Desarrollo histórico
En el desarrollo de la Humanidad ésta ha dado dos saltos cualitativos de gran trascendencia en su evolución histórica:
1.- El primero se produjo durante el Neolítico con la consolidación de la actividad ganadera y agrícola, lo que supuso capturar la energía solar a través de la actividad agropecuaria (El cultivo es un embalse solar y el rebaño una turbina). Con la agricultura y la domesticación de ciertos animales, la humanidad dejó de depender de los excedentes de producción de los sistemas naturales obtenidos en recolecciones más o menos azarosas y no siempre abundantes, logrando así administrar stocks alimenticios por primera vez en su historia. Con esta revolución el hombre deja de ser una pequeña especie más que ocupa su nicho en la biosfera para convertirse en una especie prepotente, capaz de aumentar constantemente su stock demográfico por encima de cualquier previsión ecológica y capaz de ir aumentando sus consumos extrasomáticos de energía encaminados, no a la supervivencia estricta sino a la creación de artificios culturales.
2.- El segundo gran salto se produjo entre el siglo XVIII y XIX con la Revolución Industrial al poder capturar la energía fósil, dejando así de depender únicamente del Sol a través de las plantas y recurrir a un sol fosilizado en el carbón mineral y el petróleo. Con esta revolución se produce el desarrollo de la tecnología. En el siglo XVIII no se inventan las máquinas sino los motores, las máquinas se conocían desde muy antiguo, lo novedoso fue la creación del motor. Con Newton se formularon los conceptos de la física teórica y de la mecánica clásica y con Sadi Carnot en 1824 ya se insinuaron los principios de la Termodinámica. Fue la existencia del carbón y después del petróleo lo que permitió pasar de la máquina al motor[1].
Entre ambas revoluciones se va produciendo un alejamiento entre el mundo físico y el desarrollo del pensamiento económico. Este alejamiento está directamente relacionado con la revolución científica y su visión mecanicista y unificadora del Universo. Estas ideas ponen de manifiesto que el mundo de los elementos naturales no cabe dentro del estudio de lo económico, a él solo pertenecen las cosas que sean producibles, valorables e intercambiables, por eso podemos afirmar que en el análisis histórico de la relación y separación entre economía y medio ambiente nos vamos a encontrar con tres cuestiones principales:
1.- El medio ambiente como concepto cuestiona seriamente los dos marcos principales de la teoría económica: La teoría subjetiva del valor y la teoría del trabajo socialmente necesario. Estos dos marcos serán uno de los ejes principales que expliquen el alejamiento entre el mundo físico y el económico.
2.- Las dificultades en la evolución de la economía tradicional al intentar introducir elementos ambientales en una ciencia no definida para ello.
3.- La utilización del instrumental metodológico, por parte de los neoclásicos en especial, para intentar explicar los fenómenos económicos no es más que un maquillaje que se olvida de las relaciones de la economía con su entorno natural[2].
Como ya hemos comentado al inicio, el Neolítico supuso el primer gran paso de la Humanidad, un paso que supuso la distorsión de las cadenas tróficas y de las pirámides de biomasa con la introducción forzada de excedentes en los sistemas naturales generando un proceso que no estaba previsto en los mecanismos ecológicos. Un paso posterior a la aparición de las comunidades tribales, donde existía una propiedad[3] comunal y una actividad económica primitiva, fue la aparición de la propiedad privada[4] y con ella el desarrollo del comercio y la posibilidad de acumular riqueza[5].
Antes del siglo XVIII la economía no existía como rama del conocimiento y lo económico no se separaba de las leyes propias de la religión y la moral, Su visión del mundo era organicista y religiosa, y se consideraba que la sexualidad religiosa era el origen de la acción productiva de la naturaleza. La unión de la Tierra (Madre) y el Cielo (Padre) era el origen de los animales, las plantas y los minerales. Se creía que todas las cosas estaban dotadas de vida, incluso los minerales, que se suponía que crecían en la matriz de la Tierra. Los seres humanos no podían alterar sustancialmente la creación de riqueza, sólo podían acelerarla emulando a la Tierra mediante el rito, y por ello el trabajo tenía un carácter litúrgico[6].
Pero desde antiguo ha existido la preocupación de intentar definir el concepto de la actividad económica y los diferentes elementos que la caracterizaban.
Así en el mundo griego Píndaro ya planteó la problemática de un concepto como el valor con su paradoja: Las joyas a pesar de carecer de valor eran caras y el aire que es muy valioso es sin embargo un bien gratuito.
Platón tenía una visión organicista del mundo que quedó expuesta en su obra equiparando al mundo con un gran organismo cuyas partes estaban dotadas de vida y sometidas a procesos de generación y degradación. Desde esta perspectiva no sólo el reino animal y vegetal, sino también el mineral, se veían sujetos a crecimiento, llegándose a pensar que el hombre con apoyo de la ciencia, podía acrecentar y orientar en beneficio propio los frutos producidos por la naturaleza. En esta creencia se apoyaba el concepto del crecimiento del propio planeta. Es decir la producción era algo ligado a la tierra.
Pero fue Aristóteles el primer economista analítico que planteó los problemas económicos que han estudiado los pensadores posteriores. Sus ideas pueden condensarse en tres puntos: La determinación del campo de la economía, el análisis de la circulación y la teoría monetaria.
Para Aristóteles la economía se dividía en dos partes: La economía como ciencia de la administración doméstica [7] y la ciencia del abastecimiento que trata del arte de la adquisición, lo que supuso analizar el arte de la adquisición por medio del cual se satisfacen cada vez mejor las necesidades del hogar. Aristóteles distingue entre una forma natural, la rama de la economía doméstica dedicada a satisfacer las necesidades naturales del hombre y otra antinatural. Es sus estudios distinguió entre el valor de uso y el valor de cambio. En el proceso de cambio se utiliza un medio para facilitarlo que es el dinero. En este proceso Aristóteles considera natural el uso del dinero para el cambio, pero es antinatural si se utiliza para acumularlo y mantenerlo a través del interés (usura) ya que por naturaleza es estéril[8]. Es decir se circunscribe el arte de ganar dinero dentro de una ética, ésta será retomada por la doctrina cristiana para considerar los aspectos más negativos del comercio (El lucro por el lucro, la usura, ...)
Otra diferenciación que establece en su libro Política es la existente entre economía y crematística:
- Economía es el estudio del abastecimiento material del OIKOS (casa particular) o de la Polis (ciudad).
- Crematística es el estudio de la formación de los precios en el mercado.
- Aristóteles consideraba que el abastecimiento de las ciudades o del hogar no tenía que ser regulado por los precios, lo que suponía defender el sentido de la palabra economía (lo natural) frente a la expansión del comercio (lo antinatural) y el cambio que éste implicaba en las relaciones humanas. Para Aristóteles[9], la palabra economía tenía el mismo significado que hoy día tiene la palabra ecología humana[10].
Respecto de la propiedad, respeta la propiedad privada, pero el mejor sistema es el que combina la propiedad privada con la comunal[11].
La sociedad cristiana asume e integra en sus enseñanzas morales las ideas económicas siguiendo la tradición ética de Aristóteles. Los canonistas aceptaron la distinción aristotélica entre la economía natural del hogar y la antinatural de la ciencia del abastecimiento. La economía es un conjunto de preceptos morales encaminados a conseguir la buena administración de la actividad económica, condenando la avaricia, la codicia o la usura. Su dificultad estaba en establecer preceptos sobre prácticas antinaturales que no se podían abolir, por eso las ganancias que se obtenían en el comercio eran recompensas del trabajo, su justificación dependía de si el cambio que se había efectuado era justo, es decir formulaban “El principio del justo precio” apartarse de él era infringir el código moral. La economía no excedía los límites del comportamiento moral.
Respecto de la propiedad no admitían los derechos ilimitados que concedía el derecho romano, sino que existía una obligación en interés de la comunidad[12].
Respecto del dinero la postura se fundamenta también en Aristóteles, así Santo Tomás aceptó la opinión de que el dinero nace como un medio para facilitar el cambio legítimo (natural) cuyo único objeto es la satisfacción de las necesidades de los consumidores. La esterilidad era su esencia natural y la usura que lo hace fructificar es antinatural.
En el siglo XVI, con los descubrimientos de nuevas tierras y el desarrollo de la navegación, se desarrolla lo que se conoce como Mercantilismo. El Estado debía ser fuerte para proteger los intereses comerciales y romper las barreras medievales que impedían el desarrollo comercial. La acumulación de oro y plata medía la riqueza de las naciones[13], de ahí que la estimación del dinero fuese común a todos los mercantilistas que identificaban dinero y capital. Pero a su vez la afluencia de metales preciosos contribuyó a la discusión del problema de los precios y la riqueza. Con Aristóteles como precursor, los escolásticos recogen sus ideas de la moneda como símbolo convencional que por sí mismo carece de valor, el valor del dinero no está en función de la preciosidad del metal sino que el Estado le asigna una función de valor y medida de las cosas vendibles.
Autores como Mercado y Martín Azpilicueta son precursores de la teoría que relaciona los niveles de precios al volumen de la moneda en circulación; es decir se inicia la explicación del funcionamiento del precio partiendo de leyes objetivas, lo que hace que el argumento moral y el concepto de precio justo pierdan terreno[14]. Así mismo los citados autores ponen en evidencia que la riqueza no está en los metales preciosos y su acumulación, “que el mucho dinero no sustenta a los Estados ni está en él la riqueza de ellos”[15]. Estas ideas abrían otro campo donde buscar la fuente de la riqueza de los Estados, ahí es donde se inicia la introducción del concepto de producción como base de la nueva ciencia económica.
En este contexto se produce el desmantelamiento de las viejas concepciones del mundo debido al desarrollo de la visión mecanicista. La ciencia es medición y por lo tanto ha de basarse en la matemática. El enfoque organicista perdió su entidad para convertirse en un conjunto de partes que olvidaba su interrelación para, a través de un análisis parcelario, obtener los rasgos de un comportamiento mecánico. Esta condición de aditividad supone que las partes son homogéneas e independientes o están vinculadas a través de relaciones lineales. Esta visión y su uso de la matemática se empezaron a aplicar a fenómenos biológicos y sociales. Por lo tanto las ideas de Copérnico se vinculaban a una visión mecanicista donde la Tierra ya no era el centro del Universo y el hombre quedó a su vez desplazado de la posición central que tenía, ahora el hombre con la ayuda de la ciencia y la técnica podía construir un entorno a su voluntad.
La actividad económica se realiza cada vez menos de acuerdo con las leyes teológicas de lo que “debería ser”, es decir el pensamiento económico inicia su desarrollo abandonando su origen canónico.
El desarrollo de las ideas económicas en el siglo XVIII supone el paso del capitalismo comercial al capitalismo industrial y acompañarían a esta transición tres corrientes de pensamiento[16]:
- La corriente filosófica del radicalismo que abandona su origen canónico.
- El progreso del pensamiento económico a partir del mercantilismo.
- El sistema fisiocrático desarrollado en Francia.
La idea de sistema económico como un todo ordenado, sujeto a leyes propias e independiente de la moral, y parte integrante de un Orden Natural (La naturaleza es el patrón de todo) se va abandonando al aplicar la visión mecanicista, ya citada, a todos los rincones del mundo orgánico. Así el Derecho Natural[17] dejaría de apoyarse en la naturaleza en general para hacerlo en la naturaleza humana y la ley pasaría a regular los deberes que imponía la sujeción al Orden Natural para velar por los derechos humanos, lo que supone un desplazamiento desde el naturalismo jurídico al humanismo jurídico[18].
La formulación y consolidación de la idea del sistema económico como un sistema coherente sujeto a leyes propias e independientes de lo moral, se consolidó con la obra de los fisiócratas franceses y de Adam Smith.
Como precedente podemos citar a W. Petty (1623-1687), ya que con él toma cuerpo la idea de ciencia como medición aplicada al campo económico. Esta idea está inserta en el desarrollo de las ciencias físicas (Newton) y además unió este concepto al conocimiento y explicación de los problemas prácticos de su tiempo.
