga el SNP son cinco: (1) jubilación; (2) invalidez; (3) viudez;
(4) orfandad; y (5) ascendencia. A continuación, se detallan algunos aspectos de éstas. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: x-small;">1 Adicionalmente, existen regímenes pensionarios como el del personal militar y policial de la Fuerza Armada y Fuerzas
Policiales y la Caja de Beneficios Sociales del Pescador.</span></i></b></p><p><b><i>1.1.1. Pensión de jubilación: </i></b></p><p> <span style="font-size: x-large;"><b><i><a href="https://www.mef.gob.pe/contenidos/pol_econ/documentos/sistemas_pensiones.pdf">VER MÁS AQUÍ</a></i></b></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-38515336808305787102022-07-19T13:40:00.004-07:002022-07-19T13:47:55.028-07:00RECORDANDO A CARMENCITA POR el día de SUS CUMPLEAÑOS<p> </p>
<iframe width="560" height="315" src="https://www.youtube.com/embed/hW0vBaz9bS8" title="YouTube video player" frameborder="0" allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen></iframe>
Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-10350540139738782272022-05-17T06:33:00.004-07:002022-05-17T08:47:43.885-07:00ENSAYOS DE INTERPRETACIÓN DE LA ECONOMÍA PERUANA<p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>Presentación </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>En esta colección de artículos, el profesor Félix Jiménez presenta una parte de sus
estudios realizados en las décadas de los ochenta y noventa sobre el proceso económico peruano. Dichos estudios tienen como característica general basarse en la
experiencia previa y, más específicamente, en series de tiempo que le permiten al
autor establecer pautas de evolución económica desde mediados del siglo pasado.
El diálogo es al pie de las circunstancias; con la coyuntura y con las políticas de las
dos décadas finales del siglo XX, de ahí su carácter de ensayos. </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>Vistos en su conjunto, los trabajos publicados por el profesor Jiménez combinan
análisis económico, sustentaciones econométricas, visiones históricas y panoramas del pensamiento económico. De esa manera, nos ofrece transparentemente
casi todos los elementos que configuran su original pensamiento y sus opciones
en el campo de la política económica. En la medida en que los ensayos son eso,
ensayos, constituyen también un aspecto de su itinerario autobiográfico y no tienen por qué reflejar necesariamente cada uno de sus actuales puntos de vista. Lo
permanente en él nos parece que es su gran ambición intelectual pues los argumentos se basan en teorías que buscan juntar corto y largo plazo, lo estructural y
coyuntural, el relato y lo econométrico. Después de todo, las teorías son apoyos
para decir lo que se desea y no el objetivo de la exposición. En acuerdo o desacuerdo, y como es natural hay materia para ambos, estos trabajos del profesor Jiménez
colman las expectativas de quienes buscan argumentación sustentada en evidencias e hipótesis de interpretación con trasfondo que trasciendan en profundidad el
mero recital de los sube-y-baja propio de comentaristas periodísticos. </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>En esta presentación vamos a recoger lo que a nuestro juicio son las ideas importantes más reiteradas en los diversos capítulos con la finalidad de ensayar un
resumen y motivar a la lectura del conjunto o de algunas de las partes del libro.
No vamos, por tanto, a reseñar cada una de las cuatro partes y menos aún cada capítulo. Preferimos aprovechar la confianza que nos brinda el profesor Jiménez
para arriesgar un modo de entender la argumentación central, el tronco conceptual, sin pretender un análisis de sus interesantes y valiosas derivaciones. </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>En la medida en que son ensayos al calor del momento económico y político en
el que se escriben y que tienen cierta autonomía unos de otros, es natural que las
hipótesis de interpretación y las tesis del autor sean reiteradas en distintos capítulos. Pero como ya indicamos, el libro no es mera interpretación, también es sustentación econométrica de lo que se afirma y, en ese sentido, es un buen material
para acompañar talleres universitarios de investigación. </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>Vayamos al grano. El «personaje» económico del libro es la industria manufacturera. El sector configura un territorio intermedio, mesoeconómico, y está vinculado por un lado con el de la política macroeconómica y por otro con el de la
innovación tecnológica. Es en ese sector donde están para el autor las claves de
la argumentación y también las esperanzas de progreso económico de los peruanos. Más específicamente, es la industria durante dos momentos: el previo a las
reformas de Fujimori que es el período que se analiza más y, en segundo lugar,
la industria tras los cambios que sufre en los noventa debido particularmente a la
nueva política cambiaria y comercial. Estos cambios significan el paso de una industria manufacturera que lidera la evolución agregada de la economía doméstica
a otra que es subordinada al dinamismo de la inversión directa extranjera asentada en el sector exportador de materias primas. La realidad económica cambia y
obliga a todo investigador con respaldo empírico a adecuar sus enfoques. Por eso,
cronológicamente, los ensayos elaborados pacientemente por el profesor Jiménez
pueden ser vistos como un proceso que comienza con la crítica a la industrialización todavía vigente en los ochenta, sigue con la valoración de ciertos aspectos
de tal proceso y termina con la crítica a su desmantelamiento desde la primera
mitad de los noventa. Siendo ese el proceso organizador de los ensayos debemos
detenernos en él e ilustrarlo con diversas citas. </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>La industrialización es resultado de una crítica a la exportación tradicional como
motor del crecimiento económico. Así, «Mientras las exportaciones tradicionales
perdieron su papel dominante en la explicación de los ciclos y del crecimiento a
largo plazo, el proceso de industrialización configuró una estructura productiva
nacional crecientemente dependiente de importaciones no sólo de insumos y bienes de capital sino también de bienes finales de consumo» (pp. 272-273). Desde
entonces, la dinámica del crecimiento del producto, nos indica Jiménez, es endógena pero también defectuosa. </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>De estas dos características se pueden derivar muchos otros problemas de la economía peruana. Una manera sintética de expresarlo, entre muchas a lo largo del
libro, es la siguiente: «Los obstáculos al desarrollo no se encuentran en los factores
externos sino en la estructura del aparato productivo interno. Además, es el carácter no-integrado de esta estructura donde se encuentra el origen de la dependencia financiera y el predominio de la deuda pública. Y esta es la razón por la cual el
interés extranjero se encuentra en capacidad de controlar las decisiones políticas
del Estado y, por tanto, de direccionar el manejo global de la economía» (p. 239,
nota 1). De ese modo, la estructura industrial, incompleta en la medida en que no
produce una parte importante de sus insumos y bienes de equipo, es la que explica las finanzas públicas y el endeudamiento externo. En términos aún más específicos: «El desequilibrio fiscal y externo es estructural porque es consecuencia de
un modelo de acumulación que reproduce la estructura productiva no integrada
[...]» (p. 273). ¿Cómo se reproduce y expande esa estructura? Adelantemos una
respuesta antes de volver a la industria. </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>Si la fotografía de presentación es la de una industria no integrada, el mecanismo
que preside su movimiento es el tamaño y evolución del mercado. Se inscribe en
el son de la gran afirmación inicial de Adam Smith acerca del efecto de la extensión del mercado sobre la división del trabajo. Para recordarnos la estirpe conceptual a la que pertenece, Jiménez recurre a un autor muy reconocido en general
pero especialmente influyente en las corrientes no ortodoxas del pensamiento
económico. «Las denominadas leyes de Kaldor y Verdoorn rigieron el proceso de
crecimiento durante el período 1950-1980: en el corto y en el largo plazo, el crecimiento del sector manufacturero fue fundamental para incrementar el producto,
el empleo y la productividad» (p. 57).1 </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>Para el autor, el sector manufacturero de la época de la sustitución de importaciones es el «motor» del crecimiento a pesar de no ser una proporción mayoritaria
del producto interno bruto (PIB), y como ya indicamos, a pesar también de ser una
estructura incompleta y por ello dependiente de insumos y equipos del exterior.
La sustentación de tal papel descansa a menudo en la observación de las tendencias y ciclos de la economía peruana. </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>La interacción entre la estructura industrial y la demanda es el eje teórico de los
ensayos. Intentemos resumirla. El crecimiento de la industria depende principalmente del crecimiento del mercado interno. Pero el dinamismo de ese sector
manufacturero no integrado tiene consecuencias particulares sobre la demanda
efectiva en la economía doméstica. Al no contar con actividades productoras de
insumos y bienes de capital, el efecto multiplicador de la inversión industrial sobre la demanda interna se «exporta» ya que se convierte en una proporción apreciable en importaciones de esos bienes. Se llega así a una situación inviable de
pérdida de dinamismo que tiene que ser respondida por el Estado. </i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><span style="text-align: left;"><b><i>1 En un trabajo no incluido en este volumen Jiménez indica: «Con palabras de Kaldor, la tasa
de crecimiento de la demanda efectiva, es decir, la tasa de crecimiento de la extensión del
mercado, constituye la clave de la dinámica del sistema económico». Véase JIMÉNEZ, F. «Estado, economía y mercado: paradigmas teóricos, crisis y proyectos de modernidad en la economía peruana», en ABUGATTAS, J. et al. Estado y sociedad: relaciones peligrosas. Lima: Centro
de Estudios y Promoción del Desarrollo (DESCO), 1990, pp. 141-179.</i></b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i> </i></b></span><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">El problema es irresoluble y lleva a una serie de «arranques y frenos» que podríamos llamar excesivos y que afectan la dinámica de la inversión y el empleo. En los
términos del autor: «La administración estatal de la demanda se orientó a resolver
dos problemas inevitables en el contexto del descentramiento de la economía. Por
un lado, el problema de la insuficiencia estructural de demanda efectiva interna,
mediante el creciente déficit público y, por otro, el problema derivado del consiguiente desequilibrio de balanza de pagos mediante la disminución del déficit
público» (p. 272). Repitamos con el fin de aclarar, por si fuera necesario, el modelo
central en la propuesta de Jiménez. Tenemos entonces un factor que es la incompleta estructura industrial, que obliga al déficit fiscal porque hay que compensar
por medios públicos la insuficiente demanda generada por el sector privado debido a la «fuga» de dicha demanda al exterior. Por otro, al requerirse más importaciones, debido justamente a que la industria no produce sus insumos y bienes
de capital, el gobierno está obligado a reducir su déficit con el fin de que ocurra
lo mismo con el déficit en la balanza comercial exacerbado por la incapacidad de
producir tales bienes en el país. ¿Por donde salir del atolladero? </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">A pesar del lugar central que ocupa la demanda en su marco teórico, el autor, fiel
a su entronque estructuralista, insiste en que la salida al problema de la demanda
efectiva es estructural y consiste en resolver la no integración del aparato industrial. El carácter estructural del problema aleja al autor de las hipótesis explicativas sobre el déficit fiscal y externo basadas en las ansias expansivas estatales. Más
bien, se trata de impulsar una «reactivación selectiva orientad[a] por el principio
del centramiento de la economía» (p. 255). </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">El autor no solo no comulga con las políticas neoclásicas sino que tampoco lo
hace con un keynesianismo de libro de texto. La fuga al exterior de los beneficios
del efecto multiplicador keynesiano impide una política de expansión del gasto
público como salida a la recesión. Más bien, una expansión fiscal terminaría resultando suicida en el contexto de una estructura industrial como la que hemos
descrito. Por la moda en la que está el retorno keynesiano a propósito de la crisis
mundial vale la pena citar al autor en extenso. «[...] las políticas reactivadoras basadas en la ortodoxia keynesiana de incremento de la demanda, sea mediante el
gasto estatal o el aumento de los salarios sin cambio estructural, constituyen políticas destinadas al fracaso (piénsese en los llamados planes heterodoxos)» (p. 254)
En realidad, en un país subdesarrollado como el Perú, lo que manda es el objetivo
del autocentramiento productivo doméstico y los medios para ello son flexibles:
«La ortodoxia o la heterodoxia no se define pues en el campo de los instrumentos
de la política económica» (p. 254). </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">El reto a mediano plazo es, pues, readecuar la oferta completando la estructura
manufacturera. En lo inmediato, el autor abre diversas avenidas pragmáticas de
acción que tienen como común denominador el hecho de que apuntan hacia esa
reforma estructural. Unas son de oferta y otras de demanda. Las primeras pueden ser coyunturales o estructurales. Las más coyunturales pueden ser el control cuantitativo de importaciones u otras medidas de corto plazo. Las de más ambición estructural se orientan hacia la conformación de un «núcleo» que configura
una sustitución de importaciones de nuevo tipo. La propuesta es, pues, la creación
de un núcleo verticalmente integrado de producción de bienes de consumo masivo y de maquinaria e insumos industriales. Entre los bienes de consumo masivo
destacan los alimentos. Estamos así ante una propuesta de desarrollo industrial
basado en una parte apreciable en la agricultura. El Estado tiene un papel principal en esta reorientación sectorial de la producción y el profesor Jiménez presenta
en diversos capítulos medidas específicas al respecto. Nada reemplaza el conciso
estilo literario del autor cuando condensa un planteamiento: «Con el desarrollo
de este núcleo se modificaría radicalmente el patrón de industrialización vigente.
De un proceso por etapas se pasaría a un proceso donde la diversificación del
aparato productivo responde al crecimiento del mercado interno, a los aumentos
de la productividad sectorial y a la modificación de los patrones de consumo de
la población. Este nuevo patrón de industrialización incorporaría necesariamente
los sectores primarios, especialmente el agrícola, al proceso de crecimiento y de
acumulación de capital» (p. 147). </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">De ese modo, Estado y mercado tendrían un lugar propio. Pero el Estado no debe
ser decisivo en todos los ámbitos productivos. La propuesta es que: «Ciertamente,
no se puede polarizar, no se puede dicotomizar, no se puede plantear o sólo el
Estado o sólo el mercado. Hay que modificar sustancialmente el papel del Estado, hay que dar lugar al funcionamiento del mercado libre también, pero hay
que tomar una decisión respecto a la composición del aparato productivo para
desarrollar una plataforma productiva mínima que asegure una cierta autonomía
respecto de las fluctuaciones del mercado internacional» (p. 292). </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">Por el lado de la demanda, la propuesta es una redistribución del ingreso que
oriente el consumo hacia bienes de uso masivo y lo aleje de los bienes durables.
En esa dirección, una política salarial es importante: «El principio de que los salarios reales deben convertirse en mecanismo de transformación estructural es
el eje integrador de las proposiciones de política derivadas de nuestros trabajos
anteriores [...]» (p. 254). </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">No podemos entrar en mayores detalles sobre estos últimos puntos y debemos
avanzar a la evaluación que el profesor Jiménez hace de las reformas estructurales durante el gobierno del presidente Fujimori. Esa evaluación no es sencilla.
Por un lado, se reconoce que la sustitución del liderazgo o motor industrial por
la inversión directa extranjera en el sector primario exportador hace del crecimiento compatible con el retraso cambiario (315 y siguientes). Pero las cosas son
más complejas porque se postula la existencia de un proceso de «reprimarización»
que, quizá paradójicamente, corrige algunos defectos de la sustitución de importaciones espúrea sin resolver los problemas estructurales de fondo. La reducción
del peso de la industria tras la apertura ocurre a costa de la criticada industria de
bienes durables. Lo que pretendía hacer el nuevo gobierno, con una política de demanda selectiva lo habría hecho con retraso cambiario y reducción de aranceles.
«La drástica apertura comercial que acompañó al ajuste “fujimorista”, ha eliminado prácticamente el liderazgo de aquellas industrias que, en lo fundamental, se
dedicaban a la producción de bienes de consumo durable y eran, como se sabe,
fuertemente dependientes de importaciones» (p. 301). Aún así, el autor considera
que continuará el estrangulamiento externo (véase p. 315 y siguientes). </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">Las reformas del presidente Fujimori impulsaron pues un movimiento pendular
que rompe la endogeneidad del proceso sustitutivo de importaciones. En palabras del autor: «Con el modelo sustitutivo de importaciones, a pesar de su carácter espúreo, se endogenizó el origen del crecimiento y de los ciclos económicos,
después de varias décadas de predominio del modelo primario exportador» (p.
292). Este predominio tras las medidas del gobierno del presidente Fujimori vuelve a hacer al crecimiento económico directamente dependiente de las circunstancias internacionales que determinan tanto la inversión directa extranjera como los
términos de intercambio. </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">La experiencia en los noventa también lleva al profesor Jiménez a apreciar ciertos
rasgos del proceso industrial que no emergieron en análisis anteriores, por lo menos con similar fuerza. Una expresión de las esperanzas que esa industrialización
generaba en el autor a pesar de todos sus defectos es la siguiente: «Aunque la industria manufacturera peruana no desarrolló una plataforma exportadora sólida,
ni logró completar las articulaciones básicas en su interior y con el resto de sectores, la presencia de flujos de comercio intraindustriales y la existencia de algunas
actividades manufactureras con contribuciones positivas a la balanza comercial,
nos indicaban que, por lo menos hasta fines de la década de los 80, existían posibilidades de potenciación simultánea de su capacidad exportadora y de producción
competitiva para los mercados interno y externo. Estas posibilidades se truncaron
con la política macroeconómica aplicada desde 1990» (p. 156). En efecto, sus estudios sobre la competitividad industrial internacional mostraron «la presencia de
flujos de comercio intraindustriales y la existencia de algunas actividades manufactureras con contribuciones positivas a la balanza comercial» (p. 156). Estas son
justamente las actividades que se frustran en los noventa. En realidad, concede
el autor, se habría eliminado la parte más dinamizada por la sustitución espúrea,
el ensamblaje de bienes durables. Pero también algunas de las competitivas por
haber mostrado ser exportadoras y con coeficientes de importación menores al
promedio. En términos coloquiales, se habría tirado al bebé recién bañado con
el agua sucia de la bañera. Pero también reconoce el autor que con la apertura
del mercado toman nuevo dinamismo algunas industrias alimentarias, eso sí, las
menos transables. </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">En estudios posteriores (p. 167 y siguientes), el autor se ratifica en el carácter reprimarizador del programa económico durante el gobierno de Fujimori. La nueva
estructura económica se basaría, pues, en exportación de recursos naturales y en
producción de no transables internacionalmente. Sin duda, el autor nos debe nuevos estudios de la estructura industrial y su dinamismo tras ahora veinte años de
la reforma neoliberal. </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">Como hemos indicado arriba, el atraso cambiario y la apertura comercial que
fueron claves para reducir la inflación, desestimularon la producción de bienes
industriales transables internacionalmente. En sus términos: «A nuestro juicio el
éxito de la política antinflacionaria se sustenta en el atraso del tipo de cambio y
en la liberalización de las importaciones» (p. 316). Además, por esa vía, «terminó
con la manipulación de los mark-ups propiciada por la elevada e indiscriminada
protección correspondiente al sistema anterior» (p. 317). </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">La investigación con soporte empírico no puede alejarse mucho de la trayectoria
de las variables y eso sucede con el profesor Jiménez. Por eso, una sorpresa a
propósito de la economía en los noventa es la ruptura del nexo clásico entre los
déficit fiscal y comercial, los déficit gemelos. Se registra, en efecto, un espectacular
déficit comercial y de cuenta corriente sin pérdida de reservas internacionales y
con superavit fiscal (véase p. 315 y siguientes). La enorme entrada de capitales y
la recaudación por privatizaciones posibilitaría, por lo menos por un tiempo, la
postergación de las restricciones al crecimiento provenientes de la no integración
de la estructura industrial. Subsiste, pues en el autor, la vieja desconfianza latinoamericana en el modelo de exportación primaria. </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hay otros aspectos que justificarían una mayor extensión de esta presentación
introductoria, pero no debemos agotar al lector. Por ejemplo, la ausencia de relación entre déficit fiscal e inflación está también relacionada con la tendencia a
generar déficits externos resultantes de la estructura manufacturera no integrada.
La crítica del profesor Jiménez a la ortodoxia estabilizadora de precios basada en
devaluaciones «correctivas» parece seguir incólume tras el reconocido éxito antiinflacionario del gobierno de Fujimori. Pero, como hemos reiterado, para el autor,
la restricción externa es más resultado de una deficiencia de oferta de bienes manufacturados que de un exceso de demanda agregada. </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">El libro que presentamos es previo cronológicamente y de un tipo parcialmente
distinto al libro del mismo autor sobre la política económica en la primera década
del siglo actual titulado Reglas y sostenibilidad de la política fiscal. Lecciones de la experiencia peruana editado por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica
del Perú, en el 2008. Mientras en ese libro se trata de sustentar políticas en curso,
en parte diseñadas por el propio autor, en estos ensayos se presentan argumentos
diríamos desde la oposición. Obviamente, esta colección de ensayos es también claramente distinto del libro de texto Macroeconomía editado por el mismo fondo editorial. Así, los tres nos revelan un profesor Jiménez que es no solo un profesor de larga
data y amplia cultura, sino un funcionario público que argumenta con rigor técnico
y no con el apoyo de las modas, diseños institucionales y medidas de política y,
además, polemista desde fuera y muchas veces en oposición al Gobierno de turno.
No es fácil encontrar profesionales que combinen esas dotes.
Javier Iguíñiz
20 </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">Para terminar, quizá nuestros lectores habrán percibido que el libro que presentamos es poco común por muchas razones. En primer lugar, el marco teórico del
análisis es original y refleja la adaptación de modelos a la situación de países subdesarrollados. En segundo lugar, la lectura puede no ser sencilla porque un estilo
ensayista no siempre corresponde con la presentación de modelos formales que,
además, han sido materia de otras publicaciones y, en particular, de su texto sobre macroeconomía. Por eso nos hemos limitado a resumir lo mejor que hemos
podido la argumentación central que preside más o menos explícitamente todos
los trabajos recopilados y hemos indicado hacia el final las perplejidades que en
todo investigador con respeto por la realidad producen las nuevas situaciones
que pueden no encajar, por lo menos por un tiempo, en los moldes que se derivan
de la experiencia pasada. Como también hemos indicado un par de veces, siempre
esperamos nuevos estudios que reúnan en un mismo marco conceptual aspectos
estructurales y de política económica como lo hace con gran pulcritud el profesor </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">Jiménez.
Javier Iguíñiz </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i><span style="font-size: medium;">Pontificia Universidad Católica del Perú
Lima, 24 de septiembre de 2009</span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: medium;">INTRODUCCIÓN </span></i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">historia y problemas de la economía
peruana del último medio siglo </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Los artículos de este libro son el producto de investigaciones sobre la economía
peruana del último medio siglo, realizadas entre fines de los años setenta y
el año 2000. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Durante los últimos cincuenta años ocurrieron tres hechos importantes. En primer lugar, un proceso de sustitución de importaciones que formalmente se inició
con la ley de industrialización de 1959 y se agotó en menos de veinte años. En
segundo lugar, la crisis de este proceso y el derrumbe del producto bruto interno
per cápita durante el primer gobierno de Alan García (1985-1990) hasta los niveles
registrados en los años 1959-1960. Y, en tercer lugar, la restauración del modelo
primario exportador con la aplicación de políticas y reformas neoliberales desde
los primeros años de la década de los noventa. Con la restauración de este modelo
neoliberal, el producto bruto interno per cápita volvió a aumentar hasta alcanzar
su nivel registrado en 1975 recién en el 2006. La crisis internacional del año 2008,
la más profunda de los últimos setenta años, ha impactado en este modelo hasta
cuestionar su sostenibilidad o anunciar su agotamiento, tal como la crisis internacional de los años setenta y la crisis de la deuda de 1982 cuestionaron la sostenibilidad del modelo de industrialización sustitutiva de importaciones o anunciaron
su agotamiento. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Es curioso, por decir lo menos, cómo las crisis internacionales develaron las partes más débiles de ambos modelos. Por la manera como se implementó la sustitución de importaciones, la industria manufacturera enfrentó costos crecientes a
medida que avanzaba en su desarrollo. En consecuencia, los aumentos del precio
del barril del petróleo en los años setenta y la crisis de la deuda de comienzos de
los ochenta, afectaron su sostenibilidad. Por su parte, el modelo neoliberal terciarizó y reprimarizó la economía, mantuvo estancados los salarios reales, y, por lo
tanto, descuidó el desarrollo del mercado interno. Es un modelo que incubó una insuficiencia estructural de demanda interna y que se sostuvo básicamente con
impulsos externos (demanda de exportaciones —tradicionales y no tradicionales— y términos de intercambio favorables). Los actuales esfuerzos de los países
del centro de remontar la recesión y la caída espectacular del comercio mundial
originadas por la crisis financiera internacional de 2008-2009, mediante políticas
cambiarias proexportadoras, han evidenciado los límites del modelo neoliberal
peruano cuando recién se superaba el máximo nivel del producto per cápita alcanzado en 1975, año en el que se inició la crisis y el agotamiento del proceso
sustitutivo de importaciones. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Es sorprendente cómo en el último medio siglo corrimos y cambiamos mucho
para permanecer en el mismo sitio. Pero, este resultado de cambiar todo para no
cambiar, ¿tiene explicación? ¿Cuál es la constante económica o sociopolítica en
medio de tanta mutación que ha impedido el desarrollo del país? Este no es el
lugar para responder exhaustivamente a esas preguntas, aunque se puede adelantar la hipótesis de la permanencia de intereses oligárquicos en coaliciones sociopolíticas que mutaron de representantes pero que siempre ejercieron el poder en
su provecho y en contra de los intereses de la nación y de las grandes mayorías. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>En esta introducción deseamos únicamente narrar con qué preguntas iniciamos,
desde fines de los años setenta, un conjunto de investigaciones orientadas al objetivo de comprender el funcionamiento de la economía, sus modos de crecer y
sus límites. En este libro se incluyen algunas de estas investigaciones que desarrollamos en ambientes de trabajo inmejorables como son el Centro de Estudios
para el Desarrollo y la Participación (CEDEP) y el Departamento de Economía de
la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Los artículos de este libro están ordenados por temas. La primera parte reúne
tres artículos sobre inflación, tipo de cambio y desequilibrios macroeconómicos.
La segunda, incluye cuatro artículos que tratan del papel de la industria manufacturera como generadora de crecimiento económico, de su competitividad y
desempeño en el comercio internacional, y de los efectos desindustrializantes de
las políticas neoliberales. La tercera, agrupa tres textos que analizan los temas
del ahorro, la inversión, los ciclos y las restricciones al crecimiento económico.
La cuarta y última, contiene cuatro artículos de nuestras investigaciones sobre el
Estado, mercado y los efectos de las reformas neoliberales. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Sin embargo, es importante señalar que este orden no es el mismo con el cual
emprendimos las investigaciones y que es el que seguiremos en el desarrollo de
esta introducción. El método de exposición nunca es igual al método de investigación. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Empezamos en 1980 preguntándonos ¿qué sector económico lidera el crecimiento
y de dónde proviene la demanda que impulsa y sostiene este crecimiento? La
respuesta se encuentra en el artículo: «Perú: la expansión del sector manufacturero
Introducción
23
como generadora de crecimiento económico y el papel del sector externo» (1982),
y es el primero de la Parte II de este libro.1
El motor del crecimiento era la industria manufacturera. Los sectores terciarios funcionaban como auxiliares y se
expandían bajo su liderazgo. La industria manufacturera crecía impulsada por la
demanda y su expansión daba lugar a aumentos agregados de la productividad.
Cuanto más rápido crecía la manufactura más crecía el producto bruto interno
(PBI) y las mayores tasas de crecimiento del PBI aumentaban la productividad
debido a la existencia de rendimientos crecientes. Las leyes de Kaldor y Verdoorn,
basadas en la teoría del crecimiento de Adam Smith, se cumplían en la economía
peruana de los años 1950-1980. Pero, como la industria manufacturera no tenía
ni tiene un sector local productor de insumos, bienes de capital y tecnologías,
su liderazgo enfrentaba límites por el lado del sector externo. La inversión privada generaba capacidad productiva, pero exportaba demanda a los mercados
internacionales en forma de importaciones de bienes de capital. Esta pérdida de
demanda se compensaba con el gasto corriente del Estado que no generaba capacidad productiva. Así, en la economía peruana, los asalariados gastaban y gastan
lo que ganan, mientras que los capitalistas ganaban lo que gastaba el Estado. El
crecimiento económico de esos años fue, entonces, acompañado inexorablemente
por déficits públicos y externos, junto, por lo tanto, a una deuda pública externa
creciente. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>¿Cómo operaba el límite externo sobre el crecimiento económico? ¿Podía operar
este límite sin un evento externo negativo? La respuesta está en el artículo «La
balanza de pagos como factor limitativo del crecimiento y el desequilibrio estructural externo de la economía peruana» (1984), y es el primero de la Parte III de este
libro.2
La balanza de pagos restringe la tasa de crecimiento del PBI al limitar el
crecimiento del nivel de demanda al que la oferta se puede adaptar. El aumento
de la producción incrementa las importaciones y genera un déficit en la cuenta
corriente de la balanza de pagos que desemboca en una crisis obligando a desacelerar el crecimiento de la demanda y a depreciar la moneda. Lo que cae es el gasto
público. La política fiscal es la política de stop and go. La novedad, además, es que
el límite externo genera un centro de gravedad constituido por las tasas de crecimiento teóricas del PBI, que equilibran la cuenta corriente de la balanza de pagos, alrededor de las cuales fluctúan las tasas de crecimiento del PBI observadas.
Este es el resultado de un proceso de sustitución espurio que, como acrecienta los
costos de producción, requiere de mayor protección, dando lugar a una industria
que, en conjunto, no es competitiva en los mercados internacionales. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span><b><i>1 Parte II: Desempeño de la industria manufacturera: del Estado proteccionista al Estado neoliberal. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"></span></p><p style="text-align: justify;"><span><b><i>2 Parte III: Ahorro, inversión, ciclos y las restricciones al crecimiento económico. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span><b><i>Culminada esta investigación, lógicamente la siguiente pregunta tiene que ver
con el efecto de esta forma de crecer en el comportamiento de la inversión privada. Si el proceso de crecimiento en el período de industrialización sustitutiva no
se apoya en un crecimiento sostenido de la demanda interna privada, la inversión </i></b></span><b style="font-size: large;"><i>privada como porcentaje del PBI debe fluctuar alrededor de una tendencia hacia
el estancamiento. Este es el artículo «El comportamiento de la inversión privada
y el papel del Estado: notas sobre la acumulación de capital en una economía
no-integrada» (1987), y es el segundo de la Parte III. La demanda, como era de
esperarse, influye en la inversión privada, en el corto y largo plazos, así como la
competencia entre capitalistas. La influencia de la competencia es sugerida por
Kalecki y Stendeil para economías maduras y nosotros la formulamos como hipótesis para economías no integradas. La inversión privada responde a los impulsos
de corto plazo de la demanda; no tiene un horizonte sostenido de largo plazo
que es lo único que haría posible emprender cambios tecnológicos importantes
mediante las inversiones privadas. Si la demanda no crece sostenidamente en el
tiempo, entonces la inversión privada tiende a estancarse como proporción del
PBI. Esto es parte de los problemas estructurales de una economía con débiles
articulaciones sectoriales y que carece de un sector local productor de insumos y
bienes de capital. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Ahora bien, el origen del estancamiento de la inversión privada, ¿no estará, como
sostiene la teoría económica ortodoxa, en la insuficiencia de ahorro doméstico
debido a la recurrente generación de déficits fiscales? La respuesta a esta interrogante está en el artículo «Ahorro, inversión y crecimiento: una crítica a la concepción ortodoxa», publicado en 1988, y aparece como el tercero de la Parte III. La
teoría keynesiana enseña que, a corto plazo, la inversión genera su propio ahorro,
mientras que las teorías ortodoxas keynesiana y neoclásica sostienen que a largo
plazo el ahorro determina la inversión. Esta dicotomía desaparece en una economía donde su crecimiento de largo plazo está limitado por la demanda. Si este
no fuera el caso, entonces las tasas teóricas de crecimiento resultantes de invertir
todo el ahorro doméstico, o todo el ahorro neto de los pagos de servicios de la
deuda, serían menores que las tasas de crecimiento observadas. Lo que muestra
la evidencia empírica, sin embargo, es que las tasas de crecimiento observadas
fueron sistemáticamente menores que aquellas tasas de crecimiento construidas
bajo el supuesto de transformación de todo el ahorro doméstico en inversión. Por
lo tanto, el ahorro no es restricción al crecimiento. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>De acuerdo con las investigaciones mencionadas hasta aquí, el modelo sustitutivo
de importaciones transitaba hacia una crisis de agotamiento, si no se replanteaban
las políticas de industrialización con el objetivo de hacer de la manufactura una
actividad más competitiva y menos dependiente de importaciones y del gasto
fiscal. Modernizar la economía mediante el desarrollo industrial, complementado
en los años setenta con una política de promoción de exportaciones no tradicionales, era un planteamiento correcto. Pero el camino que se escogió desde el inicio
del proceso sustitutivo fue equivocado, se descuidó el desarrollo de los mercados
internos al no expandirse la infraestructura económica y social, así como el desarrollo de la industria de insumos manufacturados y de bienes de capital, por
ejemplo, para la agricultura. Tampoco se impulsó el desarrollo de los mercados
de financiamiento para las inversiones privadas nacionales mediante emisiones
Introducción
25
y transacciones de deudas en moneda local. Este camino equivocado dio lugar a
una inserción ineficiente en las corrientes del comercio internacional de manufacturas. En consecuencia, el proceso de industrialización, en lugar de culminar
con una modernización exitosa, en los años ochenta entró en una profunda crisis
cuando se elevaron las tasas de interés internacional y se secaron los recursos
externos para financiar los déficits de la balanza de pagos. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Para los economistas neoliberales, la crisis que empezó en 1976 y se prolongó hasta
comienzos de los años noventa, tuvo su origen en el intervencionismo estatal que
habría distorsionado el mecanismo de precios y provocado, por lo tanto, desequilibrios internos y externos que terminaron bloqueando el crecimiento económico
de largo plazo. Específicamente se decía que la protección generó una industria
ineficiente e incapaz de competir con precios en los mercados internacionales,
y cuya expansión o reactivación daba lugar a déficits externos. Además, se argumentaba que los estímulos de demanda efectuados con los gastos del Estado
agravaban aún más la brecha externa, al generar tasas de crecimiento superiores
a las permitidas por el ahorro interno. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Sobre la base de este diagnóstico se implementaron políticas de libre mercado y
restrictivas para abatir las crisis del sector externo y los procesos inflacionario-recesivos de fines de los años setenta y de los años ochenta, asociadas a la crisis del
modelo sustitutivo de importaciones. Los artículos de la primera parte responden
al diagnóstico en el que se sustentaban estas políticas estabilizadoras y de libre
mercado. En el primer artículo «Inflación, déficit público, desequilibrio externo y
crecimiento económico: una crítica al enfoque monetarista», publicado en 1987, se
critican las políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI), su concepción de la
inflación, su rechazo a la intervención económica del Estado y sus hipótesis sobre
el origen del desequilibrio externo. No había evidencia empírica de una relación
causal unidireccional entre el déficit público y la inflación. En el artículo se proporciona una explicación alternativa de los movimientos conjuntos y, en el mismo sentido, de los déficits público y externo. En una economía con insuficiencia
estructural de demanda, debido a su carácter no integrado, es necesaria la intervención del Estado para inyectar demanda, pero la expansión de la demanda está
limitada por las restricciones que impone al crecimiento el desequilibrio externo.
Se concluye con una propuesta de cambio estructural orientado al centramiento
de la economía y sus correspondientes políticas de corto plazo. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>En el segundo artículo «Conflicto, precios relativos e inflación en una economía
estancada: el caso del Perú», publicado en 1988, se analiza la relación de la aceleración de la inflación con la crítica escasez de reservas internacionales. También
se toman en cuenta los factores institucionales que explican el comportamiento
inercial de la inflación junto con los efectos de la formación diferenciada de precios y el conflicto distributivo en la estructura de precios relativos. El artículo es
una crítica a la explicación de la inflación como resultado de exceso general de
demanda originado por déficits fiscales financiados mediante emisión monetaria. </i></b><b style="font-size: large;"><i>De acuerdo con esta misma explicación, la crisis de divisas es resultado del intento estatal de crecer a una tasa superior a la que permite el ahorro interno. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Por último, en el tercer artículo de la primera parte, «Devaluación, tipo de cambio real, inflación, salario real y exportaciones», publicado en 1990, se analiza la
efectividad de las medidas ortodoxas de ajuste. Una de estas medidas que forma
parte del paquete de estabilización del FMI es la devaluación. Se muestra que su
influencia en el crecimiento de las exportaciones es poco significativa, pues lejos
de provocar un aumento en el tipo de cambio real, agudiza el proceso inflacionario. Como se sabe, el paquete del FMI incluía, además, la congelación de sueldos y
salarios junto con las políticas fiscal y monetaria restrictivas. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>La crisis de la deuda y el agotamiento del proceso sustitutivo hicieron inevitable la
aplicación recurrente de políticas de contracción de la demanda interna. El resultado fue un largo período de estancamiento económico que facilitó la aplicación
de las reformas estructurales (privatización de empresas públicas, desregulación
del mercado laboral, etcétera) como parte del recetario del llamado Consenso de
Washington. Estas políticas se aplicaron primero asociadas al Plan Baker y al Plan
Brady, y después, en 1989, se incorporaron como parte del recetario del Consenso
de Washington caracterizado por su sesgo a favor del libre mercado y su rechazo
al intervencionismo estatal y al modelo sustitutivo de importaciones. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>El fracaso del proteccionismo industrialista y el desastre económico del primer
gobierno de Alan García, junto al retorno del crédito internacional en un contexto
de libre movilidad de capitales —ya se había abandonado desde la primera mitad de los años setenta el sistema de Bretton Woods—, permitió la aplicación, en
los años noventa, de las políticas y reformas del Consenso de Washington. Nos
preguntamos entonces si, a pesar del carácter espurio del proceso sustitutivo, la
industria manufacturera desarrollada en las décadas de los años sesenta y setenta tenía algunas actividades con capacidad de resistir la apertura o de competir
con las importaciones. La respuesta está en el artículo «Industrialización, comercio y competitividad en el Perú», publicado en 1990 y aparece como el segundo
de la Parte II de este libro.3
Se analiza de manera exhaustiva el desempeño de
las actividades económicas en el comercio exterior, haciendo especial énfasis en
las actividades que conforman la industria manufacturera, identificando en ellas
la existencia de los intercambios intraindustriales y la importancia de los rendimientos crecientes a escala en la explicación de los flujos comerciales y su competitividad internacional. Aunque se encuentra que aún predomina el comercio
interindustrial, este no se explica en términos de las ventajas comparativas como
sugiere la teoría del comercio tradicional. Como conclusión general, en este artículo también se describe someramente el contenido y las posibilidades de un
nuevo proceso de industrialización. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>3 Parte II: Desempeño de la industria manufacturera: del Estado proteccionista al Estado neoliberal.
Introducción
27 </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>En los dos últimos artículos de la segunda parte —«Notas sobre la desindustrialización reciente y la necesidad de nueva política industrial» (1996) y «Liberalización, reestructuración productiva y competitividad en la industria manufacturera
peruana de los años noventa» (1999)— se dan cuenta de los efectos desindustrializantes de las reformas efectuadas en los años noventa. Estas reformas reprimarizaron la economía y truncaron la posibilidad de un nuevo proceso de industrialización, al hacerle perder liderazgo y competitividad a actividades importantes
del sector manufacturero y mantener la tendencia al estrangulamiento externo de
la economía. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>La cuarta parte, la última de este libro, contiene investigaciones sobre la relación
entre el Estado y el mercado, los efectos de las políticas neoliberales en el sector
externo y los límites del nuevo modelo de crecimiento neoliberal. El primer artículo «Modernización, mercado, Estado y crisis en el Perú», publicado en 1993,
analiza el cambio de paradigma conceptual y de política económica luego de la
crisis de los años setenta, mediante el abandono del consenso postkeynesiano en
el centro y del consenso industrialista-modernizador en la periferia. Es la crisis
del Estado del Bienestar en el centro y del Estado Desarrollista en la periferia, y
que abre el camino a la globalización del libre mercado. Con la imposición de las
políticas del Consenso de Washington termina la separación de los roles del FMI
y del Banco Mundial, cuando se introdujeron el Extended Fund Facility y el Structural Adjustment Facility, ambos orientados a afectar la oferta agregada mediante la
desregulación de todos los mercados. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>El segundo artículo «La reciente reactivación y los efectos del ajuste liberal: ¿continuidad o ruptura?», publicado en 1993, analiza críticamente las consecuencias
del ajuste neoliberal y las perspectivas del plan de reactivación del régimen fujimorista. La reactivación estuvo asociada al crecimiento de las actividades primarias, de la industria manufacturera procesadora de recursos primarios y de la
industria de la construcción que, junto con la inversión pública y privada en este
tipo de actividad, lideraron dicho proceso. La reactivación no fue generalizada ni
fue impulsada por la demanda interna. Por lo tanto, advertimos sobre la precariedad de este estilo de crecimiento, altamente dependiente de estímulos externos. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>El tercer artículo «Perú 1950-1995: algunos efectos del proceso de ajuste en la balanza de pagos y el crecimiento», publicado en 1995, es un balance del ajuste en
el sector externo y en los factores que explican el crecimiento económico de largo
plazo, y una evaluación del papel restrictivo sobre el crecimiento del déficit externo. Con el carácter reprimarizador del proceso de ajuste y cambio estructural
el sector manufacturero perdió importancia para impulsar el crecimiento. El liderazgo es asumido por los sectores primarios de exportación y de servicios, impulsados por la inversión extranjera. Con este patrón de acumulación, los aumentos
significativos de las importaciones conducen a la crisis de la balanza de pagos.
Destacamos que, dependiendo de lo que ocurra con las exportaciones, el crecimiento económico iniciado en 1993 podía chocar más temprano que tarde con el
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conocido cuello de botella externo. El peligro de una profunda crisis económica y
financiera ante un eventual shock externo adverso, dado el grado de dolarización
de la economía, era evidente. Y ciertamente esto ocurrió con el impacto de la crisis
asiática y rusa de 1997-1998.
El último artículo, «El modelo neoliberal peruano: límites, consecuencias sociales y perspectivas», fue publicado en el 2000. En este se analizan críticamente
las características del crecimiento económico de los años 1993-1997 y los efectos
financieros y recesivos de la crisis internacional de los años 1998-1999. Esta crisis
puso en evidencia la precariedad del modelo de crecimiento basado en impulsos
externos y en el crédito en dólares al sector privado —empresas y familias— con
ingresos en moneda nacional. En el artículo también se señala que los límites del
modelo económico neoliberal se encuentran: a) en el patrón de acumulación de
capital y la estructura productiva configurada en los últimos nueve años; y, b) en
su incapacidad para superar sus propios costos sociales (en el empleo, los ingresos, la seguridad social, la pobreza, etcétera). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Por último, también se señala que
no siendo el crecimiento resultado de las políticas y ajustes neoliberales, estas, tal
como se concibieron y aplicaron, eran ineficaces para combatir la recesión.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>En los años 2001-2006 hubo un intento de cambio de rumbo, pero se concentró
solo en la política macroeconómica, monetaria y fiscal, que permitió configurar
precios relativos favorables a la producción de bienes transables. Pero, de lo que
ocurrió en los años 2001-2009 se da cuenta en otros artículos e investigaciones
que no se incorporan en este libro. La radicalización del modelo neoliberal por
el actual gobierno de Alan García ha hecho que la economía peruana sea más
dependiente de la economía internacional y más vulnerable a los shocks externos
adversos; pero también ha intensificado la insuficiencia de demanda efectiva interna que impide sostener el crecimiento con independencia de impulsos externos. El modelo primario exportador impuesto en los últimos veinte años, al igual
que el de los años cincuenta, no es capaz de generar y multiplicar suficientes
puestos de trabajo, ni ha dado señales de haber iniciado un proceso de reestructuración productiva orientado a resolver los viejos problemas fundamentales de
la economía. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Como en la época del fujimorismo, durante el actual gobierno de Alan García se
ha continuado con la dolarización y la apreciación cambiaria revirtiéndose así el
intento de mantener precios relativos favorables a la producción de bienes transables. La dolarización y la apreciación cambiaria, junto con las rebajas arancelarias,
han vuelto a configurar precios relativos contrarios a la industria y, en general, a
la producción de bienes transables internacionalmente. También se ha erosionado
el papel de la demanda privada interna al mantener los sueldos y salarios reales
de obreros y empleados estancados durante cerca de dos décadas. La estructura
de precios relativos ha favorecido la producción exportable tradicional primaria
con ventajas naturales y la producción de bienes y servicios no transables, como la
construcción y el comercio, sectores sensibles al crédito doméstico. Por otro lado,
Introducción
29
el estancamiento de los salarios y la abundancia de mano de obra no calificada
han favorecido el crecimiento de las exportaciones no tradicionales. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Pero, los problemas estructurales siguen intocados; es la otra cara de la permanencia de los intereses oligárquicos de una coalición sociopolítica que usufructuó del
poder afectando a la inmensa mayoría de la población. ¿Cuáles son estos problemas? En primer lugar, las difíciles condiciones en las que vive la mayoría de la población, condiciones que son peores que las que prevalecieron en los años sesenta
y setenta. No hay suficientes oportunidades de empleo. La situación social está
caracterizada por la permanencia de altos porcentajes de subempleo, informalidad y pobreza. El 77.1% de la población económicamente activa (PEA) del 2008,
que asciende a 14.7 millones, trabaja en empresas de 1 a 10 trabajadores y percibe
un ingreso mensual promedio de aproximadamente 600 soles. Las oportunidades
de empleo y los niveles de ingresos son insuficientes. En segundo lugar, el estilo
de crecimiento produce y reproduce, simultáneamente, una estructura productiva primario exportadora y terciarizada, por un lado, y pobreza, subempleo y
bajos niveles de ingreso, por otro. Este estilo de crecimiento enfrenta límites que
le impiden autosostenerse. Por lo tanto, se trata de un problema asociado a la
tendencia de largo plazo de la economía y a la naturaleza de sus ciclos. Los ciclos
no son independientes del estilo de crecimiento. El porcentaje de la PEA dedicada
a las actividades terciarias o de servicios aumentó de 66.0% en 1991 a 72.0% en el
2008. El conjunto de estas actividades genera el 61% del PBI. Finalmente, el tercer
problema es el de la falta de articulación sectorial y la ausencia de creación de
mercados internos. El aparato productivo es básicamente especializado en exportaciones primarias como hace sesenta años. No hay conexión entre la economía,
la geografía y demografía del país. Tampoco hay una relación fuerte entre la agricultura, la minería y la industria. Ni la industrialización sustitutiva ni las políticas de mercado libre modificaron el atraso tecnológico de la agricultura; tampoco
eliminaron la marginación y estado de pobreza de la población campesina. Se
puede decir que la desarticulación sectorial y la no incorporación al desarrollo de
las regiones de la selva y sierra del país explica por qué no se crearon mercados
internos, es decir, una economía nacional de mercado. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>En suma, la economía peruana no tiene capacidad de autoexpandirse y modernizarse, su aparato productivo es estructuralmente limitado porque está dominado
por un sector primario exportador y un sector terciario con bajos niveles de productividad e ingresos, pero además es una economía sectorialmente desarticulada y espacialmente concentrada. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>La crisis internacional actual es similar a la crisis de los años 1929-1933 por sus
efectos en la modificación de la relación Estado-mercado de las economías del
centro y la periferia. Ya no habrá salida fácil para la continuación del modelo
exportador neoliberal peruano. En el marco de esta crisis y, dada la mayor conciencia democrática de la población, más temprano que tarde, la población peruana encontrará el camino intermedio al neoliberalismo e intervencionismo estatal
Félix Jiménez
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extremos, definiendo una nueva estrategia que concilie el papel del mercado y el
papel regulador del Estado en el proceso de asignación de recursos y de creación
de capacidad productiva industrial. Esta estrategia no puede ser otra que lograr
el desarrollo mediante una nueva industrialización basada en la construcción de
una economía nacional de mercado. Y será también la estrategia de la construcción definitiva de nación y de un nuevo Estado como instancia integradora y suprema de todo el pueblo. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Para terminar, quiero agradecer a Augusto Castro y a María Isabel Merino por
haber hecho posible esta publicación; y, también a Fritza Cabrera que tuvo el cuidado de compilar y poner en blanco y negro todos los artículos incluidos en este
libro. Pero mis agradecimientos no pueden terminar aquí. Debo dejar constancia
de mi gratitud al CEDEP y a su planta de directivos, en especial a mis amigos entrañables Carlos Franco, Daniel Martínez, Héctor Béjar y Francisco Guerra, todos
miembros del Comité Editorial de la revista Socialismo y Participación, de quienes
recibí inteligentes y agudos comentarios y críticas a mis investigaciones. Asimismo, mi reconocimiento a Waldo Mendoza, jefe del Departamento de Economía de
la PUCP, que dio luz verde para realizar esta publicación, y a Javier Iguíñiz que
se dio el trabajo de leer todos los artículos y escribir la presentación de este libro.
Finalmente, debo dejar constancia del pulcro trabajo de revisión del contenido de
este libro que hizo Carlota Casalino; su ayuda, que agradezco con afecto, ha hecho
más legible este texto. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Félix Jiménez
Lima, enero de 2010</i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i><a href="http://biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/pe/pe-005/index/assoc/D12524.dir/pdf_616.pdf">VER MÁS AQUÍ</a></i></b></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-25220783620544477362022-05-13T14:00:00.004-07:002022-05-13T14:10:42.891-07:00BANCO CENTRAL DE RESERVA DEL PERÚ<p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><b><i>BANCO CENTRAL DE RESERVA DEL PERÚ
1/64 </i></b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><b><i>INFORME COMPLEMENTARIO – ACTUALIZACIÓN DEL </i></b></span><b style="font-size: large;"><i>INFORME DE </i></b></p><p style="text-align: center;"><b style="font-size: large;"><i>TRANSFERENCIA DE GESTIÓN DEL BANCO CENTRAL DE RESERVA DEL PERÚ </i></b></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: medium;"><b><i>DIRECTIVA No. 006-2021-CG/INTEG </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>ÍNDICE </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>I. RESUMEN EJECUTIVO……………………………………… ............…….. pág. 2 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>II. INFORMACIÓN GENERAL DEL PROCESO DE TRANSFERENCIA DE
GESTIÓN DEL PLIEGO …..................................................................................................... pág. 3 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>2.1 Finalidad y funciones ……….…………………………….........……….…….pág. 3 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>2.2 Información General de Titular de Pliego…………………...…….........……pág. 4 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>2.3 Información de los Titulares de las Unidades Ejecutoras…......….........…… pág. 5 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>2.4 Misión, Visión, Valores, Organigrama…………….............………………… pág. 6 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>2.5 Situación y contexto que haya potencializado u obstaculizado la
consecución de su misión institucional durante el período a reportar
………………………… pág. 8 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>2.6 Resultados obtenidos al final de la Gestión……................………………… pág.14 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>2.7 Asuntos de prioritaria atención institucional…............….....……………… pág.58 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>III. SECCIÓN TRANSFERENCIA DE GESTIÓN……............................……. pág.60 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>3.1. Asuntos de prioritaria atención de los sistemas administrativos…............... pág.60 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>3.2. Servicios Básicos en locales de la Unidad Ejecutora.………................…… pág.60 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>3.3 Negociación colectiva……………………….............……….. pág.63 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>3.4 Instrumentos de gestión en proceso de elaboración o ejecución.... pág.63 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>3.5 Conflictos Sociales (de corresponder)…………………………................….pág. 64 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>3.6 Gestión Documental………………………………………….............………pág. 64 </i></b></span></p><p><span style="font-size: medium;"><b><i>I. RESUMEN EJECUTIVO </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>El objetivo de este informe es presentar los principales resultados de las políticas y
operaciones del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) durante el período 2016-
2021 en cumplimiento de la Directiva N° 006-2021-CG/INTEG, "Rendición de Cuentas
y Transferencia de Gestión en las Entidades del Gobierno Nacional", en cuanto a la
naturaleza, finalidad y funciones del BCRP establecidas en el Artículo 84 de la
Constitución Política. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Según el Artículo 84º, “El Banco Central es persona jurídica de derecho público. Tiene
autonomía dentro del marco de su Ley Orgánica. La finalidad del Banco Central es
preservar la estabilidad monetaria. Sus funciones son: regular la moneda y el crédito del
sistema financiero, administrar las reservas internacionales a su cargo, y las demás
funciones que señala su Ley Orgánica. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>El Banco informa al país, exacta y periódicamente, sobre el estado de las finanzas
nacionales, bajo responsabilidad de su Directorio. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>El Banco está prohibido de conceder financiamiento al erario, salvo la compra, en el
mercado secundario, de valores emitidos por el Tesoro Público, dentro del límite que
señala su Ley Orgánica”. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Este informe actualiza el presentado al Directorio en sesión del 8 de julio de 2021 con
datos al cierre del segundo trimestre; la presente versión, atiende el requerimiento de
un Informe Complementario contenido en el Anexo No. 6 de la Directiva No.006-2021-
CG/INTEG. Entre los resultados del período destacan: </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>a. El registro de una inflación baja y estable, con expectativas de inflación en el
rango meta de 1 a 3 por ciento. Así, entre julio de 2016 y octubre de 2021 la
inflación estuvo dentro del rango meta el 72 por ciento de los meses en curso, y
en el caso de las expectativas ello fue el 91 por ciento de las veces. Los desvíos
temporales de la inflación se explican por choques de oferta. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>b. Reducción de la dolarización, que pasó de 29,8 por ciento en 2015 a 20,1 por
ciento en octubre de 2021. Este objetivo se logró mediante el programa de
desdolarización del crédito, que busca alinear incentivos de las entidades
financieras mediante requerimientos de encaje vinculados a la evolución del
crédito en dólares, y operaciones de repo de moneda para apoyar este proceso.
Asimismo, la consolidación de una política monetaria eficiente continuó
recuperando la confianza en el uso de la moneda doméstica. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>c. La sólida posición externa se ha reflejado en la continua acumulación de
Reservas Internacionales, lo que permite a la economía contar con una alta
capacidad de respuesta para enfrentar contingencias adversas. La inversión de
las reservas siguió criterios de seguridad, liquidez y rentabilidad. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>d. Se sostuvo el flujo de crédito durante la pandemia del COVID-19, evitando así la
ruptura en la cadena de pagos y una depresión económica. El BCRP aplicó una
política monetaria expansiva sin precedentes, reduciendo la tasa de referencia
en 200 puntos básicos a su mínimo histórico de 0,25 por ciento, junto a
operaciones masivas de inyección de liquidez. Entre marzo de 2020 y enero de
2021 el saldo de operaciones de inyección de liquidez alcanzó niveles
históricos récord, incrementándose de S/ 14,8 mil millones al cierre de febrero
2020 a S/ 65,3 mil millones (9,1 por ciento del PBI) al cierre de enero 2021. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>El BCRP realizó la ampliación del estímulo monetario principalmente a través de
tres programas: Reactiva Perú, las operaciones de reporte con
reprogramaciones de carteras de créditos y las operaciones de expansión del
crédito de largo plazo. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>e. Durante la pandemia, el Banco ha logrado mantener una adecuada provisión de
billetes y monedas en la economía, pese al notable incremento de la demanda
por efectivo que generó un crecimiento de 51,5 por ciento en la circulación entre
marzo de 2020 y octubre de 2021 (S/ 31 083 millones). </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>II. INFORMACIÓN GENERAL DEL PROCESO DE TRANSFERENCIA DE
GESTIÓN DEL PLIEGO </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>2.1 Finalidad y funciones
Finalidad del Banco </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>1. De acuerdo al artículo 84° de la Constitución, la finalidad del Banco es preservar la
estabilidad monetaria. Se entiende por este mandato que el Banco busca optimizar
permanentemente las funciones del Nuevo Sol como medio de cambio, unidad de
cuenta y reserva de valor. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Para hacer operativa su finalidad, el BCRP fija una meta de inflación en el rango de
1 a 3 por ciento. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Autonomía </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>2. El mismo artículo 84° de la Constitución establece que el Banco es autónomo en el
marco de su Ley Orgánica (LO). En el artículo 3° de su Ley Orgánica se dispone
además que en el ejercicio de su autonomía así como en el cumplimiento de su
finalidad y funciones, el Banco se rige exclusivamente por su Ley Orgánica y su
Estatuto. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>3. Para sustentar esta autonomía, la Constitución establece en su artículo 86° que el
Banco es gobernado por un Directorio de siete miembros, los cuales pueden ser
removidos por el Congreso solo por falta grave. El acuerdo de remoción de
Directores requiere una mayoría de dos tercios del número legal de legisladores
(artículo 20° de la Ley Orgánica). </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Prohibiciones </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>4. La Ley Orgánica define que es falta grave aprobar medidas prohibidas por esta
misma Ley (artículos 77° al 85°): </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>a. Financiar al Tesoro o a entidades financieras estatales de fomento. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>b. Financiar a entidades financieras en mora con el Banco. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>c. Financiar a los Directores. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>d. Proporcionar financiamiento de tipo indirecto. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>e. Crear fondos de financiamiento sectorial. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>f. Obligar a la compra de títulos del mismo banco. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>g. Imponer coeficientes sectoriales de crédito. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>h. Establecer tipos de cambio múltiples. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>i. Establecer tratamientos cambiarios discriminatorios. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>j. Comprar acciones. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>k. Mantener propiedades no destinadas a sus operaciones. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Funciones del BCRP </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>5. </i></b></span><b style="font-size: large;"><i>De acuerdo a los artículos 42° al 76° de la Ley Orgánica, las funciones del Banco
son: </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>a. Emitir billetes y monedas. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>b. Realizar operaciones de mercado abierto. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>c. Recibir depósitos. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>d. Comprar y vender divisas, oro y plata. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>e. Fijar la política de créditos con fines de regulación monetaria. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>f. Determinar la política de encaje. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>g. Establecer la tasa de interés de sus operaciones. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>h. Establecer la tasa de interés tope aplicable a las operaciones ajenas del
sistema financiero. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>i. Fijar excepcionalmente la tasa de interés aplicable al sistema financiero. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>j. Suministrar servicios en entidades financieras servicios que no implican
financiamiento. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>k. Reglamentar las operaciones de compensación entre bancos. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>l. Administrar las Reservas Internacionales, tomando en cuenta los criterios de
seguridad, liquidez y rentabilidad. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>m. Celebrar convenios y operaciones de crédito con el exterior para apoyar la
balanza de pagos. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>n. Representar al País ante el FMI y el FLAR. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>o. Informar periódicamente sobre la situación de las finanzas nacionales. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>p. Transmitir su opinión a la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP sobre la
constitución de nuevas entidades financieras, sobre sus operaciones con
derivados y sobre operaciones en los sistemas de pagos. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>q. Definir los topes a las inversiones externas de las AFP. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>6. Las disposiciones para el cumplimiento de sus funciones se emiten en Circulares
que se publican en el diario oficial El Peruano. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>2.2 Información General de Titular de Pliego </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>7. El Directorio es la más alta autoridad institucional, le corresponde determinar las
políticas necesarias para la consecución de la finalidad del Banco y es responsable
de la dirección general de las actividades del Banco. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>8. Sobre los directores del BCRP: </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>a. La Constitución establece que los directores del Banco son nombrados por el
período que corresponde al Presidente de la República. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>b. No representan a entidad ni interés particular alguno y su voto debe tener en
cuenta únicamente el cumplimiento de la finalidad y funciones del Banco (artículo
11° de la LO). Por lo anterior, el origen de la designación del Director no implica
representación de un poder del Estado. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>c. Son responsables personal y solidariamente por los acuerdos que se adopte,
salvo que salven notarialmente su voto (artículo 16° de la LO). Todos los
directores están obligados a votar, salvo que haya una incompatibilidad de
intereses calificado por los demás Directores (artículo 28° de la LO y 33° del
Estatuto). Estas normas buscan la formación del consenso en las decisiones. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>d. En todos los asuntos que son sometidos a resolución, los Directores deben
contar con una propuesta sustentada de la Administración (artículo 27° de la LO).
