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lunes, 31 de diciembre de 2012

CEPLAN: Foro del futuro, El reto es cambiar el mundo sin cambiar el planeta

Lunes 31 de diciembre 2012 Fuente: Jairo Armando Foto: Difunsión

 El reto es cambiar el mundo sin cambiar el planeta

CEPLAN organizó tercer Foro del Futuro dedicado al cambio climático Continuando con su compromiso de plantear ideas para construir el Perú del futuro, en Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN) organizó el tercer Foro del Futuro, dedicado al cambio climático.
El evento reunió a especialistas de diversas entidades públicas y privadas, de los que resaltan:
Eduardo Calvo, Investigador internacional, miembro del equipo internacional de Cambio Climático;
Eduardo Durand, Director General de Cambio Climático, Desertificación y Recursos Hídricos del Ministerio del Ambiente (MINAM); y Geannine Chabanex, Representante del Plan CC- Planificación ante el Cambio Climático, quienes, entre otros, plantearon algunas alternativas para ayudar a resolver un problema que nos involucra a todos por igual.

El acto fue inaugurado por el presidente del CEPLAN, Mariano Paz Soldán, quien hizo votos para que todos nos involucremos en un tema fundamental, a fin de mantener una visión de futuro compartida, donde “podamos cambiar el mundo sin necesidad de cambiar el planeta”. 

A continuación intervino el director nacional de Prospectiva del CEPLAN, Carlos Anderson, quien presentó las perspectivas del mundo hacia el 2050. “Dadas las emisiones de CO2 actuales, el planeta va camino a alcanzar un calentamiento de 4° en el curso del siglo, y ninguna nación será inmune al impacto del cambio climático”, señaló. Además de la variación de la temperatura, el planeta sufrirá otros impactos como la alteración en las frecuencias de las precipitaciones, el cambio de temporalidad de las estaciones. Asimismo, se producirá una inminente desglaciación, la elevación del nivel del mar y el incremento de eventos climáticos, cuyo impacto traerá consecuencias económicas como la disminución de la producción agrícola, la perdida de la infraestructura y las migraciones. Frente a este panorama, urge elaborar un plan a fin de reducir los efectos e impactos del Cambio Climático, lamentablemente, en 20 años de protocolos y convenciones los resultados han sido escasos. “Tenemos que crear conciencia y convencernos de que nuestro desarrollo sostenible deberá ser moderado por el Cambio Climático”, señaló Eduardo Durand, uno de los panelistas invitados. De otro lado, Eduardo Calvo recordó al químico sueco, Svante Arrhenius, que en 1896 señaló que las emisiones de CO2 tal vez podrían afectar al clima; en tal sentido, para él esto sería poco probable y de suceder tardaría algunos milenios.

En lo que concierne a nuestro país, Mariano Paz Soldán, postulo la necesidad de convertirnos en una economía verde frente al problema de la deforestación. “CEPLAN tiene que agendar los temas importantes y la deforestación es un problema urgente.

Hay que incentivar económicamente la reforestación y destinar las tierras deforestadas a las plantaciones, como ocurre en otros países”, explicó. En el intercambio de ideas, algunos panelistas recordaron que nuestros antepasados conservaron una magnífica relación con el medio ambiente, llegando a adaptarse al frío y la altura de la sierra, la aridez de la costa y el calor y la humedad de la selva.

Al respecto, quedó dicho: El cambio climático es un hecho ineludible, y la cantidad de climas y tipos de ecosistemas que tiene el Perú nos genera un problema aún mayor, ya que el cambio en nosotros será muy difícil de prever. En este aspecto, la necesidad de adoptar medidas para la adaptación a los impactos de cambio climático será tan complicada como necesaria en cuanto a producción de alimentos, infraestructura de riego y transporte, prevención en la salud (producto de las nuevas enfermedades generadas por el cambio climático), etc.
Asimismo, señalaron que la ciudad resulta ser otro factor determinante en el costo de emisiones del Cambio Climático, pues el 95% de la población vive en las grandes ciudades.

“Y uno de los grandes problemas de nuestro país es el centralismo, pues no existe otro polo de desarrollo además de Lima”, resaltaron. En tal sentido, alentaron el proceso de descentralización, con la participación activa de los gobiernos regionales, en lo que constituye una oportunidad histórica de realizar una acción plurisectorial frente al problema del Cambio Climático.


Finalmente y luego de casi dos horas de enriquecedor intercambio de ideas, el tercer Foro del Futuro fue clausurado por el titular del CEPLAN, Mariano Paz Soldán, quien resaltó la necesidad de involucrarnos y trabajar planificadamente de cara al futuro.
“El Cambio Climático puede transformarse en una oportunidad para mejorar como país.

Podemos lograrlo trabajando juntos.
 El reto es mantener un desarrollo sostenible con una visión de futuro compartida”, concluyó.

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¡Qué año! Ve y recuerda los grandes momentos de 2012

domingo, 16 de diciembre de 2012

JAPON COROS Y ORQUESTA: Beethoven

PARA LOS QUE DISFRUTAMOS DE ESTA MUSICA, Y PÒR QUE NO PARA TODOS, NO PERDERSE ESTE HERMOSO CORO DE MAS DE 1000 PERSONAS.A ROMPERSE EL OJO, A DESTAPAR LOS OIDOS SORDOS Y QUE LATA MAS APRISA NUESTROS CORAZONES, CUIDADO CON LOS " TIOS " COMO YO Y MAS, QUE SE LES PUEDA PARAR ...EL " BOBO "UN POCO MAS Y EL DIRECTOR DE LA ORQUESTA LEVITA

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Conocimiento y desarrollo en América Latina: Antecedentes, evolución y perspectivas de las políticas de ciencia, tecnología e innovación.
De Francisco Sagasti
Fondo de Cultura Económica, Lima, 2011, 273 páginas

Por Mario Albornoz 


Este libro de Francisco Sagasti es una contribución valiosa para el análisis de las políticas de ciencia y tecnología en América Latina. Se trata de un texto ambicioso, que recorre un camino que va desde la génesis del conocimiento en la historia de la humanidad, hasta los desafíos que plantea a los países latinoamericanos el actual milenio.