Con su conocida frase, llamada ecuación natural, de la generación del valor “El trabajo es el Padre y el principio activo de la Riqueza y las Tierras son la Madre”[19], sienta los dos pilares que son factores originarios de la producción y que se desarrollarán en autores posteriores, ya que durante todo el siglo XVII y XVIII los pensadores mantendrán este binomio, variando entre ello solamente el peso atribuido a cada uno de los dos elementos. Dentro de su búsqueda sobre el concepto de medición, lo que supondría una teoría de valor, aplicado al campo económico relacionó la tierra y el trabajo, poniendo en equivalencia el terreno y la jornada de trabajo de un hombre para obtener su alimentación diaria. El coste de la mercancía es la suma de las cantidades de tierra y trabajo que entran en su producción[20].
Otro precursor como Nicolás Barbon, acepta la noción de riqueza como un producto de la naturaleza, y entiende que es perpetua y no se agota ya que aumenta naturalmente. “Cada año hay una nueva primavera y un nuevo otoño que producen una nueva provisión de plantas y frutos”[21]. La naturaleza es vista como algo infinito e ilimitado, por lo que la apropiación de sus productos también lo es.
Los fisiócratas[22] se desprenden del concepto religioso de lo económico, pero mantienen la visión organicista, con ellos se inicia la visión de lo económico como un sistema. La idea fundamental es la de un sistema enraizado con el mundo circundante, existe un “Orden Natural” en la sociedad parecido al que rige la naturaleza física. Este orden es “ un orden objetivamente dado al margen de la voluntad y de las posibilidades de intervención de los hombres, mientras que el orden de la sociedad existe en cuanto los hombres lo quieren”[23].
A su vez la noción de riqueza es una noción física basada en una idea de materialidad, de ahí que la clase agrícola fuese la clase productiva por excelencia. En este contexto la economía estudia el intercambio con el medio ambiente natural y social, en la medida en que este intercambio tiene como resultado proporcionarle medios para la satisfacción de las necesidades materiales[24]. La naturaleza era la fuente de valor porque era la única capaz de suministrar el alimento, la madera y minerales que a la sazón eran escasos.
Distinguían tres actividades productivas: La agricultura, la pesca y la minería. La introducción de esta última se debía a la creencia de que la Tierra generaba continuamente nuevos materiales, dentro de su visión organicista, de forma dejando descansar a una mina agotada ésta podía volver a suministrar minerales.
El principal representante de esta corriente es Francois Quesnay (1694-1774), que acepta el ideal de Orden Natural de los escolásticos, éste es el ideal de la naturaleza humana, revelado por la humana razón. En su orden natural la agricultura ocupaba la posición central y así lo tradujo a su ideario económico. Para Quesnay la renta neta de la tierra es la única renta neta que existe, y la única que produce plusvalía.
Aquí ya se produce una ruptura con la creencia mercantilista de que la riqueza y su aumento se deben al comercio, ahora se traslada a la producción agrícola el poder de crear riqueza y el excedente disponible para ser acumulado. Los seres humanos podían acrecentar las riquezas descubriendo mediante la ciencia, en el “libro de la naturaleza” los secretos de Dios. Por lo tanto podemos tomar como una idea dominante que la productividad de la que se habla es una productividad física ligada a cosas y no a valores.[25]
Los fisiócratas entendían que el resto de actividades económicas, como la producción de manufacturas, eran útiles, pero a su vez afirmaban que la riqueza necesaria para adquirir los productos manufacturados sólo podía provenir de las actividades que generaban un producto neto (aquellas que incrementaban la producción material).
La razón de la importancia de la agricultura podemos, siguiendo a Schumpeter, resumirla en dos motivos:
- La revolución de las técnicas agrícolas que se estaba produciendo en su época.
- La asociación de los derechos naturales del hombre con la glorificada sociedad primitiva y la asociación de ésta última con las tareas agrícolas.
Quesnay publica en 1758 su obra titulada Tableau oeconomique donde establece de forma simplificada el proceso de circulación y reproducción[26]. Es la primera vez que aparece un sistema económico apoyado en el concepto de producción[27] y gasto. Fue el primer método arbitrado para expresar una concepción explícita de la naturaleza del equilibrio económico .
En este sistema, como ya hemos señalado, era dominante la tierra como fuente de riqueza, Quesnay afirmaba “El suelo es la única fuente de riqueza” al igual que un precursor suyo, Boisguillebert escribía “De ninguna manera es necesario hacer milagros sino sólo cesar de estar continuamente violentando la naturaleza: Laissez faire la nature et la liberté ”.
Otro punto de partida importante en su análisis económico es la división del trabajo en dos categorías:
- El productivo, es decir el único capaz de crear un excedente y que asigna a los agricultores.
- El estéril, es decir el que consume todo lo que produce sin poder crear un excedente. Esta clase es la formada por artesanos y comerciantes.
Era en la agricultura donde esta diferencia se evidenciaba de forma más clara. Aquí lo que se consume más lo utilizado como semilla es menor que lo que se obtiene de la tierra, eso es el excedente (producto neto)[28]. Los fisiócratas “consideraban que la ciencia económica debía orientarse a conseguir la mayor reproducción posible, mediante el conocimiento de los resultados físicos que asegurase la recuperación de los recursos invertidos”[29].
Su noción de producción se basaba en una visión organicista del mundo [30] donde la idea de producción se aplicaba al mundo vegetal, animal y mineral. Frente a este carácter orgánico empieza a materializarse la idea de que el hombre podía intervenir colaborando con ese Orden Natural para controlar y aumentar la producción mediante el trabajo.
La agricultura era el campo más apropiado para la producción de riqueza ya que se consideraba que el trabajo de la tierra era el único que creaba grupos orgánicos independientes, mientras que los demás sólo se limitaban a modificar cuerpos existentes con anterioridad, por eso Quesnay incluye como producciones útiles la agricultura, la minería y la pesca, ya que son los que generaran un excedente de productos después de reponer los medios necesarios para obtenerlos[31].
Dentro de este pensamiento fisiócrata se podía lograr “el crecimiento ilimitado de la producción, la población y el consumo, basado en la creencia del continuo crecimiento de la riqueza generada por la Tierra e incluso de la Tierra misma”[32].
Así Linneo en 1737, en su “Discurso sobre el crecimiento de la tierra habitable” aún creía en que era posible acrecentar las “riquezas renacientes” sin deteriorar los “bienes fondo”, y nació la ciencia económica con el empeño de gestionar este crecimiento medible a la vez en términos físicos y monetarios. El nacimiento de la agronomía con sus experiencias apoyaba esta idea de crecimiento físico de las riquezas renacientes (o renovables) con el de su valoración monetaria.
Evidentemente esta concepción se fundamentaba en su falta de conocimientos sobre el cómo y el porqué tenían lugar los procesos de generación, pero hasta este momento las ideas sobre economía y producción aún estaban fijadas al mundo físico, pero el camino hacía la disociación entre la economía y el mundo físico se estaba gestando. Al concepto de la tierra se le unió el concepto de trabajo como fuente de riqueza y esto supuso iniciar un nuevo concepto sobre el sistema económico que cada vez se alejaría más del mundo físico donde nació.
Los fisiócratas consideraban más importante el valor de uso de las mercancías que el valor de cambio (valor monetario), aunque éste segundo lo aceptaban, ya que era el que otorgaba carácter de riqueza a las mercancías, aunque a su vez no consideraban posible que la riqueza pudiera separarse de forma permanente de su soporte físico. Por lo tanto en los fisiócratas existen dos niveles de análisis[33]:
- Por un lado tratan de acrecentar los valores de uso, es decir, se preocupan por el carácter utilitario de la producción.
- Por otro lado, razonan en términos monetarios, de valor de cambio, ya que en esos momentos no tenían otro medio de evaluación que el dinero.
El legado fisiócrata consistió en una “ noción de sistema económico en términos de estructura interconectada e interdependiente, y una gama diversa y luminosa de conceptos, como los de un derecho natural que regula el comportamiento económico, la preeminencia intrínseca de la agricultura, el laissez faire, el producit net, Le Tableau economique...”[34]. Sus ideas de producción y crecimiento están estrechamente vinculadas al mundo físico. Para Quesnay producir no era simplemente revender con beneficio, sino acrecentar las “riquezas renacientes” sin menoscabo de los “bienes fondo”, lo que se traducía también en un crecimiento de las rentas monetarias a ellas vinculadas. El objetivo del crecimiento era el crecimiento sostenible de las riquezas renacientes y de los ingresos y rentas derivados, siendo las actividades relacionadas con este crecimiento productivas, en contraposición de aquellas que aunque permitían vender con beneficio fueron calificadas como improductivas[35].
El advenimiento de la sociedad industrial supuso un paso de gigante al consagrar la fuerza de las máquinas, el valor de la energía puesta a trabajar de forma controlada. En esta época coinciden dos hechos:
- El hundimiento de la aristocracia agraria que supuso el fin del poder agropecuario.
- El imperio de la ciencia y la tecnología que hace que las filosofías antropocéntricas vayan cayendo. En el XVIII se avanzó en el conocimiento del planeta llegando al acuerdo sobre las dimensiones de éste y sobre las dimensiones estables de los continentes y el avance de la química y mineralogía invalidó las antiguas creencias de crecimiento de los minerales en el seno de la tierra.
El principal representante de estos momentos y padre de la economía moderna es Adam Smith (1723-1790), que en su obra enlaza con los fisiócratas, comprobando que en economía la ruptura con el paso del tiempo no supone la eliminación de los conceptos básicos del pensamiento económico. Esta frase de A. Smith referente a los fisiócratas es un enlace de continuidad en la evolución del pensamiento económico[36]. “Este sistema.... con todas sus imperfecciones es quizá, la mejor aproximación a la verdad que haya sido publicada hasta la fecha sobre el tema de la economía política.”
Como enlace con el pensamiento anterior podemos resaltar tres elementos:
· Su idea sobre el Orden Natural, que considera superior al inventado por el hombre, toda sociedad inteligente debe actuar en armonía con los dictados del orden natural, lo que muestra dicha continuidad. La ley natural es superior a la humana y es la más ventajosa para el hombre. Por lo que es entronizado como elemento dinamizador del orden social.
· El concepto de produit net de los fisiócratas que acepta pero que variará notablemente en sus componentes y consecuencias.
· Su aceptación de la “anticipación” del capital.
Pero el desarrollo de su pensamiento económico supone el inicio del desequilibrio de la ecuación natural de Petty hacía su componente más advenedizo: El trabajo. Afirmaba que el trabajo anual de cada nación es el fondo que la surte originalmente de todas aquellas cosas necesarias y útiles para la vida que se consumen anualmente en ella. El trabajo, que inicialmente pretendía acelerar y perfeccionar la obra de la naturaleza, pasa a suplantarla como creadora de riqueza[37]. El trabajo se convierte así en el recurso natural más importante, el incremento de la riqueza depende de la progresión en la productividad del trabajo, que a su vez, es consecuencia de la división del trabajo.
Él piensa que el producto anual del trabajo y de la tierra sólo puede aumentarse por dos caminos: El adelanto de las facultades productivas del trabajo útil o por el aumento en la cantidad de este trabajo, que resultan de la habilidad del operario y de la maquinaria, dependiendo en última instancia del capital que lo mantiene y emplea.
La habilidad y productividad del trabajo surgen de la división de éste y aumenta su capacidad productiva debido a[38]:
· La máxima habilidad que desarrolla si sólo se especializa en una función.
· A menor número de operaciones menor tiempo consumido en el paso de una actividad a otra.
· Así es más fácil encontrar una máquina que sustituya o mejore una sola actividad ligada a una sola operación[39].
Aún aceptando el carácter productivo de la tierra, resabio fisiocrático, agrega como productivo el industrial y el comercial afirmando que es mayor que el agrícola. El concepto de producción se va modificando ligado a un cambio en el concepto de riqueza.
Adam Smith define la riqueza como “todos los productos materiales necesarios, útiles o agradables al hombre que no le han sido dados en cantidad ilimitada por la naturaleza y que le exige ciertos esfuerzos para producirlos o apropiarse de ellos”. Esto supone la introducción de conceptos como: Útil, escaso y esfuerzo (trabajo).
Si a lo anterior unimos su concepto de trabajo productivo como “aquel que toma cuerpo en un objeto que deja huella de sus actividades y cuyo producto puede venderse o cambiarse”[40] y su concepto del valor de una cosa que “Es para quien lo posee y piensa en cambiarlo por otro, igual a la cantidad de trabajo que puede adquirir. El trabajo es la medida real del valor de cambio de toda clase de bienes”[41]. El valor de las cosas está en proporción a la mayor o menor cantidad de trabajo que exija su producción[42].
