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sábado, 4 de noviembre de 2017

De ética económica a economía ética

De ética económica a economía ética

En el ámbito de la ética económica! en la región de habla alemana se dan a mi criterio actualmente dos corrientes básicas y contrapuestas. La primera.é representada por Peter Ulrich.' contiene a la ética como línea dominante de la interacción ética-econornía.? aquí la ética tiene el "primado" sobre la economía (Ulrich, 2001: 61) lo cual remite al primado de la "praxis" como retos del mundo de la vida de nuestro tiempo por sobre la "teoría" como planteamiento de problemas puramente internos a la ciencia (Ulrich, 1987: 166). Esta corriente deja claro que en ética económica se trata de la transformación de la racionalidad instrumental autónoma de la economía desde una perspectiva del mundo de la vida. Se configura así una "economía social práctica" que quiere "abrir el discurso argumentativo hacia los problemas de la praxis; ella no puede cerrarlo detrás de las espaldas de los afectados en el mundo práctico" (ibid.: 17). 

La segunda corriente, básicamente representada por Karl Homann,s insiste en el adjetivo de la ética económica. Es la racionalidad económica la determinante de las aspiraciones éticas. Hay que tomar el mundo como es y no como nos gustaría que fuera, hoy en las sociedades complejas y altamente diferenciadas se ha impuesto por sí misma la economía como un sistema positivo autónomo, que nos da el piso real sobre el que asentar los ideales éticos. El modelo liberal del "horno oeconomicus" carateriza la racionalidad económica, que a partir de un cálculo de ventajas y desventajas determina los ideales normativos realizables sobre la base de "la aspiración de los actores a ventajas individuales" (Homann, 2002: 249) ya partir de un análisis de las condiciones y consecuencias empíricas. Esta corriente ve la finalidad de la economía en la explicación y conformación de "oportunidades de implementación de modelos de conducta deseados y oportunidades para la desestabilización de modelos de conducta indeseados" (Homann/Suchanek, 2000: 439). 

Aparte de la larga y fecunda actividad literaria y docente de sus fundadores (desde la década de los 80), me parece que estas corrientes son las más relevantes porque se ubican en los extremos de un posible espectro que varía entre la acentuación de la ética por sobre la economía -no necesariamente la ética comunicativa sino también otras como ética irracional, ética constructivista, etc.- o de la economía sobre la ética -ya desde el punto de vista práctico administrativo, ya desde el principio económico en la teoría contractualista, etc.-. 

Frente a estos dos principios explicativos de ética económica, propongo mi principio de economía ética. En él se trata de una nueva comprensión de economía que integre en sí un contenido ético. Toda racionalidad tiene su origen en un encuentro ético comunicativo, de aquí que el rasgo distintivo básico de toda racionalidad es la ética. La ética conceptualiza la moral que se despierta en el acto comunicativo primigenio de apertura y acogida del otro que interpela al yo con su palabra, pero antes ya con su presencia. El uso de la razón, también instrumental, no puede desatender su vertiente ética si quiere ser un pensamiento con sentido y fundamentado en la realidad de personas que sólo razonan argumentando. Del principio ético categórico, que fundamenta la razón y que fenomenológicamente se puede expresar como respeto, acogida, interpelación incondicional del yo frente al otro, responsabilidad, brota la obligación moral de toda razón, que ya en su origen es social por ser comunicativa. 

En la sociedad con los otros el principio ético se realiza como acuerdo, consenso sobre lo moral entre seres capaces de comunicarse y de reconocer el imperativo moral de promover la vida. La economía en esta línea adquiere su máximo sentido y legitimación en cuanto promueve la vida. El reconocimiento de la ética en la racionalidad económica se concretiza prácticamente en el consenso de involucrados y afectados para la producción económica, de aquí a nivel teórico se muestra el consenso como idea regulativa de todo enfoque de problemas con una visión económica. La introducción del consenso de involucrados y afectados como normatividad en la teoría econó- mica ubica a ésta sobre el piso de la realidad cotidiana evitando la enajenación teórica.

Si conocer es interpretar, si en la constitución del conocimiento participa activamente el sujeto con sus experiencias y determinaciones concretas, entonces no existen recetas teóricas universales válidas para todo tiempo y todo lugar, entonces el consenso para la implementación de normas morales es una obligación racional. La economía es la conformación explicativa y práctica de la realidad social tendiente a su transformación, en esto es normativa y por tanto tiene ya una responsabilidad ética; de aquí que si de normas se trata, se trata de un acuerdo donde las normas sean discutidas y adecuadas a la realidad de los que han de llevar a la práctica dichas normas, en una palabra se trata de una legitimación ético-comunicativa de las normas a partir del criterio de la promoción del mundo de la vida. 

De este modo, no se trata de un equilibrio difícil entre ética y economía, donde la una se superponga a la otra o viceversa, sino se trata de una nueva economía con "rostro" humano, en la cual el principio ético está presente desde su raíz. 

