1.1 John Locke: demanda de dinero, velocidad de circulación y actividad económica
1.2. John Law: la oferta de dinero y el papel moneda
1.3. Richard Cantillon: los efectos diferenciales del dinero
1.4. David Hume: la Teoría Cuantitativa del Dinero
2. El Circuito del Producto Real
2.1. Pierre de Boisguilbert
2.2. Richard Cantillon
3. Los fisiócratas.
3.1 Algunos conceptos básicos:
3.2 El Circuito:
3.3 Algunas consecuencias del circuito:
4. Una nota al margen sobre los orígenes de las teorías del valor y los rendimientos decrecientes
Para los autores mercantilistas de los siglos XVI y XVII la organización de la economía era, esencialmente, la realización de la voluntad del príncipe. El siglo XVIII permitió que, paulatinamente, se llegara a la conclusión de que tal orden de los asuntos económicos proviene más bien de las leyes de la naturaleza. Este cambio de perspectiva tiene su origen en el propio pensamiento mercantilista (como hemos visto muchos mercantilistas pensaron que la organización de la economía no debería descansar completamente en la intervención del estado), y en la teoría política en la que éste se apoyaba (recordemos que Bodin ya sostenía que la ley natural es un límite a la soberanía del príncipe). En la naturaleza, según los autores del siglo XVIII, existe un orden potencial que el príncipe no debe contradecir, y la economía no escapa a este principio. Así, por ejemplo, una ley es buena si es efectiva y se aplica con facilidad; una política económica es racional si se impone fácilmente, y una institución es adecuada si funciona sin dificultad, etc.
Pero, para los últimos mercantilistas este orden de la naturaleza no se puede conocer directamente; la naturaleza es "misteriosa", las leyes económicas están encubiertas y su conocimiento sólo puede ser parcial y fragmentario. Sin embargo, a medida que avanzó el conocimiento de las ciencias naturales y estas reflexiones fueron progresando, también encontraron su sitio los distintos elementos, y los contornos de la economía se fueron dibujando con precisión y con un cambio en la concepción de conjunto. De modo que, poco a poco, se impuso la idea de que el conocimiento de las leyes naturales puede ser global y directo. En el punto culminante de esa evolución estarán los fisiócratas, para quienes la naturaleza se revela a través de "la evidencia", sus leyes y principios básicos son simples y al alcance de "toda inteligencia normal".
El orden natural, según los fisiócratas, sólo puede surgir de espontáneamente del ejercicio de las libertades individuales. ¿Cómo podría ser de otro modo?, este orden no es una construcción espontánea de los hombres sino la expresión más pura de la necesaria armonía de las cosas. Este cambio de perspectiva, se traduce entonces en un cambio radical en la concepción del estado, es la gran derrota del absolutismo en favor del liberalismo. La gran máxima de acción política será laisser faire, laisser passer, le monde va de lui meme; sólo así, se conseguirá el orden natural, esa deseable organización espontánea de la economía, que en definitiva proviene de la providencia.
El objetivo de la economía, como campo de reflexión, será entonces el de revelar las leyes globales que rigen la organización (el orden en sentido más claro) de la economía. Para buscar dicho orden, los principales autores se concentrarán en el análisis, bien de la circulación monetaria o de la circulación de productos, inaugurando una dicotomía, monetario-real, que será una de las características de gran parte de la economía posterior.
La exposición del tema perseguirá sucesivamente los dos enfoques mencionados. En primer lugar, para una primera corriente, las relaciones económica básicas son las que están presentes en la circulación monetaria. En segundo lugar, para los autores de la segunda mitad del siglo XVIII, la circulación será sobre todo real. Aunque la escuela fisiocrática puede inscribirse en el segundo de los enfoques mencionados, también presenta algunas particularidades que ameritan un tratamiento separado en la tercera sección de estos apuntes. En un último apartado estudiaremos algunos temas menores en su tiempo que, sin embargo, anticiparon desarrollos importantes de la economía clásica y neoclásica.
La teoría monetaria consiguió avances decisivos a finales del siglo XVII. Las reflexión de esos años sirvió para cubrir los grandes campos del análisis monetario: la demanda y la oferta de dinero, la velocidad de circulación, las relaciones entre la cantidad de dinero, la actividad económica y el nivel de precios. Los autores representativos de este desarrollo fueron, sucesivamente, John Locke (1632-1704), John Law (1671-1730), Richard Cantillon (1697-1734) y David Hume (1711-1776). Ese será el orden que sigamos.
John Locke es uno de los primeros autores en formular una verdadera teoría de la demanda de dinero y de su velocidad de circulación (sobre todo en sus Consideraciones Sobre las Consecuencias de la Disminución del Interés y del Aumento del Valor del Dinero, 1691). Para Locke el dinero es, en primer lugar, el instrumento de cambio. La cantidad necesaria de dinero está entonces relacionada directamente con el valor de las transacciones a realizar, que dependen, a su vez, de los ingresos percibidos. Esto le permite afirmar que "cada hombre debe tener al menos suficiente dinero... para satisfacer al prestamista que le provee los bienes necesarios a su subsistencia y a su actividad profesional". Sin embargo, los flujos de ingresos y gastos no están perfectamente coordinados. Entre el momento en que se produce un ingreso de dinero y el que este se utiliza para cubrir un gasto, el dinero se mantiene en caja convirtiéndose así también en conservación temporal de poder de compra. Este "estancamiento" del dinero depende del tiempo que separe los ingresos de dinero, y será útil para determinar la velocidad de circulación. Según que la percepción de los ingresos sea frecuente o no, la velocidad de circulación será mayor o menor.
Este análisis permite a Locke enunciar dos principios: el primero es que existe "la necesidad de una cierta proporción entre el dinero y el comercio". El segundo princípio sirve para matizar el primero: "es difícil determinar esta proporción, ya que ella no depende solamente de la cantidad de dinero, sino también de la velocidad de circulación".Tratar de ir más lejos exige, entonces, interesarse por los desfases entre la percepción de los ingresos de los diferentes grupos sociales. Profundizando en el análisis anterior de William Petty, John Locke opone los obreros, cuya demanda de dinero es baja (debido no sólo a sus bajos ingresos sino también a la elevada frecuencia de su percepción), a los propietarios del suelo, cuya demanda es fuerte (con rentas elevadas que se pagan una o dos veces por año). Locke también sabía que el tipo de interés influye sobre la demanda de dinero (cuando las tasas aumentan, se estimulan los préstamos, la demanda baja y la velocidad crece), con lo que podemos decir que tenía una teoría completa de la demanda de encajes.
