El Cambio Climático global es un desafío de gran trascendencia para el planeta y la humanidad, y la agricultura es uno de los sectores de la economía más vulnerable a sus efectos.
La vulnerabilidad de la agricultura se debe a la gran dependencia que tiene la productividad y estabilidad de las actividades agrícolas respecto de las variables climáticas, especialmente de la fragilidad en el corto plazo de la propia producción y de los activos de los que depende, frente a episodios extremos de sequías, precipitaciones y vientos. Igualmente, frente al cambio de las condiciones ambientales de largo plazo en las que está inserta, que será más profundo y más pausado, sin descartar cambios abruptos.
De acuerdo con las evaluaciones y los pronósticos más recientes y reconocidos, los cambios de temperaturas y precipitación traerán consecuencias negativas que se verán reflejadas de manera asimétrica en la mayoría de los países. Se prevé que los efectos del Cambio Climático generen un gran deterioro de los suelos agrícolas, erosión, desertificación, degradación y procesos de salinización. Se espera, además, que estos procesos generen cambio en los usos de suelo, convirtiendo muchas de las áreas boscosas y de laderas en áreas de cultivo.
El IICA asume el desafío
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), haciendo suya la preocupación por este fenómeno en América, ha creado el PRICA-ADO, un programa de cooperación técnica intergubernamental, integral y permanente, que contiene agendas nacionales y una agenda regional para desarrollar competencias y fortalecer capacidades en México, Centroamérica y Colombia, para la gestión territorial de procesos de adaptación de la agricultura a los efectos del Cambio Climático.
En este marco se efectuó en la Ciudad de México, los días 26 y 27 de septiembre último, el Taller Internacional “Adaptación de la Agricultura al Cambio Climático”. En la oportunidad, representantes de gobierno, universidades, centro de investigación y organismos regionales, crearon la Red Científica Técnica del PRICA-ADO que dará soporte conceptual, metodológico y operativo a los esfuerzos de los países integrantes del programa para enfrentar los desafíos que tiene la agricultura ante las alteraciones ambientales.
El Director General del IICA, Víctor Villalobos, destacó en el evento que para adaptar la agricultura a los nuevos desafíos el camino más viable es el de la innovación, ya que así podremos aumentar la productividad, ofrecer más y mejores productos en el mercado y controlar de manera más eficiente y sustentable las plagas y enfermedades. Estas acciones tienen como fin incluir a los territorios rurales y sus habitantes en una dinámica de desarrollo que les mejore su nivel de vida, pero sobre todo para hacer de las políticas públicas, políticas de Estado, agregó.
El reto para el año 2050, dijo, es alimentar a nueve mil millones de habitantes en el mundo con la misma superficie agrícola y menos disponibilidad de agua. A su juicio, hoy estamos frente a un nuevo paradigma de desarrollar una agricultura productiva, sustentable e incluyente socialmente.
La Red del PRICA-ADO, en su Nodo internacional, quedó conformada por Belice, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana; así como por los representantes de organismos internacionales con presencia en la región, como CEPAL, PROTERRITORIOS, CATIE y CIAT.
Para su operación se estableció un Comité Directivo Provisional y la Secretaría Ejecutiva Internacional quedó radicada en el IICA, Oficina México.
El objetivo general de la red es impulsar la articulación entre académicos, investigadores y técnicos institucionales en los distintos niveles administrativos territoriales, desde lo regional hasta lo local, para generar información, desarrollar o fortalecer capacidades y apoyar la política pública en la gestión territorial de los procesos de adaptación.
Para Martha Lucía Alviar, consultora del IICA y líder del Programa del PRICA-ADO, el Cambio Climático implicará una reconfiguración de la geografía productiva de cultivos y variedades, las que se reflejan principalmente en incrementos de producción en algunas zonas y disminución en otras; ampliación o reducción de áreas de cultivo; incrementos en las zonas de afectación de plagas y enfermedades e incremento de la ocurrencia de eventos extremos.
“Todos estos aspectos significan un cambio de escenario que introduce mayor incertidumbre a la producción de alimentos acorde al incremento de la demanda mundial, debido al crecimiento de la población y el ingreso, así como a los cambios en hábitos de consumo. Lo anterior constituye un enorme desafío frente a la necesidad de minimizar los impactos negativos y maximizar sus efectos positivos sobre la productividad de la agricultura”, señala.
