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martes, 17 de septiembre de 2019

LA TEORÍA NEOCLÁSICA DEL EQUILIBRIO GENERAL. APUNTES CRÍTICOS

LA TEORÍA NEOCLÁSICA DEL EQUILIBRIO GENERAL. APUNTES CRÍTICOS
José Félix Cataño*

* Profesor Asociado, Universidad Nacional de Colombia. Agradezco los comentarios de un evaluador de la Revista. Los errores que permanecen son de mi responsabilidad. Enviar los comentarios al correo: felixcatano@yahoo.fr. Artículo recibido el 20 de octubre de 2003 y aprobado el 11 de junio de 2004.

Resumen
El modelo de equilibrio general walrasiano es el núcleo del paradigma neoclásico de la ciencia económica. Tras una breve exposición de su contenido y resultados teóricos, se presentan las principales críticas que una amplia literatura ha dirigido al modelo para descartarlo como una base adecuada para la ciencia económica y el análisis de las economías mercantiles.
Palabras claves: equilibrio general, neowalrasianismo, teoría de precios. JEL: B12, B13, B41.
Abstract
The general Walrasian model of equilibrium represents the nucleus of the neoclassical paradigm regarding economic science. Following a brief outline of its content and theoretical results, the main criticisms directed towards the model by the wide-ranging literature are then presented to discard it as a suitable basis for economic science and analysing mercantile economies.
Key words: general equilibrium, neo-Walrasianism, price theory. JEL: B12, B13, B41.

Résumé
Le modèle d´équilibre général de Walras est le noyau du paradigme néo-classique des sciences économiques. Après une brève exposition de son contenu et de ses résultats théoriques, les principales critiques que de nombreuses publications ont adressées à ce modèle pour l´éliminer en tant que base adéquate pour les sciences économiques et pour l´analyse des économies marchandes sont présentées.
Mots clés : équilibre général, néo-walrasianisme, théorie des prix. JEL: B12, B13, B41.

IMPORTANCIA DE LA TEGW

La Teoría del Equilibrio General Walrasiano (TEGW) ocupa el lugar central del análisis económico moderno desde hace medio siglo. Su importancia y su poder se manifiestan en cinco aspectos:
1. Aparece como la más desarrollada en el cumplimiento del tema central de los economistas, esto es, resolver la pregunta de A. Smith sobre el proceso y las condiciones de la coordinación mercantil de los individuos descentralizados.En la Riqueza de las Naciones, A. Smith [ 1776/1997] señalaba “que la economía política es uno de los ramos de la ciencia del legislador o del estadista” [ a fin de determinar cuál es la mejor organización económica] “para enriquecer al soberano y al pueblo” [ p. 377] . La propuesta de A. Smith es que una economía liberal y mercantil (individualista, libre de los intervencionismos estatales o colectivos) es la organización ideal para obtener un resultado óptimo para todos, pues a pesar“de que el individuo sólo piensa en su ganancia propia [ …] es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus intenciones” [ p. 402] . Los economistas teóricos han querido aclarar científicamente las condiciones bajo las cuales se puede aceptar la posición de A. Smith, y así entender las ventajas del liberalismo económico (coordinación exitosa de múltiples agentes comerciantes, gracias al sistema de precios) como el sistema más conveniente para la economía moderna. En este sentido, se trata de producir como ha dicho Hahn “una respuesta abstracta a una pregunta abstracta” que sirva de teoría general para entender y discutir las realidades económicas.
Arrow y Hahn han declarado que este tema es central para la ciencia social:
La noción de que un sistema social movido por acciones independientes en búsqueda de valores diferentes es compatible con un estado final de equilibrio coherente, donde los resultados pueden ser muy diferentes a los buscados por los agentes; es sin duda la contribución más importante que ha aportado el pensamiento económico al entendimiento general de los procesos sociales [ Arrow y Hahn 1977, 14, subrayado nuestro] .
2. Es la base del paradigma o enfoque central de los economistas, ‘el neoclásico’. Este enfoque toma la forma de un conjunto de modelos integrados que se construyen de acuerdo con reglas precisas, y que responde a diversas ideas y realidades económicas que constituyen lo que D’Autume [ 2000] ha llamado “Neoclasicismo extendido”. Se tiene así la microeconomía de mercados perfectos e imperfectos –modelos de fallas del mercado–, la macroeconomía con fundamentos micro, la teoría del crecimiento y todos los modelos derivados de la economía del bienestar que pretenden orientar la política económica.
3. Presenta las otras teorías “generales” (ricardiana y keynesiana, principalmente) como sus casos particulares para crear una plataforma que intenta ‘unificar el análisis económico’. De esta manera, abre la puerta a sugerencias de otras corrientes (institucionalistas, evolucionistas y otras heterodoxias) o de otros métodos (teoría de juegos).
4. Su alto grado de matematización la hace aparecer como un enfoque próximo al de las ciencias naturales, de tal forma que la economía es para muchos como la única ciencia social “dura”.
5. Se convierte en la referencia obligada de todo planteamiento general (teoría del valor o crecimiento) ya sea para aquellos que creen que el problema ya está resuelto, como para aquellos –pocos– que creen que falta mucho por hacer.

En los siguientes apartados presentaremos, en primer lugar, una síntesis de la construcción y de los resultados básicos de esta teoría, y en segundo lugar, unas ideas críticas de sus resultados claves.

LA TEORÍA DEL EQUILIBRIO GENERAL WALRASIANO

Rasgos generales
Una concepción individualista de la sociedad

El enfoque neoclásico comparte la visión del individualismo metodológico, y por eso propone que la sociedad debe ser concebida como el resultado de la voluntad y comportamientos de los individuos1

Estos últimos son lógicamente puestos como anteriores a la sociedad, pues en su definición sólo se incorporan datos ‘naturales’: sus preferencias, su actitud maximizadora, los bienes y la tecnología. La sociedad se piensa, entonces, como una creación interesada de los individuos y no un contexto a priori sobre el cual se desarrollan las actividades individuales. Como el individuo se define por fuera de la sociedad, la conclusión es que la sociedad es racional por efecto de la racionalidad de sus individuos
La consecuencia principal de esta posición, en teoría económica, es el concepto de mercado como un medio contingente de coordinación de los individuos ya que ellos pueden optar por no establecerlo si esto les conviene, es decir, los individuos sólo se socializan –entran al mercado– si sacan ventajas de hacerlo.
Por otra parte, las relaciones mercantiles entre individuos toman la forma de relaciones de intercambio entre cosas poseídas que asumen una forma cuantitativa (precios relativos entre bienes) que son reguladas por un mecanismo de precios (la “mano invisible” de A. Smith) que debe generar la compatibilidad entre los intereses diferentes de los individuos. El mecanismo que debe crear este resultado es la llamada ‘ley de la oferta y demanda’, según la cual un bien aumenta de precio cuando su demanda neta crece, y disminuye en el caso contrario. Estas variaciones conducen a crear una situación de coherencia o de equilibrio económico entre los individuos.

Negación de las instituciones previas a los individuos

El ‘individualismo metodológico’ implica creer que las instituciones (o reglas colectivas) no hacen parte de los supuestos fundamentales para la constitución y regulación de los individuos. Esto sucede en el modelo del EGW porque se trata de un análisis a partir de un mundo de cosas y agentes que excluye, por principio, cualquier realidad social preexistente a los individuos (Estado, dinero, firmas, convenciones) excepto la información general sobre los bienes presentes y futuros. 

