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miércoles, 28 de noviembre de 2012

BID: El Perú crecerá 5,5% por fortaleza macroeconómica

El Banco Interamericano de Desarrollo aseguró que nuestro país está en una posición privilegiada para enfrentar la crisis mundial en el 2013
(Foto: Archivo El Comercio) (Andina). El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó hoy que el Perú crecerá 5,5% el próximo año gracias a su fortaleza macroeconómica frente a la desaceleración económica mundial.

El representante del BID en Perú, Fidel Jaramillo,  resaltó que la economía peruana cerrará el 2012 con un crecimiento de 6%, tal como lo estimó el organismo multilateral en abril del presente año, mientras que otras economías se han desacelerado. “Cuando todos pensaban que Perú crecería solo 5% este año, el BID anunció que crecería en seis por ciento, y cerraremos a esa tasa, así que fuimos acertados. Ahora, creo que 5,5% es una muy buena tasa de crecimiento y podemos llegar a ella el próximo año”, declaró a la agencia Andina. Indicó que el Perú se encuentra en una posición privilegiada para enfrontar los efectos de la volatilidad financiera internacional, por sus mayores reservas internacionales, menor deuda externa y mayor inversión pública y privada.
 “Creo que la fortaleza macroeconómica, fiscal, monetaria y financiera da a Perú la posibilidad de estar mejor preparado para afrontar cualquier vaivén internacional, que otras economías emergentes”, refirió.
Sin embargo, explicó que l*a tasa de 5,5% es posible de no producirse una recesión prolongada en Europa o una desaceleración en China*, lo cual al parecer no sucederá.
“Vemos que esto no se está materializando y que más bien la economía de Estados Unidos está creciendo, aunque lentamente, dando empuje a la economía global”, manifestó.

DINAMISMO FINANCIERO 
Asimismo, Jaramillo resaltó las iniciativas lanzadas por el gobierno para dinamizar el mercado financiero y elevar la inclusión financiera, lo que permitirá un crecimiento más acelerado de la economía peruana.
 “Todas estas medidas para dinamizar el mercado, acceder a otras formas de financiamiento en el mercado de capitales, así como identificar instrumentos para ayudar a las pequeñas y medianas empresas (pymes) a financiar su inversión, son políticas acertadas”, dijo.
También resaltó el trabajo del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y una serie de instituciones como la Corporación Financiera de Desarrollo (Cofide), el Banco de la Nación, la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) y bancos multilaterales para aumentar la inclusión financiera.

FUENTE

BID entregó crédito de US$30 millones al Perú para mejorar competitividad

Con los fondos se busca desarrollar el entorno de negocios y mejorar el marco legal que apoya la competitividad y la innovación 

 (Foto: Archivo El Comercio)
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) otorgó hoy un préstamo a Perú para respaldar las reformas destinadas a aumentar la productividad y competitividad empresarial, especialmente de las pequeñas empresas.
Los fondos, que son una continuación de un crédito concedido en 2010 con los mismos fines, buscan desarrollar “el entorno de negocios, los procesos de mejora del marco institucional de apoyo a la competitividad y la innovación, así como el diagnóstico y concertación de nuevas áreas de reforma”.
El organismo internacional destacó en nota de prensa cómo Perú “ha venido mejorando significativamente su posición en el índice Doing Business  del Banco Mundial, y hoy se encuentra en la mejor ubicación en la región latinoamericana y el caribe después de Chile”.
Para enfrentar estos retos, el BID apoya la implementación y consolidación de reformas microeconómicas e institucionales con el fin de reducir los costos de transacción que enfrentan las empresas, especialmente las más pequeñas, y superar las limitaciones que les impiden mejorar sus niveles de productividad y competitividad.
El préstamo del BID es a ocho años y cuenta con un período de gracia de cinco años.

