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martes, 11 de octubre de 2011

“La Macroeconomía necesita una revolución de credibilidad de manera aún más desesperada que la Micro”, afirma Joshua Angrist, profesor del MIT

Joshua Angrist: "La economía necesita un shock de credibilidad"
Entrevista al profesor del MIT y máximo referente de la “economía empírica”,
una rama que está en pleno boom.

DÉFICIT del 70, la “economía del crimen”, que analiza la propensión de las personas a cometer delitos dado un determinado set de incentivos, y que había inaugurado el premio Nobel Gary Becker pocos años antes, iniciaba un período de auge . Por ese entonces, Isaac Ehrlich, economista y colega de Becker en la Universidad de Chicago, publicó un influyente paper que aseguraba que entre 1950 y 1970 la pena de muerte había sido efectiva para disuadir a los criminales de cometer ilícitos . El argumento fue fundamental para que los tribunales de los distintos estados de la principal economía del mundo se manifestaran a favor de la pena capital, y demoraran varios años más en abolirla (aquellos que lo hicieron).
Hasta ahí, nada para resaltar. Salvo un pequeño detalle: recientes revisiones sobre los estudios de Ehrlich con nuevas técnicas econométricas demostraron que la relación entre pena de muerte y disuación para cometer delitos es nula, o por lo menos muy débil . En los años posteriores al trabajo hubo centenares de ejecuciones que se podrían haber evitado si, en los 70, se hubiera contado con una metodología de análisis correcta.
El ejemplo viene a cuento de Mostly Harmless Econometrics (“ Ec onomía casi inofensiva”), el libro de texto de Economía más vendido en Amazon en lo que va del año, escrito por Joshua Angrist, del MIT. Carismático, de un metro sesenta de estatura y hablar pausado, Angrist es uno de los economistas del momento , y sus seguidores aseguran que es un número puesto, tarde o temprano, para ganar el Nobel. Su contribución principal tiene que ver con su llamado a una “revolución de credibilidad” en la economía aplicada, una idea que busca encontrar relaciones “verdaderas” (causales) entre variables, más allá de las correlaciones simples que se observan.
“Por un tiempo quizás demasiado largo, la economía fue más una disciplina teórica, con modelos, y no había mucho énfasis en responder preguntas de política concretas. Pero en los 80 una nueva generación, fundamentalmente de microeconomistas, se propuso comenzar a responder preguntas concretas . Y la mejor forma de hacerlo es mediante experimentos, una idea que la vieja escuela económica no consideraba”, dice Angrist a iEco .
Un vistazo a los títulos de las investigaciones del profesor del MIT, que pasó hace unos días por Buenos Aires invitado por el Centro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales (CEDLAS) de la UNLP, muestra un mix desconcertante . Por un lado, estudios ultratécnicos, como “¿Cuándo controlar por variables adicionales? Propiedades asintóticas de paneles para la estimación de efectos de tratamiento”, o “Estimación de modelos de variables dependendientes limitadas con regresores indicadores endógenos”. Por el otro, estudios sobre cuestiones muy concretas que han sido furor en medios masivos y que sostienen, por caso, que las computadoras -y la tecnología en general- en clase no tienen efectos positivos sobre el nivel de aprendizaje de los alumnos, que las leyes de defensa para los discapacitados terminaron reduciendo drásticamente la cantidad de empleos disponibles para este sector o que los bebés nacidos en invierno tienen menores chances de ser millonarios que los que llegan en verano. Pasen y vean.
El mago de los tests Como “mago de las hipótesis testeables”, Angrist tiene un ojo muy agudo para encontrar “experimentos naturales” : aquellos casos en que algún evento distribuye al azar una determinada población objeto y permite medir con precisión efectos y causas .
Confundir correlación con causalidad es, tal vez, el error más común en los estudios empíricos de los economistas. Por ejemplo, una alta relación entre la inversión en educación y el bienestar de un país es compatible con que la educación es un motor del bienestar, o con que los países de buen pasar pueden invertir mucho en educación, o con ambas cosas a la vez.
Angrist utilizó el sistema de lotería en el reclutamiento de soldados para Vietnam –algo que produjo una distribución al azar– para medir las dificultades de reinserción laboral de los veteranos. Hacerlo sin tener en cuenta la lotería hubiera “contaminado” las conclusiones, puesto que por lo general los jóvenes con mejor educación y buenas relaciones –que son los que ganarán más en el futuro– también son los que tienen más chances de eludir el reclutamiento .
El problema de los winter babies (bebés nacidos en invierno) es famoso: al igual que en la Argentina con el 30 de junio, en EE.UU. hay una fecha de corte para empezar la escolaridad. Por lo tanto, hay personas que reciben (en promedio), medio año más de escolaridad obligatoria que el resto. Y el tiempo en la escuela es un explicador muy potente de los ingresos futuros .
– ¿Por qué dice que hace falta una revolución de credibilidad?–, le preguntó iEco.
-Por un largo tiempo, la economía fue más una disciplina teórica, con modelos, y no había mucho énfasis en responder preguntas de política. Pero en los 80 se puso más empírica y ganó foco para responder a preguntas más específicas. Probablemente haya ayudado el avance de las computadoras. Los experimentos son una idea que la vieja escuela no consideraba.
–¿No lo hacía por prejuicio? –Se trata de un desarrollo más reciente. La medicina incorporó la metodología de los randomized trials (experimentos con asignación aleatoria de grupos de tratamiento y control) en los 40, y llega a las ciencias sociales en los 70.
–¿La macroeconomía también necesita un shock de credibilidad? –Desesperadamente, porque la tradición empírica está más alejada. en parte porque es mas difícil. Hoy vemos que los macroeconomistas no tienen respuestas muy concretas para dar sobre los efectos de políticas monetarias o fiscales.
-Recientemente se publicó un estudio que relaciona el crecimiento de los países con el tamaño del miembro masculino. ¿Debe ser relevante la investigación económica? -Son ejemplos tontos, que se burlan de la economía empírica. Si uno se pone a correlacionar encuentra algo. Es como los estudios que vinculaban al mercado con las manchas solares. Yendo al caso que menciona, podríamos darle a la gente hormonas y veriamos que no afecta al PBI. Yo estaría muy contento de hacerlo (Risas).
-¿Por qué dice que la tecnología no sirve en clase? -Soy muy escéptico con este tema. Cuando era chico en la clase veíamos películas, y la gente pensaba que iba a ser una revolución. La maestra se iba, a todos les gustaba. Pero no tuvo efecto, y algo similar pasará con las computadoras, son más que nada una distraccion. El mejor resultado académico lo vi en Boston es escuelas semi-públicas con un sistema de “cero excusas” (no se perdonan los malos resultados académicos por el entorno social). Los resultados son increíbles. Y no usan computadoras, sino maestras con tiza y pizarrón.
-¿Pueden los economistas hacer daño? -No soy un gran fan de culpar a los intelectuales por una mala idea. Se supone que los intelectuales deben ser libres, imaginar sets de medidas y es decisión del publico y de los políticos ver cuál se implementa. El motivo único de genocidio mas nefasto de la historia fue la colectivización de granjas en China, ¿Debemos culpar a Karl Marx por ello? Isaac Ehrlich no es muy bueno como econometrista, pero eso no quiere decir que sea un mal tipo.

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Nobel de Economía por un trabajo que puede echar luz sobre la crisis


Los estadounidenses Christopher Sims y Thomas Sargent fueron elegidos por investigar el impacto de las decisiones políticas en la macroeconomía. Uno de ellos dijo que sus métodos son “fundamentales para encontrar una salida a este lío”.

BRINDIS. SARGENT (IZQ.) Y SIMS CELEBRAN AYER, TRAS UNA RUEDA DE PRENSA QUE OFRECIERON EN LA UNIVERSIDAD DE PRINCETON, POR LA OBTENCION DEL PREMIO.
Thomas Sargent, profesor de la Universidad de Nueva York y Christopher Sims, profesor de la Universidad de Princeton, ganaron ayer el Premio Nobel de Economía por sus investigaciones sobre la relación causa-efecto de las políticas gubernamentales sobre la economía.
En la complicada situación económica internacional actual, los aportes de ambos economistas son fundamentales para comprender mejor cuáles son las mejores políticas para evitar una segunda recesión en Estados Unidos y para impedir que estalle la zona del euro donde la política monetaria unificada no ha sido acompañada por una política fiscal en común. Los trabajos de Sargent sobre la inflación durante la década del 80 en América del Sur son particularmente interesantes para la Argentina de hoy.
Los dos galardonados “desarrollaron métodos para responder a numerosas cuestiones relativas al vínculo de causalidad entre la política económica y las diversas variables macroeconómicas como PIB, inflación, trabajo e inversiones”, dijo el Comité de selección.
En una entrevista, Sims dijo ayer que sus métodos y los desarrollados por Sargent “son fundamentales para encontrar una salida a este lío”.
Se refería a la crisis internacional. El flamante Premio Nobel advirtió, sin embargo, que su trabajo no ofrece ninguna varita mágica. “Si yo tuviera una respuesta sencilla ya se la hubiera ofrecido al mundo”, dijo.
En este caso, como en casos anteriores, se premiaron las contribuciones metodológicas de Sargent y Sims. Según el comité, los métodos estadísticos de estos dos economistas, que son utilizados por numerosos Bancos Centrales en distintos países del mundo, ayudan a comprender mejor por ejemplo, la relación entre un aumento en las tasa de interés o una reducción de impuestos y la inflación y el crecimiento económico.
“Nuestros métodos han sido utilizados en muchos países y lo bueno es que lo que les ha dado credibilidad es que tienden a tener resultados que son consistentes”, dijo Sims.
Según algunos economistas, Sims le dio credibilidad al nuevo Keynesianismo, a la teoría que dice que la economía puede caer en una recesión porque no hay suficiente demanda. De acuerdo a The New York Times , su metodología forma parte de los fundamentos de trabajos posteriores de economistas de peso como Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal y Olivier Blanchard el jefe de economistas de FMI.
Sims y Sargent, ambos de 68 años y egresados de la Universidad de Harvard, realizaron las investigaciones premiadas durante la década del 70 y 80. Si bien cada uno trabajó por separado, en varios trabajos Sargent agradece la manera en que Sims lo inspiró.
Sargent escribió en el 2009 un trabajo que tituló “La conquista de la inflación sudamericana” en el que analiza la inflación de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile y Perú en la década del 80.
En la introducción del trabajo Sargent explica que el objetivo es “inferir los determinantes de las hiperinflaciones en América Latina y los programa de estabilización”. La metodología matemática que utiliza le permite “interpretar los índices de inflación observados en términos de variación de los déficits, la secuencia de shocks provocados por las hiperinflaciones condicionadas por las expectativas y las reformas ocasionales y superficiales que reducen la inflación sin reformar los déficits”. Según Sargent, su metodología también le permite inferir los ajustes del déficit, que han ayudado a estabilizar la inflación de forma permanente.
En una carta que dirigió al ministro de Economía de Brasil el 30 de enero de 1986, Sargent le advirtió que para combatir la inflación iba a tener que reducir los gastos, aumentar los impuestos o ir al default. “Usted está gastando más de lo que obtiene de la recaudación impositiva, le dice, advirtiéndole que puede seguir así mientras tenga acceso al financiamiento internacional … Pero no lo puede hacer para siempre ... El problema más acuciante son las presiones inflacionarias ... Este es un síntoma del problema que refleja causas más profundas”, le dice.
“Cuando estudié en el Cema, en Argentina, el libro de Sargent sobre Macroeconomía era de lectura obligatoria”, contó a Clarín, Pablo López, un economista argentino que está haciendo un MBA en la Universidad de Nueva York donde Sargent enseña. “Es un gran teórico, hay que tener un buen nivel de matemática para poder comprender su metodología”
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Para el biógrafo de Keynes, la teoría actual no tiene respuestas


Robert Skidelsky, profesor de la Universidad de Warwick y autor de la mejor biografía que se haya escrito sobre John Maynard Keynes, explica en su último libro el motivo por el cual la teoría económica no previó la crisis internacional: las personas no actúan de la manera que los modelos de los economistas más influyentes nos señalan.
The return of the Master no es sólo una defensa férrea del pensamiento keynesiano aplicado a la crisis actual sino también una crítica sin anestesia a las principales escuelas de economía del mundo.
En una visita reciente a Buenos Aires, Skidelsky charló con iEco sobre éste y otros aspectos del tema. “La ciencia económica no cuenta con una teoría apropiada para explicar lo que sucedió en el mundo de las finanzas. Y mucho menos con un modelo para predecir lo que iba a pasar”.
El encuentro con iEco transcurrió en las oficinas de la persona que invitó a Skidelsky a Buenos Aires: el diputado Alfonso Prat-Gay, un reconocido admirador de la obra de Keynes.
La razón que encuentra Skidelsky para explicar por qué falló la teoría económica hace hincapié en un aspecto clave en la arquitectura de la economía neoclásica: los modelos funcionan en base a una lógica que indica que los mercados asignan siempre los recursos de manera eficiente y las personas se comportan de modo racional . ¿Qué quiere decir esto? “La teoría económica supone que las personas tienen la misma información disponible y por lo tanto todos pagarán el precio correcto por un producto”.
Por supuesto que esto nunca ocurrió . No al menos con esta última crisis. La teoría utilizada por la mayoría de los economistas presume que las personas se comportan de manera racional. Y eso no fue así. El comportamiento diario de millones de agentes de bolsa y yuppies es una prueba. Siempre se creyó que Wall Street se autorregularía y asignaría los precios de los activos de manera eficiente. “Keynes ya advirtió que esto no funciona así en un capítulo de la Teoría General. Pero todo se olvidó”.
La crisis global puso en evidencia que la teoría económica dominante mostraba agujeros negros , afirma Skidelsky. Y pone especial énfasis en la Escuela de Chicago. “Ellos tienen una visión que supone el ajuste automático de los mercados, que son eficientes y que la intervención del Gobierno sólo empeora las cosas. En mi opinión, se trata de una teoría basada en cuestiones más ideológicas que otra cosa”.
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