Con todo lo anterior, podemos darnos cuenta del giro que estaba experimentando la base sobre la que se sustentaba el sistema económico, dejando de un lado el mundo físico donde nació, para pasar a la utilización de conceptos no ligados a ese mundo. Aún hay cierta ligazón con el mundo físico (Objeto, producto como valor de uso) pero se está pasando a tomar como productivo sólo aquellas actividades que son elaboradoras o apropiadoras, es decir el trabajo (que no produce materia en su concepto físico) es el que se convierte en fuente de riqueza y de valor (Prima el concepto de Valor de cambio, que es un elemento social y abstracto). La cantidad de trabajo incorporado a cada mercancía es la medida de su valor. Las ideas de producción y de crecimiento se desvinculan del contexto físico originario para circunscribirse al mundo monetario, de este modo producir acabará siendo equivalente a revender con beneficio.
Como un paso más en la ruptura con los fisiócratas y el mundo físico está su consideración sobre el producit net, mientras que aquellos lo consideraban como un don o regalo de la naturaleza, A. Smith lo considera como el valor añadido por el trabajador a las mercancías, es decir es producto del trabajo y no como un don de la naturaleza por lo tanto el trabajo productivo es aquel que añade o crea valor y no como aquel que genera un excedente en el sentido fisiócrata[43].
Pero la ruptura era aún más profunda por el cambio que suponía la división del trabajo. Adam Smith consideró que era una panacea, bastaba dividir el trabajo para que la riqueza creciera en proporción geométrica, pero él mismo se dio cuenta que la producción no puede crecer si no lo hace el consumo, de nada sirve producir algo si no existen consumidores para ello, el crecimiento de la población exigía a su vez el crecimiento del mercado. Esto supuso la despersonalización[44] de la producción frente al viejo trabajo artesanal, frente a una producción que obedecía a una demanda concreta, aparece una producción que exige que el consumo se le someta, con lo que se transforma en despersonalizada e ilimitada. Este nuevo consumidor artificial es el mercado, algo desligado de la naturaleza, el consumo ya no está ligado con la necesidad de supervivencia ya no se produce sólo para satisfacer las necesidades básicas del hombre.
La obra de David Ricardo (1772-1823), supone un paso más en la eliminación de las ideas fisiócratas del terreno de la ciencia económica, es decir se desplaza ya definitivamente desde el valor de uso al valor de cambio, de la agricultura a la industria, de la riqueza inmobiliaria a la riqueza mobiliaria, cambiando la consideración que se tenía de la renta de la tierra[45].
Entiende que la renta no nace del producto[46], sino del precio al cuál el producto es vendido, y este precio se obtiene no porque la Naturaleza colabore en la producción sino porque es el precio que ajusta la oferta y la demanda[47]. Para explicar su teoría diferencial de la renta afirmaba que cuando existe tierra disponible en cantidades prácticamente ilimitadas[48], no hay renta. La diferencia de fertilidad y lejanía del mercado hace que ésta cambie. Cuando se incrementa la población se han de poner en cultivo nuevas tierras menos fértiles que las anteriores de forma que el precio ha de ser lo bastante alto como para cubrir el coste de producción más elevado, el de las tierras menos fértiles, con lo que aparece una renta diferencial sobre las mejores tierras. La producción de las tierras más malas no hará más que cubrir sus costes por lo que éstos serán su precio de venta, el excedente aparece por lo tanto en las mejores tierras.
Su teoría del valor se inicia admitiendo los dos significados de la palabra valor utilizados por A. Smith, el concepto de valor de uso, afirmando que la utilidad es necesaria para que una mercancía tenga valor y el del valor de cambio que se deriva de la escasez o del trabajo.
El valor de cambio es “el valor de todas las mercancías que sube a medida que aumenta la dificultad de su producción”. Las cosas valen más o menos en función a la mayor o menor cantidad de trabajo que exija su producción, (el valor viene determinado por el tiempo trabajado) con lo que comprobamos que continúa con las ideas de A. Smith, así si una mercancía depende de la cantidad de trabajo incluido en ella y es el auténtico valor de cambio de todas las cosas, el trabajo es en sí mismo una mercancía [49] cuyo precio (el precio natural[50]) se determina “como el necesario para permitir a los trabajadores subsistir y perpetuar la especie” ....... “y que a su vez depende de la cantidad de alimentos, artículos de primera necesidad y cosas útiles que han llegado a ser indispensables como esencia del hábito” [51].
Su concepto de riqueza está unido al concepto de los valores de cambio, al definirla como aquellas cosas necesarias, útiles o agradables al hombre que tienen valor de cambio para que éste sirva de medida de aquella. “Un hombre es rico en proporción al aumento de valor de lo que posee y en la medida en que pueda disponer de una mayor abundancia de bienes”. Los agentes naturales nos sirven haciendo más abundantes los productos (aumento del valor de uso), pero como la obra de la naturaleza es gratuita (aire, sol, agua,..), no añade nada al valor de cambio[52]. El valor de cambio implica propiedad de un recurso que debido a su escasez le permite a su poseedor disponer de más bienes y por lo tanto de más satisfacciones.
Como comprobamos se continúa asentando los elementos básicos del pensamiento económico: Los conceptos de escasez, de valor de cambio y propiedad privada de los recursos productivos. En la medida que los bienes naturales sean escasos y tengan valor de cambio, siendo susceptibles de apropiación, serán considerados por el análisis económico.
Con K. Marx (1818-1883), cerraríamos la tríada eminente de la escuela clásica y como tal es descendiente directo de las ideas de D. Ricardo y por lo tanto no va a suponer una ruptura en la línea que estamos analizando de separación entre el mundo físico y el mundo económico. En estos momentos está evolucionando la dialéctica. Ésta comenzó a partir de la naturaleza y el hombre como parte integrante de ella y sujeto al determinismo de las leyes naturales. El hombre como ser consciente, tenía capacidad distintiva en su lucha con y contra la naturaleza, subordinarla y en última instancia de transformarla para sus propios fines. Esta capacidad lo diferenciaba del resto de las criaturas animadas[53]. Un rasgo de esta dialéctica del hombre versus naturaleza fue la invención y uso de instrumentos productivos por lo que éstos ayudan a la comprensión de la historia humana y su evolución. A su vez el desarrollo de las fuerzas productivas va modificando las relaciones del hombre con la naturaleza.
Marx coloca el trabajo como actividad humana en el centro de la escena. El trabajo tiene un doble valor, como valor de uso y como valor de cambio, por lo que en esto sigue a Smith que decía: La riqueza depende del grado de productividad del trabajo, ésta depende de la división del trabajo y éste a su vez del mercado, y éste último se extiende por el desarrollo social. El sistema es racional (Orden Natural).
Esta consideración del trabajo como sustancia homogénea que infunde valor a las cosas fue el camino por el que se operó el desplazamiento del centro de gravedad de la investigación manteniendo de forma simbólica su vínculo con el contexto físico. Marx considera al trabajo como la manifestación de una fuerza natural, la fuerza de trabajo del hombre[54].
Los dos valores del trabajo como valor de uso o valor de cambio suponían considerarlo en sus dos vertientes como forma natural (universal) o en su calidad social (histórica).
La primera es una actividad deliberada dirigida a apropiarse de objetos naturales de una forma u otra, el trabajo es una condición natural de la existencia humana. El trabajo produce objetos que poseen valor de uso y éste valor es inseparable de las cualidades concretas del objeto, el trabajo no puede realizarse sin algún material natural, por lo que valores de uso diferentes encierran proporciones diferentes de trabajo y naturaleza por lo que ésta última tiene que estar presente[55].
A su vez el trabajo es una sustancia social de la que emanan los valores de cambio y utiliza el tiempo como medida por lo que utilizando lo dicho anteriormente distingue entre:
· Trabajo concreto: Que es la fuente del valor de uso.
· Trabajo abstracto: Que es la fuente de los valores de cambio.
Con esta explicación sigue la clasificación de A. Smith entre el trabajo productivo e improductivo, no es la producción de materia lo que le preocupa, sino la de valor (de cambio) y de plusvalías. Es ésta última la que le permite distinguir los dos conceptos de trabajo. Como podemos comprobar el mero hecho de explicar que la producción de objetos requiere un material natural no significa que tenga en consideración esta característica, ya que lo que le importa, como a D. Ricardo, es el intercambio entre los hombres expresado en valores monetarios y no en el intercambio con el mundo físico, en contra de la idea fisiócrata de que el excedente monetario respondía a la creación de un excedente de materia del cuál es expresión pecuniaria[56]. La ruptura entre el mundo físico y el económico sigue abriéndose, la ciencia económica pierde su sentido original de “manejo del hogar” en sus dos dimensiones: La armonía con la sociedad y la armonía con la naturaleza. Así el trabajo humano pasó a ser considerado como una mercancía y el trabajador, su productor, quedó sujeto a las leyes del mercado poniendo en conflicto los intereses económicos a corto plazo con los valores morales y éticos relacionados con el respeto de la vida humana[57].
Sus nociones de producción y mercancía suponen la misma separación entre ambos mundos. En el mundo capitalista las mercancías tienen un doble carácter:
· Valor de uso (rasgo material por sus cualidades naturales) y
· Valor de cambio (rasgo social porque se ha invertido en ellas trabajo).
Así una mercancía puede tener valor de uso sin tener ningún valor de cambio (los dones o bienes naturales) y el valor de cambio no es más que una fracción de trabajo humano, la medida de este valor de cambio es el tiempo necesario para producirlo. Por lo tanto una mercancía tiene valor de uso pero no para su propietario porque si lo tuviese dejaría de ser una mercancía, para él sólo tiene valor de cambio. El valor de uso se adquiere cuando satisface la necesidad que está destinada a cubrir[58]. Por eso cuando Marx habla de producción material se refiere a valores de uso que son los que necesita como soporte un objeto material susceptible de intercambio, pero no es el tema de estudio de la economía porque lo que da un valor económico al poseedor de la mercancía es el valor de cambio que ésta posee, y es una característica social que está en función de la cantidad de trabajo incluida en él, y éste el que tiene carácter económico y por lo tanto el único que interesa en el sistema económico.
El trabajo es sustancia social de la que emanan los valores de cambio. La fuerza de trabajo es la única mercancía cuyo uso permite obtener un valor de cambio superior al que ella misma posee.
Como podemos comprobar aunque se utilice la referencia con el mundo físico ésta es sólo circunstancial lo único que importa es su valor de cambio. Por eso su noción de riqueza (que él acompaña de la palabra burguesa) es la acumulación de mercancías siendo éstas la forma elemental de riqueza, pero como ya hemos visto la mercancía tiene un doble aspecto de valor de uso y valor de cambio, como el de uso es la propiedad de los objetos materiales, no está dentro del dominio de la economía política lo que interesa al estudio es el contexto social y éste es el que infunde los valores de cambio. El valor de uso integra el contenido material de la riqueza y es este valor el exponente material del valor de cambio.
Junto a la nómina de autores mencionada hasta ahora y que forman una cadena que analizaban la economía sin relación alguna con el medio físico que la sustenta, existió otra línea de pensadores que iban desarrollando sus ideas sobre la economía al margen de la ortodoxia establecida perfilando un aparato conceptual más adecuado para ello.
Como ya hemos visto la economía hasta Adam Smith es claramente aristotélica, es decir ha significado la administración de la casa, se ha preocupado de la dependencia que tiene el hombre de la naturaleza y de sus semejantes para subsistir. La economía estudiaba el intercambio en el mundo natural y social para proporcionar al hombre los medios para la satisfacción de sus necesidades materiales. El cambio de esta concepción de la economía se basó en la revolución científica que supuso aceptar la filosofía mecanicista, en la que se sustentaron todos los economistas, pero la línea no ortodoxa intentaba explicar las actividades económicas en su relación con el mundo físico teniendo en cuenta la energía[59] como elemento significativo de dicha relación.
Entre los precursores de esa nueva corriente en el análisis económico tenemos a Serheii Podolinsky (1850-1891). Fue uno de los primeros en intentar medir la ratio imput-output de la agricultura en términos de energía. Si se conocía el consumo diario de alimentos traducido a kilocalorías, el trabajo físico efectuado sería una fracción de dicha energía. Este trabajo físico llegaría a convertirse en trabajo económico si se empleaba en fijar energía solar por medio de actividades agrícolas por ejemplo.