 FUENTE

martes, 20 de noviembre de 2012

Las desigualdades y la redistribución del ingreso

La UNAF efectuó un extenso trabajo que aborda la redistribución del ingreso o la renta generados por la sociedad, explicando sus diferentes perspectivas y haciendo referencia al origen de las desigualdades.
 El análisis reveló que la Pampa Húmeda, más Mendoza, concentran casi el 80 por ciento de los ingresos generados en el país y aclara cuáles son los instrumentos de los que dispone la política económica para la redistribución del ingreso, entre otros aspectos.
La indispensable participación del Estado en la economía, y qué y cuánto producir, cómo hacerlo y a quién distribuir lo producido.
 Para diseñar la organización económica, todo país se hace los siguientes interrogantes: qué y cuánto producir, cómo hacerlo y a quién distribuir lo producido.
 El trabajo realizado por un grupo de especialistas de la UNaF aborda los aspectos centrales de la política de redistribución, es decir, cómo redistribuir los ingresos o la renta generados por la sociedad, cuestión que implica la participación del Estado en la economía. La intervención del Estado es una consecuencia de los fallos del mercado, que en busca de la maximización de los beneficios, olvida el costado ético y social de la economía.
Entre los criterios clásicos de distribución del ingreso se encuentran la manera de distribuir a todos por partes iguales, lo que lleva a distribuir la pobreza, según las necesidades. Se requiere que alguien elabore un esquema de reparto y priorización de necesidades sociales para reducir el nivel de insatisfacción, sobre la base de la solidaridad y la caridad -ancianidad y enfermos-.
 La distribución de la renta puede ser analizada desde diversas perspectivas como la funcional, la territorial, la personal, per cápita y sectorial. En el primer caso, se analiza la evolución en el tiempo de la participación en la producción y apropiación de la renta por parte de la renta salarial y la renta no salarial.
 El equilibrio territorial se mide a partir de la proporción de la participación de cada provincia o región en la producción y apropiación del ingreso nacional.
Este análisis muestra que la Pampa Húmeda, más Mendoza, concentran casi el 80 por ciento de los ingresos generados en el país.
 La distribución personal se analiza a partir de la estratificación, en diez partes iguales, de los perceptores de ingresos, que da cuenta del grado de concentración por segmentos.
A su vez, el ingreso per cápita denota un correlato entre la distribución territorial y este indicador ya que las provincias que no pertenecen a la Pampa Húmeda también poseen menores ingresos per cápita. Por último, la distribución sectorial se refiere a la participación que tienen los sectores primario, secundario y terciario en la renta como a cada uno de sus subsectores, en los que también existen rentas o ingresos salariales e ingresos no salariales.
 Origen de las desigualdades
 La pregunta de rigor es: ¿cuáles son los orígenes de la desigual distribución de los ingresos entre individuos? 
Las diferencias personales (capacidad) es uno, sin embargo no es el único.
La diferencia tiene dos causas: los caracteres hereditarios- biológicos, sumada al entorno social y la inversión en capital humano.
Las causas biológicas denotan una fuerte asociación entre la educación y el nivel de ingresos.
 Otra de las causas es la distribución de la riqueza (capital), ya que a mayor riqueza mayores los ingresos generados por este capital. Políticas de redistribución del ingreso
 El objetivo es reducir la brecha entre los receptores de ingresos más elevados y los de menores ingresos, o generar ingresos a aquellos que no los perciben (desocupados).
La intervención del Estado, mediante instrumentos de política económica, puede reducir estas desigualdades.
 Toda política de redistribución de la renta tendrá tres objetivos centrales: fomentar la igualdad de oportunidades, integrar social y económicamente a los excluidos, y reducir el nivel de concentración del ingreso y la riqueza.
Los instrumentos de la política económica que pueden utilizarse son: política impositiva (impuestos directos e indirectos), política de gastos y transferencias públicas: (gastos para la igualdad de oportunidades, transferencia netas, redistribución entre grupos y política de inversión pública), política de rentas y precios (salario mínimo vital y móvil, política de precios agrarios, precios máximos o controlados) y distribución de activos (reforma agraria e intervenciones del mercado de trabajo).
 Así, entre las medidas que conforman las políticas de gastos y transferencias, están los programas de gastos para la igualdad de oportunidades, cuyo objetivo es garantizar el acceso a los sectores menos favorecidos por la distribución de ingresos que hace el mercado.
Los programas de seguridad social son medidas que apuntan a reducir la marginación y la pobreza, como los seguros de desempleo, las jubilaciones y pensiones o el sistema sanitario público, que es una clara política de redistribución de ingresos.
Tanto las pensiones como la salud pública no son contributivos, por lo tanto son claramente redistributivos. A través de las transferencias netas generales se entregan subsidios o ayudas a familias de bajos recursos con cargas familiares, que pueden ser en efectivo, en orden al número de hijos, o en especies como guarderías gratuitas, subsidios para viviendas y tarifas diferenciales para los perceptores de rentas bajas (transporte, luz, agua, gas, alimentos), cuyo objetivo final es aumentar la renta disponible de los perceptores de ingresos bajos.
 Con la redistribución directa de grupos específicos se aspira a ayudar a grupos sociales con otros más favorecidos.
Por ejemplo, un impuesto a las camionetas 4 por 4 para financiar transporte escolar o impuestos a yates para financiar la flota pesquera argentina. Las políticas de inversiones públicas pueden generar el desarrollo de programas de obras públicas (caminos, vivienda, escuelas, hospitales) que tienen importantes y variados impactos redistributivos ya que crean puestos de trabajo en forma masiva y los bienes son utilizados por los mismos sectores de bajos ingresos.
La política de rentas y precios puede tener una finalidad redistributiva mediante la intervención en los mecanismos de fijación de salarios y precios en el mercado.
El sostenimiento de los ingresos de los agricultores, ante el debilitamiento de los precios de los productos y sus fluctuaciones, fue un objetivo tradicional.
En cambio, la política de precios máximos fija un precio que permite a los sectores de bajos ingresos adquirir bienes de primera necesidad (pan, azúcar, fideos, yerba, polenta, etcétera).
 Finalmente, según la política de distribución de activos, se marca que la propiedad de los activos suele estar más concentrada que los ingresos y esta es la causa central de esa concentración.
Para resolverla se pueden llevar adelante medidas como la reforma agraria, que consiste en realizar cambios en el régimen de tenencia y explotación de la tierra cultivable.
O por la vía del reparto de la tierra o uso colectivo con sociedades cooperativas, intervenir en el mercado de trabajo estableciendo subsidios para la creación de empleo.

FUENTE http://infouniversidades.siu.edu.ar/noticia.php?titulo=las_desigualdades_y_la_redistribucion_del_ingreso&id=700

sábado, 17 de noviembre de 2012

Crisis económica y desigualdad

No hay recetas fáciles para reducir de manera inmediata la desigualdad de rentas en los países occidentales •

Necesitamos crear más empleo de calidad y una educación más orientada a lo que demanda el mercado LA consecuencia más dolorosa de la actual crisis es el gran aumento del paro.
Más de cinco millones setecientos mil españoles desean trabajar y no encuentran empleo.
Y una de las secuelas que se derivan de esa situación del mercado de trabajo -aunque no exclusivamente- es el aumento de las desigualdades.

 El incremento de la desigualdad es un fenómeno que afecta a casi todos los países occidentales. Investigaciones realizadas recientemente apuntan a que la desigualdad ha crecido en 17 de los 22 países más ricos en el periodo que va desde mediados de los años ochenta hasta 2010.
Es un fenómeno tendencial y generalizado, aunque no afecta por igual a todas las economías.
Estados Unidos, Chile e Italia son los países en los que la división ha sido más intensa, mientras que en los del centro y norte de Europa las diferencias han aumentado menos o incluso se han reducido.
 El alza de la desigualdad ha sido tradicionalmente combatido por los gobiernos a través de políticas fiscales con tipos progresivos.
Sin embargo, si el proceso de cambio tecnológico expulsa del mercado de trabajo a muchos empleados que realizan tareas repetitivas y sus niveles salariales se encuentran en un nivel intermedio, estas políticas demuestran ser ineficaces.
Por un lado, porque las rentas del trabajo más elevadas crecen a un ritmo más rápido que la progresividad del impuesto sobre la renta.
Por otro, en la mayoría de los países, detrás de los tipos marginales muy elevados (superiores al 45%) suele haber un elefante de papel, esto es, la recaudación total de las rentas a las que afectan esos tipos elevados es muy reducida porque son pocos los que las disfrutan y porque sofisticadas operaciones de ingeniería fiscal desplazan hacia el futuro las rentas.
 Son la reducción del fraude fiscal -extendida por toda la población-, la mejora del acceso al empleo y nuevas políticas de redistribución, revisando en profundidad el actual sistema fiscal, los elementos que mejor contribuyen a que la desigualdad no se incremente.
En la reducción del fraude hay un problema de recursos para combatirlo, pero también uno cultural en determinados países -especialmente mediterráneos- que toma tiempo mejorarlo por la falta de tradición y porque socialmente se ha estimulado.
Pero, insistimos, las causas principales se encuentran en la intensa introducción de nuevas tecnologías, en un proceso que podemos calificar como una carrera entre la educación y el cambio tecnológico, y en las dificultades de acceso al mercado de trabajo, especialmente de los más jóvenes.
 En España, al contrario que la mayoría de los países occidentales, la desigualdad ha disminuido en el periodo que va desde mediados de los ochenta hasta principios de la década actual, situándose por debajo de Italia o Portugal, pero por encima de Alemania o Francia.
Durante el mencionado periodo de análisis, el 10% de la población española con mayores ingresos recibía rentas 11 veces superiores al 10% con menores ingresos.
Sólo el 1% más rico mejoró ligeramente su renta, del 8,4% al 8,8%, contrastando con países como el Reino Unido, en donde se duplicó su participación -un efecto directo de la City-.
Sin embargo, los últimos datos disponibles para realizar comparaciones internacionales apuntan claramente a que la desigualdad está incrementándose también en España.
 La tendencia a una menor desigualdad en nuestro país contiene varias variables explicativas. En primer lugar, durante las dos décadas de análisis, las diferencias entre el 10% más alto y más bajo de la escala salarial se redujo en un 20%, mientras crecía en los restantes países.
Esto significa que el empleo aumentó en mayor medida entre los niveles bajos de retribución que entre los más elevados. En segundo lugar, los trabajadores con menor remuneración aumentaron el número de horas trabajadas (y, por tanto, su remuneración).
Además, los servicios públicos han ido ganando en intensidad en España antes de la crisis, contribuyendo al mismo fenómeno.
Pero fue, sobre todo, el aumento del empleo antes de la crisis la que mejor explica la reducción en las diferencias.
 En concreto, el 70% se debió a la creación de empleo. Ahora es también la destrucción de empleo lo que mejor explica el aumento de la desigualdad.
 No hay recetas fáciles para reducir de manera inmediata la creciente desigualdad de rentas en los países occidentales.
 Las medidas más impactantes se insertan en procesos que surten sus efectos lentamente y a largo plazo.
Necesitamos crear más empleo y que éste sea de mayor calidad porque los avances tecnológicos y el impacto de la globalización de la economía impiden crear los empleos del pasado, menos sofisticados y más protegidos de la competencia.
 Lógicamente, una mayor educación es un requisito imprescindible.
Pero la educación, tanto básica y secundaria, como universitaria, tiene que estar mucho más orientada a las posibilidades de la oferta de empleo del mercado. Satisfacer esta necesidad requeriría cambios profundos e inmediatos en nuestro sistema educativo.
Pensemos en los profesionales que salen de nuestras universidades formados para sectores que jamás van a absorber a los egresados, ya sea en el sector de la construcción o en el de la información, por citar dos claros ejemplos.
Habría que tocar intereses creados e inmovilismo. Pero ni los intereses particulares ni el inmovilismo han conducido jamás al progreso.

FUENTE http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/1400018/crisis/economica/y/desigualdad.html

Desarrollo y Crecimiento Económico

Desarrollo y Crecimiento Económico

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Historia económica-desarrollo económico algunas anotaciones para la discusión

Historia económica-desarrollo económico algunas anotaciones para la discusión

Segundo debate: Crecimiento, desarrollo económico y social

Segundo debate: Crecimiento, desarrollo económico y social.

EL DEBATE SOBRE EL CRECIMIENTO ECONOMICO DESDE LA PERSPECTIVA DE LA SOSTENIBILIDAD Y LA EQUIDAD

Por Jordi Roca Jusmet
Departamento de Teoría Económica Universidad de Barcelona

 El crecimiento económico es generalmente considerado uno de los objetivos básicos de la política económica.
Sin embargo, ni el pleno empleo ni la satisfacción de las necesidades más básicas de la población requieren necesariamente de un continuo crecimiento económico.
Los problemas ecológicos son en gran parte el resultado de la escala que ha adquirido la economía humana y los países ricos contribuyen de forma desproporcionada a dichos problemas ecológicos.
Para reducirlos y dejar espacio ambiental a los países más pobres, los ricos deberían disminuir de forma radical el uso de energía y materiales.
Sería ingenuo pensar que ello es un objetivo político sencillo. Sin embargo, es posible pensar en políticas económicas que se orienten al mismo tiempo hacia una mayor equidad, un mayor bienestar para la mayoría de la población y un uso menor de recursos.
El reto es disminuir la presión ambiental y no cualquier tipo de actividad económica.
Actualmente, existe un sesgo hacia las técnicas y actividades intensivas en recursos debido a una serie de inercias tecnológicas y a unos determinados precios relativos; y existe un sesgo también hacia la competencia posicional que en gran parte tiene características de juego de suma cero.
El hecho de que se imponga el consumismo -y en particular el consumo de bienes y servicios intensivos en energía y materiales- no implica que no exista una alternativa, hoy bloqueada, mejor incluso para gran parte de los que hoy disfrutan de un elevado consumo.
Una estrategia hacia una sociedad más igualitaria, que fomente más el consumo de servicios públicos en relación al consumo privado, que cambie los precios relativos gravando las técnicas y bienes intensivos en recursos naturales y que se oriente más a la reducción del tiempo de trabajo mercantil puede al mismo tiempo mejorar la calidad de vida de la mayoría de la población y reducir la presión ambiental....

MÄS

LA SOSTENIBILIDAD DEL DESARROLLO A 20 AÑOS DE LA CUMBRE PARA LA TIERRA

Avances brechas y lineamientos estratégicos para América Latina y el Caribe



martes, 6 de noviembre de 2012

TIPO DE CAMBIO UN ENFOQUE ALTERNATIVO PARA UN PAÍS DEPENDIENTE

Los cursos habituales en Argentina sobre macroeconomía abierta y economía internacional se basan en los modelos neoclásicos de determinación del tipo de cambio y equilibrio de la balanza de pagos.
Las presentaciones corrientes se encuentran en Dornbusch (1993); Krugman y Obstfeld (1995); Dornbusch, Fisher y Startz (1999); Chacholiades (1999); Blanchard y Pérez Enrri (2000).
Pilares de estos modelos son la condición de la paridad de intereses, la paridad de poder de compra (absoluta o relativa), el modelo Mundell-Fleming y el IS-LM.
El propósito de este trabajo es presentar una crítica de estas tesis ortodoxas y una explicación alternativa, aplicada a un país dependiente –a partir del caso de Argentina– y basada en la teoría del valor-trabajo de Marx.
En lo que sigue se recogen algunas críticas poskeynesianas a la macroeconomía abierta neoclásica, pero el centro está puesto en la presentación de una alternativa desde el marxismo.

 La estructura del razonamiento neoclásico 

 Primer fundamento, paridad de intereses y de poder de compra 

 Dado que muchas veces se pierden las conexiones y la lógica del planteo neoclásico, sintetizamos primero la lógica del argumento. El objetivo es poner en evidencia falencias y problemas que afectan de manera directa a los análisis para los países dependientes.
Comencemos señalando que la explicación neoclásica se asienta en los supuestos habituales de la economía ortodoxa: no existen clases sociales ni relaciones de explotación; el capital se identifica con los medios de producción (o sea, no es una relación social); en equilibrio, los “factores de producción” (capital, trabajo) reciben ingresos que igualan a sus productividades físicas marginales; la tasa de interés “real” mide las preferencias inter-temporales del consumo, y se iguala a la productividad marginal del capital; la inversión está determinada por la tasa de interés; el funcionamiento agregado de la economía se puede derivar del comportamiento de los individuos optimizadores; la economía “real” está tajantemente separada de la economía “monetaria”; en el largo o mediano plazo lo monetario no afecta las variables “reales”; la oferta monetaria es exógena, y está determinada por el Banco Central; la demanda de dinero depende del ingreso real y de la tasa de interés, y más fundamentalmente de las decisiones optimizadoras de los agentes; las curvas de oferta y demanda de dinero son independientes; rige la teoría cuantitativa (en cualquiera de sus versiones, “a lo Fisher” o remozada).
 Desde este encuadre, la explicación ortodoxa relaciona el tipo de cambio con la tasa de interés por medio de la llamada “condición de la paridad de intereses”.
Se sostiene que la tasa de interés está determinada por la oferta y demanda de dinero. La oferta de dinero está determinada por las autoridades monetarias; y la demanda de dinero depende positivamente del ingreso real de los agentes, y negativamente de la tasa de interés.
Se introduce entonces la idea del arbitraje, que dice que en condiciones de equilibrio los precios de los activos financieros son tales que los inversores están igualmente dispuestos a comprar cualquiera de ellos, porque sus rendimientos son iguales. Esto significa que son perfectamente sustituibles. La sustitución perfecta se define entonces como una situación en la cual a) a los tenedores de valores les resulta indiferente poseer uno u otro activo; y b) los rendimientos son iguales [Dornbusch (1993) p. 194].

Además, los inversores son adversos al riesgo, y pueden realizar predicciones racionales acerca de la evolución futura de los precios. Las predicciones son racionales porque están guiadas por “fundamentos”. Por eso también pueden asignar probabilidades a los rendimientos futuros de los activos; calcular un rendimiento medio esperado; y calcular una desviación estándar del rendimiento de cada activo. La desviación estándar se toma como una medida del riesgo. Además, los inversores pueden establecer curvas de indiferencia, que dicen cuánto aumenta el rendimiento demandado por cada incremento del riesgo (o sea, de la desviación estándar).
 Todo esto se aplica entonces a los mercados cambiarios. Se supone que en los mercados cambiarios los operadores arbitran entre sólo dos activos, los depósitos domésticos y los depósitos en el extranjero, y que tratan de aprovechar cualquier diferencia, por mínima que sea, entre los rendimientos de ambos activos, para realizar beneficios. La idea es que siempre operan en el margen, los diferenciales de rendimiento duran poco tiempo, y los márgenes son siempre muy reducidos.[1] Se trata de una especulación “tranquila”, donde el tipo de cambio se fijará a un nivel tal que iguala las ofertas y demandas de depósitos de todas las divisas. Por lo tanto, en equilibrio, no hay incentivos para seguir modificando las carteras. 
La ecuación de la paridad de intereses entonces dice que los rendimientos, evaluados en la moneda doméstica (o sea, teniendo en cuenta la evolución esperada del tipo de cambio), deben ser iguales.
En fórmula:
 r = r* + (Ee – E)/E (1)

 donde r y r* son las tasas de interés nacional e internacional; Ee es el tipo de cambio esperado, y E el tipo de cambio spot. (1) es la ecuación de la paridad descubierta de intereses (PDI), que se supone equivalente a la paridad cubierta de intereses (PCI). Tenemos PCI cuando en lugar del tipo de cambio esperado se considera el tipo de cambio de futuro, Ef, establecido en el mercado de futuros:

 r = r* + (Ef – E)/E (2) 

 Nótese que las partes de la derecha de (1) y (2) expresan la rentabilidad, medida en términos de la moneda doméstica, de las colocaciones externas. Debido a que se supone sustitución perfecta, en equilibrio las rentabilidades de las dos colocaciones son iguales. Por ejemplo, la rentabilidad, medida en dólares estadounidenses, de un depósito en dólares canadienses o en dólares estadounidenses, es la misma. Considerando que los depósitos se realizan en países en los que no existe riesgo de default (o el mismo es despreciable), el aumento de la tasa de interés de uno de los países da lugar a la apreciación de su moneda. Para los países como Argentina se agrega una llamada prima por el riesgo de default en el pago de bonos.[2] Entonces es:

 r = r* + (Ee – E)/E + ø (3) 

 En sentido estricto ya no hay sustitución perfecta, porque ahora el rendimiento esperado del depósito del país atrasado es mayor que el rendimiento esperado del depósito del país adelantado. Por esta razón, la parte derecha de (3) no mide los rendimientos esperados de la colocación en el extranjero, medidos en la moneda local. Esta circunstancia muchas veces queda en la nebulosa en los tratados, pero es importante tenerla en cuenta. La teoría ortodoxa supone que esa diferencia premia la asunción de mayor riesgo por parte del inversor. Supone que los inversores llegan a una situación en que hacen una estimación del riesgo tal que equipara sus preferencias, (trade off entre asunción de riesgo y rendimiento esperado) y son indiferentes frente a ambas colocaciones. En otras palabras, aunque la teoría reconozca que hay sustitución imperfecta entre los activos, supone que se llega a un diferencial de rendimientos tal, que los inversores se vuelven indiferentes a mantener las colocaciones en una u otra moneda. En consecuencia, en los hechos, se “restablece” la sustitución perfecta. Por ejemplo, la teoría dice que se puede establecer que los inversores son indiferentes entre tener una colocación en pesos con un rendimiento del 14% anual (medido en pesos); o tener una colocación en dólares, en un banco de Estados Unidos, con un rendimiento (medido en pesos) del 4% anual. A partir de este punto de equilibrio, una suba de la tasa de interés doméstica apreciaría el peso. Estamos de nuevo en el arbitraje en el margen, porque los ajustes se suponen más o menos instantáneos. Obsérvese que, de todas maneras, desaparece cualquier base para efectuar una evaluación objetiva de los rendimientos. El rendimiento objetivo, que dice que r > r* + (Ef – E)/E, ya no puede determinar la composición de las carteras. Hace falta introducir muchísimos supuestos derivados del ámbito de la subjetividad. Sólo de esta manera se mantiene la condición de la paridad de intereses, a fin de derivar la determinación del tipo de cambio en los países atrasados. Por otra parte, y en base a (1), se puede establecer (como hacen Blanchard y Pérez Enrri) el tipo de cambio de equilibrio:

 E = Ee/(r – r* +1) (4) 

 (4) está diciendo que la relación de causalidad va de la tasa de interés al tipo de cambio. Supuesta la rigidez de precios –por lo menos en el corto plazo– son las variaciones de la oferta monetaria las que generan cambios de la tasa de interés. Las variaciones de la tasa de interés a su vez provocan modificaciones del tipo de cambio. Lo mismo rige para el país atrasado, con la diferencia que hay que establecer a partir de qué prima de riesgo opera el arbitraje. Sin embargo en (4) se supone que Ee está “dado”. Lo cual significa que la determinación del tipo de cambio presente depende del tipo de cambio esperado en el futuro. El razonamiento es, en esencia, tautológico; o sea, (4) no ha determinado el tipo de cambio. Hay que encontrar alguna determinación más “fundamental” que explique cuál es el tipo de cambio de largo plazo, que permita establecer Ee. Se supone que los operadores de los mercados tienen expectativas racionales; para las cuales deben postularse los “fundamentos” correspondientes. La teoría neoclásica los encuentra en la tesis de la paridad de poder de compra (PPC); y en los equilibrios de largo plazo de la balanza de pagos. La tesis de la PPC se deriva de la idea del precio único en el mercado mundial, y reconoce dos versiones, la PPC absoluta y la PPC relativa. La versión absoluta sostiene que el tipo de cambio entre dos monedas cualesquiera es tal, que el poder de compra de ambas es el mismo en ambos países. En otras palabras, el tipo de cambio se establece a partir de la relación de los niveles de precios

E = P/P* (5) 

 La versión relativa dice que, tomando como referencia algún año base, el tipo de cambio debe evolucionar según los diferenciales de inflación entre los países. Utilizando itálicas para las tasas de variación, es:

 E = P – P* (6) 

 Tanto (5) como (6) proporcionan fundamentos que remiten a lo monetario. Efectivamente, debido a que, por la teoría cuantitativa, el nivel de precios (o la tasa de inflación) se considera un fenómeno estrictamente monetario, la variación del tipo de cambio, según la PPC, también es un fenómeno monetario. La secuencia del argumento neoclásico es que el aumento de la masa monetaria, en el mediano y largo plazo, se traduce en aumento de precios; y éste en aumento del tipo de cambio:

 M ↑ → P↑ → E↑ 

 Dado que por otra parte se postula que actúa el efecto Fisher, o sea, que la tasa de interés aumenta según la inflación esperada, en el largo plazo el aumento de la masa monetaria genera tanto el aumento de la tasa de interés, como el aumento del tipo de cambio. Por lo cual la relación inversa entre tipo de cambio y tasa de interés, postulada por la condición de la paridad de intereses, se convierte, en el largo plazo, en una relación positiva. 
La PPC, en cualquiera de sus versiones, constituye así en un pilar de la teoría. Sin embargo, y paralelamente, se admite que no se verifica en la realidad; o que sólo lo hace en el muy largo plazo. ¿Cómo es que arbitran entonces los operadores en el corto plazo, cuando se ha supuesto que Ee es esencial, y está determinado por la PPC? El problema no se discute ni explicita. La PPC en la práctica no se cumple, pero sigue siendo “práctica” para las ecuaciones, aunque sea en su versión “relativa”. Nótese, por otra parte, que si rige la PPC en términos absolutos, el tipo de cambio real, q, tiene valor unitario. Si rige la PPC en términos relativos, el tipo de cambio real tiene un valor constante a lo largo del tiempo.

 Tasas de interés real iguales entre países 

 Una consecuencia de la condición de la PDI, de la PPC y del efecto Fisher, es que las tasas de interés real, entre países en que no existan diferencias en los riesgos, deben ser iguales. Si designamos con R la tasa de interés real, por el efecto Fisher es

 R = r - Pe 

 Además, por (1) y (6), es

 r – r* = (Ee – E)/E = Pe – P*e 

 De manera que

 r – Pe = r* – P*e 

 En conclusión, es

R = R*. 

Esto se afirma a la par que se sostiene que las tasas de interés real miden las preferencias intertemporales del consumo, que éstas son distintas según los países, y que –enfoque intertemporal de la balanza de pagos– son estas diferencias las que explican los desequilibrios de las balanzas de cuenta corriente de los países. .

 Una “acotación” 

 En el planteo anterior se agrega la “acotación” sobre que las monedas de los países atrasados están depreciadas en términos reales; y que por lo tanto la PPC en términos absolutos no rige para los países dependientes y atrasados. Para dar cuenta de este fenómeno (reiteradamente comprobado en la literatura) se apela al modelo Balassa Samuelson, que lo explica por la mayor diferencia en los niveles de productividad entre los sectores productores de bienes transables (BT) y no transables (BNT) en los países desarrollados que en los no desarrollados. Sin embargo, se admite también que el modelo Balassa Samuelson no puede explicar la persistencia del fenómeno a lo largo del tiempo. Es que la teoría neoclásica supone una única función de producción, disponible para todos los países. Si existen derechos de propiedad y libre circulación de ideas y capitales, no habría motivo para que los niveles de productividad entre los países se igualen; y por lo tanto para que las monedas no converjan hacia la PPC. De nuevo, el tema no se problematiza ni profundiza. De hecho, el modelo Balassa Samuelson coexiste como una “curiosidad” en los manuales.
 Agreguemos –cuestión importante para lo que desarrollamos luego– que el modelo Balassa-Samuelson supone iguales rentabilidades del capital y del trabajo en los sectores productores de BT y BNT. De aquí se desprende una idea que generalmente no se discute, ni se problematiza: que el tipo de cambio en los países desarrollados se aprecia porque la tasa de inflación es mayor que en los países subdesarrollados. Para decirlo con un ejemplo, según el modelo, entre 1950 y 1990 el yen se habría apreciado con respecto al peso argentino porque la tasa de inflación en Japón habría sido mayor que en Argentina.

 Un mundo feliz y tranquilo, pero con “desbordamiento” 

 El mundo del arbitraje y la paridad de intereses es un mundo tranquilo, donde los ajustes se producen en el margen. Más precisamente, en el sentido propio del término no hay motivos para que los tipos de cambio se modifiquen una vez establecidos los equilibrios, a no ser que intervengan factores externos, como políticas monetarias o fiscales desacertadas de los gobiernos. Si el mercado monetario está en equilibrio, no hay razones para que se modifiquen las tasas de interés (a no ser que varíen las preferencias intertemporales); y por lo tanto tampoco las hay para que lo haga el tipo de cambio. En todo caso, los ajustes deben operar en pequeñas dosis, y en la medida en que los inversores incorporan información, el tipo de cambio esperado se ajustará más y más a la inflación esperada, que a su vez será perfectamente previsible. Sin embargo este mundo feliz y tranquilo de los tipos de cambio tuvo poco que ver con lo que sucedió desde que se acabó el sistema de paridades fijas de Bretton Woods. Los tipos de cambio variaron de manera considerable, y además lo hicieron durante períodos muy superiores a lo que preveía la tesis de los arbitrajes. Por ejemplo, hubo períodos de apreciación del dólar con respecto al yen o el marco alemán que duraron cinco o seis años, seguidos por otros períodos más o menos largos, de depreciación. Las variaciones de los tipos de cambio fueron muy superiores a meros ajustes “en el margen”. Apareció entonces, a mediados de la década de 1970, la explicación de Dornbusch del “desbordamiento”. El modelo parte de una situación de equilibrio, que es perturbada por la irrupción de la política monetaria del Banco Central; éste aumenta la oferta monetaria, y dado que los precios son rígidos en el corto plazo, se produce la baja de la tasa de interés y la depreciación de la moneda. Al mismo tiempo, aumenta Ee, por lo cual E sube más de lo que lo hubiera hecho de no existir este aumento de Ee. A mediano plazo, sin embargo, aumentan los precios; la oferta monetaria en términos reales se contrae, la tasa de interés vuelve a su nivel inicial, y la moneda se aprecia, aunque no vuelve al punto de partida. Se ha restablecido el equilibrio. Se trata, en esencia, de una pequeña “alteración” que no afecta el enfoque fundamental. Ee se determina siempre según expectativas que son racionales (siguiendo los fundamentos); la salida del equilibrio se produce por la intervención de fuerzas extrañas a lo económico; la economía vuelve espontáneamente a una situación de equilibrio; no existen impulsos para ningún movimiento continuado de apreciación o depreciación de la moneda (en tanto no continúe la intervención de la autoridad monetaria). Posteriormente se agregaron algunos otros modelos de “desbordamiento” que no alteraron la idea básica anterior. A pesar de su inadecuación para explicar los movimientos persistentes e importantes de los tipos de cambio, lo esencial del modelo basado en el arbitraje y la paridad de intereses se mantiene. Incluso para los países atrasados; en este caso, como vimos, con el agregado de la prima de riesgo.

 Equilibrios externo e interno, y modelo Mundell-Fleming 



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RELACION ENTRE LA TASA DE INTERES Y EL TIPO DE CAMBIO

Tasa de inters y tipo de cambio

sábado, 3 de noviembre de 2012

Políticas e Instituciones para el Desarrollo Económico Territorial El Caso de México

Sergio González López

Este estudio hace parte de una investigación comparativa realizada por el ILPES en el marco del Convenio con la GTZ sobre "Modernización del Estado, Desarrollo Productivo y Uso Sostenible de Recursos Naturales componente de Gestión Económica Territorial" que tuvo lugar entre 2004 y 2007. 

Después de elaborada una pauta general de investigación, consultores nacionales de 10 países de la región realizaron los estudios nacionales sobre "Políticas e instituciones para el desarrollo económico territorial (DET)". Se escogió un grupo de países representativo de las diferentes regiones del continente, de sus diversas condiciones y características, mencionados de Norte a Sur: México, Honduras, El Salvador, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia, Argentina y Chile. Desde finales de los años 1980 las preocupaciones por el desarrollo regional y urbano dieron un giro importante pues los gobiernos y actores económicos y sociales nacionales dejaron de ser los protagonistas exclusivos e ingresaron a la escena los gobiernos y actores locales, territoriales y globales. Este giro fue concomitante con procesos de apertura económica, reforma del estado, consolidación democrática y descentralización en buena parte de los países latinoamericanos y del Caribe. Durante esta primera década del siglo XXI comienza a producirse un giro de magnitud e importancia semejante al ya mencionado, caracterizado por la reaparición por las preocupaciones territoriales en las instancias nacionales y por el creciente énfasis en temas como la solidaridad, el asistencialismo y el desarrollo social. En estas condiciones, el ILPES ha considerado oportuno lanzar este esfuerzo de investigación comparativa que permita no solamente hacer un balance de lo sucedido en los últimos 15 años, sino también prepararse para los cambios en marcha y por venir. Los diez estudios nacionales han sido realizados bajo la orientación de una guía uniforme, elaborada siguiendo las recomendaciones metodológicas desarrolladas por los especialistas en estudios de caso. El estudio de caso suele confundirse con un estado preliminar o exploratorio de una investigación, así como suele atribuírsele características principalmente monográficas y descriptivas sin implicaciones teóricas. Se trata, en realidad, de investigaciones en el pleno sentido de la palabra, diseñadas con el propósito explícito de que la obtención de conclusiones generales de validez teórica y conceptual amplia, no se haga a expensas del conocimiento de la singularidad de cada caso y situación. Cada una de las diez investigaciones de caso se construyó alrededor de la exploración de cinco hipótesis generales que en su conjunto recogen las interrogaciones de teoría y política más relevantes.