La importancia del enfoque territorial
El reconocimiento de la agricultura como un sistema complejo, que va más allá de la producción misma y de los cultivos, incluso, más allá de los sistemas productivos en el marco de los cuales se desarrolla, conduce a la necesidad de abordar las dimensiones espaciales que entrelazan la naturaleza, la población, las formas económicas de aprovechamiento de la oferta ambiental y las condiciones culturales y políticas de la institucionalidad dentro de un territorio.
Asimismo, implica entender el cambio climático como un conjunto de dimensiones ambientales que interactúan en esos mismos espacios territoriales, con cada uno de los componentes que lo conforman.
“Esta complejidad del sistema climático y de las actividades de uso y aprovechamiento del patrimonio ecológico, agrega la consultora del IICA, obligan a ver la adaptación como un proceso de planeación territorial dinámica, donde desde el diagnóstico hasta la prospectiva, deben concebirse con una perspectiva integral”.
Por lo mismo, la estrategia del Programa se centra en un análisis prospectivo y territorial del efecto del cambio ambiental sobre la oferta de los sistemas agroecológicos y su potencialidad, desde un enfoque holístico y sistémico y con la participación de los actores involucrados.
Su planteamiento permite ver la adaptación al cambio climático como una oportunidad de desarrollo de las zonas agrícolas, de acuerdo a sus potencialidades, teniendo presente los desafíos que esto implica. Plantea un análisis de la situación de variabilidad, a través del análisis espacial de los escenarios de cambio climático y la evaluación de los escenarios futuros de la aptitud del uso de las tierras.
Para Martha Lucía Alviar, uno de los aspectos fundamentales dentro de estos planteamientos es que la región y los actores relacionados con el sector agrícola entren en un proceso de acciones orientadas a crear capacidades para la adaptación. Entre estas acciones destaca la de crear estrategias específicas en la generación y uso de información geo-espacial y estadística, de carácter geoprospectivo, que oriente la investigación y el desarrollo de modelos científicos y cambios culturales, para el desarrollo institucional de capacidades locales y de apoyo a la formulación de políticas públicas.
Por lo mismo, el Programa busca fortalecer las capacidades técnicas de las instituciones nacionales y regionales responsables de procesos de adaptación. Esto debe conducir a la construcción y actualización de escenarios prospectivos de los cambios en la aptitud y potencialidad y a un Sistema Interactivo de Información Geoprospectiva, que ayude al diseño de los procedimientos de evaluación de tierras que normen la planeación territorial para la adaptación y, en consecuencia, al desarrollo de capacidades técnicas e institucionales en la formulación y gestión de políticas públicas y modelos de planeación para la adaptación.
Para la conformación de los nodos nacionales cada país integrante del PRICA-ADO lleva a cabo un Foro Nacional, convocando a representantes de las instituciones académicas, de investigación y del estado, que tienen directa relación entre el tema eje de la red: “Adaptación de la agricultura al cambio climático”.
Para cumplir con estos objetivos y apoyar a los países en la construcción de una agenda regional y sus respectivas agendas nacionales, el Programa contempla el establecimiento de tres componentes de acción:
desarrollo y fortalecimiento de las capacidades nacionales y regionales técnico-científicas en los actores de los territorios (stakeholders);
generación y sistematización de información para encarar acciones de adaptación al cambio climático. En particular, se pretende reducir las incertidumbres a través de información relevante para generación de escenarios geoprospectivos en los territorios;
estrategias y políticas públicas acordes a los cambios que se detecten en la aptitud, vulnerabilidad u oportunidades de los escenarios considerados como resultado del cambio climático.
La consultora del IICA finaliza señalando que la RED establecerá espacios de debate entre academia, centros de investigación e instituciones públicas, sobre conceptos, experiencias, metodologías y buenas prácticas de gestión de políticas, creando canales de información y comunicación que posibiliten la óptima utilización de los recursos disponibles. Para ello se pondrá en operación una plataforma de intercambio virtual de debate, información, documentación y buenas prácticas en la región como soporte de la red.
En el corto plazo se pretende realizar la primera reunión del Nodo Internacional de la RED, para establecer la definición de los lineamientos estratégicos que los guiarán, la agenda y la definición del Comité Directivo Permanente. Actualmente, cada país está en el proceso de institucionalizar sus nodos nacionales y de establecer sus propias agendas de trabajo que darán pie a la concreción de los objetivos del PRICA-ADO, situación que se espera concretar antes de diciembre del presente año.
