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sábado, 23 de noviembre de 2013

Robert Shiller, Nobel de Economía 2013: Los espíritus animales

Robert Shiller, Nobel de Economía 2013: Los espíritus animales

Carlos Goedder
La premiación con el nobel de economía 2013 a Eugene Fama, Lars Peter Hansen y Robert J. Shiller

"por su análisis empírico de los precios de los activos" 

es propicia para rescatar esta serie de dos breves artículos que escribí en 2009,...


...en plena crisis financiera, sobre un libro hecho en coautoría por Robert Shiller, en el cual se señalan elementos psicológicos que interfieren con la racionalidad que esperamos los economistas en la formación de precios y funcionamiento de los mercados. El libro en cuestión se llama Los Espíritus Animales (curiosamente la traducción castellana hecha por Editorial Gestión 2000 mantuvo parte del título en inglés: Animal Spirits: Cómo influye la psicología humana en la economía). Sigue siendo una de las referencias recientes más accesibles y populares de Robert Shiller y ojalá esta reseña motive a investigarla.
LOS ESPÍRITUS ANIMALES
A Clara Rodríguez por su música para piano de Teresa Carreño
“A veces me gustaría ser psicóloga en vez de economista, para tratar de comprender qué ha pasado”.
Anne Krueger, ex directiva del FMI
(El Mundo, 29/III/2009)
En un libro reciente, los economistas George A. Akerlof (premio nobel 2001) y Robert J. Shiller consideran una serie de variables psicológicas descuidadas en el análisis económico convencional. Tales serían los “espíritus animales”[1].
El término “espíritu animal” fue acuñado por John Maynard Keynes (1883-1946) para referirse a variables ajenas al cálculo racional que explican la decisión de invertir. Siguiendo el diccionario económico de The Economist[2], los espíritus animales o “animal spirits” serían“el peculiar nombre que Keynes dio a unos de los ingredientes esenciales para la prosperidad económica: la confianza. Según Keynes, los espíritus animales son una suerte de confianza u ‘optimismo cándido’. Con esto quería decir que para los empresarios en particular, ‘el pensamiento de pérdida que usualmente sobreviene a los emprendedores- como la experiencia indudablemente confirma- es puesto de lado del mismo modo que un hombre sano se aparta de la expectativa respecto a la muerte’.” 
Para Akerlof y Shiller los “espíritus animales” van más allá de la confianza. Ellos adoptan el término para referirse a “los motivos no económicos y las conductas irracionales”. Explicando la etimología y alcance del término, los autores señalan:
“En el uso original del término, usando la forma ‘spiritus animalis’ en latín antiguo y medieval, la palabra ‘animal’ significa ‘proveniente de la mente’ o ‘animado’. Se refiere a la energía mental y vital básica. En economía moderna, los ‘espíritus animales’ han adquirido un significado algo distinto; se trata ahora de un término económico, refiriéndose a los elementos inconsistentes y agitados en la economía. Se refiere a nuestra relación particular con lo ambiguo e incierto”.
Esta es una vertiente en el pensamiento keynesiano más prometedora que otros conceptos como el multiplicador del gasto público que se están poniendo nuevamente en boga. Akerlof y Shiller opinan que “en la visión de Keynes estos espíritus animales son la principal causa por la cual la economía fluctúa como lo hace. Además son la mayor causa del desempleo involuntario”.
Los espíritus animales que los autores consideran que influyen en las decisiones económicas son cinco: la confianza; la equidad; la corrupción y conducta antisocial; la ilusión monetaria y el gusto por las historias.
La confianza se refiere básicamente a la elección por descartar cierta información o hechos que impulsen a dudar. Aún contra evidencia pasada o riesgos actuales, quien confía sigue adelante en su elección. Las decisiones financieras serían hechas sobre la base de tal confianza. La propia palabra “crédito” en el mundo financiero viene de “creer”. Cuando hay confianza colectiva en un mercado hay una actitud inversora en instrumentos financieros, mientras que la desconfianza genera un mercado bajista, proclive a la venta y donde masivamente se prefiere desprenderse de acciones, bonos o depósitos bancarios.
El concepto de intercambio equitativo sobrepasa la visión tradicional sobre transacciones económicas. El análisis superficial considera que todo intercambio voluntario ya es en sí mismo equitativo. Mas una perspectiva sociológica sobre las transacciones sugiere que hay una dimensión subjetiva en las operaciones comerciales donde se busca un equilibrio entre las partes en temas como pueden ser el status social, la sujeción a las normas y lo ético.