Modelos abstractos y lógicos

Al aceptar que los problemas científicos son de carácter abstracto, la investigación teórica se orienta a crear construcciones intelectuales de acuerdo con unos axiomas y reglas de la lógica formal donde la utilización de las matemáticas es algo esencial. En esta forma, se hace explícito que se concibe el carácter científico de la economía porque es representación teórica de algunas relaciones sociales entre individuos que se pueden representar de acuerdo con la lógica, y así determinar con exactitud la relación entre variables que intervienen en las magnitudes económicas. Vale la pena recordar la célebre afirmación de Keynes: “La economía es una ciencia que piensa en términos de modelos, unida al arte de escoger los modelos que son relevantes en el mundo contemporáneo.”

Un mundo de mercados completos
Se trata de ofrecer, inicialmente, una representación ideal o abstracta de un sistema de mercados (presentes, futuros y contingentes) donde se reúnen las condiciones del funcionamiento exitoso del mercado con base en un número de agentes sin poder económico sobre el conjunto (los agentes son price-takers) y que esperan encontrar de manera pasiva una situación de equilibrio creada por los mecanismos impersonales y anónimos. Los individuos aislados y sin poder especial dan lugar a una situación límite: los individuos sólo se relacionan a través de los precios, y las fuerzas del mercado aparecen en su forma más pura y poderosa; en esta situación ‘la mano invisible’ se plantea como el mecanismo que debe crear la compatibilidad entre los individuos cuando ellos no pueden interferir su acción. 

La teoría de la competencia perfecta se convierte, así, en la base imprescindible para darle sentido científico a la idea de A. Smith de liberalismo económico puro (proceso mercantil sin intervención del Estado y sin monopolios) donde los precios son del mercado y no de los individuos. Los modelos con mano invisible y poder mercantil de los agentes serán considerados casos particulares2.

PROCEDIMIENTO E HIPÓTESIS PRINCIPALES

Procedimiento
El modelo del EGW se desarrolla en cuatro partes:

1. Determinación de las condiciones de existencia de un vector de precios (P*) donde exista una asignación óptima de consumo (vector de planes de consumo X*) y una óptima asignación de los recursos (vector de planes de producción Y*) para los consumidores y las firmas, respectivamente, de tal manera que no existan desperdicios y todos los mercados estén “vaciados”. La existencia de P*, X* y Y* se define como un equilibrio general de precios y cantidades para unas condiciones dadas de recursos, tecnología y preferencias de los individuos.
2. Determinación de las condiciones del ajuste mercantil. Descripción lógica del proceso de relaciones que conducen a la creación del equilibrio de acuerdo con la ley de la oferta y demanda. (Teoría de la convergencia o de la estabilidad mercantil.)
3. Definición de optimalidad o de eficiencia de los estados del sistema excluyendo inicialmente un criterio ‘colectivo’ del bienestar. Aquí el criterio individualista de Pareto es el adoptado: un estado o situación económica son óptimos si no existe otro u otras que presenten la característica de mejorar al menos un individuo sin perjudicar a los otros. De esta manera se determina la existencia de estados de la economía más deseados que otros, de tal forma que un criterio normativo acompaña de inmediato la construcción de la teoría.
4. Estudio de las transacciones entre los individuos. Una vez se tienen las decisiones y los resultados de la interdependencia (el equilibrio) se trata de dar cuenta de las relaciones comerciales voluntarias de intercambio, esto es, las compras y las ventas de mercancías que van a realizar el paso de la asignación virtual a la asignación efectiva.

Hipótesis

Las hipótesis básicas del modelo son las siguientes:

1. Existe un número dado de consumidores y productores que aplican el principio de conducta de la racionalidad maximizadora. De acuerdo con las condiciones que los rodean (conjunto o paquetes de bienes, dotaciones, preferencias y técnica disponible) los individuos escogen la mejor opción como consumidores y como productores permaneciendo aislados de los otros. (Principio de descentralización máxima.)
2. Los bienes son objetos identificables por características esenciales (físicas, lugar, fecha y estado de la naturaleza), divisibles y conocidos por los individuos.
3. Una información perfecta, dada y accesible a todos, sobre los bienes existentes o posibles en cada etapa o estado de la economía. Por lo tanto, los individuos no tienen necesidad de buscar esta información, ni el mercado es condición o el procedimiento para el conocimiento de los bienes3.
4. Unicidad del precio de los bienes en la información para la toma de decisiones.
5. Sistema completo de mercados presentes, futuros y contingentes, con lo cual el futuro se toma como traído al presente y se elimina la posibilidad de incertidumbre.
6. Las condiciones de competencia perfecta: los agentes no son formadores de precios ni de expectativas sobre ellos. Ellos son price takers: los precios son exógenos a los agentes y se presentan como parámetros para las decisiones de los agentes.
7. El horizonte de la economía es finito: existe una fecha final para los mercados.
8. Los agentes poseen dotaciones de bienes y son propietarios de cuotas sobre la masa de los beneficios de las empresas y su única interacción es por medio de los precios. Tampoco organizan otras interacciones ni coaliciones previas para alterar o reemplazar el proceso de intercambio en el mercado.
9. Existe la ficción de un ‘subastador de precios’ o ‘secretario del mercado’que realiza varias tareas que escapan a los individuos, como son: anunciar los precios, agregar las ofertas y demandas, cambiar los precios de acuerdo con las decisiones de los individuos, y anunciar la existencia eventual del equilibrio.
10. La existencia de un sistema de pagos que representa un sistema centralizado de compensación de cuentas para cancelar las deudas y acreencias entre los individuos. Este sistema multilateral es la ‘técnica de las transacciones’ que los agentes utilizan para sus interacciones económicas.

RESULTADOS PRINCIPALES

Resultados centrales
1. Demostración de la existencia del equilibrio competitivo general. Arrow y Debreu muestran las condiciones lógicas para la existencia de situaciones de equilibrio de precios (vectores P*, X*, Y*) que hacen compatibles las acciones decididas por los distintos agentes. La unicidad de esta situación se obtiene con requisitos especiales4.
2. Demostración de la existencia de un equilibrio competitivo óptimo para los individuos (óptimo paretiano). Se obtiene el ‘primer teorema del bienestar’: si el equilibrio general existe es –con algunas condiciones– un óptimo para los individuos. De aquí se quiere deducir que si el mercado crea un equilibrio, éste es óptimo. En consecuencia, es posible apoyar la tesis de la superioridad del liberalismo económico respecto al socialismo. 

Esto ha sido tomado por la mayor parte de la literatura como solución abstracta del problema de A. Smith. Basta citar a J. Stiglitz:
La tesis según la cual los mercados logran, por sí solos, resultados exitosos fue propuesta por A. Smith en su libro Riqueza de las Naciones. La prueba matemática formal que especifica en qué condiciones se verifica esta idea, fue dada por dos premios Nobel A. Debreu y K. Arrow [ Stiglitz 2000, Nota 3, cap. IV] .
3. Bajo hipótesis más restrictivas se demuestra que un óptimo paretiano corresponde a un equilibrio competitivo5. Esto significa que el mercado, eventualmente, puede crear o reproducir cualquier estado de optimalidad prefijado socialmente por fuera del mercado. Se llega así al ‘segundo teorema del bienestar’. De aquí se infiere que la figura de mercado contenida en esta teoría es neutral o independiente respecto a la forma de distribución inicial de la riqueza.
Estos teoremas le dan a los neoclásicos el criterio o la norma para juzgar los resultados económicos de cualquier sistema económico posible, y por ende, formular normativamente lo que es necesario hacer para alcanzar la mejor situación: las situaciones serán óptimas o eficientes (deseables) o inferiores a ellas (indeseables pero susceptibles de mejorar). También permiten concluir que la única crítica posible a la economía mercantil es respecto a la justicia en la distribución inicial de los recursos, pero no sobre su funcionamiento, o sea, el mercado de la teoría no distribuye la riqueza en contra de unos y/o en beneficio de otros.
También señala que cuando no se cumplen ciertas condiciones, sencillamente el equilibrio no existe o no es óptimo. El caso más famoso es la no existencia de convexidades o la presencia de rendimientos crecientes importantes.