La resoluciones del Directorio requieren cuando menos cuatro votos (Artículo
25°). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>e. El Directorio se reúne por lo menos dos veces al mes (artículo 25° de la LO). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>f. En caso no se pueda formar el quórum, se puede constituir un Comité Especial
de Urgencia con no menos de tres Directores (artículo 26° de la LO y 47° del
Estatuto). También se pueden constituir Comités Especiales Técnicos para ver
temas específicos a ser informados al Directorio (artículo 48° del Estatuto). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>g. En casos excepcionales, pueden realizarse sesiones no presenciales (Artículo
24° del Estatuto). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>9. Los miembros del Directorio son: </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Julio Velarde Flores Presidente del Directorio </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Roxana María </i></b><b style="font-size: large;"><i>Irma Barrantes Cáceres </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>José Ignacio Távara </i></b><b style="font-size: large;"><i>Martín </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Germán </i></b><b style="font-size: large;"><i>Alejandro Alarco </i></b><b style="font-size: large;"><i>Tosoni </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Diego Macera Poli </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Inés Marylin Choy Chong </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Carlos Augusto Oliva Neyra </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>2.3 Información de los Titulares de las Unidades Ejecutoras </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>10. El Gerente General tiene a su cargo la dirección inmediata del funcionamiento del
banco, tanto en su aspecto técnico cuanto administrativo, de lo cual responde ante
el Directorio. Es el jefe de todos los funcionarios y empleados del Banco. Sus
principales atribuciones y deberes son (Artículo 38° de la Ley Orgánica y 51° del
Estatuto): </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>a. Dirigir las operaciones del Banco, de acuerdo a la política general del Directorio. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>b. Proponer al Directorio las medidas necesarias para el cumplimiento de la
finalidad del banco y su buena marcha. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>c. Proporcionar al Directorio de informaciones, estudios y recomendaciones para
facilitar las decisiones de éste.
d. Representar legalmente al Banco. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>e. Proponer al Directorio la organización y estructura remunerativa del Banco. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>f. Contratar al personal necesario de acuerdo a las políticas dispuestas por el
Directorio.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i> g. Autorizar las compras de bienes y servicios menores al 3% del presupuesto del
Banco.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i> 11. A continuación la relación de funcionarios a cargo de los puestos principales de
dirección: </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Puesto Nombre </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente General (encargado) Javier Olivera Vega </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente Central de Estudios Económicos Adrián Armas Rivas </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Política Monetaria Carlos Montoro Llamosas </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Información y Análisis
Económico Teresa Lamas Pérez </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Política Económica (interino) Fernando Vásquez Sanabria </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Operaciones Monetarias y
Estabilidad Financiera
Paul Castillo Bardalez </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Operaciones Internacionales Jorge Patrón Worm </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Gestión del Circulante Javier Gutiérrez González </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente Central de Administración Javier Olivera Vega </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Recursos Humanos José Francisco Mariátegui Riglos </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Tecnologías de Información Felipe Roel Montellanos
Gerente de Compras y Servicios Arturo Pastor Porras </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente Jurídico Manuel Monteagudo Valdez </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Riesgos Marco Granadino Cáceres </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Contabilidad y Supervisión Guillermo Powzén Reaño </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Comunicaciones Jose Rocca Espinoza </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Gerente de Auditoría Oscar Solís de la Rosa </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>Secretaria General Dehera Bruce Mitrani </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="font-size: large;"><i>2.4 Misión, Visión, Valores, Organigrama</i></b></p><p><span style="font-size: x-large;"><b><i><a href="https://www.bcrp.gob.pe/docs/Transparencia/informacion-adicional/informe-complementario.pdf">VER MÁS AQUÍ</a></i></b></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-46784841981392450592022-05-07T09:02:00.000-07:002022-05-07T09:02:36.167-07:00 Robert Merton Solow<p> <span style="background-color: white; color: #333333; font-family: "Open Sans", sans-serif; font-size: 16px; font-weight: 700;">Robert Merton Solow, conocido también como Robert Solow, es un economista estadounidense, ganador del Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel, o Premio Nobel de Economía. Solow es conocido por sus aportes a la teoría del crecimiento económico.</span></p><article aria-label="Robert Solow" class="post-116558 post type-post status-publish format-standard has-post-thumbnail category-biografia category-definiciones category-historia tag-89 entry" style="background-color: white; box-sizing: inherit; color: #333333; font-family: "Open Sans", sans-serif; font-size: 16px; margin-bottom: 40px;"><div class="entry-content" style="box-sizing: inherit;"><span id="more-116558" style="box-sizing: inherit;"></span><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Robert Solow es un <a href="https://economipedia.com/definiciones/economista.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">economista</a> estadounidense, profesor universitario y catedrático. Solow nace en Nueva York el 23 de agosto de 1924. Tras un periodo en el que sirvió en el ejercito de los Estados Unidos durante la <a href="https://economipedia.com/historia/segunda-guerra-mundial.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">Segunda Guerra Mundial</a>, Solow ingresa en la universidad de Harvard con una beca. En dicha universidad logra acabar sus estudios en economía, <a href="https://economipedia.com/definiciones/sociologia.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">sociología</a> y antropología. Posteriormente, pese a conseguir una plaza de profesor en la universidad de Columbia, se traslada al Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Boston, lugar en el que acaba su doctorado, imparte cursos y conferencias, y se especializa en campos como la <a href="https://economipedia.com/definiciones/macroeconomia.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">macroeconomía</a>.</p><div class="banner banner-intext banner-video" style="box-sizing: inherit; margin: 40px auto; text-align: center;"><div id="ads_LGEZ2WD962A2" style="box-sizing: inherit;"></div></div><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Así pues, Solow, tras presentar su doctorado, se establece como profesor de economía en el MIT, una de las mejores universidades del mundo, para la cual ejerce como profesor y como miembro del equipo directivo. De la misma forma, supervisa tesis doctorales de otros reconocidos economistas, habiendo supervisado la tesis doctoral del propio <a href="https://economipedia.com/definiciones/george-a-akerlof.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">George Akerlof</a>, de <a href="https://economipedia.com/definiciones/joseph-stiglitz.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">Joseph Stiglitz</a> o <a href="https://economipedia.com/nordhaus" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">William Nordhaus</a>, todos laureados con el <a href="https://economipedia.com/definiciones/premio-nobel-de-economia.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">Premio Nobel de Economía</a>. También, junto a Paul Samuelson, reconocido economista mundial, ha estado trabajando durante más de 40 años, centrado en el estudio de la <a href="https://economipedia.com/definiciones/curva-de-phillips.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">curva de Phillips</a>, o la programación lineal.</p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Asimismo, Robert Solow ejerce como profesor para la escuela de negocios del MIT. En esta, imparte clases para alumnos de posgrado y doctorado.</p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">A lo largo de su vida, Robert Solow ha sido un economista muy reputado. Así pues, ha escrito más de 10 libros. Y ello, a la vez que su <a href="https://economipedia.com/modelo-economico" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">modelo económico</a>, el <a href="https://economipedia.com/definiciones/modelo-de-solow.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">modelo de Solow</a>, se ha convertido en uno de los pilares sobre los que se asientan muchas de las teorías más conocidas en el ámbito macroeconómico.</p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">En definitiva, debido a sus trabajos, Solow fue reconocido con el <a href="https://economipedia.com/definiciones/premio-nobel-de-economia.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel</a> en 1987.</p><h2 style="box-sizing: inherit; font-family: "Playfair Display", serif; font-size: 1.7rem; line-height: 1.2; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word;">El modelo de Solow</h2><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">El modelo económico de Robert Solow, también conocido como el <a href="https://economipedia.com/definiciones/modelo-de-solow.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">modelo de crecimiento económico de Solow</a>, es un marco teórico que trata de explicar por qué existen las diferencias de renta entre unos países y otros a través del modelo de producción. </p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Este modelo, por tanto, establece que el <a href="https://economipedia.com/definiciones/crecimiento-economico.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">crecimiento de una economía</a> se debería basar en la gestión de otra variables como la <a href="https://economipedia.com/definiciones/oferta.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">oferta</a>, la <a href="https://economipedia.com/definiciones/productividad.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">productividad</a> y la <a href="https://economipedia.com/definiciones/inversion.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">inversión</a>, y no, como solía creerse, en el resultado exclusivo de la <a href="https://economipedia.com/definiciones/demanda.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">demanda</a>.</p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Este modelo, desde hace años, se ha convertido en un modelo muy estudiado en las universidades y centros de enseñanza económica. Así pues, hablamos de uno de los pilares más destacados sobre los que se asientan muchas <a href="https://economipedia.com/definiciones/teoria-economica.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">teorías económicas</a> modernas. Todas ellas relacionadas con la macroeconomía.</p><h2 style="box-sizing: inherit; font-family: "Playfair Display", serif; font-size: 1.7rem; line-height: 1.2; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word;">Otros estudios de Robert Solow</h2><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Como comentábamos al inicio, Robert Solow, además de la economía, estudió otros campos como la sociología y la antropología. De la misma forma, desempeñó estudios en otros ámbitos como la <a href="https://economipedia.com/definiciones/estadistica.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">estadística</a> o la <a href="https://economipedia.com/definiciones/econometria.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">econometría</a>.</p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Cuando regresa de combatir con el ejercito de los Estados Unidos y vuelve a ingresar en la universidad de Harvard, en 1945, Solow comienza a estudiar. Y ello, junto con el economista y Premio Nobel Wassily Leontief, centrándose en el calculo del primer conjunto de coeficientes técnicos de las <a href="https://economipedia.com/definiciones/tabla-input-output.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">tablas input-output</a>. De esta forma, se interesa por la estadística para preparar, en última instancia, su doctorado en esta disciplina.</p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Una vez se desplaza al MIT, en 1949, comienza a impartir cursos de econometría y estadística. No obstante, de forma simultánea, comienza a introducirse en la <a href="https://economipedia.com/definiciones/macroeconomia.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; font-weight: 600; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">macroeconomía</a>. Es aquí donde comienza a estudiar con Samuelson la curva de Phillips. Centrándose en la macroeconomía, Solow desarrolla el modelo que hoy le ha llevado a ser un economista que pasará a la historia por ser uno de los reconocidos con el Premio Nobel de Economía.</p><h2 style="box-sizing: inherit; font-family: "Playfair Display", serif; font-size: 1.7rem; line-height: 1.2; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word;">Principales obras de Robert Solow</h2><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Entre las obras más destacada que posee este célebre autor, cabe resaltar las que se exponen a continuación:</p><ul style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; margin: 0px 0px 30px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px 0px 0px 40px; position: relative;"><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; position: relative;">La teoría del crecimiento.</li><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; position: relative;">El mercado de trabajo como institución social.</li><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; position: relative;">Monopolistic Competition and Macroeconomic Theory (En inglés).</li><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; position: relative;">Structural reform and macroeconomic policy (En inglés).</li><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; position: relative;">Economics for the curious (En inglés).</li><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; position: relative;">The illusion of economic stability (En inglés).</li><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; position: relative;">Work and Welfare (En inglés).</li></ul><h2 style="box-sizing: inherit; font-family: "Playfair Display", serif; font-size: 1.7rem; line-height: 1.2; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word;">Premio Nobel de Economía de 1987</h2><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">En 1987, como decíamos a lo largo del artículo y en reiteradas ocasiones, Robert Solow recibió el Premio Nobel de Economía, o conocido por su nombre oficial, el Premio del Banco de Suecia en Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel.</p><div class="wp-container-6276965a823d5 wp-block-buttons is-content-justification-center" style="align-items: center; box-sizing: inherit; display: flex; flex-wrap: wrap; gap: 0.5em; justify-content: center; margin-bottom: 30px !important;"><div class="wp-block-button" style="box-sizing: inherit; display: inline-block; margin: 0px;"><a class="wp-block-button__link" href="https://economipedia.com/definiciones/premio-nobel-de-economia.html" style="background-color: var(--mainColor); border-radius: 5px; border: 0px; box-shadow: none; box-sizing: border-box; color: white; cursor: pointer; display: inline-block; font-weight: 600; min-width: 200px; padding: 8px 30px; text-align: center; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s; width: auto; word-break: break-word;">Ver todos los ganadores del Premio Nobel de Economía</a></div></div><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">De acuerdo con el jurado, Robert Solow fue reconocido con este galardón, el más importante que puede recibir un profesional en esta disciplina, «por sus contribuciones a la teoría del crecimiento económico». Este es un reconocimiento que le lleva a estar en los anales de la historia.</p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;"></p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 20px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;"></p></div><div class="post-meta meta-footer" style="align-items: center; box-sizing: inherit; color: #666666; display: flex; flex-flow: row wrap; font-size: 0.75rem; justify-content: space-between; margin-bottom: 25px; margin-top: 15px; position: relative;"><div class="categoria" style="box-sizing: inherit; display: inline-block; margin-right: 20px;"><svg aria-hidden="true" class="svg-inline--fa fa-folder-open fa-w-18" data-fa-i2svg="" data-icon="folder-open" data-prefix="fas" focusable="false" role="img" viewbox="0 0 576 512" xmlns="http://www.w3.org/2000/svg"><path d="M572.694 292.093L500.27 416.248A63.997 63.997 0 0 1 444.989 448H45.025c-18.523 0-30.064-20.093-20.731-36.093l72.424-124.155A64 64 0 0 1 152 256h399.964c18.523 0 30.064 20.093 20.73 36.093zM152 224h328v-48c0-26.51-21.49-48-48-48H272l-64-64H48C21.49 64 0 85.49 0 112v278.046l69.077-118.418C86.214 242.25 117.989 224 152 224z" fill="currentColor"></path></svg> <ul class="post-categories" style="box-sizing: inherit; display: inline-block; list-style-type: none; margin: 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;"><li style="box-sizing: inherit; display: inline-block; list-style-type: none;"><a href="https://economipedia.com/historia/biografia" rel="category tag" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; color: #333333; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">Biografía</a></li> <li style="box-sizing: inherit; display: inline-block; list-style-type: none;"><a href="https://economipedia.com/definiciones" rel="category tag" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; color: #333333; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">Diccionario económico</a></li> <li style="box-sizing: inherit; display: inline-block; list-style-type: none;"><a href="https://economipedia.com/historia" rel="category tag" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; color: #333333; text-decoration-line: none; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;">Historia</a></li></ul></div><div class="social-share" style="box-sizing: inherit;"><div class="social-icons share" style="box-sizing: inherit;"><a class="facebook" href="https://www.facebook.com/sharer.php?u=https://economipedia.com/definiciones/robert-solow.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; color: #333333; text-decoration-line: none !important; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;" target="_blank"><svg aria-hidden="true" class="svg-inline--fa fa-facebook-f fa-w-10" data-fa-i2svg="" data-icon="facebook-f" data-prefix="fab" focusable="false" role="img" viewbox="0 0 320 512" xmlns="http://www.w3.org/2000/svg"><path d="M279.14 288l14.22-92.66h-88.91v-60.13c0-25.35 12.42-50.06 52.24-50.06h40.42V6.26S260.43 0 225.36 0c-73.22 0-121.08 44.38-121.08 124.72v70.62H22.89V288h81.39v224h100.17V288z" fill="currentColor"></path></svg> </a><a class="twitter" href="https://twitter.com/share?url=https://economipedia.com/definiciones/robert-solow.html&text=Robert%20Solow&hashtags=economipedia&via=economipedia" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; color: #333333; text-decoration-line: none !important; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;" target="_blank"><svg aria-hidden="true" class="svg-inline--fa fa-twitter fa-w-16" data-fa-i2svg="" data-icon="twitter" data-prefix="fab" focusable="false" role="img" viewbox="0 0 512 512" xmlns="http://www.w3.org/2000/svg"><path d="M459.37 151.716c.325 4.548.325 9.097.325 13.645 0 138.72-105.583 298.558-298.558 298.558-59.452 0-114.68-17.219-161.137-47.106 8.447.974 16.568 1.299 25.34 1.299 49.055 0 94.213-16.568 130.274-44.832-46.132-.975-84.792-31.188-98.112-72.772 6.498.974 12.995 1.624 19.818 1.624 9.421 0 18.843-1.3 27.614-3.573-48.081-9.747-84.143-51.98-84.143-102.985v-1.299c13.969 7.797 30.214 12.67 47.431 13.319-28.264-18.843-46.781-51.005-46.781-87.391 0-19.492 5.197-37.36 14.294-52.954 51.655 63.675 129.3 105.258 216.365 109.807-1.624-7.797-2.599-15.918-2.599-24.04 0-57.828 46.782-104.934 104.934-104.934 30.213 0 57.502 12.67 76.67 33.137 23.715-4.548 46.456-13.32 66.599-25.34-7.798 24.366-24.366 44.833-46.132 57.827 21.117-2.273 41.584-8.122 60.426-16.243-14.292 20.791-32.161 39.308-52.628 54.253z" fill="currentColor"></path></svg> </a><a class="linkedin" href="https://www.linkedin.com/shareArticle?mini=true&url=https://economipedia.com/definiciones/robert-solow.html" style="background-color: transparent; box-sizing: inherit; color: #333333; text-decoration-line: none !important; transition: color 0.2s ease-in-out 0s, background-color 0.2s ease-in-out 0s;" target="_blank"><svg aria-hidden="true" class="svg-inline--fa fa-linkedin fa-w-14" data-fa-i2svg="" data-icon="linkedin" data-prefix="fab" focusable="false" role="img" viewbox="0 0 448 512" xmlns="http://www.w3.org/2000/svg"><path d="M416 32H31.9C14.3 32 0 46.5 0 64.3v383.4C0 465.5 14.3 480 31.9 480H416c17.6 0 32-14.5 32-32.3V64.3c0-17.8-14.4-32.3-32-32.3zM135.4 416H69V202.2h66.5V416zm-33.2-243c-21.3 0-38.5-17.3-38.5-38.5S80.9 96 102.2 96c21.2 0 38.5 17.3 38.5 38.5 0 21.3-17.2 38.5-38.5 38.5zm282.1 243h-66.4V312c0-24.8-.5-56.7-34.5-56.7-34.6 0-39.9 27-39.9 54.9V416h-66.4V202.2h63.7v29.2h.9c8.9-16.8 30.6-34.5 62.9-34.5 67.2 0 79.7 44.3 79.7 101.9V416z" fill="currentColor"></path></svg> </a><a class="whatsapp" href="https://wa.me/?text=Robert%20Solow%20https://economipedia.com/definiciones/robert-solow.html" style="background-color: transparent; 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border: 0px; box-sizing: inherit; clip-path: inset(50%); clip: rect(1px, 1px, 1px, 1px); color: #333333; font-family: "Playfair Display", serif; font-size: 1.7rem; height: 1px; line-height: 1.2; margin: -1px; overflow-wrap: normal !important; overflow: hidden; padding: 0px; position: absolute; width: 1px;">Interacciones con los lectores</h2><div class="after-post" style="background-color: white; box-sizing: inherit; color: #333333; font-family: "Open Sans", sans-serif;"><div class="widget_text widget" style="box-sizing: inherit; font-size: 16px; margin-bottom: 20px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: inherit;"><div class="cta-suscripcion" id="cta-suscripcion" style="background-color: var(--fondoCta); border-radius: 15px; box-shadow: rgba(0, 0, 0, 0.16) 0px 3px 6px; box-sizing: inherit; color: #555555; font-size: 0.95rem; margin: 0px auto; padding: 2.5em 2em; text-align: center;"><h3 class="aligncenter" style="box-sizing: inherit; clear: both; font-family: var(--font1); font-size: 1.6rem; line-height: 1.2; margin: 0px auto 15px; overflow-wrap: break-word;">Regístrate gratis en Economipedia</h3><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 15px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Abre una cuenta gratuita y disfruta las ventajas de formar parte de Economipedia.</p><ul style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; margin: 0px auto 20px; max-width: 280px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative; text-align: left;"><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; margin-bottom: 0px; position: relative;">Acceso a contenido premium</li><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; margin-bottom: 0px; position: relative;">Participar en el foro económico</li><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; margin-bottom: 0px; position: relative;">Suscripción al boletín</li><li style="box-sizing: inherit; list-style-type: none; margin-bottom: 0px; padding-bottom: 0px; position: relative;">Forma parte de la comunidad</li></ul><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px 0px 15px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Y muchas más cosas que están por llegar y de las que te iremos informando.</p><div class="cta-suscripcion-button" style="box-sizing: inherit;"><a class="button" href="https://economipedia.com/registro" style="background-color: var(--secondaryColor); border-radius: 5px; border: 0px; box-sizing: inherit; color: white; cursor: pointer; display: inline-block; font-size: 1rem; margin-top: 10px; min-width: 170px; padding: 8px 20px; text-decoration-line: none; transition: all 0.2s ease-in-out 0s; width: auto;">Registrarse</a></div></div></div></div><div class="widget_text widget" style="box-sizing: inherit; font-size: 16px; margin-bottom: 20px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: inherit;"></div></div><div class="widget_text widget" style="box-sizing: inherit; margin-bottom: 20px;"><div class="textwidget custom-html-widget" style="box-sizing: inherit;"><div class="privado referencias" id="referencia" style="border: 12px solid var(--fondo); box-sizing: inherit; font-family: var(--font1); padding: 40px 20px 40px 50px;"><h3 style="box-sizing: inherit; font-family: var(--font1); font-size: 1.4rem; line-height: 1.2; margin: 0px 0px 10px; overflow-wrap: break-word;">¿Quieres referenciar este artículo?</h3><div class="datos-referencia" id="datos-referencia" style="box-sizing: inherit;"><p style="box-sizing: inherit; font-size: 0.9rem; margin: 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;">Francisco Coll Morales, 19 de mayo, 2021<br style="box-sizing: inherit;" /><em style="box-sizing: inherit;">Robert Solow</em>. Economipedia.com</p><p style="box-sizing: inherit; font-size: 0.9rem; margin: 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;"><br /></p><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px;"><span style="font-size: x-large;"><b><i><a href="https://economipedia.com/definiciones/robert-solow.html">VER MÁS AQUÍ</a></i></b></span></p></div></div></div></div></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-84158362270535984562022-05-07T08:19:00.003-07:002022-05-07T08:19:53.663-07:00Las enseñanzas de economía detrás de las fábulas de La Fontaine<p> </p><h1 style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; font-family: roboto, Verdana; font-size: 30px; font-weight: 400; line-height: 33px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px 0px 10px; text-align: center; vertical-align: baseline;">Las enseñanzas de economía detrás de las fábulas de La Fontaine</h1><p class="hentry-meta-data" style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 12px; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Por: <a class="url fn n" href="https://www.inspirulina.com/author/karelitabarca" style="background: 0px 0px; border: 0px; color: #1ab7ea; font-weight: 700; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-decoration-line: none; transition: color 1s ease 0s; vertical-align: baseline;" title="Ver todas las entradas de karelitabarca">karelitabarca</a> (<a class="url fn n" href="https://twitter.com/karelitabarca" style="background: 0px 0px; border: 0px; color: #1ab7ea; font-weight: 700; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-decoration-line: none; transition: color 1s ease 0s; vertical-align: baseline;" target="_blank" title="Síguelo en Twitter">@karelitabarca</a>) el 20/07/2014 · <a href="https://www.inspirulina.com/categoria/comunidad/texto-comunidad" rel="category tag" style="background: 0px 0px; border: 0px; color: #1ab7ea; font-weight: 700; margin: 0px; outline: 0px; padding: 0px; text-decoration-line: none; transition: color 1s ease 0s; vertical-align: baseline;">Textos</a></p><p><br /></p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">Las fábulas representan un género literario que muestra a personajes animales o inanimados, con características humanas, como hablar. Estas historias concluyen con una enseñanza o moraleja al final. Hoy quiero hablarles específicamente de las fábulas de La Fontaine, un escritor clásico de este género.</p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">Las fábulas de la Fontaine son numerosas, sus moralejas muy claras. Jean de la Fontaine fue un poeta francés del siglo XVII. Entre las más conocidas de sus fábulas tenemos “Los dos mulos”, “El lobo y el perro”, “El asno cargado de esponjas y el asno cargado de sal”, “la liebre y la tortuga”, “La gallina de los huevos de oro”, “la Cigarra y la Hormiga”, “El cuervo y el zorro”, “La rana que quería tener la corpulencia del buey”, “El zorro y las uvas”. Son muchísimas fábulas. Pero ¿qué enseñanzas nos dejan? Siempre nos dejan lecciones a los humanos, lecciones de la vida cotidiana, a través de animales y objetos inanimados. Entre esas enseñanzas, hay obviamente ¡lecciones de economía!.</p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">Para Jean de la Fontaine, escribir fábulas se convirtió en una manera de hacer llegar un mensaje en forma de lección dada por animales, para no dirigirse directamente a las personas y herir susceptibilidades. Por supuesto que detrás de muchas fábulas, hay un economista camuflado.</p><div class="code-block code-block-1" style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; clear: both; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 8px 0px; outline: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"></div><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">Quiero empezar por comentarles la fábula de la liebre y la tortuga, que es muy conocida. En la narración una liebre y una tortuga apuestan quién llega primero a un lugar. Parece una apuesta tonta, porque obviamente una liebre puede correr cien veces más rápido que una tortuga, sin embargo la tortuga acepta el reto y se prepara para él. La liebre haragana, se acuesta debajo de un árbol, segura que ganará, pero durante su profundo sueño, la tortuga le gana terreno, al proseguir el camino sin detenerse. Al final, contra todo pronóstico, gana la tortuga, la más lenta, porque es la más constante en la carrera.</p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">Igual pasa en la vida, muchas personas sobreestiman sus capacidades y posibilidades, lo que en economía se llamaría “las ventajas comparativas”, por lo que no hacen nada. Mientras aquellos que se sienten con pocas ventajas, luchan y se sacrifican más, desarrollando “ventajas competitivas” con lo que alcanzan más sublimes metas, ganando en la carrera de la vida.</p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">Por ejemplo en “La cigarra y la hormiga”, la realidad de la cigarra que no planificó su economía, nos sirve como moraleja para aquellos países que derrochan sus recursos, sin prever crisis y recesiones. Hay países con muchos recursos naturales, que explotan sin ahorrar, dilapidando sus ingresos, tal como la cigarra cantarina. Cuando sobreviene la crisis, estos mismos países que no planifican su economía y se gastan todo sin ahorrar, no les queda más que rogar, pedir prestado y endeudarse con aquellos países ricos y mezquinos, que representarían a la señora “Hormiga”; que bien nos puede decir, “así como cantaste, baila ahora”.</p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">Volviendo a la fábula de la liebre y la tortuga, estoy segura que puede servirnos como moraleja en las escuelas de economía. Los países dotados de riqueza natural, con “ventajas comparativas”, como es el caso de Venezuela, no necesariamente llegan primero en la carrera del desarrollo y del bienestar. Son los países que desarrollan “ventajas competitivas”, como la tortuga, los que se convierten en punta de lanza en el mercado mundial. Por ejemplo, Alemania, fue prácticamente la última nación europea en formarse y unificarse, y hoy en día es el motor económico de ese continente; su Edad Media fue incluso más larga.</p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">No porque un país esté dotado de recursos naturales, que sería la potencialidad de la liebre para correr rápido, significa necesariamente que vaya a llegar de primero en la carrera del bienestar económico. Si ese mismo país con “ventajas comparativas” se echa debajo de un árbol a dormir, sólo explotando sus recursos sin producir nada, probablemente termine pidiendo a aquellos que como la tortuga, que aunque no es rápida por naturaleza jamás se detiene, de la misma manera que la cigarra mendigó un préstamo a la hormiga.</p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">En la fábula de la gallina de los huevos de oro, hay también una moraleja de la economía. La ambición por obtener riquezas o ingresos extraordinarios, puede llevar a una persona, empresa o país a destruir la fuente de su progreso, al agotar o destruir un recurso que le daba bienestar, de allí la fama de la expresión de quiebra: “mató a la gallina de los huevos de oro”.</p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 14px; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;">Como ven, hay un economista camuflado detrás de cada cosa, como en los cuentos de hadas y en las fábulas</p><p style="background: 0px 0px rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #666666; font-family: Helvetica, Arial, sans-serif; margin: 0px 0px 15px; outline: 0px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><span style="font-size: x-large;"><b><i><a href="https://www.inspirulina.com/las-ensenanzas-de-economia-detras-de-las-fabulas-de-la-fontaine.html">VER AQUÍ</a></i></b></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-29338287863055381642022-05-06T13:43:00.007-07:002022-05-06T14:00:37.467-07:00Una nueva visita a la teoría del desarrollo económico <p style="text-align: left;"><span style="font-size: medium;"><b><i> Una nueva visita a la teoría del desarrollo
económico </i></b></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Jorge Katz </i></b></span></p><p style="text-align: left;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Documento preparado por Jorge Katz, consultor de la Oficina de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)
en Buenos Aires. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Las opiniones expresadas en este documento, que no ha sido sometido a revisión editorial, son de exclusiva
responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de la Organización.
Publicación de las Naciones Unidas
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gubernamentales pueden reproducir esta obra sin autorización previa. Sólo se les solicita que mencionen la fuente e
informen a las Naciones Unidas de tal reproducción.</i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> desarrollo económico
3 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Índice </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Resumen ........................................................................................... 5 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">I. Introducción .................................................................. ............... 7 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> La teoría del desarrollo, un tema olvidado por la profesión............. 7 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">II. Hacia una visión evolutiva del comportamiento de la firma en una
economía periférica ............... 27 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 1. El desarrollo evolutivo de dos empresas argentinas ..................................... 28 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> a) Turri S.A., una planta productora de máquinas herramienta......................... 29 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> b) Ducilo S.A., una planta productora de rayón................................................. 39 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">III. El comportamiento de la firma en una economía de desarrollo .......... 47 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 1. Introducción .......................................................................................... 47 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 2. Hacia una tipología de empresas ............................................................. 48 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 3. Regímenes de política macroeconómica y comportamiento macroeconómico ..56 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">IV. Mercados e instituciones en una economía en desarrollo .......... 67 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">1. Introducción ................................................................................. 67 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 2. Mercados e instituciones en países periféricos. Estudios de casos ..69 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">V. El comportamiento de mercados e instituciones en economías periféricas.. 75 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">VI. Los vínculos entre macro y microeconomía ...........................................81 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 1. Cambios en la estructura productiva y comportamiento global de la economía.. 81 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">VII. </span><span style="font-size: large;">Reflexiones finales............................................................................. 87 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 1. Una nueva visita a la teoría del desarrollo............................................ 87 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 2. El desarrollo como proceso de construcción de mercados y capacidades sociales en
el marco de la interacción entre fuerzas económicas, tecnológicas e institucionales ..... 88 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 3. La vuelta a los recursos naturales............................................................. 91 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 4. El papel del Estado y de los bienes públicos en la sociedad................. 94 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 5. Hacia una nueva arquitectura institucional de escala universal..... 95 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"> 6. Reflexiones finales ............................................................... 95 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;">Bibliografía .............................................................................................. 97 </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>Resumen </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>En un trabajo de 1992, Krugman declara que la teoría del Desarrollo ha muerto, que ha pasado al
olvido, en el marco de una disciplina que se ha volcado al formalismo matemático y al equilibrio
general. Efectivamente, la moderna Teoría del Crecimiento se expresa a través de un algoritmo de
equilibrio en el que “desarrollo” se equipara a crecimiento del producto per cápita y se estudia por
vía de modelos formales en los que están ausentes las instituciones, la incertidumbre, las
imperfecciones del mercado y las asimetrías de información y oportunidades entre los agentes
económicos. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>En el estilizado escenario neoclásico, la economía se desplaza a través de una sucesión de
óptimos de Pareto en el tiempo, sin dilemas del prisionero y fallas de coordinación, ya sea intertemporal, entre el ahorro y la inversión u otras. Se pierde, así, de perspectiva el cuadro analítico
de los economistas clásicos, en el que el desarrollo de una economía resulta de la co-evolución de
fuerzas económicas, institucionales y tecnológicas que se retro-alimentan en el tiempo dando
paso a fenómenos de maduración de las fuerzas productivas. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: medium;"><b><i>El presente trabajo constituye un intento por volver atrás el reloj, sacar del desván la vieja
Teoría del Desarrollo y pensar nuevamente en los determinantes “últimos” de dichos procesos
madurativos. Además de involucrar un aumento del producto per cápita, el desarrollo de una
economía supone, también, cambios en la estructura productiva de la misma, la creación de
nuevas instituciones, la construcción de mercados y nuevas capacidades tecnológicas y
productivas en la sociedad, el aumento de la diversidad y la profundización tecnológica de la
misma. En el curso de dicho proceso, se va gradualmente conformando una trama “paísespecífica” de vínculos y hábitos de comportamiento e interacción entre empresas, consumidores,
agencias gubernamentales y una vasta gama de organizaciones -muchas de las cuales no
necesariamente operan en base a reglas de mercado- como son las universidades, los sindicatos,
las autoridades municipales u otras. La forma en que dicha trama de actores construye sus
patrones de comportamiento y sus formas de vinculación, da lugar a muy distintos estilos de
capitalismo, a lo largo del planeta. Este documento intenta explorar lo macro y lo
microeconómico de los nuevos modelos de capitalismo, hoy en franco proceso de gestación en
América Latina, tras la apertura comercial externa, la des-regulación de los mercados y la
privatización de la actividad productiva. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><a href="https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/3602/1/S2007362_es.pdf"><b><i><span style="font-size: x-large;">VER </span></i></b><span style="text-align: left;"><span style="font-size: x-large;"><b><i>AQUÍ</i></b></span></span></a></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-48702664448166137702022-01-08T16:51:00.007-08:002022-01-08T17:11:46.981-08:00DESARROLLO HUMANO: ORIGEN, EVOLUCIÓN E IMPACTO Keith Griffin<p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;"> </span><span style="color: #660000; font-size: large;">La moderna teoría económica del desarrollo, es decir, la rama de la economía que se
ocupa de la mejora de las condiciones en países con bajos ingresos, se remonta a la década de los años 1940 1
. Desde sus inicios, la economía del desarrollo se ha ocupado
fundamentalmente del enriquecimiento material, esto es, del incremento del volumen de
producción de bienes y servicios. Esta teoría partía del supuesto, explícito o implícito,
de que un aumento del producto agregado, como sería un crecimiento del producto interior bruto per cápita, reduciría la pobreza e incrementaría el bienestar general de la población. Esta premisa, de raíz utilitarista, entendía que la producción generaba rentas, y
que mayores rentas generaban, a su vez, mayor utilidad o bienestar económico. El nexo
entre mayor producto y menor pobreza se consideraba tan fuerte que muchos economistas estaban convencidos de que bastaba centrarse exclusivamente en el crecimiento para
alcanzar el objetivo último de desarrollo. En otras palabras, el crecimiento se convertía
no sólo en el medio para alcanzar el desarrollo sino en el fin del desarrollo mismo. Y
aunque ciertamente siempre hubo disidentes, éstos, más que cuestionar la prioridad del
crecimiento como tal, han tendido a matizarla resaltando la importancia de la distribución de los beneficios generados por el crecimiento. La mayoría de los debates en
torno a posibles estrategias alternativas de desarrollo no iban más allá de discutir la mejor forma de acelerar el incremento de la producción de bienes y servicios2
. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000; font-size: x-large;">1. Origen </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000; font-size: large;">El paradigma de desarrollo humano que apareció a finales de los años ochenta representó un cambio radical por dos razones. En primer lugar, porque cuestionaba la premisa utilitaria que servía de fundamento a gran parte de la economía del desarrollo. A
partir sobre todo de la obra profundamente innovadora de Amartya Sen, el proceso de
desarrollo se ve como un proceso de ampliación de las “capacidades” de las personas y
no como un aumento de la utilidad y del bienestar y satisfacción económicos3
. Es decir,
el objetivo del desarrollo no es incrementar el producto sino propiciar que la gente disponga de una gama mayor de opciones, que pueda hacer más cosas, vivir una vida más
larga, eludir enfermedades evitables, tener acceso a la reserva mundial de conocimientos, etcétera. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000; font-size: x-small;"> 1
Véase, por ejemplo, Paul Rosenstein-Rodan, “Industrialisation in Eastern and South Eastern Europe”, Economic Journal, vol. 53, 1943. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000; font-size: x-small;">2
Se analizan distintos enfoques en Keith Griffin, Alternative Strategies for Economic Development, Londres,
MacMillan, 1989.
3
Amartya Sen, “Development as capacidad Expansion”, en Keith Griffin y John Knight, eds., Human Development and the International Development Strategy for the 1990s. Londres, MacMIkllan, 1990.</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #660000; font-size: large;"><b><i><span>A destacar que capacidades y opciones están íntimamente relacionadas y que ambas, a su vez, están estrechamente asociadas a la libertad, ya sea una libertad </span></i></b><b><i><span>negativa (verse libre del hambre, por ejemplo) o una libertad positiva (por ejemplo, libertad para lograr más plenamente la vida que uno/a ha elegido)4
. </span></i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000; font-size: large;"> Según esta formulación, un aumento en el suministro de artículos de consumo
puede contribuir a aumentar las capacidades humanas, pero lo hace de manera indirecta,
no como un fin en si mismo. Dicho de otro modo, el concepto de desarrollo humano
destrona al producto nacional como primer y principal indicador del nivel de desarrollo.
Es más, si bien es cierto que un aumento del producto y de los rentas mejora el desarrollo humano, lo hace a un ritmo decreciente. Significa que hay rendimientos decrecientes en cuanto a la aptitud del enriquecimiento material para incrementar las capacidades humanas, que es algo muy distinto de la noción de utilidad marginal decreciente
del renta, aunque más de un crítico haya confundido ambas nociones. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000; font-size: large;"> En segundo lugar, el concepto de desarrollo humano también cuestiona el supuesto comúnmente aceptado según el cual el medio para alcanzar el desarrollo es la
acumulación de capital físico, es decir, la inversión en instalaciones industriales y bienes de equipo. En cambio, y según las tesis igualmente innovadoras de T.W. Schultz, el
desarrollo humano prioriza la acumulación de capital humano5
. Muchos estudios empíricos han demostrado que el gasto en educación suele producir rendimientos
económicos tanto o más altos que los que se obtienen con la inversión en capital físico6
.
Pero el concepto de formación de capital humano excede el mero gasto en educación
para abarcar también el gasto en investigación y desarrollo -generadores de nuevos
conocimientos y de nuevas tecnologías-, el gasto en la provisión de servicios básicos de
salud, en programas de alimentación y en la provisión de servicios de planificación familiar7
. Es decir, que la inversión en seres humanos bajo todas estas formas resulta
igualmente productivo, tanto si la meta es el aumento del producto nacional como la
potenciación de las capacidades humanas. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000; font-size: large;"> Considerados conjuntamente, el cambio en el objetivo de desarrollo combinado
con la priorización del capital humano como vía al desarrollo tienen implicaciones de
gran alcance para la estrategia global de desarrollo. Se ubica a las personas sólidamente
en el centro del escenario: son simultáneamente el objeto de las políticas diseñadas y un
instrumento fundamental de su propio desarrollo. La visión de un desarrollo centrado en
las personas sustituye a la visión de un desarrollo centrado en los bienes de consumo. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000; font-size: x-large;">2. Evolución </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000; font-size: large;">La insatisfacción respecto al producto nacional bruto como indicador de desarrollo y en
general frente a los enfoques que se centran en la producción de bienes materiales viene
de lejos. A principios de los años setenta se empezó oir voces desde la OIT, el Banco
Mundial y otros sitios propugnando una redistribución marginal de la renta, utilizando
en favor de los pobres parte del producto adicional creado por el proceso de crecimiento
invirtiendo en activos de especial importancia para ellos.</span></i></b></p><p style="text-align: justify;">4
Amartya Sen, Inequality Reexamined. Nueva York, Oxford University Press, 1992. </p><p style="text-align: justify;">5
T.W. Schultz, “Capital Formation by Educatiion”, Journal of Political Economy, diciembre 1960 y T.W.
Schultz, “Investment in Human Capital”, American Economic Review, marzo 1961. </p><p style="text-align: justify;">6
Véase, por ejemplo, George Psacharopoulos, “Education and Development: A Review”, World Bank Research Observer, vol. 3, nª 1, 1988; George Psacharopoulos, “Return to Investment in Education: A Global Update”,
World Development, vol. 22, 1994; Rati Ram, “Level of Development and Returns to Schooling: Some Estimates
from Multicountry Data”, Economic Development and Cultural Change, vol. 44, nº 4, 1996. </p><p style="text-align: justify;">7
Para un estudio de los beneficios de la inversión en salud y alimentación, véase John Strauss y Duncan
Thomas, “Health, Nutrition and Economic Development”, Journal of Economic Literature, vol. XXXVI, nº 2, junio
1998.</p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;">Esta estrategia de “redis-tribución a partir del crecimiento” era importante puesto que reconocía tácitamente que
el aumento de la producción no era suficiente por si solo para reducir la pobreza y alcanzar el desarrollo8
. A mediados de los años setenta, la Organización Internacional del
Trabajo, en un esfuerzo al que estuve asociado, quiso dar un paso más en el análisis
afirmando que las prioridades del desarrollo tenían que cambiarse a favor de la creación
de empleo y la satisfacción de necesidades humanas básicas tales como la necesidad de
alimento, de vivienda y ropa, de educación primaria y secundaria y de atención primaria
de salud9
. Pero al principio tanto la “redistribución a partir del crecimiento” como las
“necesidades básicas” continuaban abordándose desde una pespectiva de desarrollo centrada en la producción de bienes de consumo: pretendían únicamente asegurar que una
parte mayor de los beneficios derivados del aumento de la producción llegara a los grupos con rentas más bajos. Más tarde la perspectiva de las “necesidades básicas” empezó
a ver los bienes no como fin sino como medio para otros fines10
. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;"> En los años ochenta se hizo evidente que el crecimiento ya no podía darse por
sentado. Gran parte de África y de América Latina, sobre todo, se hundieron en una
profunda crisis y los planes de desarrollo se focalizaron principalmente en la “estabilización” y el “ajuste estructural”. Pero las políticas convencionales de estabilización y de
ajuste no sólo provocaron estagnación o, lo que es peor, un empeoramiento de la situación económica, sino que el peso del ajuste recayó invariablemente en los grupos más
desfavorecidos, lo que generó mayor desigualdad y mayor pobreza. La UNICEF reaccionó contra la ortodoxia afirmando que era no sólo posible sino deseable diseñar programas de ajuste que protegieran a los pobres del grave deterioro de las rentas y preservara de los recortes del gasto público la salud básica, la alimentación, la protección de la
infancia y los servicios educativos. Este enfoque, llamado “ajuste con rostro humano”,
constituía un gran desafío frente a las corrientes dominantes e hizo más que cualquier
publicación anterior por “situar primero a las personas”11
. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;"> Para entonces los cimientos intelectuales del desarrollo humano ya estaban colocados y el momento estaba maduro para su aceptación fuera de los círculos académicos.
Nuevos impulsos vinieron del la Mesa Redonda Norte-Sur (North-South Round Table)12 y luego el Comité de Naciones para la planificación del desarrollo (United Nations Committee for Development Planning). Ese comité decidió incluir en su informe
de 1988 los costos humanos del ajuste estructural. Se creó un grupo de trabajo y un
seminario de investigación en Ginebra que daba como resultado una edición especial
del Journal of Development Planning, reeditada en forma de libro13 y formó la base del
informe que se me encargó redactar para el Comité de Naciones para la planificación
del desarrollo14. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;">8
See Hollis Chenery, Montek S. Ahluwalia, C.L.G. Bell, John H. Duloy and Richard Jolly, Redistribution
With Growth, London: Oxford University Press, 1974. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;">9
International Labour Organization, Employment, Growth and Basic Needs: A One-World Problem, Geneva: ILO, 1976. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;">10 Paul Streeten y otros, Lo primero es lo primero: satisfacer las necesidades humanas básicas en los países
en desarrollo, Madrid: Tecnos, 1986 y Frances Stewart, Basic Needs in Developing Countries, Baltimore: Johns
Hopkins Press, 1985. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;">11 Giovanni Andrea Cornia, Richard Jolly and Frances Stewart, eds., Adjustment With a Human Face, Oxford: Clarendon Press, 1987. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;">12 North South Round Table, Human Development: the neglected dimension, 1985. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;">13 Keith Griffin and John Knight, op. cit.
14 Committee for Development Planning, Human Resources Development: A Neglected Dimension of Development Strategy (El desarrollo de recursos humanos: una dimensión olvidada de la estrategia para el desarrollo),
New York: United Nations, 1988, chapter III.</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">Se había plantado la bellota, pero no era nada evidente que pudiera
crecer hasta convertirse en un roble. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;"> El desarrollo humano arraigaría un año después cuando Mahbub ul Haq se tra-sladó al PNUD como Asesor Especial del Administrador General y convenció al PNUD
para que respaldara el concepto de desarrollo humano15. A partir de 1990 el PNUD
comenzó a publicar anualmente un Informe sobre Desarrollo Humano que desarrollaba
el concepto de desarrollo humano e intentaba demostrar a los responsables de diseñar
las políticas de desarrollo cómo la estrategia podía traducirse en términos operativos. El
Informe sobre Desarrollo Humano se editó deliberadamente con el mismo formato que
la publicación estrella del Banco Mundial, el Informe sobre Desarrollo en el Mundo, si
bien el Informe sobre Desarrollo Humano estaba escrito en un estilo ameno, sus
análisis eran mucho más directos y sus recomendaciones más provocativas. Ha suscitado un enorme interés en todo el mundo y ha logrado tener una gran influencia. </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">3. Medición </span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">La renta per cápita fue durante mucho tiempo el principal y más importante indicador
del nivel de desarrollo y los cambios en la renta per cápita habían sido tradicionalmente
el indicador más importante de progreso en materia de desarrollo. Desde la época de
Pigou, el bienestar económico había estado sujeto a la “medida del dinero”, si bien hubo
otros científicos sociales que afirmaban que la renta calculada en dinero constituía una
concepción demasiado limitada de bienestar16. El cuestionamiento más serio del PNB
per cápita como índice de desarrollo fue el Índice de Calidad de Vida Física inventado
por M.D. Morris en los años setenta 17
.
El ICVF, como se le conoce, buscaba medir el bienestar o la “calidad de vida”
directamente y no de manera indirecta agregando el producto global de bienes y servicios y dividiendo el total por el tamaño de la población. El Índice es en sí mismo muy
simple: es el promedio no ponderado de (i) la mortalidad infantil por cada mil nacidos
vivos, en una escala del 0-00, donde el peor resultado recibe un valor cero y el mejor
resultado esperado (o sea, 7/1000) un valor de 100; (ii) la esperanza de vida a la edad de
un año, en una escala del 0-100, donde el peor comportamiento de cada año puntúa cero
y el mejor 100; y (iii) el índice de alfabetización adulta en términos porcentuales. Con
todo, el ICVF nunca consiguió entusiasmar a los profesionales del desarrollo y no logró
desalojar al PNB de su posición privilegiada.
Así que el destronamiento del PNB per cápita aún tendría que esperar a que
Meghnad Desai (hoy Lord Desai), Amartya Sen y otros inventaran el Índice de Desarrollo Humano (IDH) y el PNUD lo incluyera en su Informe sobre Desarrollo Humano
anual. El IDH se convirtió inmediatamente en un indicador alternativo de desarrollo
ampliamente aceptado. Pero es importante reconocer que el IDH y el PNB per cápita no
pretenden medir la misma cosa. El PNB per cápita es un indicador de utilidad, de bienestar personal o de bienestar económico, mientras que el Índice de Desarrollo Humano
busca medir el nivel de capacidades humanas. No es lo mismo bienestar que capacidad.
Alguien puede tener la capacidad para obtener una alimentación adecuada (y el
bienestar logrado con ella) y en cambio optar por hacer huelga de hambre. Una persona
con capacidad para viajar y desplazarse puede decidir quedarse en casa, aún cuando
quedarse en casa implique un alto riesgo, en el caso, por ejemplo, de una guerra civil.
Se puede tener asimismo la capacidad de vivir una larga vida y optar, en cambio, por