Podolinsky afirmaba que toda la energía disponible provenía sobre todo del Sol. Estudiando la agricultura concluyó que la producción es mayor cuando había un aporte de trabajo humano y animal. El trabajo podía incrementar la acumulación de energía sobre la Tierra y que la contabilidad energética proporcionaba una base científica a la teoría del valor-trabajo. El trabajo humano podía retrasar la disipación de la energía fundamentalmente en la agricultura, pero también en la industria se proporcionaba protección contra la disipación de dicha energía en el espacio.
El hombre es capaz de transformar energía en trabajo muscular y teniendo en consideración que no todos pueden trabajar por motivos de salud o edad, y que hay otras necesidades más allá de la energía alimentaria, estableció una proporción a la que denominó “coeficiente económico” (estableció la proporción de 1/10) para asegurar su existencia teniendo en cuenta no sólo las necesidades de alimentación. Así el que se ha denominado Principio de Podolinsky[60] afirma: Que la productividad energética del trabajo humano ha de ser igual o mayor que el coeficiente económico, es decir la eficiencia del cuerpo humano como máquina para transformar calor en trabajo. Con lo que creyó haber reconciliado a los fisiócratas con la teoría del valor-trabajo.
Todo lo que se requería para llegar a la idea de que era posible analizar los principios básicos de economía y ecología humana en términos energéticos en un marco analítico de reproducción de sistemas sociales, era unir dos hechos conocidos:
- La biomasa podía ser medida en unidades de energía.
- Y el cuerpo humano es una máquina térmica.
Así el propósito del trabajo humano era aumentar la acumulación de la energía solar en la Tierra más que la simple transformación en trabajo de una energía ya acumulada (diferenciaba entre utilizar el flujo de energía solar, energía renovable, o el carbón, energía no renovable).
A pesar de estos avances las aportaciones de Podolinsky no fueron recogidas ni tenidas en cuenta por la ciencia económica de la época lo que demuestra el rechazo a analizar las actividades económicas desde una perspectiva física. El propio Engels rechazó su teoría, como se demuestra en una carta fechada el 19/12/1882 y enviada a Marx donde le decía que era imposible calcular en términos energéticos los costes de producción de los bienes y afirmaba que lo que Podolinsky decía era que todos los productores industriales han de vivir de los productos de la agricultura y que esto podía ser traducido al lenguaje de la física pero que no se ganaba nada con ello.
Otro autor en la misma línea de trabajo es Eduard Sacher (1834-1903). Su idea era que las ciencias naturales proporcionaban la base para una economía racional. Los seres humanos son máquinas térmicas con capacidad para realizar un trabajo, la fisiología explicaba la cantidad de trabajo que una persona podía realizar, pero también afirmaba que no todas las actividades que se consideran trabajo en sentido físico lo son en sentido económico. Su conclusión era que el “objetivo económico de la fuerza de trabajo disponible consiste en obtener de la naturaleza la mayor cantidad posible de energía” y esto dependerá de su maestría, instrumental, de la fertilidad del suelo, del clima, etc.
Las fuentes de energía estaban constituidas por: La producción agrícola y forestal, la fuerza hidráulica, los minerales, la fuerza del viento, la caza y pesca, etc. pero todas atribuibles en última instancia a la radiación solar.
Intentó ofrecer un modelo de balance energético estudiando la cantidad total de energía solar que recibía una hectárea de tierra, de la que sólo se aprovechaba una pequeña parte, y la comparó con la energía de la producción obtenida, la disponible de los animales, saltos de agua, etc. y se preguntó ¿Cómo empleaba la sociedad esa energía? para lo cuál intentó correlacionar las etapas de progreso humano con las disponibilidades de energía y así después analizar la conexión entre la energética social y las teorías del valor económico.
Para Sacher, el “valor de cambio” sería el costo de un bien medido en energía humana. Su “valor de uso” el ahorro que supone disponer de ese bien. Por ejemplo: El valor de cambio de una casa es su coste en energía humana, su valor de uso sería la energía ahorrada al vivir en ella y no al aire libre. También se dio cuenta de que una teoría del valor/energía no podía sostenerse, ya que el trabajo “mental” cuyo valor no podía medirse en términos de coste energético también contribuye a la creación de riqueza. También dijo que no podía hacerse que los salarios fuesen proporcionales al gasto de energía humana en las diversas ocupaciones ya que la habilidad y el adiestramiento tienen mucha importancia en aumentar el valor del trabajo humano.
Como podemos comprobar este autor ofreció alternativas a la definición de riqueza que dominaba en el mundo económico tradicional pero al igual que con Podolinsky, no podían aceptarse sus ideas ya que el mundo físico caía fuera del ámbito de estudio de la economía.
En el transcurso del siglo XIX, del coste y la oferta se pasa al deseo y la demanda como determinantes no sólo del precio sino de los factores de producción. Este cambio se realizó con la distinción entre el valor de uso y valor de cambio, pero esta distinción tiene infinidad de matices que caben en ambas categorías, un alimento es necesario, pero también puede ser raro y exótico.[61] Se desarrollaba un nuevo concepto, el de la utilidad como determinante del valor lo que supuso un avance más en la subjetivización de dicho concepto, alejándose de su origen material como fundamento de la riqueza.
Este concepto meramente abstracto no es ya una cualidad física de los bienes sino la importancia que el individuo da a un bien como capaz de satisfacer una necesidad. Dentro de esta corriente donde la utilidad va a formar parte de los conceptos de valor tenemos a un precursor, Condillac (1714-1780), éste autor afirmaba que una necesidad sentida con más fuerza daría a un bien más valor. Esto suponía que en todo cambio si el valor inherente al producto aumentaba se debía a que una de las partes estaba engañando a la otra. Toda actividad, agricultura, comercio e industria, que adopte los recursos de la naturaleza a la satisfacción de necesidades es creadora de utilidad y productiva. Así la agricultura vuelve a ser destronada como elemento principal en el sistema económico.[62]
En la misma línea de argumentación y herederos de D. Ricardo, tenemos a diversos autores entre los que podemos mencionar a varios de ellos como argumento del cambio que se estaba operando, así tenemos a:
Jean B. Say (1767-1832), fue el primer autor en hacer hincapié en el tratamiento positivo de la economía, creía en el método baconiano “admitir como verdadero sólo los hechos que por la observación y la experiencia demuestran que tienen realidad....”
Afirmaba que el valor depende de la escasez y de la utilidad. El valor de cambio es una expresión cuantitativa de estimaciones subjetivas de la utilidad. Rechazó la división entre trabajo productivo e improductivo de A. Smith al tener en cuenta exclusivamente el criterio material ignorando la distinción que Smith y los fisiócratas hicieron entre trabajo productor de un excedente y el que no lo produce. Sólo es producto lo que crea utilidad evidenciada por su capacidad para tener un precio en el mercado. Respecto al concepto de riqueza decía que existen bienes que la Naturaleza concede de forma gratuita (agua, aire, etc.), pero que estos bienes no se identifican con el concepto de riqueza, este concepto sólo se reserva para los bienes que tienen valor de cambio que le es propio.
Cournot (1801-1877), era matemático y utilizó los símbolos matemáticos para expresar relaciones entre magnitudes sin necesidad de dar a estas variables valores numéricos. Sus ideas sobre la riqueza no difieren de lo ya apuntado. El valor de cambio es el fundamento de la riqueza pero no establece ninguna relación entre el valor de cambio y la utilidad, ya que ésta depende de las personas lo que evidencia el carácter subjetivo de este concepto[63].
Este concepto de utilidad como concepto subjetivo venía muy bien a los economistas que iniciaron la llamada Escuela Neoclásica, frente a la teoría clásica basada en una sociedad estratificada. Introducir la utilidad suponía una teoría del valor independiente de todo orden social específico, lo que les dispensaba de interesarse por un orden social determinado. A su vez tratan de elevar el nivel de la economía siguiendo las enseñanzas metodológicas de las ciencias físicas y matemáticas[64], para intentar tener a la ciencia económica configurada a imagen y semejanza de aquellas, como ya lo había iniciado Say. Se pretende descubrir la relación de causa y efecto que hay entre los hechos aunque los físicos pueden realizar experimentos y los economistas no. Say no estableció como salvar esta discrepancia. Basándose en todo esto:
· Había que buscar categorías y principios elementales que aportaran una base sólida y universal.
· Hacía falta que estas categorías y principios pudiesen expresarse en lenguaje matemático.
Es decir buscaron el perfeccionamiento analítico de planteamientos básicos sobre el funcionamiento del sistema económico que ya habían elaborado los clásicos. Todo esto no suponía de entrada ninguna ruptura con el mundo clásico[65] ya que mantienen básicamente la misma visión del proceso económico. Ahora la ciencia económica se va a hacer más formal y abstracta, reflejando una falta de interés por el carácter social de la actividad económica: La producción y el consumo. La sociedad pasa a ser considerada como una aglomeración de individuos olvidando los aspectos históricos del sistema social, ahora los fenómenos económicos son el resultante de la conducta racional de cada unidad económica surgiendo una teoría subjetiva del valor con carácter individualista[66].
La continuidad con el mundo clásico se demuestra en que tomaron las nociones de riqueza, producción, consumo, trabajo, capital, etc. casi sin retocarlos. Así Carl Menger (1840-1924) afirmaba que el carácter de escasez y capacidad de satisfacer necesidades es lo que confería a las cosas su carácter económico, las cosas ilimitadas no poseen valor alguno.
La racionalidad del “homo economicus”, en que se basan los anteriores principios, dista mucho de ser algo objetivo y desvinculado de juicios de valor y principios éticos. Al igual que se aceptaba desde A. Smith que la fuerza que impulsaba el mundo económico era el deseo de enriquecerse y por lo tanto todo el mundo actúa para buscar su máxima satisfacción, ligándose a los bienes y servicios comprados, que en la ciencia económica coinciden con los consumidos, pero no el disfrute de bienes y servicios en general sino de los que son objeto de compraventa.
Se introduce así el concepto de la utilidad que reporta el consumo de una determinada cantidad de bienes y servicios[67]. Por lo tanto el siguiente problema fue la cuantificación buscando una medida de la utilidad.
Se derivó el énfasis que se ponía en los costes, la demanda, el consumo final, poniendo el acento sobre lo que emergía de la línea de producción para satisfacer deseos, urgencias y necesidades de los consumidores. Por lo que se produce un auge del análisis microeconómico de la conducta y la acción individual en el mercado, de la economía positiva. Pero a su vez supuso reafirmar el carácter de la contabilidad empresarial como capaz de aportar la base empírica que reclama la construcción teórica de la ciencia económica.
La economía neoclásica enseñaba que el proceso económico está determinado de modo mecánico por la importancia relativa que la gente concede al disfrute de diversos bienes y a las molestias de diversas clases de trabajo. La evolución neoclásica se dirigió hacía el equilibrio de la oferta y la demanda efectiva y en última instancia se convirtió en una economía de los precios. El precio es el único que confiere valor.
Resumiendo los autores neoclásicos realizaron la formulación de la ciencia económica basándose en los siguientes aspectos:
· Identificación de lo útil y lo escaso con lo que tiene valor de cambio y por lo tanto es apropiable.
· El valor de cambio es una medida combinada de la utilidad y de la escasez.
· La utilidad marginal es la derivada de la utilidad respecto de la cantidad poseída de un bien.
Pero la utilidad no es mensurable y sin embargo sobre esta idea se construye el modelo neoclásico, utilizando las matemáticas como intento de cuantificar y medir evidenciando la fisura que supone construir un modelo matemático sobre conceptos subjetivos como “el placer y la pena son sin duda los objetivos últimos del cálculo de la economía”.[68]
W. Jevons (1835-1882), se preocupó por enlazar los temas estadísticos con el análisis teórico para erigir un nuevo edificio matemático de lo económico. Creía que las leyes de la economía podían reducirse a unos pocos principios expuestos en términos matemáticos[69] y que éstas debían tener un carácter general para que pudieran ser comparadas con las de las ciencias físicas cuya base son los principios de la mecánica. Las leyes de mercado descansan sobre la teoría del valor y ésta dependía por entero de la utilidad, quedando restringido el estudio al campo de los valores de cambio reduciendo a unidades monetarias todos los fenómenos económicos.
La utilidad no es una cualidad intrínseca sino que expresa una relación entre un objeto y un sujeto, pero sólo si la utilidad total de una mercancía es diferenciada de la utilidad que un individuo atribuye en un momento dado a dicha mercancía. Así el incremento de la cantidad total hace que disminuya la utilidad[70], y lo hace en proporción directa a su disponibilidad y es la utilidad de la porción final y menos deseada (unidad marginal) la que determina el valor de las unidades restantes.