En los siguientes apartados caracterizaré críticamente a la ética económica de estructuras dilemáticas de Homann y Suchanek así como también a la ética económica integrativa de Ulrich. A continuación mostraré la economía ética con fundamento interpretativo, que es la contribución de esta publicación. El lector atento podrá identificar los elementos fundantes y comunes de estas tres corrientes de la relación ética y economía, así como también sus diferencias, la idea básica de fondo es la transformación de la ética económica en economía ética. 

9.1 Ética económica integrativa 

En la ética económica integrativa desarrollada por Ulrich (199712001) la ética ocupa el "primado" por sobre la economía. La ética sería la lógica normativa del reconocimiento recíproco e incondicionado de las personas que está por encima de la lógica económica normativa de la cooperación condicionada entre individuos que actúan orientados por el interés y éxito propios (Ulrich, 2001: 121). Tal primado procede de una evolución histórica de la racionalidad que se determinaría cada vez más no por la racionalidad técnico-instrumental de carácter masculino sino por la racionalidad comunicativo-afectiva de carácter femenino'' (Ulrich, 1987: 34). Frente a la eficiencia del medio para el alcance del fin deseado de la primera racionalidad, la racionalidad comunicativa subrayaría el proceso dialógico que implica acogida y respeto para la convivencia. La racionalidad comunicativa, en la misma línea que Apel (1973b: 399), esto es la prioridad pragmática de la comunicación ante todo empleo de la razón, fundamenta filosóficamente en Ulrich la precedencia de la ética -comunicativa- a toda otra razón instrumental como la económica. Sólo a partir de dicha racionalidad se puede legitimar la razón económica calculadora. Por otro lado, la racionalidad comunicativa está ya supuesta en la economía aunque hace falta una clarificación de la misma como racionalidad socio-económica donde se reconoce a la racionalidad ético comunicativa como su fundamento. La cuestión del manejo de bienes y recursos escasos es inseparable de la cuestión de un manejo racional de los conflictos entre todos los involucrados; la solución racional del conflicto de intereses alrededor de la distribución de costos y beneficios, internos y externos, es un problema normativo, que no puede resolverse sólo en categorías de una "pura" racionalidad económica (Ulrich, 2001: 122). 

En un obrar comunicativo, la búsqueda del consenso no sería só- lo una meta idealista sino un camino realista de coordinación de acciones en un contexto de conflicto (Ulrich, 1992: 193). Los actores persiguen sus metas privadas legítimas en el marco de un consenso social básico logrado por la comunicación. Una coordinación de esta naturaleza podría alcanzarse parcialmente pero nunca totalmente a través de mecanismos orientadores impersonales como las fuerzas de oferta y demanda del libre mercado. 

De Habermas (1988: 229ss.) toma Ulrich las categorías contrapuestas de "sistema" y "mundo de la vida"? El sistema económico, caracterizado por una racionalidad instrumental calculadora (Ulrich, 1992: 192), ha declarado su autonomía respecto del mundo de la vida, así en la teoría como ciencia positiva y en la práctica como aplicación de los dictámenes teóricos. La economía deviene aislada de las necesidades del mundo de la vida de las personas humanas, la economía no se deja influir ni informar por la reflexión crítica procedente de la praxis vital. La maximización de las ganancias o beneficios, el crecimiento económico, serán los criterios del obrar económico correcto sin que las exigencias y necesidades del mundo de la vida puedan influir en esa determinación instrumental. Esto exigiría una nueva economía "al servicio de la vida" según reza el subtítulo de la obra principal de Ulrich (1997).

Ética económica integrativa es una reflexión crítica (Palazzo, 2000: 45) de la economía sobre la base de la realidad del mundo de la vida y con la exigencia normativa del establecimiento de procesos comunicativos que abran el sistema económico a las necesidades de la praxis vital.

Ética económica significa según esta corriente, "la reflexión filosófica sobre los fundamentos normativos de la socio-economía práctica" (Ulrich, 2000: 39). Donde socio-economía práctica se entiende como economía inserta en un contexto histórico de normas y valores sociales de acuerdo a los cuales un actor económico tiene que "legitimar" su búsqueda de ventaja o provecho.

9.1.1 Tareas de la ética económica integrativa 

La ética económica integrativa se cumple en tres tareas: primero) la crítica de la "pura" razón económica y economicismo; segundo) la clarificación de una idea ética integrada de racionalidad socioeconó- mica y tercero) la determinación de los "lugares" de responsabilidad socio-económica (Ulrich, 2000: 43).

La primera tarea se basa sobre la idea ética de la racionalidad como lógica normativa de la inter-humanidad (relaciones sociales) reducida en la economía positiva a lógica económica del intercambio de ventajas (Ulrich, 2001: 128s.). La racionalidad económica instrumental basada en el interés propio puede alcanzar para la definición de lo Pareto-eficiente pero no es neutral ni libre de valores, un intercambio depende siempre de un status-quo de relaciones de poder. La lógica normativa de inter-humanidad depende del principio de igualdad moral de todos los seres humanos: todos merecen el mismo respeto incondicional de su dignidad humana y los mismos derechos humanos inviolables. Es por eso que la primacía de la moral sobre la lógica del mercado sería constitutiva de toda ética económica seria.

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