¿Cómo perciben los economistas la ingeniería económica?
Veamos dos casos extremos:
Hal Varian (1989)[4], en un artículo preparado para una conferencia, cuyo tema era examinar si la economía estaba llegando a ser una ciencia dura [ver La economía en examen riguroso], el conocido economista de Google.com, sostiene que:
Parte del encanto y de las promesas de la economía, es que de ella se nos dice que está para delinear políticas que mejorarán la vida de la gente, a diferencia de lo que la mayoría de las otras ciencias físicas y sociales. Las sociología y la ciencia política tienen un componente de (policy) política, pero en su mayor parte están involucrados en la comprensión y el funcionamiento de su respectiva materia temática. La ciencia física, por supuesto, tiene el potencial para mejorar los niveles estándar de vi da, pero este es realmente un subproducto de la ciencia como actividad intelectual.
Desde mi perspectiva, muchos estudiosos del pensamiento metodológico han perdido de vista el aspecto más relevante de la ciencia económica. Desde mi perspectiva: …es un error comparar la economía con la biología; en todo caso sería mejor compararla con la medicina. Me parece que Keynes estaba bromeando en parte cuando dijo que los economistas deberían ser más como dentistas. Los dentistas dicen que ellos pueden mejorar la vida de la gente, al igual que los economistas. La premisa metodológica de la odontología y la economía es similar: se valora lo que es útil. Ninguno de estos “temas de política” (policy subjects) —ingeniería, medicina, u odontología— están más relacionados con la metodología y los economistas, por mucho, tampoco lo están. [Hartford recuerda la frase de Keynes: "Los economistas deberían considerarse a sí mismos como gente humilde y competente, al nivel de los dentistas". Una comparación que Hartford cree que se debería llevar más allá. "No esperamos que un dentista nos diga cuándo se nos va a caer un diente. Esperamos que ofrezca consejos adecuados e intervenga para arreglar los problemas cuando ocurran". Por eso recomienda que los economistas se limiten a aconsejar sobre cómo mejorar la economía y que tengan en mente que ningún dentista se atrevería a predecir cuándo va a caerse un diente.]
Cuando se piensa acerca de esto, es sorprendente que no haya más trabajo en la metodología de la ingeniería o de la medicina. Estos aspectos han tenido una gran enorme influencia en la vida del Siglo XX, y aun así, han sido ignorados totalmente por la filosofía de la ciencia. Esta negligencia debería ser contrastada con otras ciencias sociales en las que el debate metodológico ha ocupado grandes dosis de tiempo y energía. La filosofía de la ciencia, tal como es practicada en los departamentos de filosofía, parece estar básicamente relacionada con la física, con filósofos con conocimientos rudimentarios de psicología, biología y escasamente con las ciencias sociales. Me parece que muchos economistas y filósofos que han escrito sobre metodología económica, no le han dado suficiente énfasis a la orientación de gran parte de la investigación económica. Una razón de lo anterior es la carencia de un modelo adecuado a seguir. No existe filosofía de la ingeniería, filosofía de la medicina o filosofía de la odontología. No hay un modelo de metodología para una ciencia política con el cual pueda construirse un análisis. La tarea de formular dicha teoría es, desde mi punto de vista, uno de los problemas más interesantes para aquellos que están involucrados con los aspectos metodológicos y filosóficos de las ciencias sociales…
Este es un fragmento de la charla preparada para la conferencia “¿La economía puede convertirse en una ciencia dura?” (29--30 de octubre de 1992, París, Francia.), examinó cómo la teoría económica neoclásica es útil para la comprensión de política económica. También describió el papel de la teoría económica en la política económica.[5]
De esto podemos deducir que Varian devela el trato indirecto (a través de la política de los gobernantes de turno) y no como lo que tienen la ingeniería, la medicina, u odontología para mejorar los niveles estándar de vida pero de manera directa. –La ciencia física, por supuesto, tiene el potencial para mejorar los niveles estándar de vida, pero este es realmente un subproducto de la ciencia como actividad intelectual, como él mismo lo indica textualmente.
Paul A. Samuelson también decía algo parecido: “La economía es la ciencia que se ocupa del estudio de las leyes económicas que indican el camino que debe seguirse para mantener un elevado nivel de productividad, mejorar el patrón de vida de la población y emplear correctamente los recursos escasos.”
Esto nos lleva a la conclusión de que la mayoría de economistas ignoran que «Lo que distingue a la Escuela Austriaca y habrá de proporcionarle fama inmortal es precisamente el hecho de haber desarrollado una teoría de la acción económica y no de la “no acción” o “equilibrio” económico» (Von Mises, 2001: 70), que hoy ha sido reivindicada por la ingeniería económica. Igualmente, desconocen los teoremas de Schumpeter que sustentan a la ingeniería económica; él (Schumpeter) es uno de los más grandes pensadores del siglo XX. Ocupa un lugar destacado en la Sociología Económica con Adam Smith, Carlos Marx, Émile Durkheim, Georg Simmel y Max Weber y es uno de los primeros economistas en reivindicar “explícitamente” el papel que debería de jugar la Sociología Económica en el estudio de las instituciones y de la vida económica. Tradicionalmente se reconoce su contribución a la Sociología Económica en sus ensayos sobre la crisis fiscal del Estado, el imperialismo y las transformaciones de la estructura de clases con el desarrollo del capitalismo. Sin embargo, estos ensayos no son las únicas aportaciones en las que, como nos recuerdan Salvador Giner y Richard Swedberg, muestra su interés en la perspectiva sociológica. La Sociología está presente en el núcleo de su aportación a la teoría económica: en la teoría de la innovación. La teoría de la innovación (y de las crisis) de Schumpeter se encuentra a miedo camino entre la teoría de alcance medio en el sentido de Merton y la ambición por la gran teoría.