Desde el punto de vista práctico, Locke utiliza su marco de análisis para justificar la vieja idea mercantilista según la cual el dinero es la vida del comercio. Según él, es posible utilizar mejor las especies aumentando su velocidad de circulación. Esto tiene una doble ventaja: "en primer lugar, se necesitará mucho menos dinero para el comercio de un país y, en segundo lugar, se mantendrá en reposo una menor cantidad de dinero". En suma: si desarrollar la actividad es multiplicar los flujos de gasto, entonces la velocidad de circulación de los encajes será la expresión monetaria de ese desarrollo; el objetivo se consigue reduciendo los períodos de percepción de ingresos. Por supuesto, dado su alto valor y su baja periodicidad, se cargan las tintas sobre la percepción de la renta de la tierra.
El análisis anterior es compatible con otra proposición, de la que Locke no extrajo todas sus consecuencias. Poniendo el acento sobre el dinero como medio de pago, Locke comprendió que el valor de los bienes intercambiados en un período dado es igual al valor de la cantidad de dinero ofrecida en contrapartida. De ello resulta que en un momento dado, el nivel de precios (el inverso del valor del dinero) es proporcional a la cantidad de dinero ponderada por su velocidad. Esta relación abrirá el camino al cuantitativismo.
Algunos mercantilistas alcanzaron a tener una cierta idea sobre al papel de los bancos. Muchos encontraron en los bancos, que hacen circular más rápido las especies debido a sus operaciones de crédito, un estímulo para la actividad económica. Sin embargo, el mérito de haber analizado el poder de creación monetaria de los banqueros y de comprender las ventajas del papel moneda sobre el dinero-mercancía le corresponde al financiero británico John Law (Consideraciones sobre el Numerario y el Comercio, 1705).
John Law afirma, en primer lugar, que los banqueros no limitan sus créditos al valor de los depósitos que reciben. Concediendo créditos o comprando contratos, crean dinero: "en cuanto más prestan, más añaden al numerario" (formula cercana a la célebre de Withers de que "los prestamos hacen los depósitos"). Esta creación monetaria es una creación de papel moneda. Por ejemplo, dice, "si suponemos que las especies de los bancos son 15.000 libras y que hay 75.000 libras en billetes, esto significa una adición de 60.000 libras al numerario de la nación". Pero los billetes son convertibles en oro y su valor es superior al montante de oro que los respalda. Por ello, una componente esencial del sistema es la confianza en la convertibilidad. Como la gente cree que los billetes son convertibles entonces no los convierte; si sobreviene una crisis de confianza el sistema colapsa.
Law era consciente, al menos teóricamente, de la fragilidad de un sistema de dinero de crédito e ideó distintos medios para restablecer la confianza; para ello propuso, por ejemplo, anunciar una futura reducción de ciertas especies (o reducciones de su valor con respecto a otras) con el fin de hacerlas entrar a la banca, proponer que todos los pagos públicos se hiciesen en billetes, pagar intereses sobre los billetes, generalizar las casas de cambio donde se garantice la convertibilidad... Para Law, en resumen, las ventajas del papel moneda eran mayores que los riesgos más o menos controlables que entrañaba el mecanismo.
¿En qué consisten tales ventajas? La primera está ligada al propio mecanismo de emisión. Si las operaciones de crédito son el soporte de la emisión, el papel moneda será, por definición, utilizado para financiar los negocios de los prestatarios. Así, por medio de la operación económica que lo crea, el dinero estimula el comercio. No hay entonces motivo alguno para temer a la escasez de dinero (una de las bestias negras del mercantilismo). Para Law, es muy probable que la influencia sobre los precios de un aumento (razonable) en la cantidad de dinero sea despreciable. Como la creación de dinero está ligada al crédito, ésta es el reflejo del desarrollo de los negocios, de las empresas, del comercio, y en definitiva del crecimiento de la oferta de bienes y servicios. La segunda ventaja se debe a un conjunto de consideraciones técnicas. El papel moneda es más fácil de transferir que las especies metálicas; al contrario del dinero-mercancía, tiene el mismo valor en todas partes, puede ser almacenado sin pérdidas ni costes, y se puede dividir sin pérdida; finalmente, el papel moneda es más difícil de falsificar; en suma, su velocidad de circulación es superior a la de las especies metálicas y Law comparte el consejo de Locke: la aceleración de la velocidad se confunde con un aumento de la actividad.
El análisis monetario que realiza Cantillon en su Essai sur la Nature du Commerce en Général, escrito hacia 1720 y publicado 35 años después, es mucho más matizado que el de Locke y el de Law. Como Locke, Cantillon cree que existe una cantidad necesaria de dinero, determinada por los hábitos de pago de los ingresos y por el valor de las transacciones a efectuar. Según su teoría de la circulación de bienes (que veremos más adelante), la mitad del producto total de cada año circula por el mercado y, en consecuencia, la cantidad de dinero, ponderada por la velocidad de circulación debe ser igual a ese valor. Cuando crece la oferta monetaria, aumentan la actividad y los precios sin que podamos decir en qué proporción lo hacen: esta dependerá del cambio que el dinero imprima a los diferentes elementos del gasto. La disminución de la velocidad de circulación complica aun más las cosas. En particular, los mecanismos serán diferentes según el origen del aumento de la cantidad de dinero y los grupos sociales que inicialmente se benefician de ello.
Así, por ejemplo, un aumento de la producción de metales preciosos beneficia, en primer lugar, a los propietarios de las minas y a sus asalariados. Esto estimula inmediatamente el consumo y aumentan los precios de los bienes de consumo. Con un cierto retraso, el estímulo se trasladará a toda la actividad económica. Aumentará la demanda de préstamos y con ella las tasas de interés, en tanto que igualmente aumentan los precios de los factores de producción, tierra y trabajo. La secuencia será muy distinta si el aumento de la cantidad de dinero proviene de un saldo positivo de la balanza comercial. En este caso, los que se beneficien serán los agentes más emprendedores (comerciantes y empresarios). De esto resulta un aumento inmediato del empleo, de las inversiones (aumentando los precios de los bienes de capital). El consumo reaccionará, pero con un cierto retraso, en tanto que el aumento de los salarios entrañará un aumento de los precios de los bienes de consumo (que será moderado, ya que la oferta ha aumentado con anterioridad). En resumen, las dos secuencias son opuestas en muchos sentidos: el nivel de precios y sus dinámicas, los movimientos del tipo de interés.
Este análisis permanecerá en la historia del pensamiento económico con el nombre de efecto Cantillon.