El foco central, sin embargo, está puesto en un terreno más próximo a la historia que a la prospectiva, ya que presenta en forma minuciosa y documentada los avatares de los países de América Latina en sus esfuerzos destinados a dotarse de políticas de ciencia y tecnología que den impulso al desarrollo, en un período que va desde la posguerra hasta el presente.

Debido a lo ambicioso de su enfoque, el texto asume ciertos riesgos.
Discurrir acerca de los orígenes del conocimiento, esbozar una historia de la tecnología y discutir acerca del fin del proyecto baconiano son tópicos que tienen gran interés, pero que en este caso pueden brindar un trasfondo demasiado amplio a la cuestión central -lo más original de este libro-, que es el surgimiento y evolución de la política científica y tecnológica en los países de América Latina, en un proceso cuyos éxitos y desventuras pasan en gran medida por la conflictiva historia de la región.


En su primera parte, el texto alude a las formas tradicionales y autóctonas de generación de conocimiento, así como a las nuevas maneras de hacer ciencia y de transformar el pensamiento especulativo, sin profundizar en su análisis.
Alude también a los riesgos que se derivan de la ciencia y la tecnología (riesgos cada vez más evidentes), aunque no adopta un tono pesimista.
Cabe la pregunta acerca del carácter inevitable de tales amenazas, ya que al mismo tiempo que aumenta la preocupación social por los efectos colaterales de los avances científicos, la renovada fe en la sociedad del conocimiento sigue en expansión.
No hay que olvidar que la escuela de Frankfurt hace ya muchas décadas proclamó su escepticismo sobre la razón moderna, apuntó a una modernidad que se destruye a sí misma y denunció los excesos de la ilustración.
Más contemporáneamente, Giddens, Beck y otros han llamado la atención sobre la sociedad de riesgo, con un sentido de orientación a nuevas políticas correctoras de tales peligros.
El texto de Francisco Sagasti parece ir en esa dirección. Con todo, el mayor interés del libro es la crónica minuciosa y documentada de la evolución de la política de ciencia, tecnología e innovación en la región, particularmente detallada en lo acontecido durante los años sesenta a ochenta.
Este relato está muy centrado en el papel de los organismos internacionales y en la génesis de sus documentos de posición, tanto la OCDE, como las Naciones Unidas y, más 
Director de la Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS).2 próximos a la región, la OEA y el BID.
El texto devela interesantes secuencias y da pistas que pueden merecer interés para estudiosos de la política científica, tales como el papel desempeñado por la Alianza para el Progreso en desarrollos institucionales posteriores, como el caso del PRDCT de la OEA.
En todos estos aspectos el texto es rico y su aporte es sumamente valioso.
Es interesante la distinción que hace entre etapas de las políticas de ciencia, tecnología e innovación.
Las cinco etapas que propone están bien definidas y ayudan a pensar el desplazamiento del eje temático en cada una de ellas.
En este esquema de etapas cobra más sentido la significación de cada uno de los autores que cita. Francisco Sagasti, como un pintor impresionista, construye su historia en pinceladas netas, mencionando a todos los protagonistas, tanto los actores principales, como los secundarios, sin olvidar casi a ninguno.
Es obvia la importancia de un relato tan detallado para comprender el sentido de las discusiones y las ideas predominantes en cada momento y en el contexto de cada época.
Su relato no contiene solamente una secuencia de hechos o episodios, ya que reconstruye las más importantes visiones y aproximaciones conceptuales, ubicándolas en su contexto.
 El apartado sobre el enfoque de sistemas es un punto alto del relato y lo considero muy valioso. En un libro anterior, producto de su tesis doctoral, Sagasti ofreció una visión completa de los aportes de las teorías sistémicas a las políticas de ciencia y tecnología.
En el mismo sentido, la presentación de las ideas de Raúl Prebisch, Osvaldo Sunkel y otros economistas vinculados con CEPAL o con su pensamiento es clara, rigurosa y documentada.
El recuerdo de Jorge Sabato, Carlos Martínez Vidal, Alberto Aráoz y Mario Kamenetzky, entre otros autores, permite comprender la dinámica de aquella búsqueda de senderos hacia el desarrollo científico y tecnológico. El texto recorre además los principales tópicos de la gestión de las políticas de ciencia y tecnología, dando cuenta de la riqueza de los hallazgos del proyecto STPI, que él coordinara, destinado al relevamiento de los principales instrumentos utilizados para impulsar estas políticas. Generosamente, recoge también esfuerzos actuales, relacionados con quien esto escribe, como el que llevan a cabo el Observatorio de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (OEI) y la RICYT, con su plataforma de políticas CTI en base a una clasificación de instrumentos que, curiosamente, décadas más tarde, está inspirada en la que el propio Sagasti propusiera en el proyecto STPI.
 En un repaso tan completo no podían faltar referencias a la experiencia latinoamericana en planificación en ciencia y tecnología, aunque en este caso el autor toma cierta distancia acerca de su efectiva validez, ya que concluye ese apartado con una cita de Antonorsi-Blanco e Ignacio Avalos acerca del carácter ilusorio de los planes de ciencia y tecnología.
Es una cita muy adecuada sobre la que habría que reflexionar (y que conecta con las políticas explícitas e implícitas de Amílcar Herrera, a quien se hace homenaje en el texto). Sería interesante profundizar en las causas de tales distorsiones y en la conexión que esos fracasos podrían haber tenido con las condiciones sociales y económicas.
 El análisis de los hechos ocurridos en los últimos años del siglo pasado y de la consecuencia de aplicar los lineamientos del consenso de Washington me parece un punto muy alto del relato, que permite entender el sentido de las políticas que condujeron a lo que se denominó como “la década perdida”, en alusión a los años ochenta y parte de los noventa.
Es cierto que, como en casi todos los períodos críticos, aquellos años sirvieron también para reflexionar y diseñar nuevas estrategias.
 El texto de Sagasti matiza esto con acierto, citando a autores como Aldo Ferrer y 3 Carlota Pérez. En este caso, los matices son importantes, ya que no hubo solamente perdedores, sino también ganadores entre los sectores productivos e incluso entre los tecnológicos.
Habría que agregar que –aunque por otros motivos- no fueron pocos los que apoyaron aquellas políticas que implicaban un menor esfuerzo público en el financiamiento de la investigación y desarrollo, proponiendo como alternativa el “modelo coreano”, entendido como la posibilidad de acceder a la innovación a través de la copia, y no de la I+D local. Señalar las luces y las sombras, como lo hace Francisco Sagasti en su texto, ayuda a entender mejor la complejidad no lineal de la escena.
En este sentido, el recordatorio del texto de Fernando Fajnzylber “Transformación productiva con equidad” es un reconocimiento a un documento clave que aporta una perspectiva diferenciadora de la problemática latinoamericana: el fracaso en asociar la equidad distributiva al crecimiento económico. Encuentro muy correcta la referencia a la inequidad distributiva, porque es un problema cuya importancia es capital: América Latina tiene el lamentable privilegio de ser la región más inequitativa del planeta: la que tiene mayor distancia entre quienes más y menos tienen.
El apartado de la transferencia de tecnología y la mención al Pacto Andino y a la decisión 24 sobre un “régimen común para el capital extranjero, marcas, patentes, licencias y regalías”, es otro buen momento del relato ya que el problema de la apropiación del conocimiento tecnológico y el papel de las empresas transnacionales en los flujos de tecnología constituyeron el eje central de un debate previo a la globalización que, años más tarde, sería vista como un cambio de escenario propicio a revolución científica y tecnológica.
En este punto, el texto incluye un reconocimiento a autores como Constantino Vaitsos y Miguel Wionczek,
La mención que hace el autor a las tecnologías apropiadas muestra la emergencia del tema, pero al mismo tiempo da cuenta del escaso impacto de esa problemática en la corriente principal de las discusiones de aquella época.
 El debate actual sobre “tecnología social” recoge gran parte de aquellas cuestiones.
El libro de Francisco Sagasti concluye con una enumeración de los principales desafíos y oportunidades para los próximos años.
Tiene firmeza en señalar ciertos rumbos.
 De cara al futuro hay quienes se ven más inclinados a enfatizar en este momento de nuestra historia la perplejidad.
Por eso es preciso reconocer el valor de los intentos –como el que representa este libro- por aclarar trayectorias en medio de tanta confusión e incertidumbre.