En el otro extremo encontramos al PhD Adolfo Figueroa, quien tomando muy en serio eso de que un economista es un mirlo blanco[6], comparte con Hal Varian (pero en sentido contrario), la idea de ingeniería. Así, Adolfo Figueroa, (considerado por sus colegas y alumnos como el único economista que hace teoría económica), tiene una idea discrepante con su colega Hal Varian.
Este su artículo “Ciencia y desarrollo: el papel de la ciencia económica[7]”afirma tajantemente que::
[…] La economía del desarrollo no es ciencia sino ingeniería económica.
[…] Un economista que se ocupa del tercer mundo es usualmente considerado un economista de segundo nivel; es un economista que aplica las teorías de la economía estándar a los problemas del tercer mundo. (Pág. N° 71).
Decir que La economía del desarrollo no es ciencia sino ingeniería económica […], solo corroboraría que Figueroa nunca ha leído la 'Teoría del desarrollo económico' de Joseph Alois Schumpeter,[8] (fundamentada en los procesos de innovación y desarrollos Tecnológicos y en el cambio socio-cultural) elaborada en 1911 en su Theorie der wirtschaftlichen Entwicklung; o, que no lo ha entendido; al parecer simplemente no lo quiere aceptar; en otras palabras: —se ha quedado congelado en el “mainstream económico académico” de su época de estudiante al creer que sigue vigente la gran referencia ideológica y analítica para los desarrollistas latinoamericanos y caribeños (CEPAL, 1951, 1962, 1973) de Prebisch[9]. Este autor sostenía[10] que la industrialización espontánea en curso tenía un significado especial en la historia de la humanidad, porque representaba la posibilidad de que la vasta región subdesarrollada latinoamericana captara los frutos del progreso técnico mundial, hasta entonces confinados esencialmente a los países industrializados.
Lo más probable es que el economista PhD. Adolfo Figueroa aún cree que sigue vigente la gran referencia ideológica y analítica para los desarrollistas latinoamericanos y caribeños (CEPAL, 1951, 1962, 1973) de Prebisch[11]. Este autor sostenía[12] que la industrialización espontánea en curso tenía un significado especial en la historia de la humanidad, porque representaba la posibilidad de que la vasta región subdesarrollada latinoamericana captara los frutos del progreso técnico mundial, hasta entonces confinados esencialmente a los países industrializados.
En el sentido amplio de la “Economía del Desarrollo”, entendida como teoría económica del desarrollo, formaría parte del pensamiento económico en desarrollo, por lo que pueden encontrarse importantes antecedentes de las concepciones de desarrollo económico que se engloban en esta disciplina a lo largo de la historia del pensamiento económico; podemos arrancar desde el pensamiento mercantilista (T. Mun) e ir atravesando otras escuelas como la fisiócrata (F. Quesnay), la clásica (A. Smith, D. Ricardo, T. Malthus y J. S. Mill), la marxista (K. Marx y V. I. Lenin), la historicista (F. List, W. Roscher, B. Hildebrant, G. Schmoller, y W. Sombart), la institucionalista (T. Veblen, C. Ayres, J. Commons), la neoclásica (A. Marshall, C. Menger y L. Walras), la keynesiana (J. M. Keynes y A. Hansen) y la schumpeteriana (J. A. Schumpeter).
Sin embargo, en la Economía del Desarrollo propiamente dicha podemos encontrar cinco corrientes de pensamiento bien diferenciadas, la teoría de la modernización, la teoría estructuralista del desarrollo, la teoría neomarxista del desarrollo, la teoría neoliberal del desarrollo y las teorías alternativas del desarrollo.
«No puede existir ingeniería sin una ciencia que la sustente. Economía no puede ser ingeniería pura. En realidad, su argumento es que la ciencia económica es deductiva, y una vez creada la teoría hay que utilizarla sin necesidad de pasar por el proceso de su falsación. Su visión es que la economía no es una ciencia fáctica. La ingeniería económica se sustenta en la teoría económica (la teoría neoclásica)[16]. Esta metodología deductivista es de aceptación general entre los economistas. Así lo prueban los datos de la realidad. (Pág. N° 31) […] Y como no puede existir una epistemología para la ingeniería, la economía no necesita de la filosofía de la ciencia. Economía es aplicación de la teoría económica a problemas de política económica. Economía es pura ingeniería.»