Resultados derivados

1. El EGW es un modelo central que organiza y permite construir otros modelos diferentes al óptimo para los individuos (óptimo paretiano). Para obtener este resultado, el modelo se toma como la teoría sobre el ‘éxito del sistema de mercado’ o ‘el mercado perfecto’, y como sus condiciones de validez (sus hipótesis) son extremadamente desprovistas de realismo, no pretende ser la representación de los mercados concretos sino el instrumento, la ‘caja de herramientas’, para pensarlos desde una teoría general.

Por lo tanto, la idea del conocimiento económico no es positivista (el conocimiento es una copia sintética de la realidad y comparable con ella) sino otra muy distinta: los mercados históricos sólo se pueden estudiar como situaciones donde en principio no se reúnen los todos los elementos postulados en la teoría, hasta tal punto que es necesario prolongar el análisis para entender por qué el sistema de mercados de la vida real “falla” en realizar el ideal.
De esta manera, según Benetti [ 1997] para generar el conocimiento económico de lo real y hacer avanzar el conocimiento económico más allá del núcleo, se procede de la siguiente manera:

i. Se elimina una de las condiciones abstractas existentes en el EGC, con lo que se crean las condiciones para que no se puedan obtener los resultados iniciales. Luego, este vacío se sustituye por una ‘anormalidad’ (por ejemplo, una rigidez de precios, una asimetría de información o la incompletitud de los mercados) y se construye otro modelo para el cual se trata de encontrar su correspondiente equilibrio.
ii. Si el equilibrio existe bajo estas nuevas condiciones, éste es necesariamente de una calidad inferior al EGC. Se tiene así la representación racional del ‘fracaso’ o de las ‘fallas’ del mercado, es decir, del ‘mercado ineficiente’ porque no es óptimo desde el criterio de Pareto.
iii. Se buscan las condiciones que están al alcance de los individuos para lograr, o al menos aproximarse, a las cualidades del mercado perfecto. Estas condiciones no pueden ser otras que convenciones o instituciones humanas, reglas de juego (moneda, sistemas de información, instituciones bancarias, firmas, contratos, sistema de jubilación, entre otras) creadas racionalmente por los individuos con el fin de paliar las deficiencias mercantiles que disminuyen su bienestar.

Con esta metodología, explicar un fenómeno económico (menos abstracto que el inicial o simplemente representar algo empírico) consiste en ser capaz de modelarlo como un ‘fenómeno diferente o deformado respecto al EGC’, y de esta manera tratar su existencia y sus efectos como naturalmente distintos, o en desfase, respecto de los que se desprenderían si la realidad correspondiera al concepto puro.

El economista neoclásico no cree que la realidad se organice como el modelo y que, entonces, obedezca a las mismas circunstancias puras. Por el contrario, piensa que la realidad se puede representar como una especie de simbiosis entre una ‘anormalidad’ (respecto al modelo puro) y aquella institución o acuerdo racional entre los humanos, que intenta al máximo corregir los efectos generados por la presencia de la primera. Así, la teoría central deja ver su utilidad: es ella la que permite diagnosticar lo ‘imperfecto’ y lo ‘ineficiente’, el éxito o la falla del mercado, y permite diagnosticar los efectos de la simbiosis existente en el mundo real. De esta manera, se tiene la demostración de la existencia de equilibrios no óptimos, los cuales se van a identificar con la existencia de ‘fallas del mercado’, cuyo origen sería la imperfección que da cuenta de la situación subóptima. 

Unos ejemplos de avance científico en esta perspectiva son:

• Modelos de generaciones traslapadas aplicados en sistemas de jubilaciones y también para introducir el dinero.
• Sistemas de desequilibrio o con racionamiento: equilibrios no-walrasianos.
• Sistemas sin mercados completos: equilibrios temporales, con incertidumbre, secuenciales, etc.
• Sistemas con asimetría de información: selección adversa o riesgo moral.
• Sistemas con precios rígidos.Sistemas con competencia imperfecta.
• Sistemas con costos de transacción.
• Sistemas con bienes públicos: cuando el consumo de un bien no se puede privatizar o individualizar.
• Sistemas con externalidades: su consumo produce efectos múltiples no deseados inicialmente o inseparables de otros.
• Sistemas con mercados implícitos.

Como el método para el avance de la teoría es tomar como referencia la ‘norma abstracta’ y hacer otros modelos ‘relajando’ algunas de sus hipótesis, Benetti [ 1997] lo ha designado “método normativo para la ciencia positiva”, ya queahora lo normativo no es sólo una regla para recomendar una política económica sino también una metodología para la construcción del saber científico, la explicación de las realidades económicas.