suicidarse</span></i></b></p><p style="text-align: justify;">15 Vease Mahbub ul Haq, Reflections on Human Development, New York: Oxford University Press, 1987. </p><p style="text-align: justify;">16 A.C.Pigou, The Economics of Welfare, London: Macmillan 1920. </p><p style="text-align: justify;">17 M.C.Morris, Measuring the Condition of the World’s Poor: the physical quality of life index, Oxford: Pergamon Press, 1979</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-large;"><b><i><a href="http://www.ciberoamericana.com/documentos/introcoopdes/Desarrollo%20Humano.%20Origen,%20Evoluci%23U00f3n,%20Impacto.pdf">VER AQUÍ</a></i></b></span></p><p><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-74616539906414613232021-07-14T10:08:00.002-07:002021-07-14T10:08:55.401-07:00<p> </p><div class="bbc-1151pbn e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 12; grid-template-columns: repeat(12, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><h1 class="bbc-1lsgtu3 e1yj3cbb0" id="content" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSerif, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 2.75rem; font-weight: 500; line-height: 3.625rem; margin: 0px; outline: none; overflow-wrap: anywhere; padding: 2.5rem 0px;" tabindex="-1">Amartya Sen: "El desarrollo es más que un número"</h1></div><div class="e1j2237y5 bbc-q4ibpr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; width: initial;"><div class="bbc-1atl7vu e1c9i7u14" style="-webkit-box-align: center; align-items: center; box-sizing: inherit; display: flex;"><ul class="bbc-cdrraw e1c9i7u12" role="list" style="box-sizing: inherit; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 0.875rem; line-height: 1.125rem; list-style: none; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; padding-left: 0px; padding-right: 0px;"><li class="bbc-1a3w4ok e1c9i7u11" role="listitem" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42;">Alejandra Martins</li><li class="bbc-1p92jtu e1c9i7u10" role="listitem" style="box-sizing: inherit; color: #6e6e73;">BBC Mundo</li></ul></div></div><div class="e1j2237y6 bbc-q4ibpr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; width: initial;"><time class="bbc-14xtggo e4zesg50" datetime="2010-11-04" style="box-sizing: inherit; color: #6e6e73; display: block; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 0.8125rem; line-height: 1rem; padding-bottom: 1rem;">4 noviembre 2010</time></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: bolder;">Han transcurrido 20 años desde que Naciones Unidas comenzara a publicar el Índice de Desarrollo Humano (IDH). El indicador, que tiene en cuenta factores como la expectativa de vida y la educación, surgió ante el reconocimiento de que los indicadores macroeconómicos de los países no necesariamente reflejan cómo viven en realidad sus habitantes.</span></p></div><div class="bbc-1ka88fa e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 12; grid-template-columns: repeat(12, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><figure class="bbc-1qdcvv9 e6bmn90" style="box-sizing: inherit; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; width: 645.25px;"><div class="bbc-172p16q e57qer20" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; column-gap: 1rem; display: grid; grid-column-end: span 12; grid-template-columns: repeat(12, 1fr); margin: 0px; position: initial; width: initial;"><div class="bbc-189y18v e57qer20" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; grid-column: 1 / span 12; grid-template-columns: repeat(12, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><div class="bbc-1u9eibr e1whu0" data-e2e="image-placeholder" style="background: none; box-sizing: inherit; height: 0px; overflow: hidden; padding-bottom: 485.266px; position: relative; width: 645.125px;"><div class="lazyload-wrapper " style="box-sizing: inherit;"><img alt="Amartya Sen" class="css-fat2bc e1enwo3v0" src="https://ichef.bbci.co.uk/news/640/amz/worldservice/live/assets/images/2010/08/03/100803143646_amartya_sen226.jpg" srcset="https://ichef.bbci.co.uk/news/226/amz/worldservice/live/assets/images/2010/08/03/100803143646_amartya_sen226.jpg 226w" style="animation: 0.2s linear 0s 1 normal none running animation-os2n7p; border-style: none; box-sizing: inherit; display: block; transition: visibility 0.2s linear 0s; visibility: visible; width: 645.125px;" width="226" /></div></div></div><div class="bbc-3edg7g e57qer20" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; grid-column: 1 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><figcaption class="bbc-1t9zlwf eede9f50" dir="ltr" style="border-left: 1px solid rgb(110, 110, 115); box-sizing: inherit; color: #6e6e73; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 0.875rem; line-height: 1.125rem; margin: 0.5rem 0px 0px; padding-left: 0.5rem; padding-right: 0px; width: 534.938px;"><span class="bbc-1gnhmg2 e1yt7oin0" style="box-sizing: inherit; clip-path: inset(100%); clip: rect(1px, 1px, 1px, 1px); height: 1px; margin: 0px; overflow: hidden; position: absolute; width: 1px;">Pie de foto,</span><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px; padding-bottom: 0px;">El trabajo de Amartya Sen está en la base del IDH.</p></figcaption></div></div></figure></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">El IDH se basa en gran medida en el trabajo del Premio Nobel de Economía, Amartya Sen, y su visión de una economía en la que lo central es el ser humano. Sen es el propulsor del concepto de desarrollo como libertad, en el que la pobreza y la falta de oportunidades económicas son vistas como obstáculos en el ejercicio de libertades fundamentales. Desarrollo significa entonces expandir la libertad de los seres humanos.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Amartya Sen habló con BBC Mundo sobre dos décadas del IDH y el "compromiso con la humanidad".</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: bolder;">¿Cómo ha cambiado el concepto de desarrollo desde la aparición del Índice de Desarrollo Humano (IDH) hace 20 años</span><span style="box-sizing: inherit; font-weight: bolder;">?</span></p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">No veo que el concepto de desarrollo haya cambiado. El IDH surgió en el primer informe de Desarrollo Humano en 1990, en reconocimiento de las limitaciones de las medidas estándar de desarrollo, como Producto Interno Bruto o Producto Nacional Bruto. Éstas medidas se concentraban en el ingreso y los recursos que tenía la gente, no en el tipo de vida que podían vivir en la práctica.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">No creo que el concepto de desarrollo haya cambiado desde entonces. Había trabajos teóricos sobre desarrollo antes del IDH en los 70 y 80.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Pero desde entonces, los trabajos siguen básicamente la misma línea, reemplazando características de propiedad, medios y posesión de ingreso, por características que tienen que ver con la vida humana y la libertad de la gente para vivir la clase de vida que valora según su propio raciocinio.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Así que el cambio ha sido desde materias primas hacia la libertad y las capacidades de las personas, y ese cambio aún sigue en pie.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: bolder;">Cuando miramos el índice vemos por ejemplo que Argentina tiene un puntaje cercano a 0,8 y Alemania 0,9. ¿En qué medida son estos datos útiles para alguien en Argentina? ¿Cómo se aplica el índice?</span></p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">No creo que pueda juzgarle ningún índice por el valor que tenga para un país en particular, porque el objetivo principal del mismo es evaluar el desempeño de países comparando unos con otros así como el desempeño de un país determinado a lo largo del tiempo.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Los número absolutos del IDH son sólo números abstractos. Lo que debemos ver son las magnitudes relativas de esos números al comparar un país con otro.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Puede haber un país que sea muy rico pero no gasta mucho en salud y educación. Su ranking en el IDH tenderá a ser más bajo que su ranking en ingreso per capita. En forma similar, pueden verse en el tiempo cambios o la ausencia de cambios y el IDH apuntará a ciertas políticas.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Así que creo que sería un error concentrarse en el valor del índice para un país determinado, en lugar de examinar las magnitudes relativas del índice en un país en distintos períodos o de diferentes países en un momento determinado.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: bolder;">¿Podría explicarnos en términos simples su idea de desarrollo como libertad y justicia?</span></p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Creo que el concepto básico es muy simple. Cuando vemos qué tan bien está yendo la vida de una persona, miramos las características de esa vida, principalmente qué cosas puede hacer esa persona que según su propio razonamiento desea y valora.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">La libertad para tener esas cosas es en lo que se enfoca el desarrollo como libertad. Ahora, para gozar esas libertades es útil tener ingreso, recursos, riqueza, etc., pero éstos no son los únicos determinantes de la vida que podemos tener y, en segundo lugar, la relación entre nuestros recursos y la capacidad para lograr algo depende no sólo de varios factores.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Así que en lugar de mirar los medios, el desarrollo como libertad se enfoca en los fines, o más exactamente, en la libertad para lograr los objetivos en la vida que una persona elige con su razonamiento. Ése es el cambio de enfoque que implica pasar del desarrollo como crecimiento económico al desarrollo como libertad.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: bolder;">España tiene un IDH muy alto, pero ahora tiene más de cuatro millones de desempleados. ¿Qué impacto ha tenido en el desarrollo la crisis económica de los dos últimos años, en la que millones de personas han perdido su trabajo?</span></p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Hay dos cosas que debemos mirar aquí. El empleo no es una de las variables incluidas en el IDH, pero cuando un país tiene desempleo muchas de las características en el IDH serán afectadas en forma indirecta, como salud, expectativa de vida y oportunidades de educación.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Pero estos datos no son tan gráficos como las cifras de desempleo que usted mencionó. El enfoque del desarrollo como libertad es mucho más general que el IDH.</p></div><div class="bbc-1ka88fa e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 12; grid-template-columns: repeat(12, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><figure class="bbc-1qdcvv9 e6bmn90" style="box-sizing: inherit; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; width: 645.25px;"><div class="bbc-172p16q e57qer20" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; column-gap: 1rem; display: grid; grid-column-end: span 12; grid-template-columns: repeat(12, 1fr); margin: 0px; position: initial; width: initial;"><div class="bbc-189y18v e57qer20" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; grid-column: 1 / span 12; grid-template-columns: repeat(12, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><div class="bbc-1u9eibr e1whu0" data-e2e="image-placeholder" style="background: none; box-sizing: inherit; height: 0px; overflow: hidden; padding-bottom: 485.266px; position: relative; width: 645.125px;"><div class="lazyload-wrapper " style="box-sizing: inherit;"><img alt="Mercado en Tegucigalpa" class="css-fat2bc e1enwo3v0" src="https://ichef.bbci.co.uk/news/640/amz/worldservice/live/assets/images/2009/10/15/091015230647_sp_hondu_ap_226.jpg" srcset="https://ichef.bbci.co.uk/news/226/amz/worldservice/live/assets/images/2009/10/15/091015230647_sp_hondu_ap_226.jpg 226w" style="animation: 0.2s linear 0s 1 normal none running animation-os2n7p; border-style: none; box-sizing: inherit; display: block; transition: visibility 0.2s linear 0s; visibility: visible; width: 645.125px;" width="226" /></div></div></div><div class="bbc-3edg7g e57qer20" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; grid-column: 1 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><figcaption class="bbc-1t9zlwf eede9f50" dir="ltr" style="border-left: 1px solid rgb(110, 110, 115); box-sizing: inherit; color: #6e6e73; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 0.875rem; line-height: 1.125rem; margin: 0.5rem 0px 0px; padding-left: 0.5rem; padding-right: 0px; width: 534.938px;"><span class="bbc-1gnhmg2 e1yt7oin0" style="box-sizing: inherit; clip-path: inset(100%); clip: rect(1px, 1px, 1px, 1px); height: 1px; margin: 0px; overflow: hidden; position: absolute; width: 1px;">Pie de foto,</span><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px; padding-bottom: 0px;">Para Sen, el desarrollo es la libertad para tener las cosas que uno desa y valora.</p></figcaption></div></div></figure></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Si una persona tiene motivos para no querer estar desempleada -y esa razón existe porque nos gusta trabajar, nuestra seguridad, el ingreso y el auto respeto y el respeto de otros asociado con el empleo- entonces el empleo mismo se convierte en una virtud importante.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">El IDH es una cifra, un concepto muy rudimentario. En un número no se pueden incluir muchas cosas. El IDH mira conceptos elementales y es útil para mostrar las diferencias entre países con distintos grados de desempeño.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Si miramos a India, por ejemplo, el estado de Kerala, con un nivel relativamente bajo de ingreso, tiene la mayor expectativa de vida y logros educativos del país. Eso muestra que el IDH puede divergir del Producto Interno Bruto.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Pero hay otras consideraciones que no capta el IDH. Cuando miramos la situación de desempleo actualmente en Estados Unidos o Europa, es preciso utilizar el enfoque de desarrollo como libertad, de una manera más amplia que el simple índice numérico que se obtiene del IDH.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Yo trabajé a pedido del presidente Sarkozy de Francia junto a Joseph Stiglitz y Jean Paul Fitoussi para recomendar un índice que tuviera en cuenta las condiciones europeas y el hecho de que los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) difieren de los países en desarrollo en los que se concentra el IDH.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Aún enfocándonos en Europa, no pensamos que un índice pudiera captar todo lo que queríamos medir en Europa. Ningún número puede hacer eso.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Por ello sugerimos considerar una serie de cifras, y el desempleo es una de ellas. Otra es el nivel de descontento. Hay una serie de indicadores que debemos ver.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">El IDH hizo bien el trabajo elemental, pero nunca pretendió captar todo el desarrollo como libertad.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: bolder;">¿La actual crisis económica, con millones de desempleados, significa que la libertad de millones de personas ha sido disminuida?</span></p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Definitivamente. No tener empleo es una de las mayores disminuciones de libertad que la gente puede tener en una sociedad con un sistema asalariado, a diferencia de las sociedades agrícolas de campesinos, donde el empleo no es fácilmente mensurable.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Pero en el caso de Europa, Estados Unidos, y a estos efectos, América Latina, el empleo y el desempleo son factores muy importantes cuando hablamos de libertad.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">De hecho, mi trabajo sobre desarrollo como libertad comenzó con una preocupación en torno al empleo. El libro "Empleo, tecnología y desarrollo" (1975) trata sobre el empleo y cómo afecta nuestra libertad. De modo que es un factor central al evaluar la libertad humana.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">No lo usamos en el IDH porque se trataba de comparar países muy pobres en África, Asia y algunos en América Latina, con las estadísticas sobre empleo no son indicadores claros en sociedades de campesinos como en economía asalariada. Y por eso no lo usamos en el IDH, pero nunca dudamos que el desempleo es una disminución muy importante de la libertad humana.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;"><span style="box-sizing: inherit; font-weight: bolder;">Cuando era niño, el contacto con las víctimas de una hambruna en India lo marcó para toda su vida. ¿Qué mensaje le daría a los jóvenes economistas?</span></p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Creo que los jóvenes en América Latina y en otras partes del mundo están intrínsecamente interesados, están comprometidos con pensar sobre el destino de la humanidad. Nuestra visión tiende a ser muy amplia cuando somos jóvenes. Yo he sido profesor toda mi vida y siempre me ha impresionado la amplitud de la visión de los jóvenes.</p></div><div class="ek1plzs1 bbc-9m7iam e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 8; grid-template-columns: repeat(8, 1fr); margin: 0px; max-width: initial; width: initial;"><figure class="bbc-1qdcvv9 e6bmn90" style="box-sizing: inherit; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; width: 645.25px;"><div class="bbc-vx18wi e57qer20" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; column-gap: 1rem; display: grid; grid-column-end: span 8; grid-template-columns: repeat(8, 1fr); margin: 0px; position: initial; width: initial;"><div class="bbc-rprdln e57qer20" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; grid-column: 1 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><div class="bbc-1tfil6t e1whu0" data-e2e="image-placeholder" style="background: none; box-sizing: inherit; height: 0px; overflow: hidden; padding-bottom: 807.984px; position: relative; width: 645.25px;"><div class="lazyload-wrapper " style="box-sizing: inherit;"><img alt="Amartya Sen" class="css-fat2bc e1enwo3v0" src="https://ichef.bbci.co.uk/news/640/amz/worldservice/live/assets/images/2010/11/04/101104095406_amartya_sen_226x283_nocredit.jpg" srcset="https://ichef.bbci.co.uk/news/226/amz/worldservice/live/assets/images/2010/11/04/101104095406_amartya_sen_226x283_nocredit.jpg 226w" style="animation: 0.2s linear 0s 1 normal none running animation-os2n7p; border-style: none; box-sizing: inherit; display: block; transition: visibility 0.2s linear 0s; visibility: visible; width: 645.25px;" width="226" /></div></div></div><div class="bbc-3edg7g e57qer20" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; grid-column: 1 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><figcaption class="bbc-1t9zlwf eede9f50" dir="ltr" style="border-left: 1px solid rgb(110, 110, 115); box-sizing: inherit; color: #6e6e73; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 0.875rem; line-height: 1.125rem; margin: 0.5rem 0px 0px; padding-left: 0.5rem; padding-right: 0px; width: 645.25px;"><span class="bbc-1gnhmg2 e1yt7oin0" style="box-sizing: inherit; clip-path: inset(100%); clip: rect(1px, 1px, 1px, 1px); height: 1px; margin: 0px; overflow: hidden; position: absolute; width: 1px;">Pie de foto,</span><p style="box-sizing: inherit; margin: 0px; padding-bottom: 0px;">Sen obtuvo el Premio Nobel de Economía en 1998.</p></figcaption></div></div></figure></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">A veces la tecnocracia de la economía puede paralizar sus intereses, porque la disciplina tiende a concentrarse en cuestiones muy específicas.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Es importante ocuparnos no sólo de esos temas técnicamente importantes pero puntuales que deben ser estudiados, sino también del tema más amplio de cómo son las vidas humanas. Esto por un lado.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">Por otro lado, para hacer eso a veces hay que cambiar el enfoque y la tecnología de la economía que se utiliza para ser más sensible a los temas que tienen que ver con el bienestar y la libertad de la humanidad. Y esto requiere un verdadero compromiso.</p></div><div class="bbc-19j92fr e57qer20" dir="ltr" style="background-color: #fdfdfd; box-sizing: inherit; font-size: 16px; grid-column: 5 / span 10; grid-template-columns: repeat(10, 1fr); margin: 0px; width: initial;"><p class="bbc-bm53ic e1cc2ql70" dir="ltr" style="box-sizing: inherit; color: #3f3f42; font-family: ReithSans, Helvetica, Arial, sans-serif; font-size: 1rem; line-height: 1.375rem; margin: 0px; padding-bottom: 1.5rem; padding-right: 2.5rem;">No suelo dar mensajes porque no creo que la gente los necesite, pero diría que el compromiso de preocuparnos por la humanidad en su conjunto es un gran compromiso para todos nosotros, y eso se aplica también a los jóvenes economistas.</p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-84754545231461751412020-11-06T09:49:00.007-08:002020-11-06T09:49:51.765-08:00 El estado de bienestar en el marco del sistema capitalista. ¿Tiene futuro o es inviable en el sistema globalizado actual? <p style="text-align: center;"><b><i> El estado de bienestar en el marco del sistema capitalista. ¿Tiene futuro o es inviable en el sistema globalizado actual? </i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i>Manuel Fernando Cabrera Jiménez </i></b><b><i>*Candidato a Doctor en Estudios Políticos; profesor, Fundación Universitaria Monserrate, Bogotá, Colombia</i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i>Recibido el 14 de mayo de 2013; aceptado el 15 de junio de 2014</i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i>*Autor para correspondencia. Correo electrónico: fernando.cabrera@academia.fum.edu.co (M.F. Cabrera Jiménez).</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>© 2014, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Publicado por ELSEVIER ESPAÑA, S.L.U. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">Resumen</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El importante rol que el Estado ha desempeñado en la esfera económica, política y social durante todo el siglo XX ha permitido generar una serie de reacciones a favor y en contra desde la mirada de diversas posturas ideológicas al interior del capitalismo. El objetivo de este artículo es abordar el análisis del rol del estado de bienestar al interior de la sociedad capitalista del siglo XX revisando diferentes aportes desde la mirada de sus defensores y sus opositores y partiendo del principio que todo Estado debe enfrentarse al proceso complejo que genera la interacción de diferentes estructuras sociales y las consecuencias que de esta se desprenden, que afectan a la ciudadanía.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b style="text-align: center;"><i>PALABRAS CLAVE: Estado de bienestar; Liberalismo; Fordismo; Socialdemocracia</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la Licencia Creative Commons CC BY-NC-ND (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;">Abstract</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>The important role played by the State in the economic, political, and social field during the 20th Century has engendered some reactions in favor or against from the point of view of several ideological thinkers within capitalism. Regardless of the point of view from where it is observed, it can be said that it has had an influence on individual freedom, in the relationships generated around the development conception and, in general, in current social-economic growth. The aim of this article is to review the study of the welfare State role in the capitalist society in the 20th Century, analyzing different contributions from the point of view of those who defend this theory, as well as those who are opposed to it. It recognizes that every State must confront the complex process that generates the interaction of different social structures interaction and their outcome that affects the people. </i></b><b><i>© 2014, Konrad Lorenz University Foundation. Published by Elsevier España, S.L.U. This is an open-access article distributed under the terms of the Creative Commons CC BY-NC ND Licence (http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/3.0/).</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>KEYWORDS Welfare State; Liberalism; Fordism; Social democracy </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>The welfare state within the framework of the capialist system. Does it have a future or is it nonviable in the current globalized system?</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i></i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">Introducción</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En la evolución del pensamiento capitalista a través de la historia moderna, se han vuelto recurrentes las tensiones políticas y sociales generadas por el control y dominio de recursos e intereses particulares y colectivos producto de la acumulación de riqueza de actores tradicionales y no tradi-cionales a través de la evolución y los mecanismos que facilita el Estado. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Desde mediados del siglo XIX y el transcurrir del siglo XX, como consecuencia de las dos guerras mundiales y los procesos de recesión económica, sumados a la crisis institucional de algunos países europeos, se generó una transforma-ción del Estado capitalista que, tras la década de los años treinta, ha tendido a convertirse en un actor omnipotente, proveedor de bienestar social y económico denominado Welfare State, sustentado en teorías keynesianas y tendencias políticas socialdemócratas, las cuales se evidencian hasta los inicios de la década de los años setenta, como consecuencia, entre otras, de la crisis del petróleo; esta tendencia de modelo de gobernabilidad se evidencia principalmente en Estados Unidos y algunos países del norte de Europa.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Con el trascurrir del tiempo y los acontecimientos acaecidos en la posguerra, el estado de bienestar ve amenazada su coexistencia como consecuencia de la crisis del sistema de Bretton Woods, el desarrollo del posfordismo en el en-torno de la economía de mercados, el gran desarrollo y la consolidación de las economías europeas de posguerra, la crisis del petróleo de 1973, el surgimiento de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) entre otras causas, que van en contraposición del desarrollo propuesto en perspectiva ortodoxa en el manejo de la política económica internacional liderada en gran medida por organismos multilaterales.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Sumado a lo anterior, el estado de bienestar se ve amenazado por la consolidación de la revolución conservadora denominada neoconservadores (neocon) de los años ochenta, movimiento iniciado en Estados Unidos con el gobierno de Ronald Reagan, que después influyó principalmente a Japón y Reino Unido, donde Margaret Thatcher asumiría el poder. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Esta ideología, que va en contra del comunismo y las ideas de izquierda fortalecidas en la década de los años sesenta, se caracteriza por defender la contracción económica del Estado, la libertad de mercado y el fomento del individualismo sustentados en enfoques económicos que permitan racionalizar el gasto estatal a lo esencial para garantizar la seguridad, la soberanía del Estado y el sistema jurídico normativo. Varios de estos lineamientos son retomados de la obra de Frederick Hayek, representante de la escuela austriaca que, en el texto “Camino a la servidumbre” (1944), manifestaba la necesidad de potenciar la economía de mercado y, a la vez, disminuir la esfera de influencia de la gestión estatal. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En este contexto, en la década de los años ochenta, se cuestionó fuertemente, desde el ámbito de lo político y económico, el sentido y la viabilidad del Welfare State, ya que desde esta nueva ideología se evidencian falencias de fondo en la estructura del Estado de bienestar planteado por Keynes en los años treinta; esta crisis dio paso al fortalecimiento de una corriente de pensamiento económico más que político, mal llamada neoliberal (ya que dista ampliamente de los principios fundamentales del liberalismo del siglo XVIII). </i></b><b><i>El neoliberalismo sustentado en el tecnicis-mo económico de la Escuela de Chicago cuestiona el papel del estado de bienestar y los avances sociales que se habían logrado en algunos países industrializados del centro geopo-lítico global, así como algunos avances en los países periféricos.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El neoliberalismo propende por la competencia perfecta, el derecho a la individualidad productiva, los bajos niveles de intervención del Estado en el sector económico, la estandarización de medidas macroeconómicas para todos los países periféricos dependientes de empréstitos de organismos supranacionales, con lo que se evidencia una marcada tendencia intervencionista de organismos tales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y las grandes potencias económicas, que influyen notablemente en lo relacionado con la inversión y las particulares políticas sociales de cada Estado, con lo cual se replantea el rol del gobierno local nacional y la intervención externa en asuntos internos de los países. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En esta nueva dinámica de relaciones internacionales, los gobiernos nacionales deben preocuparse por el control del gastofiscal, garantizar la seguridad militar del territorio, privatizar la acciones de producción estatal, la libre circulación de capitales con el fi n de potenciar el fl ujo de la in-versión extranjera y dar libre paso al mercado como fuente de las interacciones económicas y sociales en el nuevo escenario global, dejando de lado el principio fundamental de bienestar y de responsabilidad del Estado frente al ciudadano, principalmente en los países pobres con bajo nivel de desarrollo económico y social; con ello se condena a las generaciones existentes y venideras a la dependencia eco-nómica y, por qué no, cultural del centro del sistema de aquellos que tienen el poder para influir en asuntos propios de la soberanía nacional. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: medium;">Aportes del pensamiento keynesiano a la consolidación del Estado de bienestar</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>John Maynard Keynes es considerado uno de los economistas más influyentes del siglo XX, en primera instancia por su postura crítica frente al sistema social y económico reinan-te en Inglaterra a principios del siglo XX, lo cual se evidencia en sus críticas al sistema económico y social:</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>“Los nuevos ricos del siglo XIX no fueron educados en un clima de grandes gastos, y prefirieron el poder que la inversión les proporcionaba a los placeres de un consumo indiscriminado. En realidad fue precisamente la des-igualdad en la distribución de la riqueza lo que permitió aquellas vastas acumulaciones de riqueza fi ja y mejoras de capital que distinguieron esta edad de todas las restantes. En esto reside, de hecho, la principal justificación del sistema capitalista” (Leckchman, 1970).</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Más allá de su postura crítica, en su obra destacan los importantes aportes planteados frente a la teoría de la renta, el capital y el dinero; factores que potencian el desarrollo económico principalmente a partir de la segunda mitad del siglo XX en los países que acogen su modelo económico y social. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>A diferencia de las teorías de la Escuela Clásica de economía, donde autores como Adam Smith o Ricardo argumentan que el potencial de la economía y el libre cambio está en la capacidad de regularse por sí solas y generar riqueza a partir de la interacción automática entre medios de producción y mercados, Keynes argumenta que para encontrar dicho equilibrio es necesario el pleno empleo, como bien se expone en su obra sobre la teoría general.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Dicho planteamiento rebate la postura de la Escuela Clásica y pone en evidencia que los análisis de los clásicos en términos microeconómicos son válidos en momentos en que la sociedad no se encuentra frente a una crisis económica. En eso precisamente es relevante el aporte de Keynes, que analizó otros factores como el pleno empleo y el capital integrados a los procesos de producción.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Keynes propuso, en contra de la teoría clásica, que la restricción al gasto de dinero en momentos de depresión económica y de crisis es beneficiosa para la estabilidad eco-nómica, ya que, al no comprarse un bien, el precio de este tenderá a la baja, así como las tasas de interés y los sueldos serán menores y, por consiguiente, se podrá adquirir después a un precio más favorable. En este sentido, la gente tenderá a disminuir la utilización de préstamos, y se genera así un equilibrio económico en el que se articulan todos los factores de producción, incluidos el trabajo y el capital. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Robert Leckchman plantea:</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>“En la teoría general, Keynes formuló de nuevo el contenido de la teoría económica, y transformó su vocabulario. Es difícil exagerar el impacto liberador del resultado de su empresa sobre la política económica oficial. Keynes mostró al mundo que el fatalismo respecto a la de-presión económica, el paro masivo y las fábricas cerradas era un error. Demostró que una actuación inteligente que aplicara sin restricciones los instrumentos de análisis conocidos estaba perfectamente capacitada para hermanar de nuevo las necesidades y los recursos humanos...” (Leckchman, 1970).</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Su planteamiento es consecuente con el interés de resaltar que la necesidad de fomentar unas mejores condiciones económicas y humanas de la sociedad, y de estas con el mercado se ven reflejadas en una mejor calidad de vida o bienestar del ciudadano, en las que el Estado promueve la equidad e igualdad de oportunidades y a su vez incide di-rectamente en el nivel de bienestar de su población. Para Keynes, no es la producción lo que determina la demanda, sino la demanda lo que determina la producción, como bien se explica en su obra “Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero”.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En sus teorías sobre el capital y el trabajo, Keynes planteó que son necesarias las políticas estatales que fomenten la redistribución de ingresos para posibilitar la mayor tendencia al aumento del consumo y, por consiguiente, el estímulo del crecimiento económico, el empleo y los ingresos al incrementar la demanda agregada. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>De este modo Keynes teorizaba sobre uno de los principales problemas que obstruye una distribución de la renta equitativa y justa argumentando que la relación de compatibilidad entre equidad en la distribución de la renta y el crecimiento económico está atada a la capacidad que tiene el ahorro para convertirse en inversión, proceso que solo es posible lograr con la intervención del Estado, que logra armonizar estas variables. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Argumentado en el desarrollo de su teoría de pleno empleo, se comienza a evidenciar el alcance del Estado de bienestar a partir del periodo de posguerra, cuando facto-res como los procesos de producción bajo el modelo fordista (líneas de producción en serie) dinamizan las relaciones económicas y productivas, orientadas al incremento de la demanda de bienes en grandes volúmenes y, por ende, mayor demanda de mano de obra en los países con mayor nivel de industrialización. En este contexto, el Estado cobró gran relevancia en los procesos económicos, principalmente a partir de los años treinta y hasta la década de los setenta, con lo que se potenció el Welfare State.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Durante ese periodo de la historia contemporánea, es in-discutible el crecimiento económico que mostraban principalmente países como Estados Unidos, donde se consolidó el sistema de consumo masivo, el pleno empleo y la capacidad de compra de la población, procesos que demandan políticas restrictivas en torno al desarrollo industrial y el librecambio.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Asimismo se instauraron restricciones proteccionistas en torno al comercio exterior y las políticas de subsidios. Con estas nuevas normas, el Estado requiere fortalecer su en- en el caso de algunos países exportadores de petróleo o recursos naturales con demanda en el comercio internacional, Estados donde la diversificación e industrialización era baja.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Crisis del estado de bienestar</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El estado de bienestar, como ya se ha citado, tiene sus orí-genes en el periodo de entreguerras; busca principalmente fortalecer a la sociedad frente a los posibles altibajos del mercado, con base en los principios de la socialdemocracia y el pensamiento keynesiano. Es necesario controlar la economía en función de garantizar el bienestar de la sociedad mediante la intervención del Estado. Para garantizar dicho situación, se asume el gasto social como una inversión, es necesario el pleno empleo que garantice buena capacidad de consumo de los trabajadores. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El Estado, en el contexto de la socialdemocracia, debe estar en capacidad de controlar y regular el libre mercado, incluso participar activamente en los procesos de producción, ser proveedor de programas sociales en torno a la educación, la salud y la recreación de los trabajadores y posibilitar el acceso a varios partidos políticos que representen diferentes intereses al interior del Estado. Dicho modelo ha funcionado en algunos países europeos, como [...]</i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><a href="https://reader.elsevier.com/reader/sd/pii/S2215910X14700096?token=29DA085EB9D5B3E4D8F0ED4111F2839CD58E3590FB402E262E2FF3A6B9663950B05E493A39A6B69F670297DEEAEF032A">VER AQUÍ</a></span></p><div style="text-align: justify;">https://reader.elsevier.com/reader/sd/pii/S2215910X14700096?token=29DA085EB9D5B3E4D8F0ED4111F2839CD58E3590FB402E262E2FF3A6B9663950B05E493A39A6B69F670297DEEAEF032A</div><div style="text-align: justify;"><br /></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-10881556820893203942020-11-06T07:12:00.001-08:002020-11-06T07:12:25.705-08:00Estado de bienestar<p> </p><section class="container row" style="background-color: #333333; box-sizing: border-box; color: #333333; display: flex; flex-wrap: wrap; font-family: Roboto, Arial, sans-serif; font-size: 16px; margin-left: auto; margin-right: auto; max-width: 1120px; padding-left: 0px; padding-right: 0px;"><div class="col-xs-12 col-sm-12 col-md-12 col-lg-12 interior-12" style="-webkit-box-flex: 0; background: rgb(255, 255, 255); box-sizing: border-box; flex: 0 0 100%; max-width: 100%; min-height: 1px; padding: 0px; position: relative;"><header class="no-multimedia" style="-webkit-box-direction: normal; -webkit-box-orient: vertical; background: inherit; box-sizing: border-box; clear: left; display: flex; flex-direction: column; height: auto; padding: 0px; position: relative; z-index: 90;"><h1 class="title-new" itemprop="headline" style="-webkit-box-ordinal-group: 2; box-sizing: border-box; color: black; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif; font-size: 2.4rem; left: 0px; line-height: 1.1; margin: 0px; order: 1; padding: 1.5rem 4rem 1rem 1.7rem; position: relative; text-align: center; top: 0px; width: auto; z-index: 2;"><i>Estado de bienestar</i></h1><sumary class="entradilla" itemprop="description" style="-webkit-box-ordinal-group: 3; box-sizing: border-box; color: black; display: block; font-family: "Roboto Light", Arial, sans-serif; font-size: 1.25rem; left: 0px; line-height: 1.25; margin: -0.5rem 0px 0px; order: 2; padding: 0px 4rem 1rem 1.7rem; position: relative; top: 0px; width: auto; z-index: 2;"><p style="box-sizing: border-box; margin-bottom: 0px; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>Te contamos en qué consiste este sistema de organización de los estados basado en la redistribución de la riqueza entre todos los ciudadanos.</i></b></p></sumary></header></div></section><section class="container row" style="background-color: #333333; box-sizing: border-box; color: #333333; display: flex; flex-wrap: wrap; font-family: Roboto, Arial, sans-serif; margin-left: auto; margin-right: auto; max-width: 1120px; padding-left: 0px; padding-right: 0px;"><div class="col-xs-12 col-sm-12 col-md-8 col-lg-9" style="-webkit-box-flex: 0; background: rgb(255, 255, 255); box-sizing: border-box; flex: 0 0 70%; max-width: 70%; min-height: 69.375rem; padding: 1.5rem 1.7rem 0px; position: relative; z-index: 1;"><div class="thumbnail-article" style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"><figure style="box-sizing: border-box; margin: 0px 0px 1rem;"><div style="box-sizing: border-box;"><div style="text-align: justify;"></div><picture style="box-sizing: border-box;"><b><i><source media="(max-width:520px)" srcset="https://fotografias.lasexta.com/clipping/cmsimages02/2019/08/21/FF86120D-A2BF-4CAD-BF69-78E225D76185/64.jpg" style="box-sizing: border-box;"></source><source media="(max-width:1023px)" srcset="https://fotografias.lasexta.com/clipping/cmsimages02/2019/08/21/FF86120D-A2BF-4CAD-BF69-78E225D76185/60.jpg" style="box-sizing: border-box;"></source><source media="(min-width:1024px)" srcset="https://fotografias.lasexta.com/clipping/cmsimages02/2019/08/21/FF86120D-A2BF-4CAD-BF69-78E225D76185/58.jpg" style="box-sizing: border-box;"></source></i></b><div class="st-placement standard_1 inImage" id="standard_1" style="all: initial !important; 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text-align: justify;"><b><i>El hospital Virgen del Rocío de Sevilla | EFE</i></b></figcaption></figure></div><div class="articleBody" id="intext" style="box-sizing: border-box;"><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px;"></p><h2 style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif; font-size: 16px; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><i>¿Qué es?</i></h2><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>El estado del bienestar, también llamado estado benefactor, estado providencia o sociedad del bienestar es un concepto político-económico con el que se designa a un modelo de estado y de organización social en el que <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">el Estado cubre los derechos sociales de todos los ciudadanos </span>del país.</i></b></p><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>El estado del bienestar consiste en un conjunto de acciones llevadas a cabo por parte del gobierno para conseguir una <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">mayor redistribución</span> de los recursos y mejorar el bienestar general de la población. Se produce, por tanto, una <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">intervención del estado </span>en la economía y la sociedad para combatir la desigualdad en estos ámbitos y repartir los beneficios de forma más equitativa entre la población.</i></b></p><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>Para ello, el Estado debe asumir la responsabilidad de la prestación de servicios tales como <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">la educación o la sanidad </span>y ofrecerlos de forma no discriminatoria y sin costes para los ciudadanos. La cultura, las prestaciones por jubilación, desempleo, orfandad o invalidez o los servicios sociales son otros de los pilares de los estados del bienestar.</i></b></p><h2 style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif; font-size: 16px; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><i>Origen y evolución</i></h2><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>El término "estado del bienestar" procede de la expresión inglesa <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">Welfare State</span>, concepto con el mismo significado y del que es una traducción literal. Se acuñó en torno a 1945, con el final de la Segunda Guerra Mundial, aunque antes ya se habían utilizado otros términos para hacer referencia a la misma idea.</i></b></p><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>Esta propuesta de sistema organizativo del estado nace muy ligado a las <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">reivindicaciones </span>por las mejoras laborales y al desarrollo de los partidos democráticos. Tras la Segunda Guerra Mundial, caracterizada por el enfrentamiento entre sistemas totalmente opuestos, se trató de buscar una <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">opción intermedia</span> entre el liberalismo más radical de no intervención y el comunismo de total control por parte del estado.</i></b></p><h2 style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif; font-size: 16px; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><i>Prestaciones</i></h2><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>Los gastos se cubren con los <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">Presupuestos Generales del Estado</span>. Con estas políticas de redistribución de la renta se busca proteger a los trabajadores de los cambios en los mercados y a los ciudadanos en general de las diferencias sociales.Con las prestaciones se busca que las personas con una desventaja económica o social dispongan de unos ingresos mínimos para <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">evitar que caigan en la marginalidad</span>.</i></b></p><div data-smartplay-instance-id="0" id="smartIntxt" style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; height: 0px; overflow: hidden; position: relative; transition: height 0.5s ease 0s;"><div id="smartIntxt-backdrop" style="border: 0px; box-sizing: border-box; height: 410px; left: 0px; margin: 0px; pointer-events: none; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 730px;"></div><iframe frameborder="0" id="smartIntxt-frame" scrolling="no" style="border-style: initial; border-width: 0px; box-sizing: border-box; height: 410px; left: 0px; margin: 0px; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 730px;"></iframe></div><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>Los estados del bienestar han ido evolucionando con el progreso de los países de forma que se han extendido más allá de los elementos básicos anteriormente mencionados. Surgen, de esta forma, otras medidas más avanzadas como ayudas a la vivienda, a la juventud, para la conciliación laboral y familiar, subvenciones para las actividades económicas....</i></b></p><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>El principal método del que disponen los gobiernos para redistribuir la riqueza necesaria para alcanzar el Estado del Bienestar es la <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">recaudación de impuestos y tasas</span>. De esta manera, el Estado necesita intervenir en la economía, retirando fondos de algunos ámbitos para destinarlos a otras partidas.</i></b></p><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>El gasto del gobierno para mantener el estado del bienestar puede dirigirse a tres grupos principales. Por un lado, las prestaciones <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">contributivas </span>se orientan a aquellas personas que han contribuido previamente a la sociedad a través de sus cotizaciones. Por otro lado, las prestaciones <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">universales </span>se dirigen a toda la población y para concederse necesitan solamente el requerimiento por parte de estas. Por último, estarían las prestaciones <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">compensatorias</span>, designadas a ayudar a aquellos colectivos sin o con escasos recursos.</i></b></p><p style="box-sizing: border-box; font-size: 16px; margin-bottom: 1rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><b><i>Las críticas que recibe este sistema, especialmente por parte de los sectores más liberales, argumentan que el estado está sustrayendo recursos a los ciudadanos que producen para mantener a los que no crean riqueza. Consideran que no se trata de justicia social sino de una especie de <span style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif;">robo</span>.</i></b></p><h3 style="box-sizing: border-box; font-family: "Roboto Bold", Arial, sans-serif; font-size: 16px; margin-bottom: 0.5rem; margin-top: 0px; text-align: justify;"><i>Bibliografía y fuentes</i></h3><div><span style="font-size: large;"><b><i><a href="https://www.lasexta.com/diccionarios/politico/estado-bienestar_201908275e7c6c9ad41df90001c188f9.html#:~:text=El%20estado%20del%20bienestar%2C%20tambi%C3%A9n,todos%20los%20ciudadanos%20del%20pa%C3%ADs.">VER AQUÍ</a></i></b></span></div></div></div></section>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-19538276012948339922020-11-03T15:07:00.003-08:002020-11-04T04:12:07.403-08:00"El Estado del Bienestar. Prespuestos éticos y políticos" <p style="text-align: justify;"><b><i> </i></b><a href=" https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/1751/TESISGPEDRO.pdf?sequence=1&isAllowed=y " style="font-size: x-large; text-align: left;">"El Estado del Bienestar.
Prespuestos éticos y políticos" </a></p><p style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"><b><i>Tesis doctoral presentada per En/Na
Mª Esther GÓMEZ DE PEDRO </i></b></span></p><p style="text-align: center;"><span style="text-align: left;">Barcelona, 26 de juny del 2001. </span></p><p style="text-align: center;"><span style="text-align: left;"> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><span style="font-size: medium;"><b>INTRODUCCIÓN </b></span></span></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En el momento presente en el escenario público se plantean cuestiones del tipo de si el
Estado es capaz de asegurar las pensiones del futuro, del dilema entre enseñanza pública y enseñanza
privada, de hasta dónde está obligada a indemnizar o a cubrir a los ciudadanos la Seguridad Social o
dónde radica el límite entre responsabilidad pública e iniciativa privada. Todas ellas podrían
reconducirse a esta triple cuestión: ¿Qué hace, qué se le exige y qué puede realmente abarcar el
Estado del Bienestar? Nos situamos de esta manera en el punto central de la circunferencia, alrededor
del cual giran planteamientos, temas y aspectos estrechamente relacionados con él. Sin embargo,
desde hace un tiempo ese centro parece no ser estable ni ofrecer la misma seguridad. El Estado del
Bienestar es ese centro movedizo que ha generado tanta bibliografía, especialmente en los últimos
treinta años, no sólo a causa de su centralidad en la política sino sobre todo por la crisis en que está
inmerso. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> La mayoría de las políticas que se llevan a cabo en la actualidad, tanto sociales como
económicas, recubren la intención que las anima de superar la crisis bajo un ropaje de crecimiento
económico, de progreso, de avances democráticos, de lograr una mayor calidad de vida e, incluso, de
preocupación por la deuda internacional y la globalización económica mundial. Este centro de la
circunferencia –por seguir con la metáfora- que se intenta mantener en la política actual es el tema de
nuestro estudio. Precisamente fue la lectura, en el último año de carrera, de Contradicciones en el Estado
del Bienestar –de Claus Offe- lo que me abrió la puerta de esta circunferencia y suscitó el interés
suficiente para catalogarlo como el tema de la tesis doctoral. La concesión de una Beca de
Investigación por parte del Ministerio de Educación y Cultura fue un aval importante para la
materialización fáctica del interés inicial que me introdujo en este tema y me movió a descifrar sus
claves. Esta Beca, además, me permitió la posibilidad de consultar in situ diversos autores y de
completar la bibliografía. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Nuestro planteamiento es principalmente filosófico, lo que ya, desde el inicio, nos permite
diferenciar esta investigación de otros estudios sobre el Estado del Bienestar llevados a cabo desde la
economía, la sociología, el derecho o la praxis política. No será, pues, un estudio de la economía ni de
la sociología del bienestar; aunque reconocemos su importancia no es esa nuestra óptica. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Es mucha la bibliografía que, desde estas disciplinas, <span style="color: #2b00fe;">trata aspectos del Estado del Bienestar,
pero es escasa, sin embargo, la que los analiza desde su Filosofía.</span> Por esta razón el presente estudio
será una aportación al tema. A la fuerza ha de contar con los planteamientos ya mencionados, y, a la
vez, espera aportarles algo, pero pretende ir más allá y profundizar en sus causas, o, como dice el </i></b><b><i>título, en los principios –presupuestos- éticos y políticos. Porque <span style="color: #2b00fe;">el objetivo de esta tesis es la defensa,
en primer lugar, de que los hay y, en segundo lugar, de que -como complemento de otros
presupuestos más comunes- son necesarios para comprender el Estado del Bienestar de forma
unitaria.</span> Queremos ir al fondo de la situación para discernir mejor lo que se debate y lo que hay en
juego, para intentar abordar las cuestiones con que abríamos estas líneas introductorias y para saber
situar nuestro sistema político actual en el punto que le corresponde en el tiempo; punto que viene
precedido por una larga prehistoria y una más corta historia que le hacen más inteligible a los ojos
contemporáneos. </i></b><b><i>Al abordar esta tarea es inevitable acotar el estudio de tales principios. Aquí
ponemos de relieve algunos de ellos, en especial los que hunden sus raíces en los precedentes teóricos
y encuentran su máximo exponente en los documentos y en las teorías programáticas del Estado del
Bienestar, pero no pretendemos agotarlos todos. A medida que uno se adentra en esta investigación
ve ampliarse los temas y las cuestiones a estudiar y se impone la necesidad de limitar el objeto de su
trabajo. De esta manera es cómo hemos querido asomarnos a la vertiente teórica de la Filosofía
política, a lo que subyace al Estado del Bienestar y a la sociedad que nos ha tocado vivir en este inicio
de milenio, para poder entender la vertiente práctica. Con este fin proponemos un doble punto de
partida, un recorrido por su prehistoria, historia, auge y situación actual del Estado del Bienestar. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Al abordar nuestro estudio partíamos de la intuición básica de que debía haber, al menos,
dos puntos de partida que estructuraran todo su contenido: el bienestar y el Estado. Es decir, las
concepciones que subyacían en la configuración del Estado del Bienestar. Esta primera intuición se
vio enseguida acompañada de otra, muy importante para esta tesis, y es que detrás de una concepción
del bienestar o del Estado había una idea determinada del hombre, una antropología que marcaba las
pautas a seguir en el despliegue de cada teoría. Pues bien, tal antropología podía ser rastreada a lo
largo de toda la configuración de los Estados del Bienestar y también –especialmente- en sus
momentos de esplendor y en la crisis que sufría en la actualidad. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Tal intuición vino a ser confirmada con la lectura de una obra relativamente reciente sobre el
Estado del Bienestar. Su autor, el sociólogo francés Pierre Rosanvallon, recogía una visión muy
cercana a la nuestra en relación con el Estado del Bienestar en su libro La crisis del Estado Providencia.
En esta obra se defiende que el estudio de las raíces del Estado Providencia –otro de los nombres
que recibe el Estado del Bienestar- debe ampliar su mirada e ir más allá de sus precedentes más
inmediatos, como pueden ser Bismarck o Beveridge, o el Socialismo y el Liberalismo, para descubrir
los orígenes reales en los que se sustenta. Esta mirada retrospectiva nos remonta hasta el siglo XVII,
a los inicios del Estado moderno. El nuevo Estado que empieza a emerger es un Estado protector y
asegurador, muy diferente del vigente hasta entonces. Pero no sólo el Estado era el que cambiaba en
su concepción, también estaba cambiando la noción del hombre, su esencia y su explicación. La tesis
de Rosanvallon, pues, nos ha servido para ahondar y extraer otras consecuencias. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Desde esta intuición básica hemos acometido un doble estudio en torno a los polos que
componen esta realidad: el bienestar y el Estado que se compromete a asegurarlo. Parte importante del método seguido es el recurso a aquellos autores más relevantes en la elaboración de tales
conceptos y en la explicación de los cambios y de los elementos que perduran en los modernos
Estados del Bienestar.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> En cada época de la historia se produce un fenómeno significativo: el uso reiterado de ciertas
palabras ‘talismán’ que suelen caracterizar las ideas que en ella circulan. Designan realidades que han
existido desde siempre pero a las que se les da más protagonismo en un momento determinado. La
razón, por ejemplo, fue el concepto clave para entender la Ilustración, al igual que el de libertad ha
sido usado como bandera en muchas revoluciones de los siglos XIX y XX. Pues bien, el concepto
que nos ocupa está jugando en esta segunda mitad del siglo XX un papel relevante junto a otros
como tolerancia, igualdad o derechos humanos. Señal de la importancia del tema del bienestar es la
gran cantidad de bibliografía existente sobre el mismo. Encontramos títulos muy variados en los que
el bienestar aparece él solo como substantivo o acompañando a otros conceptos: bienestar, bienestar
colectivo e individual, economía del bienestar, Estado del Bienestar, sociedad del bienestar,
instituciones del bienestar, crisis del Estado del Bienestar, etc. Aparece también en toda clase de leyes,
desde las Constituciones nacionales hasta la Declaración Mundial de los Derechos Humanos.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Nuestro primer cometido será analizar qué se entiende por bienestar. Fácilmente se entrevé
la dificultad que entraña tal tarea ya que encontramos muchas definiciones diferentes del bienestar y
cierta ambigüedad de fondo, no sólo en la actualidad sino a lo largo de la trayectoria filosófica de la
humanidad. Precisamente por esta complejidad se justifica que acometamos, en el primer capítulo, un
estudio histórico que muestre las visiones más significativas que se han dado acerca del bienestar.
Con el deseo también de sistematizarlas nos centraremos en dos concepciones que engloban a otras y
que han sido lo suficientemente importantes e influyentes. Cada una de ellas tiene un trasfondo
antropológico concreto al que también prestaremos atención. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> No puede tratarse del bienestar sin atender a conceptos tan afines como los de felicidad,
bien, interés, virtud, satisfacción o placer. En Filosofía hay dos grandes líneas que ordenan estos
elementos dentro de la jerarquía moral del ser humano de forma claramente excluyente. La
aristotélica y la utilitarista-hedonista. Ambas comparten la misma meta: llegar a la felicidad, pero
difieren en su concepción de la misma y en los medios empleados para obtenerla. En la primera el
bienestar es concebido como el conjunto de condiciones materiales que permiten a cada persona
llevar una vida desahogada, y desempeña el papel de medio para alcanzar la felicidad, que se identifica
con la vida contemplativa -la más elevada actividad que el hombre puede desarrollar. En la segunda,
en cambio, el bienestar se identifica con el placer y con la felicidad, con lo que pasa a ocupar el lugar
del fin y deja de ser considerado un medio. Pero esto sólo se consigue a cambio de una reducción y
de una gran ambigüedad terminológica acerca del bienestar y de la felicidad. A pesar de ello, la
concepción ética utilitarista y hedonista es la predominante en nuestras sociedades y podemos decir,
sin temor a equivocarnos, que es la verdadera Filosofía del Estado del Bienestar. Quedan también perfiladas la antropología de las dos concepciones, las consecuencias de cada una de ellas y varias de
las conclusiones que se irán repitiendo a lo largo de la obra. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Después de abordar en el primer capítulo la noción de bienestar y de confrontar las
principales visiones del mismo, se aborda a continuación el análisis teórico del Estado, estudio que
nos proporcionará las claves para comprender la relación establecida en la actualidad con el bienestar.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Tanto el discurso sobre el Estado como la praxis política desarrollada en su interior han
experimentado sucesivos cambios a lo largo de los siglos, igual que sus funciones o su justificación
teórica, hasta llegar al Estado occidental actual. Tales cambios, por otra parte, no eran independientes
de las consideraciones sobre la felicidad. Pues bien, defendemos que tales nociones típicamente
‘modernas’ –en el sentido histórico del término- constituyen la base filosófica del Estado del
Bienestar actual. En palabras de Rosanvallon: “El Estado Providencia es una profundización y una
extensión del Estado protector moderno”. Si esto es así, nos interesa estudiar cómo era ese Estado,
qué autores lo configuraron y en qué medida sus doctrinas han tenido un eco en la Filosofía política
posterior. Esta es la razón por la que abordamos las teorías de Hobbes, Spinoza, Locke, Mandeville,
Helvecio, Rousseau, A. Smith y Bentham siguiendo un riguroso criterio temporal. Cada uno en
diferente grado e intensidad, han contribuido todos ellos a crear un tipo de hombre y un tipo de
Estado. El hombre es individualista, y la mayor parte de las veces hedonista. El Estado responde al
perfil de este hombre y se presenta como el salvador de su pobreza y egoísmo e, incluso, como la
garantía de una vida placentera. Mientras se va ahondando en las bases individualistas, el Estado
despliega una mayor actividad que, muy pronto, querrá sustituir al recurso a la naturaleza o, incluso, a
Dios. Se afirma de él que es el asegurador de la paz, de la propiedad y hasta de la vida humana, que
debe velar por el bienestar de sus ciudadanos, que es el artífice de la conjunción pacífica de intereses
particulares entre sí y con el interés público, y que, por supuesto, es el único capaz de asegurar el
ejercicio de la caridad hacia los necesitados, porque la caridad individual es incierta –tal como afirma
Hegel. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> La fuerte carga filosófica de esta parte constituye la base del resto de la tesis. Por esta razón
es necesario no perder de vista la configuración del Estado moderno a medida que avancemos en
nuestro estudio. De hecho, las últimas partes quieren presentarse como una confirmación de nuestra
tesis: tanto en la vertebración histórica del Estado del Bienestar, como en su despliegue, asentamiento
y posterior crisis, actúan los principios filosóficos del individualismo y del Estado moderno. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> En el capítulo 3 podremos rastrearlos y encontrarlos formulados en Documentos concretos
y plasmados en los primeros proyectos políticos y sociales. Dentro de la prehistoria inmediata a la
aparición del Estado del Bienestar, seguiremos una serie de hitos que jalonaron su camino de
formación. Desde la Europa de finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX hemos querido
recorrer este proceso. En primer lugar nos encontramos con un político tan cualificado como
Bismarck y con unos economistas socialistas que redactaron el Manifiesto de Eisenach. Este
primer hito está constituido por una defensa de la necesidad de la intervención del Estado en la cuestión social realizada por los socialistas y las primeras leyes sociales promulgadas por Bismarck.
Este fue el cimiento real del Estado del Bienestar, animado por una gran confianza en las
posibilidades del Estado. A continuación emergen las figuras de un economista liberal y un politólogo
socialista que desarrollaron, respectivamente, la economía y el derecho del Estado del Bienestar:
Keynes y Heller. Sus doctrinas gozaron de una influencia considerable en la política de su momento
y prepararon el terreno al segundo hito de este singular camino: la aparición de los Informes
Beveridge en Gran Bretaña durante la segunda Guerra Mundial. Estos estudios sistematizaron los
principios sustentadores del Estado del Bienestar y dieron pie a la casi inmediata plasmación de
medidas sociales de corte universal y sólo en parte contributivo. Beveridge encarna a la perfección el
ideal de esta política cuyo objetivo más significativo es acabar con la necesidad y la incertidumbre, y
que más adelante tomará diversas formas. También en los Estados Unidos se produce la revolución
bienestarista, que constituye el tercer hito. El New Deal promovido por Roosevelt promovió la
aparición de una Seguridad Social de tipo federal –aunque a la ‘americana’- con el objetivo de liberar
al hombre de la necesidad. A nuestro juicio, la carga teórica del Estado del Bienestar está concentrada
en este conjunto de doctrinas, documentos y políticas, lo cual no impide reconocer otras referencias
que confluyeron en la plasmación histórica del Estado del Bienestar. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> No obstante su importancia, no se entenderían bien estos hitos sin atender al papel decisivo
que jugaron las revoluciones y las Guerras en su historia particular. Igual que el Estado moderno fue
impulsado por una serie de hechos revolucionarios, también el Estado del Bienestar recibió un claro
empuje de la situación social creada, más a largo plazo, por la revolución industrial y por las dos
Guerras Mundiales. En esos momentos se juzgó que una mayor cohesión social era vital, y para ello
era imprescindible la intervención del Estado en muchos aspectos de la vida. De la misma manera la
situación de penuria y dificultad generó un sentimiento de comunidad y la práctica de la solidaridad
entre todos los miembros de los países afectados por las guerras. Así es como se llegó a la
instauración del Estado del Bienestar después de la segunda Guerra Mundial. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Sin embargo, comenzábamos estas páginas aludiendo a las dificultades a las que debe
enfrentarse el Estado del Bienestar en la actualidad. Rastrearemos, por esta razón, la evolución que ha
sufrido desde sus momentos de auge hasta los de mayor inestabilidad e intentaremos entender las
causas de la misma. Es en el capítulo IV donde analizamos más en detalle la naturaleza y las funciones
del Estado Providencia, sus justificaciones teóricas –que se hacen más inteligibles a la luz de los
principios expuestos en el segundo capítulo- y donde asumimos una definición del Estado del
Bienestar. Desde la óptica de los denominados derechos al bienestar -cuyas manifestaciones
principales son la demanda de una mayor igualdad social, y una defensa de las medidas de bienestar
sociales-, encuentra todo su sentido el tratamiento de los problemas que acomete el Estado del
Bienestar. De la misma manera que su estabilización y extensión sólo se entienden desde unas
determinadas condiciones históricas que las hicieron posibles. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> En el capítulo V, el último, abordamos la crisis del Estado del Bienestar. En función de las
manifestaciones de esta crisis, examinamos algunas causas y sus razones, unas de carácter más
económico y otras de tipo ideológico o social, deteniéndonos más en las segundas. A nuestro parecer
es especialmente importante la que pone de manifiesto que el tejido social ha sido dañado en su
misma raíz por la dinámica interna de compensación y de desarraigo personal llevado a cabo por este
Estado. En general, hemos observado que el binomio individuo y Estado juega un papel básico en
toda la configuración de esta política y que es un elemento clave para entender la crisis. Otros
problemas del Estado del Bienestar han sido fruto de la mentalidad utilitarista y hedonista propiciada
desde las altas instancias gubernamentales: el envejecimiento de la población –con los problemas que
esto conlleva para el relevo generacional, el rendimiento laboral y los subsidios de ancianidad- o la
búsqueda del propio interés y placer incompatible con la solidaridad que debería estar en la base de
estos Estados. </i></b><b><i>Es asimismo significativa la visión de que esta crisis es un fenómeno irreversible, a la
vez necesario y dañoso para el sistema capitalista. Este tratamiento es el más cercano al actual
discurso sobre la sostenibilidad del Estado del Bienestar. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> A pesar de la disparidad en las críticas y en las causas detectadas, creemos descubrir una
fuente común de la crisis en la antropología y la Filosofía política que lo sustenta. Y son las
afirmaciones modernas llevadas a sus últimas consecuencias las que han generado esta situación. En
un último apartado del capítulo aventuramos las posibilidades de salida que se ofrecen al Estado del
Bienestar o sus alternativas dentro del amplio abanico político y filosófico. También aquí se
descubren unas líneas comunes que apuntan a nuestra misma tesis, pero no todas estas alternativas
son igualmente válidas. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Estos dos últimos capítulos son más técnicos y tratan cuestiones más cercanas a un
planteamiento sociológico. Sin embargo, creemos que son un buen complemento a una tesis
estrictamente filosófica sobre los presupuestos éticos y políticos del Estado del Bienestar. En
realidad, a lo largo de la tesis iremos viendo cómo las ideas influyen en los hechos y en la práctica y
también la realidad cotidiana tiene su influencia en la respectiva reflexión filosófica o política. Un
claro ejemplo de esto es que a la luz de los principios filosóficos se entiende mejor cómo en varias
constituciones se contempla el derecho al bienestar y que esto sea plenamente aceptado en la
sociedad en general. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Las conclusiones finales, además de recopilar las tesis más importantes, quieren ser una toma
de postura. De esta manera extraemos los presupuestos éticos y políticos del Estado del Bienestar
que habremos ido esclareciendo capítulo tras capítulo. Presupuestos que, una vez puestos en claro,
aportan una gran luz sobre la génesis de la crisis y sus causas, y más si tenemos en cuenta su alto
grado de arraigo social. Es más, una de nuestras afirmaciones declara la influencia directa de tales
principios en la generación de la crisis. Los presupuestos aquí señalados no explican toda la Filosofía
del Estado del Bienestar. Nuestro enfoque ha iluminado estos, mientras que otros enfoques
iluminarán otros presupuestos. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Respecto a la metodología empleada, ya hemos anunciado que principalmente se basa en el
recurso a autores relevantes y en la consulta y confrontación de sus textos más significativos para los
temas a tratar. Ciertamente, la diversidad de autores citados da razón por sí misma de la variedad de
procedencia, de profundidad filosófica, etc apreciable entre los textos que jalonan estas páginas. El
criterio de selección y de búsqueda ha sido el del influjo ejercido por estos autores en la formación de
la base del Estado del Bienestar o en su desarrollo posterior. El recurso a numerosos autores se
justifica aún más en el último capítulo en que se analizan algunas de las diferentes explicaciones de la
crisis y las diversas propuestas de futuro, entre las que incluimos no sólo las estrictamente políticas
sino alguna otra de corte más antropológico, como es el caso de la reflexión acerca de la dignidad de
la persona humana y el bien común que realiza la Iglesia católica.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La heterogeneidad y cantidad de autores consultados ha hecho imposible hacer un
seguimiento de cada uno en su propio idioma. Razón que me ha llevado a manejar las ediciones
traducidas al castellano, cuando las había, -aunque completadas con consultas puntuales a ediciones
originales- y cuando no, he optado por traducirlas yo misma para no romper la continuidad del
idioma presente desde las primeras páginas. Este criterio ha sido aplicado no sólo a la bibliografía
principal sino también a la secundaria. Cuando el texto traducido lo encontraba en una edición
castellana he procurado dejar constancia de la referencia, mientras que cuando el texto manejado
estaba en otro idioma –principalmente inglés o alemán- la traducción es mía y dejo constancia de ello
con las iniciales de Traducción del Autor (T.A). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Por último, debo aclarar que la bibliografía actual sobre el Estado del Bienestar es tan amplia
que a la fuerza he tenido que hacer una selección, para la que me he servido de pautas que atendían a
la diversidad de contenido o de perspectiva desde la que se trataba el tema, a la accesibilidad de las
obras o al prestigio de los autores. </i></b></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">CAPÍTULO I </span></b></p><p style="text-align: center;"><b><span style="font-size: large;">BIENESTAR Y FELICIDAD </span></b></p><p style="text-align: justify;"> <b><i>Cuando hablamos del bienestar todos pensamos en algo relacionado con la
felicidad o el placer, en estrecha relación con las aspiraciones de cada persona, es decir, con
sus intereses, y con un contenido de carácter material o bien de tipo espiritual o cultural,
más o menos objetivable, que es un bien para el que lo busca. Precisamente por la ligazón
entre el bienestar y todos los demás términos resulta a veces difícil diferenciarlos y nos
encontramos muchas ocasiones en que se confunden. Cuando se dirige la mirada hacia el
Estado del Bienestar, se observa la misma ambigüedad a la hora de definir el bienestar:
trabajo, salud, felicidad, seguros, un sueldo mínimo o máximo, etc. Entran en juego
muchos otros conceptos que son ofrecidos por el Estado.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i>Nuestra labor es poner de manifiesto esta ambigüedad y tratar de captar lo que se
entiende o puede ser entendido por bienestar. Para una primera aproximación nos serviremos
del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i>El concepto ‘bienestar’ tiene estas
tres entradas: </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i> 1. Conjunto de las cosas necesarias para vivir bien. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i> 2. Vida holgada o abastecida de cuanto conduce a pasarlo bien y con tranquilidad. </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b><i> 3. Estado de la persona humana, en el que se le hace sensible el buen funcionamiento
de su actividad somática y psíquica.<br /> </i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Las tres hacen referencia a algo valorado positivamente, sin embargo, observamos que
se soslaya la utilización de la palabra felicidad. Mientras las primera identifica el bienestar con
cosas materiales que hacen posible el vivir bien, la segunda alude a la vida misma, caracterizada
por una holgura o abastecimiento de lo mencionado en la primera definición más un tinte de
tranquilidad, y la tercera a un estado sensible de la persona, es decir, a una manera de estar
(bien estar) en la que todo marcha bien, tanto el plano físico como el psíquico. Son tres
interpretaciones distintas que reflejan ya la diversidad de concepciones que se han dado. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Cosas necesarias, vivir bien, vida holgada, tranquilidad, estado sensible, buen
funcionamiento físico y psíquico, interés individual, etc, todas estas nociones estarán también</i></b> <b><i>presentes, de una u otra manera, en el estudio que acometeremos a continuación. Detrás de
todos ellos, a modo de leit motiv, se deja entrever otra más fundamental que les da razón de ser,
la de felicidad. Bienestar y felicidad aparecen unidos, aunque por relaciones diferentes en
función de la teoría que los explique. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> <span style="text-align: left;">El orden que seguiremos será estudiar, en primer lugar, el concepto aristotélico de
bienestar, englobado en su teoría eudaimonista teleológica; el concepto subyacente al
Utilitarismo y al hedonismo, en segundo lugar, y, por último, las propuestas de ampliar el
bienestar material, que defiende un autor contemporáneo, A.Sen, premio Nobel de economía,
y la de recuperar los bienes de carácter social, a cargo del canadiense C.Taylor. Los primeros
representan dos enfoques distintos y hasta opuestos de la felicidad que aglutina a su alrededor,
como en torno a los dos polos de un debate, la mayoría de los discursos acerca de este tema.
Por esta razón ofrecemos un estudio un tanto incisivo sobre sus doctrinas. Tal bipolaridad
queda de manifiesto en la aportación al debate actual de Sen y Taylor. </span></i></b></p><p style="text-align: center;"><i><b>1. ARISTÓTELES, FELICIDAD Y VIDA BUENA. </b></i></p><p style="text-align: center;"><i><b>1.1. Bien y felicidad. </b></i></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En la historia de la Ética la teoría aristotélica sobre la felicidad es punto de partida para
multitud de corrientes y de posturas filosóficas y morales. Por esta razón, y porque aún hoy en
día es aceptada por muchas personas, hemos decidido empezar a estudiar el bienestar por este
autor.
Antes de abordar la visión aristotélica conviene advertir que el estagirita no usa una
palabra griega que sea totalmente equivalente a la de bienestar. Sin embargo nos ha llamado la
atención el hecho de que en algunas de las traducciones castellanas, tanto de la Política como de
la Ética a Nicómaco1 apareciera esta palabra. Es interesante averiguar qué entendía Aristóteles por bienestar, sobre todo cuando su equivalente griego no responde a una única expresión.
Advertido esto, creemos necesario tener una visión completa de la teoría ético-política
aristotélica en la que podamos situar de manera más comprensible y justificada su comprensión
del bienestar, porque sin una referencia previa a la felicidad, a la naturaleza humana, al fin, al
bien, no es fácil comprender su postura. </i></b> </p><p style="text-align: justify;"><b><i>1ARISTÓTELES, Ética Nicomáquea; Tr. J. Pallí Bonet, Madrid, Gredos, 1995 3ªreim.
