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jueves, 19 de abril de 2018

Neoliberalismo y movimientos sociales en América Latina

Respuestas de sectores de la población a la ofensiva neoliberal

La crisis de la década de los 80’s y las reformas económicas estructurales que le siguieron marcaron el periodo de entrada del neoliberalismo en América Latina. Con las condiciones de desigualdad y exclusión social características de la región, diversos sectores de la población se han movilizado en la confrontación contra el avance neoliberal.

Las décadas recientes se han caracterizado por la gran velocidad de los cambios experimentados en avances tecnológicos y en flujos económicos, políticos y sociales. Algunos de estos flujos, sin embargo, pueden ser vistos más bien como retrocesos en las relaciones sociales, debido a que propagan y profundizan la desigualdad y las relaciones de opresión entre sectores de la población. Tal es el caso de Latinoamérica, donde las crisis de la década de los 80’s dieron paso a que autoridades internacionales y países desarrollados presionaron para que se llevaran a cabo reformas económicas como condición para otorgarles préstamos y asistencia de otro tipo.

A pesar de que muchos críticos vieron este tipo de exigencias como fuerzas neo-imperialistas llegando a la región latinoamericana, políticos y organizaciones del mainstream vieron esto como un progreso doloroso pero necesario para la región, argumentando que este proceso vendría acompañado de beneficios para todos mediante un efecto de “derrame de riqueza” ocasionado por las políticas de liberalización económica. Un vistazo al panorama que se ha desenvuelto desde entonces revela lo contrario. A pesar de las especificidades de la región y de acciones necesarias pero no llevadas a cabo en ámbitos políticos y sociales, quienes abogan por rápidos procesos de liberalización y apertura económica consideran que el dolor y la miseria de la pobreza, y la degradación de las condiciones de vida de amplios sectores poblacionales, son el precio inevitable del progreso.

Este artículo se centrará en los movimientos sociales de algunos países latinoamericanos que, luchando en contra de las exigencias neoliberales capitalistas, buscan defender sus derechos y el bienestar de sus comunidades. Para entenderlos, primero se describirá más a detalle el neoliberalismo en América Latina y el contexto en que surgieron. Posteriormente se detallarán en algunos movimientos sociales representativos de la región en respuesta a la ofensiva neoliberal. Finalmente, se mencionarán algunos retos que todavía debemos enfrentar en la región.
quito march bandera CONAIE. Donovan & ScottQuito march bandera CONAIE. Donovan & Scott

Si queremos entender el enemigo común de muchos de estos movimientos sociales, debemos empezar por denominarlo de alguna manera y describirlo. Anteriormente hice referencia al “Neoliberalismo”, pero por la ambigüedad del concepto, debido a los tantos significados que le son atribuidos, hace que sea una mejor aproximación el llamarlo “proyecto neoliberal”.

Para describir a este “proyecto neoliberal”, me voy a basar en las aportaciones de Jamie Peck (2010)[1] al concepto y a la definición que el politólogo canadiense Richard Day (2005)[2] adopta. Jamie Peck señala que el neoliberalismo como corriente ideológica está vinculado a la filosofía de reformas orientadas a la liberalización de los mercados, pactada en el “Consenso de Washington” y llevada a cabo por organizaciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. También es considerable notar que el neoliberalismo es asociado al estilo capitalista de Estados Unidos, que intenta globalizarse.

Siguiendo esta línea de argumentación, Richard Day presenta su definición del “proyecto neoliberal”, donde vincula también aspectos políticos y sociales. Este proyecto involucra la expansión del capital a un marco global y la búsqueda de nuevos mercados, pero también implica una expansión y profundización de “las sociedades de control”. Estas sociedades de control se manifiestan en muchas de las prácticas de los países desarrollados, aunque por supuesto también se presentan en regímenes autoritarios y cada vez en mayor medida en aquellos que están en vías de desarrollo. La característica de estas sociedades es la habilidad de monitorear todas las actividades de sus ciudadanos y poner obstáculos que impidan la acción de los individuos fuera del sistema, como la obligación estructural de adquirir licencias de conducir, pasaporte, números de seguro social, y tarjetas de crédito.

La expansión del capital y la búsqueda de nuevos mercados van provocando un cambio en la organización del sistema internacional basado en la unidad política del Estado, que generan nuevos vínculos basados en tratados comerciales internacionales que los agrupan como un bloque comercial (tal es el caso del TLCAN – Tratado de Libre Comercio de América del Norte) o bien, como una construcción supranacional de mayor vinculación económica y política como la Unión Europea. En este sentido, “el proyecto neoliberal” que explica Day conlleva los siguientes elementos: globalización rápida del capitalismo y sus malestares (como bajos salarios y desigualdad social) por medio de vínculos internacionales, apoyados en las sociedades de control que emergen de las directrices de los gobiernos de cada Estado en el sistema internacional y que tienen la infraestructura para mantener este control sobre su población. Las desigualdades perpetradas por el capitalismo en expansión y la opresión sostenida por parte de las sociedades de control de los Estados se refuerzan mutuamente.

El proyecto neoliberal, una vez instalado en las sociedades, facilita una mayor división según múltiples ejes de desigualdad de las relaciones sociales y, a mayor o menor grado dependiendo del país en particular y de su nivel de democracia, aumenta la dificultad que tienen los sectores oprimidos de la población para enfrentar estas desigualdades. Algunas de estas desigualdades son aquellas basadas en raza, género, sexualidad, habilidad, edad, ubicación geográfica y en el respeto por la naturaleza. Estas desigualdades no están aisladas, sino que se encuentran integradas en muchos aspectos de la vida social, tales como en la familia, la escuela, y por supuesto, en las empresas y en los sistemas políticos.
Cerros de Caracas. franklinvenezuelaCerros de Caracas. Franklin Venezuela

Habiendo definido el proyecto neoliberal, es necesario describir cómo se materializó en América Latina. De acuerdo con Lucrecia Lozano (2009)[3], se pueden distinguir tres momentos en el proceso que permitieron su surgimiento. El primero es la coyuntura previa a la “Crisis de la deuda” (la crisis de la década de los 80’s). A principios de los 80’s, hubo una disminución en el comercio internacional. Algunos países (México, Uruguay, Argentina, etc…) de la región también tenían una política monetaria que tendía a la sobrevaluación de las monedas nacionales. La aparición de otros factores como fuga masiva de capitales, disminución de las reservas nacionales, disminución del crecimiento de las economías y un fuerte declive en los precios de los productos primarios produjeron una profunda recesión internacional para toda la región latinoamericana. La segunda etapa implicó el llamado Ajuste Económico de Emergencia, llevado a cabo como respuesta inmediata a la crisis por los países de la región, y que implicaba medidas como reducción de las importaciones, contracción masiva del gasto público y una política financiera que combinaba devaluaciones, tasas de cambio flotantes, tasas de cambio diferenciadas, etc…

La tercera etapa es la que marca el momento de su surgimiento, y es la implementación de la llamada Reforma Económica Estructural, también conocida como “primera generación de reformas”, y que emanaron del Consenso de Washington. Los componentes de estas reformas eran los siguientes: 1) Privatización de empresas paraestatales, 2) Simplificación administrativa y desregulación económica, 3) Apertura económica, 4) Apertura comercial, 5) Apertura financiera, 6) Reestructuración productiva, 7) Control de la inflación. Si bien estas medidas eran necesarias para controlar la deuda tanto a niveles nacionales y regionales, no vinieron acompañadas de medidas que permitieran a la mayoría de la población sobrellevar los peores efectos de la crisis. Esto quiere decir que una gran falla de las medidas de reforma fue que se implantaron como tal, sin pensar en mecanismos de adaptación regional. Los perjuicios para grandes sectores de la población se empezaron a hacer evidentes en la década de los 90’s, cuando en el marco de las reformas “neoliberales”, se empezó a sentir un nuevo deterioro de la situación económica regional. “Las crisis financieras externas y la orientación de los programas de reforma (con un enfoque económico que privilegia los factores macroeconómicos y deja de lado el empleo, la pobreza y la distribución del ingreso) han afectado al ingreso y dificultan garantizar un crecimiento sostenido y estable” (Lozano, 2009).

A mediados de los 90’s, otra ola de crisis azotó la región debido a una combinación de shocks económicos externos y una aplicación dogmática de las políticas macroeconómicas de reforma estructural. Por ejemplo, en las privatizaciones no se garantizó que se diera en un entorno de mercados competitivos y bien regulados, lo que facilitó el surgimiento de monopolios privados. La liberalización comercial se llevó a cabo sin procurar que los países latinoamericanos tuvieran un tipo de cambio competitivo, ni tampoco considerando secuencias y aperturas graduales. Tampoco se planeó la capacidad productiva de la población, que acostumbrada a trabajos de manufactura, no estaba preparada para mercados más basados en los servicios y en una economía del conocimiento. Finalmente, en muchos países no se descentralizó el gobierno ni se dieron reformas políticas y legales que permitieran confianza para la inversión. Todos estos factores llevaron a que muchos patrimonios se perdieran y a que se agudizaran las diferencias económicas y sociales en la región. Principalmente, la concentración de riqueza en un grupo minoritario generaba grandes problemas sociopolíticos también.
el agua es nuestra cochabamba. Chen BlancEl agua es nuestra en Cochabamba. Chen Blanc

Habiendo descrito el contexto de la aparición del proyecto neoliberal en América Latina, se describirán ahora algunos casos emblemáticos de movimientos sociales que surgieron para enfrentarse a las amenazas que representaba este proyecto para su estilo de vida.
El primer movimiento en abordar será el de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE), una amalgama nacional de varias identidades indígenas que habitaban en las tierras altas, en las zonas costeras y en la Amazonia. En sus primeros años a finales de los 80’s, CONAIE fijaba como sus objetivos remover a los “oligarcas”, enemigos del pueblo que “habían causado la pobreza y miseria de millones de Ecuatorianos” de su posición de poder en el Estado ecuatoriano. El movimiento operaba al vincular varias organizaciones y grupos indígenas para formar una asamblea popular constituyente que se encargara de conseguir justicia social para los grupos indígenas ecuatorianos. Durante la década de los 90’s, algunas de sus victorias fueron 1) el surgimiento de un movimiento claramente identificado como indígena en el escenario político nacional y la unidad de varias nacionalidades diferentes de indígenas bajo la organización de CONAIE, y 2) unir las exigencias de dos temas importantes, “cuestiones agrarias” y el reconocimiento cultural y político de su identidad indígena. Más adelante en la década, cuando el gobierno de Ecuador intentó llevar a cabo reformas neoliberales de privatización, la CONAIE participó como elemento de varias protestas masivas. Una de sus tácticas para obligar al gobierno a negociar sobre las leyes que intentaban aprobar fue mediante las conocidas “cortas de ruta”, básicamente el bloqueo de carreteras. CONAIE, junto con otras organizaciones de la sociedad civil de la clase trabajadora, se movilizó en numerosas ocasiones, lo que permitió que todos los “frentes populares” (diversas organizaciones unidas contra la administración en turno) derrocar o forzar a la renuncia a varios de los presidentes ecuatorianos neoliberales de la década[4].

El segundo ejemplo a presentar de un movimiento social en contra del proyecto neoliberal en América Latina se puede apreciar en la famosa “Guerra del agua” de Cochabamba, Bolivia. Las ideas neoliberales empiezan a permear en las autoridades públicas en Bolivia con el gobierno de Víctor Paz en 1985, y tuvieron una profundización bajo el mandato de Sánchez de Losada. No obstante fue con la participación del Banco Mundial -que apoyó a principios de la década de 1990 el fortalecimiento de las empresas estatales de agua en vista de su futura privatización- que la gestión del agua pasó a manos de entidades municipales y dejó de regirse por los usos y costumbres comunitarios de Cochabamba. Para algunos sectores afectados por la privatización, como los indígenas, la privatización del agua violaba directamente esos usos y costumbres y, por lo tanto, sus prácticas socioculturales que podían datar de décadas e incluso siglos (Webber, 2009)[5].

Al pasar la iniciativa del entonces presidente Hugo Banzer para llevar a cabo la privatización de este servicio y darle al consorcio empresarial Aguas del Tunari el control de los recursos hídricos de Cochabamba por medio de la Ley 2029, los sectores afectados empezaron a organizarse y movilizarse. La estructura organizacional de la sociedad civil en este conflicto tuvo a su actor central en La Coordinadora del Agua, que estaba integrada por cinco organizaciones y que no tenía una jerarquía entre ellas. En el caso de la guerra del agua, las protestas no fueron violentas desde un inicio. Primero, se consideró la negociación con las autoridades gubernamentales. Al fallar esto, se prosiguió a intentos de intimidar al gobierno con bloqueos de vialidades y carreteras. El 3 de febrero del 2000, más de veinte mil personas de múltiples sectores sociales tomaron la ciudad de Cochabamba para protestar por la privatización del agua, con movimientos sociales similares apareciendo en otras ciudades de Bolivia para solidarizarse con Cochabamba y apoyar en revertir el proceso y quitarle el control a Aguas del Tunari sobre el recurso hídrico. Los movimientos sociales violentos se expandieron por todo el país a raíz de la lucha en Cochabamba. Por ello, el gobierno no tuvo otra opción que terminar el contrato con Aguas del Tunari y ceder a las demandas de los movimientos contra la privatización del agua.
Subcomandante_Marcos. cesar bojorquezSubcomandante Marcos. César Bojórquez

Un último ejemplo importante a mencionar es el caso del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en México. Lo que lo vuelve un caso único es su combinación de análisis marxista y práctica indigenista, la vinculación de pensamiento nacional e internacional estratégico y apoyo de las comunidades locales. Debido a que la Izquierda continúa siendo marginada dentro del sistema político mexicano, algunos de los éxitos del EZLN han sido los debates nacionales que han generado y las ganancias en autonomía que ha recibido. El EZLN emergió en 1994 en el último año del presidente Carlos Salinas de Gortari, el 1 de enero, día en que se inauguraba el TLCAN, con el Subcomandante Marcos como una figura clave. Su declaración en contra del Estado mexicano resaltaba las políticas neoliberales, la gran desigualdad entre las autoridades públicas y el resto de los mexicanos, y la necesidad de democratización y justicia social (en este caso, particularmente para los pueblos indígenas) en el país. Conformado por varias comunidades indígenas del estado de Chiapas, también contaba con una fuerza constituida por guerrillas para así defenderse de la amenaza del gobierno. El EZLN ocupó varias poblaciones de Chiapas en enero de 1994 y obligó al gobierno mexicano a dialogar con ellos, un avance importante en el proceso democrático a pesar de que el gobierno siempre presentaba la amenaza de usar a las fuerzas armadas.

Aunque la intensidad del conflicto se vivió en la década de los 90’s, el EZLN sigue en pie y viviendo en comunidades en su mayoría autónomas en el Estado de Chiapas. A pesar de que continúan los problemas con el gobierno mexicano, su participación estratégica en congresos internacionales que reúnen grupos frecuentemente llamados anti- y alter-globalización les ha funcionado para conseguir apoyo internacional para sostener sus comunidades, con Marcos apareciendo incluso en entrevistas internacionales. También han sido organizadores de foros intercontinentales sobre identidades indígenas, y han expresado su apoyo a la resistencia de los palestinos contra Israel. Es notorio que sus objetivos y estrategias hayan cambiado con el paso de los años, principalmente abandonando la idea de la lucha por medio de fuerzas armadas, y forjando en sus comunidades sistemas de salud, educación y agro-ecología sostenibles que usan como evidencia para enseñar modos de vida alternativos a los planteados por el proyecto neoliberal[6].
zapatista dolls for sale Chamula Chiapas México. Adam JonesZapatista dolls for sale Chamula, Chiapas (México). Adam Jones

Para concluir este artículo, es importante reflexionar sobre los retos que se enfrentan en América Latina y las lecciones que los movimientos sociales nos enseñan. La desigualdad económica todavía es un problema muy arraigado, que si bien en algunos países se ha reducido (sobre todo después de regímenes de Izquierda), en otros continúa siendo muy evidente. Problemas de autoritarismo y hermetismo de los sistemas políticos también persisten, obligando a sectores de la población a actuar por fuera de ellos para defender sus derechos. También es importante notar que el avance de la tecnología favorece que algunos gobiernos neoliberales decreten medidas que excluyen a personas que no tienen fácil acceso a aparatos electrónicos. Los movimientos sociales expuestos en este artículo revelan que la vinculación entre diversos grupos de la sociedad civil es importante para ejercer presión contra los gobiernos. Asimismo, permiten entender que el pensamiento estratégico y adaptación al contexto histórico son necesarios para su permanencia (si tienen una meta política a largo plazo, como el movimiento zapatista). Principalmente, creo yo, la existencia de estos movimientos sociales exhibe las fallas y los malestares de un capitalismo global, así como alternativas de vida fuera del proyecto neoliberal que busca expandirse a escala global. En este sentido, considero que los movimientos sociales que surgen son símbolos de afinidad y responsabilidad mutua, en la recuperación o adquisición de un modo de vida más digno y sostenible.

Portada: La educación no se vende. Simenon

[1] Peck, J. (2010). Constructions of Neoliberal Reason. Londres: Oxford University Press.
[2] Day, R. (2005). Gramsci is Dead: Anarchist Currents in the Newest Social Movements. Londres: Pluto Press.
[3] Lozano, L. (2009). Crisis y Reforma Económica en América Latina [Presentación de Conferencia para el curso Escenario Regional de América Latina]. Tecnológico de Monterrey, México.
[4] Petras, J., & Veltmeyer, H. (2011). Social Movements in Latin America: Neoliberalism and Popular Resistance. Nueva York: Palgrave Macmillan. Este libro contiene de manera mucho más detallada toda la información que se encuentra en este artículo, además de un enfoque histórico y sociológico que servirá para entender a los movimientos sociales en América Latina
[5] 31.        Webber, J. (2009). Red October: Left-Indigenous Struggle in Bolivia 2000-2005 [Tesis doctoral]. Departamento de Ciencia Política, Universidad de Toronto, Canadá
[6] Una lectura más detallada del movimiento zapatista después de 20 años de su surgimiento se puede encontrar en Gottesdiener, L. (2014, enero 23). A Glimpse into the Zapatista Movement: Two Decades Later. En The Nation.

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