En la antigua Grecia, los pensadores, que realizaron aportes de gran valor en el estudio de diferentes ciencias, no dedicaron mayor tiempo al análisis de los hechos económicos.
Una posible razón de tal desinterés podría ser el origen mismo del término “Economía”. Etimológicamente, proviene del griego Oikonomia, cuya creación se atribuye al historiador, filósofo y militar Jenofonte (431-354 AC), quien además fue discípulo de Sócrates. Oikos significa Casa y Nomos quiere decir Ley, Norma o Administración, de manera tal que se puede inferir que la economía probablemente ocupaba un espacio secundario en el pensamiento helénico y se limitaba a las cuentas hogareñas.
En rigor, el análisis económico en las denominadas Ciudades Estado (Polis) y zonas rurales de Grecia, encuentra un obstáculo insoslayable como la esclavitud, cuya existencia anula la investigación de temas claves de la economía como los salarios y los costos de producción.
Sin embargo, Aristóteles (384-322 AC), dentro de su vasta producción intelectual, se refirió a determinados asuntos que, con el transcurso de los siglos, han mantenido indiscutible actualidad.
En primer término, según relata John Kenneth Galbraith en su libro Historia de la Economía, la mirada de Aristóteles apuntó a los precios, a la naturaleza del lucro y del interés. Se preguntó si los precios eran justos, si a cambio de algún bien o servicio se requería la cantidad adecuada de dinero. Atenas, por entonces, acuñaba la tetradracma de plata, que era la moneda más apreciada de Grecia.
El planteo sobre los precios sería uno de los ejes centrales del pensamiento económico en los dos milenios siguientes. En efecto, una parte muy importante de la doctrina económica, históricamente se ocupó de explicar que el precio de mercado –que resultaría de la interacción de oferta y demanda- tenía una justificación superior a cualquier preocupación ética.
Habiendo identificado la naturaleza de la moneda y de la acuñación, pasó a considerar el lucro, que en su forma pura le resultó abominable (empero justificó la reducción a la servidumbre del extranjero y no lo consideró sujeto sino objeto de la economía) y en el Libro I de La Política señala: “Hay hombres que convierten cualquier cualidad o cualquier arte en un medio de hacer dinero, lo toman por un fin en sí y creen que todo debe contribuir a alcanzarlo”.
Galbraith cree que un gran ejemplo moderno de ese razonamiento lo constituye, indudablemente, el joven operador financiero que dedica todos sus esfuerzos personales y toda su conciencia al lucro pecuniario y que mide por los resultados su logro personal y afirma: “Quizá convendría que en Wall Street leyeran a Aristóteles.”
En lo que se refiere al desarrollo comercial, se preocupó, como los romanos que le sucedieron, en formular sugerencias en materia de organización y prácticas agrícolas.
Por otra parte, Aristóteles narra en La Política, una anécdota de Tales de Mileto que da cuenta de la existencia de Opciones, que hoy conocemos como contratos en los que se pactan a futuro, ventas de materias primas, metales, acciones o moneda extranjera, entre otros instrumentos disponibles.
Aristóteles narra en La Política, una anécdota de Tales de Mileto que da cuenta de la existencia de Opciones, que hoy conocemos como contratos en los que se pactan a futuro, ventas de materias primas, metales, acciones o moneda extranjera, entre otros instrumentos disponibles.
Cuenta Aristóteles que un invierno, Tales advirtió, por medio de sus investigaciones meteorológicas, que la cosecha de aceitunas del otoño siguiente sería excelente y, motivado en demostrar la utilidad de sus estudios, visitó a todos los propietarios de prensas de aceitunas de la zona.
Con el escaso dinero que llevaba consigo, los convenció para que tomaran un depósito que le permitiera tener una opción al uso de las prensas cuando llegase el otoño. La cosecha resultó ser como Tales pronosticó y los agricultores debieron pagarle la cifra que él fijó para usar las prensas.
Si nos detenemos a observar como funcionan hoy estos mercados, tomando como ejemplo la tonelada de trigo, que a principios de enero de 2011, vale alrededor de 162 dólares en el Mercado a Término de Buenos Aires y que se la negocia para el mes de julio en 201,50 unidades de esa moneda (es decir, se proyecta una suba cercana al 21%), deduciremos que, aunque con otro volumen de operaciones e información, la estructura del negocio, con el riesgo como elemento preponderante, no se diferencia tanto de la descripta por Aristóteles.
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