——, Política; Tr. M. García Valdés, Madrid, Gredos, 1994 1ªreim.</i></b> </p><p style="text-align: justify;"><b><i>[...]</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i><span style="font-size: large;"><a href="https://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/1751/TESISGPEDRO.pdf?sequence=1&isAllowed=y">VER MÁS AQUÍ</a></span></i></b></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-79719539392577143352020-11-03T14:34:00.002-08:002020-11-03T14:34:12.727-08:00TRES PARÁBOLAS EN CLAVE ECONÓMICA<p> </p><h2 class="entry-title" style="background: rgb(255, 255, 255); border: 0px; clear: both; font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, "Nimbus Sans L", sans-serif; font-size: 21px; line-height: 1.3em; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/" rel="bookmark" style="background: transparent; border: 0px; color: #ff4b33; margin: 0px; padding: 0px; text-decoration-line: none; vertical-align: baseline;">TRES PARÁBOLAS EN CLAVE ECONÓMICA</a></h2><div class="entry-meta" style="background: rgb(255, 255, 255); border: 0px; color: #777777; font-family: "Helvetica Neue", Arial, Helvetica, "Nimbus Sans L", sans-serif; font-size: 12px; margin: 0px; padding: 0px; text-size-adjust: 120%; vertical-align: baseline;"><span class="meta-prep meta-prep-author" style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Publicado el</span> <a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/" rel="bookmark" style="background: transparent; border: 0px; color: #777777; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="5:23 pm"><span class="entry-date" style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">julio 4, 2012</span></a><span class="by-author" style="background: transparent; border: 0px; clip: rect(1px, 1px, 1px, 1px); margin: 0px; padding: 0px; position: absolute !important; vertical-align: baseline;"><span class="sep" style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">por</span> <span class="author vcard" style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><a class="url fn n" href="https://iifv.wordpress.com/author/iifv/" rel="author" style="background: transparent; border: 0px; color: #777777; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="Lee todas las entradas de CONECTARSE">CONECTARSE</a></span></span></div><div class="entry-content" style="background: rgb(255, 255, 255); border: 0px; clear: both; color: #333333; font-family: Georgia, "Bitstream Charter", serif; margin: 0px; padding: 12px 0px 0px; vertical-align: baseline;"><p align="center" data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; text-decoration-line: underline; vertical-align: baseline;">TRES PARABOLAS EN CLAVE ECONÓMICA</span></strong></p><p align="center" data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Por <strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Ludovico Videla</strong> para Sabiduría Cristiana, mayo de 2012</p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La relación entre la religión cristiana y la economía es bastante clara. La religión ofrece la salvación y la felicidad eterna e indica el camino para alcanzarla. La economía es una parte de la actividad humana que trata de la administración de los recursos escasos y debe, en el caso del creyente, ajustarse y ser consistente con lo que nos lleva por el camino de la salvación. Este es el lugar apropiado de la economía.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El maestro Emilio Komar siempre decía que el problema de la economía es que ha pretendido ser una eudemonología o eudaimonología, arte o ciencia de la felicidad, término acuñado por Schopenhauer, pero que se desarrolla en un contexto sensista. Sería la ciencia de la felicidad del sensismo inglés. <a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn1" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[1]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Este proyecto iluminista es hoy extremadamente popular, pero ha fracasado porque no ha podido crear un mundo feliz en libertad. Jeremy Bentham, uno de los iniciadores de esta corriente, era profundamente totalitario. Su máxima creación fue el panóptico, un edificio que desde el puesto central y a través de espejos permitía controlar a todos sus habitantes. Un edificio propio de una cárcel o asilo para dementes.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Aldous Huxley, en su obra “Un mundo feliz” se refiere al problema de la felicidad como el de “lograr que la gente ame su servidumbre”, una vez que las personas se convierten integralmente en optantes racionales, cuyos términos son el placer y el dolor, están preparadas para lograr resolver el problema de la felicidad amando su servidumbre.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn2" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[2]</a> Han perdido su verdadera libertad.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La palabra eudaimonía quiere decir literalmente “tener un buen ángel guía”, ese sería el modo para lograr la felicidad. En nuestros tiempos hemos reemplazado el blanco ángel guía, por el negro ángel del Estado con su oferta de providencia o bienestar.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Es notable como en un cuadro de expansivo secularismo, en el que el descreimiento es general, crece la esperanza y la credibilidad en políticos banales que prometen la felicidad que describe Huxley.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Joseph Schumpeter fue una mente brillante, tal vez el economista más importante del siglo veinte. En su monumental obra sobre la historia del pensamiento económico, dice que la ciencia económica fue elaborada inicialmente por los maestros escolásticos, confesores y teólogos que respondiendo a la consulta moral sobre la licitud de lo que los comerciantes y empresarios hacían, fueron descubriendo principios de operación, y por supuesto, orientaciones morales.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn3" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[3]</a></i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-0" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Toda esta reflexión fue separándose en un campo secular de carácter científico y otro campo moral y religioso que conforma la Doctrina Social de la Iglesia. La ciencia decía: hecho esto se produce tal cosa, si emito dinero o rebajo o desbastó la moneda, provoco inflación. La moral decía si estaba bien o mal hacerlo.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Por ejemplo, el obispo Nicolás Oresme (1300), genio matemático y astronómico describió con precisión la relación entre dinero e inflación y calificó a la inflación como un pecado más grave de la usura.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>En el tema de la Doctrina Social, recientemente se editó un Compendio que recoge las líneas fundamentalmente del pensamiento moral de la Iglesia en cuestiones económicas, políticas y sociales cuya consulta recomiendo vivamente.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Llegado a este punto conviene hacer un breve excursus. La economía es una ciencia en que no hay un trabajo de laboratorio de prueba y error que permita descartar lo que es falso o no sirve. Por ello las nuevas ideas se agregan a un acervo, en que conviven principios y experiencias valederas y disparates manifiestamente falsos. Por ejemplo Oresme dijo verdades y John Duns Scotus disparates. Las teorías de Scotus son repetidas hoy día en la Argentina y negadas las de Oresme.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn4" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[4]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>También hay que decir que la experiencia económica es histórica, es decir está acotada en el tiempo y en el lugar. Por ello hay una cierta ambigüedad en la aplicación y adecuación de la prescripción, con el problema.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Por ello, la economía es una ciencia difícil, en la que el economista debe sumar diversos saberes para poder interpretar correctamente los problemas.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Decimos que los maestros escolásticos fundaron la ciencia, pero hubo también desarrollos erróneos que generaron enormes confusiones. Nada peor que la mala teología o filosofía sumada a la mala economía, el resultado es espantoso.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Piensen hoy en la Teología de la Liberación que toma como base científica de su análisis la teoría de Carlos Marx, que es demostradamente errónea en la teoría y en la práctica.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Sin llegar a estos extremos, es habitual escuchar reflexiones donde la mala economía y la mala teología resultan en un coctel indigerible. Por ello, estamos obligados a discernir y aplicar nuestro buen criterio. Para ello hay que formarlo.</i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-1" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Con este propósito les explico mi propuesta de hoy. Tomaremos tres parábolas importantes del Evangelio y trataremos de discernir sus enseñanzas morales y religiosas aplicadas a los problemas económicos.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; text-decoration-line: underline; vertical-align: baseline;"><i>¿Qué enseñan las parábolas?</i></span></strong></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Comencemos con un texto de Marcos (4,10)<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn5" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[5]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>“Cuando quedó a solas, le preguntaron los que estaban en torno suyo con los Doce acerca de las parábolas y El les dijo: a vosotros os ha sido dado a conocer el misterio del Reino de Dios, pero a los otros, todo se les dice en parábolas para que Mirando, miren y no vean, Oyendo oigan y no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados”.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn6" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[6]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Esta frase casi enigmática muestra la dificultad de una justa interpretación de la parábolas. Por ello no sorprende que el esfuerzo por entenderlas haya sido constante en la Iglesia.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Las parábolas nos ofrecen una lectura en diversos planos. Algunos exégetas han señalado la dirección escatológica que apunta a la instauración del Reino de Dios.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Los judíos veían al mesías prometido, como aquel que iba a instaurar el dominio político y territorial de Israel.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Los discípulos estaban también de alguna forma alcanzados por esta expectativa. A pesar de tener la evidencia del misterio de la persona de Cristo, le preguntan a Jesús resucitado: “Señor ¿es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel?” Hch. (1,6)</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Los apóstoles, hasta Pentecostés, no comprendieron lo que Jesús les decía. “No lo entendieron cuando trataba de transformar sus expectativas en un Reino, nacional y terrenal y los orientaba hacia la realización de un Reino internacional, universal católico; un Reino que se manifiesta en la tierra, pero que es esencialmente celestial”. <a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn7" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[7]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>En realidad la instauración del Reino debe entenderse en clave cristológica, el Reino de Dios llega con la persona de Cristo. Cristo es la auténtica expresión del Reino que se cumple en su persona.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Sin embargo, Cristo Rey no resuelve gran parte de las expectativas mesiánicas. Los judíos rechazan a un Rey que muere en una cruz. .</i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-2" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Cristo es el profeta esperado, pero como profeta, tal como nos enseña la historia de la salvación, humanamente fracasa. Su destino es el de los profetas, que predican pero fracasan, porque su mensaje contradice la opinión general. Sólo a través de su fracaso las palabras resultan eficaces.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>En el texto de Marcos citado Cristo refiere abreviadamente a un texto de Isaías que es el siguiente:</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>“Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré y quien irá de nuestra parte? Y yo le dije heme aquí envíame a mí. Y él me dijo Ve y di a ese pueblo. Oíd y no entendáis ved y no conozcáis. Endurece el corazón de ese pueblo, tapa sus oídos, cierra sus ojos ni oiga con sus oídos, ni entienda su corazón y no sea curado de nuevo, Y yo le dije ¿Hasta cuándo Señor? Y Él respondió. Hasta que las ciudades queden asoladas y sin habitantes y las casas sin moradores y la tierra hecha desierto.” Is.(6,9)</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El castigo anunciado responde a la cerrazón del pueblo que no escucha al profeta. Este fracaso del profeta se cierne como una oscura pregunta sobre toda la historia de Israel y en cierto sentido se repite en la historia de la humanidad. También como decíamos es un fracaso humano el destino de Jesucristo: la cruz. Pero precisamente de la cruz se deriva una gran fecundidad.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Con ello se desvela la relación del Reino con las parábolas, especialmente la del sembrador y con la figura de la semilla. El Reino de Dios está presente como una semilla. La semilla es pequeña y sin embargo puede contener en sí un árbol entero.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La semilla mira al futuro, es presencia de él. Es promesa ya, presente hoy.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>“Si el grano de trigo muere da mucho fruto” J (12.32)</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Las parábolas hablan todas del misterio de la cruz. El fracaso es el modo o camino que lleva a la conversión y al perdón de Dios.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Los cristianos somos seguidores de un profeta que para el mundo fracaso porque murió en la cruz, sin embargo para los creyentes su muerte y resurrección nos reconcilió con Dios, nos redimió del pecado y del mal.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Un modernista descreído Alfred Loisy decía sarcásticamente que “Jesús proclamó el Reino; y lo que vino fue la Iglesia”. Es cierto, Cristo nos acompaña hasta el final de los tiempos con su presencia en el pan eucarístico que compartimos juntos. “Donde está la eucaristía allí está el rey. Y donde está el rey allí está el reino “. Por ello el Reino de Dios está presente en la Iglesia que nos da la eucaristía.”<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn8" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[8]</a></i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-3" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i> </i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; text-decoration-line: underline; vertical-align: baseline;"><i>Parábola de los talentos</i></span></strong></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>“El Reino de los Cielos es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, dando a uno cinco talentos a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad y se va. Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. Asimismo el de los dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo. Pasado mucho tiempo vuelve el amo de aquellos siervos y les toma cuentas y llegando el que había recibido cinco talentos presentó otros cinco diciendo: Señor tú me has dado cinco talentos, mira pues otros cinco que he ganado. Y su amo le dice, muy bien siervo bueno y fiel, has sido fiel en lo poco te constituiré sobre lo mucho, entra en el gozo de tu Señor. Llega el de dos talentos y dijo; Señor dos talentos me has dado mira otros dos que he ganado. Díjole su amo. Muy bien siervo bueno y fiel has sido fiel en lo poco te constituiré sobre lo mucho entra en el gozo de tu Señor. Se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo; Señor tuve en cuenta que eres hombre duro que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste y temiendo me fui y escondí tu talento en la tierra, aquí lo tienes. Respondiole su amo, siervo malo y haragán ¿Con que sabias que yo quiero cosechar donde no sembré y recoger donde no esparcí? Debías pues entregado mi dinero a los banqueros para que a mi vuelta recibiese lo mío con intereses, quitadle el talento y dádselo al que tiene diez, porque al que tiene se le dará y abundará, pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará y a ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores allí habrá llanto y crujir de dientes.” Mt. (25,14-29)</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La parábola de los talentos (antigua moneda romana) está en el capítulo 25 de Mateo y tiene un correlato en Lucas 19, en la parábola de las minas (monedas de plata)</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El contexto es el del juicio final. Es decir seremos juzgados según nuestros merecimientos y en forma individual. A cada uno se le pedirá cuenta del uso que hizo de los dones que Dios le dio.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Los talentos no sólo representan las cualidades naturales personales, sino también las riquezas que el Señor nos ha dejado en herencia, para que las hagamos fructificar.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La parábola nos recalca el carácter provisorio de la existencia terrenal, que es una peregrinación hacia la meta que es Dios. Dios “es nuestro último destino y el que da sentido a nuestra vida”, nos dice Benedicto XVI.</i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-4" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La parábola propone las grandes líneas de una eficaz política económica.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El desarrollo depende de las personas individuales y su deseo de progresar. Se requiere una mentalidad activa y emprendedora que aproveche todas las oportunidades que las circunstancias nos brindan.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Hay que asumir riesgos confiando en que si Dios nos ha favorecido con un talento, éste, con nuestro esfuerzo, ha de fructificar.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La confianza y la responsabilidad personal son virtudes centrales al orden económico.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Sabemos que hay un tiempo para todo. Lo requiere la semilla para germinar y dar frutos. Por eso nuestro empeño debe ser a largo plazo; no nos preocupan los resultados de corto plazo solo debemos estar preparados al final de nuestra vida para presentar al justo juez nuestra producción.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>No cabe el temor. El miedo nos paraliza y nos lleva a enterrar el tesoro que nos es lo que el Señor quiere.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>En su juicio el Señor parece implacable: “al que tiene se le dará y abundará, pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará”.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La razón es que nuestros talentos son dones para nosotros pero también para los demás. Nuestra condición esencial de seres sociales indica, que sólo en la cooperación con los demás podremos se eficientes y aprovechar esos dones para nosotros y los demás.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Esta es la magia del mercado y de la especialización, que permite que cada uno pueda dar lo mejor de sí mismo.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Pero para que la responsabilidad esté presente, Dios nos otorga el privilegio del dominio individual sobre nuestras capacidades. Es la propiedad individual que fructifica, cuando es administrada mirando a la comunidad.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Benedicto XVI reconoce la influencia de esta Parábola en Occidente. Dice “esta enseñanza evangélica ha tenido un impacto también a nivel histórico- social promoviendo en las poblaciones una mentalidad activa y emprendedora”.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn9" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[9]</a></i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-5" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Max Weber alude al concepto calvinista tardío de “vocación” como fundamento del “espíritu capitalista” y del avance del capitalismo. Calvino y sus seguidores insistían en el mérito de ser productivos en el propio trabajo u ocupación, en la propia vocación profesional. El éxito buscado afanosamente por estos puritanos, se funda en la idea de que triunfar en la propia vocación es signo visible de que uno se cuenta entre los elegidos, y ha sido seleccionado por la propia fe calvinista, para trabajar y tener éxito, como manifestación de la gloria de Dios.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Sin duda en la visión puritana se recogen elementos de esta parábola que son exagerados, ello no deja de resaltar la importancia histórica y cultural que ha tenido.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La visión católica en comparación al calvinismo del duro trabajo y el ahorro, enfatiza la búsqueda moderada de la felicidad y la alegría, la buena vida que incluye el ocio y la fiesta. La vida contemplativa era sospechada por el calvinismo, que la veía con sospecha como un perder el tiempo, no una verdadera vocación en la vida.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>San Francisco le explica al hermano León de Perusa que la alegría perfecta está en padecer todos los males que nos sobrevienen con paciencia y por amor a Cristo. “Si todo esto lo soportamos con paciencia y con gozo, acordándose de los padecimientos de Cristo bendito, que nosotros hemos de sobrellevar por su amor, ¡Oh hermano León!, escribe que aquí hay alegría perfecta”.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn10" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[10]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La parábola de los talentos choca con algunos lugares comunes contemporáneos. Hay premios y castigos, no se iguala para abajo por el contrario se premia la eficacia. Los talentos no se distribuyen por igual sino en forma manifiestamente desigual. Incluso se dice que al que no tiene se le quitará y al que tiene se le dará.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Por otra parte se manifiesta una gran confianza en la capacidad y responsabilidad de cada persona para salir adelante por sí mismas.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i> </i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; text-decoration-line: underline; vertical-align: baseline;"><i>Parábola de los dos hermanos o Parábola del hijo pródigo Lc (15,11-32)</i></span></strong></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i> </i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El texto de Lucas es bien conocido. Un padre tiene dos hijos. El hijo pródigo le pide al padre su herencia quien, con magnanimidad, accede a su pedido aunque puede entrever el destino que esta decisión le acompañará. Respeta su decisión y le da libertad.</i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-6" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El hijo se marcha a un país lejano. Lejos del padre y su mundo.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Los Padres de la Iglesia han visto en este alejamiento, una separación interior de lo que es propio y de lo que es auténtico. Un alejarse de su naturaleza.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El hijo derrocha la herencia. Sólo busca disfrutar, aprovechar la vida al máximo, tener una vida en plenitud. Una vida feliz según Jeremías Bentham.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Benedicto XVI se pregunta: “¿Acaso no es difícil ser precisamente en eso el espíritu de la rebelión moderna contra Dios y contra la Ley de Dios? ¿El abandono de todo lo que era hasta ahora el fundamento básico, así como la búsqueda de una libertad sin límites?”<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn11" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[11]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La palabra griega usada en el Evangelio para designar la herencia derrochada significa sustancia. El hijo perdido desperdicia su naturaleza se desperdicia a sí mismo.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Al final se gasta todo. Se ve obligado a criar cerdos y envidia su comida. Su falsa autonomía, sin normas lo lleva a la esclavitud. Téngase en cuenta que para los judíos, el cerdo es un animal impuro. Ser cuidador de cerdos es la expresión de la máxima alienación.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>En este punto el hijo comprende que está perdido. Era un hombre libre pero se da cuenta que los esclavos de su padre son más libre que él.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Entonces recapacita. Su conversión consiste en que reconoce todo esto, ha perdido su libertad y para recuperarla debe volver a su padre, a su casa, a lo que él es.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El padre ve al hijo cuando todavía estaba lejos y sale a su encuentro. Lo abraza y lo besa y manda preparar un gran banquete. Dice el texto: “porque él que estaba muerto ha revivido, estaba perdido y lo hemos encontrado”.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn12" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[12]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Para los Padres de la Iglesia el hijo es la imagen del nuevo Adán, al que Dios sale a su encuentro y recibe en su casa.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El mejor traje es el vestido de la Gracia, y el banquete es la imagen de la Eucaristía.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Benedicto XVI destaca la magnanimidad del padre, figura de Dios. El corazón de Dios transforma su justa ira por la conducta del hijo y cambia el castigo por el perdón.</i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-7" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Entonces aparece el hermano mayor. Regresa a casa tras el trabajo en el campo, oye la fiesta en la casa, se entera del motivo y se enoja. No considera justo que a ese haragán, que ha malgastado con prostitutas toda su fortuna, se le obsequie con una fiesta espléndida, sin pasar siquiera por una prueba, por un tiempo de penitencia.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Esto choca con su idea de justicia: una vida de trabajo como la suya parece insignificante frente al sucio pasado del otro.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La respuesta del padre es conocida: “hijo tu estas siempre conmigo y todo lo mío es tuyo”. Le explica la grandeza de ser hijo, ser verdaderamente libre que es la condición de hijo, en la que la herencia material es secundaria. También la actitud del hijo mayor, indica que había soñado, o tal vez deseado una libertad sin límites que llevo a su hermano a la perdición.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Hasta aquí la Parábola. Nos preguntamos, ¿Qué nos dice para la economía?</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La afirmación más sugerente se refiere a la clara superioridad del amor sobre la justicia que propone la parábola. Desde la perspectiva de la justicia, como la interpretamos los humanos el hijo mayor parece tener razón.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El padre trata de explicarle que el premio a su constancia en el trabajo y la fidelidad, ya ha sido recompensada con la amistad y comunión con su padre.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Esta comunión, supera a lo material, a la balanza estricta de lo que se recibe o se da. O más bien, si buscamos el amor de Dios y lo volcamos a nuestros semejantes como expresión de nuestra caridad, necesariamente la justicia va a estar resuelta y plenamente vigente.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Es decir que el amor, el don o la gratuidad como se dice ahora, contienen y supera a la justicia.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>En la <span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Caritas in veritate</span>, Benedicto XVI nos dice que lo más importante que Dios nos da es su amor. La caridad es el don más grande que Dios ha dado a los hombres su amor, es su promesa y nuestra esperanza.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El Papa nos dice “Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente, en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y aceptando esta verdad se hace libre”.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn13" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[13]</a></i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-8" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Confrontando esto, la visión convencional sostiene que la persona está más o menos alienada por el sistema económico y político. Para algunos teólogos, la economía de mercado induce a una idolatría de los mecanismos impersonales y termina creando “sacrificios humanos” a través de los ajustes y movimientos de la oferta y demanda.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>En ese marco no hay libertad personal posible sin un “cambio de sistema”, concretado a través del imperio de la justicia social, realizada por el Estado.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn14" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[14]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Estas corrientes teológicas afirman que la visión antropológica del ser humano reducido a mero defensor de sus propios intereses, creada con la concepción moderna de progreso, no puede generar un avance capaz de realizar el bien común. Para ellos, pensar que el egoísmo coordinado por la mano invisible de Adam Smith puede promover el bien común, es un acto de fe, la confianza en un mecanismo impersonal providencial.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Por supuesto que esta teología rechaza lo que considera formas de una absolutización del mercado y propone la intervención o regulación del Estado, con vistas a objetivos sociales y medioambientales.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Benedicto XVI en cambio, considera este enfoque poco realista y estrecho. Para él, la caridad también tiene que estar presente en el ámbito de las relaciones económicas. Porque si hay caridad está implícita la justicia.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>“La solidaridad es en primer lugar que todos se sientan responsables de todos, por tanto no se la puede dejar solamente en manos del Estado. Mientras antes se podía pensar que lo primero era alcanzar la justicia y que la gratuidad venía después como un complemento, hoy es necesario decir que sin la gratuidad no se alcanza ni siquiera la justicia.”<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn15" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[15]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La posición de Benedicto XVI no pasó inadvertida y ha sido también criticada por algunos teólogos, porque de alguna forma abandona la retórica del cambio del sistema tan popular en América Latina.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Suponer que el agente del mercado que busca su propio interés, puede sentirse solidario, amar a su prójimo y contribuir al bien común, es un verdadero sin sentido para estos teólogos del estatismo.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Su rechazo a Benedicto XVI se vincula a la profundización de algo que ya estaba en Centesimus annus que es el dejar de lado la crítica a la economía de mercado. Toma nota del fracaso del marxismo, la caída del Muro de Berlín y que el modelo “monárquico de izquierda”, conduce a la prepotencia del Estado y la política.</i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-9" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Uno de estos críticos, Johan Verstraeten, profesor de ética y doctrina social en la Universidad Católica de Lovaina dice: “En la encíclica del Papa Benedicto XVI Caritas in veritate, se propone una nueva visión del mercado basada en la lógica del don, no simplemente como una adición o rectificación moral de la actual práctica y teoría económica sino como base para una nueva visión de la naturaleza de la economía como tal”.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn16" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[16]</a> Y concluye que esta tendencia presente en la encíclica de Benedicto XVI reduce la ética social católica, en lo que a cuestiones económicas respecta a una cuestión de actuación individual e intersubjetiva, con lo que la necesidad de cambiar estructuras injustas desaparece en el ámbito de lo marginal.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>La cuestión no es menor ya que desde hace décadas el juicio teológico sobre la realidad económica se cargaba en general de una retórica anti mercado y estatista, que si bien merecía el aplauso de vastos sectores era por razones equivocadas. La perspectiva iluminista se siente cómoda con una iglesia que se convierte en una gran ONG, dedicada a atender a los pobres y a reclamar más gasto social. La “opción preferencial” termina siendo la del estatismo más que la de los pobres, porque la acción pública se tiñe de clientelismo y manipulación de las conciencias. Es lograr que los pobres sean felices amando su servidumbre.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Con la visión de Benedicto XVI todo este enfoque se convierte en una retórica vacía de contenido real y destinada al fracaso.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Hay que decir también que una cierta ortodoxia neoliberal rechaza la introducción del don y la gratuidad en la actividad económica. Están en desacuerdo con el texto de Caritas in veritate que dice “que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria”.<a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftn17" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[17]</a></i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Les parece incomprensible y una idea no operativa al momento de ponerse en práctica.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Propongo una breve conclusión sobre este punto. La primacía del amor sobre la justicia se integra perfectamente con las enseñanzas de Caritas in veritate. No hay transformación económica duradera sin un regreso al Padre como la que nos enseña el hijo prodigo en la parábola.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i> </i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-10" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><strong style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; text-decoration-line: underline; vertical-align: baseline;"><i>Parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro</i></span></strong></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El cuadro que describe el Evangelio es conocido. El rico Epulón lleva una vida disipada, llena de placeres y el pobre Lázaro ni siquiera puede tomar las migajas de pan que, que según las costumbres de la época, los comensales tiraban al piso después de limpiarse las manos con ella.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Desde el punto de vista cristiano salta a la vista, en primer lugar, lo que representan las riquezas y los placeres para alcanzar el Reino de Dios. Son o pueden ser un obstáculo.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>También sale a la luz la vanidad y el vacío de los que buscan prioritariamente las riquezas, que son verdaderos pobres a los ojos de Dios.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Se ven también el destino de sufrimiento de los que siguen al Señor, como en este caso Lázaro.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Este sufrimiento del discípulo se asocia con el misterio del mal y la satisfacción de Cristo con el sufrimiento de la cruz. La pregunta del <span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">best seller</span> del rabino Kushner, ¿por qué sufren los buenos?, o más bien como un Dios poderoso y bondadoso no se conmueve ante el sufrimiento de los justos y los protege, parece no respondida.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Pero la respuesta o señal para esa generación adúltera fue la de Jonás, figura de Cristo en el Antiguo Testamento, y la de Cristo para nosotros los cristianos.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El milagro que pide Epulón en el Hades cuando se encuentra con Abraham, no sirve como instrumento de conversión, es inútil. Así por ejemplo, la resurrección de Lázaro, en lugar de tocar el corazón de los escribas y fariseos hacia la conversión, los movilizó para conspirar y para matarlo a Jesús.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Benedicto XVI nos invita a leer el Salmo 72 para empezar a entender esta parábola.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El salmista manifiesta inicialmente la bondad de Dios para los justos y limpios de corazón.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Pero reconoce que la observación de la realidad del mundo, por poco lo confunde y lo lleva a dar un mal paso.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Los malvados y perversos prosperan, no tienen sinsabores, están sanos y orondos, no pasan fatiga ni sufren como los demás. Siempre seguros acumulan riquezas.</i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-11" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Viendo esto el Salmista se pregunta ¿para qué he limpiado yo mi corazón y he lavado mi conciencia?</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Es decir ¿qué sentido tiene este sufrimiento?</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El salmista reconoce que entender esto es muy difícil hasta que, “entre en el Misterio de Dios y comprendí el destino de ellos” (los malos)</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>En verdad, Dios pone a los infieles en el resbaladero, los precipita en la ruina y deja que los consuma el espanto.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>El salmista dice que cuando su corazón se agriaba y le punzaba en su interior por lo que sufría era un necio e ignorante. “Yo era un animal ante ti”.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Y concluye ¿no te tengo a ti en el Cielo?</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Y contigo ¿Qué me importa la tierra?</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Para mí lo bueno es estar junto a Dios, hacer del Señor mi refugio.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Para nuestra visión contemporánea las enseñanzas de esta parábola resultan difíciles de entender. El desamparo de Lázaro nos conmueve y su pobreza nos resulta inaceptable. Sin embargo, la tradición cristiana nos enseña que la pobreza puede ser también ocasión de alegría.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>San Francisco de Asís por ejemplo, demuestra que la pobreza fue el medio por el que él alcanzó la alegría. El desasimiento que la pobreza exige, abre paso a una actitud fundamentalmente espiritual ante la vida.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>San Francisco dice que la pobreza no es una renuncia melancólica o una mortificación, es por el contrario una posibilidad de goce, acaso la única chance de ingresar en el camino de la alegría. La tenencia de bienes bloquea el acceso a una vida dichosa.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>En realidad la opción de San Francisco por la pobreza, no solo trae alegría sino que también permite abandonar una riqueza ilusoria – la de los bienes materiales- por una riqueza auténtica y permanente- la de los bienes del espíritu-.</i></b></p><p class="inline-ad-slot" data-adtags-visited="true" data-adtags-width="640" id="inline-ad-12" style="background: transparent; border: 0px; float: left; font-size: 16px; height: 0px; margin: 0px auto; overflow: hidden; padding: 0px; vertical-align: baseline; width: 640px;"></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Abdala escribió con acierto, que nuestros contemporáneos en su desmedido afán de riqueza material o de fama, en su incesante búsqueda neurótica del placer o de la diversión banal, comprometen la capacidad natural para la alegría, que nos ha regalado Dios como una gracia especial.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Nuestra obcecación nos impide ver los que San Francisco entrevió, la alegría profunda no solo es posible y está al alcance de cualquiera, sino que es barata, es gratuita, es un don, un regalo.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Por esto resulta claro de la parábola que una sociedad que busca como fin principal la riqueza material, no puede terminar bien.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i>Se destaca también como colofón del texto, el fenómeno de la ceguera voluntaria que sufre Epulón en vida y su deseo de alertar sobre ella, a sus hermanos. Impresiona que la ceguera voluntaria sea tan potente, que ni siquiera un milagro pueda revertirla. Nosotros debemos cuidarnos especialmente de ella y buscar por el contrario abrir nuestros ojos a Dios, es decir a una perspectiva providencial de la vida y a un horizonte que incluya nuestro destino final, prefigurado en la parábola por el Hades y el juicio.</i></b></p><p data-adtags-visited="true" style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i> </i></b></p><div style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><p style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"></p><hr size="1" style="background-color: #e7e7e7; border: 0px; clear: both; font-size: 16px; height: 1px; margin-bottom: 24px; text-align: left;" width="33%" /><div style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><p style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i><a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftnref1" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[1]</a> Komar, Emilio, “El progreso ilimitado y su posible filosofía<span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">”</span>, en <span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Revista Valores</span>, Año 1, nº1, 3 Trimestre. de 1983, p.38.</i></b></p></div><div style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><p style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i><a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftnref2" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[2]</a> Huxley, Aldous, <span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Un Mundo Feliz</span>, prólogo , p.8<span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">, <a href="http://www.sindominio.net/" rel="nofollow" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">http://www.sindominio.net</a></span></i></b></p></div><div style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><p style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i><a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftnref3" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[3]</a> Schumpeter, Joseph,1971, <span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Historia del análisis económico,</span> Ediciones Ariel, Barcelona, cap.2.</i></b></p></div><div style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><p style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i><a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftnref4" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[4]</a> Scotus sostenía que el precio justo del cereal era el que correspondía al costo de producción del labrador más los gastos de sostenimiento de su familia. Fijar el precio por el costo, es lo que pretenden los gerentes de Aerolíneas Argentinas que reclaman por el precio del combustible que les cobra YPF, ignora el costo de oportunidad y que el precio lo fija la oferta y la demanda. Sobre Scotus confrontar Rothbard, Murray,1999, <span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Historia del pensamiento económico</span>, Unión Editorial, Madrid, <span class="skimlinks-unlinked" style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">pp.90-91</span>.</i></b></p></div><div style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><p style="background: transparent; border: 0px; font-size: 16px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; text-align: justify; vertical-align: baseline;"><b><i><a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/#_ftnref5" style="background: transparent; border: 0px; color: #743399; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;" title="">[5]</a> Todas las citas bíblicas corresponden a E.Fuster, A.Colunga, G.Cicognani,1957, <span style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px; padding: 0px; vertical-align: baseline;">Sagrada Biblia</span>, BAC, Madrid.</i></b></p><p style="background: transparent; border: 0px; margin: 0px 0px 24px; padding: 0px; vertical-align: baseline;"><span style="font-size: large;"><b><i><a href="https://iifv.wordpress.com/2012/07/04/tres-parabolas-en-clave-economica/">VER AQUÍ</a></i></b></span></p></div></div></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-65755663959988486542020-10-17T10:09:00.007-07:002020-10-17T10:25:45.485-07:00 Dos concepciones liberales del Estado: Adam Smith y Friedrich Hayek<p><b><i> <span face="OpenSans-Regular" style="background-color: white; color: #777777; font-size: medium;">Dos concepciones liberales del Estado: Adam Smith y Friedrich Hayek</span></i></b></p><div id="front" style="background-color: white; color: #777777; font-family: OpenSans-Regular;"><div id="articulo-acerca" style="float: left;"><div id="ficha-general" style="border-color: rgb(127, 129, 128); border-image: initial; border-style: solid; border-width: 0.876pt 0px; padding: 10px 0px;"><div class="ficha" style="line-height: 5px; padding-bottom: 1pt;"><p class="numero"><b><i><span style="font-size: medium;"><span class="journal">Praxis Filosófica</span>, <span class="issue"><span class="volume"></span>núm. 46</span>, <span class="year">2018</span></span></i></b></p><p class="publisher" style="line-height: 23px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Universidad del Valle;;</span></i></b></p></div><div id="articulo-product"></div><div class="fechas-h" style="line-height: 5px; padding-top: 7pt;"><p class="recepcion"><b><i><span style="font-size: medium;"><span class="word-black">Recepción: </span>04 Enero 2017</span></i></b></p><p class="aprobacion"><b><i><span style="font-size: medium;"><span class="word-black">Aprobación: </span>15 Septiembre 2017</span></i></b></p></div><div class="url-r" style="line-height: 5px; padding-bottom: 1pt;"><p><b><i><span style="font-size: medium;"><span class="doi">DOI: </span><a class="doi-value" href="http://doi.org/" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;" target="_blank">10.25100/pfilosofica.v0i46.6149</a></span></i></b></p></div><div class="financiamientos-r" style="line-height: 5px;"></div></div><p class="articulo-resumen" style="overflow-wrap: break-word; text-align: justify;"><span class="resumen negrita" style="color: #e4801e; display: block;"><b><i><span style="font-size: medium;">Resumen:</span></i></b></span><span class="capital" style="font-size: medium;"><b><i>Con el objetivo de cuestionar aquellas interpretaciones que identifican la comprensión liberal del Estado con una estructura organizativa reducida a su mínima expresión cuyo desempeño debe quedar supeditado a las dinámicas económico-productivas, el presente artículo se propone revisar críticamente las propuestas de dos figuras destacadas dentro de la tradición del liberalismo: Adam Smith y Friedrich Hayek. Para ello se compara el modo en el que estos autores articulan el concepto de Estado sobre un plano operativo, en particular, en lo referido al principio de “gobierno limitado”. Se identifican las funciones adjudicadas a las instituciones públicas y se caracteriza el modo en el que se presentan las relaciones entre la órbita estatal y la órbita social. Por último, se destacan continuidades y diferencias entre ambas posturas. Sobre esa base, se proponen algunas reflexiones en torno a la eventual distinción entre un liberalismo ético-político y un liberalismo económico.</i></b></span></p><p class="articulo-palabras"><span class="resumen negrita" style="color: #e4801e; display: block;"><b><i><span style="font-size: medium;">Palabras clave:</span></i></b></span><b><i><span style="font-size: medium;">liberalismo, Estado, sociedad, gobierno limitado, competencia.</span></i></b></p><p class="articulo-resumen-traduccion" style="overflow-wrap: break-word; text-align: justify;"><span class="resumen negrita" style="color: #e4801e; display: block;"><b><i><span style="font-size: medium;">Abstract:</span></i></b></span><span class="capital" style="font-size: medium;"><b><i>In order to question those interpretations that identify the liberal understanding of the State with an organizational structure reduced to its minimum expression whose performance must be subordinated to economic-productive dynamics, this article critically reviews the proposals of two prominent figures within the liberal tradition: Adam Smith and Friedrich Hayek. A comparison that pays special attention to the way in which these authors articulate the concept of State on an operating plane is established, in particular with regard to the principle of “limited government”. The article also identifies the functions adjudicated to public institutions and the way in which relations between the state and the social orbit are characterized. Finally, some continuities and differences between the two positions are indicated. Based on that, the article proposes some reflections about the possible distinction between an ethical-political liberalism and an economic one.</i></b></span></p><p class="articulo-palabras-traduccion"><span class="resumen negrita" style="color: #e4801e; display: block;"><b><i><span style="font-size: medium;">Keywords:</span></i></b></span><b><i><span style="font-size: medium;">Liberalism, State, society, limited government, competence.</span></i></b></p></div></div><div id="articulo-body" style="background-color: white; color: #777777; float: left; font-family: OpenSans-Regular; overflow-wrap: break-word; text-align: justify; width: 858.703px;"><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Introducción: disputas en torno a la definición del liberalismo</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La caracterización del pensamiento liberal supone un problema de complejo abordaje pues bajo el término “liberalismo” suele incluirse una serie de teorías políticas, sociales y económicas cuyo núcleo de coincidencias resulta muy difícil de establecer. No son pocos los autores que se reivindican como “liberales” y que proponen una particular acepción del liberalismo a partir de la cual buscan legitimar sus posiciones, tanto en un sentido teórico como en un sentido político (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B34" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Mises, 1962</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B27" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1978</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B11" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Dworkin, 1985</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B41" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rawls, 1993</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B46" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rothbard, 2006</a>). De un modo equivalente, los críticos del liberalismo cargan al mote “liberal” con connotaciones fuertemente negativas y no vacilan en utilizarlo a modo de acusación (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B10" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Dussel, 1998</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B21" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Harvey, 1998</a> y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B22" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">2007</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B17" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Grüner, 2002</a>). Esto genera una “superabundancia de liberalismos” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B8" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Cubeddu, 1997</a>: 138), fenómeno denunciado como una suerte de “robo semántico” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B16" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Gottfried, 1999</a>: 29) que aproxima la utilización del término a un vaciamiento de sentido.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">El conjunto de los autores contemporáneos que sostienen una valoración positiva de la impronta liberal puede dividirse esquemáticamente en dos grandes grupos. Un primer grupo de perspectivas identifican al liberalismo con una particular afirmación de la libertad humana, entendiendo a esta última como la ausencia de restricciones ejercidas por el poder policial, la ley o cualquier tipo de dogma u ortodoxia (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B5" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Chadwick, 1975</a>). Esta actitud suele ser comprendida como la expresión de un impulso emancipador que se habría manifestado originalmente entre los siglos XVII y XVIII en el continente europeo como una forma de oposición a las monarquías absolutas. Desde esta perspectiva, el liberalismo aparece como una afirmación de la autonomía de la sociedad civil, un movimiento teórico y político que busca ampliar los espacios de acción y de pensamiento poniendo en discusión los límites convencionalmente establecidos y asumiendo los riesgos que dichos cuestionamientos pudieran conllevar (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B9" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Dunn, 1979</a>).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Desde esta acepción, el liberalismo enmarcaría en la actualidad un conjunto de reflexiones ético-políticas que, retomando los esquemas de la tradición contractualista -preocupada por fundamentar las obligaciones políticas sobre el consentimiento individual de todos los ciudadanos- reflexionan sobre las posibilidades de armonizar las libertades personales con las diversas formas de igualdad social. Se inscriben en este grupo los desarrollos que buscan conciliar los principios de libertad e igualdad apostando por la implementación de una serie de ideales éticos relacionados con la distribución de los recursos, la protección los derechos cívicos, la centralización de la autoridad y el funcionamiento del sistema judicial (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B42" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rawls, 1979</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B38" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Nozick, 1974</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B12" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Dworkin, 1977</a> y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B11" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1985</a>). También se inscriben en este grupo otros desarrollos que especulan en torno a las posibilidades de universalización de las normas de convivencia, el despliegue de las racionalidades comunicativas y la conformación de identidades comunitarias (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B1" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Aple, 1986 </a>y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B2" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1991</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B19" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Habermas, 1987</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B53" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Taylor, 1996</a>). Ambas líneas debaten entre ellas en torno a los fundamentos de la asociación política y a las diversas concepciones de la justicia que puedan validarse dentro de sociedades actuales en las que ya no es sostenible una definición unívoca del bien (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B20" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Habermas y Rawls, 1998</a>).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Un segundo grupo de perspectivas contemporáneas que sostienen una valoración positiva de la impronta liberal toma distancia de las reflexiones referidas en el párrafo anterior pues entiende que, aun cuando aquéllas alcancen a expresar ciertas antinomias fundantes que la filosofía y la teoría social europeas supieron vehiculizar desde el advenimiento de la modernidad, en última instancia no alcanzan a dar cuenta del liberalismo en un sentido histórico, concreto y preciso (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B32" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Machlup, 1969</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B14" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Friedman, 1982</a>). Para estas miradas, el núcleo del pensamiento liberal no debería identificarse con un posicionamiento cultural, así como tampoco con una actitud psicológica o con una selección de principios éticos; antes bien, el liberalismo debería comprenderse como el despliegue de un conjunto acotado de ideas que remiten al funcionamiento de las sociedades en sus aspectos organizativos más concretos. En ese sentido, el slogan “<span class="italica">laissez faire, laissez passer</span>”, y “<span class="italica">le monde va de lui-même</span>” expresarían la impronta liberal de la manera más acabada (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B40" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Raico, 1992</a>a).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Para este segundo grupo de miradas, la expansión de los márgenes de libertad productiva y económica de la sociedad civil, el funcionamiento de las estructuras públicas y la restricción a las potestades del Estado aparecen como una preocupación central. En líneas generales, el Estado suele ser comprendido por estas perspectivas como una estructura organizativa de funciones reducidas que debe encargarse de ciertos aspectos básicos; un conjunto de instituciones que deben funcionar cuidándose de no interponer ningún obstáculo a la libertad de los individuos que componen la sociedad, o bien de hacerlo -cuando no hubiera más remedio- en la menor medida posible (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B15" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Gaus (2015</a>), Courtland, S. y Schmidtz, D.).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">El presente artículo se plantea como objetivo poner en discusión la noción del Estado difundida por esta corriente liberal de corte economicista que reduce el principio del “gobierno limitado” a los criterios de no-intervención y de protección de los derechos individuales (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B39" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Raico, 1992</a>b). Se buscará mostrar que esta definición que parece contar con un amplio grado de difusión fuera del ámbito académico -difusión que alcanza a plasmarse en discursos proselitistas e incluso en resultados electorales- supone una interpretación restringida de los postulados liberales basada en una comprensión simplista de las relaciones entre aquello que el liberalismo clásico denomina “sociedad civil” y las instituciones estatales.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Para lograr este objetivo se revisarán las nociones de Estado que aparecen en dos autores muy caros a la tradición liberal: Adam Smith y Friedrich Hayek. El primero de ellos es considerado uno de los padres fundadores del liberalismo moderno y su obra funciona como una referencia ineludible en cualquier reconstrucción del surgimiento histórico del pensamiento liberal (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B18" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Haakonssen y Winch, 2006</a>). El segundo es una de las figuras centrales dentro del liberalismo neoclásico (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B48" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Schwartz, 1999</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B7" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Cortés Rodas, 2004</a>), corriente que influyó profundamente en muchos de los procesos de reforma política que marcaron las últimas décadas del siglo XX (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B35" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Morresi, 2011</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B36" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Murillo y Seoane, 2012</a>). Se buscará señalar las semejanzas y continuidades, así como también las diferencias y desplazamientos que pueden registrarse entre ambas propuestas teóricas.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La validez de esta comparación se completa con una suerte de apuesta: a lo largo de este escrito se aspirará a que, en un ejercicio de anacronismo explícito, nuestra actualidad quede comprendida en el pliegue comparativo que enfrenta a Smith con Hayek. Si afirmamos que las condiciones de nuestro tiempo hunden sus raíces en problemáticas de larga data, el trabajo con la historia de las ideas habrá de implicarnos indefectiblemente. En ese sentido, la aproximación que aquí se propone buscará pensar críticamente cuánto de lo histórico persiste en lo actual y cuán actual puede resultar la indagación de ciertos pasados históricos.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><span class="negrita" style="font-size: medium;"><b><i>La concepción del Estado en el pensamiento de Adam Smith</i></b></span></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#fn1" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;"><sup><b><i><span style="font-size: medium;">1</span></i></b></sup></a></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Señalar a Adam Smith como un cerrado defensor del Estado limitado, de las virtudes del decisionismo privado y del <span class="italica">laissez faire</span> mercantilista compone un cliché que se reproduce en manuales y textos de difusión del pensamiento económico (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B45" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rosen, 1999</a>: 5-6; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B29" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hillman, 2003</a>: 3). La validez de estas interpretaciones que entienden a Smith como el fundador del s<span class="italica">elf-interest</span> y lo convierten en un ejemplo paradigmático de la tradición utilitarista (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B42" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rawls, 1979</a> y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B41" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1993</a>) debe ser enfáticamente puesta en cuestión. Éstas se basan en una perspectiva sesgada que no considera el lugar que las reflexiones en torno a la relación entre la moral, la política y la economía ocupan dentro de la obra del autor escocés (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B56" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Viner, 1927</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B58" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Yay, 2010</a>), falencia que se vuelve notoria al considerar el problema que supone la compatibilidad o incompatibilidad entre los postulados presentados en <span class="italica">The Theory of Moral Sentiments</span> (1759) -en adelante <span class="italica">TMS</span>- y <span class="italica">An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations</span> (1776) -en adelante <span class="italica">TWN</span>-. En el primero de estos textos, Smith postula a la benevolencia, la solidaridad, la gratitud y la compasión como virtudes morales cuya difusión resulta indispensable para lograr una mayor armonía social. En el segundo, el autor detalla el modo en el que el amor propio o el interés personal expresados en los intercambios mercantiles funcionan como uno de los principales motores de la producción de riqueza. Desde comienzos del siglo XIX, los exégetas de la obra de Smith han discutido si ambos textos deben comprenderse de manera correlativa o si, por el contrario, el segundo supone un cambio de perspectiva respecto del primero. No será menester aquí tomar partido dentro de esa extensa polémica que entre los autores alemanes de la segunda mitad del siglo XIX fue conocida como <span class="italica">Das Adam Smith Problem</span> (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B54" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Teichgraeber, 1981</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B55" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Tribe, 2008</a>). Pero su referencia permitirá señalar la distancia existente entre aquellas simplificaciones que ubican a Smith en el lugar de un ingenuo partidario del libre comercio y la complejidad de su sistema teórico en el que el funcionamiento económico-social aparece íntimamente relacionado con las nociones antropológicas y morales, componiendo una intrincada teoría de la acción humana.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La interpretación reduccionista del pensamiento de Smith tampoco considera la inserción del autor escocés en la corriente de la Economía Política británica del siglo XVIII, cuyos aportes cumplieron un rol fundamental en el surgimiento y configuración de la tradición liberal (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B13" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Foucault, 2004</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B47" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rothschild y Sen, 2006</a>). Para ponderar el grado de novedad que supusieron estas primeras expresiones liberales se vuelve necesario considerar el modo en el que autores como Smith recogieron y adaptaron la influencia de las teorías desplegadas dentro del marco de las monarquías absolutas que se encontraban vigentes en la Europa continental.</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Influencias del Cameralismo prusiano: entre el Estado policial y la multiplicación de los intercambios mercantiles</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">A partir de la traducción al inglés de autores como Jakob Friedrich von Bielefeld (1717-1770) o Johannes Heinrich Gottlob von Justi (1717-1771), las ideas del Cameralismo prusiano contaron con un importante grado de difusión dentro de las islas británicas (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B44" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rosen, 1985</a>). Como presupuesto político, el Cameralismo entendía que el Estado surge de un contrato en el cual los hombres renuncian a su libertad a cambio de garantizar su autoconservación. Estas ideas propugnaron un modo de organización socio-política en la que las facultades del gobierno se incrementaron sustancialmente. Dicho incremento dio lugar a una estructura gubernamental de tipo piramidal cuyo vértice superior quedaba reservado al <span class="italica">Juspolitiae</span> o Príncipe. Desde su lugar de máxima autoridad, el Príncipe mantenía el derecho de ejercer el poder sin estar obligado a conceder más prerrogativas que aquellas que surgían de su propia voluntad. Este monopolio del poder era definido como la contrapartida de una función que el soberano estaba obligado a cumplir: a cambio de la obediencia, quien ejercía el gobierno debía hacerse cargo de dos obligaciones fundamentales: garantizar el orden público y procurar el bienestar general (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B33" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Mayer, 1949</a>: 27); en pos de esos objetivos, debía apropiarse de la mayor porción de recursos, para lo cual se volvía indefectible entrar en competencia con otros Estados. La necesidad de aumentar el acceso a la riqueza, comprendida como una magnitud natural y constante, convertía al comercio en una actividad fundamental que debía ser estudiada con todo detenimiento y que debía mantenerse bajo estricto control estatal.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Estos supuestos configuraron la naciente disciplina de la <span class="italica">Polizeiwissenshaft</span> (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B57" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">von Justi, 1756</a>), cuyos tratados más eminentes destacaban la importancia de estimular el trabajo, crear escuelas y universidades, preservar la salud del pueblo, asistir a los pobres, promover la seguridad y resguardar los recursos del país. Estos textos también resaltaban la necesidad de crear un cuerpo de funcionarios capacitados para lidiar con los múltiples problemas que la ejecución de las intervenciones estatales pudiera llegar a originar (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B30" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Lindenfeld, 1997</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B31" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Lluch, 1998</a>).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La influencia del Cameralismo en el pensamiento de Smith aparece con claridad en un texto temprano titulado <span class="italica">Lectures on Justice, Police, Revenue and Arms</span> (1896) -en adelante <span class="italica">LJPRA</span>-, publicación que recoge las lecciones que el autor escocés dictara en la Universidad de Glasgow entre 1763 y 1764. En este tratado, Smith establece que el objetivo del gobernante debe ser proveer al pueblo de abundantes medios de subsistencia y suministrar al Estado suficientes rentas. Para conseguir esto, el poder de policía desempeña una función fundamental en tanto que debe garantizar la baratura y la abundancia en pos del mayor bienestar y la mayor satisfacción de las necesidades naturales de los humanos. La policía debe encargarse de organizar la división del trabajo, fomentar la extensión del comercio y regular la circulación del dinero como medida de valor y medio de intercambio. Asimismo, la policía debe atender a las diferencias que se dan entre el precio natural y el precio de mercado -cuestión a la que Smith dedicará especial atención en <span class="italica">TWN</span>-. La regulación de estos factores permitirá el despliegue de la civilización, la multiplicación de los productos y el acrecentamiento de la opulencia. Además, a partir del fomento del comercio y de los oficios, la policía funcionará como una forma de prevención de delitos y crímenes, cumpliendo indirectamente una función moral (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B49" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1896</a>: 155).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Pero ya en ese texto temprano, Smith advierte sobre un peligro que encierra el sobredimensionamiento del control al comercio y puntualiza los problemas que conlleva el crecimiento desmedido de las estructuras burocráticas, especialmente en todo lo respectivo a los intercambios entre diferentes naciones. Este crecimiento es consecuencia de las decisiones tomadas por los funcionarios estatales, quienes muchas veces se abocan a obstaculizar el comercio para ocultar el hecho de que su rol podría ser prescindible (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B49" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1896</a>: 254). Para evitar estas situaciones indeseables, Smith aboga en favor de multiplicar tanto las formas de los intercambios como los sujetos encargados de llevarlos a cabo, reduciendo de este modo la posibilidad de un exceso de control (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B49" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1896</a>: 255).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Estas consideraciones muestran cómo ya en sus escritos tempranos, el pensamiento de Smith comienza a diferenciarse de la tendencia del Cameralismo postulando a la preservación y protección de la libertad de los intercambios económicos como la fuente efectiva de la prosperidad del <span class="italica">Commonwealth</span>. Al mismo tiempo, comienza a perfilar la necesidad de desconfiar del sobredimensionamiento de las estructuras estatales por considerar que el mismo entorpece el desenvolvimiento de las actividades comerciales atentando contra el normal desarrollo de la dinámica social.</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">¿Qué tipo de Estado necesita una sociedad de individuos libres?</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Con la publicación de <span class="italica">TWN</span> en 1776, Smith explicita su distanciamiento de las teorías camerales. Si el objetivo de <span class="italica">LJPRA</span> era abogar a favor de que los diferentes ámbitos de la estructura estatal se sometieran al control policial, la propuesta de <span class="italica">TWN</span> apunta a describir las condiciones que debe cumplir una organización socio-política para asegurar el respeto por el orden natural de la convivencia, que no es otro que aquel que establecen las acciones espontáneas de los hombres. Por lo tanto, sostiene Smith, las reglas legales no deben trabar la libre expresión de aquellas características de la personalidad individual que conducen al mejoramiento social, es decir, no deben entorpecer la predisposición natural al establecimiento de relaciones de asociación, cooperación y solidaridad. La organización socio-política debe basarse en la consideración del libre ejercicio del interés individual (<span class="italica">self-love</span>) mediante la libre empresa, la libre competencia y el libre comercio, condiciones que redundarán en la solución de los problemas sociales y en la satisfacción de las necesidades colectivas.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Siguiendo esta línea, Smith denuncia a la política europea por obstaculizar las posibilidades generales del progreso con sus medidas negativas que restringen la competencia entre algunas ocupaciones -otorgando beneficios exclusivos a ciertas corporaciones y ciertos gremios- o bien la sobre estimulan -generando una distorsión en lo relativo a las ventajas y desventajas intrínsecas al desarrollo de los diferentes empleos-. Asimismo, la política también es señalada como la responsable de la proliferación de leyes que buscan regular los oficios, el domicilio, la atención a la pobreza, etc., reglamentaciones que sólo consiguen restringir la libre circulación de los trabajadores.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La crítica a los sistemas administrativo-policiales que habían sido impulsados por la teoría de la <span class="italica">Polizeiwissenschaft</span> encuentra en <span class="italica">TWN</span> una base epistémica: Smith afirma que resulta inviable la intención de regular cada detalle del universo social, de mantener bajo su control cada parte de una totalidad que, como tal, tiene por principal característica la de ser incognoscible -aspecto fundamental que ya había sido definido por el autor escocés en <span class="italica">TMS</span> (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B50" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1976</a>: 237)-. En aquel texto, Smith había denunciado a aquellos mandatarios que, desplegando “un nefasto ejercicio de soberbia”, se aferran a su plan de gobierno sin considerar la posibilidad de reajustar ninguna de sus partes; éstos creen poder manejar a los miembros de la sociedad como piezas de su propio juego, pero olvidan que cada pieza tiene una lógica de movimiento que le es intrínseca y que generalmente difiere de aquella que quiere imponérsele. Este desfasaje entre los movimientos “naturales” de los individuos y el direccionamiento “artificial” que ciertos gobernantes pretenden instaurar era señalado en <span class="italica">TMS</span> como la causa que conduce a las sociedades hacia un destino de desorden y miseria (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B50" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 1976</a>: 233-234).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Estas consideraciones son replicadas y ampliadas en <span class="italica">TWN</span>, extendiéndose desde los soberanos y los príncipes a todos los hombres de Estado y funcionarios en general, a quienes Smith describe como personas propicias a la vanidad, frívolas, improductivas, descuidadas, ineficaces y parasitarias. Smith denuncia que los proyectos mercantiles emprendidos por los políticos fracasan habitualmente y que su mantenimiento resulta costoso para la sociedad pues suelen disponer de los fondos públicos con absoluto descuido persiguiendo muchas veces sólo su propio beneficio (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 572).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Para solucionar los problemas que conllevan este tipo de abusos y descuidos será necesario establecer una forma de gobierno que permita dividir la autoridad entre varios miembros, los que a su vez deberán quedar sujetos a leyes generales previamente conocidas tanto por los gobernantes como por los gobernados. Sólo así se podrá asegurar las condiciones de la libertad comprendida como el objetivo de la sociedad civil.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">De este modo se perfila una nueva forma de igualdad de la que el gobierno, comprendido ahora como un conjunto de instituciones agregadas a la dinámica social, no estará exento. Como cualquier otro miembro de la sociedad, el soberano deberá procurarse su sustento y cuidar del modo en el que dispone de sus recursos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 571).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Para reforzar este conjunto de ideas, Smith dedica el Libro V de <span class="italica">TWN</span> a detallar las funciones del Estado desde el análisis de los gastos que el cumplimiento de esas funciones suele comportar. En esos pasajes, la actividad estatal aparece reducida a tres deberes puntuales: la defensa de la sociedad de toda violencia interior o exterior, la reparación de las injusticias y la prevención de la opresión que pudieran sufrir cualquiera de sus miembros, y la provisión de la infraestructura material e institucional que los privados no quieran o no puedan financiar por sí mismos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 485). Aclarados estos objetivos, la principal preocupación de Smith ya no es definir cómo deben articularse las instituciones estatales sino estipular cómo deben financiarse los gastos que implica el mantenimiento de ellas. Por eso el autor escocés revisa con mucho detalle las distintas formas de recaudación de fondos y las causas del endeudamiento estatal.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Este tipo de consideraciones reafirma la conceptualización de la relación entre el Estado y sus habitantes anteriormente definida por el Cameralismo: las obligaciones estatales no deben limitarse a defender la sociedad de los enemigos externos y de los peligros internos; el Estado debe procurar además el acrecentamiento del bienestar general de la sociedad. En otras palabras, el deber estatal va más allá del establecimiento de la ley y de la vigilancia de su cumplimiento. El soberano debe además generar las condiciones para el incremento del bienestar general comprendido bajo la forma de la riqueza.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Pero Smith establece una diferencia sustancial respecto de la perspectiva prusiana: para lograr este objetivo, el Estado no debe funcionar en un sentido providencial. Antes bien, debe garantizar las condiciones para que la población pueda hacerse de los medios para su propia subsistencia. Y debe hacerlo asegurándose de no interferir en el grado de libertad con el que cada individuo toma sus decisiones. En este sentido, el Estado no sólo debe evitar infringir la “libertad natural” sino que también debe buscar asegurarla empleando todos sus recursos. Ya no se trata solamente de permitir que cada individuo pueda perseguir su interés particular. Será indispensable además que el Estado garantice la disponibilidad de los medios que resulten necesarios para que dicha búsqueda pueda ser llevada a cabo (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 444).</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Un gobierno con roles bien definidos como condición de la prosperidad</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Si en <span class="italica">LJPRA</span> Smith subordinaba las nociones económicas a las funciones del control policial, en <span class="italica">TWN</span> este esquema se invierte y las funciones del control administrativo son puestas al servicio del horizonte general de la producción económica de riquezas. Sólo permanecen bajo la órbita estatal la defensa de enemigos externos y de peligros internos, la administración de justicia y la construcción y mantenimiento de caminos y canales comprendidos como circuitos que facilitan y promueven el intercambio comercial.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En esta nueva argumentación, la sociedad aparece como una existencia independiente, como el producto de relaciones sociales-comerciales que expresan operativamente el “orden natural”, el carácter espontáneo y auto engendrado que la sociedad adquiere cuando los individuos cuentan con los márgenes necesarios como para decidir libremente sobre sus acciones mercantiles y económicas. Sobre la base de esa afirmación, Smith estableció una vinculación directa entre las restricciones que se le iban imponiendo a la autoridad estatal -originadas en la desconfianza hacia todo ejercicio arbitrario del poder- y la prosperidad económica.</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">El derecho consuetudinario como garantía de la justicia impersonal</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Smith defiende un “sistema de libertad natural” al que comprende como el resultado del libre ejercicio del interés individual que se expresa básicamente en la libertad de emprendimiento, la libertad de competencia y la libertad de comercio. Desde estos supuestos, Smith afirma que dicho ejercicio funciona como el principal impulsor del desarrollo del <span class="italica">Commonwealth</span>. Esta defensa manifiesta una reacción frente a las tendencias tardomedievales que pretendían mantener los sistemas de sanción de leyes sometidos a la voluntad del soberano. La chance de que un gobernante tome decisiones legislativas sin mayor justificación que el mero ejercicio de su voluntad arbitraria es señalada por Smith como la principal enemiga de la libertad y, por lo tanto, de las posibilidades del progreso colectivo. Esta situación manifiesta la peor de sus versiones cuando el gobierno se arroga el derecho de decidir sobre condiciones que afectan los intercambios mercantiles (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 263).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Pero es necesario destacar que esto no implica que cualquier ley sea por sí misma opuesta a los principios liberales. Smith afirma que la concreción histórica del modo de libertad por él reivindicado sólo fue posible luego de una profunda evolución del sistema legislativo. Dicha evolución que, según el autor escocés, tuvo lugar en Inglaterra durante los 150 años que antecedieron a la publicación de <span class="italica">TWN</span>, consiguió anular los márgenes de arbitrariedad con los que se manejaban los soberanos tras supeditar los mecanismos de establecimiento de las normas a un conjunto de postulados cuya existencia es independiente de cualquier poder soberano: el derecho común o derecho consuetudinario (<span class="italica">commonlaw</span>) que se basa en los precedentes fijados por la tradición y en las expectativas generales. En ese sentido, el derecho común se diferencia del derecho legislado (<span class="italica">statutelaw</span>), es decir, de aquél que se justifica únicamente en la autoridad de la persona que lo establece (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B4" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Cairns, 1994</a>).