Stiglitz [ 2000] y Solow [ 2001] confirman esta metodología.
En la base del modelo Arrow y Debreu estaban dos hipótesis adicionales (además de las referidas a la información): había un conjunto completo de mercados y no había problemas de cumplimiento (enforcement). La mayoría de la literatura de los últimos 50 años puede ser considerada como la investigación sobre las consecuencias de relajar este grupo de hipótesis [ Stiglitz 2000, 98] .
Yo tomo por sabido que la teoría neoclásica se funda en un conjunto de hipótesis de base. [ …] que los hogares y las firmas son agentes racionales que maximizan a largo plazo un objetivo perfectamente definido, que usan la información correctamente para determinar sus conductas y formar sus expectativas, que los precios y los salarios son suficientemente flexibles para que los mercados de bienes y de trabajo encuentren el equilibrio rápidamente; de tal manera que la mayoría de las observaciones se registren en la vecindad de este equilibrio, que la mayoría de los mercados conocen una competencia casi perfecta. [ …] Cada una de estas hipótesis tiene un alcance empírico cuestionable. ¡Y cada una es criticada por los partidarios del enfoque neoclásico! De hecho, la investigación contemporánea se atiene a conocer las consecuencias de los mercados incompletos, de la competencia imperfecta, de la racionalidad limitada, de los precios rígidos, de la información asimétrica, de los objetivos no convencionales y las conductas en desequilibrio. Es, en estos dominios, que el progreso rinde los reconocimientos científicos [ Solow 2001, subrayado nuestro] .
Blanchard lo confirma también para la macroeconomía:
Relative to Wicksell and Fisher, macroeconomics today is solidly grounded in a general equilibrium structure. [ …] Much of the current work is focused on the role of imperfections [ Blanchard 2000, 1402] .
2. Unificación de la teoría económica. Este método ‘normativo’ ha permitido estudiar en qué condiciones se pueden introducir las tesis sostenidas por otras escuelas económicas en la plataforma del equilibrio general neoclásico. De esta manera, ha sido posible formular modelos con las consecuencias ‘keynesianas’ incorporando situaciones con ciertas anomalías tales como rigideces nominales o reales de los precios o modelos de efectos ricardianos suponiendo rendimientos constantes. La consecuencia es que la mayoría de los economistas ya no se disputan por la validez de un planteamiento, sino sobre si en las circunstancias estudiadas se puede derivar una u otra conclusión asociada históricamente a escuelas doctrinarias diferentes. D’Autume nos confirma esta fuerza centrípeta de la teoría neoclásica:
Las oposiciones entre escuelas eran mucho más visibles hace treinta años. Entonces era frecuente oponer de manera sistemática los enfoques neoclásico, marxista y keynesiano. Los resultados a veces eran un poco surrealistas cuando este tríptico se invocaba aquí y allá sobre cualquier problema. Pero, al mismo tiempo, la oposición entre el Capitalismo y el Socialismo o entre el Plan y el Mercado, dividía profundamente. La quiebra de la URSS inevitablemente condujo a pensar sobre la formidable eficacia del sistema del mercado y la dificultad de eludir la cuestión. También es cierto que la historia reciente mostró que no era suficiente decretar el paso a una economía de mercado y que el desarrollo de las instituciones adecuadas no va por sí solo. Las dramáticas consecuencias sociales de la transición no escapan a nadie. El problema es, por consiguiente, volver a diseñar los papeles respectivos del Estado y del Mercado. La misma tendencia a la unificación aparece respecto a las políticas macroeconómicas. El conflicto entre los liberales y los activistas keynesianos ha hecho surgir posiciones más centristas donde se es más atento tanto a la demanda como a la oferta, a la regulación de corto plazo y al dinamismo de largo plazo. Por consiguiente, se tiende a formar un campo de análisis común para tratar los problemas económicos, donde ahora es banal desarrollar el análisis de las fallas del mercado, justificando así la intervención del Estado –con sus propias fallas–. Sólo quedan en el exterior de este campo los adeptos de las posiciones extremas. Los liberales más dogmáticos, por un lado, para quienes la intervención del Estado, por definición, es mala y sólo tiende a satisfacer intereses particulares. Estos, en verdad, están lejos de ser los “neoclásicos liberales” que denuncian los manuales supuestamente progresistas. Ellos son precisamente “no neoclásicos” en tanto se niegan a usar las herramientas del análisis económico para valorar las ventajas y los límites de la intervención del Estado. La posición contraria está ocupada por aquéllos que, por ejemplo, consideran inadmisible considerar que el costo de la mano de obra puede tener, a veces, una correspondencia con el desempleo, aunque esté lejos de ser la única posible razón. Su discurso se acerca más a un discurso político –en el mal sentido del término– que a un discurso científico [ D’Autume 2000] .
De esta manera, el modelo de equilibrio general funciona como el núcleo de un paradigma que se utiliza como una plataforma para pensar cualquier problema viejo o nuevo, y como un marco para eventualmente absorber y discutir cualquier otra teoría que antes aparecía como rival.

IMPORTANCIA Y FORMAS DE CRÍTICA A LA TEGW

Importancia de la crítica

Varios factores explican la importancia de la crítica a la TEGW:
1. Defender la teoría económica. Los economistas necesitan una teoría organizada para leer la realidad y, eventualmente, formular un sustento de la política económica. Si la TEGW es adecuada no habrá que buscar alternativas, sino impulsar su desarrollo hacia nuevos campos.
2. Responder la pregunta sobre si la teoría neoclásica es el principio de una ciencia económica unificada. Mientras más fuerte sea la TEGW más se acerca a que sea la matriz del pensamiento económico futuro.
3. Establecer la necesidad actual de heterodoxias teóricas. Un fracaso de la TEGW legitima los programas de investigación llamados ‘heterodoxos’ para solicitar y recibir apoyo institucional y científico.
4. El contenido de la enseñanza de la teoría económica que se debe impartir en las universidades y, así, preparar los futuros economistas. Si la TEGW es adecuada como principio científico, pierden fuerza las peticiones de pluralismo de escuelas teóricas en las academias.

Formas de crítica

La incapacidad de reproducción del mundo real (o la crítica positivista)

La crítica de M. Blaug nos sirve de ejemplo:
El trabajo de Arrow-Debreu proporcionó una prueba rigurosa de la existencia de equilibrio de pluralidad de los mercados en una economía descentralizada, una noción que León Walras había propuesto ochenta años antes, pero que no pudo demostrarla convincentemente. Esta prueba era rigurosa de acuerdo con las normas matemáticas, pero requirió algunas hipótesis que claramente violaban la realidad económica, por ejemplo, que hay mercados a término para cada artículo en todos los períodos futuros y para todas las contingencias, y también que nadie mantiene dinero como reserva de valor para más de un período. [ ...] Para abreviar, la demostración de Arrow-Debreu tiene más que ver con la lógica matemática que con la economía.
Se ha vuelto un ejemplo perfecto de lo que R. Coase ha llamado “la economía de tablero”, un modelo que puede apuntarse en pizarras usando términos económicos como ‘precios’, ‘las cantidades’, ‘los factores de producción’, y así sucesivamente, y no obstante –y de manera clara y escandalosa– no representa algún sistema económico reconocible [ Blaug 1998, subrayado nuestro] .
Esta posición nos parece desacertada. Comienza aceptando que el modelo es una buena respuesta abstracta a la inquietud de Walras, pero la descarta por no reflejar la realidad, y a continuación aboga por la construcción de un enfoque más “realista”. Noes difícil darse cuenta de quela crítica de Blaug desconoce que el modelo es la respuesta a una cuestión abstracta y, sin quererlo, legitima el ‘método normativo’, pues relajando las hipótesis se puede avanzar a situaciones que se pueden designar más próximas a la realidad y, así, “la economía de tablero” nos muestra de nuevo su utilidad analítica como punto cero de la reflexión.Por otro lado, si la teoría se reemplaza por una descripción, describir una realidad no quiere decir explicarla.
En realidad, la TEGW no posee referente empírico sino conceptual, tal como lo confirma Polemarchaquis [ 1995] :
La racionalidad y el equilibrio no pueden ser refutables aun en situaciones empíricas ideales. Por lo tanto, [ esta teoría se debe considerar] como las reglas de sintaxis de la lengua en la que se expresan las leyes económicas [ Polemarchaquis 1995, 161, subrayado nuestro].
La conclusión es clara: la teoría neoclásica es un método para ‘acercarse a lo real’, y no una representación de alguna ‘realidad’ que podríamos comparar con ella6.
Sólo la crítica teórica es posible y decisiva
Una crítica fundamental de esta teoría, entonces, sólo se puede hacer respecto a si esta teoría puede ser acogida como el concepto de un sistema ideal de mercados. Esta es la conclusión de Benetti; que nos parece la más acertada7.
La validez del método normativo se mide respecto al valor de la norma, es decir, respecto a la afirmación según la cual el EGC es la descripción adecuada de la manera en que el sistema de precios asegura, él solo, el éxito del mercado [ Benetti 1997, 8].
Por lo tanto, la única crítica verdaderamente fuerte es respecto a la correspondencia entre lo que se genera como construcción teórica y lo que se designa como su objetivo, y para esto es necesario examinar si la teoría del equilibrio general neoclásico logra los instrumentos para alcanzar una representación abstracta de la mano invisible de A. Smith.

