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lunes, 29 de mayo de 2023

FRAGMENTO DE ENTREVISTA CON AMARTYA SEN

 

FRAGMENTO DE ENTREVISTA CON AMARTYA SEN

 CUESTIONES PARA REFLEXIONAR FRAGMENTO DE ENTREVISTA CON AMARTYA SEN4 /

 Realizada por Nermeen Shaikh para Asia Source (www.asiasource.org) el 6 diciembre de 2004. Versión traducida para la revista www.sinpermiso.info por David Casassas 

Ciertos analistas han sugerido que el desarrollo, visto el modo en que ha sido perseguido durante los últimos cincuenta años, ha sido concebido de manera insatisfactoria y definido restrictivamente. ¿Cuáles son los déficit en la agenda de las políticas de desarrollo que ha tratado usted de señalar? ¿Por qué esos? 

La idea de desarrollo es una idea compleja: no es sorprendente, pues, que la gente piense que la forma en que el desarrollo se define deba ser mejorada. Cuando dicha cuestión entró en escena durante la década de 1940, lo hizo primeramente de la mano de los progresos de la teoría del crecimiento económico, que habían tenido lugar con anterioridad, esto es, durante la década de 1930 y también durante la de 1940. La reflexión sobre el desarrollo se hallaba limitada a la concepción elemental de que los países pobres no son más que países con niveles de renta bajos, con lo que el objetivo era, simplemente, superar los problemas del subdesarrollo a través del crecimiento económico, aumentando el PNB. Pero resultó que ésta no era una vía adecuada para pensar la cuestión del desarrollo, que se ha de vincular con el avance del bienestar de las personas y de su libertad. La renta es uno de los factores que contribuyen al bienestar y a la libertad, pero no es el único. El proceso de crecimiento económico, pues, constituye un punto de partida insuficiente para evaluar el progreso de un país; por supuesto, no es irrelevante, pero se trata sólo de un factor más entre varios. 

 4 / Docente e investigador en las universidades de Oxford y Harvard, fue galardonado con el Premio Nobel de economía en 1998.

Resulta interesante recordar que, si echamos la vista atrás, la cuestión del desarrollo, desde los inicios -en Adam Smith, en John Stuart Mill, en Karl Marx y en tantos otros-, tuvo que ver con una determinada concepción de la vida humana buena. Y esto es algo que ha de recuperarse en la investigación contemporánea sobre el desarrollo. Se trata de una cuestión por la que me he interesado mucho. He de decir, sin embargo, que mis preocupaciones fundamentales no se sitúan en el campo de la economía del desarrollo. De hecho, ¡pretendo que no sea así! Pese a que me siento halagado cuando leo que obtuve el premio Nobel por mis contribuciones a la economía del desarrollo, me lo concedieron por mi trabajo sobre “economía del bienestar” y sobre “teoría de la elección social”. Pero en la medida en que me he dedicado a la cuestión del desarrollo, me he preocupado bastante por la naturaleza del desarrollo y por los mecanismos causales que contribuyen al mismo. 

INTRODUCCIÓN 

Los problemas del desarrollo han estado relacionados con el progreso económico y social y con el atraso. Los índices de pobreza, la desigualdad, las distancias entre los ritmos de crecimiento del producto interno bruto de los países industrializados frente al de los países no industrializados, suscitaron una serie de aproximaciones teóricas orientadas a explicar por qué unos países han obtenido ventajas económicas y sociales traducidas en mejores niveles de bienestar de sus ciudadanos, mientras otros países se han sumido cada vez más en el atraso. 

Esta unidad registra información básica para ilustrar sobre los problemas más relevantes del desarrollo y, a partir de ellos, las discusiones que se dieron a través de distintas corrientes de pensamiento frente a los conceptos de crecimiento y desarrollo, superados de alguna manera con los aportes teóricos de Amartya Sen, que propuso una nueva forma de ver el desarrollo, en el espectro de las capacidades y los derechos de la gente y no necesariamente a partir del producto interno bruto anual de los países. En la parte final de la unidad se presenta los aportes de Adelman, quien hace una revisión crítica de las teorías del desarrollo con base en la identificación de 4 falacias del desarrollo. 

Los estudiantes tendrá en los contenidos de esta unidad, los elementos esenciales de análisis para abordar los contenidos de las distintas corrientes de pensamiento sobre el desarrollo desde la economía clásica, hasta los postulados de Sen acogidos por el Programa de las Naciones Unidas desde hace dos décadas. 


OBJETIVOS OBJETIVO GENERAL 

Analizar los problemas del desarrollo, como referentes para abordar la discusión que se planteó durante la segunda mitad del siglo XX en torno a los temas de crecimiento y desarrollo. 

OBJETIVOS ESPECÍFICOS 

Exponer los problemas que han enfrentado las sociedades, sobre los cuales se construyen las teorías acerca del crecimiento económico y los diversos enfoques del desarrollo. 

Establecer distinciones entre las categorías desarrollo y crecimiento. 

Analizar, mediante el uso de indicadores, la naturaleza de los problemas del desarrollo. 

Facilitar el desarrollo de competencias cognitivas básicas (capacidad analítica, crítica y reflexiva) en la elaboración de mapas conceptuales para la comprensión del Desarrollo. 

IDEAS CLAVES 

• Dos problemas dieron lugar a los desarrollos teóricos de la economía del desarrollo: la desocupación rural y la industrialización tardía5 /. El primero, llevó a plantear interrogantes y alternativas sobre el uso de la fuerza de trabajo desocupada y las formas de acelerar la acumulación de capital. El segundo, planteó la necesidad de la intervención del Estado y del empleo de la planeación como mecanismo para orientar las acciones orientadas a superar los problemas del atraso económico y del desarrollo. 

• Los términos crecimiento y desarrollo han sido objeto de controversias a la luz de los resultados observados en el progreso de los países y el bienestar de sus habitantes. Entre los años cincuenta y setenta del siglo XX, no hubo una distinción plena entre crecimiento y desarrollo: éste último se asociaba al nivel de incremento anual del producto interno bruto -PIB- y al ingreso nacional per cápita por encima de las tasas de crecimiento de la población. 

5 / Hirschman Albert, 1981. Essays in Trespassing: Economics to Politics and Beyond. Cambridge University Press.

CUESTIONES PARA REFLEXIONAR FRAGMENTO DE ENTREVISTA CON AMARTYA SEN6 / Realizada por Nermeen Shaikh para Asia Source (www.asiasource.org) el 6 diciembre de 2004. Versión traducida para la revista www.sinpermiso.info por David Casassas 

Democracia y hambrunas 

Ha subrayado usted cómo la India no ha sufrido hambrunas desde la descolonización gracias a su efervescente democracia y a la prensa libre, pero no ha dejado de señalar que, por otro lado, no ha sido capaz de hacer frente al hambre endémica, a la malnutrición generalizada y a los elevados niveles de analfabetismo. ¿Cómo explica tales fenómenos? ¿Cree usted que perviven impedimentos estructurales para las reformas, nazcan éstas de instancias nacionales o provengan de instituciones globales? ¿Es la forma existente de democracia liberal un mecanismo suficiente para garantizar los cambios que se precisan? 

 6 / Docente e investigador en las universidades de Oxford y Harvard, fue galardonado con el Premio Nobel de economía en 1998

Una excelente pregunta, otra vez. No hay institución alguna que sea válida por sí misma: todo depende del uso que hagamos de ella. Nada puede sustituir al compromiso político y social. El éxito de la India en la prevención de hambrunas es un éxito fácil, dado que las hambrunas son extremadamente fáciles de introducir en la agenda política: no hay que hacer más que imprimir una foto de una madre consumida y de un niño moribundo en la portada de un periódico, para que ésta se convierta, por sí sola, en una penetrante editorial. No se requiere, pues, demasiada reflexión. Si embargo, llamar la atención acerca del hambre estructural, de los debilitantes efectos de la falta de escolarización y del analfabetismo o de las privaciones a largo plazo que ocasiona la ausencia de una auténtica reforma agraria es algo para lo que se precisa otro tipo de compromiso y, sobre todo, utilizar la imaginación. En la India, el ejercicio de la democracia en esta dirección ha sido relativamente modesto. Pero aquí diría otra vez que las cosas están cambiando. Por ejemplo, cuestiones relativas a las desigualdades de género recibían una atención prácticamente nula en los medios y en el debate político hasta hace bien poco tiempo. Y esto ya no es así. Hubiese sido casi imposible pensar, incluso veinte o treinta años atrás, que una de las preocupaciones fundamentales del Parlamento indio sería la introducción de medidas para garantizar que por lo menos un tercio de los miembros  de la cámara sean mujeres. Se trata de una cuestión que antes para nada se había considerado. Cosas como ésta son las que me llevan a pensar que la clave está en el uso que hagamos de las instituciones democráticas. Cuando el ejercicio de la democracia exige una mayor profundización en ella, decir que ésta no funciona correctamente y permitir que retroceda equivale a dar un paso exactamente en la dirección equivocada. 

Hay un artículo mío sobre la India y China que apareció recientemente en The New York Review of Books (“Passage to China”, del 2 de diciembre de 2004). En este texto discuto esta cuestión. También explico por qué creo que el hecho de no introducir un sistema democrático con pluralidad de partidos políticos está suponiendo un perjuicio para dicho país. Los chinos vivieron, hace tiempo, una época de importantes progresos gracias al visionario liderazgo político que sucedió a la Revolución. En términos de cambio social y de progresos en materia de educación y de sanidad, lo hicieron mucho mejor que los indios, aun sufriendo una hambruna de grandes proporciones -de hecho, los chinos siguieron permitiendo calamidades de este tipo, lo que supone un craso error. En cualquier caso, el compromiso básico con respecto a una escolarización y a una atención sanitaria universales, así como al acceso de las mujeres al empleo, supusieron un activo de la mayor importancia para el país; mucho más importante, de hecho, que el vacilante proceso hacia la democracia que la India emprendió. 

Sin embargo, si se analizan los resultados disponibles en la actualidad, pese al hecho de que, a partir de las reformas de 1979, el crecimiento económico de China ha sido mayor que el de la India, la esperanza de vida ha subido en la India a una velocidad tres veces mayor que en China. En buena medida, este hecho responde a la presencia de canales para la confrontación pública de opiniones y para la crítica que un sistema democrático confiere. Sabemos que los servicios sanitarios indios son terribles, sí; pero el hecho de que lo sepamos y de que los periódicos hagan un seguimiento continuado de esta realidad impide que ésta se mantenga tal y como lo haría en un sistema que no promoviera la extensión de una opinión pública crítica. En 1979, la esperanza de vida en China era 14 años más larga que en la India. Hoy, las distancias se han reducido a siete años. Algunas regiones del país, como Kerala, se han situado cuatro años por delante de China en términos de esperanza de vida. Otra comparación que vale la pena realizar es la siguiente. En 1979, China y Kerala tenían exactamente las mismas tasas de mortalidad infantil: 37 por mil. 

En la actualidad, mientras que en China se ha reducido el índice de 37 a 30, en Kerala la tasa de mortalidad infantil se ha reducido de un 37 a un 10 por mil -un tercio de la tasa de mortalidad infantil de China-. Kerala ha sabido sacar provecho de la combinación de, por un lado, el tipo de radicalismo que ayudó a China a realizar importantes progresos durante los primeros años que siguieron a su revolución; y, por el otro, los beneficios de un sistema democrático con pluralismo de partidos. 

El punto esencial, pues, radica en el hecho de que lo que hagamos de la democracia depende, en gran medida, de cuán dispuestos estemos a trabajar en su favor. Según (21) mi punto de vista, uno de los problemas más importantes en la India es que los intelectuales que podrían jugar un papel destacado en el sistema político democrático tienden, por lo general, a no participar en política, en la que ven un terreno turbio. Hasta cierto punto esto está cambiando, pero se precisan transformaciones todavía mucho más radicales y niveles de participación muy superiores para que la democracia resulte en la India plenamente exitosa. También es necesario un trabajo político realizado desde la perspectiva de los más desvalidos, situados en las regiones más pobres y en las castas más bajas, para lograr eliminar viejas divisiones y desigualdades que, todavía hoy, perviven. Esta es una de las tareas, entre otras, a las que la práctica política en el marco de un sistema democrático tiene que hacer frente. 

Desigualdades, globalización y mercado 

En un artículo aparecido en The Guardian (Reino Unido) titulado “Freedom’s Market” sugería usted que “el debate real con respecto a la globalización, finalmente, ni tiene que ver con la eficiencia de los mercados, ni con la importancia de la tecnología moderna; la cuestión sometida a debate es, más bien, la existencia de desigualdades de poder”. ¿Cree usted que estas espectaculares desigualdades de poder dentro y entre los estados pueden verse corregidas sin un cambio estructural igualmente espectacular? 

Esta es una cuestión difícil. Déjeme decir tres cosas al respecto. La primera es que las desigualdades, en el mundo de hoy en día, son monumentales tanto en lo que respecta a la prosperidad económica como en lo que concierne al poder político. Cualquier tipo de análisis de la globalización tiene que partir de la consciencia de este hecho. Ahora bien, creo que mayores grados de interacción a escala global se han mostrado, no sólo en la actualidad sino desde hace miles de años, como un fenómeno positivo. La historia de la interacción a escala global es algo a menudo subestimado por el hecho de concebir dicha interacción como un fenómeno fundamentalmente reciente, por un lado, y, por el otro, por entender que las influencias se han dado únicamente desde el Oeste al Este, o desde el Norte al Sur. Históricamente, sin embargo, el proceso de influencia no ha sido unidireccional. Piense, por ejemplo, en el mundo del año 1000 de nuestra era, al inicio del milenio que acabó hace pocos años. En el campo de la ciencia y de la tecnología, había una gran cantidad de cosas de las que en Europa no se tenía noticia pero que en China ya se conocían. De un modo similar, los matemáticos indios, árabes e iranianos conocían desarrollos de las matemáticas, desde el sistema decimal hasta un buen número de adelantos en trigonometría, entre otras cuestiones, de los que los europeos no tenían ni la más remota idea. Estos hechos propiciaron un proceso de globalización del Este al Oeste, del mismo modo que, en la actualidad, la ciencia y la tecnología tienden a viajar del Oeste al Este. Europa hubiese sido tan estúpida de rechazar la sabiduría que venía del Este como lo sería hoy el Este si rechazara la sabiduría que procede del Oeste. El primer punto que quiero sugerir, pues, es que, pese a las desigualdades de poder, es (22) preciso analizar los efectos positivos que un movimiento global de ideas -de conocimiento y de entendimiento- puede acarrear. 

El segundo punto es que la globalización económica, per se, podría constituir una fuente de importantes adelantos en lo que respecta a las condiciones de vida, y que a veces lo es. La dificultad fundamental radica en el hecho de que las circunstancias en las que la globalización podría comportar mayores beneficios para los más pobres no se dan en la actualidad. Sin embargo, éste no es un argumento válido para oponerse a la interacción económica a escala global, sino un argumento para trabajar en pos de una mejor división de los beneficios derivados de la interacción económica a escala global. 

No se trata, por lo general, de que, como resultado de la globalización, los pobres se estén empobreciendo todavía más y los ricos estén ensanchando sus niveles de riqueza, tal y como se desprende de la retórica, que creo errónea, a la que se recurre a menudo. La cuestión es la siguiente: ¿podrían los ricos haberse enriquecido a través del mismo proceso de globalización si las circunstancias que lo gobiernan fuesen distintas? Y la respuesta es “sí”. Ello requiere plantear la necesidad de introducir políticas tanto estatales como locales orientadas a promover programas educativos, sobre todo escolares, a promover la asistencia médica básica, a promover la igualdad de género, a emprender reformas agrarias. Tales políticas podrían verse acompañadas por un contexto más favorable en lo que respecta al comercio global - se precisan acuerdos económicos más equitativos-, para lo que sería imprescindible un mejor acceso de los bienes procedentes de los países pobres a los mercados de los países más ricos, lo que ayudaría a los primeros a sacar mayor provecho de los intercambios económicos a escala global. Todo ello exige una reconsideración de las leyes de patentes, nuevos acuerdos por los cuales los países más ricos abran las puertas a los artículos procedentes de los países más pobres, y un largo etcétera. Con tales cambios, la globalización puede convertirse en un fenómeno más equitativo y efectivo. Así pues, la cuestión no es si la globalización económica está arruinando o no a la gente. Puede no hacerlo, e incluso ser mucho más beneficiosa para la gente de lo que lo es ahora. Esta es la cuestión central. 

El tercer punto es que el mercado es sólo una institución más entre un buen número de instituciones. A pesar de la inexistencia, en la actualidad, de algún tipo de democracia global, todavía podemos tratar de influir en estas realidades expresando nuestra opinión y haciendo oír nuestra voz: la práctica de cualquier tipo de democracia tiene que ver, fundamentalmente, con el hecho de razonar públicamente. Si, por ejemplo, el BM y el FMI han cambiado, lo han hecho, en parte, como respuesta a la riada de críticas que han llegado de distintas partes del mundo. Es preciso, pues, que pensemos en la democracia global como algo que va más allá de las instituciones de gobierno globales. Se trata, también, de promover el razonamiento público, el razonamiento público crítico. Afortunadamente, la ONU, bajo el liderazgo de Kofi Annan, ha sido capaz a menudo de actuar como vehículo para la expresión de cierto tipo de opiniones críticas que, de otro modo, no hubiesen sido atendidas. Los periódicos -la prensa en general- juegan también un papel importante en este sentido. (23) 

La expansión de las tecnologías de la información -Internet, muy especialmente-, así como la disponibilidad de noticias en todos los rincones del mundo –las de la CNN, las de la BBC o las de cualquier otro medio-, contribuyen de forma notable a lo que llamaría “discurso global” y, de este modo, ayudan a avanzar hacia la consecución de la democracia global. 

Hay algo que todos podemos hacer con tal de lograr una división más favorable de los beneficios de la globalización: atender a estas cuestiones, hablar de ello, pedirlo a gritos si hace falta. Se trata de algo muy importante que es preciso hacer en estos momentos. El silencio es un poderoso enemigo de la justicia social.


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