Al decir que “No puede existir ingeniería sin una ciencia que la sustente”, nuevamente se atreve a plantar una seuda-argumentación[17], pues no está enterado que la ciencia es apenas uno de sus componentes, pues antes de que aquélla se incorporare a la ingeniería, ésta ya existía como quehacer del hombre[18]. Se indica como la ingeniería no puede plegarse a los dictados de la ciencia[19] porque los problemas que enfrenta y su método para resolverlos son de naturaleza muy diferente. Asimismo, en la actualidad la ingeniería no sólo se basa en disciplinas sino que está asociada con otras profesiones. Existe la costumbre, además, de pensar que la ingeniería es parte de una trilogía: ciencia pura, ciencia aplicada e ingeniería. Se debe hacer énfasis en que esta trilogía es solamente una de la tríada de trilogías en cuales encaja la ingeniería. La primera es ciencia pura, ciencia técnica, ingeniería; la segunda es teoría económica, finanzas, ingeniería; y la tercera es relaciones sociales, relaciones industriales, ingeniería.
Luego agrega que Varian sostiene que: […]Economía es pura ingeniería. Pues, si leemos cuidadosamente la propuesta (Leer aquí http://www/sims/berkeley/edu), no encontramos tal afirmación.
“Numerosas son las cátedras, pero escasos los profesores sabios y nobles. Numerosos y grandes son las aulas pero pocos los jóvenes que realmente tienen sed de verdad y justicia” “¡Que cada cual juzgue ateniéndose a su opinión personal, basada en sus propias lecturas, pero que no se base en lo que dicen otros!” Einstein, de “La libertad de enseñanza”, a propósito del caso Gumbel.
Varian, cuando indica que:
[…] Y como no puede existir una epistemología para la ingeniería, la economía no necesita de la filosofía de la ciencia.
Figueroa no interpreta cabalmente lo dicho por Varian, pues éste se refiere a que –“Cuando se piensa acerca de esto, es sorprendente que no haya más trabajo en la metodología de la ingeniería o de la medicina. Estos aspectos han tenido una gran enorme influencia en la vida del Siglo XX, y aun así, han sido ignorados totalmente por la filosofía de la ciencia. Esta negligencia debería ser contrastada con otras ciencias sociales en las que el debate metodológico ha ocupado grandes dosis de tiempo y energía. La filosofía de la ciencia, tal como es practicada en los departamentos de filosofía, parece estar básicamente relacionada con la física, con filósofos” Leer aquí.
Para un estudiante de economía que tiene sed de verdad (como decía Einstein), apropósito del caso que nos ocupa, debe aprender a diferenciar la epistemología de una tercera disciplina, más restringida que ella: la metodología. Para tal propósito, primeramente, debemos ver si las ideas, publicadas por estos dos economista, tienen la intención de conceptualizar sobre lo que es la “Ingeniería Económica”, de modo que los alumnos puedan darse cuenta como estas ideas, por el “efecto mateo”[24], son aceptadas inconscientemente como verdades indiscutibles, lo que da lugar a un conflicto sobre quien tiene la “razón”. Para finalmente aceptar solo una de ellas como verdadera o acertada, o, si solo nos interesa aprobar el examen, aprender la que el profesor espera como una respuesta ante una pregunta del examen. Esta situación crítica (para el alumno) nos obliga pedirle prestado la lámpara a Diógnes, para permitirnos aclarar cuál es la intención de fondo de cada uno de los autores.
El metodólogo (con el estilo de Figueroa) no pone en tela de juicio el conocimiento ya aceptado como válido por la comunidad científica sino que se concentra en la búsqueda de estrategias para ampliar el conocimiento. Por ejemplo, la importancia de la estadística está fuera de discusión para el metodólogo, pues constituye un camino para construir nuevas hipótesis a partir de datos y muestras. En cambio, el epistemólogo a la vez podría cuestionar el valor de esos datos y muestras y de la misma estadística.
El pensamiento y el análisis económico, a lo largo de toda su historia hasta nuestros días, ha estado dominado por un dualismo elemental, el cual define dos formas esencialmente distintas de hacer economía. Esta oposición entre dos tipos de análisis económico ha sido rotulada de muy diversas maneras: oposición entre un enfoque organísmico y mecanicista, colectivista e individualista metodológico, holista y atomista, conservador y emancipador, etc. Más allá de esta diversidad de calificativos, en términos generales se pueden caracterizar los dos grandes paradigmas que están detrás de cada uno de los extremos de esta dicotomía fundamental como una economía del sistema económico y una economía de la acción económica, respectivamente. Toda teorización económica puede encasillarse en cierta medida en uno u otro de estos paradigmas, aunque debe decirse que la historia de la economía registra varios intentos de conciliación de ambos polos. Los paradigmas a los que nos referimos entrañan dos concepciones radicalmente opuestas del agente humano y de su accionar. En el contexto de la economía del sistema económico, los actores económicos que aparecen representados en gran medida como sujetos pasivos de un sistema que los constriñe. Éste ejerce una fuerte dominación sobre los agentes al punto que los determina en su condición de seres económicos e individuales, vale decir, en su conducta, relaciones sociales y en su sentido de identidad personal. La dominación ejercida por el sistema es posible en virtud del proceso de socialización que se da en su interior; de esta forma, sostiene Dawe, los actores “son socializados según los valores centrales de la sociedad y las normas adecuadas para los roles que deben desempeñar en la división del trabajo, los roles que les otorgan tanto su identidad personal como su lugar y su propósito central en la satisfacción de las necesidades funcionales del sistema”.