Las apreciaciones de Cantillon sobre las ventajas de la abundancia monetaria son contradictorias. Por una parte, en lo que se refiere al corto plazo, su razonamiento es completamente mercantilista. La abundancia de dinero estimula la actividad, hace crecer los precios, lo que, si la demanda exterior es inelástica, permite vender más caro y comprar barato mejorando el saldo comercial. La nación entrará así en un circulo virtuoso de enriquecimiento. Pero, por otra parte, está la amenaza de inflación, que puede producirse una vez que se supere la cantidad óptima de dinero ya que, en ese caso, el alza de precios terminará por deprimir las exportaciones, el empleo y la actividad, llevando a la nación a una fase de decaimiento. Para evitar esto, será necesario que el estado retire dinero de circulación, lo que se consigue, por ejemplo, invirtiéndolo en el extranjero. Sin embargo, las cosas no son tan fáciles; con el enriquecimiento nace la abundancia y la mayor facilidad del gobierno para gastar. Por eso, los períodos de crisis y decadencia son inevitables. Así, Cantillon propone una teoría de la prosperidad y de la caída, más que una teoría de las fluctuaciones: las fuentes de estos movimiento de largo plazo son, por una parte, los flujos monetarios y, por otra, el comportamiento de los hombres frente a la riqueza.
En los años 1750, Hume publica una serie de ensayos consagrados a problemas económicos: Del Comercio; Del Interés y Del Dinero (1752), Sobre la Balanza Comercial (1758). A Hume se le considera como el primer auténtico cuantitativista ya que fue el primero en enunciar el principio de neutralidad del dinero en el largo plazo: doblar la cantidad de dinero no modifica a largo plazo, ni la actividad, ni la velocidad de circulación, sino que únicamente dobla el nivel general de precios. Hume se interesa por las consecuencias de una variación puntual de la cantidad de dinero independientemente del proceso que las origine (el crédito, la balanza comercial, explotación minera, etc..). "Supongamos que por milagro, en un minuto se deslicen 5 libras en el bolsillo de cada persona. Esto hará más que duplicar la cantidad de dinero presente actualmente en el reino" (Writings in Economics, p.47). La expresión por milagro no es inocente: por hipótesis, se rompe el nexo entre la emisión de dinero y la actividad económica.
Admitido este punto, ¿qué consecuencias traerá la duplicación de la cantidad de dinero? Sobre la velocidad de circulación no habrá consecuencias; esta depende de los hábitos de pago. Siendo el dinero un medio de pago, tampoco será atesorado. Tampoco habrá consecuencias sobre la actividad económica: los factores reales que la determinan siguen siendo los mismos de antes. Así, por exclusión de todos los demás efectos posibles,se puede afirmar que: "Duplicar la cantidad de dinero solamente sirve para hacer aumentar los precios de todas las cosas sin otra consecuencia". Además: "es la proporción entre el dinero y todas las categorías de mercancías la que fija su valor recíproco" (p.51).
En suma, Hume inscribe su razonamiento en el marco de la ecuación de la teoría cuantitativa MV=PT y postulando la independencia de V (velocidad de circulación) y de T (transacciones) con respecto a M (cantidad de dinero) concluye, lógicamente, la proporcionalidad de M y de P.
Sus conclusiones sobre la tasa de interés son igualmente claras. Las razones para tomar dinero prestado son independientes de la cantidad de dinero. "Se toma en préstamo para dotar a una hija, comprar una propiedad, permitir el funcionamiento de una fábrica, de una familia o de una tripulación". Los fondos nominales ofrecidos para ello se doblan con la cantidad de dinero; y los fondos nominales demandados se doblan con los precios. En realidad, nada cambia y "la mayor o menor cantidad de dinero en un estado no tiene influencia alguna sobre el tipo de interés" (p.51). El nivel de los tipos depende de la demanda de crédito (relacionada con el dinamismo industrial o comercial) y de la oferta de créditos para satisfacerla (relacionado con la riqueza y con la frugalidad). Con ello tenemos una teoría real del tipo de interés, por oposición a la teoría "monetaria de los mercantilistas.
El dinero es entonces neutral a largo plazo. Pero ¿qué pasa en el corto plazo? En este caso Hume se aproxima a Cantillon. El crecimiento de la cantidad de dinero sólo modifica progresivamente el nivel de precios, deforma los precios relativos, y los salarios no se ajustan más que lentamente. Existe, así, un "período de transición" durante el cual la actividad y el empleo se ven estimulados. Estos períodos de transición pueden ser largos y repetidos. Hume deduce entonces que con un aumento regular de la cantidad de dinero, se puede sostener regularmente un nivel de actividad económica. En resumen, lo que importa, no es el nivel de la masa monetaria, sino su evolución en el tiempo. "No es importante para la prosperidad de un estado que el volumen de dinero sea más o menos grande; la sabiduría de un soberano, consiste en mantenerla, en tanto que sea posible, creciente. Es así como se sostiene el espíritu de empresa de la nación y como aumenta la actividad del trabajo en la que reside toda la potencia de la riqueza real".
Con frecuencia se reduce el pensamiento de Hume a sus proposiciones de largo plazo. Pero recordemos que lo que Keynes apreciaba de Hume "es que todavía era suficientemente mercantilista para no ignorar que de hecho vivimos en situaciones transitorias" (véase el apéndice sobre el mercantilismo de la Teoría General)
Cualquiera que sea la relación de largo plazo entre el dinero y los precios, para Hume ésta permite esbozar la teoría del equilibrio automático de las balanzas comerciales y de la distribución de los metales preciosos: "Supongamos una disminución considerable de la masa monetaria en Inglaterra: los precios van a caer. De ello resulta que ninguna nación de Europa podrá competir con nosotros. El balance comercial, largamente excedentario, va a permitir entonces reconstituir el stock de dinero. Pero entonces los precios aumentarán, y la ventaja inicial se anulará progresivamente". De este argumento, Hume extrae la conclusión de que es imposible mantener de modo permanente una balanza comercial excedentaria y acumular más dinero que el necesario. Esto sería como querer mantener "un fluido cualquiera por debajo de su nivel normal" (las leyes de la naturaleza son, como vemos, una referencia obligada y muy convincente).
Con Pierre de Boisguilbert (1646-1714) aparece la primera concepción de conjunto del circuito económico. Esta representación, asociada a la de Cantillon, influirá sobre el Tableau Economique de F. Quesnay (1694-1774) y la escuela fisiocrática. Las formas de representar el circuito son diversas en su nivel de elaboración, en la descripción de los polos, en la precisión de los flujos y en la claridad de la teoría de la producción y del excedente. Sin embargo, estas teorías progresan en una línea única de Boisguilbert a los fisiócratas. Todos insisten sobre la preponderancia de la agricultura en la producción y en el papel determinante de los propietarios de la tierra en la circulación de bienes y de dinero. Finalmente, las teorías del circuito sirven para que a través de ellas surja el pensamiento liberal, que progresa y se afirma hasta hacer de la libertad económica la condición necesaria y suficiente de la plena realización de la potencialidad del orden que existe en la naturaleza.