Como podemos comprobar el concepto de lo útil también se alejaba de su contexto original como algo necesario para la subsistencia o para satisfacer necesidades. “La utilidad es una cualidad abstracta por la cuál, un objeto sirve a nuestros propósitos y adquiere el rango de mercancía”[71].
Su principio de equimarginalidad constituirá un elemento básico de la economía de los recursos. Así plantea que si una cantidad X de un recurso puede dedicarse a dos usos, la asignación óptima (la cantidad a emplear en cada uso) se alcanzará cuando la utilidad marginal del primer uso sea igual a la utilidad marginal del segundo, lo que supone maximizar la utilidad. Es este principio el que utilizarán autores posteriores para la búsqueda de la mejor solución ante la doble utilización que pueda tener un recurso natural[72].
A pesar del alejamiento respecto al mundo físico que se seguía produciendo, Jevons realizó un estudio sobre el carbón (La cuestión del carbón), poniendo de manifiesto que es un recurso limitado sobre el que no se puede sustentar físicamente y de forma creciente el progreso y el crecimiento, pero no introdujo esta visión física de lo escaso y limitado en sus estudios económicos.
Jevons, dentro de la nueva línea emprendida, eliminó al trabajo como fuente de valor ya que no podía influir en el precio sino de forma indirecta. Así: “El coste de producción determina la oferta, la oferta determina el grado final de utilidad y el grado final de utilidad determina el valor”[73].
Como acabamos de comprobar el concepto de utilidad se alejaba definitivamente del concepto de satisfacción de las necesidades del hombre, ruptura que ya se producía con Ricardo al definir el concepto de salario de subsistencia, por lo que será una crítica importante por parte de aquellos que buscaban un análisis económico diferente, entre éstos últimos tenemos a autores como:
Josef Popper-Lynkeus (1838-1921). Estudió los recursos de la economía alemana, antes de la I Guerra Mundial, con dos objetivos:
· Calcular la cantidad de trabajo humano que garantizaría el nivel mínimo de subsistencia para la totalidad de la población.
· Averiguar cómo se podría reducir de modo gradual la utilización de recursos agotables para hacer viable el sistema económico en forma permanente. Para ello la economía debería dividirse en dos sectores[74]:
- El sector de las necesidades básicas que proporcionaría el mínimo de subsistencia para todo el mundo, empleando para ello la fuerza de trabajo de hombres y mujeres.
- Un sector que funcionaría de acuerdo con los principios de mercado, aunque se podría imponer límites al volumen de fuerza de trabajo que cada capitalista estaría autorizado a contratar.
Lancelot Hogben (1885-1975). Se mueve en la misma línea del análisis de las mínimas necesidades del hombre. Reprochaba a los economistas que no se ocuparan de la relación entre las necesidades humanas y los recursos naturales, criticaba al capitalismo no por producir menos de lo posible sino por producir cosas equivocadas, cuestión que era rehusada por los neoclásicos y el pensamiento keynesiano. Consideraba que los neoclásicos tenían una teoría de la producción sin tener nociones elementales de ciencia y tecnología; y además tenían una teoría del consumo sin estudiar los orígenes de las necesidades humanas, las preferencias individuales no pueden hacer olvidar que la gente tiene necesidades que son comunes a todos, además la ciencia económica no distingue de manera objetiva entre lo necesario y lo superfluo[75].
Léon Walras (1837-1910), su obra supone una continuidad con la escuela clásica al aceptar casi sin variaciones los principales conceptos del sistema económico, así acepta la riqueza como elemento básico de la ciencia económica. Define la Riqueza Social como “Conjunto de cosas materiales e inmateriales que nos son útiles y están a nuestra disposición en cantidades limitadas. Las cosas que son útiles pero no escasas no forman parte de la riqueza social[76]”. La continuidad con el mundo clásico se manifiesta al sustentar la riqueza en elementos como lo útil y lo escaso, pero en su definición de riqueza introduce tres precisiones:
· Las cosas útiles limitadas son apropiables, con lo que se identifica útil y escaso con la propiedad. Es la propiedad lo que hace escaso un bien que antes no lo era, la apropiación de lo que es libre hace que se convierta en escaso.
· Las cosas útiles y limitadas son valorables e intercambiables. Sigue la tradición clásica al considerar el valor de cambio correspondiente al mundo de la riqueza.
· Las cosas útiles y limitadas son industrialmente producibles o multiplicables. Es decir que la riqueza recae sobre aquellas cosas que requieren algún esfuerzo. Pero esta precisión traerá problemas a la economía ortodoxa al tratar como mercancías tres elementos que no son industrialmente reproducibles: Los recursos naturales, el trabajo y la moneda metálica, especialmente el oro.
La gran cuestión que se plantea es la dificultad en establecer los límites de la propiedad. Además nos enfrentamos ante una idea burguesa de propiedad con derecho exclusivo del propietario individual al uso y abuso de los bienes muebles e inmuebles que posee. Este instrumento jurídico respaldará el derecho a la apropiación privada de los recursos del planeta, y ya desde S. Mill condiciona las definiciones de lo que es objeto de estudio económico, por lo que las tierras y bienes naturales comunales, manantiales, etc. al no poder venderse o enajenarse carecían de valor de cambio y por lo tanto no entraban dentro del concepto de la riqueza.
La concepción de un sistema económico con formulación matemática[77] se encontraba con la dificultad de medir nociones como necesidad y utilidad, lo que suponía crear teorías sobre elementos ideológicos sujetos a juicios de valor que dependen de la cultura, de la época, etc.
Lo útil, como ya hemos visto, no se relaciona con elementos físicos o necesidades vitales para el hombre (vestido, comida) sino que se relaciona con deseos, lo que es mucho más difícil de cuantificar. Al igual que la escasez, que ahora no supone la mayor o menor cantidad de objetos, sino que se relaciona con la necesidad de tenerlos, y esto es algo psicológico y no biológico.
La concepción subjetiva del valor proporciona una visión atomista de una sociedad donde la suma de individuos da también una visión de la realidad, con lo que la economía puede reducirse al estudio sólo de las partes que son susceptibles de cuantificación. La utilización del instrumental matemático facilita el análisis marginal y microeconómico (el análisis del comportamiento de la unidad económica).
En estos momentos en que Walras marcaba de forma efectiva el alejamiento del mundo físico respecto de la economía, volvemos a encontrarnos con autores que estudiaban la energía y su influencia en las relaciones económicas y sociales, apartándose de la línea clásica de análisis económico, como:
Patrick Geddes. (1854-1932). Coetáneo de Walras, recibió una de sus obras como forma de difundir la nueva economía marginalista y en una carta fechada el 15 de noviembre de 1883[78] contestó a Walras para agradecerle el envío y hacerle algunas objeciones:
- Que debía hacer una distinción entre estadística, discutiendo la aplicación de las matemáticas a la economía, teoría del intercambio y estudio de los recursos materiales de un país o de las condiciones de vida de sus habitantes. Esta distinción entre teoría del intercambio y el estudio de la utilización de los recursos coincide con la discusión entre economía ortodoxa (crematística) y economía ecológica-institucionalista.
- La idea de que el valor de las cosas venía determinado por su “utilidad marginal” llevó a Walras y Jevons a creer que habían solucionado la “paradoja del agua y los diamantes” pero Geddes pensaba que las mercancías son útiles pero la utilidad es una abstracción poco científica.
Walras, en su réplica, no se mostró de acuerdo con estas críticas ya que consideraba que la economía era algo ajeno a la física, al tiempo que se enorgullecía de la analogía formal entre las ecuaciones del equilibrio mecánico y el equilibrio económico.
Tampoco estaba de acuerdo en la existencia de una medida invariable del valor y repitió que éste dependía de la oferta y la demanda y detrás de la demanda existía una función de utilidad para cada consumidor cuyo valor desearía maximizar.
Es importante la comparación de los periodos históricos utilizando para ello el criterio del uso de la energía. Así para Geddes hay dos periodos:
- Uno en el que se utiliza energía renovable.
- Y otro periodo en el que se utiliza energía fósil[79].
También intentó la construcción de una tabla, sin duda inspirada en Tableau oeconomique, donde incluía las fuentes usuales de energía y otras fuentes de materiales, que se transforman en productos en tres etapas: La extracción de combustibles y materias primas, la manufactura y el transporte y lo que era más importante que también hay que incluir una valoración de las pérdidas en cada una de las etapas. Estas pérdidas no eran contabilizadas por los economistas ya que la energía se compra y contabiliza en dinero con independencia de las pérdidas que se originen. Geddes, al incluirlas, decía que el producto final no es un “valor añadido” sino el “valor sobrante” de la energía y materias disponibles una vez concluidas todas las etapas. El producto final se puede expresar en unidades físicas pero no se podía explicar el consumo humano sin introducir consideraciones sociales y psicológicas al comprobar la disparidad de consumo entre distintos pueblos. Ante esto se debía dividir el consumo en necesario y más que necesario
Pero la economía no tomó el rumbo que estos autores poco ortodoxos estaban iniciando, y se continuó con el esquema anterior de excluir el mundo físico del estudio de la economía.
W. Pareto (1848 – 1923), formuló su teoría de la demanda de los consumidores en términos de curvas de indiferencia. Su equilibrio es el resultante del conflicto entre los gustos y los obstáculos para satisfacerlos. Esto supuso un divorcio al separar la demanda de sus raíces hedónicas y utilitaristas (del concepto físico de necesidad) al definir la utilidad como deseabilidad es decir la calidad de ser deseado por un consumidor, por lo tanto trató la utilidad como una magnitud ordinal y como algo no comparable entre individuos[80] .
En 1896 introdujo el concepto conocido como Optimalidad paretiana: Un cambio es socialmente deseable si mejora el bienestar de todos los miembros de la sociedad o al menos mejora el de algunos miembros no empeorando el bienestar de ninguno. Cuando se asigna un recurso en las condiciones anteriores se dice que tal asignación es eficiente u óptima. Esta posición óptima implica que no se puede mejorar la situación de dos partes al mismo tiempo. Está suponiendo que el mercado libre será lo suficientemente eficiente en la asignación de los recursos, pero tiene dos críticas:
· El de la equidad, es decir que una asignación de recursos tenga equilibrio paretiano no quiere decir que sea justa, como por ejemplo en la utilización de los recursos naturales. Las generaciones futuras no intervienen en esta asignación.
· Las condiciones de mercado no siempre se cumplen, lo que provoca fallos de mercado. Además supone que el resto del sistema permanece constante lo cuál es falso ya que al ser éste un todo interrelacionado las decisiones que se toman en cualquiera de las partes, por muy pequeñas que sean, afectan al sistema en su totalidad por lo que el análisis marginal falla[81].
A. Marshall (1842-1924). Su obra es una continuación del mundo clásico, define la Economía como “la ciencia de la riqueza o como parte de las ciencias sociales que estudia la acción del hombre en sociedad, de los esfuerzos para satisfacer sus necesidades en cuanto éstas pueden ser medidas en términos de riqueza, es decir de dinero como representativo de aquella”.
El mismo reconoce que la Economía no puede compararse con la exactitud de las ciencias físicas indicando que la posibilidad de medir en dinero los móviles de la vida de los negocios hace que la economía supere a las demás ciencias sociales[82]. Según él son las fuerzas que actúan tras la oferta y la demanda las que determinan el valor. Detrás de la demanda está la utilidad marginal reflejada en los precios y detrás de la oferta el esfuerzo marginal, lo que supone que el coste de producción es un determinante del valor[83].
Fue el primero en introducir el concepto de economía externa e interna. Él afronta el estudio abordando el problema de la localización industrial y define la economía externa como las ventajas que para una empresa suponen la localización, comunicación, mano de obra, crecimiento del sector, etc. mientras que economía interna las que dependen de los recursos que utiliza y de la organización y dirección de la propia empresa[84].
Otros autores como P. Wicksteed (1844-1927) siguen en la misma línea de razonamiento, así define lo económico sobre la base de que se haya realizado un acto, no por el placer que proporciona el acto sino con vistas a obtener una contrapartida que le ofrece otra persona a la que le resulta beneficioso el acto. Esto supone dejar fuera de lo económico el mundo físico y en concreto la Naturaleza ya que la apropiación de los recursos naturales no exige contrapartida, este concepto de contrapartida se ajusta al concepto contable de la partida doble, donde la corriente de bienes y servicios es compensada con una corriente de dinero en sentido contrario (valores de cambio).