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La afirmación del derecho común como principio jurídico básico cancela la posibilidad de que las normas funcionen como meras expresiones de la voluntad del soberano. A la vez, encamina el desarrollo legislativo hacia el establecimiento de un sistema de justicia que, por funcionar desde una lógica eminentemente impersonal, debe ser aceptado por todos los miembros de la sociedad sin importar la condición social o el grupo de pertenencia. Este nuevo marco institucional tiende al establecimiento de un conjunto acotado de reglas generales que reprimen las inclinaciones menos estimables de los seres humanos permitiendo al mismo tiempo la exteriorización espontánea de aquellas acciones que contribuyen el bienestar general.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La libertad aparece, entonces, ya no como la simple ausencia de impedimentos que obstaculicen el ejercicio del interés propio sino como el resultado de la aplicación efectiva de restricciones justas a todos los miembros de un Estado, sin distinción de jerarquías.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">De este modo, puede verse que el énfasis dedicado por Smith a limitar el ámbito de injerencia jurídica no implica de ninguna manera que las leyes resulten prescindibles. Dicho de otra forma: cuando las reglas son arbitrarias y favorecen a grupos reducidos, el progreso de la sociedad se vuelve improbable, pero dicho progreso no sería menos improbable en una sociedad que no estuviera organizada sobre la base de ciertas restricciones. La justicia impersonal por la que Smith aboga no debe confundirse con un confinamiento del control estatal a su mínima expresión. Sin ir más lejos, el autor detalla varias situaciones en las que la reglamentación de ciertas actividades particularmente sensibles, como por ejemplo los préstamos bancarios o la emisión monetaria, resulta no sólo beneficiosa sino incluso indispensable. Para esos casos puntuales en los que puede verse involucrada la seguridad del conjunto social, Smith no sólo admite la posibilidad, sino que afirma la necesidad de restringir el ejercicio de la libertad natural (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 249).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Estos señalamientos ayudan a sopesar mejor las implicancias de nociones como la de “gobierno limitado”, principio rector del nacimiento y posterior desarrollo del liberalismo clásico -como se verá en la segunda parte del presente escrito- cuya autoría suele adjudicársele a Smith (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B56" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Viner, 1927</a>). Dentro del pensamiento de autor escocés, este principio sustenta la consolidación de un orden particular que sólo alcanza a configurarse cuando los individuos son al mismo tiempo liberados para usufructuar sus talentos, pero también controlados por un conjunto de normas básicas y estrictas.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Según Smith, fue este principio surgido a partir de la desconfianza hacia el carácter arbitrario que detentaba el poder del monarca lo que permitió la erección de un sistema legal capaz tanto de proteger la propiedad y como de regular ciertas pautas básicas sin coartar las posibilidades de las fuerzas productivas, encabezando así un proceso que supo combinar las bondades de la libertad con las ventajas del control para constituirse en la causa principal de la prosperidad británica (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 263).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Desde esta caracterización, distinguir entre un liberalismo económico y un liberalismo político al interior del liberalismo clásico en su versión británica resulta una operación por lo menos cuestionable. Para esta tradición, sólo aquella libertad que se despliega dentro de un marco legal regulatorio que impida el control discrecional de la actividad económica redundará en crecimiento del bienestar general. De allí que la libertad de acción resulte tan importante como la libertad de pensamiento, pues el desarrollo intelectual de una determinada población dependerá de la disponibilidad de los medios materiales.</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Consideraciones parciales: la reformulación liberal de las funciones administrativas del Estado</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Puede apreciarse así que la versión del liberalismo clásico británico que se deslinda de la obra de Adam Smith no demanda una abolición de las dinámicas de la administración pública, así como tampoco una reducción de la intervención del Estado a su mínima expresión posible. Antes bien, propone el establecimiento de un conjunto de tareas estatales que podría parecer acotado pero que, en relación con el la totalidad de las actividades sociales, resulta indispensable.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Podría creerse que la novedad del liberalismo de Smith consiste en adjudicarle al Estado una función eminentemente administrativa, pero esto no sería del todo correcto pues, como se señaló antes, la autoría de esa innovación le corresponde al pensamiento cameral. También podría sostenerse que el carácter innovador de la propuesta del autor escocés se manifiesta en una suerte de inversión de la tendencia absolutista que adopta la forma de una reducción de las funciones administrativas estatales. Pero esta descripción que permanece en un plano meramente técnico -y no considera implicancias políticas- resulta todavía insuficiente.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Lo que el liberalismo de Smith busca modificar no son las funciones administrativas concretas, pues aun cuando su discurso parezca otorgarle sólo un lugar marginal, el Estado sigue desempeñando una serie de acciones que resultan fundamentales para el correcto funcionamiento de las dinámicas sociales -la administración de justicia, la construcción de caminos y el mantenimiento de aquellas instituciones básicas por las que la actividad privada no llega a interesarse-. Antes bien, en lo que respecta a la administración estatal, la novedad de la propuesta smithiana se expresa en una reformulación particular a partir de la cual la función administrativa del Estado queda supeditada al funcionamiento general de la producción social.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En última instancia, lo que se invierte es la ecuación que sustentaba las prerrogativas del poder soberano: en la concepción liberal, es la sociedad la que, afirmando su condición de autónoma e independiente, cede sólo algunos de sus derechos a un Estado que debe tener mucho cuidado de no parasitar las fuerzas productivas sociales. De este modo, la <span class="italica">Polizeiwissenshaft</span> cameral no desaparece ni se extingue, sino que se transforma en Administración Pública. Esta disciplina deberá desarrollar tecnologías capaces de superar las restricciones reglamentaristas para fomentar que cada individuo, renunciando a la tutela estatal, se convierta en responsable de su propio bienestar. En ese sentido, las nuevas-viejas tecnologías administrativas deberán cumplir la función de garantizar que las instancias totalizadoras no sólo no interfieran con el despliegue de las perspectivas particulares, sino que además aseguren sus condiciones de posibilidad.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Teniendo presentes estas consideraciones, es necesario destacar que el carácter aparentemente reducido que reviste la administración estatal dentro de los desarrollos de Smith no debe confundirse con un relegamiento de dicha función a una posición de menor importancia. Ante la preocupación por garantizar el flujo de los intercambios comerciales, la liberalización de la oferta y la demanda resulta tan significativa como la administración de justicia, el mantenimiento de puertos y caminos, y el sostenimiento de ciertas instituciones que hacen al orden público. Estas tres funciones que Smith le adjudica al Estado resultan fundamentales para que la postulada “naturalidad del mercado” logre instalarse y mantenerse.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La administración de justicia debe funcionar como una forma de protección del fundamental derecho de la propiedad. También debe encargarse de que no se produzcan disputas sobre los derechos propietarios que puedan afectar las relaciones económicas. La construcción y mantenimiento de puentes, canales navegables, puertos y caminos, así como también las mejoras que puedan llevarse a cabo en el servicio de correo y en otros medios de comunicación resultan fundamentales para acompañar y apuntalar el crecimiento de la producción y del empleo en tanto que posibilitan el abaratamiento de los bienes que se consumen en el mercado interno y fomentan los intercambios comerciales entre naciones. Por último, el sostenimiento de ciertas instituciones de las que no puede esperarse que se haga cargo el interés privado, como por ejemplo las escuelas parroquiales, también resulta fundamental para la conservación del orden social: la educación pública debe procurar emular las condiciones de “competencia natural” del mercado en pos de preparar a sus estudiantes para desempeñarse en dentro de esas dinámicas; de allí que el sistema educativo estatal deba proveer a las personas que se encuentran en una situación desventajosa de los medios que necesitan para desarrollar su capacidad de desenvolverse adecuadamente dentro de la vida social y ganar para sí un sustento digno, condición necesaria para que la sociedad en su conjunto no se corrompa o, en otras palabras, para que las clases desfavorecidas incorporen criterios de comportamiento que alienten en desarrollo mercantil de la sociedad, criterios equivalentes y correlativos a los de las clases acomodadas (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B51" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Smith, 2007</a>: 534; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B43" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rengifo, 2009</a>).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En resumen, el pensamiento de Adam Smith respecto del Estado muestra al menos dos facetas, una escéptica y otra afirmativa. La faceta escéptica expresa la desconfianza que despiertan en Smith los funcionarios estatales y políticos en general, particularmente aquellos que, aplicando planes de gobierno generalmente centralistas, creen perseguir el interés público cuando en realidad están haciendo todo lo contrario: al desoír, negar e incluso obstaculizan el despliegue articulado de los intereses individuales, no hacen sino atentar contra el desarrollo del <span class="italica">Commonwealth</span>. Pero, como se mostró en los apartados anteriores, reducir las posturas del autor escocés sobre el Estado a estas formas de rechazo comporta un error interpretativo. Para Smith, las instituciones estatales deben cumplir una serie de funciones muy precisamente delimitadas, funciones que terminan constituyéndose en condiciones de posibilidad sin las cuales los postulados del “sistema de la libertad natural” no podrán concretarse.</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">La concepción del Estado en el pensamiento de Friedrich Hayek</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Friedrich August von Hayek (1899-1992) fue una de las voces más eminentes de la Escuela Austríaca de Pensamiento Económico, comúnmente identificada como la matriz desde la que surgieron las tendencias políticas, sociales y económicas que suelen agruparse bajo el título de “neoliberalismo” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B3" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Backhouse, 2000</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B35" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Morresi, 2011</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B36" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Murillo y Seoane, 2012</a>).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En el momento en el que comenzaba a perfilarse la situación de bipolaridad geopolítica que el mundo viviría desde el final de la Segunda Guerra hasta el colapso de la Unión Soviética, voces como la de Hayek refirieron a las experiencias del nazismo alemán y del estalinismo soviético para argumentar en contra de toda organización social en la que el Estado se adjudique la prerrogativa de planificar el desarrollo de la vida económica de la sociedad. En ese sentido, gran parte de la obra de este autor puede interpretarse como una reacción frente a las dinámicas del <span class="italica">Welfare</span>.</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">El modelo estatal del Welfare desde la perspectiva hayekiana: optar entre la libertad o la servidumbre</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hayek caracteriza al <span class="italica">Welfare</span> como un modelo social que intenta corregir los potenciales déficits del mercado a partir de un ejercicio de carácter eminentemente intervencionista. En dicho ejercicio, el Estado deja de funcionar como una entidad neutral e imparcial encargada de administrar la justicia y de vigilar que nada interfiera los intercambios mercantiles. En lugar de eso, utiliza su poder y su autoridad para subsumir la órbita privada a la órbita pública modificando las dinámicas de desarrollo social en beneficio de un grupo particular: las masas de asalariados.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En numerosas conferencias y publicaciones, el autor austríaco acusa a la estructura estatal burocrático-keynesiana de funcionar como un obstáculo para el ejercicio de la libertad individual (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>, <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1948</a> y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B25" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1960</a>). Según estos discursos, la implementación de las políticas de subsidio y protección a ciertos sectores de la población tenía por costo la libertad que cada individuo resignaba para hacer frente a las cargas impositivas que el Estado debía establecer para sostener dicho sistema de protección social. De allí que los principios de funcionamiento del <span class="italica">Welfare</span> fueran para Hayek contrarios a los principios de la equidad y también a los criterios de la eficiencia productiva, pues el reaseguro de los servicios proveídos por el Estado redundaba en una falta de incentivos para la búsqueda del progreso económico por parte de cada miembro de la sociedad. Un sistema que no fomentaba el aumento de la productividad resignaba la posibilidad de acrecentar las tasas de ganancia a nivel macroeconómico, lo que repercutía negativamente en el crecimiento del Producto Bruto Interno comportando enormes perjuicios para el conjunto de todos los involucrados (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944 </a>y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1948</a>).</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">El principio de la competencia como garantía de la libertad</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hayek apunta su crítica hacia el planeamiento centralizado del desarrollo de la economía y de la sociedad. Las formas, los criterios y sobre todo la potestad que habilitan la toma de decisiones por parte del Estado configuran su principal preocupación. Tomando distancia de aquellas consideraciones según las cuales cualquier tipo de planificación redunda en una forma de totalitarismo (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B34" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Mises, 1962</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B52" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Stalebrink, 2004</a>), Hayek afirma que la previsibilidad es una condición universalmente deseada, por lo que la necesidad de alguna forma de planificación resulta indiscutible (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>). Lo que debe someterse a debate es quién debe hacerse cargo de esa responsabilidad. Desde esta perspectiva, estipula dos modelos que entran en disputa: aquel en el que las actividades económicas son dirigidas y organizadas por un proyecto central diseñado de acuerdo con las opiniones particulares de un cierto grupo dirigencial y aquel en el que las decisiones económicas individuales quedan libradas a los criterios que cada miembro de la sociedad pudiera desarrollar sobre la base del conocimiento del que cada uno de ellos dispone.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">El peligro que encierra el primero de estos modelos se relaciona con cuestiones ético-políticas. Hayek denuncia como falaz al argumento utilizado por los socialistas según el cual sería necesario privar a los particulares del poder de decisión para anular la posibilidad de que dicho poder termine operando en contra de los intereses de la sociedad. Según el autor austríaco, el poder ejercido por una junta de planificación central no sería mayor que el poder ejercido colectivamente por las juntas privadas. La concentración del poder de decisión en pocas manos de modo que pueda ser utilizado a favor de un solo grupo social no puede plantearse como una diferencia solamente cuantitativa. La centralización del poder administrativo posee un alcance potencialmente mayor que el de cualquier otro poder social. Además -en consonancia con algunas de las consideraciones de Adam Smith recuperadas en los apartados anteriores-, Hayek señala que cualquiera que se arrogue el derecho de decidir centralizadamente sobre los destinos de la economía social debería disponer de conocimientos detallados sobre cada situación particular. Pero en sociedades de creciente complejidad, nadie puede concentrar la totalidad de esos datos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1948</a>: 519).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Una planificación centralizada sólo puede establecer disposiciones de tanto en tanto y no cotidianamente. Pero mantener los niveles de competitividad de cualquier empresa, es decir, mantener los costos por debajo del margen de ganancia, requiere de un esfuerzo constante. Para evitar que los peligros de la tiranía a la que inevitablemente conduce el control del Estado sobre las decisiones económicas, Hayek afirma la necesidad prioritaria de reducir la concentración del poder gubernamental a partir de la protección de la propiedad privada: los individuos podrán decidir qué hacer con sus vidas sólo si el control de los medios de producción se divide entre muchas voluntades independientes (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 33 y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1948</a>: 525).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Pero sumando un planteo novedoso respecto de las argumentaciones del liberalismo clásico, Hayek agrega que, por sí sola, esa condición no resultará suficiente. Será necesario además liberalizar la competencia cuyos horizontes se ven reducidos por las diversas formas de seguridad ofrecidas por el proteccionismo estatal. Estas seguridades pueden agruparse en dos conjuntos. El primero de ellos se relaciona con la protección de un mínimo estándar de vida: alimentación, vivienda, salud y vestimenta. Hayek no encuentra razón por la cual el Estado no debiera abocarse a proteger a quienes carecen de estos bienes básicos. Tampoco cree que la organización de un sistema de seguridad social atente necesariamente contra las libertades del mercado (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 59).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">El otro tipo de seguridad, empero, reviste un carácter mucho más problemático. Se trata de la seguridad dispuesta por una planificación central en pos de proteger a ciertos individuos o grupos de individuos de una eventual disminución en sus ingresos. Para Hayek, esta forma de seguridad es engañosa y, en líneas generales, injusta. Mientras que el Estado otorgue privilegios especiales a ciertos segmentos comerciales fijando los precios de las mercancías, indefectiblemente habrá explotación de unos sobre otros: si se establece que a cierto grupo de individuos le corresponde una porción fija de un total que es fluctuante, el resto de los participantes se verán afectados cuando esa fluctuación mantenga una tendencia a la baja. En este sentido, la forma de seguridad característica del modelo del <span class="italica">Welfare</span> pone en peligro el valor de la libertad (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 60). De allí que sólo la eliminación de las restricciones de la competencia -comprendida como “la fuerza motriz de la vida económica” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1948</a>: 93)- podrá minimizar el poder que algunos individuos (las mayorías) ejercen sobre otros individuos (las minorías). Al mismo tiempo, la competencia será el mejor método para fomentar el progreso social, pues en tanto que no requiere la intervención coercitiva o arbitraria de la autoridad para asignar los recursos, garantiza la eficiencia: en una sociedad competitiva, todos sus miembros sabrán que deben sacrificar una cosa para conseguir otra. Así se prescindirá de la necesidad de un control social centralizado y se dará a los individuos la oportunidad de decidir si las perspectivas de una ocupación en particular son suficientes para compensar las desventajas que dicha ocupación traiga aparejadas.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hayek afirma que el principio de la competencia debe defenderse a toda costa. Pero este principio no se corresponde exactamente con el <span class="italica">laissez faire</span> del liberalismo clásico: ya no se trata simplemente de dejar que todo aquel que lo desee pueda participar del libre juego de la oferta y la demanda; será necesario además incentivar a los individuos para que se atrevan a abandonar la seguridad y a asumir riesgos. Y además, los líderes del movimiento contra el control estatal deben ser capaces de aceptar aquello que pretenden imponer a las masas: la disciplina de un mercado competitivo (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1948</a>: 107). En ese sentido, el correcto funcionamiento del principio de la competencia requerirá de la generación de un marco particular: al eliminar la protección de la seguridad, los individuos se verán obligados a sacrificarse para alcanzar sus metas, a esforzarse al máximo de sus posibilidades en pos de su progreso. Por eso el principio de la competencia será el mejor medio de orientación y coordinación de los esfuerzos humanos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 61).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En pos de lograr este resultado, será necesario elaborar un marco legal cuidadosamente estudiado. La libertad económica sólo puede ser garantizada si la planificación central es reemplazada por el imperio de la ley (<span class="italica">rule of law</span>). Esto significa que más allá de cualquier tecnicismo, cualquier acción gubernamental debe quedar encuadrada dentro de reglas fijas anunciadas previamente.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En una sociedad orientada por estos principios, el Estado deberá crear condiciones que fomenten la competencia, así como también desarticular los monopolios y prevenir el fraude y los engaños. Pero reconocerle este campo de acción al Estado -junto con el de la seguridad social mínima- no significa abogar a favor de un sistema mixto. Hayek destaca que, para que la competencia resulte efectiva, esta no puede convivir con ningún tipo de planificación externa que pretenda orientar la producción. Para construir un mundo mejor será necesario tener el coraje de aspirar a un nuevo comienzo, será necesario deshacerse de los obstáculos que ha vallado el camino de la humanidad y liberar la energía creativa de los individuos. Sólo de este modo quedará garantizada la libertad económica, lo que constituye la condición necesaria para que pueda existir la libertad política y cualquier otro tipo de libertad: para Hayek, ejercer libremente el derecho de elección sólo es posible si conlleva también el riesgo y la responsabilidad por su ejercicio (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 61).</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Reformulando el principio del gobierno limitado: contra el monopolio estatal.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La orientación general de las críticas al <span class="italica">Welfare</span> que Hayek apuntó desde comienzos de la década de 1940 subyacen en la que es considerada su obra capital, <span class="italica">Law, Legislation and Liberty</span>, cuyo primer volumen -<span class="italica">Rules and Order</span>- fue publicado en 1973, año en el que el modelo social del Bienestar terminó de ingresar decididamente en un proceso de crisis.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En el tercer tomo de dicha obra -<span class="italica">The Political Order of a Free People</span>, publicado en 1979-, Hayek dedica especial atención a la relación entre el sector público y el sector privado. Allí, lejos de abogar en favor de un Estado mínimo, el autor austríaco afirma que toda sociedad avanzada necesita de un poder estatal capaz de recaudar fondos mediante el cobro de impuestos con el fin de proveer de un número de servicios que, por varias razones, no pueden ser adecuadamente provistos por el mercado (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 41). En tanto administrador de los recursos comunes, el Estado puede encargarse legítimamente de una amplia gama de actividades, y para ello es indispensable que ejerza su poder coercitivo con el fin de recaudar los fondos necesarios.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Sin embargo, Hayek destaca que, si bien la organización estatal es la forma más expeditiva de proveer a la sociedad de ciertos bienes, esto no implica que el Estado deba atribuirse una autoridad especial ni tampoco que sea el propio Estado quien necesariamente deba organizar estas prestaciones. El poder coercitivo no implica el monopolio estatal de los servicios básicos. Las instituciones del Estado deben permitir que las agencias privadas busquen métodos para proveer a la población de los servicios elementales sin la necesidad de involucrar el uso de poderes coercitivos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 47).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">La autoridad que se le confiere al Estado para que este pueda cumplir sus funciones en todo lo referido a la aplicación de la ley y a la defensa de amenazas externas e internas no tiene por qué extenderse a la provisión de prestaciones. Hayek afirma que las agencias estatales deben funcionar con las mismas lógicas y prerrogativas que cualquier otro servicio utilitario, e incluso bajo una vigilancia mayor debido a los poderes de coacción que desde ellas pudieran llegar a ejercerse. Por lo tanto, se vuelve necesario distinguir entre las leyes que aspiran a funcionar como normas universales de conducta y las leyes que regulan la disposición y utilización de los bienes públicos tales como los caminos o los puertos. Para este último grupo, las normas requeridas deben considerar el logro de resultados concretos -tal como ocurre en el ámbito privado-, es decir, deben tener en cuenta el objetivo de la eficiencia y el de la oportunidad, dejando de lado el ideal de justicia en cualquiera de sus acepciones. En ese sentido, los procedimientos de decisión involucrados en la prestación de servicios deben conducir a una limitación racional del volumen del gasto público. Además, los ciudadanos deben ser informados previamente sobre aquellos casos en los que se les requerirá que asuman un gasto particular para que ellos puedan determinar de antemano con sus votaciones el punto en el que deben equilibrarse las ventajas de las prestaciones estatales frente a los costos que estas suponen (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 48-49).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En última instancia, de lo que se trata es de comprender que el sector público no debe interpretarse como un conjunto de funciones o servicios reservados exclusivamente al Estado, sino como una cierta cantidad de medios materiales puestos a disposición del gobierno para la prestación de los servicios que se le han solicitado. Para ello el Estado no necesita ningún otro poder más allá de su capacidad de recaudación; la administración de estos recursos no debe contar con ningún privilegio especial y debe estar, como cualquier otra organización social, sujeta a las reglas generales de la competencia (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 47).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Uno de los mayores problemas de las democracias modernas, concluye Hayek, es que a menudo no logran mostrar que el respeto que se le debe a ley no debe traducirse en un ensalzamiento indebido del papel del Estado en tanto prestador de servicios, ni menos aún en una extensión de las prerrogativas del Estado más allá de su rol de controlador del orden (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1979</a>: 43).</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Consideraciones parciales: problema de la democracia</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En los apartados anteriores se ha mostrado cómo -en tanto representante del liberalismo neoclásico surgido antes del fin de la Segunda Guerra- Hayek equipara a la política con el ejercicio del poder y a la democracia con un mero sistema de elección de representantes. La creencia generalizada de que el procedimiento democrático garantiza que el poder estatal no se ejerza arbitrariamente resulta para el autor austríaco absolutamente infundada. Un sistema que habilite la elección de los representantes por parte de los representados sin preocuparse por anular la posibilidad de que la economía sea planificada por un poder central puede terminar funcionando como la peor de las autocracias. Por ello la democracia es caracterizada por Hayek como un obstáculo potencial para la marcha de un sistema económico cuyo funcionamiento debería reivindicar su independencia respecto de elementos externos (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B23" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1944</a>: 41-50, <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B24" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1948</a>: 122, <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B27" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1978</a>: 142 y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1979</a>: 77).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">El autor austríaco destaca asimismo que la coincidencia entre el liberalismo y los movimientos democráticos es sólo aparente, pues en realidad una y otra tendencia apuntan a objetivos diferentes: los defensores de la democracia se concentran en la cuestión de quién debe dirigir el gobierno; por su parte, los liberales se preocupan por definir cuáles deben ser las funciones del gobierno. Mientras que la democracia suele considerar que la opinión mayoritaria es el único criterio de legitimidad, el liberalismo exige que todo tipo de poder social -inclusive el de las mayorías- se desarrolle bajo ciertas restricciones (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B27" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1978</a>: 143).</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">El liberalismo es, por lo tanto, incompatible con la democracia ilimitada en la misma medida en que lo es con todas las otras formas de gobierno ilimitado. Inversamente, la democracia será compatible con el liberalismo sólo en tanto y en cuanto las mayorías eviten usar sus poderes para otorgar a ciertos grupos ventajas especiales a las que no pueda acceder el resto de la ciudadanía. Por eso para Hayek no sería exagerado suponer que, en el largo plazo, la democracia podría llegar a ponerse en riesgo a sí misma si abandona por completo los principios liberales, pues es de esperar que un Estado al que se le exigen tareas demasiado amplias y complejas termine adoptando metodologías centralistas y autoritarias (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B27" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Hayek, 1978</a>: 143 y <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B28" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">1979</a>: 77).</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Consideraciones finales: el Estado liberal como condición del “orden espontáneo”</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Reconstruir críticamente ciertas nociones centrales presentes en la obra de Adam Smith y de Friedrich Hayek permite afirmar que la concepción liberal del Estado supone complejidades que van mucho más allá del rudimentario principio del <span class="italica">laissez faire</span>. Dicha reconstrucción muestra que la caracterización liberal de la órbita pública es más compleja e incluye más supuestos que aquellos que pudieran quedar comprendidos desde aserciones como la de “Estado mínimo” y otras afines. En esta línea, resulta pertinente preguntar si ciertas posturas antiestatistas radicalizadas (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B37" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Nock, 1935</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B6" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Chodorov, 1959</a>; <a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B46" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Rothbard, 2006</a>) alcanzan a inscribirse efectivamente dentro el abanico de teorías liberales -tal como ellas pretenden- o si en realidad se trata de propuestas cuyas consecuencias terminan desmarcándose de la impronta liberal. Este interrogante reconduce el foco de atención hacia la ya mencionada “superabundancia de liberalismos” (<a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html#B8" style="color: #e4801e; text-decoration-line: none;">Cubeddu, 1997</a>: 138), problema que ninguna aproximación crítica a los desarrollos liberales debería pasar por alto.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Las referencias recuperadas en el presente artículo también permiten establecer semejanzas y continuidades entre las propuestas de Smith y de Hayek. En ambas perspectivas, el Estado debe defender a la ciudadanía de los enemigos externos, custodiar el cumplimiento de las normativas internas y asegurar la provisión de ciertos bienes básicos. El cumplimiento de estas funciones resulta imprescindible y fundamental para garantizar el correcto funcionamiento de las dinámicas sociales y ninguna organización puede desarrollarse sin este marco de condiciones elementales. Al mismo tiempo, ambos autores coinciden en el diagnóstico según el cual la complejidad del funcionamiento de las sociedades vuelve contraproducente la intensión de establecer una planificación centralizada de la producción social. Además, puede apreciarse cómo en ambas perspectivas la noción de igualdad es problematizada exclusivamente dentro del ámbito jurídico-formal (igualdad de derechos ante la ley) dejando de lado otros sentidos igualitaristas, como aquellos relacionados con las posibilidades de acceso a los recursos o con las tensiones producidas por las diversas formas de acumulación de riqueza.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Pero también pueden señalarse importantes diferencias y desplazamientos conceptuales entre ambos autores. En Smith, el Estado aparece como una otredad respecto de las dinámicas sociales, una instancia que, si bien debe mantenerse bajo una estricta vigilancia por parte de la sociedad, se presenta bajo una cualidad diferente: si bien el Estado debe procurarse sus fuentes de financiamiento como cualquier otro actor social, su funcionamiento interno y sus objetivos dependen de reglas distintas de las del mercado; y es justamente esa condición la que valida, legitima y vuelve necesaria su existencia. Hayek, por su parte, afirma que la competencia mercantil no sólo debe liberalizarse, sino que además debe ser fomentada por las propias lógicas de funcionamiento estatal, tanto al interior de las estructuras burocráticas como en lo que respecta a la interrelación entre el Estado y la sociedad. Por eso la garantía de igualdad ante la ley no debe incluir las eventuales formas de desigualdad económica que resulten de la aplicación del principio de la competencia. Esto obligará a los individuos a redoblar sus esfuerzos y a aumentar su productividad. La creación de un nuevo ambiente de inseguridad generalizada en favor del cual Hayek se expresa fomentará la difusión de la lógica de la empresa privada, lo que permitirá un mejor aprovechamiento de los recursos colectivos y de las capacidades individuales. De este modo se impulsará la creatividad y el emprendimiento, se mejorará la gestión de los diversos tipos de investigación y desarrollo, y se asegurará que los recursos sean utilizados desde el criterio de la eficacia y la eficiencia. Sólo cuando esas condiciones particulares estén aseguradas, el mercado alcanzará a constituirse como la forma de organización social más directa y más ágil, y podrá funcionar como el más equitativo asignador de recursos y distribuidor de resultados.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">De este modo, la noción de progreso basada en la cooperación mercantil acuñada por Smith según la cual el desarrollo de lo social se lograría a partir de la liberalización de las actividades económicas se desplaza en Hayek hacia una novedosa perspectiva desde la cual las pautas de la vida colectiva deben ser empujadas hacia la lógica de la competencia ilimitada. Para ello se vuelve necesario difuminar los límites que antes diferenciaban la órbita estatal de la órbita económico-social. Hayek afirma que para lograr ese objetivo será necesario transformar los aspectos no económicos de la sociedad, será necesario alterar aquellas instancias cuyo funcionamiento no respondía originariamente a una lógica mercantil. De este modo, el mercado se configura no sólo como una instancia que nunca debe interferirse sino además como la razón que justifica la intervención del Estado en las dinámicas sociales. Este tipo de consideraciones resaltan que la crítica al modelo del <span class="italica">Welfare</span> no busca una desregulación absoluta del mercado, pues dicha situación conduciría a una suerte de anarquismo económico, social y moral. Antes bien, el gobierno descentralizado que propone Hayek debe funcionar como una suerte de membrana que permita la “interacción” entre el mercado y el Estado con el fin de garantizar que las reglas de juego recarguen la responsabilidad en los individuos involucrados.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Mientras que, en Smith, el Estado debe hacerse cargo de ciertas funciones necesarias pues el mercado no alcanza a interesarse por ellas, Hayek procura mostrar que con la generalización del principio de la competencia y la abolición del monopolio estatal sobre la prestación de los servicios básicos pueden generarse intereses mercantiles allí donde antes no existían. Desde esta última perspectiva, el Estado será un mero administrador que quedará supeditado a la lógica del mercado como cualquier otro actor social, pero que al mismo tiempo deberá ser responsable por el fomento y la difusión de dicha lógica. Se invierte así la relación establecida por el liberalismo clásico entre mercado y gobierno: el mercado ya no se presentará como el límite del poder estatal sino como una instancia primordial que demanda acciones gubernamentales en su favor.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Teniendo en cuenta estas continuidades y estos desplazamientos, cabe destacar que, en la propuesta de los autores aquí revisados, el liberalismo aparece como un horizonte al que debe aspirarse antes que como una condición natural que debe ser protegida y custodiada. La atención que tanto Smith como Hayek dedican a las nociones asociadas a la estatalidad deriva en la enumeración de una serie de criterios que deben realizarse para que el liberalismo sea posible, una serie de condiciones indefectibles. La construcción de la “Gran Sociedad Libre” por la que ambos abogan se presenta como un resultado sólo asequible a partir de que el Estado garantice una muy concreta y muy precisa forma de intervención en la esfera de lo social. De este modo, la erección de un Estado liberal no configura una consecuencia sino un requisito, una condición de posibilidad del “orden espontáneo”. Paradójico resultado arroja entonces esta caracterización.</span></i></b></p><p class="sangria" style="text-indent: 15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">En este sentido más que un ningún otro, la comprensión reducida de los principios del <span class="italica">laissez faire</span> y del “gobierno limitado” con el que algunas voces buscan equiparar las concepciones centrales del liberalismo supone en el mejor de los casos una falacia, cuando no una forma abiertamente engañosa de dar cuenta de la implementación de la impronta liberal.</span></i></b></p></div><div id="back" style="background-color: white; color: #777777; float: left; font-family: OpenSans-Regular; overflow-wrap: break-word; text-align: justify;"><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Referencias bibliográficas</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B1" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Apel, K.-O. (1986). <span class="italica">Estudios Éticos</span>, Barcelona, Alfa.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B2" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Apel, K.-O. (1991). <span class="italica">Teoría de la verdad y ética del discurso</span>, Barcelona, Paidós.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B3" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Backhouse, R. (2000). “Austrian economics and the mainstream: View from the boundary.” <span class="italica">The Quarterly Journal of Austrian Economics</span> Vol. 3, Nro. 2, 31-43.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B4" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Cairns, J. W.(1994). “Adam Smith and the Role of the Courts in Securing Justice and Liberty.” <span class="italica">Adam Smith and the Philosophy of Law and Economics</span>, Malloy, R. P. y Evensky, J. 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La recuperación de los clásicos en el debate latinoamericano</span>, Buenos Aires, CLACSO, 13-50.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B18" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Haakonssen, K. y Winch, D. (2006). “The Legacy of Adam Smith”, en Haakonssen, K. (ed). <span class="italica">The Cambridge Companion to Adam Smith</span>, New York, Cambridge Univesrity Press, 319-365.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B19" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Habermas, J. (1987). <span class="italica">Teoría de la acción comunicativa</span>, Madrid, Taurus.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B20" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Habermas, J. y Rawls, J. (1998). <span class="italica">Debate sobre el liberalismo</span> político, Barcelona, Paidós .</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B21" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Harvey, D. (1998). <span class="italica">La condición de la posmodernidad. Investigación sobre los orígenes del cambio cultural</span>, Buenos Aires, Amorrurtu.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B22" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Harvey, D. (2007). <span class="italica">Breve historia del neoliberalismo</span>, Buenos Aires, Akal.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B23" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hayek, F. (1944). <span class="italica">The Road to Serfdom</span>, London, Routledge.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B24" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hayek, F. (1948). <span class="italica">Individualism and economic order</span>, Chicago, University of Chicago Press .</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B25" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hayek, F. (1960). <span class="italica">The Constitution of Liberty</span>, Chicago, University of Chicago Press .</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B27" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hayek, F. (1978). “Liberalism.” <span class="italica">New Studies in Philosophie, Politics, Economics and the History of Ideas</span>. London, Routledge , 119-151.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B28" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hayek, F. (1979). <span class="italica">Law, legislation and liberty</span>. <span class="italica">Vol. 3 The Political Order of a Free People</span>, London, Routledge .</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B29" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Hillman, A. (2003). <span class="italica">Public Finance and Public Policy</span>, Cambridge, Cambridge University Press .</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B30" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Lindenfeld, D. F. (1997). <span class="italica">The Practical Imagination: The German Sciences of State in the Nineteenth Century</span>, Chicago, Chicago Press.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B31" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Lluch, E. (1998). “Jansenismo y <span class="italica">Polizeiwissenschaft</span> en Adam Smith.” <span class="italica">Revista de Economía Aplicada</span>, Vol. VI, Nro. 18, 157-167.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B32" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Machlup, F. (1969). “Liberalism and the Choice of Freedom.” <span class="italica">Roads to Freedom. Essays in Honour of Friedrich A. von Hayek</span>, Streissler, E. (ed.), London, Routledge .</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B33" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Mayer, O. (1949) [1895]. <span class="italica">Derecho Administrativo Alemán</span> - <span class="italica">Tomo I</span>, Buenos Aires, Depalma.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B34" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Mises, L. (1962) [1927]. <span class="italica">The Free and Prosperous Commonwealth: An Exposition of the Ideas of Classical Liberalism</span>, Princeton, Van Nostrand.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B35" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Morresi, S. D. (2011). “Las raíces del neoliberalismo argentino (1930-1985).” <span class="italica">Crisis y metamorfosis del Estado argentino. El paradigma neoliberal en los ’90</span>. Rossi, M. A. y López, A., Buenos Aires, Ediciones Luxemburg, 47-69.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B36" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Murillo, S. y Seoane, J. (2012). <span class="italica">Posmodernidad y Neoliberalismo. Reflexiones críticas desde los proyectos emancipatorios de América Latina</span>, Buenos Aires, Luxemburg.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B37" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Nock, J. (1935). <span class="italica">Our Enemy, the State</span>, New York, William Morrow & Company.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B38" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Nozick, R. (1974). <span class="italica">Anarchy, State and Utopia</span>, New York, Basic Books.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B39" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Raico, R. (1992a). “Liberalism, Marxism, and the State”, <span class="italica">Cato Journal</span> 11, Nro. 3, 391-404.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B40" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Raico, R. (1992b). “Prolegomena to a history of liberalism”, <span class="italica">Journal des Economisteset des Etudes Humaines</span>, Vol. 3, Nros. 2/3 xx-xx.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B41" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Rawls, J. (1993). <span class="italica">Political Liberalism</span>, New York, Columbia University Press.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B42" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Rawls, J. (1979). <span class="italica">Teoría de la justicia</span>, México, FCE.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B43" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Rengifo, S. (2009). “La educación en Adam Smith: otra riqueza de las naciones”, Revista de Filosofía UIS, Vol. 8, Nro. 2, 89-106.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B44" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Rosen, G. (1985). “De la policía médica a la medicina social.” <span class="italica">Ensayos sobre la historia de la atención a la salud</span>, Buenos Aires, Siglo XXI.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B45" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Rosen, H. S. (1999). <span class="italica">Public Finance</span>, New York, McGraw Hill.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B46" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Rothbard, M. N. (2006). <span class="italica">For a New Liberty: The Libertarian Manifesto</span>, Auburn, Ludwig von Mises Institute.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B47" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Rothschild, E. y Sen, A. (2006). “Adam Smith’s Economics.” <span class="italica">The Cambridge Companion to Adam Smith</span>, Haakonssen, K. (ed). New York, Cambridge Univesrity Press , 366-394.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B48" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Schwartz, P. (1999). “Liberalismo Neoclásico: Bases filosóficas y consecuencias empíricas”, <span class="italica">Revista Telos</span>, Vol. III, Nro. 2, 11-34.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B49" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Smith, A. (1896). <span class="italica">Lectures on Justice, Police, Revenue and Arms</span>, London, University of Oxford.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B50" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Smith, A. (1976) [1759]. <span class="italica">The Theory of Moral Sentiments</span>, Indianapolis, Oxford University.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B51" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Smith, A. (2007) [1776]. <span class="italica">An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations</span>, Hampshire, Harriman House LTD.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B52" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Stalebrink, O. J. (2004). “The Hayek and Mises Controversy: Bridging Differences.” <span class="italica">The Quarterly Journal of Austrian Economics</span>, Nro. 7, 27-38.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B53" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Taylor, Ch. (1996). <span class="italica">Fuentes del Yo</span>, Barcelona, Paidós .</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B54" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Teichgraeber, R. (1981). “Rethinking Das Adam Smith Problem” <span class="italica">Journal of British Studies</span> Vol. 20, Nro. 2, 106-123.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B55" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Tribe, K. (2008). “Das Adam Smith Problem and the Origins of Modern Smith Scholarship.” <span class="italica">History of European Ideas 24</span>, London, Routledge , 514-525.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B56" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Viner, J. (1927). “Adam Smith and Laissez Faire”, <span class="italica">Journal of Political Economy</span>, Vol. 35, Nro. 2, 198-232.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B57" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">von Justi, J. H. G. (1756). <span class="italica">Grundsätze der Policey-Wissenschaft</span>, Berlin.</span></i></b></p><p class="bibliografia" id="B58" style="margin-left: 35px; text-indent: -15px;"><b><i><span style="font-size: medium;">Yay, T. (2010). “The role of the state in Adam Smith’s thought system and modern public finance theory: a comparative evaluation”, <span class="italica">International Journal of Economics and Finance Studies</span>, Vol. 2, Nro. 2, 87-94.</span></i></b></p><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Notas</span></i></b></p><div class="nota" id="fn1" style="margin-left: 20px;"><b><i><span style="font-size: medium;"><span class="label" style="width: 15px;">1</span> Es necesario aclarar que tanto Smith como Hayek utilizan una diversidad de términos para referir a las nociones que aquí resultan de interés: <span class="italica">State</span>, <span class="italica">government</span>, <span class="italica">sovereign</span>, <span class="italica">public institutions</span>, <span class="italica">public administration</span>, etc. Excede a los objetivos del presente escrito precisar las diferencias semánticas que existen entre estas palabras, así como también dar cuenta de las potenciales dificultades que supone su traducción a la lengua castellana. A los fines expositivos, se preferirá en la mayoría de los casos utilizar el término “Estado” para reseñar las propuestas de los autores.</span></i></b></div><p class="negrita seccion" style="color: #e4801e;"><b><i><span style="font-size: medium;">Notas de autor</span></i></b></p><p class="nota-autor" id="c1" style="margin-left: 20px;"><b><i><span style="font-size: medium;"><sup><span class="negrita">*</span> </sup><span class="negrita">Sebastián Botticelli:</span> Profesor en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Es Profesor Adjunto de la Cátedra de Filosofía Social de esta última misma Facultad. Sus principales áreas de trabajo son la Filosofía Social, el pensamiento foucaultiano y los debates en torno a la caracterización del liberalismo y de neoliberalismo en su articulación con las actuales dinámicas del funcionamiento estatal. Ha publicado artículos académicos entre los que vale mencionar “Prácticas discursivas. El abordaje del discurso en el Pensamiento de Michel Foucault”, en <span class="italica">Revista Instantes y Azares. Escrituras Nietzscheanas</span>, Año XI, Nro. 9, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras, 2011, pp. 111-126; y “Sobre las posibilidades de la crítica: Foucault y la flecha apuntada hacia el corazón de la actualidad”, en <span class="italica">Revista de Filosofía UIS</span>. Volumen 13, Número 1, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2014, pp. 97-120. E-mail<span class="negrita">:</span>sebastianbotticelli@gmail.com</span></i></b></p><p class="nota-autor" id="c1" style="margin-left: 20px;"><span style="font-size: large;"><b><i><a href="https://www.redalyc.org/jatsRepo/2090/209057114003/html/index.html">VER AQUÍ</a></i></b></span></p></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-38754295225914651372020-10-17T06:48:00.001-07:002020-10-17T06:48:15.974-07:00 Adam smith: interés particular y bien común<p style="text-align: center;"><a href="https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/4471/1/84.pdf"> <span style="font-size: large;"><b><i>Adam smith:
interés particular y bien común</i></b></span></a></p><p style="text-align: center;"><span style="font-size: large;"><b><i> Raquel Lázaro Cantero</i></b></span></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Adam Smith se ha considerado
históricamente como el padre del capitalismo. El capitalismo no es simplemente un modo de hacer economía —el libre mercado frente al
mercantilismo reinante en la época en la que escribe Smith— sino
una manera de organizar la sociedad. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El capitalismo genera riqueza
desde algunos principios bien conocidos: la división del trabajo, la
inversión de capital, el interés particular que persiguen los individuos que forman la sociedad y la
obtención de beneficios, principalmente. Como bien advirtió en su
día Weber1
, capitalismo ha habido
siempre, y lo que destaca de la forma que ha tomado en el occidente
europeo de la Modernidad es la organización racional del trabajo.
Ahora bien, en Smith, atendiendo
a esos principios y a otros antropológicos —que también se deben
tener en cuenta— es posible afirmar que, además de fomentar la riqueza, se puede constituir una forma de orden social, que, sin ser perfecta, permite a los hombres vivir
en una cierta armonía social. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Si hay algo que preocupa a los
ilustrados del siglo XVIII, cuando
investigan las cuestiones sociales
es, precisamente, el problema de
la armonía social, de la paz. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Europa había pasado de ser una
cierta unidad religiosa y política
—forma social imperante en la
Edad Media cristiana—, a ser un
conjunto de estados, en los que la
religión ya no representaba el papel principal en torno a la paz, es
decir, el hecho de ser la instancia
que en último término la garantizaba. Había otros aspectos del modo de ser social que pasaron a un
primer plano para la consecución
de la tan deseada armonía. Entre
esos aspectos aparecieron como
protagonistas, en buena parte del siglo XVIII europeo, la moral y la
economía. Ciertamente que entendidas de un modo nuevo: moral y
economía venían a ser términos sinónimos de equilibrio de las pasiones y
libre comercio. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Smith ha sido objeto de innumerables investigaciones. Muchos
le han estudiado para ver sus aportaciones económicas, relegando
sus escritos morales; otros buscan</i></b><b><i>do encontrar en él instancias éticas que pudiesen servir de medida
al imperialismo capitalista, entendido tan sólo en términos económicos. Lo que pretendemos en este breve estudio es mostrar cómo
Smith se inscribe en su propia tradición contemporánea, preocupada muy principalmente por la paz;
y, de otra parte, cómo aborda ese
tema desde el estudio de las pasiones, investigación que lleva a cabo
en la primera de sus obras importantes, La Teoría de los Sentimientos
Morales (TSM), y que considero es
preciso tener en cuenta para entender su obra más famosa y conocida, La Riqueza de las Naciones (RN). </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El hombre vive en sociedad y,
habitando en ella, experimenta
que es un ser dependiente: necesitamos de los demás. Ahora bien,
¿qué nos mueve a actuar en sociedad?, ¿consideramos las necesidades ajenas del mismo modo que
las nuestras, o bien sólo lo hacemos por la relación que guardan
con nuestros intereses? </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La paz social es el elemento
principal de lo que estimamos como bien común. Aún con todo, ¿se
puede generar la armonía social al
margen del bien común?; en ese
caso, ¿lo que se designa con el término bien común es lo mismo que lo
que designamos como interés general?; y, por último, ¿ese cambio de
terminología se corresponde con
alguno más sustancial para el
hombre en tanto que ser social? </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Smith considera que la virtud
más importante para que la vida
social transcurra de modo armónico es la justicia. Pero no entiende la
justicia al modo clásico, sino de
una manera nueva, de forma negativa, en el sentido de que no pone
el acento en el bien que hay que
hacer al prójimo, sino más bien en
el mal que hay que procurar evitarle. Algo parecido ocurre con la benevolencia. Ésta es libre, es decir, se
ejerce espontáneamente, luego no
hay obligación moral de hacer bien
al otro de modo directo y positivo.
Smith fue coherente: si la sociedad
no está unida por los lazos de la
benevolencia, sino por los de la
justicia, ciertamente vivirá, mejor
dicho, sobrevivirá, ya que no vivirá
del mejor modo posible, condición
que sólo se alcanzaría en caso de
que fuese la benevolencia la que
reinase.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> Es tremendamente actual el tema que aquí se presenta. Hoy se
lleva lo políticamente correcto, y ésa es
precisamente la medida para la ac</i></b><b><i>ción que propone Smith. Entre el
heroísmo que se propugna desde
la moral griega y cristiana y el
egoísmo descarnado de las teorías
hobbesianas, Smith lanza una solución intermedia: entre la excelencia y lo pésimo optemos por lo
correcto, es decir, por lo que en el
fondo aprueba la mayoría social de
hecho. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Son muchas las voces que hoy
se dedican a denunciar el materialismo y consumismo feroz que envuelve a buena parte del mundo
occidental. Ciertamente, en la parte del mundo que nos ha tocado
habitar vivimos bien materialmente: casi todos tienen lo que necesitan o pueden optar a los medios
adecuados para obtenerlo. Ahora
bien, el bienestar material ha traído consigo el olvido de las normas
éticas, la relajación de las buenas
costumbres y un alto grado de individualismo, que enraiza al hombre en una profunda soledad en
medio de grandes urbes altamente
pobladas. Cabe preguntarse, por
tanto, si el alto precio que se ha
pagado por ese bienestar material
no ha sido, quizá, demasiado alto. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El afán de seguridad material ha
dejado desprotegido al hombre
respecto a los valores más altos
del espíritu, pues el cuidado y la
atención, requeridos por las propiedades materiales, hacen que el
hombre olvide, con relativa facilidad, otras necesidades que no son
tan inmediatas, aunque también
esenciales. Sin duda, precisamos
un poco de la honradez de Smith.
Pero es necesario revisar los presupuestos antropológicos del capitalismo smithiano en lo que atañe a la
propiedad, al bien común y a la condición familiar del hombre y, desde esa
revisión, superar una armonía social que tan sólo busca equilibrar
los intereses individuales. ¿Cómo?, mediante la auténtica paz social que se alcanza desde el bien
común, entendido éste como tarea
moral que atañe a todos y que invita a cada persona a hacerse cargo
de la sociedad de modo activo y directo: cada uno con el servicio que
presta a los otros desde su función
social.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>1. LA ARMONÍA SOCIAL </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En las primeras páginas de Tras
la Vitud, Alasdair MacIntyre nos
presenta el dibujo de un mundo
imaginario: las ciencias y los
científicos han caído en desgracia,
los efectos de tal catástrofe se hacen notar en el arresto de los
científicos y en la destrucción de la
ciencia. Pero, más tarde, se reacciona frente a este hecho y “nuevos
ilustrados” quieren resucitar la
ciencia, aunque no recuerdan bien
lo que fue. Únicamente cuentan
con fragmentos de teorías, experimentos, instrumentos cuyo uso se
ha olvidado. Con todos esos restos
se intenta la resurrección de la
ciencia en otro tiempo combatida
y aniquilada. El resultado es un
conjunto de prácticas que se llevan
a cabo bajo los títulos de Física,
Química y Biología. Nadie comprende exactamente esos nuevos
saberes, pues aunque se hayan sometido a criterios de consistencia
y coherencia, se han perdido los
contextos que en su día les otorgaron sentido y significado. MacIntyre quiere, con ese mundo imaginario, hacernos ver que la moral,
en el mundo que habitamos, es un
conjunto de fragmentos cuya comprensión se nos escapa, precisamente por prescindir del entendimiento del contexto y de los
conceptos2
. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>De modo análogo ha ocurrido,
en ocasiones, con la comprensión
del pensamiento smithiano; o bien
se ha presentado de un modo sesgado, o bien fuera de su contexto
originario. Han abordado su estudio sesgadamente quienes,
centrándose en una de las obras
smithianas, La Riqueza de las Naciones, han perdido de vista el contexto moral en el que Smith la sitúa3
y
el contenido de los conceptos que
emplea. De otra parte están quienes han presentado una imagen
tan economicista y contemporánea
de Smith que no hace justicia al
así llamado “padre de la economía
moderna”. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En este breve estudio intentaremos, por tanto, investigar la doctrina smithiana sobre el interés particular y el bien común al hilo de sus
escritos más importantes: La Teoría
de los Sentimientos Morales, Las Lecciones de Jurisprudencia y La Riqueza de las
Naciones. Por otra parte, queremos
mostrar también cómo las preocu</i></b><b><i>paciones de Smith en torno a las
cuestiones económicas se sitúan
en un contexto social común4
a todos sus contemporáneos: la paz
social. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>1.1 Un nuevo logos para el
mundo social </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La ciencia smithiana tiene en su
base el método de la filosofía experimental de Newton y una ontología de corte empirista. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Las principales preguntas de la
filosofía experimental newtoniana
son: ¿cómo funciona la Naturaleza?, ¿cómo se explica su movimiento?, ¿cuáles son sus leyes? El
camino que había que recorrer para dar respuestas a esas preguntas
discurría por la senda de la experiencia empírica, la observación de
los fenómenos y la elaboración de
leyes donde se recogieran los pocos principios simples que explican el funcionamiento de lo que se
observa. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Por otra parte, la ontología empirista, con la que cuenta Smith,
parte de la imposibilidad de conocer la sustancia y el sentido último
de las cosas: podemos llegar a conocer los fenómenos, los distintos
aspectos de lo que se nos aparece,
pero no aquello que lo sustenta, ni
su orden originario. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Como la realidad, en su sentido
sustantivo, no puede conocerse
—esta es la tesis empirista—, entonces su entendimiento ha de ser
de tipo funcional, es decir, si el
hombre no puede conocer el orden
último de la realidad, al menos, intentará describir cómo funciona lo
que se le aparece de lo real. A eso
le llamamos logos funcional. La observación de los fenómenos y la regularidad con que se presentan sugieren una forma de orden, y posibilitan al hombre un cierto dominio
sobre aquello que conoce. El empirismo británico afirma que ni la
razón ni la imaginación pueden poner la realidad de modo originario,
aunque ésta se puede conocer, al
menos, desde la coherencia de su
funcionamiento. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Entender el orden de lo real sólo como una regularidad que se
constata fenoménicamente no resuelve la cuestión del sentido último, a no ser que a esa regularidad
se le atribuya un propósito, un designio. Si la regularidad obedece a
un designio se admite una cierta finalidad real, es decir, hay una inteligencia que ha pensado el designio y, por tanto, un cierto orden y </i></b><b><i>sentido. Al empirista —como es
sabido— no le interesa la pregunta
por la totalidad, pero le resulta útil
la pregunta por el designio: la totalidad del mundo qua totalidad es imposible de conocer, en cambio, sí
es viable constatar un designio sobre el mundo, deducido por la
mente a partir de los fenómenos
observados, y que incluso es necesario para justificar por qué lo observado funciona así y no de otro
modo. Ese designio es la finalidad.
El problema entonces es averiguar
cómo se lleva a cabo ese designio
en los diferentes ámbitos de lo
real. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Descendiendo a lo concreto. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Pongamos por caso una realidad
física, por ejemplo, el Universo como totalidad. Un filósofo experimental sostendría que la regularidad
observada en el Cosmos obedece a
un designio, es decir, a una inteligencia que lo gobierna cara a un fin
determinado. Ahí tiene su origen
el argumento del designio5
: existe
un Dios que es causa primera y tiene un designio sobre el Universo, a
saber, su conservación y la felicidad de sus criaturas. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Vayamos a otra realidad concreta: el mundo social, que es la preocupación principal de Adam Smith.
El mundo social, como parte del
Universo, tiende al fin propio de
éste por formar parte del todo pensado por la Causa Primera, siendo
el designio para la sociedad la
máxima cantidad posible de
felicidad6
. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El hombre, en tanto que ser societario, contribuye a poner las bases para que ese designio se cumpla, pero, ¿cómo? Intentando asegurar la paz social mediante la armonía y la regularidad de las pasiones humanas. En la ciencia social éstas son lo que los
fenómenos naturales son en la filosofía experimental, es decir,
aquello que se ha de observar y cuyo funcionamiento es preciso describir, en la medida de lo posible, mediante leyes. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La paz social no es la felicidad,
pero sí la condición que la posibilita. Para Smith, la felicidad del
hombre corriente se cifra en el cuidado de la salud, la fortuna, la posición y la reputación del
individuo7
, es decir, depende del
ejercicio de la virtud de la prudencia, tal como el autor escocés la
entiende, y que en breve expondremos.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El mundo social está en manos
de los hombres y es obra de ellos.
Eso significa, para Smith, que necesariamente ese mundo será imperfecto, pues la perfección es un
ideal filosófico, un atributo propio
de lo divino, no del hombre corriente. Por ello cualquier perfección es obra de Dios, no de los
hombres. Como Dios no interviene
directamente en el orden social, éste
siempre es imperfecto y, en ese
sentido, contingente. Sólo en tanto que forma parte del Cosmos ordenado según un designio de Dios,
al hombre le cabe esperar que, de
algún modo, le asista la Providencia, pero esa creencia en lo invisible
es muy débil en la mayoría de los
hombres y, por tanto, opera poco
eficazmente ante la fuerza de los
hechos visibles, que manifiestan lo
imperfecto del mundo humano. E.
G. West, uno de los estudiosos de
Smith, recoge esta idea diciendo:
"una de las tareas más importantes del intelecto humano, según
Smith, consiste en diseñar un conjunto de reglas, un ‘sistema de justicia’ bajo el cual pueda vivir en armonía la humanidad. Los hombres
no pueden confiar pasivamente en
alguna mano invisible, sino que
deben actuar conscientemente por
sí mismos"8
. De ahí que la filosofía
moral tal como la concebía Adam
Smith estuviese articulada en dos
partes: la ética y la jurisprudencia. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La primera de ellas buscaba dos
cosas principalmente: enseñar a
los hombres a portarse correctamente
según los propios principios de la
naturaleza humana, y mostrar las
reglas morales cuyo cumplimiento
contribuyese a la armonía de la sociedad sin que la razón fuese la
instancia rectora.
La jurisprudencia, en cambio,
estudiaba los principios generales
de las leyes de todas las naciones.
Esas instancias externas de derecho
se requerían para regular los comportamientos humanos en orden a
la paz, puesto que el comportamiento moral de los ciudadanos
era de hecho insuficiente en numerosas ocasiones. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La jurisprudencia,
por tanto, se ocupa de precisar los
derechos derivados de la justicia a
nivel privado y público, de reglamentar las partes inferiores del gobierno, a saber, limpieza, seguridad y opulencia, de los ingresos
del Estado y de establecer las relaciones entre las naciones y las leyes de la paz y de la guerra. La jurisprudencia busca con todo ello
preservar la armonía social para fa</i></b><b><i>cilitar el cumplimiento del designio de la naturaleza. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Precisamente porque asegurar
una cierta armonía social es una
de las principales preocupaciones
de Smith, una línea de sus investigaciones busca descubrir y analizar
las injusticias que son causa de la
disarmonía social, y que impiden a
los hombres que se puedan beneficiar mutuamente9
en su convivencia social, para que ésta sea lo
más feliz posible. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Esas injusticias pueden encontrarse en distintos planos sociales: </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>1. En el plano político, las injusticias las cometen, o bien los individuos de una misma sociedad entre
sí, o bien las naciones entre ellas.
Los hombres se comportan injustamente entre ellos por no respetar el principio de no perjudicar al
otro, y lo mismo ocurre entre las naciones. La causa de esas injusticias
es siempre el dejarse arrastrar por
las peores pasiones, que —en opinión de Smith— son la ambición y
la avaricia10. Para ejemplificarlo
acude a la experiencia histórica:
los príncipes y teóricos políticos
han buscado con frecuencia su
propio interés sin prestar atención
a las condiciones en que vivían sus
súbditos, de modo que, en ocasiones, para mejorar su condición,
han atropellado a áquellos para lograr sus propios intereses. Los
hombres y las naciones buscan y
desean ser admirados: "Los principales objetivos de la ambición y la
emulación son merecer conseguir
y disfrutar el respeto y la admiración de los demás"11. Smith distingue dos caminos para lograr el ser
admirados: uno es ciertamente la
sabiduría y la virtud, pero existe
otra senda que también causa admiración y respeto, a saber, la riqueza y la posición. Esto último no
es tan noble como la virtud, pero
alcanza el mismo fin: despertar la
admiración de los otros. Pocos hombres persiguen la admiración verdadera; en cambio, la que despierta
la riqueza y la posición se debe a
un engaño de la imaginación12 y
mueve a la mayoría. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>2. Las injusticias cometidas en
el plano religioso se han traducido en
guerras y disputas derivadas de
facciones religiosas aliadas con
gobiernos civiles. De otra parte,
ciertas formas religiosas han inducido a los hombres a conductas
antisociales y fanáticas. La solución que Smith propone a este
problema pasa por la ausencia de </i></b><b><i>gobiernos eclesiásticos que puedan influir en el poder temporal.
Nuestro autor es partidario de la
religión racional13, o bien, como
solución alternativa a su carencia
en todos aquellos que no son ni sabios ni virtuosos —lo cual incluye a la
mayor parte de los hombres—, de
la presencia de una multitud de
sectas14 que se limiten a recomendar y a vigilar el recto comportamiento moral de todos quienes
participen en ellas. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>3. En el plano económico, el sistema mercantilista de comercio ha
sido fuente de innumerables injusticias, al impedir la búsqueda del
propio interés según la virtud de la
prudencia y de la justicia. Smith
opina que el mercantilismo suscita
un espíritu monopolista en comerciantes e industriales, que ha impulsado a los países a que vean la
prosperidad y beneficio de sus vecinos con envidia, y a éstos como
posibles rivales para el interés propio. Por ello, "el comercio que debía ser, entre las naciones como
entre los individuos, un lazo de
unión y amistad, se ha vuelto un
campo fértil para el desacuerdo y
la animosidad"15. Smith ve la necesidad de cambiar ese sistema de
economía política, pues lo que
más puede beneficiar al propio
país es comerciar con otro que sea
rico y próspero, así: "permitirá
intercambiar con nosotros un valor
mayor y suministrarnos un mercado más amplio para el producto inmediato de nuestras actividades o
para lo que se puede comprar con
ese producto"16.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> La política económica debe estar orientada a "restringir nuestros
impulsos egoístas y fomentar los
benevolentes"17, es el único modo
de alcanzar la armonía de los sentimientos y las pasiones entre los
individuos y entre las naciones. En
eso consiste esencialmente la armonía social regulada por la conducta moral. Ahora bien, ¿cómo
restringir el egoísmo y fomentar la
benevolencia? </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Para A. Smith, los hombres,
puestos en sociedad, se prestan
una ayuda recíproca: "todos los
miembros de la sociedad necesitan de la asistencia de los demás"18. El hombre nunca es completamente independiente: "está
casi permanentemente necesitado
de la ayuda de sus semejantes, y le
resultará inútil esperarla exclusivamente de su benevolencia"19. En
una sociedad desarrollada —que
es precisamente lo que Smith lla</i></b><b><i>ma la sociedad comercial— los servicios que los hombres se prestan
mutuamente facilitan que todos
puedan beneficiarse. Como esos
servicios no derivan precisamente
de la benevolencia, hay que diseñar un sistema de economía política desde el que se regule la asistencia mutua. Puesto que es patente que la sociedad humana es
imprescindible para el desarrollo y
la felicidad de cada ser humano,
todos los hombres están interesados en preservar la sociedad en la
que viven, ya que ellos mismos
son los primeros beneficiados y, si
faltase ese interés por su parte, serían los primeros perjudicados. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>1.2 La pasión dominante: el selfinterest. Sus formas virtuosas </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En La teoría de los Sentimientos Morales Smith distingue entre pasiones humanas egoístas y benevolentes. Las pasiones son los principios motores de las acciones humanas y han de estar reguladas
desde la corrección —el juicio moral que elabora el espectador imparcial— y desde el sentido del
deber —las normas morales—.
Smith considera que, por egoísta
que se considere al hombre, no es
una criatura que se mueva únicamente por el self-love, pues también
el amor por los demás es un principio para su acción, que es distinto
del self-interest. Pero ahora le preguntamos a Smith: ¿es realmente
el amor a los otros un principio distinto del self-interest, o es más bien un
disfraz de ese mismo principio?
Ciertamente, el self-interest mueve al
hombre smithiano y dentro de él
se incluyen también los demás
hombres. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Smith parte de una premisa estoica: "cada hombre debe cuidar
primero y principalmente de sí
mismo"20, pues cada ser humano
está preparado "para cuidar de sí
mismo más que ninguna otra persona"21, de ahí "que cada individuo
está más profundamente interesado en lo que le preocupa de inmediato a él que en lo que inquieta a
algún otro hombre"22. Los demás
son encomendados a nuestro propio cuidado en tanto que tienen algún vínculo con nosotros, y siempre de modo secundario, es decir,
"después de uno mismo"23. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>El self-interest no es sinónimo de
egoísmo en el pensamiento smithiano. La pasión del self-interest
puede ser virtuosa24. El hombre
posee una naturaleza simpatética,