Boisguilbert escribe al final del siglo XVII y comienzos del XVIII ( Détail de la France(1695), Le Factum de la France(1707),Traité des Grains y Dissertation sur la Nature des Richesses, de l' Argent et des Tributs (1712)). La economía francesa de la época se encuentra en una depresión profunda y Boisguilbert se propondrá analizar las causas de la misma y proponer algunos remedios (que, por otra parte, le valdrán la prohibición de su Factum de la France y el exílio).
El objetivo de la economía es sin duda alguna enriquecer la nación, pero no hay que equivocarse sobre la naturaleza de la riqueza. Esta no es monetaria; está constituida por los bienes que satisfacen necesidades. No todos los bienes son igualmente importantes. Las riquezas agrícolas son las riquezas fundamentales, ya que, por una parte, satisfacen necesidades vitales y, por otra, porque a partir de ellas se crean los "bienes de la industria". Un país rico es entonces, en primer lugar, un país con una próspera agricultura, condición necesaria para la prosperidad de la industria.
Los "labradores" y los "mercaderes" trabajan en la agricultura y la industria, constituyen la fracción trabajadora de la población, de lejos la más numerosa (15 a 16 millones de personas, según sus cálculos), y perciben los "ingresos de la industria". La nobleza (o el Beau Monde, formado por 2000 a 3000 ) forma la segunda clase social. Los propietario de tierras perciben los "ingresos de fondos" (la renta de la tierra). De hecho, la clasificación de Boisguilbert es una verdadera oposición entre "la clase que no hace nada y disfruta de todos los placeres y la otra que trabaja de la mañana a la noche, con apenas lo necesario e incluso en la más completa privación" El circuito económico nace de las relaciones que establecen entre sí los "ingresos de fondos" y los "ingresos de industria". Los ingresos de la nobleza constituyen el punto de partida. Estos ingresos serán gastados en labradores y mercaderes que, a su turno, producen y comercian entre ellos, haciendo nacer los ingresos de la industria. Luego, sobre estos ingresos, se cobrarán impuestos y se pagará la renta de la tierra, lo que reconstituye los ingresos de fondos. Y el circuito continua....
Boisguilbert comprende particularmente bien la idea de circuito y esto se observa en el tipo de interdependencias que explora. En primer lugar, subraya, si ricos y pobres (ociosos y laboriosos) se oponen, ellos, a pesar de todo, son solidarios. Los ingresos de fondos deben ser gastados para que nazcan los ingresos de la industria; la importancia de los ingresos de fondos está ligada entonces a la de los ingresos de industria. Además, al interior de la clase laboriosa, los ingresos de unos son los gastos de otros. Finalmente, esta manera de concebir el circuito económico conduce naturalmente a la noción de multiplicador. ¿Qué pasará si se produce una disminución de los ingresos de fondos?, se pondrá en marcha un mecanismo multiplicativo: "aquellos que antes tenían 1000 libras de renta en fondos, no teniendo más de 500 no emplean obreros más que por la mitad de los que empleaban antes: los cuales, usando a su turno menos con respecto a aquellos de los cuales se procuraban sus necesidades... de modo que podemos decir que una disminución de 500 libras por año en pérdidas puras en un fondo producen más de 3000 libras por año al conjunto de la república" (Detail,..c.III)
En estas interdependencias, la agricultura ocupa el lugar central porque ella hace nacer los ingresos de los fondos y provee los bienes que transforma la industria. Es esta preponderancia la que permite a Boisguilbert esbozar una teoría de las fluctuaciones. En la agricultura la producción es muy inestable. Pero, las variaciones de los precios agrícolas son más que proporcionales (y de sentido opuesto) a las variaciones de las cantidades. De ello resulta que, en el caso de excedentes, el ingreso agrícola colapsa. Los ingresos de fondos y de la industria disminuyen, con efectos multiplicadores sobre los gastos y sobre el empleo. La fiscalidad puede acentuar la depresión; esto será lo que ocurra si el Estado busca recompensar la disminución de los ingresos fiscales a través del aumento de las tasas.
También existen mecanismos estabilizadores; la caída de los precios conduce al abandono de las tierras menos fértiles y al estancamiento de las inversiones agrícolas; en consecuencia la oferta disminuye y con ella los posibles excedentes. ¿Qué peso pueden tener de estos mecanismos reequilibradores?. Estos existen y Boisguilbert los describe, pero lo importante para él son las oscilaciones brutales y recurrentes que hacen que la situación no sea nunca satisfactoria.
En un país como Francia, con recursos naturales abundantes, si existe estancamiento, el fallo será imputable a la política económica. La fiscalidad francesa es compleja, pesada e injusta y desincentiva la producción y el consumo. Boisguilbert propone simplificarla y acentuar la fiscalidad directa en función de la capacidad contributiva de cada uno (un impuesto del diez por ciento sobre el ingreso de fondos, eliminación ayudas, supresión de los derechos de aduanas, etc). La reglamentación relativa al trigo es también un factor de estancamiento a largo plazo; hará falta establecer su libre circulación interna y externa para que excedentes y déficits regionales se puedan compensar, disminuyendo las variaciones de los precios que como hemos visto son de la mayor importancia. Para Boisguilbert, se trata de un principio natural. Este "liberalismo" es una auténtica ley natural. "El consumo es un hijo del comercio y éste es un producto de la libertad", escribe con convicción.
El circuito económico propuesto por Cantillon es más avanzado que el de Boisguilbert, lo que se nota en la especificación de los polos y en la distribución de los flujos. En su Essai sur la nature du commerce en géneral, Cantillon define tres polos socioeconómicos, según sus funciones, la naturaleza de sus ingresos y su localización:
a) La clase de granjeros que agrupa los agricultores y los artesanos rurales. Localizados esencialmente en los pueblos que, según Cantillon, no son un lugar del mercado, los granjeros proveen los fondos de subsistencias de la nación permitiendo vivir a los otros grupos sociales. Sus ingresos son inciertos, ya que las cantidades producidas y los precios fluctúan en tanto que las rentas del suelo que deben pagar es fija.
b) La clase de empresarios comprende a los artesanos, los industriales y los comerciantes. Estos habitan allí donde se sitúa el mercado, en los burgos o en las villas. El análisis del empresario conducido por Cantillon es desde luego original para su época. El empresario es un personaje activo, dinámico, y que asume riesgos. Sus ingresos son inestables ya que están sometidos a los caprichos de la demanda, a la competencia, a las fluctuaciones de los precios. Su función económica consiste en ofrecer los productos terminados a las otras clases.
c) Los propietarios de la tierra, quienes perciben ingresos abundantes y seguros. Su comportamiento se orienta esencialmente hacia el consumo de subsistencias y de productos terminados. Se localizan principalmente en la ciudad. Los propietarios más importantes (y el Rey) habitan en la capital, allí donde se gasta lo esencial del producto de los impuesto.