L. Robbins (1898-1984) define la Economía como “la ciencia que estudia la conducta humana como una relación entre objetivos y medios escasos susceptibles de usos alternativos” Como podemos comprobar sigue las líneas anteriores, e introduce términos ambiguos como la escasez. No se refiere a la escasez física como mayor o menor cantidad de un recurso físico, sino la limitación con respecto a la demanda (relacionada con el mundo de lo valorable e intercambiable), es decir establece un concepto subjetivo por lo que el mundo físico sigue alejado de las definiciones del mundo económico.
La revolución rusa y el desarrollo de la actividad económica sobre un plan central nada tenían que ver con las tesis de la construcción neoclásica. La crisis del 29, con la disminución de la renta y el consumo, puso en evidencia el modelo neoclásico guiado por automatismos hacia un equilibrio general con pleno empleo.
Esta crisis supuso: Una deflación de los precios, origen de quiebras, desempleo, consecuencias sociales para los grupos más débiles, etc. Además estaba en contra de la ley de Say, es decir se producía una falta de compradores (insuficiencia de la demanda) y esto no era posible. Así es como se rompe con la doctrina del laissez-faire, si no hay demanda ésta se crea por parte del Estado para así mejorar el empleo, ideas que empezaban a gestarse en la escuela sueca (Cassel, 1866-1944).
Todos estos sucesos no supusieron reformular las ideas sobre las que se sustentaba el sistema económico sino sólo reformular algunos postulados secundarios como la intervención estatal para alcanzar los objetivos de pleno empleo y desarrollo.
John M. Keynes (1883-1946). La reformulación keynesiana no afectó al marco conceptual general de la teoría económica sino a algunos de sus supuestos. Simplemente busca los instrumentos, los medios para garantizar su supervivencia y expansión. Se concentra en los síntomas de la crisis antes que en sus causas, su novedad radica en argumentar que el laissez-faire no tiende a un equilibrio con pleno empleo del trabajo y el resto de los factores. La elaboración keynesiana se mueve dentro del espacio establecido de la producción, el consumo, inversión, etc. con que estaba definido el sistema económico con anterioridad. Su contribución se centra en el análisis macroeconómico y en la responsabilidad del Estado en la vida económica. Pero sí supuso un ataque en dos aspectos:
· En el supuesto del equilibrio estático único con pleno empleo de todos los recursos productivos como condición necesaria, ahora se afirma la posibilidad de equilibrio en cualquier nivel de producto y empleo.
· En que la tasa de interés fuese la determinada por la oferta y la demanda de ahorro. Si introducía la inversión pública cada cambio en el ahorro no tenía porqué traducirse en un movimiento equivalente de la inversión por lo que el interés ahora estaba influido por la política monetaria y la “preferencia por la liquidez” (O se ahorraba el dinero o se invertía en activos)[85].
A Keynes le preocupa fundamentalmente el problema de la ocupación, en su faceta del equilibrio y del empleo de la mano de obra. Reduce los conceptos de producción y trabajo a su dimensión abstracta, como valor de cambio y como tiempo de trabajo homogéneo[86], es decir el uso de dos unidades: El dinero y el trabajo, eliminando confusión en el estudio del comportamiento económico.
Pero sus ideas sobre el sistema económico son las que ya existían. El crecimiento y el aumento de la disponibilidad física de bienes materiales y servicios se identifican con el bienestar y éste es el vínculo con conceptos como la riqueza y la producción. La riqueza sigue estando definida con algo tan ambiguo como la escasez de bienes, toda producción tiene como fin último la satisfacción de una demanda, lo económico es el mundo de los valores de cambio, etc.
Confinó su modelo a los fenómenos a corto plazo simplificando la estructura y concentrándose en un equilibrio estático y no dinámico. Este modelo sólo era justificable para periodos de depresión como el que él intentó analizar[87]. El producto nacional bruto pasó a ser la vara de medir del desarrollo, pero la macroeconomía trabaja con agregados que son promedios y hacen desaparecer las desigualdades y diferencias entre sectores productivos y grupos sociales.
En esta misma época volvemos a encontrarnos con otros pensadores que utilizaban el mundo físico y la energía como fundamento del estudio económico, así tenemos a:
Frederick Soddy (1877-1956). Que disintió de las opiniones de Keynes sobre el crecimiento a largo plazo, éste creía que la riqueza, y no la deuda, aumenta según las reglas del interés compuesto, el capital era un pastel que un día gracias al interés compuesto sería lo bastante grande para satisfacer a todos, a menos que fuera consumido en una guerra.
El pensamiento ortodoxo creía que si una parte de los ingresos es ahorrada e invertida, ello aumentará el stock de capital, es decir, la capacidad productiva. Si no existe escasez de demanda la producción aumentará y a largo plazo será posible remunerar esa inversión con una parte del aumento de la producción. Los tecnócratas atribuían los problemas económicos a la falta de demanda efectiva causada por la mala distribución de los ingresos.
En el sentido físico, para Soddy, la inversión consiste en el gasto de recursos materiales y energéticos para la construcción de instalaciones con el propósito de aumentar la capacidad productiva, como por ejemplo la construcción de un molino. En un sentido financiero inversión significa comprar un trozo de papel que da derecho a un interés o a un dividendo y por consiguiente a una parte de la producción. Las inversiones como desembolso de dinero para comprar bienes de capital deberán incrementar la producción de manera que tanto los intereses como el principal de la deuda puedan ser pagados a lo largo del tiempo, pero Soddy dijo que muchas inversiones no incrementan la capacidad productiva en sentido físico, sino que más bien aumentan la destrucción de los recursos no renovables.
La economía no debería confundirse con la crematística o el arte de hacer dinero, como había explicado Aristóteles, Soddy[88] creía en una ciencia económica que no estudiara la economía como algo regulado por el sistema de precios (crematística) sino más bien en un análisis de cómo proveer a la comunidad de los medios de vida que la ciencia moderna ha hecho posible.
La riqueza no debe confundirse con la cantidad de dinero, éste es una medida de valor, un medio de cambio y un depósito de valor, porque la riqueza es un flujo, no un depósito. La riqueza es siempre una forma de energía útil incorporada a algún objeto por lo que la riqueza real provenía del flujo de energía solar que era consumida en cuanto llegaba y no podía ser realmente acumulada, aunque parte de esta riqueza tomaba la forma de los llamados bienes de capital y era medida como capital financiero, es decir, como créditos en contra de la humanidad. Por lo tanto la energía en cualquiera de sus formas debería ser el punto de partida de la economía, los fisiócratas intentaron fundamentar la economía en la realidad física, el origen de toda riqueza estaba en la tierra. Como la humanidad vive por la luz del Sol, el punto de partida de la economía debería ser el primer y segundo principio de la termodinámica.
En 1921 introdujo el concepto del uso vital y uso laboral de la energía. El uso vital se refiere a la fotosíntesis de las plantas y a la oxidación del carbono en la alimentación de los humanos y animales. El uso laboral se refiere al uso por parte de la humanidad de instrumentos que son movidos por el viento, la caída del agua, el vapor o los motores de combustión interna, pero tales usos pueden además tener usos recreativos por lo que supone un uso endosomático (vital) y exosomático (laboral).
P. Sraffa (1898-1983). Fue el primero en criticar el equilibrio del mercado, según la tradición económica, el precio es un dato que en relación con la producción y la demanda permiten obtener el equilibrio. Es decir se mantiene que los precios y las cantidades de productos se mantienen homogéneos para empresas y consumidores, lo que no es cierto al operar la competencia sobre la diferenciación de productos rompiendo así la homogeneidad.
Ante esta crítica se intenta recomponer la teoría del equilibrio sobre dos bases:
- Los consumidores atienden a razones distintas que el precio en su toma de decisiones (calidad, servicio, etc.).
- Es un hecho la falta de homogeneidad, lo que supone fraccionar el mercado e impide que la competencia recaiga sólo sobre los precios.
Otra crítica ataca el fundamento mismo de la construcción neoclásica del equilibrio. Para que el precio sea el resultado del enfrentamiento de la oferta y la demanda hay que suponer que éstas son independientes entre sí y que lo son también de las de otras mercancías.
Otras críticas se dirigen a la teoría de la distribución, la teoría clásica recoge que los precios de los factores de producción y de la distribución de los ingresos son consecuencia de la asignación de recursos a través del mercado, pero la existencia de ricos y pobres es una cuestión sociopolítica e ideológica. La idea es aceptar que Marx y Ricardo tenían razón al establecer que los salarios se determinan con factores extraeconómicos y que la distribución del ingreso es anterior a la formación de los precios[89].
Otro paso importante y novedoso en el desarrollo de la economía como disciplina, fue el estudio de las externalidades que se producían como consecuencia de las relaciones de las actividades económicas y su entorno natural, con el planteamiento y el análisis del concepto de la externalidad, donde tenemos a autores como:
A. C. Pigou que en 1920 con la publicación de su “Economía del bienestar” acuña el término de deseconomía externa pero afirmando que tiene dos caras:
- Una cara son las economías externas o efectos positivos en el sentido de Marshall y
- la otra son las externalidades negativas. Así una externalidad se produce siempre que la producción de una empresa o la utilidad de un consumidor se ve afectada no sólo por el valor que toman las variables que el productor o el consumidor controla, sino que además se ven afectadas por el valor que toman variables económicas controladas por otros agentes.
Los bienes llamados libres como son el sol, el agua, la luz, etc. al no ser escasos ni apropiables, valorables, intercambiables y producibles, caen fuera de la economía, por lo que no está cuestionando el marco conceptual existente.
Pigou fue el primero en ocuparse de los impactos negativos sobre el medio natural originados por la actividad económica[90] y lamenta que no tengan valor de cambio los servicios desinteresados que prestan las personas o los facilitados por la naturaleza, estimando que el Estado debería intervenir para corregir estos fallos al ser depositario de los intereses de las generaciones futuras, pero sin considerar este intervencionismo como sinónimo de aplicación de impuestos. Pero también señala que se pueden alcanzar soluciones mediante acuerdos voluntarios entre los propios propietarios[91]. Cuando no existen relaciones contractuales ni acuerdos el Estado puede intervenir valiéndose de primas o impuestos.
El problema está en obtener una estimación aceptable de dichas externalidades ya que él llega a afirmar que el dinero es el único instrumento de medida disponible en la vida social, con lo que seguimos comprobando que no se produce una ruptura real y tajante sobre los conceptos en los que se asienta la ciencia económica[92].
En 1960 Ronal Coase publica el artículo “El problema del coste social”[93]. En él plantea que el problema de las externalidades está en la ausencia de una definición precisa de los derechos de propiedad, lo que explica la ausencia de precio.
Critica el supuesto intervencionismo de Pigou y sugiere que la solución óptima pasaría, no por la aplicación de impuestos o la concesión de primas o subsidios, sino por el libre acuerdo o negociación entre los implicados siempre que:
- Los costes de transacción sean nulos o, al menos, inferiores a los beneficios que se va a obtener con la transacción,
- Los derechos de propiedad estén claramente especificados.
- El número de implicados sea pequeño.
Plantea tres escenarios diferentes en los que sugiere soluciones diferentes:
· Cuando no hay costes de transacción existe responsabilidad por daños, los derechos de propiedad están claramente especificados, la competencia es perfecta y sólo hay dos implicados. Aquí es posible llegar a un acuerdo entre los implicados para alcanzar una solución óptima, sin la intervención del Estado.
· Un segundo escenario que sólo se diferencia del anterior en que no existe responsabilidad por daños.
· Un tercero en el que los costes de transacción son positivos, el número de implicados es elevado y los derechos de propiedad pueden no estar especificados.
Sólo puede tener precio aquello sobre lo que se puede ejercer el derecho de exclusión. Cuando un recurso medioambiental es apropiable y por lo tanto valorable e intercambiable su gestión cae dentro del campo económico y por lo tanto deja de ser una externalidad para encontrar solución dentro del mercado[94].
Si el Estado (marco institucional) definiera e hiciera respetar estos derechos de propiedad el problema quedaría resuelto desde el punto de la eficiencia económica[95].
Por lo tanto el mercado deja de ser la panacea que garantiza por sí mismo el “óptimo económico” para ser un instrumento más a utilizar sobre las bases controladas lo que supondría abrir y acercar el mundo económico a la realidad física.