LOS PUNTOS VULNERABLES DE LA TEGW

Examinar si la TEGW representa “la mano invisible” exitosa requiere tomar como referencia los ‘hechos estilizados’ que caracterizan un sistema autónomo de mercados de acuerdo con la idea de A. Smith:
Característica 1. Los actores de los mercados son múltiples, libres de perseguir su interés propio; actúan sobre la base de informaciones locales. Al tomar las decisiones, los productores no pueden saber el resultado de sus ventas ni sus beneficios dado que estos resultados son producto de las acciones de los otros y de los efectos de la interdependencia que, por principio, ellos no conocen. Dada esta separación entre el individuo y la sociedad, consumidores y productores pueden anticipar los resultados pero no conocerlos, y por ende, el mercado no es un mecanismo neutral sino que evalúa los comportamientos de los sujetos con consecuencias inmediatas sobre su futuro económico. Esto se corresponde con una característica fundamental: el sistema de mercados se caracteriza porque es descentralizado en el sentido de que la validación de las actividades privadas se hace a posteriori, como un resultado, y no como en los sistemas centralizados, donde el carácter socialmente útil de una actividad precede a su puesta en obra.
Característica 2. El mercado es una sucesión de relaciones locales que contempla los intercambios como actividades entre los individuos, donde ellos realizan transacciones bilaterales de compra y venta sin esperar la realización de un equilibrio para todos.
Característica 3. A la par que los individuos son descentralizados y se postula la competencia perfecta las fuerzas del mercado competitivo (oferta y demanda) determinan los precios de mercados. Los precios son exógenos a los individuos pero no al sistema mercantil.
Característica 4. Existe una actividad efectiva de los individuos en desequilibrio pues ellos cambian su conducta de acuerdo con los resultados dados por el mercado y porque son conscientes de las ventajas o desventajas de su acción al comparar sus cálculos iniciales (privados) con los resultados del mercado.
Característica 5. El movimiento del sistema de precios y la variación de las decisiones de los individuos crean una trayectoria que tiende hacia una coherencia o equilibrio único entre los individuos.
Característica 6. No existe un sistema institucional previo a los individuos.

DEFICIENCIAS DE LA TEGW

No existe unicidad del equilibrio 

La propiedad de la unicidad del equilibrio es buscada por la ciencia económica ya que podría afirmar que a un conjunto de parámetros (técnica, gustos, dotaciones) le corresponde un solo equilibrio, y que así la teoría gana la posibilidad de hacer análisis de estática comparativa, pues analizando una situación inicial que es afectada por un cambio de algún parámetro se podría afirmar que la nueva situación posee otro equilibrio sobre el cual va a converger la dinámica del sistema. Sin embargo, no fue posible probar esta cualidad para el EGW.
No hay esperanza de probar la unicidad en general dado que es posible construir ejemplos de economías con múltiples equilibrios. [ …] Existen algunas restricciones en el tipo de demanda agregada que aseguran la unicidad, pero sin poder darles significación económica realista [ Ackerman 2002, 122] .
La hipótesis necesaria para la unicidad es la de la sustituibilidad bruta que afirma que los efectos de sustitución son mayores que los efectos de ingreso, de tal manera que se puede garantizar que el exceso de demanda global de una mercancía disminuye cuando aumenta su precio. En otras palabras, es necesario que las funciones agregadas tomen formas muy particulares, especialmente aquellas que niegan la existencia de bienes complementarios, y además, que eliminen la interdependencia indescifrable entre los mercados, precisamente aquello que es el mérito del análisis de equilibrio general.
Las únicas restricciones que se pueden interpretar de manera económica, y que implican la unicidad, es que el lado de la demanda de la economía se comporte como un único consumidor o que el lado de la oferta sea un sistema de insumo producto [ Kehoe citado por Ingrao e Israel 1990, 328] .
La ausencia de estas condiciones tan restrictivas en el EGW genera múltiples equilibrios, y crea el problema de la incapacidad de incorporar una parte de la Característica 5.

Los problemas de la convergencia

En este tema se presentan dos críticas importantes:

La imposibilidad de demostrar la estabilidad global
Una exitosa teoría del ajuste implicaría que en la TEGW están las hipótesis que garantizan que –como intuía Smith– las trayectorias de precios y de cantidades por fuera del equilibrio se dirijan hacia el equilibrio. Tras largos años de investigación, este problema no se pudo resolver satisfactoriamente para el EGW porque también depende de la hipótesis de la sustituibilidad bruta, es decir, de la existencia de formas muy especiales de las funciones de demanda agregada. Ackerman nos cuenta que:
El hallazgo básico respecto a la inestabilidad presentado en una forma limitada por Sonnenschein [ 1972] y generalizado por Mantel [ 1974] y Debreu [ 1974] es que casi cualquier patrón de variación de precios puede aparecer en EGC siempre y cuando el número de consumidores sea igual al número de mercancías. Ciclos de cualquier duración, caos, o cualquier cosa que usted pueda describir, pueden aparecer en un modelo de EG con un conjunto de preferencias de los consumidores y dotaciones iniciales. No sólo el equilibrio general falla en ser estable, sino que su dinámica puede ser tan mala como usted quiera [ Ackerman, 2002, 122] .
Estos resultados negativos salieron reforzados por los trabajos de Saari [ 1996] . En primer lugar, este investigador mostró que si un sistema de n mercancías es estable, nada garantiza que al aumentar a n + 1 mercancías la estabilidad se conserve, con lo cual se indica que los resultados dinámicos probados para pequeños modelos de equilibrio general no se aplican para otros más grandes. En segundo lugar, se llegó a lo que se ha llamado el “teorema de la imposibilidad de Saari”, el cual Ingrao e Israel anuncian de la siguiente manera:
Estos [ los resultados de Saari] dan evidencia concluyente de que cualquier intento de obtener un proceso de ajuste de precios definido globalmente y estable globalmente está destinado al fracaso. En consecuencia, la investigación en esta dirección debe ser considerada como habiendo llegado a una sin salida [ Ingrao e Israel 1990, 358] .
La explicación de este resultado negativo recae en la ausencia radical de la sustituibilidad bruta que hace que las funciones agregadas no se comporten como una demanda individual sino que puedan tomar cualquier forma. Como dijera B. Guérrien –en una conferencia pública– llamaremos este resultado “la maldición de Sonnenschein” ya que implica resultados bastante desastrosos para las pretensiones de la teoría en dos temas precisos:
Tema 1

La TEGW puede determinar puntos de equilibrio, pero no se puede asegurar que existan trayectorias que tiendan hacia ellos. Esto viene a debilitar la idea misma de equilibrio de mercados buscada ya que no se puede determinar que ese equilibrio es el punto de llegada de un movimiento o trayectoria tal como lo enunciaba la Característica 5 que atribuimos al sistema de mercados de A. Smith. Nada impide, en principio, que ese equilibrio también se pueda asociar a un sistema planificado.
Tema 2.