Entre las tres clases se establece un circuito simple del que Cantillon precisa los flujos. La producción nace de la combinación de la tierra y del trabajo; ésta viene entonces de la agricultura. Si suponemos que el producto es de 6 unidades, 3 permanecerán fuera del circuito monetario: 2 para asegurar la subsistencia de los agricultores y 1 que será transformado por los artesanos rurales. Los 3 restantes se venderán a los empresarios y mercaderes: 1 para constituir las materias primas, 1 para las subsistencias de los empresarios y los mercaderes, y 1 de subsistencias vendidas a su vez por los mercaderes a los propietarios de la tierra. Los granjeros reciben así 3 unidades monetarias: 1 será consagrada a la compra de productos terminados a los empresarios y 2 al pago de la renta a los propietarios. Estos últimos habrán gastado la renta en compras de productos terminados a los empresarios (1 unidad) y de productos agrícolas a los mercaderes (una unidad). De su lado, los empresarios y los mercaderes habrán así recibido y gastado 3 unidades monetarias. Los ingresos y los gastos de cada uno de los polos se encuentran entonces en equilibrio.
Es importante entender bien este equilibrio contable. En primer lugar, desde el punto de vista de la producción, la clase de los granjeros es la determinante, ya que es la única que combina tierra y trabajo, y la única que crea las riquezas que circulan. Esta es una concepción muy particular de la producción, que retomarán los fisiócratas y de la que intentarán extraer todas las conclusiones lógicas. En segundo lugar, desde el punto de vista de la circulación, los determinantes son los propietarios de la tierra, ya que estos reciben, bajo la forma de renta, los 2/3 de las unidades monetarias que circulan; los empresarios deben adaptar su producción a sus deseos, cambiantes e incluso volátiles. Los propietarios fijarán así indirectamente el volumen y la naturaleza de los empleos, y esta situación es inestable. Además, la distribución de la demanda entre productos agrícolas y productos terminados determina la distribución de la población activa entre granjeros y empresarios. Finalmente, los propietarios determinan indirectamente el volumen de la población. En efecto, existe, para Cantillon, un lazo estrecho entre la población y las subsistencias y en consecuencia entre la población y las tierras cultivadas. Pero es el propietario de la tierra el que decide los usos de la tierra y quien puede modificar la oferta de subsistencias, con el riesgo permanente de desperdicio de tierras, de malas afectaciones, de no puesta en cultivo... y en consecuencia, de subutilización de los recursos de la nación.
Hasta el siglo XVIII, la teoría fisiocrática constituye la expresión más elaborada del análisis del circuito económico, y los fisiócratas forman la primera escuela de pensamiento sistemático en la economía. Formada alrededor de Francois Quesnay (1694- 1774), esta escuela dominará la reflexión económica durante una veintena de años, desde la publicación de los artículos "granos" y "evidencia" en la Enciclopedia (1756) hasta la aparición de la Riqueza de las Naciones, y será un fenómeno casi exclusivamente francés. El Tableau Economique (1758) de Quesnay constituye la obra principal de la fisiocracia, pero también se puede citar la Filosofía Rural (1762, escrita por Mirabeau en colaboración con Quesnay), El Orden Natural y esencial de las Sociedades Políticas (1767 de Mercier de la Riviere) o la Memoria sobre los efectos de los impuestos indirectos sobre el ingreso de los propietarios de fondos (1767, de Saint-Peravy). Los fisiócratas también tuvieron sus revistas (Le Ephemerydes du Citoyen, fundada por el Abad Baudeau en 1765, y el Journal de l'industrie, du commerce et des finances dirigida por Dupont de Nemours), sus vulgarizadores (Besnier de L'Orme, el abad Roubaud...), sus simpatizantes (Condillac...), sus disidentes (los "industrialistas agrupados alrededor de Vincent de Gournay..) y sus adversarios (Veron de Forbonnais, el Abad Galiani...).
Según los fisiócratas, la riqueza es un conjunto de "bienes comerciables" y de "riquezas pecuniarias". Los bienes comerciables son aquellos que se adquieren a través del trabajo y del intercambio. Estos se oponen a los "bienes no comerciables", gratuitos ya que son superabundantes, y que no forman parte de la riqueza. Además, a la riqueza se asocia la permanencia de la materialidad: sólo los bienes materiales comerciables pueden formar parte de la riqueza, los servicios, que desaparecen en el momento mismo en que se producen, se excluyen. Los fondos de riquezas pecuniarias (o "auxiliares" o "virtuales") se pueden considerar como un stock. Se trata así de activos monetarios y financieros. Vistos desde el ángulo de su circulación, las riquezas pecuniarias se intercambian contra los bienes comerciables. En suma, producir riquezas es producir bienes comerciables que se pueden considerar en volumen o en valor.
Pero esta distinción real-monetaria no es esencial. En efecto, entre los bienes comerciables, los fisiócratas separan las "verdaderas riquezas" (o "riquezas reales") de las "riquezas estériles". Las verdaderas se obtienen de la naturaleza. Sólo la naturaleza ofrece recursos no producidos (por ejemplo mineros) y multiplica los bienes (por ejemplo el trigo en la espiga). Ella es la única que abastece de un excedente que es un verdadero suplemento material. Sólo la naturaleza está dotada de una productividad física específica que los fisiócratas denominarán un don gratuito. Esto es lo que justifica un lugar aparte para las riquezas que ella ofrece. Por oposición, las otras riquezas se califican de "estériles". Ellas no son el efecto de la adición, la transformación o la puesta a disposición de materias primas. El artesano modela los productos de la naturaleza, el comerciante distribuye los productos terminados, simples cambios de forma y desplazamientos de lo que la naturaleza ofrece.