Dentro de la idea de la exclusión está la de la privatización de los recursos, pero esta alternativa no garantiza su conservación debido a[96]:
· La propiedad sobre un recurso puede ser condición necesaria para su conservación, pero no suficiente. Necesaria ya que algo que no pertenece a nadie todo el mundo lo puede utilizar y deteriorar, pero también se puede llegar a acuerdos sociales que pongan coto a prácticas que destruyen el bien y así conservarlo, pero no es suficiente ya que el propietario puede o conservarlo o explotarlo.
· La confusión existente sobre la propiedad privada individual que otorga a su propietario el libre derecho al uso y abuso sobre la cosa poseída. Esta idea ignora otras formas de propiedad como la vecinal, concejil, etc., en las que los propietarios nunca pueden disponer de sus bienes ilimitadamente, ya que están sujetos a un marco institucional y social que lo regula.
El principal inconveniente que surge es que no se llega a plantear una triple vertiente del problema de las externalidades y su planteamiento económico:[97]
a.- Quién, es decir, qué personas, organismos o grupos de interés y presión, tiene capacidad para determinar el contenido del marco legal o institucional.
b.- Con qué criterios se determina ese marco, y
c.- Cuáles son los objetivos que persigue el mismo.
En 1975, Baumol y Oates, hacen depender la externalidad de dos condiciones:
§ Existe una externalidad siempre que las relaciones de utilidad o de producción de algún individuo (individuo A), incluyan variables monetarias (reales), cuyos valores son elegidos por otros (personas, empresas, gobiernos) sin atención particular a los efectos sobre el bienestar del individuo A.
§ El agente decisor, cuya actividad afecta los niveles de utilidad de otro o entra en sus funciones de producción, no recibe (paga) en compensación por su actividad una cantidad igual en valor a los beneficios o costes, marginales, ocasionados.
Las externalidades, según distintos autores, son fallos del mercado, es decir que aunque haya personas que estén soportando la contaminación, ésta sólo existe oficialmente cuando el marco legal, en el que se mueve el mercado, lo reconozca oficialmente; es decir se piensa que el problema ambiental es un problema técnico; pero este planteamiento encuentra problemas insalvables, como por ejemplo:
¿Cómo asignar unos derechos de propiedad sobre el aire?.
¿Tenemos información sobre los efectos que ocasionará la contaminación del aire?.
¿Podemos renunciar a estos derechos sabiendo que pueden afectar a las generaciones futuras?.
Es decir los problemas que se plantean rebasan la mera delimitación de la propiedad.
Pero junto a los autores ignorados, ya mencionados con anterioridad (Podolinsky, E. Sacher, P. Geddes, Ruskin, Soddy, etc.) surgen otros pioneros en la década de los sesenta y los setenta en cuyos trabajos se intenta buscar una relación entre la economía y la ecología. Entre otros tenemos[98]:
Boulding, (1950) comienza a relacionar la economía y la ecología, afirmando que la sociedad es un ejemplo de un concepto general de ecosistema, es decir, un sistema ecológico del que los sistemas biológicos (bosques, campos, pantanos), son otros ejemplos. En 1970, considera a la economía como una ciencia ecológica llegando a definir el término economía ecológica y enuncia lo que llama el Teorema número uno de dicha economía que se refiere al Autocontrol de la población y junto a este problema analiza la contaminación y el agotamiento de los recursos, definiendo al sistema económico como una economía productora de residuos.
Kapp (1966) autor también preocupado por la necesidad de reformular los conceptos básicos de la economía. Kapp propone la adopción de nuevos conceptos de producción y riqueza de manera que incluyan los valores no monetarias, diciendo: “ La riqueza no debe consistir solamente en mercancías que son cambiadas en los mercados, incluye también bienes y servicios que son útiles y socialmente necesarios independientemente de que sean o no intercambiables y evaluables en términos de valores de cambio” y “ La producción, abarca la creación de infinidad de cosas que sean consideradas útiles e importantes desde el punto de vista de la nación, sean o no intercambiables, apropiables o socialmente beneficiosas”.
Afirmaba que era necesario cambiar la forma de introducir a los estudiantes en el mundo económico, y que se debería iniciar dicha formación en el carácter abierto de los sistemas económicos, explicando los problemas de la entropía, de los efectos retroactivos, de los equilibrios materiales, de los límites a la contaminación, etc.
Daly (1968) se manifiesta continuador de los anteriores autores, estableciendo una clara analogía entre la biología (procesos metabólicos) y la economía, ya que en ambos procesos lo único que se produce son residuos.
Hueting (1971) plantea sus críticas desde el punto de vista de la Contabilidad Nacional. Así constata que el crecimiento o expansión de la producción y del consumo se realiza en detrimento de otros bienes como el agua, el aire puro, el espacio, etc. que nos son igualmente útiles y cada vez más escasos, mientras que esta situación no aparece en el cálculo de la Renta Nacional. Es decir no tiene sentido hablar de expansión económica cuando esto implica la desaparición de los recursos básicos que la permiten[99].
Con el desarrollo de la industria química, la utilización de nuevos materiales y tecnologías, etc. se rompió el viejo esquema de que el hombre necesitaba ciertos recursos para mantener y enriquecer su vida. La revolución verde generó un incremento notable de la productividad agrícola alejando el pesimismo de Malthus, propiciando el despilfarro y la degradación del medio. Esta incidencia de la economía en el medio ambiente, no se analizaba al caer fuera del objeto económico, por lo que la valoración económica de dicha incidencia tampoco entraba en los modelos económicos, pero al igual que unos autores como Sraffa criticaban el sistema económico vigente pero sin desmantelar el edificio sobre el que se sustentaba, otros autores, los ignorados, no aceptaban el bagaje teórico en el que se sustenta la ciencia económica e intentaban de nuevo que el mundo físico se relacionase con el económico.
[1] Folch, Ramón. (1998). Ambiente, emoción y ética. Actitudes ante la cultura de la sostenibilidad. Editorial Ariel. Pag 163 y s.s.
[2] Sunkel, Osvaldo – Leal, José. (1985). “Economía y medio ambiente en la perspectiva del desarrollo”. El Trimestre Económico. Nº 205, Enero-marzo. México. Pag.12.
[3] Surís, Juan C. – Varela, Manuel M. (1992). Introducción a la economía de los recursos naturales. Editorial Civitas. Madrid. Pag. 30 y s.s. Los autores definen la propiedad como “Una relación social que implica que hay admitidos y excluidos para la toma de decisiones sobre la gestión de los recursos o para el uso y disfrute o de los mimos, o bien que hay distintos grados de poder respecto de ellos”, diferenciando entre la propiedad común, un grupo acuerda las reglas para la gestión del recurso, y la propiedad pública, cuando puede ser disfrutado por un colectivo sin que esto implique exclusión, competencia o apropiación.
[4] Roll, Eric. (1974). Historia de las doctrinas económicas. Fondo de Cultura Económica. El autor utilizando cómo fuente el Antiguo Testamento señala el carácter restringido del derecho individual de propiedad, incluida la tierra. Tema interesante por la trascendencia que tiene la definición de propiedad en los temas medioambientales, enfrentado con el concepto romano o capitalista del derecho ilimitado de uso y abuso de la propiedad privada.
[5] El Diccionario de la Real Academia (DRA) la define bajo dos acepciones: Una en términos físicos., como: Abundancia de bienes y cosas preciosas. Otra más subjetiva, como: Abundancia de cualidades o atributos excelentes o Abundancia relativa de cualquier cosa. La riqueza estará presente en todas las teorías económicas, su manera de entenderla dará lugar a distintas formas de pensamiento y a la interpretación de conceptos como el crecimiento o el desarrollo.
[6] Bermejo Gómez de Segura, Roberto. (1994). “Manual para una economía ecológica”. Bakeaz. Pag.66
[7] La palabra economía deriva del griego Oikonomia administración de la casa (Oikos = Casa, hogar) y (Nomos = administración). Economía se define como la ciencia social que estudia los procesos de producción, distribución, comercialización y consumo de bienes y servicios.
[8] El dinero que es un medio de cambio existe no por naturaleza sino por convección o legislación.
[9] Martínez Alier, Joan. (1987). “Economía y Ecología. Cuestiones fundamentales”. Pensamiento Iberoamericano, nº 12, julio-diciembre. Martinez Alier – Schlüpmann (1992). La economía y la ecología. Fondo de cultura económica. Pag. 11.
[10] Deriva del griego OIKOS (hogar) y comparte raíz con economía por lo que se puede definir como el estudio de la economía de la naturaleza. El término ecología fue acuñado por el biólogo alemán HAECKEL en 1869. Según la definición del DRA es una ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno. O parte de la sociología que estudia la relación entre los grupos humanos y su ambiente, tanto físico como social. En su vertiente científica se definiría como el estudio de los sistemas constituidos por una comunidad de especies y el medio en el que viven. Por lo tanto contribuye al estudio y la compresión de los problemas del medio ambiente.
[11] Fuentes Quintana, Enrique. (Director). (1999). Economía y economistas españoles.2. De los orígenes al mercantilismo. Círculo de lectores. Pag. 299.
[12] Fuentes Quintana, Enrique. (1999). Op. Cit. Pag. 306. Santo Tomás afirmaba que “la propiedad de las posesiones no está contra el derecho natural, sino que es un desarrollo de este hecho por la razón humana”.
[13] Naredo, José Manuel. (1987b). La economía en evolución. Historia y perspectivas de las categorías básicas del pensamiento económico. Siglo XXI. Pag. 79. La riqueza se atribuía a la Madre-Tierra, el comercio sólo se veía como un juego donde unos ganaban y otros perdían.
[14] Kenneth Galbraith, J. (1993). Historia de la economía. Editorial Ariel. Pag. 49. Al aumentar el mercader su influencia social, sus actividades comenzaron a perder parte de sus connotaciones negativas. El mercantilismo no fue un sistema, sino la expresión de una clase, la comerciante, que ampliaba su poder. Su concepto de la riqueza giraba alrededor de la acumulación de oro y plata, es decir su concepto de riqueza era pecuniario.
[15] Naredo., José Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 42. Más tarde el propio A. Smith afirmará lo mismo en su libro “La Riqueza de las naciones”.
[16] Roll, Eric. (1974). Op.cit. Pag. 79.
[17] Schumpeter, J.A. (1971). Historia del análisis económico. Ed. Ariel. El concepto de Ley Natural surge de Aristóteles, que afirmaba que son formas de comportamiento impuestas por las nuevas necesidades generales de la vida, necesidades compartidas por el hombre con otros animales. Los romanos la continuaron definiendo el Derecho Natural como lo que la naturaleza ha enseñado a todos los animales. Para Santo Tomás la ley natural o lo naturalmente justo puede ser el conjunto de reglas que la naturaleza impone a todos los animales y puede ser inmutable. Un escolástico como Luis de Molina identifica el Derecho Natural con los dictados de la razón y con lo socialmente útil y necesario.
[18] Naredo, J. Manuel. (1992a). “Los cambios en la idea de Naturaleza y su incidencia en el pensamiento económico”. ICE, nº 711, noviembre.
[19] Schumpeter, J. A..(1971). Op. Cit. Pag. 256. Naredo, J. Manuel (1987b). Op. Cit. Pag. 77 y 90.
La citada frase es importante ya que demuestra de forma contundente la vinculación al mundo físico del razonamiento económico, que se desarrollará con los fisiócratas y comenzará a desaparecer con la obra de Adam Smith y en el pensamiento posterior. Divorcio entre economía y naturaleza que justifica doctrinalmente la nula preocupación por el medio ambiente hasta los intentos de nuestros días.
[20] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 91. Introduce el trabajo como cualidad productiva. La Tierra, madre de las riquezas, intervenía en el proceso productivo de forma gratuita e inconmensurable.
[22] El término fisiócrata significa dominio o gobierno de la naturaleza.
[23] Napoleoni, C. (1974). Fisiocracia Smith, Ricardo, Marx.. Ed. Oikos-Tau. Pag. 17.
[24] Aguilera Klink, Federico. (1992ª). “La preocupación por el medio ambiente en el pensamiento económico actual”. Información Comercial Española. Nº 711. Noviembre. Pag. 31.
[25] Esto supone dedicar su atención a los valores de uso que recogen las características intrínsecas de los productos, y no a los valores de cambio que hace abstracción de ellos.
[26] Roll, Eric. (1974). Op. Cit. Pag. 122. Aunque es un sistema de economía cerrado sin relaciones de cambio con otras economías.