  La primera hipótesis, la vigencia del discurso favorable al DET, se mueve en el plano de la construcción del discurso político y de política económica que orienta las acciones públicas, así como la generación de nuevas reglas de juego para el conjunto de la sociedad.
Pretende explorar si durante estos 15 años ha habido o no un discurso favorable al desarrollo económico territorial, entendido como la capacidad de una sociedad local para formularse propósitos colectivos de progreso material, equidad, justicia y sostenibilidad, y movilizar los recursos locales endógenos necesarios para su obtención.
El seguimiento de esta hipótesis, como podrá observarse a través de la lectura atenta de los diez casos, permitió comprender las diferencias y semejanzas decepción y enfoque otorgado a estas políticas en los diferentes países, e hizo posible precisar las continuidades y rupturas de este discurso al interior de cada uno de los países.

  La segunda hipótesis, del discurso a la política pública, tiene la intención de establecer el contraste entre el discurso y la práctica, sus posibles divergencias, vacíos, convergencias.
 Adicionalmente intenta delimitar el universo de políticas públicas que en cada país se relaciona con el DET y conocer su mayor o menor grado de articulación.
Además de medir la distancia entre lo que se dice y lo que se hace, esta hipótesis tiene la importancia de darnos a conocer el conjunto de políticas relacionadas con el DET, independientemente de si ellas son o no concientes de esta conexión.

  La tercera hipótesis, de la política pública a la práctica institucional: lo sectorial, ahonda en esta exploración del contraste entre discurso y práctica, enfocándose en una preocupación estratégica para las políticas territoriales. Pretende observar con algún detalle cada uno de los sectores con prácticas políticas relevantes al DET y conocer el mayor o menor grado de articulación y coordinación mutua a nivel de lo nacional, lo regional y lo local.
La hipótesis conjetura un alto grado de desarticulación y descoordinación pero al mismo tiempo, intenta hacer visibles las distintas arquitecturas organizacionales y financieras que hayan sido inventadas por los países para resolver la necesidad de garantizar una acción territorialmente coordinada de las políticas sectoriales nacionales.

  La cuarta hipótesis, de la política pública a la práctica institucional: lo territorial (regional, local), hace una exploración complementaria a la realizada a través de la tercera hipótesis pero enfocándose ahora en la manera como cada política sectorial territorializa su acción. Aunque el concepto de política regional desapareció, entendida como acción nacional para difundir el crecimiento y el desarrollo del centro a la periferia de cada país, numerosas políticas sectoriales siguieron recurriendo a distintas descomposiciones espaciales de los territorios nacionales, como una de sus estrategias de ejecución de políticas. Con esta hipótesis se pretende verificar si se da o no la existencia de estas múltiples formas de regionalización de la política pública, conocer sus vacíos de articulación y coordinación, e igualmente identificar soluciones y alternativas a estas dificultades que hayan sido adelantadas por algunos de los países estudiados.

  La quinta y última hipótesis, desde lo local: autonomía y posibilidades de protagonismo territorial, pretende poner en evidencia cuales son los verdaderos grados de autonomía y capacidad de acción para el desarrollo económico ejecutable desde lo local e intenta identificar casos y CEPAL - Políticas e instituciones para el desarrollo económico territorial.

 El caso de México 7 procesos de DET destacables a nivel de cada país. 
La teoría del desarrollo local de los últimos 20 años se ha centrado en la exploración de esta quinta hipótesis, descuidando relativamente la exploración y el conocimiento de las otras cuatro.
 Por esta razón, el aporte de estos diez estudios debe evaluarse en función del conocimiento aportado por la exploración de las cuatro primeras hipótesis y por la visión panorámica y de conjunto construida gracias a la presencia de todas cinco.
Cada una de las hipótesis y cada uno de los resultados específicos de los 10 estudios nacionales arroja información y aporta criterios de reflexión de particular relevancia para comprender el pasado reciente y preparar las orientaciones teóricas y políticas necesarias para confrontar los retos del presente y del inmediato porvenir.

 El ILPES espera que estos estudios nutran las discusiones nacionales en materia de DET, suscite reflexiones de futuro y motive el intercambio de experiencias, logros y fracasos, entre los distintos países de América latina y el Caribe.
Una síntesis de los diez estudios de caso está en proceso de preparación, lo que junto a los estudios individuales de países esperamos den origen a distintas actividades de difusión e intercambio de los resultados de estos trabajos, con el objeto que cumplan la finalidad de consolidar las acciones de política pública para el desarrollo económico territorial en nuestra región.

Políticas e Instituciones para el Desarrollo Económico Territorial El Caso de Colombia

Políticas e Instituciones para el Desarrollo Económico Territorial El caso de Argentina

MANUAL INTRODUCTORIO A LAS TEORÍAS DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO

CRECIMIENTO Y DESARROLLO ECONÓMICO EN EL PERÚ

CRECIMIENTO Y DESARROLLO ECONÓMICO EN EL PERÚ

ENTRADAS/SPOTS