La teoría de la producción se deriva lógicamente de esta clasificación de las riquezas. Existen tres factores de producción: la tierra (la naturaleza), el trabajo y el capital. La tierra es el origen de las riquezas "reales". Ella ofrece el "don gratuito", como acabamos de ver. El trabajo que transforma y desplaza los productos de la naturaleza es estéril. Esto es lo que encontramos en la industria y el comercio, sectores útiles pero estériles. Esto evidentemente no significa falta de beneficios; los artesanos venden el producto terminado por encima de su coste de producción, pero los beneficios se absorben por la subsistencia del artesano de manera que de todo ello no resulta ningún excedente. Esta situación se opone a la de la agricultura donde el valor del producto permite, además de la reconstitución de los costes de subsistencia del agricultor, obtener un excedente de "producto neto".
El capital es un conjunto de anticipos movilizados para la producción futura
. Este existe en tres categorías: Los anticipos de la tierra (realizados por el propietario) son los capitales usados en preparar el terreno (desbroce, arado, irrigación, trazado de caminos...). la responsabilidad de estos anticipos incumbe a los propietarios del suelo. Estos se realizan de una vez por todas y no es necesario proveer su amortización o depreciación. Los anticipos primitivos corresponden al capital fijo. Este capital fijo se usa, y hace falta proveer su depreciación, de un modo que los fisiócratas denominaron "interés de los anticipos primitivos". Los anticipos anuales se pueden asimilar al capital circulante (semillas, forrajes, subsistencias de los agricultores...). Estos anticipos anuales se deben reconstituir en las mismas cantidades en cada ciclo productivo, hablaremos de reposición de los anticipos anuales. Estas son entonces las condiciones necesarias para la reconducción del producto neto, período tras período.
A esta teoría de la producción corresponde una división de la sociedad en tres clases que son también los polos entre los que circulará el producto neto. Los propietarios de la tierra tienen en la producción una responsabilidad fundamental: la de realizar los anticipos del suelo. Además son los perceptores de una parte del producto (la renta del suelo) y la deben hacer circular para sus gastos entre las otras clases. La clase productiva comprende todos los agentes económicos cuya actividad se ejerce en la agricultura y en los sectores anexos. Finalmente la clase estéril, comprende los agentes que participan en la transformación (artesanal, industrial) y la circulación (comercio) de los servicios provistos por la clase productiva. Esta comprende también los agentes que trabajan en los demás servicios de la administración.
En suma, la teoría de la producción de los fisiócratas se puede resumir por la siguiente igualdad contable:
Producto neto = producto bruto o producción total (que proviene exclusivamente de la agricultura) - reposición de los anticipos anuales (es decir: subsistencias de la clase productiva+excedentes de explotación=capital circulante) - interés de los anticipos productivos (=amortización del capital fijo)
Esta ecuación muestra que el producto neto constituye un excedente con respecto a los costes de producción. Este excedente no es un simple valor añadido (en términos de valor de cambio), sino un excedente físico de valores de uso, excedente del output material sobre los inputs materiales consumidos. Es este enfoque el que conduce a la fisiócratas a no considerar como productivo más que el sector capaz de ofrecer un excedente físico: el sector agrícola.
El circuito descrito por Quesnay en su Tableau presenta del siguiente modo la circulación del producto en una economía estacionaria:
I. Situación de partida: los agricultores disponen de anticipos anuales (dos unidades procedentes de la producción anterior) que constituyen su fondo de explotación. Estos disponen también de una unidad de productos terminados para reconstituir su capital fijo. Finalmente tienen dos unidades monetarias. La clase estéril posee una unidad de encajes monetarios. II. La producción: Los agricultores habiendo reconstituido sus anticipos, obtienen una producción de 5 unidades, de las cuales una de materias primas. Sobre estas cinco unidades, dos constituyen el producto neto (ya que el coste de producción es igual a tres unidades). En cuanto a los artesanos e industriales, estos compran una unidad de materias primas (de ahí la transferencia de su unidad monetaria en I) y la transforman en dos unidades de productos terminados, la diferencia servirá para asegurar su subsistencia).
III. Pago y gasto de la renta: el producto neto (dos unidades) se paga en dinero a los propietarios de la tierra. Estos gastan una unidad en productos agrícolas y una unidad en productos terminados. Los encajes se encuentran entonces en dos unidades en I y una unidad en II. Este gasto de producto neto por los propietarios de la tierra va a permitir una nueva ola de intercambio.
IV. Intercambios entre los agricultores y la clase estéril: los agricultores van a emplear una unidad de encajes monetarios en la compra de productos terminados de los que tienen necesidad para reconstituir los anticipos primitivos. La clase estéril, disponiendo así de dos unidades monetarias, va a gastar una en la compra de subsistencias. Así se restablece la situación de partida: los agricultores han reconstituido sus anticipos y recuperado sus encajes: la clase estéril ha reconstituido sus encajes: las unidades de productos (de bienes terminados y agrícolas) poseídos por la clase estéril y ociosa se destinan a ser consumidas.
III. Pago y gasto de la renta: el producto neto (dos unidades) se paga en dinero a los propietarios de la tierra. Estos gastan una unidad en productos agrícolas y una unidad en productos terminados. Los encajes se encuentran entonces en dos unidades en I y una unidad en II. Este gasto de producto neto por los propietarios de la tierra va a permitir una nueva ola de intercambio.
IV. Intercambios entre los agricultores y la clase estéril: los agricultores van a emplear una unidad de encajes monetarios en la compra de productos terminados de los que tienen necesidad para reconstituir los anticipos primitivos. La clase estéril, disponiendo así de dos unidades monetarias, va a gastar una en la compra de subsistencias. Así se restablece la situación de partida: los agricultores han reconstituido sus anticipos y recuperado sus encajes: la clase estéril ha reconstituido sus encajes: las unidades de productos (de bienes terminados y agrícolas) poseídos por la clase estéril y ociosa se destinan a ser consumidas.
A continuación analizamos algunas de las implicaciones más importantes del análisis de la economía en términos del circuito definido por Quesnay; la primera de ellas se refiere a la teoría de la fiscalidad, y la segunda a una concepción del orden natural, cuya expresión es el sistema económico.
En primer lugar, la doctrina fiscal de los fisiócratas es la consecuencia directa de su circuito económico. Sabemos que el mantenimiento de la producción en las mismas condiciones anteriores depende de la reconstitución de los anticipos. No se puede entonces hacer recaer el impuesto sobre la clase productiva, ya que la fracción del producto total que retorna a ellas sirve para reconstituir los anticipos. Por razones similares, la clase estéril no puede ser gravada ya que sus beneficios aseguran su subsistencia y toda exacción no podrá más que repercutir, al menos en parte, sobre la clase productiva. La única posibilidad consiste entonces en cobrar impuestos a los propietarios ociosos, y en consecuencia gravar al producto neto, porque este es el que constituye el auténtico excedente. Evidentemente, al gastarse el producto de los impuestos entre la clase productiva y la clase estéril, esto no modificará en nada el circuito económico. Los fisiócratas concluían entonces la necesidad de un impuesto único que recayera sobre el producto neto.