[27] Naredo, J. Manuel. (1987b) Op. Cit. Pag. 82. Los fisiócratas son los primeros en dar por sentado que el hombre puede incidir sobre el ritmo y orientación de las riquezas generadas en la Tierra. Anteriormente sólo Dios era el único capaz de infundir existencia a las cosas, de producir algo de la nada ya que no se produce lo que ya existe.
[28] Napoleoni, C. (1974). Op. Cit. La aceptación del excedente implica tres problemas:
- El de valoración: El exceso se interpreta como mayor cantidad de producto que se obtiene respecto al consumido y utilizado para obtenerlo. Es una visión del aspecto físico de la producción. Su valoración cuantitativa se efectúa aceptando como datos los precios de mercado.
- Su origen: La tierra es la única que puede hacer un “producto neto” y este poder depende de la fertilidad natural del suelo. Sólo es productivo el trabajo que produce un excedente y por lo tanto sólo lo es el trabajo agrícola.
- Su atribución: Solamente se resuelve en la renta territorial.
[29] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. cit. Pag. 97, por eso el autor afirma que este análisis fisiócrata está más próximo a lo que hoy día se aplica al concepto de ecología.
[30] El mundo es un gran organismo con todas sus partes estrechamente relacionadas respondiendo a un Orden Natural establecido por el Creador.
[31] Quesnay elimina a artesanos e industriales porque éstos pueden modificar la materia pero no producirla. Es decir estamos ante un concepto económico ligado a lo físico.
[32] Naredo, J. Manuel. (1987b) Op. cit. Pag. 85.
[33] Bermejo, Roberto. (1994). Op. cit. Pag. 67
[34] Kenneth Galbraith, J. (1993). Op. Cit. Pag. 69-70.
[35] Naredo, José Manual. (1990). “Economía y su medio ambiente”. Ekonomiaz. Nº 17, pag. 15.
[36] Kenneth Galbraith, J. (1993). Op. Cit. Pag. 70.
[37] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 92.
[38] Napoleoni, C. (1974). Op. Cit .Pag 39
[39] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 98. La idea de la máquina como creadora de riqueza se extendió llevando a considerar a la naturaleza como una máquina ya construida y gratuita. Descartes afirmaba que todo cuanto existe es una máquina que el hombre puede manejar a su antojo. Carey afirmaba que la Tierra es una gran máquina ideada para que el hombre la conforme a sus necesidades.
[40] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 99, 116-118.
[41] Napoleoni, C. (1974). Op. Cit .Pag 46.
[42] Bifani, Pablo. (1981). Desarrollo y medio ambiente II. Cuadernos del CIFCA. Pag. 58-59. La escasez es un concepto relativo, un recurso es abundante o escaso en comparación o en función de algo. Es la capacidad para satisfacer necesidades y la comparación entre la magnitud de las necesidades a satisfacer y la disponibilidad física de recursos la que definirá el grado de su escasez. La escasez no es puramente un término físico, hay un componente socioeconómico definido por la necesidad del bien (Un bien que es escaso físicamente pero no tiene utilidad alguna no es escaso) y además con una dimensión temporal. La escasez tiene dos enfoques: Uno en términos puramente físicos (Stock) y el otro socioeconómico y aquí la escasez es un desajuste entre oferta y demanda, entre la demanda futura y la oferta prevista.
[43] Roll, Eric. (1974). Op. Cit. Pag. 150. Como podemos comprobar la ruptura con el entorno físico se manifiesta de forma clara.
[44] Martínez-Echevarría y Ortega, Miguel A. (1997). La empresa como problema ecológico. Pag. 123. en Sociedad y Medio Ambiente. Jesús Ballesteros y José Pérez Adán (Eds.) (1997). Editorial Trotta
[45] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 96.
[46] Ahora la producción se libera de su contexto físico/natural y se pasa a un concepto de producción entendida como producción de valor mercantil medido en términos monetarios que depende del trabajo y la tecnología. F. Aguilera Klink. (1992a) Art. cit. Pag. 38.
[47] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 97.
[48] Es en el momento de las colonizaciones y descubrimientos de nuevas tierras, momento en que éstas aún no han sido apropiadas, de ahí su concepto de ilimitado. Cuando se apropian se hacen escasas aunque el número de hectáreas permanezca invariable. Esto se basa en el concepto burgués de la propiedad.
[49] Podemos percibir como tal afirmación supone el abandono definitivo de cualquier ligazón con el mundo físico al hacer depender el valor de las cosas de algo intangible y social como es el valor del trabajo.
[50] El precio natural de mercado del trabajo es el que está determinado por el nivel habitual de subsistencia. Este es un concepto de tipo social ya que no tiene el mismo significado en culturas o países diferentes o en épocas distintas.
[51] Roll, Eric. (1974). Op. Cit. Pag. 165-166. Volvemos a comprobar como incluso la definición del salario de subsistencia ya no depende sólo de cosas como la comida o ropa, sino de elementos “como esencia del hábito” que dependen de elementos sociales y culturales diferentes en todas partes y épocas.
[52] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 129. La naturaleza y lo que proporciona no cabe en la definición del concepto de valor de cambio, que es el que mide el valor de las mercancías y de la riqueza. Lo físico ya no interviene en el sistema económico.
[53] Dobb, Maurice. (1975). Teoría del valor y de la distribución desde Adam Smith. Siglo XXI. Pag. 162
[54] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 98.
[55] Roll, Eric. (1974). Op. Cit. Pag. 239-240.
[56] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 101.
[57] Sunkel, Osvaldo – Leal, José. (1985). Art. Cit. Pag.7-8.
[58] Roll, Eric. (1974). Op. Cit. Pag. 241-242.
[59] En estos momentos se realizaban estudios sobre la nutrición, termodinámica, consumo de calorías, etc.
[61] Kenneth Galbraith, J. (1993). Op. Cit. Pag. 121.
[64] El sistema de la geometría euclidiana y de la mecánica newtoniana.
[65] Schumpeter, J. A. (1971). Op. Cit. Pag. 974.
[66] Bifani, Pablo. (1980). Op. Cit. Pag. 41.
[67] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 192.
[68] Dobb, Maurice. (1975). Op. Cit. Pag. 203.
[69] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 196. Jevons construye su ciencia económica concebida como “mecánica de la utilidad y del interés propio” con una física newtoniana en crisis. Es la época de los estudios sobre la velocidad de la luz, la teoría de la relatividad, la física cuántica, la termodinámica, etc. Es decir se estaba dando el salto hacía el estudio no sólo de la medida de los fenómenos sino el orden que los envuelve, por lo que no sólo se estudian los aspectos cuantitativos sino también los estructurales, lo que evidencia el retraso y la no aceptación de las novedades de las ciencias físicas a la que quería parecerse la nueva economía que se estaba construyendo, esto pone de manifiesto el porqué de las aportaciones de autores como Podolinsky o Sacher no fueran aceptadas.
[70] Roll, Eric. (1974). Op. Cit. Pag. 347-8.
[71] Dobb, Maurice. (1975). Op. Cit. Pag. 203.
[72] Romero, Carlos. (1991). Economía de los recursos ambientales y naturales. Alianza Editorial. Pag. 21-22. El uso de una plantación forestal puede dedicarse a cortar o a dejar que el stock forestal crezca, la decisión óptima será aquella en la que el valor marginal del uso de cortar iguale al valor marginal de no cortar. Lo mismo se puede aplicar ante la utilización de recursos pesqueros o de cualquier recurso no renovable.
[73] Roll, Eric. (1974).. Op. Cit. Pag. 351.
[74] Martinez Alier, Joan – Schlüpmann, Klaus. (1992). Op. Cit. Pag. 237-238.
[75] Martinez Alier, Joan – Schlüpmann, Klaus. (1992). Op. Cit. Pag. 183-185.
[76] Naredo, J. Manuel. (1987a). “¿Qué pueden hacer los economistas para ocuparse de los recursos naturales? Desde el Sistema Económico hacía la Economía de los Sistemas”. Pensamiento Iberoamericano. Julio-Diciembre. Pag. 64. Op. Cit. (1987). Pag. 202.
[77] Es de resaltar que casi todos los autores llamados neoclásicos tenían estudios técnicos y eran matemáticos o estadísticos de ahí la importancia del desarrollo de la Economía Positiva. José Pérez Adán afirma en Economía y medio ambiente. Ed Trotta. Pag. 34, que en todo este tiempo transcurrido desde los primeros economistas “La economía había pasado de ser considerada hija de la Moral a nieta de las Matemáticas.”
[78] Martinez Alier, Joan – Schlüpmann, Klaus. (1992). Op. Cit. Pag. 115.
[79] Martinez Alier, Joan – Schlüpmann, Klaus. (1992). Op. Cit. Pag. 120.
[80] Dobb, Maurice. (1975). Op. Cit. Pag. 229.
[81] Bifani, Pablo. (1980). Op. Cit. Pag. 47.
[82] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 216.
[83] Roll, Eric. (1974). Op. Cit. Pag. 364. Estamos comprobando que se está modificando la argumentación exterior del sistema económico, pero el centro del discurso económico es el mismo, como por ejemplo la riqueza se sigue sustentando en el valor de cambio y el esfuerzo.
[84] Magadán, Marta – Rivas, Jesús. (1998). Economía ambiental. Teoría y políticas. Dykinson. Pag. 29. Meade (1952) define las economías externas cuando la producción de una empresa no depende sólo de los factores de producción utilizados, sino también de los productos de otras empresas y los precios de sus factores. Pero aún la externalidad ambiental no aparece en sus análisis, sus teorías del equilibrio no tienen en cuenta el mundo físico donde se mueven.
[85] Dobb, Maurice. (1975). Op. Cit. Pag. 238-239.
[86] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 343.
[87] Schumpeter, J. A. (1971). Op. Cit. Pag. 382.
[88] Martinez Alier, Joan – Schlüpmann, Klaus. (1992). Op. Cit. Pag. 163-167.
[89] Dobb, Maurice. (1975). Op. Cit. Pag. 279-281
[90] Así menciona a los humos procedentes de las chimeneas de las fábricas, que afectaban al aire y ensuciaban la ropa, o las chispas que lanzaban las locomotoras a vapor y que podían incendiar bosques y prados, (lo que después se consideró como ejemplo típico y tópico de externalidad).
[91] Aguilera Klink, Federico. (1992b). “Precisiones conceptuales sobre economía ambiental: Una relectura de Pigou y Coase”. Revista de Economía. Nº 14. Pag. 33.
[92] Naredo, J. Manuel. (1987b). Op. Cit. Pag. 264-266.
[93] Coase, R.H. (1974). El problema del coste social. En “Economía del medio ambiente”. J.A. Gallego Gredilla. Instituto de Estudios Fiscales. Pags. 99-173.
[94] Con esta opinión comprobamos que se está siguiendo la tradición anterior de que un bien se hace escaso si se ejerce la exclusión sobre él (lo económico ha de ser apropiable) para que tenga un precio (es decir que sea valorable, que tenga valor de cambio) e intercambiable (que exista un mercado), no hay un avance real en modificar los criterios en los que se asienta la ciencia económica ya que sus definiciones sobre las cosas que son objeto del estudio económico ya habían sido definidas así con anterioridad. En resumen, desde los clásicos ya se afirmaba que una cosa pierde la externalidad y pasa a formar parte de lo económico, desde que tiene la condición de apropiable.
[95] Azqueta Oyarzun, Diego. (1993). Artículo que forma parte del libro de Diego Azqueta y Antonio Ferreiro (eds.). Análisis económico y gestión de recursos naturales. Ed. Alianza. Pag. 53-54.
[96] Naredo, J. Manuel. (1992b). “Transdisciplinaridad y medio ambiente en el pensamiento actual”. Revista de Economía. Nº 14. Pag. 19.
[97] Aguilera Klint, Federico. (1991). “Economía del medio ambiente: Notas para un estado de la cuestión”. Cuadernos de Economía. Nº 55. Mayo/Agosto. Pag. 175.
[98] Aguilera Klint, Federico. (1991). Art. Cit. Pag. 182-186.
[99] Un ejemplo que planteaba era el caso de un bosque. Mientras que un economista convencional calcula la contribución de un bosque al Producto Nacional mediante el precio de la madera vendida, la consideración de las funciones ambientales exige pensar también en otras funciones como la producción de oxígeno, captación de agua, control de la erosión, eliminación del CO2, etc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario