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lunes, 22 de julio de 2019

Economistas chiflados y los idiotas que creen en ellos

Economistas chiflados y los idiotas que creen en ellos


Ser profeta como los del Antiguo Testamento ya no puede ser. ¿Por qué no? Porque el cánon de las Escrituras ya terminó – la Biblia es completa. No puede haber mensajes “actualizados” de Dios que tengan la misma autoridad que tienen las palabras que pronunciaron los profetas de Israel y los apóstoles de la Iglesia en sus inicios. Sus palabras eran revelaciones directas de Dios, Palabra de Dios absoluta. Cuando un profeta de Dios anunciaba que se tenía que hacer algo, no había opción – se tenía que hacer si se quería seguir obedeciendo a Dios.
Por eso los profetas tenían más autoridad legal que los reyes y rabinos/levitas (Estado + Iglesia, para entendernos). Hoy en día, ningún agente terrestre puede tener autoridad legal sobre la Iglesia y el Estado. La Biblia concluye y Jerusalén es destruida en A.D. 70 y a partir de ese momento ya no hay profecías y por lo tanto no hay necesidad de profetas hoy en día. La Palabra revelada de Dios está por encima de la Iglesia y el Estado – La Palabra de Dios está equiparada con Jesucristo en el Nuevo Testamento; Sólo Él es el Verbo (Juan 1:1) y sólo Él está por encima de la Iglesia y Estado.

Profetas contemporáneos
Todavía hay grupos de herejes y sectas que dicen que sus líderes o algunos de sus miembros dotados están en posesión de poderes de profecía o judiciales como los profetas del Antiguo Testamento. Los cristianos han de resistir DURAMENTE estas cosas. Es cierto que Satanás tiene algunos poderes limitados y les da algunos a sus seguidores durante etapas breves y para propósitos muy específicos como el engaño espiritual. No es de sorprender pues que en ese sentido la Iglesia Católica de Roma tenga algunos poderes que dan miedo, sobre todo en cuanto a su influencia en la sociedad española y en lo que la gente asocia con Cristo lo mezclan todo con catolicismo. Es una trampa del diablo. Los cristianos, ciertamente, podemos orar y pedirle cosas a Dios, pero no somos profetas y nuestras palabras no son ley. Por eso ya no es aplicable a nosotros, en ese caso, ejecutar a profetas falsos como dice Deuteronomio 18:20-22: “Empero el profeta que presumiere hablar palabra en mi nombre, que yo no le haya mandado hablar, ó que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá. Y si dijeres en tu corazón: ¿Cómo conoceremos la palabra que Jehová no hubiere hablado? Cuando el profeta hablare en nombre de Jehová, y no fuere la tal cosa, ni viniere, es palabra que Jehová no ha hablado: con soberbia la habló aquel profeta: no tengas temor de él”.
Hoy no hay motivos para sentir miedo de ninguna persona – incluso el que se autodenomine “profeta” que pueda saber algo del futuro de vez en cuando. (Si los gobiernos civiles de nuestra patria de verdad quisieran aplicar esta ley de Deuteronomio, tendriamos muchos menos carismáticos infestando las iglesias carismáticas y no se atreverían a hablar tanto en público sobre el “espiritu santo y las visiones que ven”). No hay obligación de ejecutarles porque Dios ya ha eliminado toda autoridad judicial en las profecías. Sólo podemos hacer pronósticos. La pregunta es esta: ¿Deberiamos tomar en serio a la gente que hace pronósticos?
Hace tiempo dije, medio bromeando, que deberíamos abolir a los economistas para siempre porque no sirven para nada. Son los que más dicen tener poderes para hacer pronósticos (fuera del laboratorio). No apelan a la moral ni a la Biblia para apoyar sus tesis por supuesto. Lo que buscan es hacer pronósticos “racionales” porque la teoría de la razón es todo para el economista “positivo”. Los economistas, más que los profesionales de cualquier otra disciplina social, han utilizado métodos que rechazan por completo la necesidad de tener una base moral o bíblica — sobre todo bíblica.
La “Economía” nació como reacción contra la Guerra Civil inglesa de 1640-1660. En esa guerra brutal y sus consecuencias políticas posteriores, los economistas nacientes (mercantiles) evitaron cualquier apelación a la Biblia o a la Fe cristiana ya que estaban convencidos que toda apelación a los dioses era inútil. Ya que no había “terreno común” (palabras favoritas de los enemigos de Dios) entre la gente bíblica y los hijos del Diablo, concluyeron que no podían tener ninguna discusión racional para elaborar una política nacional económica. Por ese motivo, recurrieron al “Derecho Natural” y la “Razón Natural”, que, según ellos, era “común a todos los hombres”.
Hoy en día hemos visto el éxito que ha tenido la doctrina del “Método Científico” en las ciencias físicas – un método supuestamente neutral y empírico para investigar “hechos” — ha deslumbrado a los científicos sociales y a sus seguidores. Quieren imitar a los físicos y a los químicos adoptando las matemáticas como modelo. Esto ha sido así desde que el teórico de políticas, Tomás Hobbes empezó a imitar a Descartes – de nuevo, en medio de la Guerra Civil inglesa. Apenas les inquieta el hecho que en la ciencia física, los objetos de la investigación están bajo el control de un científico.
Hay constantes físicos, sobre todo en física, la ciencia física por excelencia pero constantes comparables no existen en las ciencias sociales o “de sociedad”.
Así pues, el uso de las matemáticas es inútil cuando formulamos una teoría social, incluyendo ideas económicas. Este hecho inconveniente no ha disuadido a la mayoría de los economistas modernos de adoptar un uso, digamos, especioso de las matemáticas. Es el triunfo del método sobre la realidad y por eso a la mayoría de gente normal y decente, el razonamiento de los economistas socialistas les suena a chino cuando no una locura esquizofrénica. Claro que hay una locura en su método: la locura de aplicar los métodos de las ciencias físicas a la acción humana. La mayoría de los economistas dicen que sus poderes para pronosticar sobre la economía vienen de ese método “científico”. Creer todo eso a la vista de sus constantes fallos en sus pronósticos (como los que no veian venir la burbuja) es otra demostración de la fe que tienen los hombres en fórmulas. ¿No os habeis preguntado nunca po qué la Iglesia Católica es la iglesia más grande del mundo para los que dicen ser creyentes? A la Iglesia Católica le encanta las fórmulas.
Los chiflados
La mayoría de los seguidores de Keynes no entienden sus argumentos ni los supuestos hechos ni los resultados prácticos de las políticas que él defendía. Cuando les preguntas si te pueden dar algún programa fundamental “keynesiano”, lo mejor que pueden hacer es resumir los buenos resultados que el “líder” les ha asegurado que habrá si se aplica su fórmula. Todas estas aplicaciones son, por supuesto, políticas – el Estado siempre es la clave para inaugurar cualquier nueva etapa de política económica.
Una de las características principales que tienen los chiflados es su afirmación que alguna parte de la Creación no está bajo la maldición divina de la escasez (Génesis 3:17-18) y que podemos tener acceso a la naturaleza de forma gratuita si ajustamos nuestras leyes civiles. Muchas veces esto significa “liberar” el capital como recurso – como los que defienden una “Renta de Inserción” o “Renta Básica para todos”. En otros casos, quieren eliminar los tipos de interés y nacionalizar la banca. Otras veces, cualquier ánimo de lucro es visto como algo “malo” y “egoista”. En resumen, piensan que en la naturaleza no hay escasez y que las instituciones del hombre han sido culpables de la “escasez”. Por eso lo que hace falta, según estos iluminados, es sancionar y castigar a los hombres a través del Estado para que éste entonces pueda conseguir producción máxima.
Si te fijas, siempre es el Estado el que tiene que sancionar o imponer castigos contra todo comportamiento económico voluntario. ¿Quién no ha oido alguna vez decir, al típico gordo grasiento de bareto esquinero, algo así: “joder ej que no se puede permitir que esa gente se esté forrando, tiene que haber leyes joder”! El hombre, envidioso por naturaleza, odia que otros tengan más que él.
Ha habido mucho economista chiflado – normalmente la ciencia natural es una profesión extendida entre ellos. Surgen, sobre todo, en los años 30 – una época en la que ideas locas sobre la economía eran universales. El más famoso de esos chiflados se llama John Maynard Keynes – no olvidemos que tenía un título en MATEMÁTICAS, jamás estuvo en ningún curso sobre economía y su primer puesto de trabajo universitario fue dando clases de Economá en Cambridge porque su padre era un FAMOSO economista de Cambridge que había personalmente subido su propio salario el primer año (no la universidad).
Volviendo al tema – todos los economistas liberticidas creen que la naturaleza no tiene límites y que es la civilización la culpable de limitar este infinito. Como todo chiflado socialista, la solución para esta gente es emitir billetes de papel – dinero fiduciario.

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Conclusiones

Lo cierto es que la propiedad privada efectivamente tiene una función social – la asignación de recursos escasos. Los cristianos no pueden permitir dejarse engañar por chifladuras socialistas. Si ya nos toca ser locos, es preferible ser un loco por Jesucristo, locos y fanáticos de la Biblia, al menos seremos bíblicos antes que chiflados socialistas o “New Age”. Como cristianos, vamos a partir de una presuposición: la tierra está bajo una maldición, como el hombre, y la escasez no tiene nada que ver con las instituciones económicas. Es cierto que algunos arreglos institucionales pueden aliviar la escasez de forma más eficiente que otros, pero fue Dios, no la “sociedad”, el que impuso esa maldición al hombre y su medioambiente (Génesis 3:17-19) y por eso es Dios, no la sociedad, el que promete eliminar esta maldición para nosotros si le obedecemos y nos conformamos a Su Ley revelada en la Santa Biblia. No hay ninguna fórmula. No hay ninguna cura singular. Está la Ley de Dios. Obedece y arrepiéntente, impío asqueroso y saca tus dedos pegajosos de bolsillos ajenos para financiar tus inmundos pecados.

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