En segundo lugar, el circuito económico descrito por los fisiócratas es un circuito ideal. En realidad fuera de ese esquema no hay ningún sistema mejor. Se trata aquí de la expresión económica de los designios del "ser supremo": forma parte del orden natural deseado por la "divina providencia". El deber del soberano (el déspota ilustrado por las luces de los fisiócratas), consiste en asegurar la realización del orden natural. Para esto cuenta con dos medios principales: el primero es la seguridad de la propiedad. Es "el fundamento esencial del orden económico de la sociedad", según Quesnay, y "la fuente en que debemos apoyar todas las instituciones sociales que constituyen el orden natural de las sociedades", añadirá Mercier de la Riviere. La propiedad es sobre todo la propiedad personal: es el derecho de cada uno de disponer de sí mismo, de utilizar sus propias facultades, de buscar su propio interés. También, como consecuencia de la propiedad personal, se encuentra la disposición por cada cual de los frutos de su trabajo. El segundo medio es la libertad (en efecto íntimamente ligada a la propiedad), que consiste en el libre ejercicio de los derechos de propiedad personal y que conduce a la racionalidad. El orden natural de las cosas se realizará si dejamos hacer a los hombres; es decir, si se concede libertad para el agricultor en la elección de sus cultivos y se eliminan las relaciones de servidumbres y las medidas que restringen la circulación de sus productos (notablemente de los granos); si se da libertad al artesano y al comerciante para establecerse, producir, y exportar; y libertad finalmente para los que pueden gastar, porque es a través de sus gastos como el producto neto se pone en circulación -condición indispensable para el funcionamiento del circuito . La libertad de cada uno supone que la competencia se impone entre todos y de ella se obtendrá la disminución de los precios, lo que facilitarán la reconstitución de los anticipos.
Si se garantizan la propiedad y la libertad, el orden natural se realizará espontáneamente. Esta es una "evidencia" que se impone a los hombres razonables y cultivados, en la que estos podrán reconocer las bondades de la divina providencia. Por eso, más que una teoría económica, la fisiocracia es, según Piettre, una "teología económica".
Paralelamente con las ideas anteriores se produjeron desarrollo en distintos temas que, aparte de reflejar los límites del análisis, habrán de ser objeto de reflexión por parte de la economía clásica y algunos de ellos sólo serán retomados en los orígenes de la revolución neoclásica de finales del siglo pasado. Dentro de estos temas ocupa un papel central la teoría del valor de la que presentamos a continuación un breve esbozo.
Partamos de Petty y de Cantillon. Petty distinguía el "valor artificial" de el "valor natural"; Cantillon distinguía el "valor extrínseco" del "valor intrínseco". El vocabulario es distinto pero las ideas son las mismas. El valor extrínseco o artificial, es el precio de mercado instantáneo, contingente, inestable. El valor intrínseco, o natural, es el centro de gravedad de los precios de mercado. Es el "verdadero" valor, separado de la volatilidad del corto plazo, el verdadero objeto de la teoría del valor que debe dar una explicación del mismo.
En la primera etapa, las respuestas de Petty y de Cantillon son idénticas: el valor de los bienes proviene de la combinación de dos factores fundamentales que son la tierra y el trabajo. "la tierra es la materia, el trabajo es la forma de todas las cosas y mercancías", dice Cantillon. Pero la tierra y el trabajo no son homogéneas y hace falta encontrar una medida común. Es sobre este punto que los autores divergen. Petty encuentra en las subsistencias el equivalente único: "es la comida de una jornada de un hombre adulto medio... la que es la medida común del valor" (Aritmética, cap.IX).
Para Cantillon , en cambio, la tierra puede cumplir el papel del factor común: "el valor intrínseco de una cosa se puede medir por la cantidad de tierra que se emplea para su producción y por la cantidad de tierra a la que atribuimos el producto de aquellos que la han trabajado" (Essai.. cap.IX). pero más allá de estas divergencias la base general del razonamiento es la misma: el valor es objetivo y medible, está en las cosas y no en la opinión de los hombres sobre las cosas.
El Abad Galiani (1728-1787) crítico brillante de los fisiócratas en Della Moneta (1751) planteó una aproximación diferente de la teoría del valor. El rechaza la idea de sustancia aplicada a los bienes y en consecuencia la idea de "valor intrínseco". Su teoría parte de ciertos principios:
- El valor es cambiante (depende de los individuos, del lugar y del tiempo).
"en consecuencia, dice él, podemos decir que la estimación o el valor es una idea de proporción entre la posesión de una cosa o de otra en la opinión de un hombre". El valor de cambio es la relación entre dos relaciones: la utilidad y la escasez para cada uno de los bienes intercambiados. La utilidad es "la aptitud de una cosa para hacernos felices", en tanto que la escasez es la "proporción existente entre la cantidad de una cosa y el uso que se hace de ella". Galiani añade que la voluntad de adquirir un bien por un individuo se prolonga hasta el punto en que las dificultades para obtenerlo superan la satisfacción que tal cosa procura. Como vemos, la ruptura con la tradición Petty-Cantillon es radical: Galiani nos conduce hacia las teorías de la utilidad marginal del siglo XIX.
Turgot, en Valeur et Monnaie (1770), intento sistematizar el pensamiento de Galiani llevándolo a un nivel más elevado de abstracción. Para él, el "valor estimativo" de un bien resulta de un cálculo económico racional propio de cada individuo. Para cada uno, todo bien se puede clasificar en una teoría de utilidad e a cada bien está ligado un cierto esfuerzo para conseguirlo, ya sea a través del trabajo (directamente), o por el intercambio (indirectamente). El valor estimativo del bien, propio de cada individuo, es entonces "la cuenta que él se da a si mismo de la porción de la pena y del tiempo... que debe emplear a la búsqueda del objeto evaluado". De esto resulta que cada agente puede constituirse una escala subjetiva de valores, ponderando la utilidad de cada bien por el esfuerzo necesario para obtenerlo. Los bienes serán de este modo adquiridos de acuerdo con un orden decreciente de valores estimativos, hasta que se colmen las "facultades del hombre" es decir del presupuesto-tiempo de que dispone.
La teoría del valor estimativo propuesta por Turgot, permite aclarar el mecanismo del intercambio, ya que los individuos tienen valores estimativos diferentes.
Cada individuo gana cuando cede un bien cuyo valor estimativo es más bajo que el del bien obtenido a cambio, en tanto que la otra persona también obtiene una ganancia por el intercambio, lo que parecía contradictorio. La equivalencia es la de las ganancias (subjetivas) de los que participan en el intercambio. En este enfoque, podemos decir siguiendo la célebre fórmula mercantilista, que "nadie gana a menos que el otro no gane también".
Por supuesto, queda por determinar a qué tasa, es decir a qué precio, se realizará el intercambio.
Este será el papel del mercado, por intermedio de la competencia, y él será el encargado de establecerla. Un valor estimativo medio (o "valor apreciativo") se formará por las confrontaciones sucesivas de las estimaciones individuales.
Esta concepción del valor, que tiene su punto de partida en Galiani y su prolongación en Turgot, encontrará un punto culminante en Condillac quien en Commerce et le gouvernmement... concluye lógicamente que el valor de un bien no resulta de la movilización de recursos productivos, sino que los recursos productivos no se movilizan más que en razón del valor atribuido a un bien. En resumen, una cosa no tiene valor porque tal cosa cuesta sino que cuesta porque tiene valor.
Una segunda cuestión importante es la que se refiere al capital y a la naturaleza de su remuneración, es decir, al interés.
En el Tableau economique de Quesnay, el capital es un "anticipo" a la vista de la producción futura. Esta concepción es imprecisa y deja muchas lagunas. ¿Cómo se financian los anticipos de la tierra? ¿Pueden aumentar los anticipos anuales y primitivos que deben reconstituirse idénticamente?. En el circuito estacionario de los fisiócratas, no se puede encontrar un sitio para la acumulación inicial ni para la acumulación neta que permita el crecimiento económico. Además, todo ahorro se concibe como una fuga del circuito, como un gasto no realizado cuya consecuencia no puede ser otra que la no reconstitución del anticipo y la disminución del producto neto. Además la teoría del capital que se obtiene sólo puede ser muy limitada: indispensable para la producción, no se sabe ni como nace ni como crece. El mérito de Turgot es precisamente haber tratado de aclarar este concepto. (Reflexiones sobre la formación y la distribución de la riqueza, 1766).
Para Turgot el capital es una acumulación de ahorros que nacen cuando los gastos corrientes son inferiores al ingreso. "Ya sea por el ingreso de la tierra, sea por los salarios de la industria, recibe cada año más valor del que él tiene necesidad de gastar puede poner en reserva este superflujo y acumularlo: estos valores acumulados son los que se denominan un capital" (Reflexions).
No hay ningún motivo para que tal acumulación se atesore, es decir para que se fugue del circuito.
El ahorro puede servir para comprar fondos de tierra, permite invertir en una empresa, puede ser prestado a interés. Lejos de ser un obstáculo, el ahorro es el determinante principal de la prosperidad futura. Es el ahorro el que permite la constitución de los anticipos iniciales (del suelo y primitivos) y es el ahorro el que permite el crecimiento. Además, este mecanismo es general; el ahorro concierne a todos los sectores y todos los agentes. La acumulación es posible y necesaria en todas partes y para todos siguen los mismos principios. Todo esto choca con la idea de que el comercio y la industria son actividades estériles; si fuera así ¿cómo es posible que sectores estériles produzcan un excedente que pueda ser acumulado? Turgot es capaz de mencionar el problema, pero su respuesta es decepcionante. El excedente nace, para él, de la imperfección de la competencia que permite ahorrar a los "trabajadores y ecónomos".
De cualquier modo sigamos su razonamiento. Existe un mercado de capital constituido por la oferta y la demanda de ahorro acumulado y de ahorro corriente. Este capital es heterogéneo y móvil; se desplaza en función de los rendimientos y los riesgos -las diferencias de rendimiento compensan las diferencias de riesgos. El rendimiento mas bajo será el del emplazamiento de menor riesgo, es decir, para Turgot, el emplazamiento en tierras (la naturaleza aporta siempre su "don gratuito").
Los préstamos a interés vienen a continuación ya que los deudores pueden incumplir. La consecuencia de esta primera jerarquía es que el nivel mínimo del interés es igual al rendimiento de los bienes fondos. las inversiones en las empresas agrícolas, industriales o comerciales son entonces superiores al interés. "Se puede ver el precio del interés como una especie de nivel por encima del cual toda cultura, todo trabajo, toda industria, todo comercio, cesan" Es un buen signo cuando la tasa de interés es baja; esto significa que los capitales son abundantes y "es la abundancia de los capitales lo que anima a todas las empresas" (Reflexiones).
Un tercer tema que se anticipa en esta época es el de los rendiVon los anticipos". Pasado ese máximo, entraremos en la fase de rendimientos decrecientes. "Los productos aumentarán todavía, pero menos y siempre de menos en menos, hasta que, siendo la fecundidad de la tierra alcanzada y no pudiendo aportar nada el arte, un aumento de los anticipos no aportará nada al producto". En suma, los rendimientos son decrecientes ya que la fertilidad de la tierra es decreciente. En el límite, pueden ser nulos ya que la fertilidad de la tierra es limitada.
Los rendimientos de los anticipos no son entonces proporcionales. Resaltaremos que el razonamiento de Turgot se establece claramente en términos de productividad marginal; la productividad marginal de los anticipos es en primer lugar creciente, alcanza un máximo y luego se anula. ¿Hasta dónde debe llegar entonces la acumulación de anticipos?. Hasta maximizar la producción total responde Turgot, es decir, hasta el punto en que una unidad adicional de anticipo no aporte absolutamente nada, ese "Será siempre el dinero bien gastado". Esté análisis debería haber conducido a el cuestionamiento de uno de los dogmas fisiocráticos: el de la tierra como único factor creador de riqueza. En efecto, plantearse la cuestión de los rendimientos de los anticipos equivale a plantearse la de la productividad marginal del capital.
Bibliografía General:
Beltran, L. (1993) Historia de las Doctrinas Económicas. Teide.
Blaug, M. (1985) Teoría económica en retrospección. F.C.E.
Ekelund, R. y Hébert,R.(1992) Historia de la Teoría Económica y de Su Método. McGraw-Hill.
Martina, D. (1991) Le Pensée Economique: Des Mercantilistes aux Neoclasiques. Armand Colin
Spengler, J. (1971) Richard Cantillon: el primero de los modernos. en Spengler y Allen El Pensamiento Económico: de Aristóteles a Marshall.
Spengler, J. (1971) Los fisiócratas y la ley de mercado de Say. en Spengler y Allen El Pensamiento Económico: de Aristóteles a Marshall.
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