 La hipótesis sobre la racionalidad de los individuos no es la condición para determinar los resultados explicativos del modelo dado que no existe una correspondencia estricta entre el comportamiento de los individuos y la forma requerida en las funciones agregadas.
El primer resultado le quita al modelo la posibilidad de representar la idea de la autorregulación del mercado, y el segundo, demuestra que el conocimiento exacto del comportamiento del individuo no es tan explicativo para el resultado global debido al problema de la agregación8. Esto explica que Arrow [ 1987] concluya que “en el agregado, la hipótesis de conducta racional no tiene en general implicaciones”. En otras palabras, como lo declara Deleplace [ 1999, 350] “el concepto central de la TEGW es el de demanda agregada y no el del agente económico individual”. También, con este resultado se desvaloriza la empresa –tan promocionada en los últimos treinta años– según la cual la condición de una buena ciencia económica es proveerla de los fundamentos microeconómicos precisos. Frente a esto Risvi [ 1994] concluye: “La hipótesis de racionalidad individual no es suficiente para hablar de regularidades sociales.”
El problema de la formación de precios
Si existe una trayectoria estable o inestable respecto a un equilibrio, ella debe ser una creación de las fuerzas del mercado. En el contexto de la competencia perfecta esto significa que los precios son exógenos a los agentes y, por tal motivo, deben estar determinados por la oferta y demanda presentes en el mercado. En el EGW ellas no son capaces de fijar los precios de mercado, y este vacío es llenado por el subastador quien, finalmente, pone arbitrariamente el nivel de los precios. Benetti lo plantea así:
La ley de la oferta y la demanda no dice nada acerca de la importancia de la variación del precio, que resulta de las demandas excedentes cuantitativamente determinadas. Dicha ley sólo indica el sentido de esta variación. Por consiguiente, el vector p’ (resultante tras una situación conocida de la oferta y la demanda) está indeterminado: la variación del precio relativo pij está siempre cuantitativamente indeterminada, cualquiera que sea el signo de las demandas excedentes de las mercancías i y j.
El subastador no se puede limitar a aplicar pasivamente la ley de la oferta y la demanda. Él debe, además, fijar “un nuevo vector p’”. Pero no tiene ninguna manera de “calcularlo” a partir de la única información que posee, z(p), ya que existe una infinidad de precios p’i que verifican las desigualdades anteriores. Por consiguiente, el vector p’ (el grado de la variación de los precios) es necesariamente arbitrario [ Benetti 2002, 56, subrayado nuestro] .
Las consecuencias de esta crítica9 son importantes: (i) En la representación neoclásica de las fuerzas de la oferta y de la demanda, ellas son impotentes de formar los precios de manera endógena, pues tienen que recurrir a la decisión arbitraria de una voluntad externa al mercado. No se cumple la Característica 3 de los hechos estilizados. (ii) Aun si se hubiera demostrado la estabilidad, la trayectoria que conduciría al equilibrio sería arbitraria, pues no sería generada por el mercado, sino por la voluntad del subastador, algo externo al mercado. (iii) Pierde validez la idea de Arrow según la cual la necesidad lógica del subastador walrasiano se originaría en la hipótesis de agentes tomadores de precios, dado que su presencia sólo se justifica por la indeterminación de los precios por fuera del equilibrio. Se podría eliminar el subastador y la indeterminación que él conlleva sin abandonar el marco de la competencia perfecta, si al modelo se le agrega un mecanismo de formación de precios10.
Si no hay estabilidad, el único resultado fuerte del modelo de EGW es el de la existencia del equilibrio sin que se pueda afirmar que este resultado corresponda a la situación de compatibilidad generada por la acción de la mano invisible de A. Smith. En resumen, el EGW es un equilibrio que no dice –hasta el momento– a cuál sistema socio-económico pertenece y, por tanto, resulta abusivo designarlo como equilibrio competitivo de una sociedad comercial pura de individuos que actúan descentralizadamente11.

La ausencia de transacciones descentralizadas y bilaterales
Dados el vector de equilibrio P*, las asignaciones X* y Y*, se deben realizar por medio de transacciones entre agentes, de tal manera que se hagan efectivos los gastos de los presupuestos de hogares y firmas, y la adquisición de las asignaciones de equilibrio utilizando el intercambio mercantil. 

En la TEGW se intenta solucionar de dos formas, pero ambas son insatisfactorias.

1. La incorporación de una Caja de Compensación de Pagos para garantizar la ausencia de costos de transacción, como se deduce de la posición de Debreu en su Teoría del valor:
No se ofrece aquí ninguna teoría del dinero y se supone que la economía funciona sin la ayuda de un bien que sirva de medio de cambio. De esta manera, el papel del precio es el siguiente. A cada mercancía se asocia un número real, su precio. Cuando un agente económico se compromete a recibir una cierta cantidad, el producto de esta cantidad por el precio de la mercancía es un número real inscrito en el debe de su cuenta. Este número es llamado la suma pagada por el agente. Similarmente, un compromiso de entrega resulta en un número real inscrito en el haber de su cuenta, y llamado la suma pagada al agente. El saldo de su cuenta, es decir, el valor neto de todos sus compromisos, guía sus decisiones [ Debreu 2001, 32] .
Los pagos, entonces, se hacen por medio de un sistema de cuentas que se compensan entre sí como si hubiera una oficina que compense créditos y débitos entre los participantes. Esto significa la presencia de una institución que realiza una especie de ‘cambio multilateral centralizado’ donde cada agente se relaciona con esa oficina y no con los demás agentes. Entonces, no se satisface la Característica 2 sobre las hipótesis de relaciones entre individuos y de ausencia de instituciones.
2. Eludir la presencia de la Caja de Compensación con la integración del dinero en el modelo central, como un bien adicional que los agentes adoptan voluntariamente como medio de cambio común. Los intentos neoclásicos han sido buscar las condiciones que habría que introducir en la TEGW para hacer aparecer una demanda voluntaria de dinero (para transacciones, especulación, etc.); otros han intentado recuperar las intuiciones de K. Menger aplicando ‘modelos de búsqueda’ [ Álvarez 2001] . Existen varios estudios, que indican que los modelos propuestos han fracasado en crear estas circunstancias y, en consecuencia, se pone en duda que sea correcto el enfoque utilizado de pensar el dinero a partir de la teoría de la elección y no como una regla social impuesta a los individuos comerciantes.

La presencia de ficciones colectivas o instituciones implícitas

La representación neoclásica del mercado perfecto introduce dos ficciones o figuras extrañas que son el ‘subastador’ y ‘la caja de compensación de cuentas’. Ni la una ni la otra son resultados de la racionalidad de los individuos ni del modelo, sino condiciones ad hoc para presentar un cierto funcionamiento teórico del sistema de precios. Sin las actividades del subastador (dirigir el proceso de ‘tanteo’ hacia el equilibrio al anunciar los precios, sumar las demandas netas, cambiar los precios y anunciar el presunto logro del equilibrio) y sin la caja de compensación para hacer los pagos, no se tendrían aquellas funciones que garantizan que los agentes participen en el sistema de precios del modelo: la seguridad de tranzar en una situación que represente la compatibilidad del equilibrio general. F. Hahn [ 1987, 65] afirma que a pesar de todas las críticas que recibe, el ficticio subastador podría ser interesantesi al menos con él y el tanteo se nos diera una historia que mostrara cómo se genera el equilibrio. Sin embargo, como ya vimos, el teorema de Sonnenschein destruye esta posibilidad.De todas maneras, F. Hahn concluye que“el subastador es la consecuencia de una laguna de la teoría” y que con su presencia se soslayan cuestiones importantes del poder de coordinación del sistema de precios (tales como la regulación de las reacciones de los agentes en situaciones de desequilibrio).
La presencia del subastador y de la caja de compensación revela dos aspectos adicionales:
Primero, nos indica que el funcionamiento del sistema de precios no puede prescindir de entes colectivos o reglas de juego que determinan, en parte, la actividad de los individuos, es decir, que no hay actividad individual, descentralizada o centralizada, sin un contexto institucional que lo permita. De esta manera, el EGW nos representa un mundo de equilibrios económicos institucionalizado a priori, una cierta inscripción social del sistema de precios, que choca con el individualismo metodológico y con la idea de un mundo mínimo sin instituciones; entonces, no se cumple la Característica 6.
Segundo, estas ficciones institucionales centralizan la conducta y la relación entre los agentes. En efecto, la caja de compensación no permite transacciones bilaterales sino que los sujetos se someten a una gran maquinaria multilateral, donde un individuo actúa solo si los otros lo autorizan. En efecto, las funciones del subastador crean un mundo donde el individuo sólo funciona efectivamente cuando existe un acuerdo previo entre todos. De Vroey pone de presente este gran defecto del modelo.
El punto común [ de los modelos de Walras y Arrow-Debreu] consiste en suponer que todos los agentes puedan ser reunidos antes que comience la actividad económica propiamente dicha, o al menos, que estén en condiciones de comunicarse entre ellos con el fin de las negociaciones anteriores a la firma de los contratos. Se podría decir que deben ser reunidos en un cónclave de donde surgirá una red de contratos privados [ …] El papel del subastador es precisamente el de generar esa armonización y de conducir los planes iniciales de los individuos hacia una situación de compatibilidad y de optimización. Destaquemos un punto central de tal sistema: mientras el acuerdo final no sea alcanzado, no existe compromiso real entre los agentes sino solamente promesas, conjeturas sujetas a renegociación. Hacer una oferta no compromete nada. Uno siempre puede volver sobre su palabra mediante la retroalimentación del proceso de información dado por el subastador. [ …] La regla del juego es que es necesario llegar a un consenso antes que el cónclave concluya. Por definición, lo que sale del cónclave es un equilibrio. [ …] Es, a causa de esta validación ex ante, que el modelo neoclásico puede ser calificado de centralizado en la medida en que se afirma que lo propio de la centralización es la existencia de un juicio previo respecto a la utilidad social de una actividad antes de la ejecución de esa actividad [ De Vroey 1984, 132, subrayado nuestro] .
Rebeyrol nos confirma este diagnóstico:
Los economistas contemporáneos asimilan la competencia perfecta a un comportamiento de “tomadores de precios” por parte de los agentes. [ …] Tras los trabajos de Arrow se agrega que ninguno puede variar los precios y [ que] el subastador es un corolario lógico y necesario de esta representación. Con el fin de responder sus “verdaderas” ofertas y demandas al subastador, los agentes no pueden tener conciencia de algún desequilibrio posible. Aunque ellos sean desmentidos, se deben comportar como si estuvieran en equilibrio. Pero si ellos no tienen conciencia del desequilibrio uno no entiende cómo se pueden evitar las transacciones en desequilibrio. Se nos conduce así a darle al subastador un poder cada vez más considerable, casi policiaco: impedir las transacciones mutuamente convenientes que los agentes desean hacer en desequilibrio. Se obtiene una figura extremadamente centralizada del mercado, donde los agentes nunca entran en contacto durante el proceso de formación de precios, sino que se comunican con el centro que encarna el subastador. La información de los precios va del centro (el anunciador) hacia la periferia, mientras que el retorno de la información sobre las cantidades va de la periferia al centro, sin que nunca circule la información en la periferia. Se puede decir que esta representación coherente, y en realidad, extremadamente crítica ha hecho del subastador [ …] un personaje perfectamente odiado en la profesión de los economistas. Todos quieren suprimirlo [ Rebeyrol 1999, 99], subrayando nuestro],
Queriendo modelar la coordinación de los individuos por la mano invisible de A. Smith, la teoría neoclásica central resulta generando un mundo donde los individuos solo actúan si todos están de acuerdo y donde este último se logra, no por el mercado (el cual finalmente no existe) o ‘una mano invisible’, sino por los dedos y dictámenes de organismos bien visibles. Es ahora evidente que el modelo no reúne las Características 1 y 2, antes señaladas, y propuestas por A. Smith.
La fragilidad del método normativo
Si la ficción del mercado ideal de los neoclásicos no es un verdadero sistema de mercados descentralizados, queda sin sentido hablar del “éxito o de la eficacia del mercado” con las siguientes consecuencias: (i) no puede servir para construir modelos derivados que representen presuntas ‘fallas’ del mercado, pues los mercados no están en la ficción central salvo si por mercados se entiende relaciones centralizadas y equilibradas entre los individuos, y (ii) no es posible asegurar racionalmente, por ejemplo, que una mala información, una rigidez de los precios, una externalidad, la intervención del Estado, etc., sean las causas de una ‘ineficiencia’ en la economía mercantil. El paradigma neoclásico se debilita por las fallas de su modelo central.

RESULTADO GENERAL
Hemos visto que el modelo de EGW carece de la propiedad de la estabilidad y de la descentralización, es decir, no reúne las características esenciales de la ‘mano invisible’ de A. Smith (intercambios bilaterales en desequilibrio, descentralización de las decisiones y del intercambio entre agentes, ajuste del desequilibrio sobre el equilibrio). Por lo tanto, el problema no es la excesiva abstracción, sino el ser una mala abstracción, pues allí el mercado ideal entre individuos descentralizados se asimila a un sistema centralizado de relaciones económicas. Frente a esto no nos debe extrañar que Clower y Howit [ 1995] concluyan que “el hecho más extraño de la economía contemporánea (si estamos de acuerdo en decir que el ‘problema de Smith’ es la cuestión central de la economía) es la ausencia, doscientos años tras la publicación de la Riqueza de las Naciones de A. Smith, de una explicación intelectualmente satisfactoria del funcionamiento de la ‘mano invisible’”12.