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La vulnerabilidad de la agricultura se debe a la gran dependencia que tiene la productividad y estabilidad de las actividades agrícolas respecto de las variables climáticas, especialmente de la fragilidad en el corto plazo de la propia producción y de los activos de los que depende, frente a episodios extremos de sequías, precipitaciones y vientos. Igualmente, frente al cambio de las condiciones ambientales de largo plazo en las que está inserta, que será más profundo y más pausado, sin descartar cambios abruptos.
De acuerdo con las evaluaciones y los pronósticos más recientes y reconocidos, los cambios de temperaturas y precipitación traerán consecuencias negativas que se verán reflejadas de manera asimétrica en la mayoría de los países. Se prevé que los efectos del Cambio Climático generen un gran deterioro de los suelos agrícolas, erosión, desertificación, degradación y procesos de salinización. Se espera, además, que estos procesos generen cambio en los usos de suelo, convirtiendo muchas de las áreas boscosas y de laderas en áreas de cultivo.
El IICA asume el desafío
El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), haciendo suya la preocupación por este fenómeno en América, ha creado el PRICA-ADO, un programa de cooperación técnica intergubernamental, integral y permanente, que contiene agendas nacionales y una agenda regional para desarrollar competencias y fortalecer capacidades en México, Centroamérica y Colombia, para la gestión territorial de procesos de adaptación de la agricultura a los efectos del Cambio Climático.
En este marco se efectuó en la Ciudad de México, los días 26 y 27 de septiembre último, el Taller Internacional “Adaptación de la Agricultura al Cambio Climático”. En la oportunidad, representantes de gobierno, universidades, centro de investigación y organismos regionales, crearon la Red Científica Técnica del PRICA-ADO que dará soporte conceptual, metodológico y operativo a los esfuerzos de los países integrantes del programa para enfrentar los desafíos que tiene la agricultura ante las alteraciones ambientales.
El Director General del IICA, Víctor Villalobos, destacó en el evento que para adaptar la agricultura a los nuevos desafíos el camino más viable es el de la innovación, ya que así podremos aumentar la productividad, ofrecer más y mejores productos en el mercado y controlar de manera más eficiente y sustentable las plagas y enfermedades. Estas acciones tienen como fin incluir a los territorios rurales y sus habitantes en una dinámica de desarrollo que les mejore su nivel de vida, pero sobre todo para hacer de las políticas públicas, políticas de Estado, agregó.
El reto para el año 2050, dijo, es alimentar a nueve mil millones de habitantes en el mundo con la misma superficie agrícola y menos disponibilidad de agua. A su juicio, hoy estamos frente a un nuevo paradigma de desarrollar una agricultura productiva, sustentable e incluyente socialmente.
La Red del PRICA-ADO, en su Nodo internacional, quedó conformada por Belice, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y República Dominicana; así como por los representantes de organismos internacionales con presencia en la región, como CEPAL, PROTERRITORIOS, CATIE y CIAT.
Para su operación se estableció un Comité Directivo Provisional y la Secretaría Ejecutiva Internacional quedó radicada en el IICA, Oficina México.
El objetivo general de la red es impulsar la articulación entre académicos, investigadores y técnicos institucionales en los distintos niveles administrativos territoriales, desde lo regional hasta lo local, para generar información, desarrollar o fortalecer capacidades y apoyar la política pública en la gestión territorial de los procesos de adaptación.
Para Martha Lucía Alviar, consultora del IICA y líder del Programa del PRICA-ADO, el Cambio Climático implicará una reconfiguración de la geografía productiva de cultivos y variedades, las que se reflejan principalmente en incrementos de producción en algunas zonas y disminución en otras; ampliación o reducción de áreas de cultivo; incrementos en las zonas de afectación de plagas y enfermedades e incremento de la ocurrencia de eventos extremos.
“Todos estos aspectos significan un cambio de escenario que introduce mayor incertidumbre a la producción de alimentos acorde al incremento de la demanda mundial, debido al crecimiento de la población y el ingreso, así como a los cambios en hábitos de consumo. Lo anterior constituye un enorme desafío frente a la necesidad de minimizar los impactos negativos y maximizar sus efectos positivos sobre la productividad de la agricultura”, señala.
La importancia del enfoque territorial
El reconocimiento de la agricultura como un sistema complejo, que va más allá de la producción misma y de los cultivos, incluso, más allá de los sistemas productivos en el marco de los cuales se desarrolla, conduce a la necesidad de abordar las dimensiones espaciales que entrelazan la naturaleza, la población, las formas económicas de aprovechamiento de la oferta ambiental y las condiciones culturales y políticas de la institucionalidad dentro de un territorio.
Asimismo, implica entender el cambio climático como un conjunto de dimensiones ambientales que interactúan en esos mismos espacios territoriales, con cada uno de los componentes que lo conforman.
“Esta complejidad del sistema climático y de las actividades de uso y aprovechamiento del patrimonio ecológico, agrega la consultora del IICA, obligan a ver la adaptación como un proceso de planeación territorial dinámica, donde desde el diagnóstico hasta la prospectiva, deben concebirse con una perspectiva integral”.
Por lo mismo, la estrategia del Programa se centra en un análisis prospectivo y territorial del efecto del cambio ambiental sobre la oferta de los sistemas agroecológicos y su potencialidad, desde un enfoque holístico y sistémico y con la participación de los actores involucrados.
Su planteamiento permite ver la adaptación al cambio climático como una oportunidad de desarrollo de las zonas agrícolas, de acuerdo a sus potencialidades, teniendo presente los desafíos que esto implica. Plantea un análisis de la situación de variabilidad, a través del análisis espacial de los escenarios de cambio climático y la evaluación de los escenarios futuros de la aptitud del uso de las tierras.
Para Martha Lucía Alviar, uno de los aspectos fundamentales dentro de estos planteamientos es que la región y los actores relacionados con el sector agrícola entren en un proceso de acciones orientadas a crear capacidades para la adaptación. Entre estas acciones destaca la de crear estrategias específicas en la generación y uso de información geo-espacial y estadística, de carácter geoprospectivo, que oriente la investigación y el desarrollo de modelos científicos y cambios culturales, para el desarrollo institucional de capacidades locales y de apoyo a la formulación de políticas públicas.
Por lo mismo, el Programa busca fortalecer las capacidades técnicas de las instituciones nacionales y regionales responsables de procesos de adaptación. Esto debe conducir a la construcción y actualización de escenarios prospectivos de los cambios en la aptitud y potencialidad y a un Sistema Interactivo de Información Geoprospectiva, que ayude al diseño de los procedimientos de evaluación de tierras que normen la planeación territorial para la adaptación y, en consecuencia, al desarrollo de capacidades técnicas e institucionales en la formulación y gestión de políticas públicas y modelos de planeación para la adaptación.
Para la conformación de los nodos nacionales cada país integrante del PRICA-ADO lleva a cabo un Foro Nacional, convocando a representantes de las instituciones académicas, de investigación y del estado, que tienen directa relación entre el tema eje de la red: “Adaptación de la agricultura al cambio climático”.
Para cumplir con estos objetivos y apoyar a los países en la construcción de una agenda regional y sus respectivas agendas nacionales, el Programa contempla el establecimiento de tres componentes de acción:
desarrollo y fortalecimiento de las capacidades nacionales y regionales técnico-científicas en los actores de los territorios (stakeholders);
generación y sistematización de información para encarar acciones de adaptación al cambio climático. En particular, se pretende reducir las incertidumbres a través de información relevante para generación de escenarios geoprospectivos en los territorios;
estrategias y políticas públicas acordes a los cambios que se detecten en la aptitud, vulnerabilidad u oportunidades de los escenarios considerados como resultado del cambio climático.
La consultora del IICA finaliza señalando que la RED establecerá espacios de debate entre academia, centros de investigación e instituciones públicas, sobre conceptos, experiencias, metodologías y buenas prácticas de gestión de políticas, creando canales de información y comunicación que posibiliten la óptima utilización de los recursos disponibles. Para ello se pondrá en operación una plataforma de intercambio virtual de debate, información, documentación y buenas prácticas en la región como soporte de la red.
En el corto plazo se pretende realizar la primera reunión del Nodo Internacional de la RED, para establecer la definición de los lineamientos estratégicos que los guiarán, la agenda y la definición del Comité Directivo Permanente. Actualmente, cada país está en el proceso de institucionalizar sus nodos nacionales y de establecer sus propias agendas de trabajo que darán pie a la concreción de los objetivos del PRICA-ADO, situación que se espera concretar antes de diciembre del presente año.
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