La corrupción y mala fe en los mercados financieros catalizaría recesiones en el conjunto de la economía. En las recientes recesiones de Estados Unidos de América[3] se aprecia que hay cambios en las actitudes colectivas haciéndolas más tolerantes a conductas oportunistas en el mundo financiero. Adicionalmente a este cambio cultural, está el surgimiento de tecnologías novedosas que pueden motivar a algunos a sacar provecho. 
Mientras he estado leyendo el libro me he encontrado con un par de artículos que guardan relación con este punto de corrupción y su psicología:
  • Los salarios correspondientes a empresas financieras tienden a elevarse en épocas que hay menor reglamentación sobre la industria financiera. Los sueldos en el sector financiero estaban en línea con los de las otras industrias entre 1948 y 1982. Cuando a partir de la década del 80 se suavizan las normativas financieras y surgen nuevas tecnologías comienzan a incrementarse los salarios en la industria financiera, al punto que en 2007 equivalían, en media, a 181% de la remuneración en otros sectores. Las nuevas tecnologías financieras demandarían gente más calificada y costosa para lidiar con ellas, mas el incremento salarial también podría explicarse por el aprovechamiento que algunos hicieron de la confusión que acompaña a las innovaciones[4].
  • Un estudio sobre conductas contrarias a la ética en las organizaciones considera que hay “trampas psicológicas” que distorsionan la percepción sobre lo correcto e incorrecto. Ellas incluyen la obediencia ciega al superior corrupto, la intolerancia a cuestionarse uno mismo antes de actuar y las trampas defensivas cuando el oportunista justifica que su conducta es válida porque otros harían lo mismo (“efecto del falso consenso”). Los autores del trabajo incluso sugieren que la organización cuente con psicólogos que sirvan de apoyo y conciencia independiente ante situaciones ambiguas donde operen estas “trampas”[5].
Como señalan Akerlof y Shiller, el nobel Gary Becker ha trabajado desde 1968 en este punto de cómo racionalmente se puede elegir una conducta corrupta. El peligroso resultado es un equilibrio donde todos creen individualmente que ganan y colectivamente se están perjudicando. Ocurre que estas variables como confianza, equidad y corrupción tienen su propio efecto multiplicador sobre el PIB y el ingreso nacional.  
En las siguientes entregas elaboraré sobre los otros dos espíritus animales y el resto de la obra.
LOS ESPÍRITUS ANIMALES (Parte 2)
A Carolina. Ningún escrito mío alcanzará la perfección de su amor
Esta entrega continúa comentando sobre los “espíritus animales”, esas variables psicológicas cuyos efectos se dejan sentir en el comportamiento general de la economía. Junto a la confianza, el intercambio equitativo y la corrupción que ya describí en un artículo previo, los otros dos “espíritus animales” serían la ilusión monetaria y el gusto por las historias.
En este comentario la referencia continúa siendo el libro Animal Spirits de George Akerlof y Robert Schiller (Princeton University Press, 2009).
La ilusión monetaria sería un error en el pensamiento, mediante el cual las personas olvidamos el poder real de compra que tiene el dinero y nos fijamos sólo en su magnitud. Al recibir un aumento de salario en economías inflacionarias muchos se dejan guiar por la ilusión de que están mejor cuando en realidad el incremento es incapaz de compensar la subida general en los otros precios. Al contrario de este escenario, está el caso en que ocurre deflación, en el cual los precios generales caen; difícilmente alguien aceptaría una rebaja en el sueldo durante una deflación, aún cuando el poder de compra resultante quedaría inalterado – porque todo está más barato y se podrá seguir comprando lo mismo que antes.
El papel del dinero como unidad de cuenta es precisamente el eje de la ilusión monetaria. Se nos hace más fácil pensar en términos de cantidades monetarias que de los bienes y servicios que ese dinero puede comprar.
El tema del gusto por las historias es otra variable que tiende a descuidarse en análisis económico convencional. Más que en cifras y hechos, la tendencia psicológica es guiarse por relatos de cómo las cosas ocurren, especialmente si tales interpretaciones provienen de fuentes que se consideran fiables. La confianza en la situación económica eventualmente tiene que ver con las historias que cuentan ciertos líderes políticos, con las versiones que circulan sobre personajes que se han enriquecido y las noticias sensacionalistas sobre grandes éxitos empresariales. Un ejemplo es lo que ocurrió durante el boom de Internet, en el cual se propagó la creencia de que se estaba entrando en una nueva era económica y que el dinero casi crecería espontáneamente al hacerse negocios relacionados con el comercio electrónico.