Entre otras, las intenciones de este análisis no están concebidas en un sentido dogmático ni se pretende en modo alguno sentar cátedra o definir seguridades. Todo lo dicho aquí tiene más bien un sentido hipotético, conjetural, de planteamientos que puedan ser discutidos, criticados y evaluados, siempre dentro de una función didáctico-aplicativa que pueda servir de aporte para el mejoramiento de los procesos investigativos universitarios en el seno de los programas de postgrado. Por eso se puso un empeño particular en proveer la mayor cantidad posible de referencias bibliográficas, de manera que el usuario tenga la opción de validar y continuar por sí mismo las ideas aquí tratadas.
Autor responsable
cortezhonorio@gmail.com
[1] El principio más elemental del Objetivismo es la fórmula A es igual a A (A = A), esto quiere decir que el hombre debe apartar de su camino toda creencia espiritual o religiosa que le haga pensar que la realidad otra que la que se percibe con los sentidos. “Los hechos son hechos” reza la idea metafísica del objetivismo en la que se contempla el desprendimiento del hombre de todo deseo o temor que lo haga sentir que lo sobrenatural puede ser aceptado como real.
[2] Milton Friedman (1912) recibió en 1977 el premio Nobel de economía «por sus trabajos sobre el consumo, historia monetaria y sus aportaciones al problema de las políticas de estabilización». No obstante, como él mismo indica (Friedman y Friedman, 1998, p. 215) su trabajo de más amplia repercusión fue el prefacio que redactó para su primer libro como catedrático de la Universidad de Chicago, una compilación de artículos titulada Ensayos de economía positiva (1953). Friedman: la cientificidad de la economía, como cualquier otra disciplina científica, debe evaluarse por el acierto de sus predicciones y no por el realismo descriptivo de sus hipótesis. Así, por ejemplo, aunque ninguno de nosotros se reconozca en el agente económico de los teóricos de la demanda, éste les servirá a los economistas para predecir acertadamente su decisión, y con eso bastará, según Friedman, para que consideremos su teoría como ciencia positiva. Debemos, por tanto, aceptar las hipótesis que ofrezcan mejores predicciones sin prejuicios normativos sobre sus fundamentos o consecuencias. Para defender sus tesis, Friedman construye diversos argumentos contra sus adversarios a base de ejemplos y contraejemplos: por un lado, los partidarios del realismo en economía (críticos, en su mayor parte, de la teoría de la utilidad) y contra quienes se preocupan más de la formalización de la teoría económica que de sus implicaciones empíricas (fundamentalmente, los teóricos walrasianos). Desde un punto de vista epistemológico, no es difícil reconocer aquí una tesis instrumentalista. No obstante, son muchos los que han señalado las insuficiencias de su elaboración conceptual. Pensemos, por ejemplo (Mäki, 1992), en la coexistencia en el ensayo de Friedman de un instrumentalismo metodológico con un realismo ontológico (sobre entidades económicas como el consumidor, la empresa, etc.). O la posibilidad de interpretar sus tesis desde perspectivas tan distintas como la de Popper o el pragmatismo, con su asentimiento para ambas. Esta ambigüedad probablemente explique su amplísima aceptación. Pero debemos prestar atención también al éxito de la estrategia teórica justificada por sus prescripciones metodológicas: la minimización de las constricciones formales impuestas por el equilibrio general simplifica la adaptación estadística de la teoría económica, de modo que de ella se puedan obtener predicciones simples y políticamente relevantes, como las deseadas por tantos economistas entonces y ahora. Pese a todo, los resultados de Friedman no llegaron a producir el consenso deseado, entre los economistas o el público.
[3] El ministerio francés de investigación reunió en 1992 a varios pensadores provenientes de diversas corrientes de la economía para que compararan el estado de la ciencia económica con el de las ciencias 'duras'. La pregunta central era la siguiente: ¿puede hoy la economía equipararse a las ciencias naturales (tanto en su metodología como en sus resultados)?
[4] Varian, Hal,1989, “What Use is Economic Theory”, Trabajo presentado a la Conferencia Is Economics Becoming a Hard Science?, Octubre 29-30, 1992, Paris. El artículo está disponible en el sitio electrónico del autor, University of California at Berkeley, http://www/sims/berkeley/edu Se publicó una versión anterior de este documento (en Francés) en A. Autume y J. Cartelier, ed. Lâ Economie DEVIENT-Elle Une Ciencia Duré?”, Economica, París.Esta es una charla preparada para la conferencia “¿La economía puede convertirse en una ciencia dura?” (29--30 de octubre de 1992, París, Francia.), examinó cómo la teoría económica neoclásica es útil para la comprensión de política económica. También describió el papel de la teoría económica en la política económica.
[5] Por fortuna, la editorial francesa Economica publicó, bajo la edición de [ean Cartelier y Antoine D'Autume, las ponencias de esa reunión. Hubo una amplia gama de participantes y de enfoques. Neoclásicos importantes: Malinvaud, Hildebrand, Varian, Polemarchaquis, Kirman; heterodoxos de diversos matices y grados: Benetti y Cartelier (enfoque monetario), Dumenil, Levy, Foley (visión clásica), Boyer, Amable, Lordon (Escuela de la Regulación) y Robert Clower (antiguo impulsor de la teoría de los equilibrios no-walrasianos). Además, estaban bien representadas las técnicas auxiliares de la economía: la econometría (David Hendry) y lo mejor de la epistemología económica francesa (Brochier, Favereaud, Guesmerie, Walliser, Lantner).