Francisco Sagasti utiliza la historia mitológica de Sísifo, condenado a empujar siempre la misma piedra que inevitablemente habrá de rodar antes de llegar a la cima para representar los intentos latinoamericanos en esta materia.
Enfatiza esta metáfora al decir que en las circunstancias actuales surgen nuevas colinas y nueva cimas.

Quizás porque el mito de Sísifo es una condena eterna y sin salida, cabría preguntarse si es seguro que se trate siempre de la misma piedra.
 Es posible pensar que hay una piedra para cada época y que en esta que vivimos se destaca el desafío de llenar el casillero vacío que Fajnzylber señalara: el del crecimiento con equidad. Afortunadamente, hoy las oportunidades son mejores que los de años atrás, tomando en cuenta los progresos de la democracia y las condiciones más favorables para el crecimiento económico.
No es un mérito menor el de Francisco Sagasti, el haber tenido la capacidad de presentar en forma coherente trazos históricos y desafíos del presente con tanta claridad y contundencia.
El debate surge del texto como una consecuencia inherente a la riqueza de su contenido.

 Fuente 

Verdaderas Intenciones de Chile sobre la Haya y el PERÚ (Humor)

martes, 4 de diciembre de 2012

¿El momento de añadir la inflación a su plan financiero?

¿Volvería a comprar 10 mil millones de cinco años de las de inflación del Tesoro estadounidense protegidos (TIPS) en una subasta con un rendimiento negativo del 0,55%, en efecto, pagando el gobierno de los EE.UU. a tomar su dinero?

 Cuando eso ocurrió 25 de octubre 2010, el mensaje era claro. 
Los inversionistas esperan que la intención anunciada por la Reserva Federal para crear inflación será eficaz.
A partir del punto de recuperación sustancialmente las pérdidas sufridas en la compra inicial de los títulos a través del aumento de los Consejos 'en el rendimiento a través del tiempo para que coincida con la inflación.
 Después de dos años de la intervención del gobierno para sacar a la economía de nuevo en marcha y la reducción del desempleo, la Reserva Federal intervino en su reunión de noviembre para iniciar la flexibilización cuantitativa II con un objetivo muy específico - para estimular la inflación a un ritmo sostenible del 2%.
En comparación, durante los tres primeros trimestres de 2010, la inflación de EE.UU., medida por el Índice de Precios al Consumidor, en promedio ligeramente superior al 1%.
 La inflación en su forma más básica es un aumento general en los precios de los bienes y servicios que reducen el poder adquisitivo.
La inflación se anima a la gente a comprar más hoy en día, moviendo las compras en el tiempo.
Cuando funciona como está previsto, la inflación producida en la demanda impulsa una aceleración de la producción, la creación de nuevas oportunidades de empleo a partir de la planta de fabricación a la sala de ventas.
La extensión de este mismo razonamiento para el mercado de la vivienda, la inflación podría estabilizar los precios de venta y crear los aumentos de precios de la vivienda, impulsando la recuperación de un área visualizada con la mayor preocupación por muchos economistas.
Si las viviendas embargadas se pueden vender a precios más altos, las pérdidas serán menores para los bancos, inversionistas hipotecarios - incluyendo Freddie Mac y Fannie Mae - y en última instancia el contribuyente de EE.UU..
Con la mejoría suficiente en valor de las viviendas, la construcción de viviendas va a tener sentido una vez más, la generación de empleos en la construcción.
 La inflación será una buena noticia para los prestatarios, ya que pueden pagar sus deudas con la moneda que vale menos.
La inflación más alta también hace que aumenten los salarios, lo que hace que sea más fácil para pagar préstamos de tasa fija.
Fo r local, estatal y federal, salarios más altos significan mayores ingresos fiscales, proporcionando más fondos para pagar la deuda acumulada y para financiar los costos crecientes.

La inflación no es una buena noticia si usted está jubilado, sin embargo, incluso si el 2% puede parecer un incremento anual manejable.

 2% de inflación se acumula con el tiempo. 

Un automóvil que cuesta $ 35.000 en un año costará $ 37.000 en 5 años, $ 41.000 en el año 10, y $ 45.000 en el año 15.
 La inflación erosiona el valor de los ahorros.
Deliberadamente crear inflación podría abrir una caja de Pandora. ¿La Fed será capaz de controlar la inflación a su objetivo del 2%?
Al centrarse en un ritmo sostenible del 2% de inflación, la Reserva Federal utiliza el Índice de Precios al Consumidor mediana.
La mediana del IPC no tiene en cuenta los cambios de precios en los alimentos y la energía, dos factores que tienen una influencia considerable sobre los presupuestos familiares.
 Otra cuestión es la herramienta de la Fed va a utilizar para crear la inflación - la flexibilización cuantitativa. La flexibilización cuantitativa (QE) esencialmente inunda el mercado con exceso de efectivo mediante la impresión de dinero para comprar deuda con garantía federal.
La primera ronda de flexibilización cuantitativa se llevó a cabo a lo largo de 2009, ya que la Fed compró en dificultades valores respaldados por hipotecas de los bancos a cambio de efectivo, tomando la hoja de balance de la Fed de valores de $ 800 millones a US $ 2,2 billones.
 Además de estimular la inflación, QE II se espera que conduzca a largo plazo las tasas de interés más bajas y continuar el descenso del valor del dólar de EE.UU..
Si bien las tasas de interés más bajas benefician los prestatarios, que penalizan los acreedores.
Muchos inversores son acreedores a través de sus inversiones en bonos que producen ingresos y títulos de deuda.
Un menor dólar de EE.UU. hará que las exportaciones estadounidenses sean más atractivos en los mercados internacionales, pero tiene el potencial de aumentar los costos de importación de energía y alimentos, así como los costes para una amplia gama de productos importados de otros países.
 Al disminuir el rendimiento de los bonos del Tesoro y otros instrumentos de deuda segura, la Fed alienta a los inversores a invertir su dinero en diferentes inversiones, potencialmente de mayor rendimiento.
La inversión en renta variable y de deuda de alto rendimiento aumentará los fondos disponibles a las empresas a expandirse.
El riesgo para los inversores en el movimiento de riesgo relativamente bajo / valores bajos de retorno a una mayor rentabilidad / inversiones de mayor riesgo es que ellos no entienden el riesgo que están asumiendo que el retorno más alto.
 En tiempos de incertidumbre, sin embargo, la preservación del capital tiene que ser una consideración primordial. Las incertidumbres del mercado actual pasará y habrá oportunidades de beneficiarse con un menor riesgo, pero sólo si su capital se mantiene intacto.
Preservar y optimizar el capital riesgo gestionada a través de la inversión es esencial.
 Las inversiones no pueden ser seleccionados sobre la base de lo que ha funcionado en el pasado, pero ¿qué está trabajando ahora.
Cualquier inversión en renta variable se debe hacer con un plan de salida en su lugar.
Deuda a corto plazo, lo que da al inversor la flexibilidad para reinvertir cuando las tasas de interés suben, la inflación del Tesoro protegidos de Valores (TIPS) que se ajustan a seguir el ritmo de los cambios en el índice de precios al consumidor, y la deuda a tipo variable son herramientas a tener en cuenta.
 Estos son mercados difíciles de negociar.
Antes de invertir en inversiones de estos u otros adecuados a los tiempos inflacionarios, hable con su asesor financiero, entender su exposición al riesgo y recordar, los tiempos cambian.
No encerrarse en posiciones desde las que no se puede recuperar.

 FUENTE

Las acciones de Apple caerán entre un 50 y un 70 por ciento en los próximos años

Las acciones de Apple caerán entre un 50 y un 70 por ciento en los próximos años

Paul Schatz, presidente de Heritage Capital, explicaba a Yahoo Finance que la mala racha vivida por la cotización de Apple no es más que una nueva tendencia bajistas que provocará durante los próximos años que los títulos de la de Cupértino pierdan entre un 50 y 70 por ciento de su valor.

 "Lo que hemos visto hasta ahora es sólo el punto de partida de una caída que durará varios años y que podría borrar entre el 50 y el 70 por ciento del valor de las acciones de Apple", indicó Schatz.

De hecho, este gestor de fondos atisba cualquier subida momentánea de Apple como "una oportunidad para deshacer posiciones".
Schatz recomendó a los inversores que poseen una gran cantidad de acciones de Apple "aligerar sus posiciones o utilizar algún tipo de protección a través de opciones".
"A largo plazo Apple va a quedar por debajo de los 500 o los 400 dólares la acción. Cualquier alza en este valor va a ser fugaz", reiteró. 
Las acciones de Apple llegaron a tocar los 505 dólares a mediados de noviembre, es decier un 25 por ciento menos respecto a su máximo histórico de 705 dólares registrado tras el lanzamiento del iPhone 5 el pasado 21 de septiembre.
Según reconoció Schatz a Yahoo Finance, ni siquiera un dividendo especial o split de las acciones de Apple, provocarían un cambio de posición alcista, en su opinió. Uno u otro caso conduciría a un frenesí momentáneo pero nada más.

FUENTE
http://www.eleconomista.es/mercados-cotizaciones/noticias/4448034/12/12/Las-acciones-de-Apple-caeran-entre-un-50-y-un-70-por-ciento-en-los-proximos-anos.html

domingo, 2 de diciembre de 2012

El mayor contaminador del mundo preside la cumbre sobre el clima

Doha 
Este 26 de noviembre se ha abierto en Doha, Qatar, la Cumbre Anual de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Formalmente, la cumbre se compone de dos reuniones distintas: la 18ª sesión de la conferencia de las partes firmantes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CCNUCC) firmado en Río en 1992, de una parte, y la 8ª sesión de la reunión de las partes en el Protocolo de Kyoto, de otra.
Los principales objetivos de la reunión son los siguientes: primero, la aprobación por los países desarrollados de un segundo período de compromiso con el Protocolo (el primer período acaba a finales de este año); en segundo lugar la negociación de un acuerdo global que implique a todas las naciones en la lucha contra el calentamiento, a partir de 2020.
Los dos aspectos están íntimamente ligados pues los llamados países "en desarrollo" exigen de los países llamados "desarrollados" que den ejemplo, dado que son los principales responsables históricos de los cambios climáticos, mientras que los segundos exigen de los grandes países emergentes que éstos asuman sus responsabilidades, dado que figuran hoy entre los principales emisores de gases de efecto invernadero.

De Balí a Doha 

La cumbre de Doha sigue los pasos de las reuniones precedentes, en particular las de Balí, Copenhague, Cancún y Durban. Para comprender lo que está en juego hay que echar un poco la vista atrás.

 - La cumbre de Balí (2008) adoptó una "hoja de ruta" que estipulaba que "serán necesarios recortes profundos en las emisiones globales" para estabilizar el clima y subrayaba "la urgencia de hacer frente al cambio climático tal como está indicado en el cuarto informe de evaluación del GIEC".
Al término de duros debates contra los representantes de la administración estadounidense, se añadió una nota a pie de página remitiendo a la página 776 de la contribución del grupo de trabajo III al informe de 2007 del GIEC sí como a las páginas 39 y 90 del Resumen técnico de dicha contribución. Este detalle es importante pues esos documentos proporcionan diferentes escenarios de estabilización del sistema climático, teniendo en cuenta las "responsabilidades comunes pero diferenciadas" de los países ricos y de los países pobres.
Según esos escenarios, para no superar demasiado los 2ºC de subida de la temperatura respecto al siglo XVIII,
1) las emisiones de los países desarrollados deben disminuir entre un 25% y un 40% de aquí a 2020, y entre un 80% y un 95% de aquí a 2050, en relación al nivel de 1990;
2) las emisiones mundiales deben disminuir entre un 50% y un 85% de aquí a 2050;
3) la disminución debe comenzar como muy tarde en 2015;
4) los países en desarrollo pueden continuar aumentando sus emisiones netas durante un cierto tiempo, pero sus emisiones relativas deben bajar entre un 15 % y un 30% en relación a las proyecciones.
- En Copenhague (2009), la hoja de ruta de Balí debería haber desembocado en un acuerdo global que fijara a los países ricos obligaciones de reducción absoluta de sus emisiones y a los demás países obligaciones de reducción relativa, en función de un objetivo de limitación del calentamiento, y por medio de una transferencia de las tecnologías limpias del Norte hacia el Sur (a fin de garantizar el derecho de éste al desarrollo).
Pero entretanto se produjo la crisis de las subprimes.
En un contexto de recesión y de competencia capitalista exacerbada, los grandes contaminantes, con los Estados Unidos a la cabeza, querían menos que nunca un acuerdo que amenazara la competitividad de sus empresas.
Es la razón por la que Barack Obama organizó una negociación no oficial con China, India, Brasil, África del Sur y la Unión Europea, que dio lugar a un acuerdo que invitaba a cada estado a elaborar a su guisa su propio plan climático y a comunicarlo al secretariado de la CCNUCC. Así, países desarrollados y grandes naciones "emergentes" descartaron un tratado multilateral obligatorio con objetivos de reducción drásticos, determinados sobre la base de valoración científica del GIEC. La Conferencia "tomó nota" de este acuerdo en un ambiente tumultuoso, marcado por la valiente oposición de algunos estados del Sur (Bolivia, Venezuela, Cuba, en particular) que denunciaron el diktat de las grandes potencias.
El representante de Tuvalu, por su parte, atacó a las naciones "en desarrollo" que aceptaban "las monedas de Judas" como precio de su sumisión;
- La cumbre de Cancún, un año más tarde, fue dominada por el tema de la adaptación al calentamiento: a falta de tomar medidas energéticas para reducir sus emisiones, los países ricos prometieron que serían puestos adisposición de los países pobres, en 2010-2012, 30 millardos de dólares para ayudarles a adaptarse al calentamiento, y que este sobre sería elevado a cien millardos por año a partir de 2020. Se tomó la decisión de confiar la gestión de esas sumas a un Fondo Verde para el Clima, en el que el Banco Mundial juega un papel preeminente.
La conferencia afirmó por otra parte la necesidad de limitar la subida de la temperatura a 2ºC como media, de mantener ese objetivo bajo examen regular e incluso contemplar su refuerzo a 1,5ºC máximo, en función de la evolución de los conocimientos científicos sobre el impacto del calentamiento. Hasta entonces solo la Unión Europea se había pronunciado sobre el objetivo de una subida máxima de 2ºC. Lógicamente, la decisión de la cumbre habría debido llevar a los congresistas de Cancún a retomar la hoja de ruta de Balí y su famosa nota a pie de página, a fin de adoptar rápidamente un plan de urgencia que incluyera las reducciones de emisiones juzgadas necesarias por los especialistas. En lugar de ello, se contentaron con "tomar nota" de los objetivos de reducción de las emisiones que 80 países habían comunicado voluntariamente al Secretariado de la CCNUCC, según el planteamiento de Copenhague.
Los climatólogos subrayaron que, sobre la base de estos planes climáticos nacionales, la temperatura en la superficie de la Tierra aumentaría probablemente de 3ºC a 5ºC de ahora a finales de siglo -poco más o menos dos veces más, pero no se les hizo caso.
Los 2ºC de máxima eran para la galería. 
 - En Durban, el año pasado, se arrancaron con grandes dificultades dos acuerdos, que incumbían respectivamente a los países ricos y a todos los países.
El primero estipula que habrá definitivamente un segundo período de compromiso en el marco del Protocolo de Kyoto (recordemos que el primer período de compromiso,2008-2012, emplazaba a los países ricos a reducir sus emisiones un 5,2% como media en relación a 1990).
El segundo reconoce la necesidad de elaborar "un protocolo, otro instrumento jurídico o una conclusión concertada con fuerza de ley de la CCNUCC aplicable a todas las partes".

Ha comenzado un proceso de negociación de este acuerdo climático global. 
Debería acabar en 2015 en un texto a someter luego a los parlamentos nacionales de todas las naciones. Suponiendo que viera la luz, este acuerdo entraría en vigor como muy pronto en 2020.

 Deslizamientos progresivos 

 A lo largo de estas reuniones (salpicadas de otras reuniones anuales, en particular en Bonn), se produjeron numerosos deslizamientos.
En primer lugar, el principio de las "responsabilidades comunes pero diferenciadas" de los países del Norte y del Sur fue sometido a una creciente presión; bajo el pretexto de que los grandes países emergentes emiten hoy una proporción muy importante de gases de efecto invernadero enviados a la atmósfera, la responsabilidad histórica mayor de los países imperialistas (responsables en más del 70% del calentamiento) fue sistemáticamente relativizada, incluso borrada.
Segundo, la respuesta de los gobiernos y de las instituciones internacionales tomó un aspecto cada vez más abiertamente neoliberal, hasta el punto de estar hoy casi exclusivamente basada en mecanismos de mercado (incentivación de las energías renovables, mercado de los derechos de emisión y compra de créditos de emisión).
Es cierto que estos mecanismos estaban previstos en el Protocolo de Kyoto pero, a pesar de su notoria insuficiencia, éste seguía teniendo un carácter híbrido, pues atribuía a los estados cuotas obligatorias de reducción de las emisiones (con sanciones en caso de no respetarlas). Por otra parte, hoy no queda ya gran cosa de este planteamiento "regulacionista" pues los grandes contaminadores (países imperialistas y "subimperialismos" emergentes, en particular China y Brasil) lo han sacado de Copenhague; además, se ha ampliado considerablemente el abanico de las posibilidades de reemplazar las reducciones de emisiones por medidas de compensación. Así son considerados como equivalentes a reducciones netas de emisiones medidas que abarcan no solo la plantación de árboles, sino también la protección de las selvas existentes, la valorización energética del metano de los yacimientos de hulla, o la destrucción de ciertos gases industriales de gran efecto invernadero. En realidad, esta equivalencia no existe más que en la cabeza de quienes la han imaginado y cuya preocupación más importante es permitir a la industria reemplazar medidas costosas de reducción de las emisiones por la compra de créditos de carbono al precio más bajo posible, lo que en realidad tiene por efecto retrasar la indispensable transición energética

 Los petrojeques qatarís
 Ni que decir tiene que la conferencia de Doha no traerá ningún cambio de esta política desastrosa. 
El lugar mismo de su celebración es emblemático. 
Asentado sobre sus reservas de hidrocarburos y de petrodólares, 
Qatar tiene el triste privilegio de ser el país del mundo que emite más gas con efecto invernadero por habitante. 
El régimen es uno de los más retrógrados de la región: en las últimas elecciones municipales, en 2011, solo una mujer ha podido lograr un puesto de concejal.
Los derechos humanos son pisoteados y el país, aunque haya abolido la esclavitud en 1952, aplica una ley llamada de "padrinazgo" que estipula que los trabajadores extranjeros pueden entrar, permanecer y trabajar en el emirato, pero no pueden abandonarlo sin autorización de su "padrino".
Considerado como el 51º estado de los Estados Unidos, Qatar apoya todas las dictaduras de la región: a través de él Washington y Tel Aviv intentan sabotear las revoluciones árabes, apoya cualquier régimen oscurantista islamista (acaba de entregar un importante material de represión al ministro tunecino del interior) y es sospechoso de estar mezclado en la financiación de proyectos de colonización israelíes en Jerusalén Este. Añadamos que los emires no son más respetuosos de la naturaleza que de los seres humanos: cazadores sin escrúpulos, de padres a hijos, acuden regularmente regularmente a África del Norte para cazar avutardas y gacelas Thomson, dos especies protegidas que masacran impunemente, a pesar de las protestas de las asociaciones tunecinas y argelinas de defensa del medio ambiente. Esos son los personajes que presiden los debates de la 18ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático... Creer que ésta pueda trazar un camino que permita a la humanidad evitar la catástrofe tiene que ver más que nunca con la ilusión.

 La catástrofe está en marcha 

 Veinte años después de la adopción de la CCNUCC, la incuria capitalista desarrolla sus efectos ante nuestros ojos: el calentamiento del planeta continúa acelerándose, hasta el punto de que se corre el riesgo de una aceleración irreversible. Desde el comienzo del siglo XXI las emisiones de gas con efecto invernadero aumentan entre el 3% y el 4% por año, contra alrededor del 2% en los años 1990. Este aumento se explica en particular por la explosión de los transportes y el aumento del uso del carbón en China, pero también en India, en los Estados Unidos y en Australia. Está por tanto directamente ligado a la mundialización neoliberal. Por ello, los fenómenos meteorológicos extremos (lluvias violentas, sequías anormales, canículas u olas severas de frío, tempestades, ciclones, ...) se multiplican y ganan en intensidad. La fusión estival del hielo del mar ártico ha alcanzado un récord absoluto en 2012, hasta el punto de que la capa podría desaparecer totalmente en un futuro cercano. Sobre todo, se nota una aceleración inquietante de la dislocación de los casquetes glaciares de Groenlandia y del Antártico oeste -un fenómeno que hace correr a la humanidad el riesgo de una subida del nivel de los mares de dos metros o más de aquí a final de siglo. Estas terribles amenazas, cuyas principales víctimas serán los pobres, han sido recordadas recientemente en un informe del Banco Mundial. Titulado "Bajemos el calor: porqué es absolutamente preciso evitar una subida de 4º C de la temperatura del planeta" y codirigido por Climate Analytics y el Potsdam Institute for Climate Impact Resarch, este documento no muestra nada fundamentalmente nuevo sobre los impactos de los cambios climáticos. De hecho, su difusión justo antes de la Conferencia de Doha parece tener sobre todo el objetivo de preparar los espíritus a la superación de los 2ºC... Podría también servir para legitimar, en nombre de la urgencia, las autodenominadas "soluciones" presentadas por el Banco en el marco de su ofensiva por una "economía verde": los agrocarburantes, lo nuclear, el carbón "limpio" y la apropiación masiva de los recursos naturales, en particular de las selvas y de las tierras arables. Según Oxfam, los inversores internacionales compran cada seis días en los países del Sur una superficie de tierra del tamaño de Londres.
En el curso de los diez últimos años, las tierras compradas así representan ocho veces la superficie de Gran Bretaña.
En Camboya, se estima que cerca del 60% de las tierras arables han sido adquiridas por multinacionales. Esta oleada de apropiaciones es debida en gran medida al hecho de que las finanzas internacionales especulan con el precio de las materias primas agrícolas y la producción de agrocarburantes... en detrimento del derecho de los pueblos a la alimentación /1. Un ejemplo de la barbarie a que conucen las "soluciones" el Banco.
Cada vez que se abre una conferencia de la ONU sobre el clima, los medios nos repiten la misma historia: los gobiernos buscan un acuerdo para que la subida de temperatura no supere 2º C respecto al período preindustrial.

La verdad es que es más que probable que ese objetivo esté ya fuera de alcance. Si la Unión Europea lo ha hecho mejor de lo que marcaba el objetivo mínimo asignado por Kyoto es, en gran parte, debido a la recesión económica, a la importación de agrocarburantes, a la compra masiva de créditos de carbono (a menudo trampeando) y a la deslocalización de la producción en China. Ya se sabe que los Estados Unidos no ratificaron Kyoto y que sus emisiones actuales superan en más del 30% el nivel de 1990. Canadá se retiró del Protocolo y Japón, así como Rusia, ya no lo quieren. Sin embargo, el texto adoptado en la excapital imperial no imponía más que objetivos irrisorios, insignificantes, frente a lo que es necesario para salvar el clima. Por consiguiente, es sencillamente impensable que la economía capitalista mundial, basada en el crecimiento, la competencia y la ganancia logre poner en marcha las reducciones drásticas que evocaba la nota de pie de página de la hoja de ruta de Balí. Basta con echar una ojeada a las tendencias de la política capitalista para convencerse de ello: las fuentes renovables siguen siendo globalmente marginales, su desarrollo no cubre más que una parte del aumento de la demanda; lo grueso de las necesidades sigue siendo asegurado por los combustibles fósiles, con un recurso creciente al carbón, una carrera por los recursos petroleros de la Antártida, la explotación delirante de las arenas bituminosas de Alberta, por no mencionar el gas de esquisto, la nueva carta de las multinacionales de la energía...

El atasco capitalista es total... 

La imposibilidad de respoder al desafío climático/energético en el marco productivista del capitalismo es tan evidente que se cuela a veces entre las líneas de ciertos informes de instituciones internacionales por encima de toda sospecha de subversión comunista. Así, el World Economic and Social Survey 2011 de las Naciones Unidas es una lectura edificante. Según ese documento, la parte de las renovables modernas en la producción primaria de energía ha pasado del 0,45% en 1990 al 0,75% en 2008, es decir un crecimiento anual medio del 2,9%. Al mismo tiempo, el uso del carbón, del petróleo y del gas natural han aumentado un 1,6%, 1,5% y un 1,2% respectivamente. Los gobiernos han intervenido masivamente para promover las renovables y el sector privado ha participado, "pero el cambio de tecnología energética se ha ralentizado considerablemente a nivel del mix energético global desde los años 1970, y no hay pruebas que apoyen la idea popular de que ese cambio de tecnología energética se acelera.
(...) A pesar de las tasas de crecimiento impresionantes de la difusión de las tecnologías energéticas renovables desde 2000, está claro que la trayectoria actual no se acerca en ninguna parte a un camino realista hacia una descarbonización total del sistema energético global en 2050", afirma el informe (pp 49-50).
Una de las razones de la paradoja es que la utilización plenamente racional y ahorrativa de las renovables necesitaría la construcción en diez años de un sistema energético completamente nuevo. Veamos una explicación en el caso de la producción eléctrica: en el marco actual, 1 GW de capacidad eólica intermitente necesita el soporte de 0,9 GW fósiles.
Para evitarlo, es necesaria una red "inteligente". Sin embargo, construir una red así representa una empresa "gigantesca, que necesita un progreso tecnológico, una cooperación internacional y transferencias sin precedentes" (p.52).
De una forma general, señala el informe, "la magnitud física del sistema energético actual basado en los combustibles fósiles es verdaderamente enorme.
Hay millares de grandes minas de carbón y de grandes centrales eléctricas de carbón, alrededor de 50.000 campos petrolíferos, una red mundial de al menos 300.000 km de oleoductos y 500.000 km de gaseoductos, y 300.000 km de líneas eléctricas.
Globalmente, el coste del reemplazo de la infraestructura fósil y nuclear existente es de al menos 15 a 20.000 millardos de dólares [una cuarta parte del PIB mundial -DT]. China ha aumentado su capacidad eléctrica basada en el carbón en más de 300 GW entre 2000 y 2008, una inversión de más de 300 millardos de dólares, que comenzará a amortizarse a partir de 2030-2040 y funcionará quizá hasta 2050-2060. De hecho, la mayor parte de las infraestructuras energéticas en las economías emergentes han sido desplegadas recientemente y son completamente nuevas, con duraciones de vida de al menos 40 o 60 años. Claramente, es improbable que el mundo (sic) decida de un día para otro borrar entre 15 y 20.000 millardos de dólares en infraestructuras y reemplazarlas por un sistema energético renovable cuyo precio es más elevado" (p. 53).
Evidentemente, no es "el mundo" quien decide: éste no tiene nada que decir. Son los gobiernos, bajo la tutela de los grandes grupos energéticos... y del capital financiero que adelanta los créditos para las inversiones.
Las reservas probadas de combustibles fósiles -que forman parte de los activos de los lobbis del carbón, del gas y del petróleo así como de los fondos de pensiones- son cinco veces superiores a la cantidad de carbono que la humanidad puede aún permitirse quemar.
 Según los cálculos del Potsdam Institute y de la ONG Carbon Tracker, salvar el clima necesitaría que el 80% de esas reservas permanecieran para siempre en las profundidades geológicas del globo.
 "El mundo" se portaría mejor, pero no los propietarios de los yacimientos, ¡está claro! Dejando a parte este "detalle", el World Economic and Social Survey 2011 describe bien el problema.
Más del 50% de las emisiones mundiales son debidas apenas al 7% de la población, los 3,1 millardos de pobres no son "responsables" más que de entre el 5% y el 10% de los gases con efecto invernadero (p.29).
Por consiguiente, el éxito de la transición no es posible más que si el "europeo medio disminuye su consumo de energía alrededor de la mitad y el residente de los Estados Unidos alrededor de los tres cuartos" (p. XIV).
El informe tiene la honradez de reconocer que tales objetivos no pueden ser alcanzados por "soluciones simplistas" como "la internalización de las externalidaes medioambientales" o las políticas voluntaristas de "big push" tecnológico. "Ninguno de esos planteamientos tiene el potencial de acelerar suficientemente el cambio tecnológico a las escalas globales que son requeridas" (p.29).

Por un plan de urgencia social y ecológico 

Los autores del World Economic and Social Survey 2011 no sacan evidentemente la conclusión que se impone de su análisis. Al contrario, se inspiran del escenario Blue Map de la Agencia Internacional de la Energía. Sin embargo, El mayor contaminador del mundo preside la cumbre sobre el clima además de que estima razonable proseguir el desarrollo de los agrocarburantes y de construir una central nuclear de 1GW por semana durante cuarenta años, en particular, el escenario de la AIE permitiría como mucho limitar la concentración en CO2 en 550 ppm, lo que corresponde a una subida de temperatura comprendida entre 2,8ºC y 3,2ºC... Poner en marcha Blue Map: eso es sin duda lo que el Banco Mundial tiene en la cabeza cuando afirma que es preciso "evitar absolutamente una subida de 4ºC de la temperatura del planeta..." 
La conclusión inevitable pero tabú es sencillamente la siguiente: el salvamento del sistema climático no es posible más que por medio de una planificación democrática a escala mundial, la supresión de las producciones inútiles o nocivas, una amplia relocalización de la producción (en particular la agrícola) y una redistribución radical de las riquezas.
Esta debería incluir en particular: la nacionalización sin indemnización de los grupos energéticos y de crédito, una reducción fuerte del tiempo de trabajo sin pérdida de salario, la abolición de las deudas públicas, la supresión de los derechos de propiedad intelectual sobre las tecnologías limpias, y una extensión considerable del sector público, bajo el control de las poblaciones.
Solo una orientación anticapitalista en dirección a una sociedad que produzca para la satisfacción de las necesidades humanas reales, democráticamente determinadas, puede permitir disminuir radicalmente el consumo de energía y la producción material a la vez que se satisfacen las necesidades sociales de la mayoría.
El salvamento del clima -que condiciona nuestras condiciones de existencia sobre la Tierra- tine ese precio. Es decir que el combate debe imperativamente ser asumido por los movimientos sociales, en particular por el movimiento sindical.
En lugar de dejarse arrinconar mendigando un "relanzamiento" del capitalismo, como hacen actualmente, las organizaciones de trabajadores y trabajadoras deberían atreverse a elaborar y popularizar un amplio plan público de urgencia social y ecológica.
Un plan que intentara a la vez dar un empleo a todos y todas y romper el engranaje mortal del crecimiento capitalista tendría una enorme legitimidad social, frente a este sistema que, como decía Marx, "destruye las dos únicas fuentes de toda riqueza: la tierra y el trabajador". 
 (gracias a Rafik Khalfaoui por sus sugerencias)
27/12/2012

FUENTE  

http://www.lcr-lagauche.be/cm/index.php?view=article&id=2688:doha—le-plus-grand-pollueur-du-monde-preside-le-sommet-sur-le-climat-&option=com_content&Itemid=53


Traducción: Faustino Eguberri

para VIENTO SUR

Notas 

1/ Sean Thompson, "Economics and ecology: the multiple nature of the crisis", communication à la Historical Materialism Conference, London, nov 2012.

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