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domingo, 30 de agosto de 2020

La disciplina de la ciencia política

La disciplina de la ciencia política 
Víctor Manuel Muñoz Patraca* 

Resumen 
En el presente artículo el autor hace un estudio sobre el origen y la naturaleza de la Ciencia Política, comprendida como una disciplina de las Ciencias Sociales que se encuentra en constante cambio por la diversidad de enfoques que ofrece sobre la realidad de la convivencia humana. Para el autor, el carácter multidisciplinario de la Ciencia Política es uno de los elementos más enriquecedores de su labor analítica debido a que de él se desprenden una gran variedad de análisis, estudios e interpretaciones sobre un fenómeno determinado. A lo largo del artículo se ofrecen varias reflexiones y consideraciones que sirven como elementos de orientación para conocer una perspectiva teórica del conocimiento social. 
Palabras clave: Ciencia Política, Ciencias Sociales, disciplina, teoría, campo de estudio. 

Abstract 
The article presents a study about the origin and nature of the Political Science as a discipline of the Social Sciences which are in constant change due to the diversity of approaches about human coexistence. It shows the multidisciplinary character of the Political Science as one of the most valuable elements in its analytical work due to wide variety of analysis, studies and interpretations of a determined phenomenon. It also offers a guide of important reflections and considerations for us to better know a theoretical perspective of social knowledge. 
Keywords. Political Science, Social Sciences, discipline, theory, research line. 

* Doctor en Estudios Políticos por la Universidad de París X-Nanterre. Profesor de Tiempo Completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM. 

Hablar de la Ciencia Política como disciplina científica conlleva la necesidad de hacer una referencia, así sea breve, a los aspectos que han estado en el centro del debate de esta definición. Una disciplina científica ha supuesto durante décadas la existencia de un objeto de estudio propio, bien definido, y fronteras claramente delimitadas. Sin embargo, la Ciencia Política no cuenta con una definición precisa, aceptada sin controversias, ni con un campo exclusivo de estudio.

EL LENGUAJE CIENTÍFICO, LA DIVULGACIÓN DE LA CIENCIA Y EL RIESGO DE LAS PSEUDOCIENCIAS

EL LENGUAJE CIENTÍFICO, LA DIVULGACIÓN DE LA CIENCIA Y EL RIESGO DE LAS PSEUDOCIENCIAS 
Eusebio V. Llácer Llorca, Universitat de València 
Fernando Ballesteros Roselló, Observatori Astronòmic de la UV

1. El lenguaje de la ciencia 

El lenguaje de la ciencia es un lenguaje de tipo formalizado, frente a otros de carácter natural, y al igual que los lenguajes técnicos se caracteriza por su especificidad. Algunos autores sostienen que ciertas ciencias son en sí mismas lenguajes, por ejemplo la lógica o las matemáticas. Mientras los lenguajes naturales tienden hacia su diversificación, los artificiales apuntan a la universalización. Y así el lenguaje científico se antoja opaco, particularmente a los grupos sociales ajenos a su uso. Todo ello contribuye a crear una barrera que, en la práctica, tiende a aislar a la comunidad científica del resto de la sociedad. No debe pues sorprendernos que el lenguaje científico especializado sea, en no pocas ocasiones, utilizado por algunos científicos –aquellos que por el hecho de ser científicos se consideran parte de una élite intelectual– como una suerte de muralla comunicativa, que les mantiene a una distancia “prudencial” de los profanos y les diferencia del resto de los ciudadanos. Pero veamos cuáles son las principales características específicas del lenguaje de la ciencia. 

En primer lugar, los textos científicos suelen observar las cualidades más esencialmente epistemológicas de la ciencia: universalidad, objetividad, neutralidad (o imparcialidad) y verificabilidad. En cuanto a la cualidad de universalidad, sabemos que históricamente el latín fue hasta el siglo XVI la lengua dominante en los textos científicos y culturales europeos y así se posibilitó la difusión de la ciencia en los ambientes cultos y universitarios de Occidente. Cuando las lenguas vernáculas europeas fueron desplazando al latín, un gran número de términos y vocablos quedaron ya acuñados en su forma grecolatina. Por ello, aún hoy se sigue recurriendo a las lenguas clásicas –latín y griego– para crear nuevos neologismos que la ciencia, en su avance, va necesitando; aunque en los últimos siglos también las lenguas modernas, 52 Eusebio V. Llácer & Fernando Ballesteros especialmente el francés (siglo XVIII), el alemán (siglo XIX) y, sobre todo, el inglés desde el siglo XX se han impuesto como lenguas científicas por excelencia. 

Actualmente, para acuñar un nuevo término científico habrá que atenerse a una serie de normas terminológicas ya establecidas, lo que, en muchas ocasiones, obliga a sustituir algunos términos excesivamente particulares o idiosincráticos de una lengua, por otros más comprensibles en las lenguas dominantes, especialmente en inglés. Si bien esto puede resultar bastante engorroso, el concepto de universalidad produce enormes ventajas, incluso económicas, como la adopción de las normas DIN, los símbolos de los elementos químicos o el Sistema Internacional de unidades de medida (SI). 

Igualmente con el fin de conferir un tono de universalidad a la ciencia, el lenguaje científico utiliza algunos recursos discursivos intralingüísticos: el artículo con valor generalizador, que atribuye a la especie lo que se dice del individuo; el presente científico, ya que al ser el presente de indicativo o subjuntivo el tiempo no marcado o tiempo cero, éste se presenta como el más indicado para designar la universalidad de los hechos; los sustantivos abstractos que confieren a lo material un valor mental y universal; y finalmente los tecnicismos, que son fácilmente traducibles a cualquier lengua, contribuyen todos de modo concluyente a la universalidad del texto científico. 

En segundo lugar, la objetividad se consigue destacando los hechos y los datos, y determinando las circunstancias que acompañan a los procesos, con lo que la importancia del sujeto queda diluida y en segundo término. Para ello, los textos científicos suelen utilizar variados recursos. En primer lugar, se emplean oraciones enunciativas con una presencia básica de la función referencial, y en las que se puede observar un uso predominante del indicativo como modo de la realidad. 

Además se da preferencia a las construcciones nominales frente a las verbales: “Diluyo el polvo en agua y tomo una pequeña cantidad” (lengua común) > “Disolución del polvo en agua y toma de muestras” (lenguaje científico). Por medio de estas nominalizaciones se eliminan los morfemas de persona, con lo que se desvanece el interés por el agente, tanto más al utilizar frecuentemente sustantivos postverbales abstractos que transforman la acción en un hecho ya realizado. También es relevante el uso de las construcciones impersonales y pasivas –reflejas y perifrásticas– que ocultan al agente de la acción, así como la esporádica utilización de la voz media. 

A este respecto, observamos desde estructuras oracionales que comienzan con una construcción de infinitivo, gerundio o participio, hasta complementos circunstanciales que sirven para situar las circunstancias de los hechos, tanto sintagmas nominales precedidos de preposición, como subordinadas El lenguaje científico, la divulgación de la ciencia... 53 adverbiales, especialmente causales y finales1 . Por ejemplo: “Antes de proceder a interpretar estos resultados vía la consideración de argumentos del grupo de renormalización, hay que recordar que el árbol de Feigenbaum muestra una rica estructura autoafín”(Luque et alii, 2011: 4). 

A diferencia del lenguaje diario o el literario, el científico pretende librarse de las connotaciones o matices afectivos. Este afán por la imparcialidad o la neutralidad emocional es más un objetivo que una meta conseguida. Así, hay campos de la ciencia en que dicho objetivo se consigue, si bien es también cierto que determinados términos de algunas áreas científicas, al pasar a ser utilizados en el lenguaje común, adquieren matices o connotaciones afectivas. Así, frente a términos matemáticos de evidente neutralidad como “raíz cuadrada” o “integral”, se encuentran algunos términos médicos con enorme carga emocional como “cáncer”, “sida” o “tumor” e incluso en campos aparentemente neutrales como la Física, se observan términos que van adquiriendo matices de simpatía o antipatía como “voltaje” o “radiactivo”. 

A lo largo de la historia, algunos términos científicos que han pasado al lenguaje común, además de recibir connotaciones afectivas han cambiado de significado. Es el caso del término “histeria”, que originalmente denotaba una enfermedad y que ha llegado a utilizarse frecuentemente como término despectivo. Lo mismo ocurre con otros términos médicos acuñados ya por Hipócrates como “humor” que han perdido totalmente su primitiva significación (cada uno de los cuatro elementos del organismo humano) y que ahora significan simplemente un estado de ánimo. 

Finalmente, en el discurso científico predominan los adjetivos especificativos, generalmente pospuestos, mediante los cuales se delimita y concreta la extensión semántica del sustantivo. Más aún, aunque con idéntica función que los adjetivos, se utilizan copiosamente otros adyacentes del sintagma nominal, como las proposiciones de relativo especificativas, y los complementos del nombre (sintagmas nominales precedidos de preposición). 

Los recursos no lingüísticos como gráficos, fórmulas, demostraciones matemáticas y símbolos convencionales contribuyen a la verificabilidad de los hechos, además de conferir a los textos una pátina de objetividad y universalidad. 

1 En este sentido, véanse en Llácer Llorca (1997: 247) los estudios seminales llevados a cabo por C. L. Barber (1962).

Así pues, los elementos gráficos, iconográficos, cromáticos y tipográficos, apoyan de modos diversos al código lingüístico en “actos directos” en los que coinciden los propósitos locutivo e ilocutivo (discursivo) de las distintas disciplinas científicas2 . Estos elementos suelen representarse de modo similar en las distintas lenguas, informando de un carácter más universal que los recursos no lingüísticos propios de otros lenguajes especializados. 

En otro orden de cosas, la ciencia exige un grado superlativo de precisión. Por ello, los textos suelen poseer un alto nivel de corrección sintáctica y, a tal fin, acostumbran a ser también claros y concisos. La precisión quizá sea la cualidad más importante del lenguaje científico. Ésta implica una correspondencia biunívoca entre los términos científicos y las ideas, conceptos y definiciones, y se logra esencialmente mediante un abundante uso de léxico específico; esto es, de tipo monosémico a diferencia del poético: “Scientific and poetic language are two strategies applied to the problem of polysemy […] Scientific language attempts systematically to eliminate ambiguity […] Poetic language is […] creative of meaning”(Vanhoozer, 1990: 59). El lenguaje científico tiende a perseguir una fidelidad casi absoluta al lenguaje literal, por oposición al lenguaje figurado. Este hecho y la necesidad de utilizar siempre el mismo término para referirse a un mismo concepto producen, en contraposición a los textos literarios, una alta frecuencia de repeticiones léxicas en los textos científicos. La repetición de palabras, desaconsejada en otros tipos de textos, se tolera e incluso se fomenta en los técnico-científicos en razón de la coherencia y de la claridad en las explicaciones. 

En cuanto a la estructuración sintáctica general de los artículos científicos, son más comunes la coordinación y la yuxtaposición frente a las oraciones subordinadas, las más frecuentes las subordinadas adjetivas explicativas, que actúan como aclaración de sus antecedentes. De este modo se consigue una marcada sencillez sintáctica. No obstante, en ocasiones se dan igualmente textos de sintaxis más enrevesada. Con el mismo propósito observamos un empleo abundante de aposiciones y enunciados parentéticos entre comas, rayas o paréntesis como incisos. Tampoco es infrecuente el uso de la conjunción disyuntiva o con valor de identificación o equivalencia, y son habituales igualmente las aclaraciones o definiciones y los resúmenes. 

Por último, los enlaces y conectores extraoracionales sirven para consolidar la coherencia textual, tanto con el objeto de distribuir y separar los párrafos, como con el de reforzar las relaciones básicas de conclusión o consecuencia, esenciales en la formulación y desarrollo del método científico. 

2 Sobre los actos de habla, véanse J. Searle (1969): Speech Acts: An essay in the Philosophy of language, Cambridge: C.U.P.; y J. L. Austin (1962): How to Do Things With Words. Oxford: Clarendon Press.




RELACION ENTRE LOS PRINCIPALES COMPLEJOS CULTURAL.ES QUE INTERACTUARON EN AMERICA LATINA y LAS CLASES SOCIALES .. LA INCIDENCIA DEL ESPACIO 

Ricardo Osear Agüero Departamento de Geografía. Fae. Humanidades y Cs. 
Educación. Universidad Nacional de La Plata 

Introducción 

Con respecto al propósito de este trabajo, lo que se trata de desarrollar básicamente son las pautas generales que se deben contemplar para el estudio de este tipo de temáticas y, a su vez, construir una metodología primaria que nos permita acercarnos a la comprensión más cabal de estos procesos, sin desconocer que para una caracterización ajustada de estas relaciones, se requiere de estudios específicos, donde se consideren en todo su dimensionamiento las variables que interactúan en un medio concreto. 

Ahora, entrando en tema, este ensayo trata de analizar las diversas implicancias que se conjugan en la relación que Se puede establecer entre los principales complejos culturales que se manifestaron en América Latina, y las clases sociales y sus correspondientes expresiones territoriales. Se procura vincular, en esencia, el entretejido que se estructura entre los diversos «complejos culturales» intervinientes con las «características físicas» predominantes, que supuestamente distinguen a estos complejos, y las «ciases sociales» que van conformando, en función de la relación que se establece entre los diferentes grupos culturales con los medios de producción. 

Para considerar adecuadamente estos procesos, consideramos que es necesario ante todo, desarrollar un encuadramiento conceptual de las principales variables que se entrecruzan en este contexto temático. 

ENCUADRAMIENTO CONCEPTUAL DE lAS PRINCIPALES VARIABLES INTERACTUANTES 

En este sentido y como primera medida, trataremos de destacar y caracterizar, sin pretender arribar a una definición concreta, cuatro compo,nentes claves, sobre los que pivotean los análisis del presente estudio. Ellos son: 

1) Las «características físicas» o antropológicas (según la terminología francesa) sobresalientes de los grupos humanos que se encontraron en el continente americano,. A modo de síntesis y altemadamente, se podrá hablar de «raza» con un criterio flexible, no peyorativo, para destacar de los grandes agrupamientos aquellos rasgos físicos hereditarios comunes que se reflejan corporalmente y nos permiten diferenciar de manera gruesa a los mismos. 184 En sí, no tienen intrínsecamente, estas características, mayor relevancia para la Geografía, como muy bien deduce P. Gourou: «Las diferencias entre los grupos humanos (llámense razas o de otra manera) son ante todo de civilización; en comparación con esto las diferencias «raciales» son mínimas» (GOUROU, 1981:127). No obstante, esta noción nos va a servir como punto de referencia por la serie de concatenaciones que surgirán a partir de la misma, 
[...]

En primer lugar debemos recordar que este concepto forma parte de una teoría de las clases sociales y que fue desarrollado por Marx y Engels. En este sentido, aquí se siguen . los fundamentos de los autores mencionados y sus seguidores, pero esto 110 quiere decir que esta concepción se circunscriba exclusivamente a la ideología marxista, ni que las personas que no adhieren a esta visión no puedan extraer y acordar algunos conceptos que .ayudan, sin la menor duda, a comprender mejor cómo se estructura la sociedad. Ahora, para ir de modo más directo a una de las fuentes, citamos lo que dice al respecto Lenin, en su obra 

Una gran iniciativa: 
«Las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones que se encuentran con respecto a los medios de producción (relaciones que en gran parte quedan establecidas y formuladas en las leyes), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo y, consiguientemente, por el modo y la proporción en que perciben la parte de riqueza social que disponen. 

Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro ,por ocupar puestos diferentes en un régimen determinado de economía social» (LENIN, ·1979:32). Si bien esta definición posiblemente no engloba todas las implicancias del tema, indica básicamente que el nervio motor del concepto se sustenta en la «relación» que los diversos miembros de los grupos sociales establecen con los medios de producción. 

Dicho de otro modo, la estructuración de las clases se conforma a través de un proceso de complementariedad. Por lo tanto, se tornan muy discutibles aquellas clasificaciones que se apoyan de manera unilateral y exclusiva, en el concepto de «estratificación social» que es otra cosa. El problema reside, y esto es muy común, cuando de manera «aislada», se emprende una clasificación jerarquizada, en base ya sea a la ocupación, alíngreso, al estilo de vida, o cruzando todos estos componentes, sin contemplar ni «contener», implícita o explícitamente, los aspectos genéticos y relacionales que le dan sentido al concepto de clase social. Es así que en función de lo anteriormente dicho, puede resultar válido el empleo de un esquema de estratificación social para «posicionar» a las diferentes clases que intervienen en la sociedad, pero en el entendimiento que la estratificaciónes un producto de las relaciones de clase y por lo tanto puede obrar corno un reflejo de éstas. A continuación se analizan las siguientes categorías relacionáles: 1) «Raza-clases sociales». Este es un tipo de vinculación que teóricamente, por lo expuesto en párrafos anteriores, no tiene consistencia racional, no obstante la realidad de los procesos que se desencadenaron en el escenario que vamos a estudiar, indica que desde el inicio de período colonial el componente racial fue el principal determinante para la estructuración de las clases sociales. Los «indios», los «negros» y en menor término los mestizos, estaban por definición signados a ocupar los escalones más bajos. Se manifiesta por parte de estos grupos una debilidad concreta para poder oponerse y superarlas técnicas y designios del sector dominante. El mismo supo aprovecharse de aquellas !Civilizaciones con un perfil técnico más bajo, para sojuzgarlos y explotarlos en beneficio propio, dentro de un modo de producción donde la fuerza de trabajo era el componente principal De ahí en más, explotación y piel oscura estuvieron siempre asociados. En concreto, al disponerse de estos recursos humanos, pasaron a constituir con el andar del tiempo, los primeros grupos que se proletarizaron. Lo cierto es que, como condescienda de los sucesivos relegamientos a'l11Vel generacional, todavía en la actualidad, estos agrupamientos y sus diversas variantes de mestización, siguen ocupando en general, las posiciones más bajas de la escala social. Y lo que es peor, todavía se mantienen en gran parte los prejuicios que descalifican a estos sectores, sin conocer muchas veces los que manifiestan este sentimiento los procesos que los engendró. ' ... En definitiva, en esta historia fue el trasfondo civilizatorio el que verdaderamente articuló esta vinculación. 2) «Etnia-clases sociales». El análisis valorativo de este tipo de asociación es incuestionable. Luis Vitale dice lo siguiente: «Sin el estudio de la relación etnia-clase es imposible explicar la lucha de clases, el modo de vida y las diversas manifestaciones de nuestra cultura. Justamente, la especificidad de América Latina sólo puede entenderse a la luz de la relación etnia-clase» (VlTALE, 1992: 160). Y nuevamente Stavenhagen, a su vez, expresa: «Enfatizar la clase y descuidar la cultura es tan unilateral como enfatizar la cultura y descuidar la clase. La toma de conciencia clasista y la toma de conciencia étnica son dos procesos paralelos y ligados entre sí dialécticamente, es decir, se incluyen recíprocamente» (STAVENHAGEN, 198$:18). Es evidente que esta conexión tiene sustento teórico, pero está muy sesgado al entorno «indígena» latinoamerica.no casi exclusivamente. No engloba en general a todo el universo de agrupamientos humanos, como pueden ser la diversas nacionalidades y minorías, tanto de origen extra-continental como continental y que no conforman estrictamente grupos étnicos (o por lo menos de origen amerindio); no obstante, para ellos la vinculación entre cultura y clase también tiene validez e incidencia real. 

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