Las respuestas a la pregunta central pueden clasificarse en dos grupos: En el primero, las que intentaban establecer si la economía comparte las características formales de las ciencias duras: 1. Unos principios explicativos o leyes generales del objeto empírico de investigación aplicables a diferentes situaciones; es decir, la existencia de una teoría general de los fenómenos estudiados válida para muchos casos particulares; 2. Que las variables y sus relaciones mutuas se puedan cuantificar y medir en forma estadística; 3. Que se puedan hacer predicciones sobre los eventos reales cubiertos por la teoría; 4. Hacer experimentos para probar la solidez de los argumentos explicativos, es decir, que existan métodos de prueba y refutación empíricos.
El debate concluyó que la economía no reúne o no puede reunir todas esas características. Todos los participantes coinciden en que la economía posee una teoría dominante (la formulación del equilibrio general de los mercados de Arrow y Debreu) con niveles de formalización equivalentes a los que existen en las ciencias naturales, pero la mayoría de ellos acepta que aún no cumple todos los requisitos y que, por tanto, no es una ciencia dura.
Malinvaud, Brochier, Lantner, Feveraud y Foley son los principales exponentes de esta conclusión. Según ellos, la economía no es una ciencia dura porque:
1. Los fenómenos económicos son más complejos y menos permanentes que los naturales;
2. Los fenómenos económicos se presentan en contextos políticos y sociales donde la interpretación deja campo a la subjetividad. La economía, entonces, está dominada por lo normativo y, por ende, por los valores que existen en la sociedad;
3. La autonomía de lo económico en la sociedad y su permanencia no son un rasgo adquirido;
4. En la economía no se pueden hacer pruebas de laboratorio ni experimentos. En su lugar, se construyen modelos artificiales. Al no poder hacer experimentos controlados, los economistas ensayan y prueban con los modelos;
5. Los economistas no pueden hacer cálculos y predicciones exactas por las dificultades de información y construcción de datos;
6. En contraste con la física, el equilibrio general carece de sustancia pues sus magnitudes no se dejan medir estadísticamente.
[6] Las cualidades que Keynes predicaba de su maestro Alfred Marshall podrían aplicarse también a un puñado de economistas que han marcado los derroteros de las ciencias económicas, no siempre en la misma dirección. La creciente complejidad de los fenómenos económicos y de la ciencia económica convierten el ejemplares cada vez más raros esos mirlos blancos capaces de fecundar el análisis económico con los métodos y precauciones de las matemáticas…
[7] Ciencia y desarrollo: el papel de la ciencia económica, Adolfo Figueroa, Setiembre, 2001, documento de trabajo 202, Http://www.pucp.edu.pe/economia/pdf/DDD202.pdf
[8] En primer lugar, Schumpeter considera el proceso de producción como una combinación de fuerzas productivas, las que, a su vez, están compuestas por fuerzas materiales y fuerzas inmateriales. Las fuerzas materiales las componen los llamados factores originales de la producción (Factor trabajo, Factor tierra y Factor capital –“ medios de producción producidos”). Las fuerzas inmateriales las componen los “hechos técnicos” y los “hechos de organización social” (SCHUMPETER, Joseph. Teoría del desenvolvimiento económico. Quinta Reimpresión, Fondo de Cultura Económica, México, 1978, p.25.), que, al igual que los factores materiales, también condicionan la naturaleza y el nivel del desarrollo económico. El segundo concepto es el de desarrollo económico. “El desenvolvimiento en nuestro sentido, es un fenómeno característico, totalmente extraño a lo que puede ser observado en la corriente circular, o en la tendencia al equilibrio [crecimiento económico]. Es un cambio espontáneo y discontinuo en los cauces de la corriente, alteraciones del equilibrio, que desplazan siempre el estado de equilibrio existente con anterioridad” (Por innovación, Schumpeter entiende una invención que se introduce en el mercado, es decir, con potencial de industrialización, con potencial de mercado.). El Desarrollo económico es, pues, un fenómeno dinámico y no estático, implica, contrario al crecimiento económico que es únicamente “alteración de datos”, un proceso de transformación cualitativa de la sociedad y de la economía. A pesar de que el desarrollo económico está determinado por la Tecnología y las fuerzas socio-culturales, las dos no lo determinan con la misma intensidad. En efecto, “este carácter evolutivo del proceso capitalista no se debe simplemente al hecho de que la vida económica transcurra en un medio social y natural que se transforma incesantemente y que, a causa de su transformación, altera los datos de la acción económica; este hecho es importante y estas transformaciones (guerras, revoluciones, etc) condicionan a menudo el cambio industrial, pero no constituyen su móvil primordial. Tampoco se debe este carácter evolutivo al crecimiento casi automático de la población y el capital ni a las veleidades del sistema monetario, de todo lo cual puede decirse exactamente lo mismo que de las transformaciones del proceso capitalista. El impulso fundamental que pone y mantiene en movimiento a la máquina capitalista procede de los nuevos bienes de consumo, de los nuevos métodos de producción y transporte, de los nuevos mercados, de las nuevas formas de organización industrial que crea la empresa capitalista” (SCHUMPETER, Joseph. Op. Cit., P.75.).
[9] La trayectoria intelectual de la CEPAL se inicia con la redacción por Prebisch, en 1949 y 1950, de tres documentos que contenían los elementos básicos que figurarían como la gran referencia ideológica y analítica para los desarrollistas latinoamericanos y caribeños (CEPAL, 1951, 1962, 1973).
[10] La nueva "teoría del desarrollo": Prebisch presenta entonces los elementos de la matriz analítica de la que "arranca" el pensamiento cepalino. En ellos se encuentran tanto el análisis de la inserción internacional de las economías periféricas y de la vulnerabilidad externa consiguiente, como el análisis de las condiciones problemáticas y de las tendencias "perversas" (desequilibrio en las cuentas externas, inflación, desempleo) con que se procesa internamente el crecimiento en la periferia latinoamericana, en función de las características estructurales heredadas: baja especialización productiva y heterogeneidad tecnológica. Por último, el autor realiza una primera incursión en la temática de la intervención estatal, que surge fortalecida al argumentarse la naturaleza problemática de la industrialización en las condiciones estructurales periféricas, que el mercado no tendría cómo resolver espontáneamente. Los años cincuenta fueron para la CEPAL los del auge de la creatividad y de la capacidad de osar e influenciar. Prebisch y la osadía intelectual son sinónimos en América Latina. Apoyándolo, en el seno mismo de la CEPAL o en sus cercanías, estarían nada menos que Celso Furtado, José Medina Echavarría, Regino Botti, Jorge Ahumada, Juan Noyola Vázquez, Aníbal Pinto, Osvaldo Sunkel y otros conocidos cultores del conocimiento sobre la realidad latinoamericana. Los mensajes eran innovadores y fértil el campo para divulgarlos. En el plano de la conveniencia histórica, la ideología cepalina encajaba perfectamente con los proyectos políticos de varios gobiernos del continente. En el plano analítico, el mensaje general estaba plenamente sintonizado con el meollo de la nueva "teoría del desarrollo": los países subdesarrollados merecían una formulación teórica independiente o a lo menos adaptada, ya que en aspectos relevantes funcionaban en forma diferente a los desarrollados. En el fondo, con diferentes conceptos y maneras de formular la cuestión, todos exponían el mismo mensaje central, el de la necesidad de realizar políticas de industrialización como forma de superar el subdesarrollo y la pobreza. La CEPAL se manejó admirablemente en ese contexto. No sólo se tornó en una referencia indispensable cuando se hablaba de América Latina, sino que desarrolló una teorización propia en la que combinó en forma consistente un buen número de innovaciones conceptuales: relaciones "centroperiferia", deterioro de los términos de intercambio, desequilibrio estructural del balance de pagos, inflación estructural, desempleo estructural, planificación del desarrollo en América Latina, integración regional, entre otras.
[11] La trayectoria intelectual de la CEPAL se inicia con la redacción por Prebisch, en 1949 y 1950, de tres documentos que contenían los elementos básicos que figurarían como la gran referencia ideológica y analítica para los desarrollistas latinoamericanos y caribeños (CEPAL, 1951, 1962, 1973).
[12] La nueva "teoría del desarrollo": Prebisch presenta entonces los elementos de la matriz analítica de la que "arranca" el pensamiento cepalino. En ellos se encuentran tanto el análisis de la inserción internacional de las economías periféricas y de la vulnerabilidad externa consiguiente, como el análisis de las condiciones problemáticas y de las tendencias "perversas" (desequilibrio en las cuentas externas, inflación, desempleo) con que se procesa internamente el crecimiento en la periferia latinoamericana, en función de las características estructurales heredadas: baja especialización productiva y heterogeneidad tecnológica. Por último, el autor realiza una primera incursión en la temática de la intervención estatal, que surge fortalecida al argumentarse la naturaleza problemática de la industrialización en las condiciones estructurales periféricas, que el mercado no tendría cómo resolver espontáneamente. Los años cincuenta fueron para la CEPAL los del auge de la creatividad y de la capacidad de osar e influenciar. Prebisch y la osadía intelectual son sinónimos en América Latina. Apoyándolo, en el seno mismo de la CEPAL o en sus cercanías, estarían nada menos que Celso Furtado, José Medina Echavarría, Regino Botti, Jorge Ahumada, Juan Noyola Vázquez, Aníbal Pinto, Osvaldo Sunkel y otros conocidos cultores del conocimiento sobre la realidad latinoamericana. Los mensajes eran innovadores y fértil el campo para divulgarlos. En el plano de la conveniencia histórica, la ideología cepalina encajaba perfectamente con los proyectos políticos de varios gobiernos del continente. En el plano analítico, el mensaje general estaba plenamente sintonizado con el meollo de la nueva "teoría del desarrollo": los países subdesarrollados merecían una formulación teórica independiente o a lo menos adaptada, ya que en aspectos relevantes funcionaban en forma diferente a los desarrollados. En el fondo, con diferentes conceptos y maneras de formular la cuestión, todos exponían el mismo mensaje central, el de la necesidad de realizar políticas de industrialización como forma de superar el subdesarrollo y la pobreza. La CEPAL se manejó admirablemente en ese contexto. No sólo se tornó en una referencia indispensable cuando se hablaba de América Latina, sino que desarrolló una teorización propia en la que combinó en forma consistente un buen número de innovaciones conceptuales: relaciones "centroperiferia", deterioro de los términos de intercambio, desequilibrio estructural del balance de pagos, inflación estructural, desempleo estructural, planificación del desarrollo en América Latina, integración regional, entre otras.
[13] En lógica, un argumento se define como un conjunto de premisas seguidas por una conclusión. Un argumento puede ser sólido, (válido y con premisas verdaderas) o ser persuasivo de alguna otra manera. Sin embargo, un argumento no necesita ser sólido o persuasivo para ser unargumento.
[14] El valor de la crítica: En la época moderna, y casi hasta nuestros días, se ha puesto de moda el ser crítico; pero pocas veces se establece con claridad en que consiste esta exigencia. Ser crítico solo se comprende dentro de un sistema filosófico, pues la crítica no es una noción primera ni innata. No obstante, todo el mundo acepta casi ingenuamente el valor de la crítica, y somos infrecuentemente críticos para con el valor y fundamento de la misma.
[15] Los hombres y los entendimientos son diversos. Como nada hay innato en los hombres de una misma especie, la única causa de esta desigualdad se halla, para Locke, en la culpa que cada uno tiene por no ejercitarse y desarrollar las facultades de la mente. Las aptitudes que se encuentran en los hombres, o las ausencias de las mismas, se deben más que a ninguna otra cosa, a la falta de educación. La educación, en efecto, es el resultado de ser “capaz de rehusarse a la satisfacción de los propios deseos, de contrariar sus propias inclinaciones y seguir solamente lo que su razón le dicta, como mejor, aunque el apetito le incline en otro sentido” [4 LOCKE, J. Some Thoughts Concerning Education, n. 33. Cfr. LOCKE, J. La racionalidad del Cristianismo. Madrid, Paulinas, 1977. DYER, W. Glück der positiven Erzzihung: so werden Kinder frei, creativ und selbständig. München, MVG Verlag, 1992.]
[16] “Prejuzgar las ideas de otros antes de haberlas examinado no es mostrar su oscuridad, sino ponerla en nuestros propios ojos” (Locke, J. Of the Conduct of Understanding. O. C., p. 211. Cfr. JOLLEY, N. Leibniz and Locke. Oxford, Clarendon Press, 1984. LEPERLIER, G. La communication pédagogique: des techniques d'expression au développement personnel. Toulouse, Privat, 1992. Historical Relations. Cambridge, Cambridge University Press, 1931)
[17] La argumentación es una variedad discursiva con la cual se pretende defender una opinión y persuadir de ella a un receptor mediante pruebas y razonamientos, que están en relación con diferentes: la lógica (leyes del razonamiento humano), la dialéctica (procedimientos que se ponen en juego para probar o refutar algo) y la retórica (uso de recursos lingüísticos con el fin de persuadir movilizando resortes no racionales, como son los afectos, las emociones, las sugestiones ...).
[18] El desarrollo de la ingeniería comenzó con la revolución agrícola en el año 8000 A.C. cuando los hombres dejaron de ser nómadas, y se establecieron en un lugar fijo para poder cosechar sus productos y criar sus animales comestibles. Al rededor del año 4000 A. C. las poblaciones comenzaron a asentarse alrededor de los ríos Nilo, Indo y Éufrates, estas tenían gobierno y escritura. De ahí estas civilizaciones se vieron en la necesidad de construir. Los primeros ingenieros fueron arquitectos, que construyeron muros para proteger las ciudades y los primeros edificios para lo cual utilizaron algunas habilidades de ingeniería. Seguidos por los especialistas en irrigación, estos se encargaron de facilitar el riego de las cosechas. A partir de ahí surge la INGENIERÍA MILITAR (primera disciplina de ingeniería), como las zonas de cosecha eran frecuentemente atacadas hubo necesidad de proteger las zonas vulnerables, ese era el trabajo de los ingenieros militares se encargaban de defender esas zonas a partir de la construcción de murallas y así las ciudades podían sobrevivir a los continuos ataques.
[19] El desarrollo de la ingeniería comenzó con la revolución agrícola en el año 8000 A.C. cuando los hombres dejaron de ser nómadas, y se establecieron en un lugar fijo para poder cosechar sus productos y criar sus animales comestibles. Al rededor del año 4000 A. C. las poblaciones comenzaron a asentarse alrededor de los ríos Nilo, Indo y Éufrates, estas tenían gobierno y escritura. De ahí estas civilizaciones se vieron en la necesidad de construir. Los primeros ingenieros fueron arquitectos, que construyeron muros para proteger las ciudades y los primeros edificios para lo cual utilizaron algunas habilidades de ingeniería. Seguidos por los especialistas en irrigación, estos se encargaron de facilitar el riego de las cosechas. A partir de ahí surge la INGENIERÍA MILITAR (primera disciplina de ingeniería), como las zonas de cosecha eran frecuentemente atacadas hubo necesidad de proteger las zonas vulnerables, ese era el trabajo de los ingenieros militares se encargaban de defender esas zonas a partir de la construcción de murallas y así las ciudades podían sobrevivir a los continuos ataques.
[20] Un buen estudiante de economía, que tiene sed de verdad, para contestarse, debe entender que la epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de los problemas tales como: las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a la obtención del conocimiento, y los criterios por los cuales se le justifica o invalida, así como la definición clara y precisa de los conceptos epistémicos más usuales, tales como verdad, objetividad, realidad o justificación. Por otro lado, un estudiante de economía que tiene sed de verdad, venido el caso, debe aprender a diferenciar la epistemología de una tercera disciplina, más restringida que ella: la metodología. El metodólogo no pone en tela de juicio el conocimiento ya aceptado como válido por la comunidad científica sino que se concentra en la búsqueda de estrategias para ampliar el conocimiento. Por ejemplo, la importancia de la estadística está fuera de discusión para el metodólogo, pues constituye un camino para construir nuevas hipótesis a partir de datos y muestras. En cambio, el epistemólogo a la vez podría cuestionar el valor de esos datos y muestras y de la misma estadística.
[21] Debido a la combinación del efecto Mateo y la Ley de Stigler, los autores afamados previamente, obtienen más fama personal que los no famosos por sus obras o descubrimientos; sus trabajos obtienen más repercusión, citas, difusión, impacto mediático, publicidad o ventas; consiguen más fondos, patrocinadores o medios para continuar con su actividad; y además es posible que reciban indebidamente el reconocimiento por trabajos o creaciones que no les son propias, o sólo tengan el mérito por alguna pequeña mejora o modificación respecto a la obra o descubrimiento de un autor más anónimo.
[22] La Epistemología Testimonial: Es llamada también “epistemología del testimonio” (testimony epistemology, epistemology of testimony) y, para muchos, está incluida en la epistemología social (Fuller 2002). Surge dentro del problema de las fuentes del conocimiento y de la justificación del mismo y desarrolla las condiciones bajo las cuales el conocimiento en general, incluyendo el científico, resulta válido no a partir de las propias construcciones del agente, sino de los procesos de transmisión desde otras personas. Es, precisamente, en el caso de la ciencia donde más se revelan los mecanismos transmisivos, testimoniales, como fuentes de conocimiento válido, en el sentido de que gran parte de la producción científica se fundamenta en lo que otros investigadores han logrado y han comunicado. Las mismas nociones de comunicación, difusión y transferencia científicas sólo pueden ser explicadas dentro de una epistemología testimonial. Los orígenes remotos de esta tendencia están en los siglos XVII (John Locke) y XVIII (David Hume y Thomas Reid). Dos de los autores fundamentales en esta epistemología son Robert
Audi y Anthony Coady (1995). Este último rebate la tendencia del sujeto (cartesiano, por ejemplo) a defender su propia autonomía de juicio respecto a lo que los demás le transmiten y, en cambio, sostiene que “las cogniciones racionales y empíricas no pueden suplantar completamente a las testimoniales, ya que dependen de esta última, al menos bajo el perfil del horizonte lingüístico y comunicativo dentro del cual son elaboradas” (1995:18). Sostiene también que “el testimonio es una fuente de información tan fundamental como lo es la percepción individual, la memoria individual y la inferencia individual. Todo nuestro mundo de entendimiento, creencias y conocimiento se funda fuertemente en nuestra confianza en lo que otras personas nos dicen” (entrevista en Radio ABC, 2004, en (http://www.georgetown.edu/faculty/jod/encounter.htm)
[23] Descartes parte de la crítica a la filosofía de su tiempo, en donde todo era dudoso y objeto de disputas. Admiró la matemática porque nos presenta verdades que poseen certeza: unas (los axiomas) porque se captan directamente gracias a la intuición, y otras (los teoremas) porque se deducen de los axiomas. El Racionalismo cree que la matemática es un saber modélico, e intentará renovar la filosofía imitando las características de su método: simplicidad de los principios, deducción y certezas.
[24] El efecto Mateo es la denominación sociológica de un fenómeno de acumulación de bienes, riqueza o fama, simplificado por la frase «el rico se hace más rico y el pobre se hace más pobre». La denominación «efecto Mateo» se debe a la conocida cita de este evangelista en su parábola de los talentos. (Mt, cap. 25, vers. 14-30), que resalta en el versículo 29 la frase: al que más tiene más se le dará, y al que menos tiene, se le quitará para dárselo al que más tiene En literatura, artes, industria cinematográfica o ciencias, el efecto Mateo puede observarse en la mayor estimación o reconocimiento personal que reciben los escritores, artistas, cineastas o científicos que ya son prestigiosos frente a otros menos conocidos. Quienes han publicado o expuesto anteriormente sus trabajos, además de más fama, publicidad o atención, consiguen con mayor facilidad fondos económicos. Con estos mayores medios les es más fácil continuar su actividad o acometer proyectos de mayor envergadura. Estos dos factores: mayor fama y más medios disponibles dan lugar a un efecto multiplicador, o espiral creciente del «efecto Mateo». Su prestigio previo facilita ya de por sí que revistas científicas de primer orden, salas de exposiciones, editoriales, distribuidoras de cine, etc. publiquen o expongan sus trabajos. Los mayores o mejores medios a su disposición facilitan además una mayor y mejor capacidad de producción, que hará más probable que sean publicados, expuestos y publicitados, y que aumentará circularmente la fama y el prestigio de sus creadores. Adams, Marilyn J. (1990). Beginning to Read: Thinking and Learning about Print. Cambridge, MA: MIT Press.