ALTERNATIVAS ACTUALES FRENTE A LA DEBILIDAD DEL PARADIGMA NEOCLÁSICO
Frente a estos resultados incómodos que nos impiden aceptar el EGW como modelo científicamente pertinente también es cierto que no existe una alternativa a la mano y, por ende, se impone tolerar un pluralismo en las vías que hoy se siguen para superar el vacío dejado por el EGW. A riesgo de desconocer alguna, anotamos las siguientes.
1. El camino de la resignación. Muchos economistas, antes de quedar en la oscuridad –sin herramientas teóricas– prefieren disimular o simplemente ignorar los problemas centrales de la teoría neoclásica y actúan como si ellos no existieran esperando que algún día se puedan reparar las brechas o fisuras de los modelos centrales. Por el momento se vive en un mundo, donde, como dice B. Guérrien [ 1996, 356] : “Poco importa que el rey esté desnudo si todo el mundo está de acuerdo en no decir nada.”
2. Una nueva teoría neoclásica sin mercados y sin diversidad de individuos. Dados los problemas de la falta de estabilidad y la coordinación centralizada, algunos teóricos abrieron la línea de investigación hacia modelos de ‘equilibrios instantáneos’ con un solo agente (supuestamente representativo de la pluralidad) o con agentes iguales dotados de anticipaciones racionales tal como se encuentra en la Nueva Macroeconomía Clásica y en los modelos de Ciclo Real de Negocios. Pero el costo de estas nuevas hipótesis es inmenso, pues en lugar de la sociedad mercantil de pluralidad de sujetos y donde el resultado no es controlado por ellos, nos encontramos, en realidad, con un mundo donde el único actor es una especie de Robinson Crusoe donde no hay transacciones (con costos o sin costos), no hay precios (infinitamente rápidos o no), no hay mercados (completos o no), y tampoco desequilibrio13 .
Merece mención particular la hipótesis de expectativas racionales. Con base en ésta, la oscuridad del mundo comercial es reemplazada por la transparencia que surge de la inmensa información contenida en el individuo. El resultado es un punto de vista donde a la par que se aumenta la importancia de la decisión individual se hace desaparecer la fuerza del mercado mismo. Cartelier lo plantea claramente:
La teoría de las expectativas racionales parecería marcar el límite que puede alcanzar la representación del acuerdo mercantil en la teoría económica moderna. En resumen, en la versión ‘dura’ de la teoría, que deja de lado el proceso de aprendizaje, los individuos utilizan de la mejor manera la información disponible, lo que equivale a afirmar que conocen el modelo económico donde viven (al menos tan bien como la mejor teoría, es decir, la de las expectativas racionales). En consecuencia, si es única, los individuos saltan a la solución que corresponde al conocimiento que tienen del futuro. Un proceso descentralizado de mercado no tiene ningún lugar en este esquema: la coordinación entre los individuos se hace completamente ‘en sus cabezas’ sin que exista necesidad de encuentros bilaterales. Su mutuo acuerdo es unánime y se obtiene por simple introspección. Falta por decir que el individuo que busca saber cuál es la mejor acción que se le ofrece, encuentra inmediatamente en sí mismo la sociedad entera. La sociedad está contenida en el conjunto de las informaciones. [ ...] El individuo no tiene necesidad de socializarse para un acuerdo mercantil. Toda la distancia entre el individuo y la sociedad es abolida. La economía mercantil que presenta la teoría moderna del valor es ciertamente, en este sentido, una sociedad totalitaria [ Cartelier 1996, 239, subrayado nuestros] .
3. Trabajar problemas parciales con modelos dispersos. Muchos economistas desarrollan investigaciones (con las nuevas técnicas disponibles, tales como teoría de juegos, economía experimental y mucha econometría) con un propósito más pragmático que teórico sin atender o buscar su coherencia con un planeamiento general propio de los neoclásicos. Tal es la situación que diagnostica Solow, para hablar de una economía moderna que se aleja de la teoría neoclásica:
Hoy, si usted le pregunta a un economista de la corriente principal sobre cualquier aspecto económico de la vida social, la respuesta será: supongamos que modelamos esa situación y vemos qué pasa. [ ...] El punto es que la economía de la corriente principal consiste, primordialmente, en ejemplos de este proceso [ Citado por Colander 2000, 138] .
De esta manera, parece que las preocupaciones centrales de la ciencia –explicar el funcionamiento de la sociedad mercantil, el capitalismo, etc.– son abandonadas para dar lugar a un tipo de investigación menos ambicioso, menos difícil, más ecléctico, donde las hipótesis ad hoc reemplazan cualquier búsqueda de conexión con un paradigma que organice la visión. Surge aquí el gran problema: tras haber eliminando alguna conexión con la TEGW, ahora ya no existe un núcleo teórico que limita las hipótesis, es decir, ya no es una teoría general la que se aplica para explicar un fenómeno, sino que ese papel se le otorga a un modelo particular construido con unas hipótesis ad hoc. Por esta vía, la ciencia económica deja de ser una reflexión general sobre una parte de la sociedad, y es sustituida por la fragmentación de la investigación y de las explicaciones.
4. Buscar una alternativa teórica. Algunos pensadores tratan de desarrollar nuevas teorías económicas partiendo de nuevas hipótesis o de nuevos aportes que corrijan las deficiencias identificadas en el enfoque neoclásico (la centralización y la ausencia de desequilibrio). Aquí se encontraría el terreno principal para algunas perspectivas heterodoxas que recogerían, no sólo los puntos críticos de los neoclásicos, sino también ideas de varias tradiciones, especialmente algunas provenientes de Marx y Keynes. La diversidad y las divergencias entre estas heterodoxias, impide tener un inventario completo. Sin embargo, y sólo para mencionar algunos ejemplos que le dan preeminencia explicativa al dinero como vínculo social, una vía la constituiría ‘el enfoque monetario’ de los precios propuesto por C. Benetti y J. Cartelier donde se propone una teoría del valor a partir de un sistema monetario puesto como institución básica donde reaparecen algunas ideas de Marx (la conexión necesaria entre el valor y el dinero, el ‘salto mortal’ de las mercancías, la jerarquía social entre capitalistas y asalariados), y otra sería el enfoque poskeynesiano donde algunas ideas de Keynes (la importancia de la incertidumbre frente al futuro, la interdependencia particular entre los diferentes mercados, el papel regulador del Estado y la idea del equilibrio económico sin mercado de trabajo) son integradas para proponer, por lo menos, una nueva macroeconomía de una ‘economía monetaria de la producción14 .
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NOTAS AL PIE
1 Según Arrow [ 1994, 1] “It is a touchstone of accepted economics that all explanations must run in terms of the actions and reactions of individuals. Our behavior in judging economic research, and in promotions, includes the criterion that in principle the behavior we explain and the policies we propose are explicable in terms of individuals, not of other social categories.”
2 Esto no impide que la concepción liberal acepte el Estado como entidad externa al mercado cumpliendo funciones de justicia, creación de infraestructura y defensa nacional.
3 Según Geanakoplos [ 1987, 46] “There is no room in this theory for the Freudian split psyche (or self deception) or for Odysseus-like changes of heart.”
4 Principalmente, la existencia del equilibrio general competitivo requiere la ausencia de rendimientos crecientes, que las funciones de demanda excedentes zi(p) sean continuas, homogéneas de grado cero en p, y que respeten la Ley de Walras.
5 Para que ese equilibrio sea un óptimo es necesario que cada agente maximice una función objetivo, y que la continuidad de las funciones de demanda agregada zi(p) se fundamente en la convexidad de los conjuntos de producción y de consumo.
6 Menos aun es la fundamentación de una política ‘neoliberal’.
7 Las críticas a los modelos derivados sólo pondrían en cuestión esta parte y no el núcleo de la teoría, el cual es el que determina la visión del observador.
8 La maximización sí es un requisito para los teoremas del bienestar.
9 Polemarchakis [ 2003] uno de los neoclásicos más conocedores del EGW, acepta esta crítica: “I do not understand the statement that general equilibrium does not have a theory of price, but if by that Benetti means a theory of price formation, this is true: general equilibrium is not a theory of price formation.”
10 Benetti [ 2002] propone recuperar una idea del siglo XVIII propuesta por Cantillon y Smith. Parafraseando a Cantillon [ 1988, 19] : los precios se van fijando en el mercado conforme a la proporción de los artículos que se ofrecen en venta y el dinero dispuestos a comprarlos. Y a Smith [ 1988, 140] : el precio de mercado se regula por la proporción entre la cantidad que se lleva al mercado y la demanda de aquellos que están dispuestos a pagar el precio natural de la mercancía.
11 Los liberales necesitan tener una teoría que muestre que una coherencia a posteriori (la del mercado) es mejor que la coherencia a priori (por ejemplo, la del plan soviético).
12 El asombro aumenta cuando es evidente que el apoyo a la economía de mercado ha aumentado.
13 Solow [ 2001] considera que estos enfoques se alejan de la teoría neoclásica: “No menciono los modelos con ‘agente representativo’ porque ese enfoque no sigue la tradición neoclásica y no recibe la aceptación de la mayoría de aquellos que se llaman neoclásicos.”
14 Una presentación de estas perspectivas se encuentra en Deleplace y Nell [ 1996] y en Deleplace [ 1999] .

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