es decir, mecanismos morales que...</i></b></p><p><span style="font-size: large;"><b><i><a href="https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/4471/1/84.pdf">VER MÁS</a></i></b></span></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-47929235139907718372020-10-17T04:42:00.005-07:002020-10-17T04:48:40.550-07:00Las fábulas de La Fontaine nos enseñan economía Karelys Abarca<p style="text-align: center;"><a href="https://www.americaeconomia.com/analisis-opinion/las-fabulas-de-la-fontaine-nos-ensenan-economia#:~:text=Las%20f%C3%A1bulas%20de%20La%20Fontaine%20nos%20ense%C3%B1an%20econom%C3%ADa%20%7C%20Am%C3%A9ricaEconom%C3%ADa%20%7C%20Am%C3%A9ricaEconom%C3%ADa&text=Las%20f%C3%A1bulas%20representan%20un%20g%C3%A9nero,con%20una%20ense%C3%B1anza%20o%20moraleja."><b><i><span style="font-size: large;">Las fábulas de La Fontaine nos enseñan economía</span></i></b></a></p><p style="text-align: center;"><b><i><span style="font-size: large;">Karelys Abarca</span></i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Las fábulas representan un género de la literatura donde personajes que son animales o inanimados, poseen características humanas como el habla. Estas historias concluyen con una enseñanza o moraleja. Las fábulas de La Fontaine son de las más conocidas mundialmente. Además de ser numerosas, sus moralejas son muy claras y muchos las hemos escuchado desde la infancia.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Jean La Fontaine fue un poeta francés del siglo XVII. Entre las más conocidas de sus fábulas tenemos "Los dos mulos", "El lobo y el perro", "El asno cargado de esponjas y el asno cargado de sal", "la liebre y la tortuga", "La gallina de los huevos de oro", "la Cigarra y la Hormiga", "El cuervo y el zorro", "La rana que quería tener la corpulencia del buey", "El zorro y las uvas". Son muchísimas fábulas. Pero ¿qué enseñanzas nos dejan? Siempre nos dejan lecciones a los humanos, lecciones de la vida cotidiana. La novedad es que si reflexionamos bien, también nos dejan lecciones de economía.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Los países dotados de riqueza natural, que poseen "ventajas comparativas", como es el caso de muchos países latinoamericanos, no necesariamente llegan primero en la carrera del desarrollo y del bienestar. Son los países que desarrollan "ventajas competitivas", como la tortuga, los que se convierten en punta de lanza en el mercado mundial.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Por ejemplo, en una de las fábulas una liebre y una tortuga apuestan quién llega primero a un determinado lugar. Parece una apuesta tonta, porque obviamente una liebre puede correr cien veces más rápido que una tortuga, sin embargo, la tortuga acepta el reto y se prepara para éste. La liebre haragana, se acuesta debajo de un árbol, segura que ganará, pero durante su profundo sueño la tortuga le gana terreno, al proseguir el camino sin detenerse. Al final, contra todo pronóstico, gana la tortuga, la más lenta, porque es la más constante en la carrera.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Igual pasa en la vida. Muchas personas sobrestiman sus capacidades y posibilidades, por lo que no hacen nada para agregar más valor, sólo aprovechan los recursos que la naturaleza y el entorno les da; lo que en economía se llama "las ventajas comparativas". Mientras aquellos que sienten que poseen pocas ventajas, luchan y se sacrifican más, desarrollando "ventajas competitivas" con lo que alcanzan más sublimes metas, ganando en la carrera de la vida.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Los países dotados de riqueza natural, que poseen "ventajas comparativas", como es el caso de muchos países latinoamericanos, no necesariamente llegan primero en la carrera del desarrollo y del bienestar. Son los países que desarrollan "ventajas competitivas", como la tortuga, los que se convierten en punta de lanza en el mercado mundial. Por ejemplo, Alemania, fue prácticamente la última nación europea en formarse y unificarse, y hoy en día es el motor económico de ese continente.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>No porque un país esté dotado de recursos naturales, que sería la potencialidad de la liebre para correr rápido, significa necesariamente que va a llegar primero en la carrera del bienestar económico. Si ese mismo país posee "ventajas comparativas", pero se echa debajo de un árbol a dormir, sólo explotando sus recursos sin agregar mucho valor, probablemente termine pidiendo préstamos a aquellos que, como la tortuga, jamás se detienen.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Entre algunas de las fábulas que nos leyeron de pequeños, tenemos también "La Cigarra y la Hormiga". La realidad de la cigarra que no planificó su economía, nos sirve como moraleja para aquellos países que derrochan sus recursos, sin prever crisis y recesiones. Hay países con muchos recursos naturales, que explotan sin ahorrar para el futuro, dilapidando sus ingresos, tal como la cigarra. Cuando sobreviene la crisis, estos mismos países que no planifican su economía y se gastan todo sin ahorrar, no les queda más que rogar, pedir prestado y endeudarse con aquellos países ricos y mezquinos, como la hormiga.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En la fábula de la gallina de los huevos de oro, hay también una moraleja de la economía. La ambición por obtener riquezas o ingresos extraordinarios puede llevar a una persona, empresa o país a destruir la fuente de su progreso, al agotar o asfixiar un recurso que le daba bienestar, de allí la fama de la expresión de quiebra: "mató a la gallina de los huevos de oro". Por ejemplo, en Venezuela, donde la fuga de capital humano altamente capacitado se agrava día a día, debido a las condiciones de recesión económica e inseguridad, se representa con bastante precisión esta expresión. Pues todo país que pierde su valor más preciado, el capital humano, es como si "matase a la gallina de los huevos de oro".</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>En la fábula del zorro y las uvas, el mamífero, muriéndose de hambre, ve en una viña uvas frescas y maduras, pero como están tan altas y no puede alcanzarlas, dice que están muy verdes y que no están listas para comer. Lo mismo sucede en países de la región con el tema del desarrollo económico y humano, al observar todos los problemas sociales y económicos a los que nos tenemos que enfrentar. Podríamos pensar que no estamos listos para los elevados retos del mercado mundial y que el verdadero desarrollo es tan inalcanzable para nosotros, como las parras de esta fábula de la Fontaine. Si las uvas del desarrollo están muy altas, entonces, tendremos que usar una escalera para llegarles, pero bajo ninguna circunstancia debemos conformarnos con el atraso.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Autor: </i></b></p><p><b style="text-align: justify;"><i>Karelys Abarca es Economista, egresada de la Universidad Central de Venezuela, y Profesora-Investigadora en la Facultad de Economía de esta casa de estudios. Ha sido dos veces Premio Nacional Alberto Adriani, galardón otorgado por el Banco Central de Venezuela y la Fundación Alberto Adriani. Twitter: @karelitabarca </i></b><b style="text-align: justify;"><i>30 de Junio de 2015, 13:07</i></b></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: large;"><b><i><a href="https://www.americaeconomia.com/analisis-opinion/las-fabulas-de-la-fontaine-nos-ensenan-economia#:~:text=Las%20f%C3%A1bulas%20de%20La%20Fontaine%20nos%20ense%C3%B1an%20econom%C3%ADa%20%7C%20Am%C3%A9ricaEconom%C3%ADa%20%7C%20Am%C3%A9ricaEconom%C3%ADa&text=Las%20f%C3%A1bulas%20representan%20un%20g%C3%A9nero,con%20una%20ense%C3%B1anza%20o%20moraleja.">VER AQUÍ</a></i></b></span></p><p><br /></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-10315750340365099212020-10-08T03:58:00.005-07:002020-10-08T03:58:57.463-07:00Una revisión crítica del debate sobre las necesidades humanas desde el enfoque centrado en la persona<p style="text-align: justify;"> <b><i>Una revisión crítica del debate sobre las necesidades humanas desde el enfoque centrado en la persona</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Une révision critique du débat sur les besoins humains dans la Perspective Centrée sur la Personne</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>A critical revision of the debate on human needs from the Person-Centered Approach</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Antonio Elizalde, Manuel Martí Vilar y Francisco Martínez Salvá</i></b></p><div id="docHeader" style="background-color: white; font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; margin: 0px -6em; padding: 0px 6em 1.5em; position: relative;"><div id="docContributors" style="margin: 2em 0px 0px; padding: 0px;"><div id="docAuthor" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><strong><i>Antonio <span class="familyName">Elizalde</span>, Manuel <span class="familyName">Martí Vilar</span> y Francisco <span class="familyName">Martínez Salvá</span></i></strong></div></div></div><div id="docBody" style="background-color: white; font-family: Verdana, sans-serif; margin: 0px; padding: 0px 8em 0px 0px; position: relative;"><div id="shortcuts" style="border-color: rgb(112, 112, 112); border-image: initial; border-style: solid; border-width: 1px 0px 0px; clear: both; color: #707070; font-size: 12px; margin: 0px -10em 2em 0px; padding: 0.5em 0px; text-align: justify;"><b><i><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#abstract" style="color: #885505; font-size: 0.833em; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none; white-space: nowrap;">Resumen</a> | <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#entries" style="color: #885505; font-size: 0.833em; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none; white-space: nowrap;">Índice</a> | <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#toc" style="color: #885505; font-size: 0.833em; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none; white-space: nowrap;">Plano</a> | <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#ndlr" style="color: #885505; font-size: 0.833em; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none; white-space: nowrap;">Notas de la redacción</a> | <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#text" style="color: #885505; font-size: 0.833em; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none; white-space: nowrap;">Texto</a> | <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#bibliography" style="color: #885505; font-size: 0.833em; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none; white-space: nowrap;">Bibliografía</a> | <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#notes" style="color: #885505; font-size: 0.833em; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none; white-space: nowrap;">Notas</a> | <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#quotation" style="color: #885505; font-size: 0.833em; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none; white-space: nowrap;">Cita</a> | <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#authors" style="color: #885505; font-size: 0.833em; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none; white-space: nowrap;">Autores</a></i></b></div><div class="section" id="abstract" style="font-size: 12px; margin: 3em 0px; padding: 0px; position: relative;"><h2 class="section" style="border-style: solid; border-width: 0px 0px 1px; clear: both; font-size: 12px; margin: 0px -10em 1.5em 0px; padding: 0px 10em 0px 0px;"><span class="text" style="color: grey; display: block; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.25em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.5; text-align: justify; text-transform: uppercase;"><i>RESÚMENES</i></span></h2><div class="tabMenu" style="margin: 0px; overflow: hidden; padding: 0px;"><a class="active" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#abstract-4887-es" hreflang="es" style="border-left: 1px solid rgb(0, 0, 0); color: black; cursor: default; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; overflow-wrap: break-word; padding: 0.2em 1.2em 0.3em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-transform: uppercase;"><b><i>ESPAÑOL</i></b></a><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#abstract-4887-fr" hreflang="fr" style="border-left: 1px solid rgb(0, 0, 0); color: #606060; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; overflow-wrap: break-word; padding: 0.2em 1.2em 0.3em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-transform: uppercase;"><b><i>FRANÇAIS</i></b></a><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#abstract-4887-en" hreflang="en" style="border-left: 1px solid rgb(0, 0, 0); border-right: 1px solid rgb(0, 0, 0); color: #606060; display: block; float: left; margin-bottom: 1em; overflow-wrap: break-word; padding: 0.2em 1.2em 0.3em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-transform: uppercase;"><b><i>ENGLISH</i></b></a></div><div class="tabContent ltr" id="abstract-4887-es" lang="es" style="clear: none; direction: ltr; margin: 0px; padding: 1em 0px 0px;" xml:lang="es"><p class="resumen" dir="ltr" style="clear: left; color: #494949; font-size: 1em; line-height: 1.5; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>El artículo presenta algunos de los diferentes modelos teórico-explicativos sobre las necesidades humanas; revisa el estado del arte en las publicaciones recientes, y evalúa críticamente las limitaciones y potenciales que ellas tienen, desde una mirada sistémica y fenoménica desde un enfoque centrado en la persona.</i></b></p></div><div class="tabContent hidden ltr" id="abstract-4887-fr" lang="fr" style="clear: none; direction: ltr; font-size: 0px; height: 0px; line-height: 0; margin: 0px; overflow: hidden; padding: 1em 0px 0px; visibility: hidden; width: 0px;" xml:lang="fr"><p class="resume" dir="ltr" style="clear: left; color: #494949; font-size: 1em; line-height: 1.5; margin: 0px; padding: 0px;"></p></div><div class="tabContent hidden ltr" id="abstract-4887-en" lang="en" style="clear: none; direction: ltr; font-size: 0px; height: 0px; line-height: 0; margin: 0px; overflow: hidden; padding: 1em 0px 0px; visibility: hidden; width: 0px;" xml:lang="en"><p class="abstract" dir="ltr" style="clear: left; color: #494949; font-size: 1em; line-height: 1.5; margin: 0px; padding: 0px;"></p></div><a class="go-top" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#article-4887" style="background: url("../images/widgets.png") -69px -100px no-repeat; color: #885505; display: block; height: 15px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; position: absolute; right: -10em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-indent: -9999em; top: 0px; width: 15px; z-index: 9;"><b><i>Inicio de página</i></b></a></div><div class="section" id="entries" style="font-size: 12px; margin: 3em 0px; padding: 0px; position: relative;"><h2 class="section" style="border-style: solid; border-width: 0px 0px 1px; clear: both; font-size: 12px; margin: 0px -10em 1.5em 0px; padding: 0px 10em 0px 0px;"><span class="text" style="color: grey; display: block; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.25em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.5; text-align: justify; text-transform: uppercase;"><i>ENTRADAS DEL ÍNDICE</i></span></h2><div class="index ltr" style="direction: ltr; font-size: 0.916em; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><i><h3 style="display: inline; font-size: 10.992px; margin: 0px 0.4em 0px 0px; padding: 0px;">Palabras claves: </h3><a href="https://journals.openedition.org/polis/4894" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">motivation</a>, <a href="https://journals.openedition.org/polis/3505" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">besoins humains</a>, <a href="https://journals.openedition.org/polis/4895" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">satisfacteurs</a>, <a href="https://journals.openedition.org/polis/4896" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">biens</a></i></div><div class="index ltr" style="direction: ltr; font-size: 0.916em; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><i><h3 style="display: inline; font-size: 10.992px; margin: 0px 0.4em 0px 0px; padding: 0px;">Keywords: </h3><a href="https://journals.openedition.org/polis/4891" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">motivation</a>, <a href="https://journals.openedition.org/polis/3510" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">human needs</a>, <a href="https://journals.openedition.org/polis/4892" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">satisfiers</a>, <a href="https://journals.openedition.org/polis/4893" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">economic goods</a></i></div><div class="index ltr" style="direction: ltr; font-size: 0.916em; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><i><h3 style="display: inline; font-size: 10.992px; margin: 0px 0.4em 0px 0px; padding: 0px;">Palabras claves: </h3><a href="https://journals.openedition.org/polis/4888" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">motivación</a>, <a href="https://journals.openedition.org/polis/3500" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">necesidades humanas</a>, <a href="https://journals.openedition.org/polis/4889" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">satisfactores</a>, <a href="https://journals.openedition.org/polis/4890" style="color: black; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">bienes</a></i></div><a class="go-top" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#article-4887" style="background: url("../images/widgets.png") -69px -100px no-repeat; color: black; display: block; height: 15px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; position: absolute; right: -10em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-indent: -9999em; top: 0px; width: 15px; z-index: 9;"><b><i>Inicio de página</i></b></a></div><div class="section" id="toc" style="font-size: 12px; margin: 3em 0px; padding: 0px; position: relative;"><h2 class="section directionltr" style="border-style: solid; border-width: 0px 0px 1px; clear: both; direction: ltr; font-size: 12px; margin: 0px -10em 1.5em 0px; padding: 0px 10em 0px 0px;"><span class="text" style="color: grey; display: block; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.25em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.5; text-align: justify; text-transform: uppercase;"><i>PLANO</i></span></h2><div class="tocSection1" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto1n1" id="tocfrom1n1" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>Introducción</i></b></a></div><div class="tocSection1" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto1n2" id="tocfrom1n2" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>El enfoque motivacional contemporáneo sobre las necesidades</i></b></a></div><div class="tocSection1" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto1n3" id="tocfrom1n3" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>El aporte de Abraham Maslow: la noción “secuencial” de las necesidades</i></b></a></div><div class="tocSection1" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto1n4" id="tocfrom1n4" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>El aporte de Carl Rogers: la motivación de crecimiento</i></b></a></div><div class="tocSection1" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto1n5" id="tocfrom1n5" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>Diferentes concepciones respecto a las necesidades</i></b></a></div><div class="tocSection1" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto1n6" id="tocfrom1n6" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>La propuesta de CEPAUR: una visión sistémica de las necesidades</i></b></a></div><div class="tocSection1" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto1n7" id="tocfrom1n7" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>Algunas observaciones fenoménicas respecto de las necesidades humanas</i></b></a></div><div class="tocSection2" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px 0px 0px 1em; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto2n1" id="tocfrom2n1" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>Hipótesis de la caja de cambios mecánica: la actuación secuencial</i></b></a></div><div class="tocSection2" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px 0px 0px 1em; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto2n2" id="tocfrom2n2" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>Hipótesis del calidoscopio: la combinatoria singular</i></b></a></div><div class="tocSection1" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto1n8" id="tocfrom1n8" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>Hipótesis del zoom: los primeros planos en un paisaje</i></b></a></div><div class="tocSection1" style="color: #444444; font-size: 0.916em; margin: 0.545em 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocto1n9" id="tocfrom1n9" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>Una pregunta final necesaria</i></b></a></div><a class="go-top" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#article-4887" style="background: url("../images/widgets.png") -69px -100px no-repeat; color: #885505; display: block; height: 15px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; position: absolute; right: -10em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-indent: -9999em; top: 0px; width: 15px; z-index: 9;"><b><i>Inicio de página</i></b></a></div><div class="section" id="docAddendum" style="font-size: 12px; margin: 3em 0px; padding: 0px; position: relative;"><div id="ndlr" style="margin: 3em 0px; padding: 0px;"><h2 class="section" style="border-style: solid; border-width: 0px 0px 1px; clear: both; font-size: 0.916em; margin: 0px -10em 0px 0px; padding: 0px 10em 0px 0px;"><span class="text" style="color: grey; display: block; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.25em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.5; text-align: justify; text-transform: uppercase;"><i>NOTAS DE LA REDACCIÓN</i></span></h2><span class="directionltr" style="direction: ltr;"><p class="ndlr" dir="ltr" style="font-size: 0.916em; margin: 1.091em 0.3937in 1.091em 0in; padding: 0px; text-align: justify; text-indent: 0in;"><b><i>Recibido 14.06.2006 Aceptado 15.08.2006</i></b></p></span></div></div><div class="section ltr" id="text" style="clear: left; direction: ltr; font-size: 12px; margin: 3em -14em 3em -6em; overflow: hidden; padding: 0px 14em 0px 6em; position: relative;"><h2 class="section" style="border-style: solid; border-width: 0px 0px 1px; clear: both; font-size: 12px; margin: 0px -10em 0px 0px; padding: 0px 10em 0px 0px;"><span class="text" style="color: grey; display: block; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.25em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.5; margin: 0px -8.4em 0px -3.6em; padding: 1.176em 8.4em 0px 3.6em; text-align: justify; text-transform: uppercase;"><i>TEXTO COMPLETO</i></span></h2><div class="withTextSize" id="widgets" style="margin: 0px; overflow: hidden; padding: 1em 0px 0px; position: relative;"><a class="pdf available" href="https://journals.openedition.org/polis/pdf/4887" id="wDownload" style="background: url("../images/widgets.png") -138px -48px no-repeat; color: #885505; display: block; float: left; height: 0px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; padding: 24px 0px 0px; text-align: justify; text-decoration-line: none; width: 92px;" title="Descargar al formato PDF"><span class="fileinfo" style="color: #666666; font-size: 10px; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 24px;"><b><i>PDF</i></b></span></a><a href="mailto:?subject=Una%20revisi%C3%B3n%20cr%C3%ADtica%20del%20debate%20sobre%20las%20necesidades%20humanas%20desde%20el%20enfoque%20centrado%20en%20la%20persona%20&body=Una%20revisi%C3%B3n%20cr%C3%ADtica%20del%20debate%20sobre%20las%20necesidades%20humanas%20desde%20el%20enfoque%20centrado%20en%20la%20persona%20%20%0APolis%20%0Ahttp%3A%2F%2Fjournals.openedition.org%2Fpolis%2F4887%20%0A%0AEl%20art%C3%ADculo%20presenta%20algunos%20de%20los%20diferentes%20modelos%20te%C3%B3rico-explicativos%20sobre%20las%20necesidades%20humanas%3B%20revisa%20el%20estado%20del%20arte%20en%20las%20publicaciones%20recientes%2C%20y%20eval%C3%BAa%20cr%C3%ADticamente%20las%20limitaciones%20y%20potenciales%20que%20ellas%20tienen%2C%20desde%20una%20mirada%20sist%C3%A9mica%20y%20fenom%C3%A9nica%20desde%20un%20enfoque%20centrado%20en%20la%20persona.%20%0A%0AAntonio%20Elizalde%2C%20Manuel%20Mart%C3%AD%C2%A0Vilar%20y%20Francisco%20Mart%C3%ADnez%C2%A0Salv%C3%A1%2C%20%C2%AB%20Una%20revisi%C3%B3n%20cr%C3%ADtica%20del%20debate%20sobre%20las%20necesidades%20humanas%20desde%20el%20enfoque%20centrado%20en%20la%20persona%20%20%C2%BB%2C%20%20Polis%20%5BEn%20l%C3%ADnea%5D%2C%2015%20%7C%202006%2C%20Publicado%20el%2004%20agosto%202012%2C%20consultado%20el%2008%20octubre%202020.%20URL%20%3A%20http%3A%2F%2Fjournals.openedition.org%2Fpolis%2F4887%20%0A%0A" id="wSend" style="background: url("../images/widgets.png") -34px 0px no-repeat; color: #885505; display: block; float: right; height: 0px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; padding-top: 24px; text-align: justify; text-decoration-line: none; width: 33px;" title="Enviar el documento por correo electrónico"><b><i>Enviar el documento por correo electrónico</i></b></a><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887" id="wPrint" style="background: url("../images/widgets.png") 0px 0px no-repeat; color: #885505; display: block; float: right; height: 0px; margin-left: 2px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; padding-top: 24px; text-align: justify; text-decoration-line: none; width: 34px;" title="Imprimir este documento"></a><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887" id="wTextSize-largest" style="background: url("../images/widgets.png") -115px 0px no-repeat; color: #885505; display: block; float: right; height: 0px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; padding-top: 24px; text-align: justify; text-decoration-line: none; width: 23px;" title="Tamaño del texto: muy grande"></a><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887" id="wTextSize-large" style="background: url("../images/widgets.png") -92px 0px no-repeat; color: #885505; display: block; float: right; height: 0px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; padding-top: 24px; text-align: justify; text-decoration-line: none; width: 23px;" title="Tamaño del texto: grande"></a><a class="current" href="https://journals.openedition.org/polis/4887" id="wTextSize-medium" style="background: url("../images/widgets.png") -69px 0px no-repeat; border-bottom: 3px solid; color: #885505; display: block; float: right; height: 0px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; padding-top: 23px; text-align: justify; text-decoration-line: none; width: 23px;" title="Tamaño del texto: normal"></a></div><div class="text wResizable medium" style="clear: both; font-size: 1em; line-height: 1.5; margin: 3em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><h1 dir="ltr" id="heading1" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 2.166em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 0.923em 0px 0.461em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom1n1" id="tocto1n1" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Introducción</i></a></h1><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>1</i></b></span><b><i>La sociedad de consumo ha generado profundos cambios culturales, los cuales han vaciado de contenido, términos y conceptos, que anteriormente eran de fácil manejo para el común de los hombres. En efecto, después de la Segunda Guerra Mundial la imagen del hombre sufrió una mutación simbólica, y la mayoría de los seres humanos fue convertida en “el hombre necesitado” (Iván Illich). En esta categoría se incluyó, a lo menos, las dos terceras partes de los habitantes de la Tierra. Así, aceptamos que nuestra condición humana fuera definida por la dependencia a bienes y servicios; dependencia a la que llamamos necesidad. Dicho de otra manera, nos subordinamos a la economía y tecnología que nosotros mismos hemos creado y desarrollado.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>2</i></b></span><b><i>Asumimos el equívoco de identificar los satisfactores con las necesidades, y la consiguiente trastocación de los contenidos de este concepto. Para el común de la gente, las necesidades siempre referidas a bienes o servicios, se han generalizado a tal punto que se establecieron paradigmas de satisfacción cuya característica más importante fue la uniformidad. La satisfacción de las necesidades de los seres humanos se redujo a la urgencia de tener bienes, de tener servicios, de acumularlos, aún sin importar su utilidad. Para adquirirlos lo único realmente necesario es el dinero. Imitar la propiedad y el consumo de los que más tienen, se convirtió en una competencia que nos convoca a todos. Las otras dimensiones existenciales han perdido vigencia, y con ellas los valores no convencionales que fueron en su tiempo la base de las relaciones sociales y constituyeron la piedra angular de las distintas culturas. Al imponerse el paradigma de lo uniforme, la diversidad inició su descenso vertiginoso hacia la muerte en el pleno sentido de la palabra.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0in; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative; text-indent: 0in;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>3</i></b></span><b><i>El concepto de necesidad tiene una larga trayectoria en el pensamiento social. Las concepciones tradicionales consideran las necesidades como infinitas, ilimitadas y siempre cambiantes. Si la necesidad es entendida así, asume un carácter de infinitud que se retroalimenta a sí misma, ya que cada necesidad satisfecha hace surgir muchas otras que será necesario realizar. Esto da origen a una concepción sobre el sistema económico, definido a priori como orientado a la satisfacción de las necesidades humanas, como un sistema en permanente crecimiento.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0in; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative; text-indent: 0in;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>4</i></b></span><b><i>De allí que sea necesario revisar y repensar la noción de necesidad. La observación histórica y antropológica conduce a descubrir una “consistencia en lo humano”, compartida por todos las personas en cuanto seres humanos. La noción de derechos humanos, reconocidos por y para el conjunto de la humanidad, sólo puede tener un carácter universal en el ámbito de las necesidades humanas. Por consiguiente, éstas son las mismas para el conjunto de aquellos que nos reconocemos como seres humanos, pues no es posible pensar en derechos humanos aplicables sólo a algunos, generando de ese modo la existencia de humanos de primera, segunda o tercera categoría.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>5</i></b></span><b><i>Existen distintas aproximaciones al concepto de necesidad, generados en las distintas disciplinas y por la diversidad de escuelas teóricas al interior de cada una de ellas. El concepto de necesidad humana tiene una connotación polisémica que es imprescindible develar para efectos de claridad discursiva y parece fundamental por lo tanto esclarecer ciertos aspectos para abordar adecuadamente el tema de las necesidades humanas.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>6</i></b></span><b><i>En este artículo nos centraremos en los principales modelos teórico-explicativos contemporáneos de la motivación, es decir, aquellos que han dominado el campo de la necesidad desde la segunda mitad del siglo pasado hasta ahora. Consideraremos, en primer lugar, los antecedentes históricos y las primeras teorías de la motivación. Los pilares que sustentan la concepción actual de necesidad son el determinismo y el hedonismo. El racionalismo imperante en occidente hasta mediados del siglo XIX consideraba que los seres humanos, por estar dotados de razón, podían elegir libremente. Según Korman (1974) dos hechos trascendentales generaron el cambio de la concepción racionalista a la motivacional: (a) que los filósofos asociacionistas británicos establecieran la idea que los contenidos de la mente se forman a partir de las experiencias vividas por las personas; (b) la naturaleza científica de las propuestas evolucionistas de Darwin que señalan que los animales y los humanos son especies progresivas, que conservan su contenido biológico, y la afirmación de que el comportamiento de todas las especies tiene, o pudo tener, un valor funcional para la adaptación del organismo a su medio y para la supervivencia en éste.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>7</i></b></span><b><i>Estas dos propuestas tuvieron muchas repercusiones en el desarrollo inicial de una psicología de la necesidad. A partir de ésta, algunos autores trataron de identificar las pautas instintivas básicas de los seres humanos, generando las teorías del instinto. Pero, el planteamiento de Darwin también señalaba hacia dónde debían buscarse los antecedentes de la voluntad, las condiciones ambientales externas e internas a las cuales el organismo debe responder para adaptarse al medio en el que vive. Este marco de referencia fue adoptado por las teorías del impulso. Desde aquí se afirma que la conducta está al servicio de necesidades biológicas innatas que deben ser satisfechas (Mateos 2002).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>8</i></b></span><b><i>McDougall (1971-1938) fue uno de los primeros defensores de la idea de que la intencionalidad y la búsqueda de metas era lo que caracterizaba, en mayor medida, a la conducta humana, y éstas dependían de instintos innatos (James ya había planteado que los humanos tenían instintos). MacDougall propuso varias listas de instintos, cada uno con un componente cognitivo, otro conativo y otro afectivo. Esta teoría, fue aceptada, pero posteriormente muy criticada, principalmente porque la explicación de la conducta, a partir de los instintos, era de carácter circular.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>9</i></b></span><b><i>Seguidamente, se realizaron experimentos en laboratorio, los cuales mostraban una relación empírica entre los niveles de impulso y actividad. La propuesta de Hull (1943), la más elaborada e influyente del impulso, planteó que los impulsos biológicos proporcionaban la motivación para llevar a cabo la conducta aprendida en una situación dada. Para este autor, la conducta es función de la motivación (impulso) y del aprendizaje (hábito o fuerza asociativa entre el impulso y una respuesta). Las dificultades de los investigadores para comprobar empíricamente algunos de los postulados de Hull hicieron que se rechazarán dichos postulados en su totalidad, hasta tal punto que actualmente carece de importancia (Mateos 2002).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>10</i></b></span><b><i>La incipiente psicología alemana de finales del siglo XIX, apoyada en una fuerte tradición filosófica, consideró a la voluntad como un fenómeno psíquico más, junto a los procesos cognitivos (sensaciones, ideas), y afectivos (sentimientos). Surgieron muchas teorías acerca de la voluntad, considerándola como un proceso derivado o una manifestación de sensaciones, imágenes o sentimientos o bien, por el contrario, como una entidad psíquica diferente. Todas las teorías provenientes de la psicología alemana fueron interesantes en la medida en que mostraban cómo se podía emplear el método científico en el estudio de la voluntad, si se abandonaban las ideas de libertad e indeterminación de la filosofía clásica. Cuando se derrumbó la psicología científica alemana, el concepto de voluntad fue excluido de la investigación psicológica (Mateos 2002).</i></b></p><h1 dir="ltr" id="heading2" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 2.166em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 0.923em 0px 0.461em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom1n2" id="tocto1n2" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>El enfoque motivacional contemporáneo sobre las necesidades</i></a></h1><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>11</i></b></span><b><i>Desde los inicios de los años cincuenta, se produjo en los Estados Unidos un importante desarrollo en los estudios de psicología de la motivación humana. Un libro importante y representativo fue Motives in Fantasy, Action and Society de John W. Atkinson Van Nostrand. Esta obra reúne diferentes trabajos que ofrecen un método de evaluación de los motivos (móviles) humanos mediante el análisis del contenido de historias de percepción temática y otros tipos de muestras de pensamiento imaginativo. Se describe el método de análisis y se presenta material práctico previamente probado para tres importantes móviles sociales: logro, afiliación y poder.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>12</i></b></span><b><i>Esta obra, asimismo, muestra el efecto de la motivación del hambre, logro, afiliación, sexo, temor y agresión sobre la percepción temática. “Importantes cuestiones tienen que ser consideradas: ¿Qué es una necesidad o motivo? Estos dos términos han sido usados indistintamente en este artículo. El término motivo es preferido porque no implica que la activación y dirección de la conducta está necesariamente vinculada a condiciones de deprivación. De todas las otras alternativas disponibles, el término motivo parece el más general en su connotación” (Atkinson 1958: 596).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>13</i></b></span><b><i>“La concepción de una necesidad, o un motivo, como una disposición relativamente durable de la personalidad fue desarrollada por Murray (1938) en un intento por formular un sistema comprehensivo para la descripción de la personalidad. El meollo de la personalidad, como fue visto por Murray, es una configuración o jerarquía de necesidades básicas. McClelland ha extendido y elaborado el argumento general de esta posición teórica, particularmente en su análisis de los orígenes de las disposiciones motivacionales en las primeras experiencias de aprendizaje de la niñez. Un motivo, o necesidad, es una disposición a buscar un tipo especial de finalidad o propósito, por ejemplo, logro, afiliación, poder. El propósito de un motivo particular es un tipo particular o efecto que puede ser obtenido mediante algún tipo de acción. El propósito de un motivo define el tipode satisfacción que se busca, por ejemplo, orgullo en el cumplimiento de una tarea, una relación afectiva positiva con otra persona, o bien controlar los medios para influenciar la conducta de otras personas. La obtención de un objetivo es acompañada por sentimientos de satisfacción; en cambio, el cese de la actividad dirigida al objetivo o la no obtención del objetivo deseado, generan sentimientos de insatisfacción. El propósito de un motivo no se identifica con la realización de ciertos tipos de actos como la búsqueda de aprobación o intentos para influir, o con cualidades particulares de acción instrumental como persistencia o rigidez. Un tipo particular o cualidad de acción instrumental puede, sin embargo, llegar a asociarse con la obtención del propósito de un motivo particular, y por lo tanto proveer un conveniente y confiable indicio de la presencia de aquel motivo” (Atkinson 1958: 597).</i></b></p><p class="paragraphesansretrait" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; padding: 0px;"><b><i>Este tipo de enfoque condujo a realizar investigaciones como la efectuada por D. McClelland, quien intentó “aislar ciertas dimensiones psicológicas y demostrar rigurosamente por medio de métodos cuantitativos que estos factores son generalmente importantes en el desarrollo económico” (McClelland 1961: VII).</i></b></p><h1 dir="ltr" id="heading3" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 2.166em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 0.923em 0px 0.461em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom1n3" id="tocto1n3" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>El aporte de Abraham Maslow: la noción “secuencial” de las necesidades</i></a></h1><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>14</i></b></span><b><i>Al analizar el pensamiento de Maslow sobre las necesidades encontramos conceptos tales como: motivación, metamotivación, motivo o deseo, necesidad, jerarquía de las necesidades y autorrealización. Estos son elementos constitutivos de su teoría, y debemos hacer una necesaria, aunque breve, referencia a ellos. Según Maslow, una persona está motivada cuando siente deseo, anhelo, voluntad, ansia o carencia. La motivación estaría compuesta por diferentes niveles, cuya base jerárquica de necesidad varía en cuanto al grado de potencia del deseo, anhelo, etc. El motivo o deseo es un impulso o urgencia por una cosa específica. Existen muchos más motivos que deseos y estos pueden ser expresiones distorsionadas de las necesidades.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>15</i></b></span><b><i>Asimismo, señala que los metamotivos están asociados a los deseos y que no comprenden una reducción de tensión, sino que incluso pueden aumentarla una vez que éstos han sido satisfechos, ya que estaremos en condiciones de recibir impulsos hacia metas inagotables -los sujetos siempre permanecen en un estado de insatisfacción relativa-, de carácter espiritual e intelectual. Se incluye en esta categoría un conjunto de valores que podrían ser contradictorios entre sí, o respecto a las propias necesidades satisfechas, que les han abierto la puerta: virtudes éticas, deseos y aspiraciones, desarrollo de capacidades, potencialidades; en suma, aspectos que vienen a instalarse en el campo de las necesidades, cuyo concepto termina situándose, en última instancia, en el campo de lo subjetivo y de lo relativo.</i></b></p><p class="paragraphesansretrait" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; padding: 0px;"><b><i>Las necesidades, a su vez, se dirigen hacia valores que son sus estados finales. Estos valores pueden ser de dos tipos: (a) Valores D: son los fines de las necesidades deficitarias; (b) Valores B: corresponden a los fines de los metamotivos y motivos. El logro de estos valores aumenta la tensión y estimula aún más el comportamiento. Fomentan nuestro ser o existencia como ser humano.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>16</i></b></span><b><i>La necesidad es la falta de algo. Existen varios tipos de necesidades: (a) Necesidades deficitarias o inferiores, estas son: necesidades fisiológicas; necesidad de seguridad; de amor y de pertenencia; y de estima; si se produce una distorsión en ellas se pueden generar problemas psicológicos y/o fisiológicos. (b) Necesidades de desarrollo o superiores que se orientan hacia el logro de la autorrealización, las cuales no son tan poderosas como las necesidades fisiológicas; éstas pueden dañarse o perder su orientación más fácilmente que las necesidades primarias y requieren de un gran apoyo de las influencias exteriores. Maslow establece una jerarquía de necesidades que se suceden en una escala ascendente. Las ordena en dos grandes bloques que establecen una secuencia creciente y acumulativa desde lo más objetivo a lo más subjetivo de tal modo que el sujeto tiene que cubrir las necesidades situadas a niveles más bajos (más objetivas) para sentirse motivado o impulsado a satisfacer necesidades de orden más elevado (más subjetivas). Las necesidades inferiores son déficit y las necesidades superiores se relacionan con requerimientos del desarrollo. Según Maslow, las necesidades básicas son más potentes y tienen prevalencia sobre las otras. Una vez satisfechas, se manifiestan las necesidades superiores y la persona se motiva para satisfacerlas.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>17</i></b></span><b><i>Maslow clasifica las siguientes necesidades en orden jerárquico. En primer lugar se encuentran las necesidades fisiológicas que son las más básicas y más potentes de todas, pero son las que tienen menor significado para la persona en busca de la autorrealización. Entre se ellas se encuentran la necesidad de liberarse de la sed y del hambre; de aliviar el dolor, el cansancio y el desequilibrio fisiológico; la necesidad de dormir, de sexo.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>18</i></b></span><b><i>Segundo, las necesidades de seguridad. Si las necesidades fisiológicas son satisfechas, o no constituyen un problema serio para la persona, las de seguridad se convierten en la fuerza que domina la personalidad. La mayoría de las personas llega sólo hasta este nivel. Éstas se expresan en la preocupación por ahorrar, por comprar bienes y seguros, para obtener una vida ordenada, cierta, y un futuro predecible, en el cual ya no se produzcan riesgos o peligros para la integridad personal o familiar. Este tipo de necesidades se puede manifestar negativamente como temor y miedo.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>19</i></b></span><b><i>Tercero, las necesidades de amor y pertenencia que están orientadas socialmente y representan la voluntad de reconocer y ser reconocido por los semejantes, de sentirse arraigados en lugares e integrados en redes y grupos sociales. Para realizarse requieren que se haya alcanzado cierto grado de satisfacción de las necesidades fisiológicas y de seguridad. Entre ellas se encuentran la necesidad de amigos, de compañeros, de una familia, de identificación con un grupo y de intimidad con un miembro del sexo opuesto.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>20</i></b></span><b><i>Cuarto, las necesidades de estima están asociadas a nuestra constitución psicológica. Su satisfacción es necesaria para la evaluación personal y el reconocimiento de uno mismo, en referencia a los demás. Se pueden subdividir en dos tipos: las que se refieren al amor propio y las que se relacionan al respeto de otros (reputación, condición social, fama, etc.). Entre éstas se encuentran la necesidad de respeto, de confianza basada en la opinión de otros, de admiración, de confianza en sí mismo, de autovalía y de autoaceptación. Los trastornos y déficit en esta área generan sentimientos de inferioridad que se manifiesta como vivencias de vergüenza o de culpa.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>21</i></b></span><b><i> Quinto, las necesidades de autorrealización o metanecesidades pertenecen al segundo bloque de necesidades superiores o más subjetivas en la gradiente establecida por Maslow. Son difíciles de describir, puesto que varían de un individuo a otro, e incluye la satisfacción de la individualidad en todos los aspectos. Para que una persona inicie su proceso de autorrealización debe haber satisfecho muchas necesidades previas, para que éstas no interfieran ni utilicen energías que están abocadas a este desarrollo. Las personas que desean autorrealizarse desean ser libres para ser ellas mismas. Las personas que se autorrealizan siguen las normas y modelos de conductas dictadas por la cultura en acuerdo con su sentido del deber, pero si éstas interfieren con su desarrollo, fácilmente reaccionan contra ellas. Entre ellas se encuentran las necesidades de satisfacer nuestras propias capacidades personales, de desarrollar nuestro potencial, de hacer aquello para lo cual tenemos mejores aptitudes y la necesidad de desarrollar y ampliar los metamotivos (descubrir la verdad, crear belleza, producir orden y fomentar la justicia).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>22</i></b></span><b><i>Maslow a través de sus estudios describió 16 características propias de las personas autorrealizadas: (a) Deben presentar un punto de vista realista ante la vida; (b) aceptación de ellos mismos, de los demás y del mundo que les rodea; (c) espontaneidad; (d) preocupación por resolver los problemas más que pensar en ellos; (e) necesidad de intimidad y un cierto grado de distanciamiento; (f) independencia y capacidad para funcionar por su cuenta; (g) visión no estereotipada de la gente, de las cosas y de las ideas; (h) historia de profundas y excepcionales experiencias espirituales; (i) identificación con la humanidad; (j) relaciones profundamente amorosas e íntimas con algunas personas. (k) valores democráticos (l) habilidad de separar los medios de los fines; (m) vivo sentido del humor sin crueldad; (n) creatividad, (ñ) inconformismo; (o) habilidad para elevarse por encima de su ambiente más que adaptarse a él; (p) necesidades de trascendencia: es el grado final de motivación, se refiere a un sentido de la comunidad y a la necesidad de contribuir a la humanidad; también incluyen las necesidades asociadas con un sentido de obligación hacia otros, basada en nuestros propios dones.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>23</i></b></span><b><i>Adicionalmente, Maslow menciona otros dos tipos de necesidades: las cognitivas y las estéticas, aunque no las ubica en un lugar específico dentro de la jerarquía. Las necesidades cognitivas, de saber y comprender provienen de las necesidades básicas. Todo ser humano normal intrínsecamente desea saber y comprender, ya que no es un ser pasivo que considere la realidad como algo meramente dado. La insatisfacción de estas necesidades conduce a la frustración y al egoísmo. Las necesidades estéticas tienen que ver con el orden, la simetría y el cierre, la necesidad de aliviar la tensión producida por una labor no terminada y la necesidad de estructurar hechos. Las circunstancias y ambientes agradables y hermosos favorecen el desarrollo de las personas.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>24</i></b></span><b><i>El concepto central de la teoría de Maslow es el de autorrealización, la que define como: “la realización de las potencialidades de la persona, llegar a ser plenamente humano, llegar a ser todo lo que la persona puede ser; contempla el logro de una identidad e individualidad plena.” (Maslow 1968: 78). Procedemos a integrar los conceptos claves presentados. Si bien la motivación se dirige, fundamentalmente, a satisfacer las necesidades y aliviar las tensiones. La metamotivación se dirige a la satisfacción del deseo y aumenta la tensión, favoreciendo así el desarrollo de la persona. Ambas, motivación y metamotivación, son los móviles fundamentales que llevan al individuo al desarrollo de su personalidad y a escalar en la jerarquía de las necesidades.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>25</i></b></span><b><i>Se plantea la existencia de distintos tipos de necesidades que van ascendiendo, en una jerarquía, desde las necesidades más básicas y elementales para la supervivencia hasta llegar a la cúspide del desarrollo humano representado por la autorrealización: “Todo lo precedente puede relacionarse con la teoría general de la motivación expuesta en mi Motivation and Personality, particularmente por lo que respecta a la teoría de la satisfacción de las necesidades que, a mi parecer, es el principio simple más importante subyacente en todo desarrollo humano saludable. El principio holístico que da unidad a toda la multiplicidad de necesidades humanas, es la tendencia a la aparición de una necesidad nueva y más elevada, cuando la inferior se ha completado por medio de una satisfacción adecuada. El niño que es lo suficientemente afortunado como para desarrollarse normalmente y bien, se sacia y cansa de los placeres que ha saboreado ya suficientemente y se lanza ansiosamente (sin que se le apremie) a placeres más elevados y complejos, a medida que se encuentran a su disposición sin peligro o sentimientos de amenaza” (Maslow 1989: 92).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>26</i></b></span><b><i>Es imprescindible satisfacer las necesidades básicas para poder pasar al estado siguiente de motivación. Al ascender de un estado a otro superior las motivaciones van cambiando, ya que las necesidades que se presentan de cada estado son diferentes. Maslow no ofrece una descripción amplia sobre el estado de trascendencia, posiblemente porque pocas personas han llegado a éste. Asimismo, sostiene que las personas están orientadas a emociones tiernas y de bien social y es el medio el que las corrompe. Toda persona necesita apoyo para desarrollar las emociones y satisfacer sus necesidades básicas. De modo que el medio también cumple un papel importante al establecer las motivaciones y fomentar el tránsito de un estado a otro. Las personas, requieren encontrar los medios adecuados para satisfacer sus necesidades, de lo contrario no pueden pasar de un estado de necesidad a otro.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>27</i></b></span><b><i>Según Maslow, la satisfacción de las necesidades y las motivaciones ligadas a ellas son el impulso o dinamismo que conduce a los individuos a desarrollar su personalidad, en los diversos ámbitos de la vida. La insatisfacción de las necesidades trae consecuencias negativas para la persona, pues genera estados de frustración y egoísmo; y si la persona no supera una etapa difícilmente podrá pasar a la etapa siguiente; su desarrollo se estanca en esa etapa que no pudo superar. Idealmente, es posible llegar a la autorrealización que involucra el despliegue del sujeto en todas sus potencialidades, si bien en la realidad son escasos los que efectivamente lo logran.</i></b></p><h1 dir="ltr" id="heading4" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 2.166em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 0.923em 0px 0.461em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom1n4" id="tocto1n4" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>El aporte de Carl Rogers: la motivación de crecimiento</i></a></h1><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>28</i></b></span><b><i>El aporte de Carl Rogers puede situarse dentro de los modelos de carácter cognitivo-social, en los cuales el acento recae en el análisis del modo en que determinadas estructuras cognitivas (planes, atribuciones y expectativas) afectan a la conducta motivada. Algunos autores afirman que en las personas hay una necesidad de hacerse competentes en su interacción con el ambiente en el que viven. Esta idea de competencia se relaciona con la de crecimiento o desarrollo, pues hacer bien una tarea hace que ésta pierda parte de su valor y que, en consecuencia, nos planteemos nuevos retos de mayor dificultad. Así se produce el crecimiento humano.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>29</i></b></span><b><i>White (1959) entendió la competencia, o effectancy, como la capacidad para actuar eficazmente en el ambiente en el que uno vive. Al igual que otros autores, sostuvo que la lucha por la competencia y la autonomía personal son motivos básicos, e intrínsecos. Los enfoques humanistas han aportado la idea de crecimiento. Afirman que hay en el ser humano una motivación de crecimiento dirigida a ensanchar las propias potencialidades y a poner en práctica aquellos talentos que uno ha heredado. Dicha motivación es innata y común a todos los humanos, pero determinadas circunstancias pueden afectar a la motivación de desarrollo, facilitando o dificultando su expresión.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>30</i></b></span><b><i>Para Rogers (1959), la falta de apoyo social adecuado, especialmente en los primeros años de vida, puede perjudicar el crecimiento humano del infante. Si el pequeño no recibe una estima incondicional de las personas de su ambiente, dirigirá sus esfuerzos a proteger su autoconcepto amenazado, en lugar de mantener una actitud no-defensiva y abierta a las experiencias cambiantes. El énfasis de los modelos humanistas sobre el autoconcepto ha sido un precedente de los estudios empíricos actuales acerca del self y sobre la posibilidad de que los seres humanos podamos auto-regular nuestra conducta (Mateos 2002).</i></b></p><h1 dir="ltr" id="heading5" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 2.166em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 0.923em 0px 0.461em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom1n5" id="tocto1n5" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Diferentes concepciones respecto a las necesidades</i></a></h1><div class="textandnotes" style="margin: 0px; padding: 0px; position: relative;"><ul class="sidenotes" style="list-style: square; margin: 0px; overflow: visible; padding: 0px; position: absolute; right: -12.5em; text-align: left; top: 0px; width: 11em;"><li style="background: none; color: #888888; font-size: 0.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.44; list-style-type: none; margin: 0.2em 0px 1.44em; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><span class="num">1</span> Seminario del Atelier Nord-Sud de méthodologie en analyse du Réseau Cultures, realizado en Brusela <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#ftn1" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">(...)</a></i></b></li></ul><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>31</i></b></span><b><i>Los especialistas en las ciencias sociales que participaron en una reunión del Grupo de Bruselas en 1995<a class="footnotecall" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#ftn1" id="bodyftn1" style="color: #885505; font-size: 0.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; overflow-wrap: break-word; padding-left: 0.3em; text-decoration-line: none; vertical-align: top;">1</a>señalaron que: “Muchos expertos en acción social manejan la noción de “necesidad”, término que da la impresión que existe, en la materia, objetividad y necesidad. Pero ¿es realista reducir al ser humano a necesidades cuantificables, visibles y mensurables? Una parte esencial de lo humano y de sus deseos ¿no escapa a la cuantificación? Así, en el economicista paradigma moderno occidental, la necesidad de protección es reducida a la de habitar una vivienda (que se arrienda o se compra). Se actúa como si los bienes de consumo viniesen a satisfacer las necesidades. El economista se presenta entonces como el especialista en el ser humano; pero, prisionero de su mirada cuantificadora, se restringe a la reducción de la necesidad en el consumo. Se habla entonces de necesidades humanas básicas.”</i></b></p></div><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>32</i></b></span><b><i>A continuación, presentaremos las nociones de necesidades más recurrentes, buscando esclarecer las diferencias que mantienen entre sí, y también las concepciones sobre el ser humano y la naturaleza a que ellas dan lugar. Hay una primera acepción de “necesidad” del discurso habitual y cotidiano, el cual fue situado en el imaginario de nuestras sociedades en las últimas décadas. I. Illich en su artículo “Necesidades”, señala que éstas se incorporaron en el imaginario de la humanidad como legado del discurso desarrollista, en las décadas siguientes a la Segunda Guerra Mundial: “Las necesidades que la danza de la lluvia del desarrollo provocó no sólo justificaron la expoliación y el envenenamiento de la tierra; también actuaron en un nivel más profundo. Transformaron la naturaleza humana. Convirtieron la mente y los sentidos del homo sapiens en los del homo miserabilis. Las “necesidades básicas” pueden ser el legado más insidioso que deja el desarrollo. La generación posterior a la Segunda Guerra Mundial presenció este cambio de estado en la naturaleza humana, del hombre común al hombre necesitado. La mitad de todos los hombres nacidos sobre la tierra como homo son de esta nueva clase.” (1996: 157).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>33</i></b></span><b><i>“Las estimaciones arqueológicas colocan el número total de individuos adultos pertenecientes al homo sapiens que alguna vez vivieron en el planeta en no más de cinco mil millones. Vivieron entre los comienzos de la Edad de Piedra en que fueron pintadas las escenas de caza de Lascaux, y el día en que Picasso estremeció al mundo con el horror de Guernica. Constituyeron diez mil generaciones y vivieron estilos de vida diferentes, hablando innumerables lenguas distintas. La segunda -y mayor parte- de la humanidad, nació en la época que puedo recordar después de Guernica, en 1936. La mayoría de las personas que ahora son adultas, son adictas a la energía eléctrica, a las ropas de telas sintéticas, a la comida chatarra y a los viajes. Viven más tiempo, y la mayor parte de estos cinco mil millones actualmente vivos, aceptan sin cuestionamiento su condición humana como dependiente de bienes y servicios, dependencia que ellos llaman necesidad. En justamente una generación, el hombre necesitado –homo miserabilis- se ha convertido en la norma” (1996: 158).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>34</i></b></span><b><i>En esta perspectiva se ubica la mirada del Colectivo IOE, quienes señalan: “Sin embargo, la necesidad social no es un hecho empírico que se imponga por sí mismo (no ‘está ahí’ simplemente), ya que siempre implica algún juicio de valor: existe necesidad (carencia de algo) sólo con respecto a lo que se define como deseable (necesario). A su vez, tales juicios no se formulan arbitrariamente por cada individuo, sino que suelen estar condicionados por intereses y estrategiasde grupo o clase social. Por tanto, el concepto mismo de necesidad social encierra ineludiblemente componentes problemáticos. Estos elementos cobran aún mayor relevancia si el modelo social que los determina se caracteriza por el conflicto y la desigualdad social” (1988: 109).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>35</i></b></span><b><i>Desde una postura similar, Rodríguez Cabrero en el prólogo a la edición española del libro de Len Doyal e Ian Gough sostiene que: “Velada por estos espacios, la formulación de la necesidad humana se ve hoy sometida a la triunfante ideología naturalista del libre mercado -como potenciadora del mundo de los deseos o identificada con los vituperados servicios públicos del Estado de Bienestar-, cuando no reducida a simple metafísica alejada de la concreción de la demanda de deseos en el mercado, estructurada por la capacidad de renta, los precios y la información” (1994: 13). Sostiene así mismo que: “las necesidades sociales son producidas históricamente, jerarquizadas socialmente, no reducibles a deseos o simples expectativas, y que en las sociedades industriales de consumo de masas se inscriben contradictoriamente en complejos espacios interrelacionados: el espacio del deseo multiplicado por el marketing empresarial, el espacio normativo de los servicios públicos de bienestar, y el espacio conversacional de la producción de necesidades en el seno de las familias y pequeños grupos” (op. cit.: 12-13).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>36</i></b></span><b><i>Otro modo de construir el concepto de necesidad lo encontramos en el discurso psicoanalítico, en el cual ésta es entendida como expresión de la pulsión generada por el deseo. Siendo el deseo el elemento fundante de la condición humana, la necesidad sería la expresión coyuntural y específica del deseo humano, esto es la transformación de un sujeto o ente cualquiera en objeto específico de deseo transformaría esta pulsión indefinida, genérica y siempre latente, en necesidad particular vivenciada como tal en la subjetividad del individuo en ese momento específico de su existencia.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>37</i></b></span><b><i>Un tercer sentido asignado al concepto sería el que proviene de la filosofía política en la cual se señala que existen ciertas exigencias que derivan del ejercicio de la (condición de) libertad humana, y que estas exigencias se constituyen como necesidades humanas que la sociedad debe procurar satisfacer o posibilitar que el individuo pueda satisfacer. “A diferencia de “desear” o “querer”, entonces, “necesitar” no es aparentemente un verbo intencional. Lo que necesito no depende del pensamiento o del funcionamiento de mi cerebro, sino de cómo es el mundo” (Wiggins 1985: 149).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>38</i></b></span><b><i>Un cuarto significado es el que se le asigna en las concepciones dominantes respecto a las necesidades humanas en el ámbito de la ciencia económica. “Necesidad Humana: es la sensación de carencia de algo unida al deseo de satisfacerla. Las necesidades humanas son ilimitadas, de ahí que el problema básico que se presenta en todas las sociedades sea la escasez” (de la Paloma et al.). Las necesidades son concebidas como sensaciones desagradables de falta o carencia de algo que deben ser satisfechas de inmediato; éste es el motivo de toda actividad humana pues impulsa al ser humano a crear con el fin de satisfacer sus problemas. La necesidad es la sensación de falta que debe ser satisfecha de inmediato, mientras que el deseo es una parte de la necesidad; el proceso en el cual se busca cómo solucionar la carencia de algo.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>39</i></b></span><b><i>Se clasifica habitualmente las necesidades de acuerdo a su importancia económica. Por ejemplo, en el Portal de la Educación Peruana se habla de: “a) Necesidades primarias o biológicas, también denominadas vitales, no pueden dejar de satisfacerse porque son indispensables para la vida, por ejemplo abrigarse, descansar, y alimentarse; b) necesidades secundarias o sociales, este tipo de necesidades van apareciendo conforme con el mejoramiento del estándar de vida de la sociedad, aunque no son necesarias de satisfacer, no dejan de ser importantes, por ejemplo, divertirse, estudiar y trabajar; c) necesidades superfluas o suntuarias, también denominadas de lujo, solamente sirven para halagar la vanidad de las personas, por ejemplo el uso de joyas y cosméticos.”</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>40</i></b></span><b><i>Las necesidades humanas se experimentan en varias fases o etapas: “a) La primera de ellas es la sensación o percepción de que algo nos falta, (b) surge allí entonces el deseo que es la búsqueda de la solución a la carencia; (c) esto implica un esfuerzo físico, es decir el trabajo realizado para satisfacer la necesidad percibida y deseada; y (d) finalmente, se realiza la satisfacción que es la solución de la necesidad.”</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>41</i></b></span><b><i>Sus principales características son: “a) ilimitadas o infinitas en número, ya que existen infinidad de ellas, que surgen a cada instante; (b) limitadas en su capacidad, pues la satisfacción tiene un límite, por el principio de saturación; (c) concurrentes, pueden surgir varias necesidades de manera simultánea; (d) complementarias, ya que la satisfacción de una necesidad, implica la necesidad de otras; (e) son sustituibles ya que hay diversas alternativas para satisfacer una misma necesidad; (f) su forma de satisfacción tiende a ser estable o recurrente, pues tiende a fijarse por hábitos y costumbres; (g) varían en intensidad, pues las necesidades se presentan en diversas circunstancias, teniendo unas mayor prioridad que otras.”</i></b></p><h1 dir="ltr" id="heading6" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 2.166em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 0.923em 0px 0.461em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom1n6" id="tocto1n6" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>La propuesta de CEPAUR: una visión sistémica de las necesidades</i></a></h1><div class="textandnotes" style="margin: 0px; padding: 0px; position: relative;"><ul class="sidenotes" style="list-style: square; margin: 0px; overflow: visible; padding: 0px; position: absolute; right: -12.5em; text-align: left; top: 0px; width: 11em;"><li style="background: none; color: #888888; font-size: 0.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.44; list-style-type: none; margin: 0.2em 0px 1.44em; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><span class="num">2</span> El Centro de Alternativas de Desarrollo (CEPAUR) realizó, con el apoyo de la Fundación Dag Hammars <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#ftn2" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">(...)</a></i></b></li></ul><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>42</i></b></span><b><i>Max-Neef, Elizalde y Hopenhayn (el grupo de CEPAUR)<a class="footnotecall" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#ftn2" id="bodyftn2" style="color: #885505; font-size: 0.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; overflow-wrap: break-word; padding-left: 0.3em; text-decoration-line: none; vertical-align: top;">2</a>cuestionando el reduccionismo que caracteriza la visión dominante en el pensamiento económicohan propuesto distinguir entre necesidades y satisfactores. “Se ha creído, tradicionalmente, que las necesidades humanas tienden a ser infinitas; que están constantemente cambiando; que varían de una cultura a otra, y que son diferentes en cada periodo histórico. Nos parece que tales suposiciones son incorrectas, puesto que son producto de un error conceptual, (que consiste en no explicitar) la diferencia fundamental entre lo que son propiamente necesidades y lo que son satisfactores de esas necesidades” (1986: 26).</i></b></p></div><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>43</i></b></span><b><i>Para estos autores, las necesidades manifiestan una tensión constante entre carencia y potencia. “Concebir las necesidades tan sólo como carencia implica restringir su espectro a lo puramente fisiológico, que es precisamente el ámbito en que una necesidad asume con mayor fuerza y claridad la sensación de falta de algo. Sin embargo, en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas, son también potencialidad y, más aún, pueden llegar a ser recursos. La necesidad de participar es potencial de participación, tal como la necesidad de afecto es potencial de afecto” (1986:34).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>44</i></b></span><b><i>Proponen un esquema de clasificación de las necesidades de acuerdo con dos criterios. El primero, de necesidades existenciales como las de: Ser, Tener, Hacer y Estar. El segundo según categorías axiológicas donde proponen las de Subsistencia, Protección, Afecto, Entendimiento, Participación, Ocio, Creación, Identidad y Libertad. “De la clasificación propuesta se desprende que, por ejemplo, alimentación y abrigo no deben considerarse como necesidades, sino como satisfactores de la necesidad fundamental de subsistencia. Del mismo modo, la educación (ya sea formal o informal), el estudio, la investigación, son satisfactores de la necesidad de entendimiento. Los sistemas curativos, la prevención y los esquemas de salud, en general, son satisfactores de la necesidad de protección”. De aquí los autores derivan las siguientes conclusiones: (a) Las necesidades humanas fundamentales son finitas, pocas y clasificables; (b) son las mismas en todas las culturas y en todos los períodos históricos; c) lo que está culturalmente determinado no son las necesidades sino los satisfactores de esas necesidades; d) el concepto de pobreza tradicional es limitado, pues es estrictamente economicista. “Sugerimos no hablar de pobreza sino de pobrezas. De hecho, cualquier necesidad humana fundamental que no es adecuadamente satisfecha revela una pobreza humana. Se puede hablar, entonces de pobreza de subsistencia, pobreza de protección, etc.” (1986:34)</i></b></p><p class="paragraphesansretrait" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; padding: 0px;"><b><i>Adicionalmente, los autores distinguen entre satisfactores y bienes. “Mientras un satisfactor es en sentido último el modo por el cual se expresa una necesidad, los bienes son en sentido estricto el medio por el cual el sujeto potencia los satisfactores para vivir sus necesidades” (1986:35).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>45</i></b></span><b><i>Desde una perspectiva análoga, Doyal y Gough, según Rodríguez Cabrero “sostienen que las necesidades humanas son históricas (construidas socialmente), pero también universales. Sin esta universalidad llegaríamos a justificar como diferencias culturales lo que en términos de consenso moral no son sino situaciones de privación objetiva, o a justificar las diferencias existentes entre pueblos ricos y pobres en términos de diferencias culturales relativas. Por tanto, junto al carácter histórico y social de la necesidad, se añade su naturaleza más profunda: la universalidad. Tal universalidad no implica la generalización etnocentrista de las necesidades desde el centro a las periferias, de las sociedades industrializadas a las sociedades subdesarrolladas, sino un debate que defina el conjunto de necesidades a nivel de todos los mundos existentes. Estamos ante una propuesta de universalidad detrás de la que late un profundo sentido de redistribución de los recursos a nivel mundial y de organización de modos de satisfacción de necesidades que no supongan la explotación irracional de la naturaleza y de los recursos: esta teoría de las necesidades humanas lleva implícitos un nuevo enfoque ecológico en el diseño de los sistemas económicos y nuevas formas de gestión de la producción y el consumo, aunque los autores no entran en su desarrollo.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>46</i></b></span><b><i>La supervivencia física y la autonomía personal son las necesidades básicas de todo individuo en cualquier cultura y tienen que ser satisfechas para poder participar en el logro de otros objetivos individuales y sociales. Estas necesidades no son un fin en sí mismo, sino instrumentos de objetivos universales de participación social que permitan el desarrollo de la libertad y que son solamente posibles si se dan ciertas precondiciones sociales tales como la existencia de formas organizadas de producción, reproducción, sistemas de comunicación y autoridad. Las necesidades sociales básicas son derechos morales que se transforman en derechos sociales y civiles a través de políticas sociales, y cuyas formas concretas varían de cultura a cultura, así como los modos de satisfacción. Estas necesidades básicas son materializadas a través de las llamadas necesidades intermedias y de la propuesta de indicadores de satisfacción” (1994: 15).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>47</i></b></span><b><i>Por su parte, J. Boltvinik (1992: 65) ha señalado que: “Amartya Sen, Manfred Max-Neef y otros han intentado distinguir entre necesidades y otros conceptos cercanos que a menudo se confunden. Sen, discutiendo el concepto de nivel de vida, ha distinguido los conceptos de ‘capacidades’, ‘realizaciones’ y ‘bienes y servicios’ (capabilities, functionings, commodities). ‘Realizaciones’ se refiere a las diversas condiciones de vida (las diversas dimensiones del ser y el hacer) que pueden o no ser alcanzadas, mientras que ‘capacidades’ se refiere a nuestra habilidad para alcanzar dichas condiciones de vida. “Una realización es un logro, mientras que una capacidad es la habilidad para lograr. Las ‘realizaciones’ están, en cierto sentido, más ligadas con las condiciones de vida, puesto que son diferentes aspectos de las condiciones de vida. Las capacidades, en contraste, son nociones de libertad en el sentido positivo del término: las oportunidades reales que se tienen respecto de la vida que se puede llevar”.” (1987: 36).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>48</i></b></span><b><i>“Sen rechaza la posesión (o acceso) a bienes y servicios como el criterio para definir el nivel de vida puesto que las tasas de transformación de bienes y servicios de realizaciones varían de persona a persona. Por ejemplo, la situación nutricional de dos personas (realización) puede ser diferente a pesar de que su ingesta alimentaria (bienes) sea igual. Sen sustituye necesidades por ‘realizaciones’ y capacidades, lo cual le permite rebasar el sentido de ‘falta de las cosas’ que el término necesidades trasmite inevitablemente y pasa a una concepción más rica de ser y hacer, de libertad” (1992: 65).</i></b></p><div class="textandnotes" style="margin: 0px; padding: 0px; position: relative;"><ul class="sidenotes" style="list-style: square; margin: 0px; overflow: visible; padding: 0px; position: absolute; right: -12.5em; text-align: left; top: 0px; width: 11em;"><li style="background: none; color: #888888; font-size: 0.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.44; list-style-type: none; margin: 0.2em 0px 1.44em; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><span class="num">3</span> Esta última afirmación es absolutamente discutible, ya que en base a una metodología propuesta por <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#ftn3" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">(...)</a></i></b></li></ul><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>49</i></b></span><b><i>Como señala Boltvinik, en los trabajos de Sen, Max-Neef y otros se encuentran algunas similitudes y, también, algunas diferencias. “Entre las primeras, destacan que: (a) ambos consideran esencial distinguir necesidades (o realizaciones y capacidades), de los satisfactores y de los bienes y servicios específicos; (b) ambos parten de necesidades humanas (o capacidades y realizaciones humanas) y no de sus respectivos correlatos biológico-animales; (c) ambos consideran las dimensiones existenciales (aunque Max-Neef distingue cuatro categorías y Sen, dos) y la dimensión de libertad; (d) ambos consideran que los conceptos fundamentales (necesidades o realizaciones) se refieren a mucho más que carencias, a mucho más que a la falta de algo externo. Las diferencias que podemos notar son que: (a) Sen no utiliza el concepto de necesidad sino que lo sustituye por “realizaciones” y capacidades; (b) mientras que Max-Neef define cuáles son las necesidades humanas fundamentales, Sen no define cuáles son las realizaciones humanas fundamentales. La taxonomía de necesidades definida por Max-Neef, aunque hace mucho sentido carece de fundamentación” (1992: 66-67).<a class="footnotecall" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#ftn3" id="bodyftn3" style="color: #885505; font-size: 0.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; overflow-wrap: break-word; padding-left: 0.3em; text-decoration-line: none; vertical-align: top;">3</a></i></b></p></div><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>50</i></b></span><b><i>De acuerdo a la teoría de Max-Neef y otros, el sistema de necesidades humanas fundamentales está conformado por tres subsistemas: (a) necesidades; (b) satisfactores; y (c) bienes, los cuales interactúan entre sí y al ser así operan las compensaciones e intercambios entre cada subsistema. El primer subsistema es el de las necesidades propiamente tales, el cual es permanente y no experimenta cambios, constituido por las necesidades fundamentales las cuales son pocas y finitas y por tanto identificables y clasificables, pero con carácter de universales para la especie homo sapiens, aunque inmateriales, o como proceso, en su forma de existir. El segundo subsistema, el de los satisfactores, experimenta una permanente transformación, puesto que forma parte de la cultura, ya que se correspondería a las dimensiones inmateriales de ella. El tercer subsistema, el de los bienes, corresponde a las dimensiones materiales de la cultura y es el que experimenta mayores transformaciones en el tipo de sociedades que vivimos actualmente. El conector u operador del sistema es la conciencia y ésta tiene limitaciones espacio-temporales, (incluso será necesario estudiar cuánto de automatismo hay en su operar). La conciencia es el cuello de botella o la intersección, la encrucijada o el punto de fuga donde convergen los tres subsistemas.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>51</i></b></span><b><i>El meollo del asunto dice relación, entonces, con los niveles de apertura de la conciencia a la propia necesidad, a la necesidad del otro, a la elección del satisfactor más adecuado, a la viabilidad, a la factibilidad, a la posibilidad, del bien o bienes involucrados, al contexto espacio-temporal, entre tantas otras dimensiones posibles. No obstante lo anterior, es posible que la operación de la conciencia esté mediada por la concepción respecto de la realidad que tenemos, la cual está determinada por la forma como visualizamos los recursos y la naturaleza de éstos (abundantes o escasos; perdurables o perecederos; susceptibles de apropiación individual o privada, o comunes y compartidos. Esto responde como ha sido señalado por Elizalde (2004) a la cosmovisión dominante instalada en el sistema de creencias o imaginario colectivo: ideología de la escasez o utopía de la abundancia.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>52</i></b></span><b><i>El grupo de CEPAUR ha desarrollado una teoría que intenta abrir la noción de necesidad a dimensiones no materiales. Es así como se identifican necesidades existenciales que no son reducibles al consumo y llevan la reflexión mucho más allá de lo que los economistas y las teorías del desarrollo tienden a reconocer. La matriz propuesta por ellos es interesante y mucho más sutil que la de Maslow; por ejemplo, ayuda a distanciarse de la mirada utilitarista y reductora del economista y del especialista.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>53</i></b></span><b><i>El grupo de expertos sobre la relación cultura y desarrollo humano reunidos en Bruselas afirmó que: “La modernidad ha pretendido transformar al ser humano en ‘un manojo de necesidades’ y la sociedad de consumo propone en suma un ‘sucedáneo de la trascendencia’. La necesidad del absoluto y la angustia de la muerte son así ocultadas.” Comparten con el grupo de CEPAUR que, al parecer, la necesidad no es solamente un vacío (hueco) negativo: ella revela nuestra humanidad y nuestros potenciales, nos constituye como humanos. Consideran asimismo que dicha matriz parece igualmente útil para abordar las causas de innumerables conflictos que se desencadenan en el mundo.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>54</i></b></span><b><i>Sin embargo, aunque el grupo de Bruselas encuentra la matriz de CEPAUR muy interesante, algunos de sus integrantes cuestionan su sesgo un tanto mecanicista y se preguntan si una lista de necesidades, aunque refinada, puede pretender ser exhaustiva. De un modo similar, ellos se interrogan: ¿Y qué hacer con las necesidades inconscientes? Es necesario, no obstante lo anterior, indicar que no hay que confundir esta matriz con una simple “lista” de necesidades. Esta matriz es un marco de reflexión que ofrece la posibilidad de identificar necesidades específicas no enunciadas. Ella invita a reflexionar sobre las necesidades porque ella no pretende ofrecer una lista exhaustiva. La matriz de CEPAUR debe ser utilizada como un marco que acompaña la reflexión pero que no determina el avance del contenido.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>55</i></b></span><b><i>¿Hacia dónde avanzar en la reflexión sobre el tema de las necesidades? Parece necesaria una aproximación fenomenológica que nos permita dar cuenta acerca del modo como funciona nuestro sistema de necesidades. Aparentemente es imprescindible desvelar algunos “puntos ciegos” que inhiben nuestra correcta percepción respecto al operar del sistema de necesidades. Para avanzar en esta dirección haremos uso de algunas analogías o mapas de realidad para hacer más evidente la explicación.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>56</i></b></span><b><i>Desde la propuesta de desarrollo a escala humana del grupo de CEPAUR, el sistema de necesidades humanas está conformado desde una perspectiva estructural por tres subsistemas: el subsistema de la necesidades humanas fundamentales propiamente tal; el subsistema de los satisfactores; y el subsistema de los bienes o artefactos.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>57</i></b></span><b><i>Nuestras necesidades humanas fundamentales forman parte de nuestra interioridad, están asociadas indisolublemente a nuestra existencia y se vivencian al interior de nuestra piel. Constituyen algo así como la esencia de nuestra existencia mental. Podemos pensar en cada una de ellas como constituyendo un subsistema similar a los que se conforman en nuestra vida biológica. El sistema que llamamos vida está conformado por distintos subsistemas, tales como el subsistema cardiovascular, el subsistema nervioso, el subsistema gastrointestinal, así como varios otros. Nuestras necesidades son algo adscrito, algo dado y que no podemos modificar, constituyen un algo inscrito en nuestra naturaleza y aunque lo neguemos a nivel consciente existe asociado o como parte intrínseca e indisoluble de nuestro existir humano.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>58</i></b></span><b><i>Sin embargo, la necesidad no sólo se constituye en una estructura sino que también en un proceso, existe una actividad de la necesidad y ésta es realizada por la conciencia humana. La necesidad constituye una tensión generada por el vacío o carencia que nuestra conciencia experimenta. Es esta vivencia de vacío la que moviliza nuestra voluntad hacia la satisfacción o actualización requerida por la necesidad. Por eso, es simultáneamente ser y potencia, estructura y proceso. Las necesidades poseen carácter dinámico, pues constituyen impulsos que nos llevan a buscar superar la realidad de insatisfacción o carencia. Toda necesidad en cuanto tal es movilizadora de nuestras energías en función de su satisfacción, por ello es que no se puede ver la necesidad exclusivamente como una carencia o ausencia que nos reduce a la pasividad, a la inmovilidad, sino todo lo contrario.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>59</i></b></span><b><i>Una buena analogía o metáfora de las necesidades es la actividad de los subsistemas biológicos del cuerpo humano, en los cuales hay una dimensión anatómica y una dimensión fisiológica. Un buen intento de definición o mapa, desde una perspectiva estática o estructural, se encuentra en la propuesta taxonómicadel desarrollo a escala humana. Allí se intentó otorgarle un carácter más dinámico al sistema de necesidades, mediante las categorías ontológicas del ser, tener, hacer y estar, que de hecho operan más bien como categorías de necesidades. Pero el modelo aparece como insuficiente para describir el funcionamiento del sistema.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>60</i></b></span><b><i>Es necesario tener presente que el concepto de «necesidad humana fundamental», al igual que cualquier concepto, es un instrumento intelectual que busca representar algo que percibimos en la existencia humana. Insistimos, el concepto no es propiamente la necesidad tal como ella es en realidad, sino que una descripción aproximada de lo que efectivamente acontece. Es por lo tanto conveniente hacerse algunas preguntas en torno a las necesidades para generar una reflexión en torno a la naturaleza de éstas y al modo como las vivenciamos en nuestra existencia. Una primera pregunta es: ¿En qué difieren las necesidades de los deseos o motivaciones?</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>61</i></b></span><b><i>La necesidad humana es fundamentalmente una virtualidad mental esencial contenida en los límites de nuestra existencia, tanto en su dimensión física o material como en su dimensión mental. Ella forma parte permanente de nuestro existir, pero no está siempre presente ante nuestra conciencia. Sólo en el momento en que ella se hace presente ante nuestra conciencia en la forma de un deseo, motivación, pulsión o como quiera llamársele, se genera la tensión que despliega su virtualidad.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>62</i></b></span><b><i>La necesidad no es el deseo o la motivación, ellos son sólo la historización de la necesidad, su concreción coyuntural y específica en un momento fugaz de nuestra existencia. Por tal razón, el deseo, una vez saciado, se transforma en hartazgo, en saciedad que superado un cierto nivel de satisfacción, incluso puede llegar a generar un rechazo o una fobia,. En este sentido, el deseo es siempre exclusivamente individual, singular y concreto, no existen los deseos colectivos.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>63</i></b></span><b><i>La necesidad, sin embargo, posee un carácter universal, es universal por cuanto es compartida por todos los seres humanos, que son por su propia condición humana seres de necesidades; pero también en cuanto ellas son esenciales a toda existencia individual. Los seres humanos no somos seres de deseos sino seres de necesidades. Nuestros deseos humanos se expresan no en la dimensión del ser (en el plano de lo esencial) sino que única y exclusivamente en la dimensión del hacer y del estar (es decir en lo histórico-concreto).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>64</i></b></span><b><i>La satisfacción de la necesidad -y por ende la existencia de los satisfactores- se lleva a cabo en la dimensión temporal, en cuanto allí se hace presente y es asumida por nuestra conciencia. De allí que el tiempo sea un factor importantísimo para la articulación y satisfacción de las necesidades; en tal sentido la discriminación temporal es un elemento central para la constitución de la unidad y unicidad (identidad) de una persona. En tal sentido es imprescindible para la maduración humana la mediación temporal de la satisfacción del deseo, una necesaria postergación que impide caer en el “inmediatismo”; ésta nos diferencia del resto de los animales. En ese espacio se constituye la conciencia y también se aprecia la dimensión procesual de la satisfacción, donde las construcciones mentales operan históricamente en el presente para satisfacer una necesidad.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>65</i></b></span><b><i>Por otra parte los bienes son expresión de exterioridad, algo externo a nosotros; un marcapasos o cualquiera prótesis tienen una lógica operacional que combina sus características formales con nuestros procesos mentales internos. Cualquier elemento biónico tiene ese carácter, una dinámica y duración relacionada con nuestra corporalidad. Ello porque el ser humano percibe, interpreta y reconstruye desde la vida psíquica. Los bienes -en cuanto productos materiales- tienen un naturaleza física y su creación implica un gasto energético, un aumento entrópico. De modo tal que un sistema cerrado y con límites físicos y biológicos como el constituido por la biosfera de nuestro planeta pone umbrales a su expansión ilimitada.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>66</i></b></span><b><i>Sin embargo, entre estos dos subsistemas, están los satisfactores; éstos son elementos que realizan la articulación o interfase entre necesidades y bienes. Los satisfactores en cuanto formas de hacer y operar son inmateriales, no tienen un peso entrópico (estrictamente sí, pero a niveles infinitesimales, como es el gasto energético de las sinapsis cerebrales, es decir son insignificantes a nivel termodinámico). Los satisfactores son los elementos variables y libres dentro del sistema. Son, al igual que los bienes, productos culturales, pero a diferencia de éstos son inmateriales y consecuentemente no constituyen una carga sobre el ambiente.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>67</i></b></span><b><i>En esta perspectiva, podemos afirmar que las actuales sociedades de consumo masivo han sobredimensionado el subsistema de los bienes en desmedro de los otros dos subsistemas. Del mismo modo, en las tradicionales sociedades ascéticas del pasado o del Oriente se sobredimensiona el ámbito de las necesidades, por la vía de la negación y del desapego: soy rico y libre porque no tengo necesidad. Este es un camino difícil y angosto de seguir por parte de las mayorías, e históricamente ha significado notables niveles de escasez material relacionados con infelicidad. No obstante, el principio de desapego, desligado del de escasez, puede constituir una vía de interés para estudiar la calidad en la satisfacción de necesidades humanas.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>68</i></b></span><b><i>La forma como se articulan nuestras necesidades, sus satisfactores y bienes en una relación sistémica, hace que -siendo sistemas limitados tanto la persona como la humanidad, cuyos límites definidos están interconectados-, toda expansión de uno de los elementos del sistema debe hacerse a expensas de los otros elementos. Como lo hemos señalado, una sociedad consumista y sobre-productora de bienes, expandirá éstos a costa de un empobrecimiento de la atención a las necesidades, y a los satisfactores. A la inversa, una sociedad ascética en el uso de bienes, que resta importancia al ámbito de los bienes económicos, expandirá el ámbito de la conciencia de nuestras necesidades atribuyendo un valor esencial al ejercicio de la voluntad por sobre el deseo (llegando incluso a su negación o sublimación).</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>69</i></b></span><b><i>Parece conveniente sugerir algunas preguntas e hipótesis que nos ayuden a entender lo afirmado en el párrafo anterior ¿De qué manera operan las compensaciones o complementariedades al interior del sistema de necesidades? ¿Cambia la estructura del sistema de necesidades o se producen cambios de las dimensiones de los elementos del sistema? Una posible explicación es que en una sociedad sobre-orientada al consumo se produzca un debilitamiento de la sensibilidad (conciencia) frente a determinado tipo de situaciones. Ejemplos: no ayudar a una persona accidentada para no meterse en problemas; matar a otro ser humano por temor a que nos robe; justificar violaciones a los derechos humanos por temor a cambios sociales, etc. De modo tal que una determinada necesidad (la protección) genere un bloqueo del sistema de necesidades impidiendo la actualización (su emergencia ante nuestra conciencia) de otras necesidades (afecto, libertad, identidad, etc.). Algo como lo que nos ocurre en situaciones de pánico colectivo, como en un incendio, naufragio o terremoto.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>70</i></b></span><b><i>Una segunda posibilidad es que la sobreproducción de bienes, tal como ocurre en las sociedades industrializadas (de consumo masivo), genere una propensión al uso y consumo de estos bienes (a su dependencia y habituación) y a la sustitución de la iniciativa y creatividad propia de cada ser humano, en el ámbito de sus necesidades, ahogando la tendencia a la diversidad que contiene la producción cultural de satisfactores. Algo así como un fenómeno de colonización o domesticación cultural a escala global.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>71</i></b></span><b><i>Una tercera alternativa es que la creciente dependencia de bienes para la satisfacción de la necesidad, signifique una suerte de exteriorización de las formas de actualizar la existencia (vida), y ello se traduzca en un empobrecimiento relativo del espacio interior, el más propio de la necesidad. El ser humano se va haciendo cada vez más dependiente, para actualizar su necesidad, de elementos ajenos a su propia existencia. Ejemplos son la incapacidad para controlar el frío o el exceso de calor debido a la pérdida de la capacidad para tiritar o sudar; la pérdida de la capacidad para realizar una simple adición o sustracción de dos o tres dígitos; el analfabetismo por desuso; la reducción de la capacidad inmunológica por fármaco dependencia; etc.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>72</i></b></span><b><i>Una cuarta conjetura se refiere al rol fundamental que juegan los satisfactores, los cuales cumplen una función de interfase entre la interioridad (ámbito de la necesidad) y la exterioridad (ámbito de los bienes) en el sistema de necesidades humanas fundamentales, y hacen posible articular ambas dimensiones. De allí entonces que la profusión y variedad de satisfactores enriquece notablemente el sistema de necesidades, tanto en el plano de la vida individual como de la vida colectiva, mientras que a la inversa la homogenización y uniformidad de los satisfactores la empobrece. Un ejemplo de ello es lo ocurrido en las sociedades actuales con el trabajo que se ha reducido exclusivamente a empleo, o la colonización del uso del tiempo libre.</i></b></p><h1 dir="ltr" id="heading7" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 2.166em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 0.923em 0px 0.461em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom1n7" id="tocto1n7" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Algunas observaciones fenoménicas respecto de las necesidades humanas</i></a></h1><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>73</i></b></span><b><i>Es necesario tener presente que el concepto de «necesidad humana fundamental», al igual que cualquier concepto, es un instrumento intelectual que busca representar algo que percibimos en la existencia humana. Debe reiterarse que el concepto no es propiamente la necesidad tal como ella es en realidad, sino una descripción aproximada de lo que efectivamente acontece.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>74</i></b></span><b><i>Tomando en consideración lo anterior es posible entonces observar que las nueve necesidades humanas fundamentales identificadas en la propuesta del CEPAUR, no son sino aproximaciones gruesas y simplificadoras de una realidad, que es muchísima más compleja. A partir de muchas observaciones recogidas en talleres realizados haciendo uso de la propuesta ya mencionada, se ha tratado de profundizar en el examen de la forma en que se relacionan los satisfactores con las necesidades. Nuestra propuesta conceptual señala que el satisfactor actualiza la necesidad, es decir la pone en tensión o vigencia. La necesidad se materializa, se hace presente por medio del satisfactor. ¿Pero cómo se actualizan las necesidades? ¿Qué papel juegan en esa actualización los satisfactores? A esas preguntas intentaremos responder a continuación.</i></b></p><h2 dir="ltr" id="heading8" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 1.636em 0px 0.545em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom2n1" id="tocto2n1" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Hipótesis de la caja de cambios mecánica: la actuación secuencial</i></a></h2><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>75</i></b></span><b><i>Una primera hipótesis parte del supuesto de que es imposible la presencia conjunta de las nueve necesidades humanas fundamentales en la conciencia de una persona. Es probable, por ejemplo, que al emerger la necesidad de entendimiento, como sucede si intentamos leer lo que aquí está escrito, sólo esté presente ante nuestra conciencia dicha necesidad, y que los satisfactores vigentes en dicha situación acompañen y sean coherentes con dicha necesidad, es decir la atención, lectura y memoria.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>76</i></b></span><b><i>Sin embargo, si en este momento se produjera un temblor fuerte, nuestra conciencia se desplazaría de inmediato desde la necesidad de entendimiento a la necesidad de subsistencia, y consecuentemente, se introducirán satisfactores coherentes con esta última: preocupación, rapidez de reacciones y activación muscular. Al parecer, no es posible entonces que en mi conciencia puedan operar simultáneamente dos necesidades, ya que en el momento en el cual se introduce una nueva, la anterior necesidad es desplazada y regresa a su situación de virtualidad o potencialidad. Dicho de otro modo, en cada momento específico de mi existencia como ser humano sólo se encontrará una de las necesidades humanas fundamentales en estado de actualización, mientras las restantes se mantienen en situación de virtualidad. Una buena analogía es lo que ocurre con una caja de cambios que contiene cinco velocidades, pero sólo puede operar con una de ellas. No es posible la acción simultánea de todas las necesidades. Podría pensarse que algunos desórdenes mentales consistan en dicha simultaneidad.</i></b></p><h2 dir="ltr" id="heading9" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 1.636em 0px 0.545em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom2n2" id="tocto2n2" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Hipótesis del calidoscopio: la combinatoria singular</i></a></h2><div class="textandnotes" style="margin: 0px; padding: 0px; position: relative;"><ul class="sidenotes" style="list-style: square; margin: 0px; overflow: visible; padding: 0px; position: absolute; right: -12.5em; text-align: left; top: 0px; width: 11em;"><li style="background: none; color: #888888; font-size: 0.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.44; list-style-type: none; margin: 0.2em 0px 1.44em; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><span class="num">4</span> Este fue el caso del psiquiatra austriaco judío Viktor Frank quien fue internado en un campo de co <a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#ftn4" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">(...)</a></i></b></li></ul><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>77</i></b></span><b><i>La segunda hipótesis, contradice totalmente la primera hipótesis, ya que parte del supuesto de que es posible la presencia simultánea ante la conciencia de más de una de las nueve necesidades humanas fundamentales; esta visión es mucho más coherente con el concepto de sinergia que la anterior. Se puede también pensar que cada necesidad al instalarse en nuestra conciencia opera como la necesidad dominante, en una combinatoria peculiar y única con otras necesidades también presentes, pero en forma latente. La atención prestada en función de la necesidad de entendimiento a alguien que nos interesa afectivamente, por ejemplo, no es la misma que si no hay tal interés. Otro ejemplo de la presencia conjunta de dos tipos de necesidades, es el que se produce en una situación que activa radicalmente la necesidad de supervivencia, sin embargo, una persona con especial entrenamiento en investigación científica o en técnicas de meditación, puede mantener presente la necesidad de comprensión, e incluso de compasión hacia sus victimarios.<a class="footnotecall" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#ftn4" id="bodyftn4" style="color: #885505; font-size: 0.833em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; overflow-wrap: break-word; padding-left: 0.3em; text-decoration-line: none; vertical-align: top;">4</a></i></b></p></div><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>78</i></b></span><b><i>Asimismo, puede pensarse que cuando presto atención a alguien a quien le tengo afecto exista una combinación de la necesidad de entendimiento y de la necesidad de afecto, o de satisfactores coherentes con ambas: atención, memoria, búsqueda de fusión o de identificación, empatía, disposición corporal, coqueteo, etc. Esto no ocurre si escucho a alguien a quien no tengo afecto, donde posiblemente se producirá una combinación de entendimiento y de identidad, debido a que no buscaré la fusión con esa persona sino que más bien diferenciarme o distinguirme de ella.</i></b></p><h1 dir="ltr" id="heading10" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 2.166em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 0.923em 0px 0.461em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom1n8" id="tocto1n8" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Hipótesis del zoom: los primeros planos en un paisaje</i></a></h1><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>79</i></b></span><b><i>La tercera hipótesis, es complementaria de la segunda hipótesis, y es más bien una variación o ampliación de ésta. Parece conveniente destacar que existen contextos o situaciones que estimulan (satisfacen o actualizan) algunas necesidades y no otras. Por ejemplo, si uno se encuentra en una playa, descansando en una situación absolutamente perfecta desde el punto de vista del descanso, temperatura precisa para mi comodidad, sol y brisa apropiados para mi máximo deleite, paisaje natural y humano espectacular, etc., podemos pensar que están las condiciones para el despliegue óptimo de nuestra necesidad de ocio. En ese estado de relajación y modorra, las musas progresivamente llegan a visitarnos y a inspirarnos y comenzamos a divagar. Súbitamente, nuestro estómago produce un quiebre en esa situación y se hace patente ante nuestra conciencia, el hambre o la sed u otra demanda orgánica, que instala en ella, actualizando, nuestra necesidad de subsistencia. Como es obvio, la necesidad de ocio ha pasado a la condición de reserva; es posible que saciada la sed o el hambre, comience nuevamente a ocupar un primer plano en nuestra conciencia. Es posible que esa ausencia de la conciencia sólo sea temporal, ya que las condiciones, en este caso el estar en una playa, en verano, son actualizadores preferentes de nuestro ocio. Es posible que lo sean también de otras necesidades como participación o afecto, pero probablemente no de la libertad o de la protección, salvo que uno sea salvavidas.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>80</i></b></span><b><i>Por lo tanto, se puede pensar en esas necesidades como operando en un primer plano, del mismo modo como lo hace un lente zoom, que acerca un determinado detalle del paisaje, pero sin que el resto se modifique por ese acercamiento. El paisaje continúa siendo el mismo, lo que se ha modificado es mi relación, como observador, con ese paisaje. Se puede pensar que la conciencia opera con una suerte de efecto zoom en relación con nuestras necesidades, acerca una necesidad en particular, la cual se hace presente en la conciencia obnubilando todas las demás.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>81</i></b></span><b><i>Sin embargo si observamos con atención el funcionamiento de nuestras sensaciones, vemos que todos nuestros sentidos funcionan de esa manera, puesto que requerimos concentrar nuestra atención para ver un detalle que nos interesa o escuchar un sonido específico. Incluso el propio lenguaje tiene una forma de operación similar, ya que para poder denotar algo y establecer un significado respecto a ese algo, requiere establecer distinciones y para ello le da un nombre a ese algo, lo denomina.</i></b></p><h1 dir="ltr" id="heading11" style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 2.166em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.2; margin: 0.923em 0px 0.461em; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887#tocfrom1n9" id="tocto1n9" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Una pregunta final necesaria</i></a></h1><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>82</i></b></span><b><i>Una necesaria pregunta final sería: ¿por qué actualmente las personas creen experimentar diferencias tan grandes entre sí respecto a sus necesidades? Las discrepancias existentes entre las personas, sobre opiniones y valoraciones de la realidad (cosmovisiones), y en términos de la praxis resultantes (conductas y comportamientos), se deben no a un desencuentro respecto de las necesidades, sino a los satisfactores. Esto se debe a que éstos (propensión a su uso, distribución y proporcionalidad, etc.) están determinados por la matriz histórico-genética de cada persona (códigos culturales, familiares, regionales o locales, etc.), y por la influencia de la educación sistemática y refleja (marketing, publicidad, televisión, propaganda, adoctrinamiento, educación). Es decir, existe un completo condicionamiento socio-cultural de los satisfactores y consecuentemente una enorme diversidad en ese ámbito del sistema de necesidades. Mientras que, por el contrario, las necesidades están determinadas por nuestras características biológicas y mentales y son absolutamente universales, aunque el discurso ideológico sobre ellas haga creer otra cosa. De allí la posibilidad de encuentro en ese ámbito.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>83</i></b></span><b><i>Por tal razón podremos constatar, que mientras mayores sean las rigideces respecto a los satisfactores usados, mayor tenderá a ser la intolerancia de quienes se vean afectados por la crítica contenida en visiones discrepantes de las propias. Ejemplo de ello son las sociedades fundamentalistas, como el Irán de Khomeini o la Camboya del Pol Pot, u otras a lo largo de la historia humana. Frente a esas alternativas se abre una opción distinta, la de una sociedad en la cual se procure la diversificación e incremento de los satisfactores usados, donde exista una mayor pluralidad y variedad de las formas de resolver nuestras necesidades. Esto empieza a ser posible por los propios procesos de globalización que nos permiten conocer y aprender otras formas distintas de hacer las cosas respecto de aquellas a las cuales estamos acostumbrados. Los propios límites ambientales del crecimiento económico son un factor que favorece esta diversificación, pues nos obliga a buscar cómo desmaterializar los procesos económicos, y con ello disminuir el consumo de materias primas y productos industriales.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>84</i></b></span><b><i>En cada uno de estos tipos de sociedad los conceptos de pobreza y riqueza son distintos. En la sociedad consumista el concepto de pobreza dominante se relaciona con la cantidad y variedad de bienes disponibles. Es pobre quien carece o no tiene acceso a determinado tipo de bienes que son considerados imprescindibles para la existencia humana. Del mismo modo, son considerados ricos los que disponen de una gran cantidad y diversidad de esos bienes. Las sociedades con estas características, como las principales de Europa, en la cual los bienes son sobrevalorados, tienden a producir más bienes que los socialmente necesarios, generándose así una tendencia hacia el derroche y el despilfarro e incluso hacia la obsolescencia muy rápida de éstos. La economía se organiza y orienta hacia el productivismo extremo, donde lo que importa es producir la “necesidad” de nuevos bienes, generando así una permanente desvaloración de lo que ya se tiene, debido a la continua sustitución de un producto o modelo por otro nuevo.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>85</i></b></span><b><i>En la sociedad ascética las condiciones de escasez material conducen a valorar de un modo distinto las cosas. En ella, la pobreza está referida fundamentalmente hacia la dimensión espiritual, psíquica o mental. Se es rico en la medida en la cual se siente menos la pulsión de la necesidad: soy más rico en cuanto menos necesito, soy más pobre mientras más necesito. Es el grado de libertad que se experimenta frente a la necesidad lo que determina la situación de pobreza o riqueza. Una sociedad como ésta tiene evidentemente grandes méritos desde el punto de vista moral, pero a la vez grandes debilidades en otros planos, pues tiende a producir una suerte de sometimiento o conformismo frente a la realidad, además de limitar la calidad de las condiciones de vida.</i></b></p><p class="texte" dir="ltr" style="margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><span class="paranumber" style="color: #707070; display: block; left: -6em; position: absolute; text-align: justify; top: 0px; width: 6em;"><b><i>86</i></b></span><b><i>La nueva concepción de riqueza o pobreza que buscamos introducir tiene relación con el enriquecimiento en cantidad y calidad de los satisfactores utilizados. Lo anterior también incrementa los grados de libertad en la medida que ofrece alternativas variadas para dar cuenta de cada necesidad, pero asimismo amplía el rango de los universos posibles de construir y transitar en la experiencia humana. A ello puede ayudar la revisión crítica del debate acerca de las necesidades humanas desde la psicología humanista y, concretamente, desde el enfoque centrado en la persona.</i></b></p></div><a class="go-top" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#article-4887" style="background: url("../images/widgets.png") -69px -100px no-repeat; color: #885505; display: block; height: 15px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; position: absolute; right: 3.5em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-indent: -9999em; top: 2em; width: 15px; z-index: 9;"><b><i>Inicio de página</i></b></a></div><div class="section" id="bibliography" style="clear: left; font-size: 12px; margin: 3em 0px; padding: 0px; position: relative;"><h2 class="section" style="border-style: solid; border-width: 0px 0px 1px; clear: both; font-size: 12px; margin: 0px -10em 1.5em 0px; padding: 0px 10em 0px 0px;"><span class="text" style="color: grey; display: block; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.25em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.5; text-align: justify; text-transform: uppercase;"><i>BIBLIOGRAFÍA</i></span></h2><div class="text" style="clear: both; line-height: 1.5; margin: 3em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><div class="doi_box basic" style="border-bottom: 1px solid rgb(179, 179, 179); border-top: 1px solid rgb(179, 179, 179); margin: 0px 0px 8px; padding: 8px 0px;"><div class="doi_logo" style="background-image: url("../images/bilbo_sprite.png"); background-position: 0px 0px; background-repeat: no-repeat; float: left; height: 38px; margin: 0px; padding: 0px; width: 35px;"></div><div class="doi_pres" style="color: #3e3e3e; margin: 0px 0px 0px 43px; padding: 0px;"><b><i>Los DOI se añaden automáticamente a las referencias por Bilbo, la herramienta de anotación bibliográfica. Los usarios de aquellas instituciones quien susbriben a unos de nuestros pragramas OpenEdition Freemium pueden descargar las referencias bibliográficas para los cuales Bilbo encontró un DOI.</i></b></div></div><div class="formated_bibl_container all" id="bibl_all" style="left: auto; margin: -39px 0px 0px; padding: 0px; position: absolute; right: -55px; z-index: 1;"><div class="open_bibl all" style="background-image: url("../images/bilbo_sprite.png"); background-position: 0px -87px; background-repeat: no-repeat; cursor: pointer; float: right; height: 25px; margin: 0px 3px 0px 0px; padding: 0px; width: 21px;"></div></div><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Atkinson, J. W. (ed.) (1958), Motives in Fantasy, Action and Society, Van Nostrand Company Inc., Princeton.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Atelier Nord-Sud de méthodologie en analyse (1995), Bruselas.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>http://www.globenet.org/archives/web/2006/www.globenet.org/horizon-local/cultures/methofr.html</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Boltvinik, J. (1992), “Pobreza, naturaleza humana y necesidades” en América Latina: el reto de la pobreza. Características, evolución y perspectivas, PNUD, Bogotá.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Colectivo IOE (1988), “Las necesidades sociales: un debate necesario” en Documentación Social, Nº 71, abril–junio 1988, Madrid.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>De la Paloma, V.; Maeztu, R y Gargallo, P. “La economía y los conceptos básicos” en http://www.ecobachillerato.com/temaseco/temas/1laecono<br />mia.pdf consultado el 25 de mayo de 2006.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Doyal, L. y Dough, I. (1994), Teoría de las necesidades humanas, ICARIA/FUHEM, Barcelona.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Elizalde, A. (2004), “Ideología de la escasez” en López, Mario (ed.) Enciclopedia de Paz y Conflictos, U. de Granada, Granada.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>El Portal de la Educación Peruana, “Una nueva propuesta de Enseñanza-Aprendizaje. Aula de Economía Política y Gestión de Procesos Productivos y Empresariales” en: http://enfenix.webcindario.com/gestion/necesidh.phtml consultado el 25 de mayo de 2006.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Ver también “Sexto de primaria” http://quimicaintermedio.pe.tripod.com/sextodeprimaria/id10.html consultado el 25 de mayo de 2006.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Frankl, V. (1999), El hombre en busca del sentido, Ed. Paidós, Barcelona.</i></b></p><div class="formated_bibl_container" id="bibl_11" style="left: auto; margin: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: -55px; z-index: 1;"><div class="open_bibl" style="background-image: url("../images/bilbo_sprite.png"); background-position: 0px -51px; background-repeat: no-repeat; cursor: pointer; float: right; height: 17px; margin: 0px 3px 0px 0px; padding: 0px; width: 21px;"></div></div><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Hull, C.L. (1943), Principles of Behavior, Appleton Century, New York.<br />DOI : <a class="doi" href="http://dx.doi.org/10.1097/00005053-194504000-00026" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">10.1097/00005053-194504000-00026</a></i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>llich, I. (1996), “Necesidades” en Wolfang Sachs (ed.) Diccionario del Desarrollo. Una guía del conocimiento como poder, PRATEC, Lima.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Korman, A. (1974), The psychology of Motivation, Englewood Cliffs, Prentice Hall, NJ.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Maslow, A. (1975), Motivación y Personalidad, Sagitario, Barcelona.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>-Idem (1989), El hombre autorrealizado. Hacia una psicología del ser, Troquel S.A., Buenos Aires.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Mateos, P.M. (2002), “Teorías Motivacionales” en Palmero, F. Et alii (Coord.) Psicología de la Motivación y Emoción, McGraw-Hill, Madrid.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Max-Neef, M.; Elizalde, A. y Hopenhayn, M. (1986), Desarrollo a Escala Humana: una opción para el futuro, CEPAUR-Dag Hammarskjöld Foundation, Uppsala.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>McClelland, D. (1951), Personality, Wm. Sloane Associates, New York.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>-Idem (1961), The achieving society, Van Nostrand Company Inc., New Jersey.</i></b></p><div class="formated_bibl_container" id="bibl_20" style="left: auto; margin: 0px; padding: 0px; position: absolute; right: -55px; z-index: 1;"><div class="open_bibl" style="background-image: url("../images/bilbo_sprite.png"); background-position: 0px -51px; background-repeat: no-repeat; cursor: pointer; float: right; height: 17px; margin: 0px 3px 0px 0px; padding: 0px; width: 21px;"></div></div><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Murray H. A. et alii (1938), Explorations in personality, Oxford University Press, New York.<br />DOI : <a class="doi" href="http://dx.doi.org/10.1093/acprof:oso/9780195305067.001.0001" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">10.1093/acprof:oso/9780195305067.001.0001</a></i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Rodríguez Cabrero, G. (1994), “Prólogo a la edición española” en Len Doyal y Ian Dough, Teoría de las necesidades humanas, ICARIA/FUHEM, Barcelona.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Rogers, C. R. (1959), “A theory of therapy, personality, and interpersonal relationships, as developed in client-centered framework”, en S. Koch (ed), Psychology: A study o fa science (Vol. 3, pp.184-256)McGraw-Hill, New York.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Sen, A. (1987), The Standard of Living; the Tanner Lectures, Cambridge University Press, Cambridge.</i></b></p><p class="bibliographie" dir="ltr" style="direction: ltr; margin: 1em 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; position: relative;"><b><i>Wiggins, D. (1985), “Claims of Need” en Ted Honderich (comp.), en Moralitiy and Objectivity. A Tribute to J. L. Mackie, London.</i></b></p></div><a class="go-top" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#article-4887" style="background: url("../images/widgets.png") -69px -100px no-repeat; color: #885505; display: block; height: 15px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; position: absolute; right: -10em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-indent: -9999em; top: 0px; width: 15px; z-index: 9;"><b><i>Inicio de página</i></b></a></div><div class="section" id="notes" style="font-size: 12px; margin: 3em 0px; padding: 0px; position: relative;"><h2 class="section" style="border-style: solid; border-width: 0px 0px 1px; clear: both; font-size: 12px; margin: 0px -10em 1.5em 0px; padding: 0px 10em 0px 0px;"><span class="text" style="color: grey; display: block; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.25em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.5; text-align: justify; text-transform: uppercase;"><i>NOTAS</i></span></h2><p class="notebaspage" dir="ltr" style="direction: ltr; font-size: 0.916em; margin: 1.636em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a class="FootnoteSymbol" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#bodyftn1" id="ftn1" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; padding-right: 0.4em; text-decoration-line: none;">1</a> Seminario del Atelier Nord-Sud de méthodologie en analyse du Réseau Cultures, realizado en Bruselas en 1995. Ver resumen y conclusiones de dicho seminario en la página web: http://www.globenet.org/archives/web/2006/www.globenet.org/horizon-local/cultures/methofr.html. Consultada el 25 de mayo de 2006.</i></b></p><p class="notebaspage" dir="ltr" style="direction: ltr; font-size: 0.916em; margin: 1.636em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a class="FootnoteSymbol" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#bodyftn2" id="ftn2" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; padding-right: 0.4em; text-decoration-line: none;">2</a> El Centro de Alternativas de Desarrollo (CEPAUR) realizó, con el apoyo de la Fundación Dag Hammarsskjöld, durante un año y medio un trabajo esencialmente transdisciplinario de profesionales que involucró a investigadores de distintos países de América Latina. El producto de dicho trabajo fue la publicación en 1986 de un número especial de la revista Development Dialogue con el título Desarrollo a Escala Humana: una opción para el futuro. La propuesta contenida en dicha publicación buscaba ser un aporte para una filosofía del desarrollo y para una teoría de las necesidades humanas fundamentales.</i></b></p><p class="notebaspage" dir="ltr" style="direction: ltr; font-size: 0.916em; margin: 1.636em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a class="FootnoteSymbol" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#bodyftn3" id="ftn3" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; padding-right: 0.4em; text-decoration-line: none;">3</a> Esta última afirmación es absolutamente discutible, ya que en base a una metodología propuesta por estos autores se han realizado varios cientos de talleres, en que han participado varios miles de personas en diversos contextos culturales, trabajando a partir de la mencionada taxonomía. Los resultados obtenidos debieran ser una prueba más que suficiente de la validez que dichos conceptos tienen por lo menos para esos miles de personas.</i></b></p><p class="notebaspage" dir="ltr" style="direction: ltr; font-size: 0.916em; margin: 1.636em 0px 0px; overflow-wrap: break-word; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a class="FootnoteSymbol" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#bodyftn4" id="ftn4" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; padding-right: 0.4em; text-decoration-line: none;">4</a> Este fue el caso del psiquiatra austriaco judío Viktor Frank quien fue internado en un campo de concentración nazi. Allí imaginó que se encontraba realizando un estudio de campo sobre las técnicas de destrucción de la personalidad y de la corporeidad de los prisioneros, y de las estrategias de sobrevivencia psicológica y espiritual de éstos. Aplicó, en la medida que le fue posible, las metodologías de observación participante de los comportamientos de guardias y prisioneros y de entrevistas a éstos últimos. <span style="letter-spacing: -0.0102in;">Liberado del campo por la presión de organizaciones médicas internacionales, pudo elaborar el primer estudio científico sobre esta situación límite que publicó posteriormente en su libro </span><span style="letter-spacing: -0.0102in;">El hombre en busca del sentido.</span></i></b></p><a class="go-top" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#article-4887" style="background: url("../images/widgets.png") -69px -100px no-repeat; color: #885505; display: block; height: 15px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; position: absolute; right: -10em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-indent: -9999em; top: 0px; width: 15px; z-index: 9;"><b><i>Inicio de página</i></b></a></div><div class="section" id="quotation" style="font-size: 12px; margin: 3em 0px; padding: 0px; position: relative;"><h2 class="section" style="border-style: solid; border-width: 0px 0px 1px; clear: both; font-size: 12px; margin: 0px -10em 1.5em 0px; padding: 0px 10em 0px 0px;"><span class="text" style="color: grey; display: block; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.25em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.5; text-align: justify; text-transform: uppercase;"><i>PARA CITAR ESTE ARTÍCULO</i></span></h2><h3 style="font-size: 0.916em; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Referencia electrónica</i></h3><p style="font-size: 0.916em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Antonio <span class="familyName">Elizalde</span>, Manuel <span class="familyName">Martí Vilar</span> y Francisco <span class="familyName">Martínez Salvá</span>, <span dir="ltr">« Una revisión crítica del debate sobre las necesidades humanas desde el enfoque centrado en la persona »</span>, Polis [En línea], 15 | 2006, Publicado el <span dir="ltr">04 agosto 2012</span>, consultado el <span dir="ltr">08 octubre 2020</span>. <span dir="ltr">URL</span>: http://journals.openedition.org/polis/4887</i></b></p><a class="go-top" href="https://journals.openedition.org/polis/4887#article-4887" style="background: url("../images/widgets.png") -69px -100px no-repeat; color: #885505; display: block; height: 15px; overflow-wrap: break-word; overflow: hidden; position: absolute; right: -10em; text-align: justify; text-decoration-line: none; text-indent: -9999em; top: 0px; width: 15px; z-index: 9;"><b><i>Inicio de página</i></b></a></div><div class="section authors" id="authors" style="margin: 3em 0px; padding: 0px; position: relative;"><h2 class="section" style="border-style: solid; border-width: 0px 0px 1px; clear: both; font-size: 12px; margin: 0px -10em 1.5em 0px; padding: 0px 10em 0px 0px;"><span class="text" style="color: grey; display: block; font-family: Arial, sans-serif; font-size: 1.25em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: 1.5; text-align: justify; text-transform: uppercase;"><i>AUTORES</i></span></h2><h3 style="color: #666666; font-size: 0.916em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/235" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Antonio <span class="familyName">Elizalde</span></i></a></h3><span class="directionltr" style="direction: ltr; font-size: 12px;"><p class="descriptionauteur" dir="ltr" style="color: #666666; font-size: 0.916em; margin: 0px 0px 1.091em; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Rector de la Universidad Bolivariana, Chile. Email: <a href="mailto:aelizalde@ubolivariana.cl" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><span style="color: black;">aelizalde@ubolivariana.cl</span></a></i></b></p></span><h4 style="color: #333333; font-family: Georgia, serif; font-size: 1.093em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0.923em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Artículos del mismo autor</i></h4><ul class="documents" style="color: #666666; font-size: 0.916em; list-style: none; margin: 0px 0px 2.181em; padding: 0px;"><li class="directionltr" style="direction: ltr; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="title" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a dir="ltr" href="https://journals.openedition.org/polis/16014" hreflang="es" lang="es" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;" xml:lang="es">50 años y 50 números, un itinerario de coincidencias y búsquedas</a> <span class="fullText" style="color: #707070; font-size: 1em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;">[Texto completo]</span></i></b></div><div class="in" style="color: #707070; font-size: 1em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Publicado en Polis, <a href="https://journals.openedition.org/polis/13436" style="color: #707070; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">50 | 2018</a></i></b></div></li><li class="directionltr" style="direction: ltr; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="title" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a dir="ltr" href="https://journals.openedition.org/polis/10914" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><span lang="fr" xml:lang="fr">Las ciencias sociales y el desafío de la mercantilización del conocimiento</span></a> <span class="fullText" style="color: #707070; font-size: 1em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;">[Texto completo]</span></i></b></div><div class="in" style="color: #707070; font-size: 1em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Publicado en Polis, <a href="https://journals.openedition.org/polis/10909" style="color: #707070; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">41 | 2015</a></i></b></div></li><li class="directionltr" style="direction: ltr; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="title" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a dir="ltr" href="https://journals.openedition.org/polis/9669" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">Educación. Contextos sociales y propensión a aprender</a> <span class="fullText" style="color: #707070; font-size: 1em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;">[Texto completo]</span></i></b></div><div class="in" style="color: #707070; font-size: 1em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Publicado en Polis, <a href="https://journals.openedition.org/polis/9668" style="color: #707070; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">37 | 2014</a></i></b></div></li><li class="directionltr" style="direction: ltr; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="title" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a dir="ltr" href="https://journals.openedition.org/polis/9381" hreflang="fr" lang="fr" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;" xml:lang="fr">Sociedad Civil y democracia en América Latina: desafíos de participación y representación</a> <span class="fullText" style="color: #707070; font-size: 1em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;">[Texto completo]</span></i></b></div><div class="in" style="color: #707070; font-size: 1em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Publicado en Polis, <a href="https://journals.openedition.org/polis/9380" style="color: #707070; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">36 | 2013</a></i></b></div></li><li class="directionltr" style="direction: ltr; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="title" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a dir="ltr" href="https://journals.openedition.org/polis/9375" hreflang="fr" lang="fr" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;" xml:lang="fr">Migraciones sur-sur: paradojas globales y promesas locales</a> <span class="fullText" style="color: #707070; font-size: 1em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;">[Texto completo]</span></i></b></div><div class="in" style="color: #707070; font-size: 1em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Publicado en Polis, <a href="https://journals.openedition.org/polis/9087" style="color: #707070; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">35 | 2013</a></i></b></div></li><li class="directionltr" style="direction: ltr; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="title" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a dir="ltr" href="https://journals.openedition.org/polis/8717" hreflang="fr" lang="fr" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;" xml:lang="fr">Ruralidad y campesinado: ¿categorías en extinción o realidades en proceso de transformación?</a> <span class="fullText" style="color: #707070; font-size: 1em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;">[Texto completo]</span></i></b></div><div class="in" style="color: #707070; font-size: 1em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Publicado en Polis, <a href="https://journals.openedition.org/polis/8712" style="color: #707070; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">34 | 2013</a></i></b></div></li><li style="list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a class="more" href="https://journals.openedition.org/polis/235" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><b><i>Todos los textos...</i></b></a></li></ul><h3 style="color: #666666; font-size: 0.916em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4175" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Manuel <span class="familyName">Martí Vilar</span></i></a></h3><span class="directionltr" style="direction: ltr; font-size: 12px;"><p class="descriptionauteur" dir="ltr" style="color: #666666; font-size: 0.916em; margin: 0px 0px 1.091em; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Departamento de Psicología Básica. Universidad de Valencia, España. Email: <a href="mailto:famartin@correo.cop.es" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><span style="color: black;">famartin@correo.cop.es</span></a></i></b></p></span><h4 style="color: #333333; font-family: Georgia, serif; font-size: 1.093em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0.923em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Artículos del mismo autor</i></h4><ul class="documents" style="color: #666666; font-size: 0.916em; list-style: none; margin: 0px 0px 2.181em; padding: 0px;"><li class="directionltr" style="direction: ltr; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="title" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a dir="ltr" href="https://journals.openedition.org/polis/4161" hreflang="es" lang="es" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;" xml:lang="es">Responsabilidad social universitaria: acción aplicada de valoración del bienestar psicológico en personas adultas mayores institucionalizadas</a> <span class="fullText" style="color: #707070; font-size: 1em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;">[Texto completo]</span></i></b></div><div class="altertitle" lang="fr" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;" xml:lang="fr"><b><i>Responsabilité sociale universitaire: action appliquée à la mise en valeur du bien-être psychologique chez les personnes âgées institutionnalisées</i></b></div><div class="altertitle" lang="en" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;" xml:lang="en"><b><i>University’s social responsibility: applied action of valuation of psychological well-being in institutionalized elder people</i></b></div><div class="in" style="color: #707070; font-size: 1em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Publicado en Polis, <a href="https://journals.openedition.org/polis/4008" style="color: #707070; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">18 | 2007</a></i></b></div></li></ul><h3 style="color: #666666; font-size: 0.916em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><a href="https://journals.openedition.org/polis/4174" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><i>Francisco <span class="familyName">Martínez Salvá</span></i></a></h3><span class="directionltr" style="direction: ltr; font-size: 12px;"><p class="descriptionauteur" dir="ltr" style="color: #666666; font-size: 0.916em; margin: 0px 0px 1.091em; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación. Universidad de Valencia, España. Email: <a href="mailto:manuel.marti-vilar@uv.es" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;"><span style="color: black;">manuel.marti-vilar@uv.es</span></a></i></b></p></span><h4 style="color: #333333; font-family: Georgia, serif; font-size: 1.093em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal; margin: 0.923em 0px 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><i>Artículos del mismo autor</i></h4><ul class="documents" style="color: #666666; list-style: none; margin: 0px 0px 2.181em; padding: 0px;"><li class="directionltr" style="direction: ltr; font-size: 0.916em; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="title" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a dir="ltr" href="https://journals.openedition.org/polis/8107" hreflang="es" lang="es" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;" xml:lang="es">Procesos educativos en la enseñanza universitaria</a> <span class="fullText" style="color: #707070; font-size: 1em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;">[Texto completo]</span></i></b></div><div class="altertitle" lang="fr" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;" xml:lang="fr"><b><i>Les processus éducatifs dans l’enseignement universitaire</i></b></div><div class="altertitle" lang="en" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;" xml:lang="en"><b><i>Educational processes in university education</i></b></div><div class="in" style="color: #707070; font-size: 1em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Publicado en Polis, <a href="https://journals.openedition.org/polis/8075" style="color: #707070; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">1 | 2001</a></i></b></div></li><li class="directionltr" style="direction: ltr; font-size: 0.916em; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="title" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i><a dir="ltr" href="https://journals.openedition.org/polis/4161" hreflang="es" lang="es" style="color: #885505; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;" xml:lang="es">Responsabilidad social universitaria: acción aplicada de valoración del bienestar psicológico en personas adultas mayores institucionalizadas</a> <span class="fullText" style="color: #707070; font-size: 1em; font-stretch: normal; font-variant-east-asian: normal; font-variant-numeric: normal; line-height: normal;">[Texto completo]</span></i></b></div><div class="altertitle" lang="fr" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;" xml:lang="fr"><b><i>Responsabilité sociale universitaire: action appliquée à la mise en valeur du bien-être psychologique chez les personnes âgées institutionnalisées</i></b></div><div class="altertitle" lang="en" style="margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;" xml:lang="en"><b><i>University’s social responsibility: applied action of valuation of psychological well-being in institutionalized elder people</i></b></div><div class="in" style="color: #707070; font-size: 1em; margin: 0px; padding: 0px; text-align: justify;"><b><i>Publicado en Polis, <a href="https://journals.openedition.org/polis/4008" style="color: #707070; overflow-wrap: break-word; text-decoration-line: none;">18 | 2007</a></i></b></div></li><li class="directionltr" style="direction: ltr; list-style: none; margin: 1.091em 0px 0px; padding: 0px;"><div class="in" style="color: #707070; margin: 0px; padding: 0px;"><span style="font-size: 1em;">V</span><span style="font-size: large;"><b><i><a href="https://journals.openedition.org/polis/4887">VER AQUÍ</a></i></b></span></div></li></ul></div></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-92226280299471202852020-09-25T14:05:00.001-07:002020-09-25T14:05:14.816-07:00MACROECONOMÍA: BREVE HISTORIA Y CONCEPTOS BÁSICOS Félix Jiménez <p style="text-align: justify;"><b><i> </i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i>MACROECONOMÍA: BREVE HISTORIA Y
CONCEPTOS BÁSICOS </i></b></p><p style="text-align: center;"><b><i>Félix Jiménez </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>RESUMEN </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>Este ensayo es una introducción a la macroeconomía. Empieza con una breve
historia de esta rama de la ciencia económica desde los aportes de Petty, Cantillón y
Hume, la contribución de los clásicos, neoclásicos, keynesianos y monetaristas, hasta las
propuestas recientes de los autores de la denominada Nueva Macroeconomía “Clásica”.
Además, contiene una revisión de conceptos y variables macroeconómicas básicas, y de
otros conceptos vinculados a la metodología de los modelos. Se discute la diferencia entre
el análisis estático y dinámico, al mismo tiempo que se explica la importancia del
principio de correspondencia para efectos de la estática comparativa.
ABSTRACT
This essay is an introduction to macroeconomics. It starts with a brief history of
this branch of economic science from Petty, Cantillon and Hume contributions until the
recent propositions of the so-called New “Classical” Macroeconomics. Certainly, it is also
analyzed the classic, neoclassic, keynesian and monetarist contributions to
macroeconomics analysis. Moreover, it contains a quick presentation of basic
macroeconomic concepts and variables, and others associated to model techniques. The
static analysis is distinguished from dynamics, and at the same time it is explained the
importance of principle of correspondence for comparative static</i></b>.</p><p style="text-align: justify;"><b><i>1. INTRODUCCIÓN </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>La Macroeconomía es una rama de la teoría económica que estudia el
comportamiento de la economía como un todo. Por esta razón, su nacimiento coincide con el
de la propia ciencia económica. Pero, además, la macroeconomía incorpora como parte de su
objeto de estudio el análisis de los efectos de las políticas gubernamentales en las variables:
producción, nivel de empleo, inflación, déficit comercial, etc.
La Macroeconomía estudia el comportamiento de la economía en su conjunto a partir del
examen de la evolución de variables económicas agregadas, como el producto, el consumo,
la inversión, el nivel general de precios, el empleo, etc. y de sus relaciones, así como los
efectos de las políticas gubernamentales sobre estas variables.
La Microeconomía, a diferencia de la Macroeconomía, es una rama de la ciencia
económica de menor edad. Conocida también como teoría Neoclásica, la Microeconomía se
desarrolla recién en las últimas décadas del siglo XIX teniendo como objetivo el análisis de
las preferencias y decisiones de los consumidores, del comportamiento de las empresas en el
proceso de asignación de factores productivos dados y de la determinación de los precios y la
distribución. Así la Microeconomía deviene en una rama de la ciencia económica que estudia
la producción y los precios en mercados individuales específicos. Esta nueva rama de la
ciencia económica no resuelve, sin embargo, dos problemas inherentes a su lógica interna. En
primer lugar, la relación entre el equilibrio parcial y el equilibrio general, si en los mercados
existen bienes sustitutos y los cambios en la demanda dan lugar a cambios en los costos de
producción, es decir, en la oferta. Y, en segundo lugar, el equilibrio de la firma en el largo
plazo bajo el supuesto de que esta opera con una función de producción homogénea de grado
uno, es decir, con rendimientos constantes a escala. </i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i> * Este ensayo constituye el primer capítulo de un texto inédito de macroeconomía. Agradezco
la excelente asistencia de Yolanda Chenet y Javier Kapsoli. Asimismo, agradezco al Jefe del
Departamento de Economía que hizo posible que la universidad me otorgara un semestre
sabático para concluir con el texto.</i></b></p><p style="text-align: justify;"><b><i>IR A LA FUENTE ORIGINAL <a href="http://www.pucp.edu.pe/economia/pdf/DDD171.pdf https://core.ac.uk/download/pdf/6238679.pdf">AQUÍ</a></i></b></p>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-69906752619337734302020-09-25T13:51:00.001-07:002020-09-25T13:51:48.888-07:00EPISTEMOLOGÍA DE LA TEORÍA ECONOMICA: LA ESTRUCTURA LÓGICA DE LA TEORÍA GENERAL DE KEYNES<a href="https://josedcortezhonorio.blogspot.com/2018/08/la-estructura-logica-de-la-teoria.html?spref=bl">EPISTEMOLOGÍA DE LA TEORÍA ECONOMICA: LA ESTRUCTURA LÓGICA DE LA TEORÍA GENERAL DE KEYNES</a>: LA ESTRUCTURA LÓGICA DE LA TEORÍA GENERAL DE KEYNES Carlo Benetti* * Universidad París X - Nanterre El autor agradece a Jean Cartel...Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-81976035884821720252020-09-25T05:53:00.004-07:002020-09-25T13:43:43.313-07:00LA ESTRUCTURA LÓGICA DE LA TEORÍA GENERAL DE KEYNES Carlo Benetti<p> </p><h2 style="background-color: white; color: navy; font-family: verdana, arial; font-size: 19.04px; font-weight: normal; margin: 0px;" xmlns=""><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_serial&pid=0121-4772&lng=en&nrm=iso">Cuadernos de Economía</a></h2><h2 id="printISSN" style="background-color: white; color: navy; font-family: verdana, arial; font-size: 12.24px; font-weight: normal; margin: 0px;" xmlns=""><span style="color: #0000a0;"><em>Print version</em> ISSN </span>0121-4772<br /><span style="color: #0000a0;"><em>On-line version</em> ISSN </span>2248-4337<br /></h2><h3 style="background-color: white; color: maroon; font-family: times; font-size: 14.96px;" xmlns="">Cuad. Econ. vol.19 no.33 Bogotá July/Dec. 2000</h3><h4 id="doi" style="background-color: white; color: maroon; font-family: verdana, arial; font-size: 10.88px; font-weight: normal; margin: 0px;" xmlns=""> </h4><div class="index,es" style="background-color: white; font-family: verdana, arial;" xmlns=""><span style="font-family: Verdana; font-size: small;"><p align="center" style="font-size: 15.52px;"><b>LA ESTRUCTURA LÓGICA DE LA <i>TEORÍA GENERAL </i>DE KEYNES</b></p></span><span style="font-family: Verdana;"><p align="right" style="font-size: 12.61px;"><b>Carlo Benetti*</b></p><p style="font-size: 12.61px;">* Universidad París X - Nanterre El autor agradece a Jean Cartelier, Ghislain Deleplace, Michel De Vroey y Amaine Rebeyrol por sus valiosos comentarios. Este ensayo se publicó originalmente en <i>Cahiers d' économie politique</i> 30-31. Traducción de José Félix Cataño con autorización del autor y de los editores.</p><hr style="font-size: 13.6px;" /><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Resumen</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><i><b>El objetivo de este artículo es la construcción de la teoría de Keynes, concebida como una estructura compuesta por tres modelos generales y de base que se deducen unos de otros. Se muestra que la ley de Say, a la que se opone Keynes, se puede formalizar por medio de un modelo "recursivo por la oferta". La crítica de Keynes conduce a un modelo diferente: "uno no walrasiano y de interdependencia general" que no admite la critica del ajuste al equilibrio de pleno empleo. Es un modelo de referencia a partir del cual, en una tercera etapa, se obtiene el modelo keynesiano propiamente dicho, que admite al menos un equilibrio con desempleo involuntario en condiciones de flexibilidad de salarios y de precios. Este estudio muestra tanto la coherencia de la construcción de la teoría de Keynes como los limites de su "herejía" teórica.</b></i></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Abstract</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><i><b>In this paper we study the construetion of Keynes' theory, conceived as a structure composed by three general and basic models, which are deduced ones from the others. We show that Say's law as criticized by Keynes can be formalized by means of a "recursive supply" modelo Keynes' criticism leads to a different model, a "non -wal rasian and general interdepedence" one, which does not allow to criticize the adjustement to a full employment equilibrium. lt is used by Keynes as a basic model from which, in a third stage, he obtains the keynesian model, defined as the model which admits at Ieast one involuntary unemployment equilibrium with flexibility of wages and priees. We conclude that the construction of Keynes' theory is logically coherent and we show the limitations of his theoretical "heresy".</b></i></p><hr style="font-size: 13.6px; text-align: justify;" /><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><b><i>INTRODUCCIÓN</i></b></span></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>1. El objeto de este artículo es la construcción de la teoría de Keynes, considerada como una estructura compuesta por modelos diferentes, generales y de base, que se deducen unos de otros. Este método, que llamaremos 'lógico', es compatible con nuestro principal objetivo: la comprensión de una teoria tan singular como la "herejía" keynesiana [1934, 489]. Los resultados de los enfoques históricos, que tratan cuestiones de génesis y del método analítico no son satisfactorios. El amplio debate generado por la teoría de Keynes ha hecho creer que esta teoría ha alcanzado una formulación coherente y que se tiene bien identificado el alcance de las diferentes hipótesis utilizadas. Sin embargo, no está de más revisar de tal estructura analítica, ya que si encontramos alguna incoherencia podríamos mejorar el modelo, aun sin lograr grandes avances en comprensión.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>El mismo Keynes aporta una justificación: "La economía es una ciencia que piensa en términos de modelos, y es el arte de escoger los modelos relevantes en el mundo contemporáneo" [1938, 296). La segunda parte de esta definición se refiere a la teoría dominante cuya crítica es el punto de partida obligado de todo enfoque que pretenda ser heterodoxo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Para Keynes la debilidad de la teoría neoclásica no está en su consistencia lógica, sino en "la falta de claridad y de generalidad de sus premisas" [1936, p. XXl, traducción corregida]. El resto se deduce. Al cambiar ciertas hipótesis del modelo neoclásico configuramos un modelo diferente pero que no permite la critica del ajuste al equilibrio de pleno empleo.Este último cumple el papel de modelo de referencia a partir del cual, en una tercera etapa, se consigue un modelo ke nesiano propiamente dicho. Así que la comprensión de la teoría de Keyne requiere responder estas preguntas:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>i) ¿Cuál es el modelo de referencia al que se opone?</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>ii) ¿Cuál es el modelo de referencia adoptado por Keynes?</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>iii) ¿Cuál es el modelo keynesiano, el deducido del modelo de referencia, que concluye en la posibilidad de equilibrios con desempleo in oluntario en una economía con precios y salarios flexibles?</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Al menos en parte, estas son las mismas preguntas que formula Hícks en el artículo de 1937 y que resuelve con los tres modelos que exponemos en el Anexo <sup><a name="nr1a"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#1a">1</a></sup>.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>2. La dificultad de hacer un estudio de la teoría keynesiana desde el punto de vista lógico -que es una de las mayores justificaciones- es que Keynes no presenta de forma explícita ni el modelo de referencia de la teoría a la que se opone, ni la teoría que propone. Sin embargo provee todos los elementos que se necesitan para deducirlos. El resultado muestra la consistencia del enfoque de Keynes y los límites de su "herejía" teórica.<sup><a name="nr1"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#1">1</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Con este método no examinamos los aspectos especificas de la teoría de Keynes -de sus contribuciones más importantes– sino que nos dedicamos al estudio lógico de la teoría en conjunto para definir un marco de referencia que permita realizar análisis particulares.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En suma, las principales etapas del método que seguimos comienza con la exposición y la crítica de la ley de Say y de los dos postulados fundamentales de la economía clásica' para avanzar en la búsqueda de los dos modelos de referencia, el neoclásico y el keynesiano. De aquí se puede deducir el modelo de referencia que Keynes asigna a la teoría dominante (el modelo de la ley de Sayo recursivo por la oferta) y el modelo de referencia que él adopta (el modelo no walrasiano de interdependencia general),espectivamente. Sobre esta base se de arrolla la teoría de la demanda global. Al contrario de cierta tradición, no se llega a un modelo recursivo por la demanda sino a modelos originales de interdependencia que admiten equilibrios con desempleo involuntario. Posteriormente presentamos la noción de equilibrio keynesiano. La respuesta a las tres preguntas planteadas en la sección anterior es la siguiente: que la teoría de Keynes se construye en oposición a un modelo recursivo por la oferta, y el resultado es un modelo no walrasiano de interdependencia general, a partir del cual se derivan los modelos keynesianos de determinación del equilibrio con desempleo involuntario. En la última sección sacamos algunas conclusiones generales. En los dos Anexos presentamos una discusión de la interpretación de Hicks y de algunas afirmaciones usuales que consideramos inexactas.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Como se podrá notar, nuestro objeto no es el pensamiento o "la economía de Keynes" propiamente dicha [Cartelier 1995] sino la parte que se expone en la Teoría General y que identificaremos, con un poco de abuso, como la teoría de Keynes,</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><b><i>LA REFERENCIA DE LA TEORÍA CLÁSICA: MODELO RECURSIVO POR LA OFERTA O LEY DE SAY</i></b></span></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>3. Keynes no presenta de manera explicita la teoría neoclásica, aunque la identifica claramente de acuerdo a us características principales pues él mismo afirmó "según mi leal saber y entender" [1936, 18]. Se trata de la teoría que cumple la ley de Say, y que reposa sobre dos postulados fundamentales acerca del mercado de trabajo. Como lo veremos se trata de las dos caras de la misma moneda ya que cada propiedad implica la otra.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En los siguientes pasajes Keynes presenta su interpretación de la ley de Say:</i></b></p><blockquote style="font-size: 13.6px;"><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Que la oferta crea su propia demanda en el sentido de que el precio de la demanda global es igual al precio de la oferta global para cualquier nivel de producción y de ocupación [1936, 31], Y en la teoría clásica, de acuerdo con la cual [la demanda global es igual a la oferta global] para todos los valores de N, la cantidad de ocupación está en equilibrio neutral en todos los casos en que sea inferior al máximo, de manera que puede esperarse que la fuerza de la competencia entre los empresarios lo eleve hasta dicho valor máximo. Sólo en este punto, según la teoría clásica, puede existir equilibrio estable [1936,37].</i></b></p></blockquote><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>El punto central es que la idea de que "la oferta crea su propia demanda" no tiene sentido en el modelo macroeconómico con mercados interdependientes, donde la oferta crea la demanda, y la demanda crea la oferta. Esa propiedad sólo se verifica en un modelo macro económico donde la oferta global pueda determinarse de manera independiente y previa a la demanda global.El equilibrio general se obtiene por medio de la adaptación de esta última a la oferta global predeterminada. Para construir ese modelo se parte de un modelo macroeconómico de interdependencia, se sustraen las ecuaciones de la oferta global de la interdependencia general, y la oferta y la demanda de trabajo deben depender únicamente del salario real. Las ecuaciones del mercado de trabajo y la función producción forman un subsistema qu puede aislar del resto pues la solución es independiente de los otros parámetros y de las otras ecuaciones a las que ella se impone. Lo llamamos el "subsistema de la oferta global". Para resolver el sistema completo hay que ir por partes de manera secuencial. Primero, el sub ist ma dela oferta determina el salario real, el empleo y la oferta d quilibrio. En segundo lugar estos valores se introducen en el subsistema compuesto de las ecuaciones de la demanda global–el subsistema de la demanda– cuya única función es determinar las otras variables de manera que la demanda global sea igual a la oferta global predeterminada.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Llamarerno "recursivo por la oferta" al modelo de referencia de la teoría a la cual se opone Keynes. Este modelo es la formalización de la ley de ay en el entido keynesiano.<sup><a name="nr2"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#2">2</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>i) na característica importante del modelo de la ley de Say es que es un modelo general, una representación de la economía en conjunto cuyo resultado esencial se consigue por medio de un análisis de "equilibrio parcial" limitado al mercado de trabajo. La condición de este tipo d análisis no es el hecho de que las variables relativas a los otros mercados estén fijas sino el hecho de la recursividad por la oferta, en virtud de la cual estas variables se ajustan automáticamente a la solución parcial del subsistema de la oferta.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>ii) El enunciado de que "la oferta crea su propia demanda cualquiera que sea el nivel de empleo" no es inteligible sino en el modelo recursivo por la oferta donde, contrariamente a los modelos de interdependencia, todo nivel de producción determinado por el subsistema de la oferta se impone al subsistema de la demanda. Así, la demanda global no puede ser diferente de la oferta global.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>iii) En un modelo recursivo por la oferta la única causa del desempleo involuntario es la ausencia de ajuste del salario real.Es esa precisamente la teoría de Pigou que Keynes presenta y crítica en el Anexo del capítulo 19 de la Teoria General. "El profesor Pigou concluye que la desocupación se debe primordialmente a una política de salarios que no se ajusta lo bastante por sí misma a los cambios en la función de demanda real de mano de obra" [1936, 246].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>iv) A menudo la ley de Say se identifica con el reflujo a las empresas de la integridad del ingreso que ellas ya han distribuido. De ahí procede la crítica basada en la posesión de saldos en dinero, formulado por Marx y retomada por Keynes cuando este último afirma que "un acto de ahorro individual significa -por decirlo así- el propósito de no comer hoy, pero no supone la necesidad de tomar una decisión de comer o comprar un par de botas dentro de una semana o de un año o de consumir cualquier cosa concreta en fecha alguna determinada. [La situación sería diferente] si el ahorro consistiera no sólo en abstenerse de consumir en el presente, sino en situar simultáneamente una orden específica de consumo posterior" [1936,188].<sup><a name="nr3"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#3">3</a></sup> Este argumento es ambiguo. En cuanto a los flujos el enunciado "la oferta crea la demanda" no puede criticarse válidamente haciendo intervenir un acervo. En segundo lugar, la condición de reflujo es demasiado general porque pertenece al concepto de equilibrio, cualquiera que sea el modelo usado, y sea recursivo por la oferta (la oferta de equilibrio crea su demanda) o ya sea de interdependencia (la oferta y la demanda de equilibrio se determinan simultáneamente). Si la recursividad por la oferta implica el reflujo en el sentido mencionado antes, la proposición inversa no es cierta: la ley de Say es la condición suficiente del reflujo, pero no es condición necesaria a la inversa: el reflujo es condición necesaria pero no suficiente de la ley de Say.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>4. El resultad es exactamente el mismo que se obtiene si partimos de la teoría neoclásica del empleo. Keynes notaba que "la teoría fundamental [acerca de las fluctuaciones de empleo] en que descansa […] se ha creído tan sencilla y evidente que no habría caso para mencionarla".Ella descansa en dos postulados fundamentales: el salario es igual al producto marginal del trabajo, y la utilidad del salario, cuand e u a d terminado volumen de trabajo, es igual a la desutilidad marginal de ese mismo volwnen de ocupación [1936, 17].<sup><a name="nr4"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#4">4</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En un sistema de interdependencia donde ningún subconjunto de mercado e privilegia en detrimento de otros, estas dos condiciones no erían 'fundamentales' o no más importantes que las condiciones de las funciones de oferta y de demanda de las otras mercancías. Deducimos que la teoría a la que e opone Keynes no es la versión macroeconórnica de un esquema de interdependencia general.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La condiciones de las funciones de oferta y demanda de trabajo sólo son fundamentales en modelos donde estas dos funciones determinan la variable central del sistema. e trata ciertamente del nivel de empleo. ya vimos que este resultado sólo se consigue en un modelo recursivo por la ferta.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>5. El modelo de la ley de Say e escribe como sigue:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>EL subsistema de la oferta está compuesto por cuatro ecuaciones, a saber:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e2"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e2.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[1]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e3"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e3.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[2]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e4"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e4.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[3]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e5"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e5.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[4]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>las cuales determinan las cuatro incógnitas w/p, N<sup>s</sup> N<sup>d</sup>, e Y.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>El subsistema de la demanda está compuesto por cuatro ecuaciones: dos funciones y dos condiciones de equilibrio cuyo papel es cundario. Se puede usar la presentación (que se volvió) estándar:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e6"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e6.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[5]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e7"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e7.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[6]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e8"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e8.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[7]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e9"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e9.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[8]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>conociendo Y y ,podemos resolver estas cuatro ecuaciones y encontrar las cuatro incógnitas C,I, r y p.<sup><a name="nr5"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#5">5</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Esta forma del modelo clásico puede sorprender. Las ecuaciones [5] a [8] resumen la teoría de la demanda de la síntesis neoclásica, a la que contribuyó, de manera decisiva, la obra de Keynes. El hecho de atribuírsela a los economistas clásicos, a los que Keynes se opone, e un anacronismo evidente (§24). Este defecto que es intolerable en hi toria del análisis, es aceptable desde nuestra perspectiva ya que permite hacer una presentación unificada del encadenamiento de los tres modelos constitutivos de la teoría de Keynes, sin afectar la argumentación.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>6. Es verdaderamente admirable la perspicacia de Keynes en cuanto a la comprensión de la estructura del modelo neoclásico básico. La recursividad por la oferta no es una característica propia de la ortodoxia en la época de Keynes. La encontramos en la mayoría delas versione contemporáneas del modelo macroeconómico neoclásico de base, lo que es aún más sobresaliente tras considerar los decenios de triunfo indiscutible de la teoría del equilibrio general que ha impuesto la concepción de la econonúa en términos de interdependencia general.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Curiosamente, la primera presentación clara del modelo clásico está en la obra de Patinkin, quien defendió con gran vigor la construcción de la macroeconomía en el espíritu de la interdependencia general. u opinión sobre la ley de Say es extraña. En la primera parte de su libro la Microeconomía, critica ampliamente la ley de Say vista por Lange. Sin embargo, el modelo macroeconómico de base que propone en la segunda parte, se apoya en la ley de Say tal como era vista por Keynes.<sup><a name="nr6"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#6">6</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En la actualidadela recursividad por la oferta se considera como una pr piedad vidente por lo que no necesita justificación. La obra de arg nt es un caso ejemplar: la recursividad del modelo clásico es una característica tan "peculiar e importante" como misteriosa [1987, 22].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>7. La quivalencia entre la ley de Say y los modelos recursivos por la ferta que acabamo de establecer, permite revisar la crítica keynesiana a la teoría d neoclásica de la tasa de interés. Es un punto crucial en tanto ta variable es la que ajusta la igualdad de la inversión y el ahorro, e mplemento necesario de la ley de Say (§25). Así, no debe sorprender que Keyne sitúe en este mismo punto "el error fatal" de la teoría ortodoxa y su principal desacuerdo ya que conduce a una determinación de la demanda efectiva y el empleo, de donde se sacan "conclusiones que […] parecen ser inaceptables" [1934, 489].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La critica qu se desarrolla en el capítulo 14 de la Teoría General trata de que si el ahorro es función de la tasa de interés y el ingreso, existen tanta ta a de interés de equilibrio como niveles posibles de ingreso, de donde surge la indeterminación de la tasa de interés de equilibrio. Garegnani critica esta visión explicando que en la teoría neoclásica sólo existe un nivel de equilibrio del ingreso (compatible con el pleno empleo) y, por lo tanto, una única tasa de interés de equilibrio. él lleva la crítica a la relación funcional monótona y decreciente entre la inversión y la tasa de interés, invalidadas en el caso general, como lo mostó el debate de la reversión de técnicas [Garegnani 1964 y 1965].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La crítica keynesiana –y con ella la de Garegnani– es dudosa. Como vimos en el modelo de la ley de Say el modelo recursivo por la oferta, todo depende de la condición del salario real:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>i) El ingreso de pleno empleo invocado por Garegnani sólo se consigue si se supone la flexibilidad del salario real. Si éste es rigido a la baja, el ingreso se estabiliza en un nivel menor al prevaleciente. Por lo tanto Keynes tiene razón por considerar este caso, y aún más porque refleja la posición dominante a la que se opone.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>ii) in embargo, está equivocado al inferir que la tasa de interés queda indeterminada. Para cada nivel de salario real el subsistema de la oferta determina un nivel de empleo y de producción. Y la tasa de interés se determinará resolviendo el subsistema de la demanda.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En realidad, el razonamiento de Keynes es el siguiente: considerando un desplazamiento de "la curva de la demanda del capital" concluye que la teoría neoclásica no puede determinar la nueva tasa de interés de equilibrio a menos que suponga constante el nivel del ingreso. Sin embargo, "esta es una teoría absurda" porque el ingreso cambia "con el resultado de que todo el esquema basado en la hipótesis de un ingreso dado se derrumba" [1936, 161].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En verdad, lo que nos parece que "no tiene sentido" es el razonamiento de Keynes, debido a la disyuntiva entre los siguientes razonamientos:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>i) el desplazamiento de la "curva de demanda del capital" se acompaña del desplazamiento de la curva de demanda de trabajo, si por ejemplo, el origen del primero es un cambio técnico. El nivel del ingreso determinado por el subsistema de la oferta cambia, y las ecuaciones del subsistema de la demanda determinan la nueva tasa de interés de equilibrio. Así, el ingreso cambia y, sin embargo, la tasa de interés no queda indeterminada.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>ii) la curva de demanda de trabajo no se desplaza, el ingreso permanece inalterado y la tasa de interés se fija tal como dice Keynes. Pero en este caso el ingreso constante no resulta de una "hipótesis" –como pretende– sino que se deduce correctamente del funcionamiento del modelo recursivo por la oferta.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Estas debilidades de la crítica a la teoría de la tasa de interés son más sorprendentes cuando sabemos que se trata de la ley de Say, que presenta Keynes de forma clara en los capítulos 2 y 3 de la Teoría General. Es fácil ver que los argumentos del capítulo 14 contradicen los de los capítulos 2 y 3. Si la oferta crea su propia demanda de manera que oferta y demanda global se igualan, cualquiera que sea el nivel del ingreso y de empleo, no se puede pretender que la teoría deje indeterminada la tasa de interés, que es –como admite Keynes– la variable por la cual la demanda global iguala la oferta global. No se puede sostener que la tasa de interés de equilibrio está determinada sólo para un nivel de ingreso dado cuando se desplaza la curva de demanda de capital, y a la vez afirmar que la igualdad entre demanda y oferta global e tablecida por la ley de Say se cumple para cualquier ni el del ingreso.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><b><i>LA REFERENCIA DE LA TEORÍA KEYNESIANA: UN MODELO NO WALRASIANO DE INTERDEPENDENCIA GENERAL</i></b></span></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>8.Al principio de la Teoría General la oposición de Keynes a la teoría d rninante toma la f rma d aceptación del primero y rechazo del segundo de los dos 'postulado fundamentales' de la teoría neoclásica del empleo (§4). sta visión es central en la construcción de la teoría de Keynes (§9) a pesar de la falta de claridad de esta forma de planteamiento.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>a) El desempleo involuntario de equilibrio es definido para un salario real que es igual a la productividad marginal del trabajo, y superior a la de utilidad marginal del trabajo que corresponde al nivel de empleo Nˆ<N<sup>s</sup>. Esta situación es extraña, ya que significa que las empresa están de acuerdo en pagar a los obreros más de lo que éstos estarían di puestos a aceptar para realizar la cantidad de trabajo Nˆ. En resumen es el "lado largo" del mercado el que fija el precio.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>nos parece que el origen de esta idea es la teoría de Marshall del ajuste competitivo. La cantidad de una mercancía producida y ofrecida en el mercado se considera dada. Dependiendo de sí el precio de demanda –que es igual al precio de mercado– es superior o inferior al precio de oferta, la cantidad ofrecida aumenta o disminuye.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Aplicando este esquema al mercado de trabajo nos da que al nivel de empleo inferior al pleno empleo corresponde un salario real o precio de demanda de trabajo (igual a la productividad marginal del trabajo) superior a su precio de oferta (igual a la desutilidad marginal del trabajo).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Podemos admitir que el precio de la demanda fija el precio de mercado en un esquema de tanteo marshalliano, donde se trata de confrontar las 'di posiciones" de compradores y de vendedores para determinar su compatibilidad. Por el contrario, no nos parece posible definir en el marco de ese mismo análisis, una situación de equilibrio con desempleo involuntario. No vemos razones por las que las empresas aceptarían pagar la cantidad de trabajo de Nˆ a un salario real uperior al que los obreros están dispuestos aceptar a cambio de esta misma cantidad de trabajo. Si se excluye una prohibición absoluta de modificar el salario real, estando los empleados de acuerdo y las empresas tienen interés en ello, es razonable considerar que el salario real puede situarse en cualquier nivel entre el precio de demanda y la des utilidad marginal del trabajo correspondiente al nivel de empleo Nˆ</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>i) Las empresas ya no están sobre su curva de demanda de trabajo. Eso es normal ya que el exceso de oferta "nocional" en el mercado de trabajo les permite conseguir la cantidad de trabajo que desean (NA) a un precio más bajo que el asociado a su beneficio 'competitivo' (aquel al cual ellas se debieran contentar sí el mercado de trabajo estuviese equilibrado al nivel de empleo Nˆ).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>ii) Al permanecer inalterado el nivel de empleo Nˆ el desempleo involuntario depende del salario real y se transforma en de empleo voluntario cuando este último es igual a la desutilidad marginal del trabajo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Así llegamos a una situación que contradicen punto por punto el argumento de Keynes sobre los "dos postulados de la economía clásica". Esto equivale a decir que el concepto de de empleo involuntario deducido de la discusión de estos dos postulados es ambiguo: no es claro sino cuando se trata de una situación de desequilibrio (que es inutilizable por Keynes) mientras que pierde toda la pertinencia en el equilibrio (éste es precisamente el único caso interesante para Keynes). Veremo que e ta crítica no pu de ser dirigida al desempleo involuntario de equilibrio tal como aparece en el modelo keynesiano de interdependencia (§20 a §22).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>b) Hay que aceptar ambos postulados si un "volumen determinado de trabajo empleado" es de equilibrio,. Por fuera del equilibrio lo ag nte no están "sobre sus curvas" y para las empresas no se cumple el primer postulado. Nos parece que la única razón para aceptar el primer postulado y rechazar el segundo, es que limita el análisis a los casos de exceso de oferta de trabajo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Al rechazar el segundo postulado, Keynes parece rechazar la función de oferta de trabajo, en tanto su "objeción más importante" es que los contratos de trabajo se pacten en el salario nominal, y porque "los obreros en un conjunto no pueden disponer de un medio que les permita hacer coincidir el equivalente del nivel general de salarios nominales en artículos para asalariados, con la desutilidad marginal del volumen de ocupación existente" [1936, 23-24]. Pero si uno adopta esta interpretación ya no es posible concebir o medir el desempleo involuntario. volvemos a la misma conclusión: cuando Keynes rechaza el segundo postulado, pretende no limitar el análisis a las situaciones d de lo breros están 'sobre' la curva de oferta.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>9. Keynes no presenta su propio modelo de referencia. Pero su crítica al modelo neoclásico permite deducirlo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>El rechazo del segundo postulado conduce a la desactivación de la función de oferta de trabajo (en el sentido propuesto antes) y de esa manera la supresión de la condición del equilibrio en el mercado de trabajo. La consecuencia inmediata es la indeterminación del modelo inicial (§S). Al eliminar las ecuaciones [2] y [4] y la incógnita N<sup>s</sup>, uno tiene una incógnita más que las ecuaciones independientes.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Esta indeterminación desaparece al poner el salario monetario exógeno: w = w<sup>o</sup>. Como explica con creces en el capítulo 19 de la Teoria General para Keynes el salario no es rígido sino que se conoce a partir de factores externos al modelo y que por ende no es afectado por las otras ecuaciones ni por el cambio de otros parámetros.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La recursividad por la oferta del modelo inicial desaparece. La crítica de Keynes lo transforma en un modelo de interdependencia general. otemo que este resultado se puede obtener a través de dos tipos de ríticas de la ley de Say que vale la pena distinguir. La primera es de tipo walrasiano y consiste en atacar la recursividad por la oferta escribiendo la oferta de trabajo en función de w, de p y también de r. La segunda es la keynesiana. Por otra parte, es fácil verificar que esta última conduc al mismo modelo, si, en lugar de la ley de Say, la critica se dirige a un modelo walrasiano donde la función de oferta de trabajo se modifica como acabamos de indicar. El salario monetario exógeno y la desactivación de la función de oferta de trabajo son las dos caras de la misma moneda, que también se puede ver como la anulación de la ley de Walras, o como su aplicación limitada a una sola parte de la economía al xcluir el mercado de trabajo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Cuando la demanda de trabajo es inferior a la oferta, la restricción presupuestal de los asalariados se altera radicalmente ya que los recursos de los asalariados estarán medidos por w /p N<sup>d</sup> Y no por w /p N<sup>s</sup>. El cálculo económico de los asalariados requiere, además de precios, la información de las cantidades N<sup>d</sup>.<sup><a name="nr7"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#7">7</a></sup> De lo que resultan dos consecuencias importantes:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La función de oferta de trabajo es "desactivada". Lo que quiere decir que a los precios y salarios corrientes, los asalariados pueden calcular su plan de asignación de recursos maximizando u función de utilidad con la restricción presupuestal usual. El resultado es la cantidad de bienes y de trabajo que desean comprar y vender, respectivamente. Pero en la situación definida por N<sup>d</sup> < N<sup>s</sup> este cálculo no tiene efecto económico, porque, como ya vimos, en la restricción de presupuesto N<sup>s</sup> es reemplazado por N<sup>d</sup>. Esta sustitución 'desactiva' la función de oferta de trabajo: le quita cualquier papel como fuerza activa en una economía con el desequilibrio de N<sup>d</sup> < N<sup>s</sup>. Las magnitudes significa tivas son las demandas "efectivas", calculadas reemplazando N<sup>s</sup> por N<sup>d</sup> en la restricción de presupuesto de los asalariados.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En este caso, la ley de Walras se anula ya que al agregar todas las restricciones de presupuesto de la economía se obtiene ∑<sup>n-1</sup><sub>i=1</sub> P<sub>1</sub> Z<sub>i</sub>,(p)= 0. Pero, dado que la restricción de presupuesto de los asalariados s modifica, la suma de todas las restricciones d presupuesto de la economía también da ∑<sup>n-1</sup><sub>i=1</sub> P<sub>i</sub> Z<sub>i</sub>(p)=0. donde los (n-1) mercados son los n mercados menos el de trabajo. De allí se crea la posibilidad de equilibrios de la economía que excluyen el mercado de trabajo.<sup><a name="nr8"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#8">8</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En suma, la discusión keynesiana de los dos postulados de la economía neoclásica deriva en una condición compuesta por tres aspectos, cada uno de los cuales implica los otros dos:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>i) w = W<sup>o</sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>ii) la desactivación de la función de oferta de trabajo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>iii) el mercado de trabajo está excluido de la ley de Walras.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La ecuaciones [<a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v19n33a02e2">1</a>] -[<a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v19n33a02e5">4</a>] del modelo inicial se modifican. Aunque en §19 indicaremos la diferencias, por ahora podemos adoptar cualquiera de esta formulaciones:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e10"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e10.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[1']</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e11"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e11.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[2]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e12"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e12.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[3']</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>o bien:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e13"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e13.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[1"]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e14"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e14.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[2]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e15"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e15.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[3]</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e12"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e12.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[3']</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e16"></a></i></b></p><table border="0" style="font-size: 13.6px; text-align: center; width: 580px;"><tbody><tr><td><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e16.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></td><td width="16"><b><i>[4']</i></b><p style="font-size: 12.61px;"></p></td></tr></tbody></table><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Donde U es el de empleo involuntario.<sup><a name="nr9"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#9">9</a></sup> El único papel de la función d oferta de trabajo explícita en la egunda formalización e implícita en la primera en la gu ólo aparec n las fuerzas económicas activas, es la medida del d empleo involuntario. Notemos que La función de oferta de trabajo no estaría desactivada si la condición w = W<sup>0</sup> no se hubiera acado de la negación keynesiana del egundo postulado neoclásico. En este caso, ella volvería superflua la ecuación monetaria del modelo inicial que seguiría siendo recursivo por la oferta y cuya solución seria el quilibrio de pleno empleo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La solución del modelo neoclásico así modificado es un conjunto de equilibrio competitivos cada uno parametrizado según el salario monetario exógeno, y cuya característica común es la realización de los plane d producción de la empresas, cualquiera que sea el grado de r alización de Lo planes de los a alariados. Un subconjunto de estos equilibri corresponde al pleno empleo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>El resultado es un modelo de interdependencia general que no cumple La ley de Say ni la ley de Walra ,y que adelante llamaremos "modelo no walrasiano de interdependencia general"(En §26 y §27 indicamos las relacione con el modelo walrasiano).Este modelo es el esquema de ref rencia a partir del cual se construyen los modelos de Keynes.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>10. Keynes obtiene este modelo al final del capítulo 2 de la Teoria General Especifiquemos algunos puntos (§26).</i></b></p><ul style="font-size: 13.6px;"><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>– El primero se refiere a su dominio de validez, definido por N<sup>d</sup>≤N<sup>s</sup>. Este modelo, donde el empleo de equilibrio es parametrizado con el salario monetario exógeno sólo puede ser usado para valores de W<sup>0</sup> que cumplen la condición anterior.</i></b></p></ul><ul style="font-size: 13.6px;"><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>– Este modelo se distancia en puntos importantes de los trabajos de Hicks [1937] y de Clower [1965] de los cuales se deriva. Hicks propone una primera versión al imponer al modelo estándar los aspectos (i) y (ii) de la condición del §9. Pero introduce una ambigüedad cuando impone el salario monetario rígido. Como examinaremos más adelante, ésta no es la condición de Keynes.</i></b></p></ul><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Clower aportó un aspecto importante: la parte (iii) de la condición anterior, que deduce del análisis de una economía walra iana en desequilibrio.<sup><a name="nr10"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#10">10</a></sup> A diferencia del análisis de Clower, en el de Keynes el modelo no walrasiano de interdependencia e de equilibrio.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><b><i>LA DIFICULTAD DEL MODELO RECURSIVO POR LA DEMANDA</i></b></span></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>11. Consideremos el problema tal como se plantea en esta etapa crucial de la elaboración de la teoría de Keynes. ésta se dirige contra lo que él designa "escuela del ajuste automático" [1934, 488 y ss].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Esta escu la se apoya en un modelo cuyas soluciones, en condiciones de flexibilidad de precios y salarios, son todas de pleno empleo. El modelo de la ley de Say posee esta propiedad. La crítica del segundo postulado neoclásico no conduce a un modelo en que, en 'las mismas' condiciones de flexibilidad de salarios y precio algunas soluciones son de subempleo. En efecto, como ya vimos, en el modelo no walrasiano de interdependencia el equilibrio de subempleo es paramettizado por el salario monetario exógeno. Se trata, por ende, de saber cuál es, en este modelo, el efecto de una disminución del salario monetario sobre el empleo. La respuesta que se deduce de la posición general de Keynes –unánimemente compartida hasta una reciente fecha (§25)– es que el empleo aumenta cuando el salario monetario baja. Este resultado no depend del funcionamiento clásico del mercado de trabajo ya que la oferta de trabajo está desactivada. n realidad se obtiene a partir del den minad "efecto Keynes": la disminución de los precios que se genera por la di rninución del salario monetario, aumenta los saldos líquidos reales. ste exceso de oferta de dinero reduce la tasa de interés en el mercado de títulos, de donde se deriva el aumento de la inversión privada.<sup><a name="nr11"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#11">11</a></sup> desempleo involuntario sólo puede persistir a causa de la rigidez a la baja del salario monetario.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En suma, la exclusión del mercado del trabajo de la interdependencia general conduce a un modelo recursivo por la oferta donde el desempleo involuntario tiene como origen la falta de ajuste del salario r al. La discusión keynesiana de los dos postulados neoclásicos lleva a la exclusión del mercado del trabajo de la ley de Walras, y esta modificación permite obtener el modelo no walrasiano de interdependencia general, donde el equilibrio con desempleo involuntario depende del salario nominal exógeno. Se estará de acuerdo en que la diferencia entre los resultados de estos dos modelos no es considerable. Pero apenas a esto es que llega la critica keynesiana d teoria n oclá ica del empleo.<sup><a name="nr12"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#12">12</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La oposición de Keynes a la escuela del ajuste automático puede ser ahora precisada. Para simplificar supongamos que el modelo de la ley de Say tiene una única solución. ésta es también una solución del modelo no walrasiano de interdependencia que se ha deducido: existe un nivel del alario monetario exógeno al cual este modelo da el mismo re ultado que el modelo de la ley de Sayo Consideremos ahora un salario monetario diferente, de tal manera que se esté dentro del dominio de validez del modelo no walrasiano de interdependencia. A este salario corresponde un equilibrio con desempleo involuntario, que es tanto más débil cuanto que el salario monetario exógeno es más bajo. Precisamente, es en este punto que se debe situar, en el plano de la lógica, la oposición de Keynes. Ella no se refiere a la estabilidad del equilibrio de pleno empleo del modelo de la ley de Sayo Keynes no plantea este problema. Como lo indicamos antes, él considera que ese resultado (la existencia y la estabilidad del equilibrio de pleno empleo) se deduce correctamente de las premisas del modelo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La crítica de estas últimas tiene el efecto de descartar el modelo de la ley de Say y, con ella, el problema del ajuste en ese modelo. Se deduce que la oposición de Keynes sigue un camino lógico indirecto cuya etapa decisiva es la critica de la estabilidad del equilibrio de pleno empleo en el modelo no walrasiano de interdependencia general, es decir, en su propio modelo de referencia.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>12. Dado que la variable de ajuste es la demanda global, es la teoría de la demanda la que va a proporcionar el modelo keynesiano propiamente dicho. La Teoría General es fundamentalmente la exposición de una teoría de la demanda. El capítulo 3, con el que termina el libro 1, proporciona la presentación sintética de un modelo donde el empleo es determinado por lo que Keynes llama "el principio de la demanda efectiva". Tras un segundo libro dedicado a las definiciones, vienen los dos libros centrales, 3 y 4, donde se trata los dos componentes de la demanda, el consumo y la inversión, respectivamente. En el libro 5, capítulo 19, Keynes regresa a la hipótesis de salario monetario exógeno y afirma que en su sistema, la flexibilidad del salario tiene efectos despreciables que pueden ser negativos sobre el empleo. Así, en el modelo de Keynes el salario monetario exógeno no es la condición de un equilibrio con desempleo involuntario, mientras sí lo era en el modelo no walrasiano de interdependencia general.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>13. La solución radical del problema planteado sería la pura y simple eliminación del efecto Keynes,</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Esto requiere una teoría de la demanda que suprima la interdependencia del modelo de referencia de Keynes y que lo transforme en un modelo recursivo por la demanda (cuyo dominio de validez esvidentemente el mismo que el modelo del cual se deduce).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>ste últim e La expre ión de lo que podemos llamar la "anti-ley de ay": n lo límites de los recur os disponibles, la demanda crea su propia oferta.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La variables del modelo de referencia son C, I, Y, r,N, y p. Se obtiene el modelo recursivo por La demanda concibiendo la demanda global como un subsistema de 4 ecuaciones (§5) susceptible de determinar las 4 prim ras variabl s (La función de inversión debe modificarse eliminand 1 argumento N). Conociendo Y, la función de producción determina . La igualdad del salario y la productividad marginal del trabajo e suficiente para determinar p.El sistema se resuelve de manera secuencial. atemos que esta última igualdad juega un papel diferent en el modelo recursivo por la oferta y el recursivo por la demanda. En el primero, contribuye a la determinación del empleo y del salario real de equilibrio, mientras que en el segundo, sirve para determinar el precio p (y por consiguiente, el salario real de equilibrio) que corresponde al alario monetario exógeno y al nivel del empleo fijada por el subsistema de la demanda.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Se toca aquí un punto crucial y muy delicado de la Teoría General La e ndición suficiente y al mismo tiempo la dificultad central de la transformación del modelo no walrasiano de nterdependencia general en un modelo recur ivo por la demanda es la escritura de las ecuaciones de la demanda por fuera de precios. Sólo en este caso, las 4 ecuaciones de la demanda forman un subsistema cuya solución para C, I,Y y r es independiente de las otras ecuaciones. Sin embargo, es imposible eliminar los precios de las ecuaciones de la demanda. A pesar de la ambigüedad de ciertostextos (§14) Keynes no comete este error. Para mostrarlo nos apoyamos en el capítulo 19 de la Teoría General que e central para la comprensión de la estructura lógica de la teoría de keynes. De hecho, es el único donde Keynes estudia con cuidado el funcionamiento de una economía con desempleo involuntario y flexibilidad de salarios. Como Patinkin lo subrayó acertadamente, "constituye el clímax del argumento de Keynes" [1965, 643].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Keynes plantea el problema claramente: "el asunto concreto que se discute es si la baja de los alanos nominales irá o no acompañada por la misma demanda global efectiva de antes medida en dinero" [1936, 227]. La respuesta no se apoya en un modelo recursivo por la demanda. Keynes considera que, cualquiera que sea el modelo que se tome el salario monetario actúa sobre la demanda global através de los precios. Esto es claro en el modelo neoclásico donde "una reducción de los salarios nominales estimulará, Ceteris paribus, la demanda al hacer bajar el precio de los productos acabados" [1936, 227]. Y también es obvio en su propio modelo donde "una baja de los salarios nominales reducirá algo los precios. Acarreará, por tanto, cierta redistribución de los ingresos reales [1936, 231] [y] contraerá la necesidad de efectivo para consumo y para negocios, y abatirá, por tanto la curva de preferencia por liquidez de la comunidad en conjunto. Ceteris paribus, esto reducirá la tasa de interés y será favorable a la inversión" [1936, 232]. Reconocemos aquí el efecto Keynes.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En razón de que el precio es una variable de las ecuaciones de la demanda, a pesar de una larga tradición probablemente salida de la interpretación de Hicks (Anexo <a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v19n33a02e1">1</a>), el modelo recursivo por la demanda no es la formalización conveniente de la proposición central de Keynes, según la cual "el volumen de la ocupación está ligado en una sola forma con el de la demanda efectiva" [1936, 230]. ésta debe interpretarse como sigue: la reducción del salario nominal no actúa directamente sobre el empleo, por medio de la disminución del salario real. Esto implica la adaptación pasiva de la demanda a la oferta, es decir, en el fondo, la ley de Sayo Al rechazar esta última se deduce que la disminución del salario nominal actúa de manera indirecta sobre el empleo, a través de la modificación de ciertas variables de las ecuaciones de la demanda, en particular del precio y, por este medio, a la tasa de interés. ta formulación de la interdependencia entre la oferta y la demanda global es pesada. Su única ventaja es mostrar en que consiste "la inversión" del modelo neoclásico inicial qu se obtiene al rechazar la ley de Sayo</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La critica a la teoría de Pigou aclara las cosas: "El profesor Pigou cree que, a la larga, la desocupación puede remediarse por medio de ajustes en los salarios, y yo sostengo que el salario real […] no está determinado en primer término por los ajustes de salario sino por las otras fuerzas del sistema" [Keynes 1936,247]. Esas fuerzas son las de la demanda, en particular, la eficiencia marginal del capital y la tasa de interés. En una situación de de empleo involuntario, si bien es legítimo postular la adaptación espontánea de la oferta a una demanda aumentada, el recíproco no es necesariamente cierto. Sin embargo, según Keynes, es esto lo que afirma la teoría neoclásica cuando considera que la demanda agregada medida en dinero "no se reduzca en la misma proporción que la reducción de los salarios nominales" [1936, 229], es decir, que la demanda crece en términos reales. Ya sabemos que este resultado sólo se garantiza en el modelo de la ley de Say, recursivo por la oferta.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>14. Dos textos de la Teoría General son especialmente ambiguos en la cuestión de la presencia de los precios en las ecuaciones de la demanda. Se trata de los capítulos 15 y 3.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>i)En el primero, Keynes escribe la ecuación monetaria: M = L<sub>1</sub>(R) +(r) (donde M=pL<sub>1</sub>(Y)+L<sub>2</sub>(r)). Patinkin destacó que, dado que las magnitudes M y R eran nominales, la demanda especulativa de dinero era afectada por la ilusión monetaria.<sup><a name="nr13"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#13">13</a></sup> Esta crítica es justa. Pero como lo muestra Patinkin, el error de Keynes tiene consecuencias negativas sobre el análisis de la teoria neoclásica de la tasa de interés, no afecta la ausencia de recursividad por la demanda en los modelos keynesianos. El efecto Keynes del capítulo 19 no se anula en razón de la ecuación anterior. ólo ocurriría si la ilusión monetaria cubriera toda la demanda de dinero y no sólo la demanda especulativa, o, lo que vi n a ser lo mismo, si la demanda de dinero se identificara únicamente con la demanda especulativa, tal como se encuentra en uno de los modelos keynesianos de Hicks (Anexo <a name="nr1a"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#1a">1</a>).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>ii)Al contrario, la dificultad del capítulo 3 es seria más por las interpretaciones que ha inspirado este capítulo que por su propia contenido. quí abordamos sólo un problema haciendo abstracción de lo otros numerosos en ese texto: ¿el "principio de la demanda efectiva" se apoya, sí o no, en algún modelo recursivo por la demanda?</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>priori, podemos dar dos respuestas opuestas. La primera es afirmativa: si el salario nominal se supone constante, la oferta y la demanda globales son medidas en unidades de salario (en términos reales). El empleo depende del nivel de consumo y de inversión, y por consiguiente, sólo de la demanda. Una vez que haya sido determinado, la igualdad del salario real y la productividad marginal del trabajo permite encontrar el precio. Por esta razón Keynes concluye que "la teoría de precios ocupa su lugar apropiado como subsidiaria de nuestra teoría general" [1936, 39]. Pero también podemos dar la respuesta contraria. Keynes advierte que la hipótesis del salario nominal rígido es una "simplificación, de la que prescindiremos después, y que se usa únicamente para facilitar la exposición.El carácter del argumento es exactamente igual, sin importar que los salarios nominales, etc., sean o no susceptibles de modificarse" [1936, 35]. llegamos a la misma conclusión anterior (§13) de que el modelo de la demanda efectiva no es recursivo por la demanda.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La siguiente observación permite evitar la conclusión perezosa que se limita a constatar la incoherencia. Las ecuaciones de la demanda subyacentes al principio de la demanda efectiva son tres y no cuatro, como en el modelo completo. Sin ecuación de la demanda por dinero, el subsistema de la demanda sólo es determinado si se pone la tasa de interés de manera exógena, cuya consecuencia es la eliminación pura y simple del efecto Keynes. Esta hipótesis no es arbitraria. Corresponde a una etapa de la evolución del pensamiento de Keynes, aquel en que "el resultado […] era dejar la tasa de interés en el aire" [1937,212]. Pero si tal es la condición necesaria para la consistencia del modelo recursivo por la demanda del capítulo 3, se estará fácilmente de acuerdo en que no merece mucha atención. En particular, es abusivo interpretarlo como " el modelo keynesiano". Se trata en realidad de un modelo simplificado, usado únicamente para presentar un esbozo -" un breve resumen" [Keynes 1936, 35]- de la teoría que se desarrollará en los capítulos siguientes, y cuyo único objetivo es refutar la ley de Sayo Por tal motivo, basta notar, como lo hace Keynes, que no se puede admitir que todo crecimiento de la oferta necesariamente crea su propia demanda antes de haber analizado los determinantes de la demanda. Se habría evitado toda ambigüedad en la recursividad sí Keynes hubiera expresado la condición de la exogeneidad de la tasa de interés explícitamente y no hubiera afirmado que la teoría de precios sólo posee un papel subsidiario.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><b><i>LOS MODELOS KEYNESIANOS</i></b></span></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>15. Dado que el efecto Keynes del modelo de referencia no puede ser eliminado por medio de un modelo recursivo por la demanda, el éxito del proyecto de Keynes depende en lo esencial, de una teoría de la demanda tal que el resultado de este efecto sea atenuado, o aun invertido. 1 modelo que proporciona este resultado es designado "modelo keyne iano",</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>El efect Keynes pone en acción dos relaciones:<sup><a name="nr14"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#14">14</a></sup> una entre la cantidad de dinero y la tasa de interés, la otra entre esta última y la inversión.Asi, la condición de un modelo keynesiano es una teoría de la tasa de interés o una teoría de la inversión que modifique al menos una cuación de la demanda en el modelo de referencia. En síntesis, el blanco principal de la teoría de la demanda global de Keynes, o del model keyn iano es, finalmente, el efecto Keynes.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>A partir de este instante las cosa no son tan claras como en el momento del estudio de los dos modelos anteriores. No sólo el modelo keynesiano aún no tiene el mismo grado de precisión, sino que ad má ,e el objeto de una gran diversidad de opiniones tal como lo at stigua la variedad de escuelas que se reclaman de él. No es necesario entrar neto debates. Basta recordar la intuición que se encuentra en la base de los diferentes modelos keynesianos de la Teoría General (a fin de cuentas, bien conocida) para definir el concepto de equilibrio keynesiano, o Keynes podemos encontrar por lo menos tres teorías, dos de la tasa de interés y una de la inversión que justifican tres modelos keynesianos distintos (que pueden ser complementarios).<sup><a name="nr15"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#15">15</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>16. La teoría de la preferencia por liquidez es la más conocida puesto que se ha integrado con mayor éxito en la síntesis neoclásica, y por eso se ha usado desde el primer modelo (§5).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>El efecto Keynes se anula cuando la solución del modelo no walrasiano es un desempleo positivo y una tasa de interés a la cual la elasticidad de la demanda de dinero resulta igual a ∞. La ecuación monetaria se modifica y el modelo se comporta como si fuese recursivo por la demanda. Las ecuaciones de la demanda determinan C,I,Y, r<sub>min</sub>. El precio queda indeterminado, pero esto no tiene importancia, ya que el mercado del dinero está equilibrado, cualquiera que sea p. Conociendo Y, el precio se determina al mismo tiempo que el empleo, por las ecuaciones de la oferta. La disminución de precios, con cutiva a la disminución del salario nominal, no afecta la tasa de interés, y por consiguiente, tampoco al empleo. Su único efecto es la deflación. Y como la tasa de interés nominal no puede ser negativa, la tasa real de interés termina por aumentar, de donde se deriva la di mioución de las inversiones y el aumento del desempleo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>17. El segundo modelo keynesiano se obtiene modificando la ecuación monetaria en el sentido sugerido en el capítulo 17 de la Teoría General; donde la tasa de interés es determinada por la tasa propia del dinero. Es el caso menos estudiado.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>18. El modelo keynesiano más importante es el tercero que resulta de la modificación de la función de inversión al introducir entre los argumentos las expectativas inciertas de los empresario ,o el estado de confianza (capítulo 12 de la Teoría General). Todo descansa en el concepto de eficiencia marginal del capital que "es de fundamental importancia porque la expectativa del futuro influye sobre el presente principalmente a través de este factor (mucho má que a través de la tasa de interés)" [1936, 133].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Uno de los resultados más notables del análisis del capítulo 12 es el escepticismo sobre una política de la tasa de interés. En particular, el efecto Keynes se anula porque el efecto positivo de la disminución del salario nominal y de los precios sobre la tasa de interés puede er más que compensado por el efecto negativo en la eficiencia marginal del capital.Entonces la teoría de la acumulación del capital es la pieza central del modelo keynesiano – que según el estado actual del tema es en gran medida de carácter programático– haciendo que el progreso en el modelo keynesiano está condicionado por el desarrollo de esa teoría.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><b><i>EL EQUILIBRIO CON DESEMPLEO INVOLUNTARIO O EQUILIBRIO KEYNESIANO</i></b></span></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>19. Consideremos este último modelo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>I)Sea Nˆ el nivel del empleo correspondiente al salario monetario w= W<sup>o</sup> acordado por una negociación salarial. La confrontación con la oferta de trabajo a este salario y con los precios determinados por el modelo, permite calcular el nivel de desempleo. <sup><a name="nr16"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#16">16</a></sup> Si resulta positivo, es involuntario en el sentido de que el salario real W<sup>o</sup>/p es superior a la d sutilidad marginal del volumen de empleo de Nˆ. Pero, por involuntario que sea,este desempleo no es necesariamente keynesiano ya que no es necesariamente de equilibrio.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>II) i disminuye el salario monetario y los precios bajan. Hay dos posibilidades en cuanto al nivel del empleo: (i) que aumente, (ii) que no cambie o que disminuya. En el primer caso, el desempleo determinado en (I) no es de equilibrio, es decir que no es keynesiano. Su origen está en la rigidez de los salarios a la baja. En el segundo caso, y sólo en ese, el desempleo es de equilibrio o keynesiano. En este caso el desempleo sólo puede disminuir por medio de una intervención exterior al sistema d mercado.<sup><a name="nr17"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#17">17</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>20. Ahora el problema es escoger el método para hacer el 'test' de la etapa (TI) que puede ser análisis dinámico o de estática comparativa. En este último caso, el efecto de la disminución del salario nominal se conoce calculando los equilibrios estáticos que corresponden a los nivele cada vez más bajos del parámetro w<sup>o</sup>.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>El análisis dinámico presenta serios inconvenientes. Como sucede a menudo con los ajustes, el resultado depende de la fuerza relativa de I fectos de la disminución del salario monetario, favorable (en la tasa de interés) y desfavorable (en el estado de confianza) sobre la inversión. Aunque la teoría de la demanda global propuesta por Keynes fuese irreprochable, el resultado sería frágil. En efecto, se obtiene por medio de un tipo del análisis cuyas conclusiones no tienen un carácter general ya que tiene una fuerte dependencia de los valores de los coeficientes de reacción, sin hablar de las dificultades para resolver los modelos dinámicos que obligan a adoptar método de simulación, por demás inciertos.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La estática comparativa tampoco es la solución porque sólo da un resultado satisfactorio si el equilibrio es estable y único. Por un lado, uno tiene –ahora de manera implícita– las dificultades mencionadas anteriormente. Por otro lado, si el equilibrio no es único (lo que es el caso general) el desempleo keynesiano sólo se obtiene si en todos los equilibrios que corresponden a cada salario monetario inferior a w<sup>o</sup>, el nivel del empleo no es superior al inicial. Es fácil percibir la dificultad de esta verificación.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>21. En el modelo keynesiano, una solución con desempleo involuntario con salario nominal W<sup>o</sup> es un equilibrio si todos los mercados, excluyendo el de trabajo, están en equilibrio y si el desempleo existente no e puede eliminar con la disminución del salario monetario. Entonces el equilibrio así concebido no se puede reducir a una solución de punto fijo correspondiente a un parámetro W<sup>o</sup> dado porque esa situación es compatible con la explicación de desempleo por la rigidez del salario nominal.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En el análisis keynesiano el desempleo involuntario al salario w<sup>o</sup>, e d equilibrio por el fracaso del ajuste por medio de la disminución del salario y de los precios. Por lo tanto, una demostración de existencia del equilibrio con desempleo al salario W<sup>o</sup> es insuficiente. s sólo una primera etapa. Este equilibrio sólo es keynesiano si no puede ser mejorado por el mecanismo espontáneo del mercado. Por esta circunstancia, representa la situación económica menos mala que puede conocer una economía competitiva.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Así se explica la conclusión del capítulo 19 de la Teoría General "a la luz de estas consideraciones opino ahora que el mantenimiento de un nivel general estable de salarios nominales es, en general, la política más aconsejable para un sistema cerrado" [1936, 238]. O también, el equilibrio con desempleo involuntario se determina al salario W<sup>o</sup> no porque el salario no pueda bajar sino porque el nivel de desempleo no disminuye si el salario baja. Por esto es deseable que este último no baje.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>22¿ porqué la solución keyneiana e un equilibrio? Se trata de un concept riginal irreductible tanto al equilibrio walrasiano como a una variante del equilibrio de precios fijos:</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Patinkin considera que "todo lo que está estrictamente en equilibrio,es el nivel, o posiblemente sólo el hecho del desempleo; pero no existe equilibri de la tasa de salario monetario" [patinkin 1965, 643-644]. El m delo keyne iano no excluye que pueda existir un nivel del salario monetario al cual la solución sea el pleno empleo. Si ella es de subempleo no implica que el salario monetario no sea de equilibrio sino que el equilibrio del modelo de Keynes no es waltasiano.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>ii) La definición del equilibrio keynesiano implica un análisis dinámico (o al meno de estática comparativa). Desde el punto de vista walrasiano, el quilibrio keynesiano equivale a la inestabilidad del equilibrio de pleno empleo (el cual es estable en el caso de desempleo no keynesiano). La distinción entre la existencia y la estabilidad del equilibrio e establece si el equilibrio keynesiano se define para un salario monetario que no sólo es exógeno sino también rígido. Pero en e te caso el equilibrio keynesiano sería sólo una variante del concepto más general de equilibrio de precios rígidos. Esta conclusión es incorecta ya que en el modelo keynesiano el salario nominal puede bajar.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Nuestra respuesta es la siguiente. La solución del modelo keynesiano al salario W<sup>o</sup> es un equilibrio en el sentido de que nadie tiene interés en alterar u po ición; si el salario bajara nadie ganaría (las empresas c ntinuarían estando en equilibrio competitivo), y algunos perderían (el empleo no e elevaría más). Esto implica que todos tienen interés en bloquear el mecanismo del mercado al aceptar el salario w<sup>o</sup>.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En el plano formal, esta interpretación no es completamente satis factoria porque ólo considera la variación a la baja del salario, sin decir nada de lo que pasaría si el salario aumentara. Sin embargo, en este análisis la disminución del salario es la más significativa –y La única que considera Keynes– porque no es razonable imaginar un aumento del salario en una situación de desempleo masivo.<sup><a name="nr18"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#18">18</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>23.El estudio de la teoría de Keynes conduce a una doble conclusión: (i) esta teoría se construye de manera notablemente coherente (ii) fu a de las cuestiones específicas acerca de las distinta funciones que aparecen en el modelo keyne iano, el problema general no encontró una solución satisfactoria: el concepto de equilibrio keynesiano es demasiado dependiente del análisis dinámico.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><b><i>CONCLUSIONES</i></b></span></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>24. La consistencia lógica de la teoria keynesiana es un resultado más significativo en tanto el proyecto de Keynes es fundamentalmente teórico.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Keynes critica vigorosamente a aquellos que creyeron poder elab rar una heterodoxia sin darse el trabajo de atacar las base de la teoría ortodoxa [1934, 489]. Según él, la critica teórica e la condición para que una 'herejía' suficientemente sólida ea convincente [1964, 492].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Keynes es el único autor de un gran libro de teoría económica qu desde el comienzo del Prólogo y los primeros capítulo, reivindica su oposición a la teoría dominante. Su crítica no es empirista pue no apunta a la falta de realismo de la teoría neoclásica. Hemos visto que en la época de Keyne la existencia del desempleo involuntario era reconocida por todos los participantes en el debate, diferente a la situación actual donde a eces se ruega. La única divergencia se refería a la explicación de este fenómeno. Si Keynes considera que la teoría neoclásica no es pertinente para resolver los problemas del mundo real [1936, 333], no es porque ella niegue un aspecto de la realidad sino porque da una explicación que considera errénea.En cuanto a la crítica keynesiana de los postulados de la teoría del empleo, aquí no se hace intervenir ninguna consideración mpírica. o es la observación de una realidad cualquiera lo que permite inducir un juicio sobre la ley de Sayo Sucede lo mismo en el plan positivo. Lo fundamental es el resultado teórico y no alguna proposición de política económica:</i></b></p><blockquote style="font-size: 13.6px;"><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Considero que mis sugerencias para una cura, que no están completamente elaboradas –lo admito– se encuentran en plano distinto al del diagnóstico. No quiere decir que sean definitivas. Están sujetas a todo tipo de hipótesis especiales y necesariamente están relacionadas con las condiciones paniculares de cada momento. Pero mis principales razones para alejarme de la teoría tradicional van mucho mis al fondo de esto, Ellas son de un alto carácter general y pretenden ser definitivas [1937, 122].</i></b></p></blockquote><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Al encerrarse en la ley de Say, la teoría ortodoxa se había impuesto la imposibilidad de avanzar. En efecto, mientras se continúe razonando en el marco de un modelo recursivo por la oferta donde el único papel de la demanda es ajustarse pasivamente a una oferta predeterminada, la teoría no puede progresar mucho. En este sentido interpretamos este diagnó tico de Keynes sobre que "la falta grave de la escuela clásica, ejemplificada por Pigou, ha sido la de exigirle demasiado a un modelo anticuado o demasiado simple, y en no darse cuenta de que el progreso e taba en mejorar el modelo" [1938,296].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>El modelo clásico es "muy simple" porque, en conformidad con la ley de ay, todas us conclusiones dependen, a final de cuentas, sólo de las tres ecuacione que representan el mercado de trabajo. Ahora vemos mejor en qué consiste su 'mejoría': la teoría de los determinantes de la demanda global, propuesto por Keynes en los libros III y IV de la Teoría General.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>25 En lo esencial, la doctrina ortodoxa vista por Keynes es la de la 'escuela del ajuste automático' al equilibrio de pleno empleo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La situación actual difiere mucho de los días de Keynes. La ausencia de resultados satisfactorios en la teoría neoclásica de la estabilidad confirma el escepticismo de Keynes en las virtudes de autorregulación del sistema competitivo. En este punto central es más bien la teoría ortodoxa la que se ha acercado a las posiciones defendida por Keynes no lo contrario.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Pero, al mismo tiempo, el mismo proyecto de Keynes sale afectado.Vimo que según Keynes, la estabilidad del equilibrio de pleno empleo e stá correctamente deducida de las hipótesis del modelo neoclásico básico. Esta posición es fácilmente explicable. Keynes identifica la teoría ortodoxa al modelo de la ley de Sayo Ahora bien, un modelo recur i, o por la oferta se comporta como un modelo de equilibrio parcial donde la estabilidad del sistema en su conjunto se reduce finalmente sólo a la estabilidad del equilibrio del mercado de trabajo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Es verdad que la ley de Say implica el ajuste del ahorro y la inversión por medio de la tasa de interés. Eso explica por qué Keynes atribuye la mala teoría neoclásica de la demanda efectiva "al fracaso de la doctrina clásica en desarrollar una teoría satisfactoria de la tasa de interés". Pero en el modelo recursivo por la oferta la critica de este tipo de ajuste no es posible. La tasa de interés iguala el ahorro y la inver ión para un nivel dado de la producción, predeterminada por el subsistema de la oferta. Si este mecanismo es inestable, de aquí no se deduce que el equilibrio de pleno empleo sea inestable sino que toda solución del sistema, a cualquier nivel del empleo, es inestable. No puede sorprendernos, por consiguiente, que la critica de Keynes a la teoría neoclásica del interés apunta a la determinación del equilibrio y no a la estabilidad.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En un modelo diferente al de la ley de Say el problema de] ajuste al pleno empleo puede plantearse apropiadamente. Vimos que se trata del modelo no walrasiano de interdependencia de donde se deriva el modelo keynesiano propiamente dicho. El mecanismo de ajuste propio del primero, el efecto Keynes, se anula en el segundo.La critica actual del ajuste automático siguió otro camino, sugerido por Tobin.<sup><a name="nr19"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#19">19</a></sup> Recientemente se mostró que en un modelo neoclásico convencional menos particular que el de la ley de Say (modelo de las generaciones traslapadas) el estado regular puede no ser estable [Hahn y Solow 1995 cap.2].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Desde el momento en que la oposición al ajuste neoclásico no requiere ninguna nueva teoría, la motivación de la teoría keynesiana está debilitada. Pero esta última no se vuelve superflua porque la crítica a la estabilidad del equilibrio neoclásico no proporciona ninguna noción sobre la posibilidad de un equilibrio diferente al de pleno empleo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Otros resultados recientes del análisis del proceso dinámico permiten avanzar en esa dirección. Se trata de la crítica 'interna' del efecto Keynes. Como se podría esperar, se mostró que siendo flexibles los salarios y los precios, el equilibrio de pleno empleo en el modelo no walrasiano de interdependencia puede ser inestable [Flaaschel et al.1996, cap. 6]. Esto implica que la solución de ese modelo para un salario exógeno W<sup>o</sup> un equilibrio keynesiano. En lo esencial, este resultado central puede con eguirse limitándose a los dos primeros capítulos de la Teoría General. La intuición de Keynes respecto a los posibles efecto negativos de la disminución del salario nominal resulta confirmada, al mismo tiempo que se pone en duda el interés mismo de su proyecto teórico.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>26. Muy probablemente Keynes consideró que la crítica de las hipótesis e la má radical, ya que apunta a los fundamentos de la teoría. sta idea no nos parece correcta. En el modelo no walrasiano de interdependencia, btenido por la crítica keynesiana del postulado relativo a la oferta de trabajo, el equilibrio al salario W<sup>o</sup> puede excluir el mercado de trabajo. Se ha concluido que se trata de una teoría alternativa a la ortodoxia. sta interpretación tiene origen en la famosa afirmación de Clower: "o la ley de Walras es incompatible con la economía Keynesiana, o Keynes no tenía nada fundamentalmente nu para agregar a la teoría económica ortodoxa" [Clower 1965, 278]. Pero la existencia de una solución, parametrizada por el salario monetario, diferente a la del modelo ortodoxo, no implica que se trate de una construcción lógicamente distinta. Como lo confirma claramente el artículo de Clower, ella resulta de este mismo modelo al modificar una de sus hipótesis. También, recordemos que Hicks no consideraba que la de activación de la función de oferta de trabajo y su reemplazo por el salario monetario exógeno trastornaba el modelo neoclá sico. Hasta tal punto que él mismo atribuía estas mismas característica "al modelo clásico" (Anexo <sup><a name="nr1a"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#1a">1</a></sup>). n cuanto al equilibrio con un "exceso de oferta de trabajo", no perturba, "por sí mismo", el modelo de Walras [Hicks 1980-1981 321].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>De una manera general, la modificación de una u otra de las hipótesis del modelo de referencia de la teoría neoclásica no modifica la teoría sin ólo el resultado conseguido con esta misma. De este punto de vista se puede decir que una teoría es más poderosa en tanto sea capaz de acoger un número mayor de hipótesis diferentes, lo que le permite tratar un número mayor de casos. Al tener esta propiedad, la teoría del Equilibrio General proporciona la referencia de la mayor parte de las teorías actuales, incluyendo aun las de inspiración keynesiana [Benetti 1997]. demás estas últimas se han agotado en la investigación de las modificaciones que conviene aportar al modelo estándar para conseguir el resultado "keynesiano" deseado.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>27. Como todas las grandes obras de teoría económica, la Teoría General empieza con la teoría del valor, pero a diferencia de los otros, Keynes no lo hace para desarrollarla ino para excluirla. 1 proyecto de Keyne tiene como punto de partida (i) la separación de los problema del nivel de empleo de los recursos y de la asignación de los recursos empleados,<sup><a name="nr20"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#20">20</a></sup> y (ii) la delimitación del papel de los precios a la distribución de un volumen de recursos empleados", que además, según Keynes, lo realizan de manera satisfactoria. Esto implica que "lo que determina la ocupación real de los recursos disponibles" [1936, 16] depende de otra ley, externa a los precios.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Esta dicotomía solo e legítima si e adopta una teoría del valor que determina lo precios independientemente de las cantidades producidas. quí podemos reconocer la teoría ricardiana, al menos la formalizada por Sraffa. Keynes tiene razón en referirse a Ricardo para justificar la dicotomía entre el nivel y la asignación de los recursos empleados: "Ricardo negó expresamente que tuviera algún ínteres el monto del dividendo nacional como hecho independiente de su distribución", pero se equivocó al considerar que la teoría ortodoxa seguía siendo ricardiana: "pero sus sucesores, con una visión menos clara, han usado la teoría clásica en estudios sobre las causas de la riqueza" [1936, nota 1, 16].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>En el enfoque neoclásico, el nivel y la asignación de recurso con el mismo y único problema. Desde el momento en que el equilibrio, en el entido a la vez de la asignación eficiente y del pleno empleo, se obtiene por medio del mismo mecanismo, el sistema de precios, no hay ningún lugar para la idea central de Keynes según La cual la regulación de la demanda global es suficiente para asegurar un buen funcionamiento de la economía, al suponerse que el mecanismo de precios se encarga de garantizar la asignación eficiente de los recursos.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>De hecho, existe la siguiente disyuntiva: (i) O bien, el mecanismo de los precios funciona como lo afirma la teoría neoclásica, y en este ca o la regulación de la demanda global no es necesaria ya que el pleno empleo es automáticamente asegurado; (ii) O bien, el mecanismo de precios no funciona, la regulación de la demanda global es necesaria, pero uno no puede estar seguro de que se utilicen los recursos de manera eficiente ya que por hipótesis, el mecanismo de precios es defectuoso. La teoría del valor no tiene un objetivo específico propiamente dicho. Constituye el principio de donde se derivan las otras teorías. La negativa de toda discusión sobre la teoría del valor significa aceptar, de hecho, el modelo de base de la teoría ortodoxa. Para Keynes se trata, por ende, de eliminar uno de los resultados principales: Sólo existe un equilibrio en el pleno empleo. Para con reguirlo, construye un modelo donde el funcionamiento walrasiano del mecanismo de precios se anula al negar el segundo postulado neoclásico y la supresión de la hipótesis de sistema completo de mercados. Sobre esta base se elabora la función de inversión de la que depende el equilibrio de subempleo con flexibilidad de precios. Por lo tanto, este último pertenece al conjunto de equilibrios ineficientes que resultan de la modificación de una o de otra de las hipótesis del modelo de referencia. Es cierto que el modelo de Keynes es el que se aleja más del modelo walrasiano, sin embargo, no deja de obtenerse por medio de la aplicación del mismo método a través del cual se elabora actualmente la mayor parte de la teoría neoclásica positiva.<sup><a name="nr21"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#21">21</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Keynes concibe su proyecto colocándose en un nivel intermedio entre los fundamentos de la teoría y la política económica. Este nivel r pre enta la mayor parte de la enseñanza universitaria de la teoría económica y por con iguiente, es aquel que sirve para la formación económica de "funcionarios públicos y políticos, y aun los agitadores" [19 6 337]. Si bien su importancia es obvia, no es compatible suficientemente con una teoría "herética".</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Notas al pie</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr1">1</a><a name="1"></a> Este juicio tiene justificación en algunos análisis particulares pero es falso respecw a la estructura lógica de la Teoría.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr2">2</a><a name="2"></a> Como constatamos, ésto no tiene que ver con la interpretación de la ley de Say propuesto por Lange y retomada por Patinkin. Esta última se caracteriza por una recursividad del sector real en su totalidad (y no de la oferta real) con respecto al sector monetario. Por otra parte, en la interpretación de Keynes, la ley de Say no excluye la presencia del dinero bajo la forma de un saldo de liquidez para transacciones (primer modelo de Patinkin). Lo que implica que el saldo de dinero de: asalariado sólo depende del ingreso real, y es independiente de la tasa de interés.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr3">3</a><a name="3"></a> Según los teóricos del equilibrio general el sistema de mercados no está completo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr4">4</a><a name="4"></a> No se trata de postulados sino de condiciones de primer orden de rnaximiaación de las respectivas funciones objetivo de empresarios y de obreros, en competencia perfecta.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr5">5</a><a name="5"></a> Este modelo describe un equilibrio de flujos, y su acervo de capital está dado. Sus fundamentos 'microeconómicos' se explican en Sargenr [1987, 7-19].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr6">6</a><a name="6"></a> Patinkin justifica su enfoque diciendo que "si ignoramos estas influencias adicionales (saldos reales, acervo de titulos y tasa de interés) es porque el mercado de trabajo como tal no nos interesa en el análisis siguiente; su única funcióo es proporcionar el punto límite del pleno empleo […] La introducción de estas influencias adicionales no afectarían el análisis de estática comparativa aunque si complicaría de manera importante el análisis dinámico" [patinkin 1965, 204-205].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr7">7</a><a name="7"></a> Desde este punto de vista, el salario en la restricción de resupuesto del asalariado ocupa un lugar análogo al que el modelo An:ow-Debreu asigna a la ganancia en la restricción de presupuesto del consumidor.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr8">8</a><a name="8"></a> Para un estudio del modelo con "ley de Walras restringida" ver Cartelier [1995, 47 y ss].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr9">9</a><a name="9"></a> No hay cambio esencial si se adopta una función walrasiana de oferta de trabajo de N<sup>s</sup> = N<sup>s</sup> (w/p,r).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr10">10</a><a name="10"></a> La teoría de Clower elimina una incoherencia de la definición tradicional de ofertas y demandas en desequilibrio. Pero no conduce a ningún concepto distinto del equilibrio walrasiano, lo que explica el desarrollo de modelos de equilibrio con precios fijos.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr11">11</a><a name="11"></a> No es el capítulo 19, Keynes analiza las diferentes (siete) efectos de la disminución de los salarios monetarios y concluye que es sobre lo que se llamará después "Efecto Keynes", que "deben hacer descansar su argumentación aquellos que creen en la propiedad del sistema económico de ajustarse automáticamente; aunque no sé que lo hayan hecho así" [1936,266].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr12">12</a><a name="12"></a> Una parte considerable de los trabajos de los "nuevos keynesianos" se dedica a proporcionar "los fundamentos microeconómicos" de estas dos formas de rigidez del salario. Cualquiera que sea el interés intrínseco de estas teorías, su alcance para la teoría de Keynes es sumamente limitado.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr13">13</a><a name="13"></a> En efecto, si los individuos "se confrontan con un doble nivel de precio duplicado […] su demanda por saldos nominales L2(r) se mantiene constante, así que su demanda por saldos reales especulativos disminuirá" [Patinkin 1965,254 y ss.,nota K2 pág. 637 y ss].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr14">14</a><a name="14"></a> Hacemos abstracción del efecto de saldos reales que está por fuera de la Teoría General. Esto no parece molestar. Pacinkin, el autor que más insistió en este efecto, lo considera tan esencial para La teoría monetaria (la existencia del efecto) como despreciable para el ajuste macroeconómico (la fuerza del efecto). Por ejemplo, en los Estados Unidos entre 1929 y 1932 el valor real de los saldos netos privados aumentó 46 por ciento mientras que el ingres nacional real bajó 40 por ciento [ Patinkin 1949]. Por su lado Neary y Stiglitz [1982] calcularon que, a pesar de la fuerte baja de precios durante la gran depresión, seria necesario más de dos siglos para que por medio del efecto de los saldos reales, el pleno empleo pueda restaurarse.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr15">15</a><a name="15"></a> Estos tres modelos no agotan los factores de la anulación del efecto Keynes que se eñalan en la Teoría General [1936, 262-264]. Entre estos hay que poner atención a la "Influencia depresiva que ejerce sobre los empresarios el aumento de la carga de deuda [que] puede neutralizar parcialmente cualquier reacción optimista que resulte del descenso de los salarios" [1936,233].</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr16">16</a><a name="16"></a> Si se adopta la primera formalización del numeral 9, se puede tener que N<sup>o</sup> > N<sup>s</sup>, en tal caso la solución de Nˆ no es viable. En los otros casos, las dos formalizaciones dan el mismo resultado.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr17">17</a><a name="17"></a> El abanico de opciones es muy el amplio: desde la inversión pública hasta las acciones con el fin de modificar expectativas de largo plazo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr18">18</a><a name="18"></a> Esos límites del concepto de equilibrio keynesiano no justifican de ninguna manera la gran confusión que se generó. e tomó el mal hábito de calificar como "keynesiano" un equilibrio con desempleo y, por extensión, el modelo que genera ese resultado. En la mayoría de los casos, o los salarios Y los precios son flexibles, pero el desempleo de equilibrio no es involuntario; o el desempleo de equilibrio es involuntario, pero (cualquiera que sea la justifiación) los salarios nominales o reales (y a veces los precios) no varían. Ver Anexo <a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v31n1a17e7">2</a> .</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr19">19</a><a name="19"></a> Tobin [1975, 1993] subraya en particular el efecto desestabilizador del endeudamiento utilizando modelos que combinan caracteristicas keynesiaoas y neoclásicas.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr20">20</a><a name="20"></a> La única excepción notable es el capítulo 17 de la Teoría General.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr21">21</a><a name="21"></a> Si aparece un e quema de base diferente al equilibrio general, de hecho una teoría alternativa del valor, se podrá elaborar una teoría en el seno de la cual podrán integrarse con seguridad importantes elementos del modelo keynesiano.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr22">22</a><a name="22"></a> Hacemos abstracción del cuarto modelo que –como señala Hicks– es una "generalización" mas que una formalización de la teoría de Keynes. Por otra parte, los modelos de Hicks poseen dos bienes (de consumo y de inversión). Pero dado que sus peeaos relativos no tienen ningún papel, no se pierde nada si se considera sólo un bien.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr23">23</a><a name="23"></a> Esta recursividad monetaria está bien explicada por Cartelier [1995, 88], Pero él considera que en la recria neoclásica la hipótesis de salario monetario fijo es incompatible con la presencia de la ecuación monetaria, ya que su coexistencia conllevaría a la sobredeterminación de los precios nominales [Canelier 1995,46-47]. Este argumemo no nos parece convincente. En un modelo, el papel de una ecuación no se define de una vez por todas, independientemente de las hipótesis de las otras ecuaciones. La crítica de Cartelier conduciria a rechazar la utilización keynesiana de la ecuación F'<sub>N</sub>=w/p para determinar p bajo el pretexto de que su papel es determinar la demanda de trabajo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><b><i>ANEXO <a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr1a">1</a><a name="1"></a>. LOS MODELOS DE HICKS</i></b></span></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La int rpretación de la teoría de Keynes que Hicks propone en su artículo de 1937 se apoya en los tres modelos siguientes.<sup><a name="nr22"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#22">22</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px;"><b><i><a name="v19n33a02e1"></a></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: center;"><b><i><img src="http://www.scielo.org.co/img/revistas/ceco/v19n33/v19n33a02e1.jpg" style="border: 0px;" /></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Donde R es el ingreso que es igual a p Y.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Estos tres modelos tienen las mismas incógnitas: N,Y,w, p, r, I, S, Y las mismas ecuaciones de la oferta [1]-[3]. Ninguno es recursivo por la oferta. El modelo clásico posee una recursividad monetaria, R es la única incógnita de la ecuación [7]. Por este hecho, el empleo es determinado por el subsistema definido por las ecuaciones [<a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v19n33a02e2">1</a> ]-[<a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v19n33a02e4">3</a>] y [<a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v19n33a02e8">7</a>]. Basta escribir [7] M<sup>o</sup> = k wp/wY. Utilizando las ecuaciones [<a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v19n33a02e2">1</a>] a [<a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v19n33a02e4">3</a>], la ecuación [<a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#v19n33a02e8">7</a>] tiene una sola incógnita: N.<sup><a name="nr23"></a><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#23">23</a></sup></i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Los dos modelos 'keynesianos' son recursivos por la demanda, Los subsistemas de la demanda (ecuaciones [4]-[7'] y [4]-[7"]) determinan r, I, S y R. Al conocer el ingreso nominal de equilibrio, las ecuaciones de la oferta determinan Y y N. El empleo es una función creciente del ingreso nominal (el aumento de R no puede ir acompañado del crecimiento proporcional de p, sin contradecir las ecuaciones [1]-[3]).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La diferencia entre los dos últirnos modelos reside en la determinación de la demanda. En el primero, las cuatro ecuaciones de la demanda se resuelven de maneta secuencial: r está determinada por la ecuación monetaria [7']. Enseguida se conoce 1 mediante la ecuación [4],luego R por el multiplicador o la ecuación [6'] . Por el contrario, a causa de La modificación de la ecuación monetaria, en el segundo modelo se r uelven la cuatro ecuaciones de la demanda simultáneamente. Es el modelo IS-LM</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Ninguno de estos modelo es claro. El primero porque no es clásico, los d porque no son keynesianos. a primera afirmación es evidente: el modelo clásico de Hick no es el de la ley de Say.No es recursivo por la oferta sino por la ecuación monetaria.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Es trivial considerar que los modelos keynesianos de Hicks son el ig n de las equivocaciones sobre la teoría de Keynes. Pero no nos referiremos a los limites reales o supuestos del modelo IS-LM, tales como la coexistencia de variables estado y de control (lo que es evidente) o la formalización de la teoría de Keynes por medio de un modelo de interdependencia (esta critica no nos parece justificada). Para nosotros, La equivocación más grave se origina en la identificación de los modelos keynesianos con los modelos recursivos por la demanda.Una consecuencia notable es la importancia concedida a la ilusión monetaria en la demanda especulativa de dinero, en particular en el "modelo especial" que se presenta como la separación más importante que <eynes logró realizar con respecto a la teoría dominante.Est modelo es el origen de profundas confusiones sobre la sig nificación de la "determinación monetaria de la tasa de interés" de Keynes.Sobre todo los modelos keynesianos de Hicks formalizan la que hemos llamamos la anti-ley de Say que, además, no se opone aquí a ninguna ley de Say (el modelo clásico es recursivo por la ecuación monetaria). La estructura lógica de la teoría de Keynes se oscurece completamente.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><b><i>ANEXO <a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002#nr2a">2</a><a name="2"></a>. A PROPÓSITO DE ALGUNAS AFIRMACIONES CORRIENTES</i></b></span></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Vamos a considerar algunas afirmaciones corrientes, sin cuidamos del orden ni de su profundidad.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>– "Al contrario del modelo de equilibrio general, el modelo keynesiano depende del análisis de equilibrio parcial". Esta afirmación es injustificada y es un contrasentido. La importancia del análisis de equilibrio parcial no reside en el hecho de permitir estudiar el mercad de arvejas por fuera de las perturbaciones causadas por la variación de los precios en otros mercados, principalmente en aquéllo de las otra verduras. En la macroeconomía, el equilibrio parcial está ligado a la ley de Say que permite conseguir resultados a nivel del sistema en su conjunto a partir únicamente del análisis de un mercado particular (el de trabajo). Precisamente es contra este enfoque de equilibrio parcial que Keynes propone su idea central según la cual el empleo depende del funcionamiento de otros mercados diferentes al de trabajo. n el plano metodológico, la concepción de la macroeconomía en términos de interdependencia es ciertamente una de la mayores contribuciones de Keynes.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Debemos precisar que esta visión no implica la asignación del mismo grado de interdependencia a todos los mercados. Por ejemplo, n excluye que la valoración financiera pueda alejarse de la valoración real (valor fundamental). Esta cuestión importante ni siquiera podría plantear en un modelo de equilibrio parcial.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>– "Al contrario del modelo walrasiano de interdependencia general, el modelo keynesiano es recursivo". Complementa la anterior y también nos parece injustificada. En los días de Keynes no s la interdependencia sino la recursividad (por la oferta) la característica del modelo dominante. Es posible que, dejándose llevar por la corriente, Keynes estuviera tentado a oponerle un modelo de recursividad por la demanda, la anti-ley de Sayo Hemos encontrado sólo un rastro en el capítulo 3 de la Teoría General. Pero la interpretación no es clara. Se trata de un resumen tan parcial de su teoría que una ecuación tan importante como la de la tasa de interés está ausente. Los modelos keynesianos son de interdependencia general. Uno solo entre ellos, el de la preferencia para la liquidez, admite entre todas las soluciones un equilibrio particular, la trampa de liquidez, donde el modelo se comporta como si fuese recursivo por la demanda.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Es verdad que, en el modelo de Keynes, las decisiones de los agentes no son simultáneas. Debido a la presencia de N<sup>d</sup> en las restricciones de presupuesto de los asalariados, sus decisiones son necesariamente posteriores a las de las empresas. Pero la no simultaneidad de las decisiones no implica la recursividad del modelo. El Equilibrio General es evidentemente un modelo de interdependencia. Sin embargo, en la formulación dada por Arrow y Debreu, las decisiones no se hacen de manera simultanea porque en la restricción de presupuesto de los consumidor s figuran las ganancias de las empresas. Por otra parte, el modelo de la ley de Say es recursivo a pesar de que las decisiones sean simultáneas.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>–Una interpretación corriente de la teoría de Keynes como un modelo tecur i o por la demanda se apoya en una de las dos deducciones siguientes. La primera (i) (a) dado que la política keynesiana de eliminación del desempleo involuntario consiste en la expansión de la d manda global, (b) entonces, la teoría keynesiana es la que explica el de empleo involuntario por la insuficiencia de la demanda global.La segunda es la siguiente (ii): (a') dado que el desempleo keynesiano es aquel que no puede ser disminuido por la baja de salarios, (b')entonces, él es explicado por la insuficiencia de la demanda global.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>Por lo tanto la teoría keynesiana del desempleo involuntario se deduce de la política contra desempleo según (i), y de la definición del desempleo de equilibrio según (ii). Consideramos que ambas son incorrecta. n el modelo de Keynes esbozado antes, el nivel del empleo se determina simultáneamente con las otras incógnitas, y por ende, es explicado por la totalidad de las ecuaciones. Por lo anterior dep nde tanto de las condiciones de la demanda como de las condiciones de la oferta. Es a la solución de este modelo que se aplica el test de la disminución del parámetro w<sup>o</sup>, Si el nivel del empleo no aumenta, el desempleo es keynesiano: la definición (a') no implica (b').</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>La solución del modelo depende de las ecuaciones y de sus parámetros. Si la ecuaciones de la demanda permanecen iguales, el empleo de equilibrio es diferente si, por ejemplo, la función de producción cambia o si la producción se decide con un criterio diferente al de la maximización de la masa de ganancia (por ejemplo, la tasa). La cuestión de la política económica es saber cuáles son los parámetros y las variables sobre las cuales puede actuar el Estado. Un vistazo a las ecuaciones del modelo es suficiente para percibir que la sola posibilidad se refiere a las ecuaciones de la demanda. El conjunto de técnicas disponible así como las decisiones de producción escapan a la acción del estado. La justificación de la política keynesiana no se debe buscar en la recursividad por la demanda, sino en el hecho de que permite actuar sobre el desempleo keynesiano (ineliminable por la disminución de salarios) respetando la propiedad privada de medios de la producción. La proposición (a) no implica (b).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>– 'Al contrario de la teoría neoclásica que está concebida en términos reales, la teoría de Keynes es monetaria". Si lo anterior se entiende en el sentido de que el dinero se integra en la teoría de la determinación de las magnitudes, esto es tan inexacto respecto a Keynes como a los neoclásicos. El dinero aparece en dos lugares: en la ecuación monetaria y en el salario exógeno. En el primer caso, es captado solamente a través de la propiedad de reserva de valor. Ahora bien, como lo han mostrado ampliamente los trabajos neoclásicos en teoría monetaria, la integración del dinero intentada por este enfoque es un fracaso. Como unidad de medida del salario exógeno, el dinero aparece solamente en la propiedad de unidad de cuenta. Así como en la teoría neoclásica, a la teoría de Keynes le falta la integración del dinero. La razón es la misma: ninguna de las dos teorías le abre campo al dinero como medio de cambio. El análisis de las transacciones (se esté o no en equilibrio) está ausente.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>– Como casi toda la Teoría General está escrita con la hipótesis de salario monetario exógeno, se concluyó que "la rigidez del salario monetario es la condición del equilibrio keynesiano". Es obvio que, tanto el modelo neoclásico como el keynesiano, se presta para ser usado para el estudio de los efectos de rigideces de precios o de salarios. Pero es incorrecto pensar que el equilibrio con desempleo involuntario depende de una rigidez cualquiera. sta proposición falsa resulta de la confusión entre el salario monetario exógeno y rígido. Keynes adopta la primera hipótesis y no la segunda. La variación exógena del salario monetario es la que permite el 'test' decisívo de la etapa II (§19).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>– "Un modelo es keynesiano si todas sus soluciones son equilibrios con desempleo involuntario". Esta interpretación falsa tiene sus orígenes en la inversión abusiva del resultad del modelo de equilibrio general en el que todas las soluciones son de pleno empleo. Un modelo es keynesiano si admite entre sus soluciones un equilibrio con desempleo involuntario (ineliminable por la flexibilidad de salarios y de precios).</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>– Se dice que "el desempleo keynesiano es explicado por el dinero". Pero en el modelo keynesiano, que es de interdependencia, el desempleo se explica tanto por la ecuación monetaria como por las otras ecuaciones. También esto es cierto en el caso de la trampa de liquidez, donde la tasa de interés mínima es la que corresponde a la solución del conjunto del modelo.</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>– Se afirma que el desempleo keynesiano se explica por el dinero porque "Keynes tien una teoría monetaria de la tasa de interés". Sólo la encontrarnos en dos ocasiones. Una primera vez, en el segundo m delo de Hicks, llamado "teoría especial de Keynes" ¡Pero en la interpretación de Hicks, Keyne tiene una teoría monetaria de la tasa d interés dela misma manera que los clásicos tienen una teoría monetaria de la producción! Una segunda vez, a propósito de la determinación de la tasa de interés por la tasa propia del dinero pero se trata de la teoría de la tasa de interés, de la que no se conoce su papel en el modelo keynesiano.</i></b></p><hr style="font-size: 13.6px; text-align: justify;" /><span style="font-family: verdana; font-size: small;"><p style="font-size: 15.52px; text-align: justify;"><b><i>REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS</i></b></p></span><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[1] Benetti, C. (1997). El método normativo de la teoría económica positiva", Cuadernos de Economía 26, 7-19. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[2] Cartelier, J. (1995). L'économie de Keynes, De Boeck, Bruxelles. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[3] Clower, R. (1965). "The Keynesian Counter- Revolution: A Theoretical Appraisal", Monetary Theory, Clower, R, editor, Penguin Books, 1969. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[4] Flaaschel, P., Franke, R. y Semmler, W. (1996). Non-linear Macrodynamics - instability, Fluctuations and Growth in Monetary Economies, MIT Press, Cambridge. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[5] Garegnani, P. (1964- 1965)."Note su consumí, investimenti e demanda effettiva", Economía Internazionale, noviembre. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[6] Hahn, F., y Solow, R. (1995). A Critical Essay on Modern Macroeconomic Theory, Blackwell, Oxford. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[7] Hicks, J. (1937). "Mr. Keynes and the Classics", Money, Interest and Wages, Blackwell, Oxford,1982. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[8] Hicks, J. (1980-1981). "IS-LM: n explanation", Money. Interest and Wages, Blackwell, Oxford, 1982. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[9] Keynes.J,M, (1934). "Poverty in Plenty: is the Economic System self- Adjusting?", Collected Writings of John Maynard Keynes XIV Macmillan, Londres, (1973). [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[10] Keynes, J.M. (1936). Teoría General de la ocupación, el interés y el Dinero. FCE, 1965. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[11] Keynes,J.M. (1937). "Alternative Theories of the Rare of Interest", The Economic Journal, Junio, y reproducido en Collected Writings of John Maynard Keynes XlV Macmillan, Londres, 1973. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[12] Keynes,J.M. (1938). "Lettere á R.F.Harrod",Collected Writings of John Maynard Keynes XIV Macmillan, Londres, 1973. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[13] Neary, P. y Stiglitz J. (1982). "Expectations, Assets Accumulation and the Real Balance Effect", Dublin Meetings of the Econometric society, septiembre. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[14] Patinkin, D. (1948). "Flexibility and Full Employment", American Economic Review 38,septiembre, </i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>543-64. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[15] Patinkin, D. (1965). Money, lnterest and Prices, Harper & Row, Nueva York. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[16] Tobio, J. (1975). "Keynesian Models of Recession and Depression", American Economic Review Papers and Proceedings 55, mayo, 195-202. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[17] Tobin, J.(1993). "Price Flexibility and Output Stability: An Old Keynesian View",Journal of Economic Perspective7,1,45-65. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p style="font-size: 12.61px; text-align: justify;"><b><i>[18] Sargent, Th. (1987). Macroeconomic Theory, segunda edición, Academic Press, Nueva York. [ <a>Links</a> ]</i></b></p><p><span style="font-size: large;"><b><i><a href="http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-47722000000200002">VER AQUÍ</a></i></b></span></p></span></div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2943699304697971758.post-53379591580369162392020-08-30T10:13:00.003-07:002020-08-30T10:13:53.204-07:00La disciplina de la ciencia política <div style="text-align: center;">
<b><i><span style="font-size: large;">La disciplina de la
ciencia política </span></i></b></div>
<div style="text-align: center;">
<b><i><span style="font-size: large;">Víctor Manuel Muñoz Patraca* </span></i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-size: large;"><br /></span></i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-size: large;">Resumen </span></i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i>En el presente artículo el autor hace un estudio sobre el origen y la naturaleza de la Ciencia Política, comprendida como una disciplina de las Ciencias Sociales que se encuentra
en constante cambio por la diversidad de enfoques que ofrece sobre la realidad de la convivencia humana. Para el autor, el carácter multidisciplinario de la Ciencia Política es uno de
los elementos más enriquecedores de su labor analítica debido a que de él se desprenden una gran variedad de análisis, estudios e interpretaciones sobre un fenómeno determinado. A lo largo del artículo se ofrecen varias reflexiones y consideraciones que sirven
como elementos de orientación para conocer una perspectiva teórica del conocimiento social. </i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i>Palabras clave: Ciencia Política, Ciencias Sociales, disciplina, teoría, campo de estudio. </i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i><br /></i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-size: large;">Abstract </span></i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i>The article presents a study about the origin and nature of the Political Science as a discipline of the Social Sciences which are in constant change due to the diversity of approaches about human coexistence. It shows the multidisciplinary character of the Political Science as one of the most valuable elements in its analytical work due to wide variety of analysis,
studies and interpretations of a determined phenomenon. It also offers a guide of important
reflections and considerations for us to better know a theoretical perspective of social
knowledge. </i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i>Keywords. Political Science, Social Sciences, discipline, theory, research line. </i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i><br /></i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i>* Doctor en Estudios Políticos por la Universidad de París X-Nanterre. Profesor de Tiempo
Completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. </i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i><br /></i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i>Hablar de la Ciencia Política como disciplina científica conlleva la
necesidad de hacer una referencia, así sea breve, a los aspectos
que han estado en el centro del debate de esta definición. Una
disciplina científica ha supuesto durante décadas la existencia de un objeto de estudio propio, bien definido, y fronteras claramente delimitadas. Sin embargo, la Ciencia Política no cuenta con una definición precisa, aceptada sin controversias, ni con un campo exclusivo de estudio.</i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i><br /></i></b></div>
<div style="text-align: justify;">
<b><i><span style="font-size: large;"><a href="https://www.redalyc.org/pdf/4264/426439976006.pdf">VER MÁS AQUÍ</a></span></i></b></div>
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