Este ambiente que se genera mientras cunden historias sobre éxito y prosperidad económica tienen que ver con un concepto elusivo también en terminología económica convencional. Se trata de la “economía recalentada” (overheated economy). Citando a Akerlof y Shiller:
“El término economía recalentada de la manera en que lo usaremos, se refiere a una situación en la cual la confianza ha ido más allá de los límites normales, en la cual una fracción creciente de personas ha perdido el escepticismo habitual sobre la perspectiva económica y están listos para creer historias sobre un nuevo auge económico. Es un período en que el gasto descuidado por parte de los consumidores se convierte en la norma y cuando algunos emprendedores realizan inversiones malas, respecto cuya solidez no se sienten del todo seguros y simplemente esperan que alguien se las compre. Es una época en que la corrupción y la mala fe se incrementan, dado que se apoyan en la conducta confiada por parte de la gente y en una actitud apática por los supervisores gubernamentales. (…). También es una etapa en que la gente tiene presión social de consumir a un nivel elevado porque ven a los demás haciéndolo, no quieren verse rezagados y se despreocupan por tales niveles de gasto porque sienten que los otros tampoco se inquietan”.
Este tipo de “recalentamiento” podría haber caracterizado la década entre 1995 y 2005, al igual que algo semejante precedió la Gran Depresión de 1930.
Las dos más profundas crisis económicas en Estados Unidos de América tuvieron aspectos explicables mediante los “espíritus animales”.
  • La crisis de la década de 1890 contiene elementos de importante desconfianza hacia las instituciones bancarias, especialmente cuando se estaba estableciendo el bimetalismo – respaldo tanto con oro como plata de los billetes en circulación. Adicionalmente había un sentimiento de injusticia en la distribución de riqueza entre trabajadores y empresarios, al punto que en 1894 hubo 1.400 huelgas involucrando a 500.000 trabajadores. La ilusión monetaria resultaba también patente, motivando que un economista, John Bates Clark[6] (1847-1938), crease en 1895 el concepto de tasa real de interés, descontando la inflación al tipo de interés nominal. En aquella crisis la bolsa se derrumbó 27% en los 14 meses precedentes a julio de 1893, el índice de precios cayó 18% entre febrero de 1893 y diciembre de 1894; el desempleo pasó de 11.7% a 18,4% en 1894, sin caer por debajo del 10% hasta 1899. La gente de aquel tiempo se dejó guiar por historias sobre pánicos bancarios en 1873 y 1884, al igual que hoy día algunos apelan a la crisis de 1930..
  • La Gran Depresión de 1930 fue mundial. En el caso de Estados Unidos el desempleo pasó de 10% en noviembre de 1930 a 25,6% en enero de 1931. Los precios cayeron 27% entre octubre de 1929 y marzo de 1933. Aún con la deflación los sindicatos se mantuvieron renuentes a negociar bajas salariales. Se mantenía la percepción sobre injusticia distributiva, estando el comunismo como alternativa atractiva. La desconfianza generalizada sacó de circulación el dinero para inversionistas y emprendedores. Y más que gasto público, lo que sacó al país de aquella crisis fue una gradual recuperación de confianza y orgullo nacional, especialmente con la Segunda Guerra Mundial.
El mayor papel en la crisis actual está en una institución creada en 1913 tras la amarga experiencia de 1890: el Banco Central Estadounidense (Fed). Al fundarse su principal función se concebía como prestamista de último recurso para bancos con problemas. Tal papel resultaría más importante ante una desconfianza generalizada que las operaciones de mercado abierto para rebajar las tasas de interés, que nunca podrán caer por debajo de cero.


[1] AKERLOF, George A. y Robert J. Shiller. Animal Spirits. Princeton University Press, 2009.
[2] C.f. www.economist.com sección “Economics A-Z”.
[3] Akerlof y Shiller consideran tres episodios: la quiebra de las entidades de ahorro y préstamo (Savings and Loan Associations) en 1991; Enron en 2001 y las hipotecas y titulizaciones subprime de 2007.
[4] WOLF, Martin. “Cutting back financial capitalism is America’s big test”. FT, 14/IV/2009.
[5] HOYK, Robert y Paul Hersey. “The Root Causes of Unethical Behavior”. Graziadio Business Report. 2009, Volume 12, Issue 2. Pepperdine University.
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